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La presencia de Dios como centro de nuestra fortaleza y éxitos

Predicación # 3 / 04 ago. 16

Introducción: Buen día a todas y todos! Cuantos aquí tiene Facebook, esta es una red social donde se
comparte información como fotos, videos, texto, a mí me gusta encontrarme con algunas publicaciones que
me animan, esta semana me gusto una frase que alguien subió: en PPT “Los sueños parecen al principio
imposibles, luego improbables, y luego, cuando nos comprometemos se vuelven inevitables” (Gandhi).
¿Cuáles son nuestros sueños, nuestras metas personales, de familia o de iglesia? ¿Qué es lo que nos
impulsa para lograrlos? ¿Qué estamos haciendo para lograrlos?

A mí me gusta pensar que no hay nada, que no se pueda hacer, que si lo deseamos y acciono, el Dios-
siempre-presente va conmigo, de tal forma que los sueños se vuelven inevitables. Sin embargo, sería muy
romántico que en los objetivos trazados no existan problemas, demoras o cambios.

Hoy vamos a reflexionar sobre la presencia de Dios como centro de nuestra fortaleza y éxito. Lo haremos
desde el libro de Isaías 41:1-10 y les propongo el siguiente orden, (a) primero voy a tratar de recrear un
escenario de lo que estaba pasando en la época que se escribe el texto, (b) luego vamos a leer el pasaje
pensando en su contexto y por último (c) voy a pedir a tres personas que oren por aquellas cosas que
observaron en el texto y que se vinculan con nuestra realidad actual.

Contexto:

Hoy día se acepta que el libro de Isaías proviene de tres momentos diferentes de escritura que registra la
historia del exilio del reino de Judá, de tal forma que existe un: (a) Proto Isaías (Is. 1-39) (primer Isaías de siglo VIII)
(b) Segundo Isaías (Is. 40-55) (personaje del siglo VI), (c) Trito Isaías (Is. 56-66) (posexilio, Siglo V, pero antes de las reformas de
Esdras y Nehemías)

Dentro del Segundo Isaías (40-55) se encuentra nuestro pasaje y el marco histórico es la llegada de Ciro el
Grande (555-529 A.C.) quién conquistó Babilonia (538) y liberó a Israel del dolor del exilio (587-538). El
Segundo Isaías (Is. 41:2,25) interpreta que Dios guió la historia en favor de Israel y transformó el desierto,
metáfora de Israel devastado, en jardín, símbolo de pueblo reconstruido (Is. 41:17-20).

El exilio1, fue la mayor crisis de fe que le tocó vivir al reino de Judá. En lo político ya no volvería a ser un reino
libre y estable, no tendría un rey soberano. En lo social, sus estructuras sociales se deshacen, y la unidad
étnica se descompone y desintegra. En lo económico, los nuevos dirigentes van a ser ahora extranjeros, y
para ellos será la riqueza que produzca la tierra. Y en lo religioso, el Dios de la Alianza va a aparecer como un
dios débil, al cual no merece la pena volver.

El autor del Segundo Isaías pudo ser alguien que no estuvo en el exilio o de los primeros grupos que
regresaron a un país y a una situación que no corresponden a los sueños elaborados en el exilio, así que
pinta un cuadro bastante incierto.2 Aquellos que vivían en Jerusalén podían pensar que eran los legítimos
herederos del país, y que los culpables habían sido exiliados; por el contrario, los exiliados podían haber
considerado a quienes se quedaron son culpables de sumisión al enemigo infiel. A todo esto hay que sumarle
una pobreza extrema, reducción de fronteras, tierra no cultivada en gran parte, un pueblo sometido a pago de
tributos.

1
El exilio, Reseña Biblica, p. 34.
2
La casa de la Biblia, AT 02 Profetas, pp. 75-77.
Casos de exilios actuales:

 Los exilios en Guatemala (https://alhim.revues.org/599 ) 1930-1944 / 1954-1960 / 1978-199


 Los exiliados en Argentina (http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/article/viewFile/313/284 )
 El exilio Sirio (http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/20/actualidad/1463770894_959555.html )

De regreso al texto y frente a esta situación de Judá, el mensaje del Segundo Isaías no puede ser sino de
consolación y reconoce que la Palabra de Dios ha renovado al pueblo (Is. 55:13), que lo seco y marchito,
deviene verde y longevo como el ciprés.

El segundo Isaías3 describe poéticamente a un Israel desbastado y agotado, y lo muestra a través de las
imágenes del desierto (Is. 40:3), la hierba seca y flor marchita (Is 40:7), pero que Dios decide transformarlo
(Is. 40:1, 2, 5). El pueblo quizás espera una reforma de prodigios externos, un templo hermoso o un monarca
brillante, pero Dios adopta un medio inusitado: La palabra (Is. 40:2) y en este caso la palabra de consolación y
acompañamiento a un pueblo que necesita un nuevo Genesis.

Dónde es útil esa palabra de consolación y acompañamiento?

(a) En la vida diaria, cuando el Espíritu de Dios usa a través de nosotros, las palabras justas, adecuadas
que necesitan nuestros amigos, hermanos, vecinos o familia. ¿cómo y dónde mi palabra puede ser
mediadora de dignidad, justicia, amistad, solidaridad, de ánimo? (vv. 41:6) en el trabajo, en la
sociedad, en el colegio o simplemente en el Facebook. (Relatar la historia de una amiga que no puede tener hijos y tiene
dudas sobre adoptar).
(b) En la espiritualidad personal, al acercarme a la Biblia me siento fortalecido y animado a seguir
adelante en mis metas personales, familiares, sociales y eclesiales (vv. 41:10).

Paradójicamente del exilio surgió un nuevo pueblo renovado, más firme en la fe en Dios. El sufrimiento del
destierro se convirtió en el crisol de la fe del judaísmo posterior. Una nueva concepción de fe, de alianza, de
imagen de Dios nació de esta dolorosa experiencia.

Texto:

Isaias 41: PER Isaiah 41:1 Islas, callad ante mí; naciones, esperad mi reto. Que se acerquen a hablar,
comparezcamos juntos a juicio. 2 ¿Quién lo ha suscitado en oriente y convoca la victoria a su paso, le entrega
los pueblos, le somete los reyes? Su espada los tritura y su arco los dispersa como paja; 3 los persigue y
avanza seguro por sendas que sus pies no hollaban. 4 ¿Quién lo ha hecho y ejecutado? El que anuncia el
futuro de antemano. Yo, el Señor, que soy el primero, yo estoy con los últimos. 5 Vedlo, islas, y estremeceos,
tiemblen los confines del orbe.

6
Se ayudan unos a otros, dicen a su compañero: ¡Ánimo! 7 Y el escultor anima al orfebre; el que forja a
martillo al que golpea el yunque, diciendo: Buena soldadura, y la sujetan con clavos para que no se mueva. 8
Tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi elegido; estirpe de Abrahán, mi amigo. 9 Tú, a quien tomé en los confines del
mundo, y llamé en sus extremos, a quien dije: Tú eres mi siervo, te he elegido y no te he rechazado. 10 No
temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio y te
sostengo con mi diestra victoriosa. (Isa. 41:1-10 PER)

Oración

3
La profecía de Isaías, Reseña Bíblica, pp. 15-18.

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