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Roma BETTONI

1/4 de segundo
INTELIGENCIA EMOCIONAL

FIN DE SIGLO

Biblioteca Tiflolibros

Asociación Civil Tiflonexos

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Este libro es para uso exclusivo de personas ciegas, con baja visión o
con otra discapacidad que no permita la lectura impresa.
Roma Bettoni es
abogada, nació en Montevideo; dedicó los primeros años de su trabajo a
esa profesión. En 1988, luego de un intenso proceso personal, descubre la
comunicación como otra vocación que al principio comparte con la primera
y que, paulatinamente, le absorbe todo su tiempo. En su camino hacia el
conocimiento de Técnicas de Dominio Mental y de Inteligencia Emocional,
asistió a cursos dentro y fuera de Uruguay. A partir de ellos, decidió
difundir y compartir sus conocimientos en cursos,
charlas y programas radiales y televisivos. También plasmó sus
conclusiones en varios libros que acercan al lector formas prácticas de
lograr la tan anhelada felicidad y de alejar las
preocupaciones: Viaje a tu mundo interior (Ed. Fin de Siglo, 1993),
Armoniosa mente (Ed. Fin de Siglo, 1994), Hay otro camino (Ed. Fin de
Siglo, 2005), 1/4 de segundo (Ed. Fin de Siglo, 2005; actualizada en
2010), El libro de oro de la atracción (Ed. Fin de Siglo, 2008) y La
magia de las respuestas (Ed. Fin de siglo, 2010).
www.entrelibros.com

A mi esposo Daniel, con quien conjugamos, a diario, el poema de Mario


Benedetti "Defensa de la alegría"
Defender la alegría como una trinchera defenderla del caos y de las
pesadillas de la ajada miseria y de los miserables de las ausencias
breves y definitivas
defender la alegría como un atributo defenderla del pasmo y de las
anestesias de los graves diagnósticos y de las escopetas
defender la alegría como un estandarte defenderla del rayo y la
melancolía de los males endémicos y de los académicos del rufián y del
oportunista
defender la alegría como una certidumbre defenderla a pesar de Dios y de
la muerte de los parcos suicidas y de los homicidas y del dolor de estar
absurdamente alegres
defender la alegría como algo inevitable defenderla del mar y las
lágrimas tibias de las buenas costumbres y de los apellidos del azar y
también también de la alegría
De "Preguntas al azar"

Agradecimiento
Quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas que de alguna
forma colaboraron para que este texto fuera realidad.
A todos los maestros que he tenido a lo largo de la vida; a los que
busqué y a los que me enseñaron, aun sin saberlo y a veces con dolor.
A aquellos que se acercan a plantearme sus problemas y luego me
enriquecen con el relato
final de la historia.

índice
Introducción....................................................... 15
CAPÍTULO UNO .....21
Inteligencia emocional y cerebro
Elementos fundamentales de la Inteligencia Emocional
Las cinco habilidades básicas... 21
Inteligencia Emocional y
cerebro..................................................... 21
Cerebro reptil................ 31
Cerebro límbico............. 32
Neocortex o corteza
cerebral....................................................... 34
Inteligencia Emocional en hombres y mujeres..............................
38
La famosa intuición
femenina........................................................... 39
Los niños, la Inteligencia Emocional y el
cerebro......................... 40
Cómo funciona el aparato
emocional.............................................. 42
CAPÍTULO DOS.....47
Utilidad de la Inteligencia Emocional
Ser
conscientes..............................................................
....................... 48
Las emociones se sienten en el
cuerpo............................................ 49
Panorama emocional
ajeno................................................................ 53
CAPÍTULO TRES.....57
Ira - Preocupación - Ansiedad - Tristeza
Ira......................................................................
...................................... 57
Paso a paso: cómo desarmar la
ira.............................................. 65
Preocupación.............................................................
............................. 72
Paso a paso para canalizar la preocupación..............................
74
La voz de la
intuición................................................................
.... 77
Acepta lo que estás
sintiendo...................................................... 78
Ansiedad.................................................................
................................ 79
Paso a paso: cómo desarmar la ansiedad...................................
80
Tristeza...81
Causas más frecuentes de tristeza...84
Formas de liberarse de la tristeza...86
¿Por qué a mí?...87
¿Cuál es tu herida?...88

CAPÍTULO CUATRO....91
Esperanza - Optimismo - Fe - Alegría - Felicidad Amor - Autoestima -
Tolerancia - Gratitud -Merecimiento - Prosperidad - Humor
Esperanza...91
Optimismo...93
Para aumentar el optimismo...95
Optimismo y pesimismo son contagiosos...95
El optimismo se adquiere...98
Fe...100
Alegría...101
Felicidad...102
Amor...106
Formas puras y distorsiones del amor....107
Amor a uno mismo...108
Amor al prójimo...113
Amor incondicional...115
Amor romántico...116
Panorama personal en el amor...117
Objetivos personales para atraer más amor a tu vida.................118
El amor es lo real; lo demás son barreras irreales...119
Para amar con Inteligencia Emocional...121
Cómo saber si es realmente amor...122
El amor requiere atención...123
Lo necesario para ti en una relación personal positiva...124
El fin del amor...125
Inteligencia Emocional en el amor...127
Autoestima...130
Medición de las creencias sobre autoestima...132
Situaciones familiares que desfavorecen
la autoestima en los niños...136
La autoestima en el adulto...137
Pautas para aumentar la autoestima...137
Pensamientos enemigos de la autoestima...139
Tolerancia...141
Recompensas que puedes sumar...146
Para ejercitar la tolerancia...146
Gratitud...148
Técnicas para expresar gratitud...153
Merecimiento...156
¿Se puede variar lo aprendido?...156
Prosperidad...158
El dinero es una forma de energía...162
10 pasos para la manifestación de la Prosperidad en tu vida...164
Humor...165
Recompensas del buen humor cuando lo adoptas como sistema de vida...168
Pasos hacia un corazón alegre...169
Oportunidades para el humor en el hogar...169

CAPÍTULO CINCO.....173
Empatía La emoción "que está de moda"...173
La empatía en el cerebro...176
Evolución de la empatía durante la vida del ser humano...........176
Clave de la empatía: escuchar...179
La empatía de los otros...185
Autoevaluarse y escuchar sin prejuicios...187
Empatía y compasión...191
Conclusión...193
El costado oscuro de la empatía...194
Pautas para reconocer el lado oculto de la empatía...............195
Empatía y honestidad...196
Perdón y empatía...197
Etapas para lograr el perdón y la empatía...198
Apatía, simpatía, antipatía y empatía...198
Apatía...198
Antipatía...199
Simpatía...199
Empatía...199

CAPÍTULO SEIS.....203
El fantasma llamado Miedo
Factores desencadenantes del miedo...206
Buenas funciones del miedo....211
Qué sirve en contra del miedo....212
¿Qué tienen los arriesgados que no poseen los timoratos?.........213
Miedo a los cambios...215
Observar nuestras emociones...216
Sugerencias para vencer el miedo personal al cambio...............217
Los cambios pueden tener diferentes orígenes......................218
Formas de perder el miedo...219
Formas generales y espirituales de perder el miedo...................220
Miedo y susto...222
Conclusión...223
Tomar decisiones...223
Desapego por el resultado...225
Fin del miedo: aceptar la propia responsabilidad...225

CAPÍTULO SIETE.....229
Soledad ¿necesidad o castigo?
Por qué sientes soledad...230
Decir adiós....232
Soledad, aburrimiento, vacío...233
Soledad...233
Aburrimiento...233
Vacío...233
El hombre como ser tridimensional...234

CAPÍTULO OCHO.....241
"Excusitis" y postergación: las enfermedades del fracaso
"Excusitis" de la salud...240
Cómo vencer la "excusitis" de la salud...241
"Excusitis" de la inteligencia...242
Tres formas de curar la "excusitis" de la inteligencia...........244
"Excusitis" de la edad...242
Cura de la "excusitis" de la edad...245
"Excusitis" de la mala suerte....246
Cura para la "excusitis" de la mala suerte...249
"Excusitis" de la falta de tiempo...252
Cura de la "excusitis" de la falta de tiempo...255
"Excusitis" de la soledad o de falta de compañía...255
Cura de la "excusitis" de soledad o falta de compañía.........258
"Excusitis" de las crisis personales o generales
(de tu mundo interior, del planeta, del ambiente en que vives)...259
Excusas frecuentes sobre la crisis personales o generales...........260
Consecuencias de la "excusitis" de las crisis personales o
generales...........................................260
Remedios contra la "excusitis" de las crisis
personales o generales...261

CAPÍTULO NUEVE.....263
Inteligencia Emocional en las relaciones interpersonales
Sanando vínculos...263
La vida es como debe ser...264
No tenemos tiempo para el dolor...264
Reconciliación con uno mismo...265
Reconciliación con los enemigos....265
Reconciliación con la familia...266
Reconciliación con la pareja...267
Cuidado con el papel de víctima...269
Lo que no es amor... es miedo....269
Las relaciones no sanadas enferman el cuerpo.......................270
Claves para sanar un vínculo....271
Razones por las cuales se hace necesario perdonar...............274
¿Hacia quiénes se dirige el perdón?.....276
Clases de perdón....278
Formas de perdonar....278
Formas de procesar el perdón....278
¿Perdonar es olvidar?...279
¿Cómo se conoce que realmente operó el perdón?................ 279
El arte de la buena comunicación....281
Las formas de decir: antigua leyenda....282
Sistemas de representación: visuales, auditivos, kinestésicos...283
Utilidad..............................285
Predicados........................... 286
Visuales..................................286
Auditivos................................ 287
Kinestésicos.............................. 288
Auditivo digital....289
Test para identificar el sistema representacional de tu
preferencia............................................... 290
Lenguaje no verbal.................293
Las emociones y los
gestos.........................................................293
El sentido de la comunicación depende del oyente...294

CAPÍTULO DIEZ.....297
La Inteligencia Emocional en el trabajo
Sistema de valoración personal
Establecer buenas relaciones interpersonales...298
Formas de hacer nuestras valoraciones y conocer las ajenas...... 299
Actuar, no reaccionar...301
Aprender a superar problemas...302
Frustraciones en el trabajo...305
Superar la frustración...307
Cuando juzgar es tu deber...309
Paso a paso frente a un juicio negativo...310
Los remedios infalibles...311
Indagación apreciativa...312

EPÍLOGO.....317
Paz: la emoción más buscada
Un cuarto de segundo que hace la diferencia.........................320

introducción

En muchas ocasiones te has preguntado por qué aquella compañera de


estudios, medalla de oro, muy estudiosa y que parecía brillar con luz
propia, terminó en un empleo sin pena ni gloria, haciendo de todo, menos
aquello para lo cual estudió. Y no es un problema económico; no en este
caso. Otras veces, te sorprende saber que el ejecutivo destacado, "number
one" en su empresa, que llega antes que todos y se va después, que gana
mensual-mente mucho dinero, quizás más del que tú ganes en un año, está
siempre taciturno, se siente vacío, hace días que no ve a sus hijos, y si
no está divorciado está pensando seriamente en la posibilidad de serlo.
Se da, también, el caso de la persona que en la calle, en el trabajo, es
siempre amable, todo el mundo la quiere, pero cuando llega a su casa se
vuelve irascible, no soporta a sus hijos y continuamente está gritando;
la ira es su forma de comunicación. Recuerda cuántas veces sorprendiste a
tu interlocutor con cara de escuchar pero con expresión de estar en otro
lado, o aquellas ocasiones en que, triste o acongojado por algún
problema, acudiste a buscar la ayuda comprensiva de algún amigo para
darte cuenta, finalmente, de que por más amigos que ambos hubieran sido o
fueran todavía, en ese tema no te entendía y, por el contrario, juzgaba
severamente tus actitudes y tus palabras. Faltaba empatia, comprensión,
amor incondicional y verdadero. O quizás, puedas recordar a aquella
vecina de cuando eras niño, que vivía sola y feliz ayudando a sus
semejantes, siempre sonriente, y la compares con tu tía que, hoy día que
ha quedado viuda, lo único que hace es ir por la vida dando lástima y
repartiendo amargura. Ambas padecieron la soledad, pero mientras la
primera le encontró sentido a la existencia, la segunda busca acaparar la
energía y la atención del prójimo con quejidos y lamentos. Seguramente,
estarás pensando en esos casos personales que dentro de tu entorno
-familia, amistades, trabajo- conoces mejor que nadie y sobre los cuales
has reflexionado bastante. ¿Por qué no pueden ser felices completamente?
Si no les falta nada para tener una vida plena ¿por qué no pueden
lograrlo? La respuesta tiene solamente dos palabras: Inteligencia
Emocional.
Así de simple, así de cortita la respuesta. Dos palabras que encierran
toda una teoría y una práctica que hacen la diferencia. Este
comportamiento, que ahora ha sido sistematizado y masificado, es el mismo
que antiguamente practicaban nuestras abuelas, sin saberlo, cuando antes
que discutir con alguien, fijaban los ojos en su bordado y respiraban
profundo, sabiendo que, más tarde, cuando todos hubieran olvidado la
discusión, podrían manifestar su opinión y que los demás la acatarían
como la verdad revelada. Ellas sabían usar el "cuarto de segundo". Ese
cuarto de segundo que hoy está comprobado existe entre el impulso de
actuar y la acción en sí. Y que constituye un tiempo suficiente para
elegir qué conducta tener: si reaccionar automáticamente o aprovechar la
oportunidad para optar por la actitud más adecuada.
Si prestas atención durante unos días a los noticieros -no demasiados
para no enfermarte- percibirás cuánta falta de Inteligencia Emocional hay
en la gente: padres que castigan a sus hijos, parejas que se maltratan
mutuamente, personas que se reclaman amor pero no saben darlo,
presidentes de países que creen poder disponer de la vida de la gente,
asesinatos "por cuestiones del momento" que nunca se aclaran, luchas de
clases, discriminaciones por causa de la religión, del color de la piel o
del país de nacimiento, "escraches" a figuras públicas, discusiones
acaloradas que no sirven más que para la descalificación de los
participantes. En fin, la lista es larga. Haz tú la tuya. Mírala
detenidamente y observa si no encuentras que tienen un elemento
coincidente: las personas no saben cómo comportarse. En algunos casos,
argumentan a su favor que no pueden ser de otra forma ni reaccionar de
otra manera, porque son así. Como si se refirieran a una cicatriz o un
estigma, algo inamovible, la gente suele disculpar su torpeza o mala
educación con la famosa frase: "¿Y qué querés que haga si soy así?" A mí
personalmente, esta respuesta me subleva. Logro dominarme
y contesto, con la mejor de mis sonrisas, que si tiene la desgracia de
ser así, sepa que puede modificar su comportamiento, para ser más feliz.
Algunos se interesan y otros me miran desconcertados. Es que cada uno
tiene un proceso que cumplir y dependiendo de en qué etapa se encuentre,
será más o menos permeable a la propuesta de un cambio en su forma de
sentir y de manifestarlo.
La buena noticia que viene incorporada a esta sistematización es que la
Inteligencia Emocional se aprende, se adquiere. Se logra mediante la
Educación Emocional. Si uno se lo propone, con constancia, voluntad,
disciplina y sobre todo verdadero deseo, puede cambiar de ser una persona
sin timón, a una controlada, que logra sus objetivos y obtiene la
felicidad y la paz como algo natural. No se requieren grandes esfuerzos,
no se precisa estudiar todo el día, no es necesario dejar todas las
actividades para hacer un retiro espiritual de varias jornadas; sólo hace
falta tener buena disposición, un deseo íntimo del logro y un mínimo de
práctica.
Te invito, entonces, desde estas páginas, a recorrer ese camino que, con
menor o mayor dificultad, empedrado o recién asfaltado según sea tu
disposición, te llevará a lograr el cambio en tu forma de ser, de manera
que el éxito íntimo y personal sea la meta.
Te propongo que leas inicialmente todo el libro y que luego, en una
segunda oportunidad, vayas haciendo los ejercicios paso a paso, como se
van sugiriendo. No te adelantes; todo tiene su razón de ser y no
pretenderás obtener tu título universitario sin ir a la escuela primaria.
Encontrarás nuevas formas de comunicación; conocerás tus emociones y, lo
que es mucho mejor, aprenderás a manejarlas; comprenderás cuándo te
conviene hablar y cuándo es mejor guardar un prudente silencio, y otras
muchas cuestiones que harán tu vida más llevadera. Así se define,
precisamente, la Inteligencia Emocional: la habilidad para el
conocimiento y manejo de las emociones.
Una pregunta que me hacen frecuentemente en los cursos sobre este tema
es: "Tanta Inteligencia Emocional, tanto saber cómo reaccionar en cada
situación, cómo hacer que los demás te comprendan
y hasta que 'se salgan con la tuya', ¿no te quita espontaneidad?" Pues
no. No quita espontaneidad porque el plan está diseñado y buscado para la
conquista de la paz interior. Si todos la practicamos, las comunicaciones
son más eficaces, todos logramos ser atendidos y entendidos. Ya has
percibido que es un camino de dos vías; no se busca el beneficio personal
a costa del otro, sino todo lo contrario: se persigue que todos obtengan
lo que están buscando.
Habitualmente ilustro este pensamiento con un ejemplo. Se habla de
emociones negativas o malas y de emociones positivas o buenas, pero
realmente las emociones simplemente son. Ni buenas ni malas, ni positivas
ni negativas; lo que es bueno o malo es lo que hacemos con estas
emociones. Siempre lo explico de esta forma: si te enojas y en medio de
una reacción de mucha ira, vas a ver a tu jefe, le gritas, le insultas y
golpeas la puerta, es muy probable que te despidan o te apliquen una
sanción que perjudique tu carrera de por vida. Evidentemente, manejaste
mal tu ira. Si, en cambio, aun lleno de ira te controlas, esperas a
calmarte, pides una entrevista con tu jefe y le planteas, ya sin gritos
ni insultos, sino con razonamientos y explicaciones coherentes, por qué
te has sentido agraviado, seguramente se te reconocerá este gesto como el
de una persona que se hace valer como debe ser: en forma civilizada.
Puede acontecer que las explicaciones dadas no te satisfagan y tú mismo
resuelvas renunciar para ser tu propio jefe, te independices y sea el
comienzo de un emprendimiento espectacular al que de no ser por eso nunca
tu hubieras animado. Aquí la ira fue canalizada a tu favor.
Esencialmente, la ofensa fue la misma, la ira fue idéntica, pero en el
primer caso parecías tu propio enemigo y en el segundo, supiste actuar
como alguien que se conoce y puede dominarse.
Otro ejemplo ilustrativo es el del amor. Todos conocemos a dónde nos
lleva el amor. El buen amor, ese que te deja flotando todo el día, el que
hace que pienses a tiempo completo en la persona amada y en la forma de
ser feliz con ella, te encauzará por el camino de la plenitud,
seguramente. Pero esa misma emoción denominada amor, ese mismo
sentimiento que te puede llevar al paraíso en la
Tierra, de tanta felicidad, si está mal encauzado, puede conducir a los
celos enfermizos, a vivir en un infierno, a dudar de todo y en algunos
casos extremos, pero no poco frecuentes, al homicidio o al suicidio. Como
verás es el mismo amor, pero lo que cada uno hace con la emoción que
siente es distinto y marca, nuevamente, la diferencia.
En el año 2002, descubrí la Logoterapia, que se define como Teoría,
Terapia y Actitud centradas en el Sentido. Es una de las tres escuelas
vienesas de psicología, junto a la Freud y a la de Adler. Fue
desarrollada por Viktor Frankl, un médico, psiquiatra y neurólogo
contemporáneo, fallecido a los 92 años, en septiembre de 1997, en aquella
semana negra en que además de su deceso se produjeron los de la Madre
Teresa y la Princesa Diana. Desde muy temprano su vida despertó a los
misterios de la existencia humana y estudió para desentrañarlos. Además
vivió el horror de los Campos de Concentración, donde afirmó su teoría
del sentido de la vida. Te recomiendo calurosamente la lectura de uno de
sus numerosos libros: "El hombre en busca de sentido". En él podrás
descubrir por ti mismo las maravillas de su pensamiento, su teoría y su
práctica, porque hoy día, en casi todo el mundo, muchos se sanan al
encontrar el sentido de su vida, de la mano de un logoterapeuta. Te
acerco en este texto numerosas referencias a la Logoterapia y a su
fundador Viktor Frankl.
Encontrarás algunas menciones a la Programación Neuro-Lingüística,
disciplina relativamente reciente que trata sobre nuevas técnicas de
comunicación. Se la define como arte y ciencia en la excelencia de la
comunicación.
Manos a la obra, pues, a leer; yo, como en mis libros anteriores, te
deseo lo mejor, sabiendo que eres capaz de lograrlo.
Roma Bettoni
Montevideo, abril, 2004 Actualizado, julio 2010 www.romabettoni.com

CAPÍTULO UNO Inteligencia emocional y cerebro

Elementos fundamentales de la Inteligencia Emocional

Las cinco habilidades básicas

De acuerdo a una definición muy práctica y sencilla, Inteligencia


Emocional es "el uso inteligente e intencional de las emociones". Para
ello, primeramente, será preciso conocer las emociones y su influencia en
nuestra persona. Recordemos que cada uno de nosotros es un ser iónico e
irrepetible, y por lo tanto no servirán las experiencias ni reacciones
ajenas.
La Inteligencia Emocional tiene elementos fundamentales que la definen.
Puede desarrollarse y aumentar de manera notable. Estos elementos
fundamentales, vistos como habilidades de la Inteligencia Emocional,
fueron descriptos por los pioneros en este tema, quienes en 1990 acuñaron
para toda la humanidad dicha expresión. Se trata de los psicólogos John
Mayer de la Universidad de New Hampshire y Peter Salovey de Yale.
La teoría del neurólogo Howard Gardner, a principios de los años 80,
explicó la existencia de siete inteligencias en el ser humano, que pueden
darse, aunque no sucede con frecuencia, todas en un mismo individuo o
existir por separado. Son las inteligencias: lingüística, lógico-
matemática, musical, corporal - sinestésica, espacial, interpersonal e
in-trapersonal. Estas últimas dos dieron lugar, con el tiempo, a la
Inteligencia Emocional, por su vinculación a los fenómenos emocionales y
afectivos. Una rápida lectura a las definiciones que brinda precisamente
Gardner en su libro
"La inteligencia reformulada. Las inteligencias múltiples en el siglo
XXI", muestra la derivación de la inteligencia emocional de aquellas dos
categorías que determinó este autor entre las siete habilidades del ser
humano. Así, se refiere a la interpersonal como la capacidad de una
persona para entender las intenciones, motivaciones y deseos ajenos y
para trabajar con otros. La intrapersonal, por su parte, dice que es la
capacidad de comprenderse a uno mismo (que incluye deseos, miedos y
capacidades) y de emplear esa información en la regulación eficaz de su
vida. Luego le agregó a su teoría tres inteligencias más: naturista,
espiritual y existencial. Señaló que el mayor obstáculo para medirlas es
que siempre se apela a instrumentos que dependan de la inteligencia
lógica o lingüística, como son todos los vinculados al lápiz y papel. Por
eso, define a la inteligencia como "una potencialidad biopsicológica que
nos corresponde por nuestra pertenencia a la especie humana. Se puede
desarrollar en mayor o menos grado, como consecuencia de las
experiencias, los factores culturales y las motivaciones de cada
persona". En relación a la Inteligencia Emocional, prefiere hablar de
sensibilidad emocional. Argumenta que determinar que algunas personas
poseen Inteligencia Emocional, es decir que los que tienen otras
inteligencias no la desarrollan o lo que es peor: que todos los que
tienen la capacidad de conocer sus emociones y las ajenas, van a
utilizarlas con fines socialmente deseables. Hay algunos que son
totalmente insensibles en el ámbito emocional y otros que aun siendo muy
diestros en esta inteligencia, no la usan con fines buenos o altruistas
(Hitler, por ejemplo), sino que más bien aprovechan esta capacidad
natural para explotar y manipular a sus congéneres.
A esta altura y con todos los argumentos de los especialistas a la vista,
cabe concluir que la Inteligencia Emocional tiene su origen en dos de las
siete inteligencias múltiples, es decir la interpersonal y la
intrapersonal; que se la define como el conocimiento y uso inteligente de
las emociones y que tiene
como finalidad que cada persona se conozca interiormente (intrapersonal)
y sepa cómo conducir sus emociones y que además, conozca las emociones
ajenas para acompañar, consolar o convivir (interpersonal). Destaquemos,
que si bien es natural, también se puede aprender e incorporar con
voluntad, deseo y práctica.
En el año 2006, Daniel Goleman, quien difundiera masivamente la teoría de
la Inteligencia Emocional, presentó un extenso texto sobre lo que
denominó Inteligencia Social y expresó: "Cuando escribí La Inteligencia
Emocional, puse el acento en una serie crucial de capacidades humanas
dentro de nosotros como individuos, nuestra habilidad para manejar
nuestras propias emociones y nuestro potencial interior para manejar
relaciones positivas". Hablando de Inteligencia Social afirma que "cada
vez que nos relacionamos cara a cara (o voz a voz, o piel a piel) con
otra persona, nuestros cerebros sociales se entrelazan. Se trata de
cuando somos inteligentes en nuestras relaciones y no sobre nuestras
relaciones." En 1920, Edward Thorndike la definió como: "Actuar
sabiamente en las relaciones humanas".
Por si fuera poco, en 2007, Karl Albrecht, publica su libro Inteligencia
Práctica y la define como: "la habilidad mental para afrontar los
desafíos y oportunidades de la vida".
Confieso que no veo diferencia, explicadas de esta forma, entre la
Inteligencia Emocional, la Social y la Práctica. Pues del conocimiento y
buen manejo de las propias emociones y del reconocimiento de las
emociones ajenas, así como de las mejores relaciones con los demás es que
vivimos socialmente y sabemos aprovechar las oportunidades y triunfar en
los desafíos. Se llame como se llame, todo se reduce al conocimiento y
buena aplicación de las cinco habilidades prácticas de la Inteligencia
Emocional. La cuestión es que cada uno sea conocedor de su estado
emocional, que lo induce a tener determinado estado de ánimo, actitudes y
reacciones personales.
Se trata de encontrar el equilibrio individual y despegarse de las
provocaciones de las personas, para poder elegir cuándo y cómo actuar.
Esas habilidades de la Inteligencia Emocional son, básicamente, cinco,
organizadas jerárquicamente de modo que cada una incorpora y desarrolla
las capacidades de los escalones inferiores. Las tres primeras forman
parte de la intrapersonal de Gardner y las otras dos de su concepción de
interpersonal. Las dos últimas pueden aplicarse, sin dificultad, al nuevo
concepto de Inteligencia Social.
1. Autoconocimiento. Conocer las propias emociones. La capacidad de
percibir, valorar y expresar las emociones. Es decir, examinarlas, darles
el valor que poseen para cada uno y, finalmente, ser capaz de
expresarlas. Es la aptitud para entender lo que nos está ocurriendo. La
diferencia entre los seres humanos, en muchas ocasiones, la señala el
nivel de autoconocimiento, la capacidad para comunicarse con las otras
personas y el saber escuchar. Cuando uno está entrenado en el
autoconocimiento, llega a adelantarse a la emoción. Porque el desarrollo
de la capacidad de conocer las propias emociones y sus consecuencias
personales, nos permite percibir los cambios físicos que nos predicen una
reacción no deseada. Así, por ejemplo, encontramos tres niveles en el
autoconocimiento:
a. la persona grita, pero no se da cuenta ni lo reconoce cuando otro se
lo señala; está orgulloso de su comportamiento.
b. el sujeto grita, pero luego se disculpa, porque sabe que ha estado
mal; siente culpa o vergüenza por no saber dominarse.
c. la persona percibe cambios en su cuerpo que, por lo que conoce, sabe
que lo llevarán a gritar, entonces
respira profundamente y, si puede, se aleja del lugar hasta "enfriar" sus
emociones. Este es el verdadero autoconocimiento.
Afirma Daniel Goleman que reconocer un sentimiento mientras ocurre, es la
clave de la Inteligencia Emocional. Se trata del dominio de las
emociones, no de su represión. Se busca la templanza, el equilibrio, no
amordazar las emociones para que en un futuro den lugar a enfermedades.
2. Manejo de las emociones. Control de ellas. La capacidad de
experimentar voluntariamente determinadas emociones y el manejo de las
inevitables, siempre que puedan utilizarse para el entendimiento con uno
mismo y con los demás. Es darle a las emociones la dirección correcta. La
represión, angustia; el control, libera. Se trata de dejar pasar la
emoción, pero vigilando el mensaje proporcionado. Las preguntas son: ¿De
qué manera debo expresarme? ¿Para qué sirve esta forma de expresión? Las
respuestas deben ser:
a. para responder adecuadamente por del bien de todos;
b. para mantener la armonía y la salud;
c. para proporcionar mayor energía.
3. Automotivación. La propia motivación. La capacidad de automotivación
es necesaria para llevar una vida equilibrada y exitosa en todos los
aspectos. Ordenar las emociones hacia un objetivo es esencial para el que
desee triunfar en este mundo. La motivación sin un componente emocional
es imposible de concebir. Es el combustible que nos permite alcanzar el
objetivo.
La motivación debe tener los siguientes componentes:
a. un motivo;
b. autoconfianza, que en este caso equivale a autoestima (creer que uno
puede);
c. optimismo (creer que es posible);
d entusiasmo (energía inicial que nos mueve);
e voluntad (nos mantiene enfocados);
f resistencia (enfrentar las adversidades y los fracasos, no bajar los
brazos al primer inconveniente).
4. Reconocer las emociones en los demás. Empatia. Es la capacidad de
comprender las emociones ajenas. Junto a la característica siguiente, es
decir, las habilidades sociales, forma la Inteligencia Interpersonal.
Encontramos en este nivel, como reina absoluta, a la empatia. No basta
con entender al otro desde lo interior, sino que se debe expresarlo. Es
necesario seguir los siguientes pasos:
a entender lo que el otro siente, desde su posición;
b comprender el origen de sus emociones;
c desarrollar la capacidad de responder a ellas.
5. Habilidades sociales. Manejar el arte de las relaciones. Lograr
relaciones interpersonales satisfactorias, así como mejorar la
comunicación con el entorno. Incluye la capacidad del liderazgo, de
trabajar en grupo, la capacidad de servicio y la de persuasión. Ejercida
desde el egoísmo, la falta de moral y la maldad puede llevar a la
manipulación y la esclavitud.

Inteligencia Emocional y cerebro

Te daré un sencillo panorama del cerebro, pero puedes recurrir a los


textos específicos, que aclaren tus dudas.
Desde la década del '90, se ha profundizado en el estudio científico del
cerebro y su funcionamiento. Esto permitió al hombre, por primera vez, a
través de sofisticados aparatos de tecnología de avanzada, apreciar la
actividad neuronal
mientras pensamos, sentimos, soñamos, dormimos, etc. Se ha analizado cómo
reacciona el cerebro a determinados estímulos provocando nuestras
emociones; cómo, por ejemplo, ir de la risa al llanto supone el estímulo
de diferentes zonas cerebrales. Hoy se sabe que el cerebro no distingue
entre realidad y fantasía, pues cuando imagina o percibe, se ilumina el
mismo sector.
Ahora sabemos mucho más sobre el funcionamiento y desarrollo del cerebro
y contamos con aparatos de última generación que permiten observar los
procesos cerebrales mientras ocurren. Los tomógrafos computados, los
electro-encefalógrafos, los que escanean el cerebro mientras funciona,
han permitido, en los últimos años, la realización de análisis de enorme
valor.
Los descubrimientos han sido progresivos y su aceptación, aún más
paulatina. Siempre hay una resistencia a la ruptura de mitos: los cambios
cuestan. Decirle al hombre que nació, vivió y se crió con la idea de que
sus emociones se alojaban en el corazón, icono indudable de estas hasta
hace poco, que sus reacciones emotivas dependen de su funcionamiento
cerebral, ha sido revolucionario. Lentamente, más que nada con práctica,
se ha ido incorporando al conocimiento, primero de los científicos, luego
de los especialistas, hasta llegar al hombre común.
No es mi deseo agobiarte con datos científicos que puedes encontrar en
libros especializados, porque como te dije al comienzo, no interesa tanto
por qué se producen las emociones, sino que las conozcas a fondo para
saber cómo manejarlas. Lo que me importa concretamente es que aprendas a
discernir qué estímulos provocan en ti qué emociones para luego poder
elegir cómo reaccionar. Elegir, ¡qué maravilloso verbo! Te habla de la
libertad que posees para ser tú, y te enfrenta con la responsabilidad
inevitable que acarrea.
Volviendo a la posibilidad de elegir tus reacciones, algo sumamente
importante, podrás saber: cuándo hablar y cuándo callar, cuál es el
momento de llorar o de reír, de sufrir o de resistir; es decir, de actuar
con Inteligencia Emocional.
Joe Dispenza - bioquímico, con especialización en neurología,
neurociencia de la función cerebral y biología celular, con formación en
memoria, envejecimiento y longevidad, especialista muy versado en cambios
cerebrales - afirma que el verdadero cambio es pensar y actuar diferente
en las mismas circunstancias de la vida. Cambiar es pensar y actuar más
allá de tu entorno y las condiciones de tu mundo.
Según la neurociencia, continúa este autor, nuestro cerebro es el reflejo
de nuestro entorno y vida personales. Como todo en nuestra vida nos
resulta familiar, cuando percibimos la realidad hacemos que el cerebro
funcione de manera predecible. Las personas, las circunstancias comunes
que nos resultan familiares son las que hacen que se activen los mismos
circuitos del cerebro. Si pensamos lo que el entorno nos hace pensar ¿qué
pensamientos tendremos? Siempre los mismos. Expresa Dispenza: "El hábito
más difícil de cambiar es el hábito de ser nosotros mismos. ¿Es posible
que estemos tan condicionados por la vida diaria, por cómo creamos
nuestra vida que creemos que no tenemos control? En este mar de
potencialidades infinitas ¿por qué seguimos creando las mismas
realidades?"
La neurociencia y la psicología dicen que a los 35 años la personalidad o
identidad ya está completa, porque ya hemos experimentado lo que la
realidad nos ofrece a través de los sentidos. Es decir, que tendemos a
usar programas automáticos que hemos instalado en el cerebro para lidiar
con cualquier situación, y evitarnos el problema de tener que aprender
algo nuevo.
Más adelante, sigue Dispenza, alrededor de los 40, dejamos de aprender y
comenzamos a sentir. Los sentimientos se convierten en una forma de
pensar y evaluamos las
circunstancias según lo que sentimos. Si no nos gusta una circunstancia
por la forma en que nos sentiremos, decidimos no aceptarla. ¿Cuánto
espacio dejamos para lo desconocido e inusual? Si el cerebro cambia con
cada nueva experiencia que tenemos ¿cuántas nuevas hemos tenido?
Si no te gustan las circunstancias de tu vida, la solución puede ser
cambiar la forma de pensar y actuar. Es decir, tenemos que adquirir
conocimientos nuevos y eso obliga al cerebro a operar de una forma
diferente. Esos conocimientos crean otros circuitos cerebrales.
La neurociencia dice que las células nerviosas que se disparan juntas se
conectan entre sí. Si siempre ejerces las mismas acciones y los mismos
pensamientos, esos circuitos neurológicos se hacen definitivos y
completos. Pensar fuera de la caja, según Dispenza, es forzar al cerebro
a que dispare nuevas secuencias, patrones, combinaciones, lo que requiere
un acto de voluntad. El conocimiento es un ingrediente que ayuda al
cerebro a crear nuevas combinaciones y a reconfigurar cómo procesa la
información.
Cada vez que tienes un pensamiento feliz, infeliz, positivo, negativo,
fabricas en unos segundos sustancias químicas que te hacen feliz,
infeliz, positivo, negativo. Ese pensamiento inmaterial te obliga a
segregar sustancias químicas que te hacen sentir lo que piensas. El
pensamiento envía señales al cuerpo para que te sientas como piensas.
Una vez que el cerebro detecta que nos estamos sintiendo de determinada
forma, tendemos a pensar cómo nos sentimos y eso genera más sustancias
químicas para sentirnos como pensamos y crea un "estado de ser". En ese
ciclo de pensar, sentir, pensar, sentir, los sentimientos se vuelven un
modo de pensar. Y si no podemos pensar más allá de cómo nos sentimos no
cambiaremos nunca.
De modo que cambiar es pensar más allá de como nos sentimos. Si tienes un
pensamiento negativo, ¿cómo te sientes?
Inseguro y piensas más en inseguridad y eso te genera más sustancias
químicas que de tanto repetirse crea rasgos personales basados en ese
pensar y sentir. Esa continuidad química crea el estado de ser que nos
define.
Pero poseemos el cerebro para adquirir conocimientos y experiencias
nuevas, que repetidas crean nuevas sustancias químicas que nos hacen ser
felices y se convierten en más fuertes que cualquier estímulo. Lo mismo
sucede con las negativas. Es terminar con el hábito del viejo yo para
crear el nuevo yo. Se trata de desarrollar una flexibilidad mental que
permita incorporar nuevas experiencias, ideas, puntos de vista, opiniones
y creencias que difieran con las nuestras y nos obliguen a traspasar los
patrones conocidos para obligarnos a crecer. Recuperar la curiosidad que
el paso de los años va anquilosando, permitir que la ambigüedad, la
complejidad y la sorpresa sean corrientes en nuestra vida. Muchos se
niegan a cambiar como si fuera un mérito permanecer inmóviles, sin
grandes modificaciones. Son los que afirman: "soy así", "esto es lo que
aprendí de mis padres y no pienso cambiar". Crecer, madurar, evolucionar
implican movimiento y cambio. Para muestra baste pensar en el físico. El
corazón de una persona media, ese órgano vital tiene un peso aproximado
de 500 gramos y bombea 5 litros de sangre por minuto o sea unos 7.000
litros al día. El cuerpo crea unos 2.500.000 glóbulos rojos por segundo
que viven una media de 120 días. El resto de las células mueren y son
sustituidas más o menos en el mismo tiempo. De forma que no eres la misma
persona que comenzó a leer este libro, ni aunque lo hubieras empezado
hoy. Millones de células cerebrales acaban de cambiar con la
incorporación de los nuevos conocimientos que estás adquiriendo. Toda la
nueva información ha ido modificando tu estructura mental, los patrones
químicos y las conexiones entre las neuronas. ¿Podrías decir, a la luz de
estas afirmaciones, que no te sientes capaz de cambiar? ¿Podrías insistir
en comportarte como lo hizo tu abuelo que dejó este mundo hace más de
veinte
años? Aunque te resistas, hay zonas de ti que cambian de forma automática
y sin precisar de tu consentimiento. La ilusión que tienen las personas
de ser las mismas que hace diez años, de seguir inamovibles en sus
conceptos y opiniones se debe al arraigo que poseen en la memoria. ¿Por
qué no puede tu idea del mundo ser una obra en construcción, igual que
tú? Si todo en el universo es cambiante, ¿por qué aferrarte a esa opinión
que, aún contra todo pronóstico, sigues defendiendo? ¿No será el momento
de abandonar esa posición tan rígida y recuperar la curiosidad infantil?
Permítete ser imperfecto y cambiar como lo hace tu físico.
Es un rasgo de Inteligencia Emocional acompañar los cambios personales,
los de la humanidad y del planeta con soltura y madurez.
Nuestro cerebro es mucho más que los dos hemisferios que conoces, más que
esa masa gris racional que lo conduce todo. Realmente en nuestro cerebro
existen tres estructuras diferentes, cada una con su función y de
aparición en momentos distintos de la evolución humana. Una de esas
estructuras cerebrales es la que reacciona a través de las emociones.
Vamos por partes.

Cerebro reptil

En la evolución del hombre, la parte más primitiva del cerebro es la que


se aloja en la base del cráneo o extremo de la columna vertebral. Se
denomina cerebro reptil y la compartimos con todos los seres de cierta
complejidad, como aves, reptiles, etc. Regula las funciones vitales
básicas como el metabolismo y la respiración, además de controlar lo
relativo a los instintos, las rutinas, la clasificación de los objetos,
el instinto de conservación y todo aquello que asegura la supervivencia.
En consecuencia, son respuestas automáticas, no dependientes de nuestra
voluntad.
Sin embargo, no desprecies, por antigua y automática, esta estructura
cerebral, porque será la que te indique cómo comportarte en las
situaciones conocidas, te permitirá vincularte a través de rituales,
mantendrá las funciones físicas al día, te dará seguridad y, lo más
importante, seleccionará los impulsos nerviosos. Hace una especie de
filtro para organizar las funciones de las otras estructuras cerebrales:
sentir y razonar. El hombre está sometido a alrededor de 400.000.000.000
(cuatrocientos mil millones) de estímulos por segundo y si el cerebro
reptil no los filtrara, almacenando y dejando registro de lo útil, el ser
humano no podría funcionar. En consecuencia, solemos percibir unos 2.000
(dos mil). En este momento, mientras lees, circulan autos por la calle,
el tic tac del reloj de pared no cesa, algún ladrido se escucha, tu
corazón late, suena el teléfono, tu mascota respira a tu lado, estás
sentado con las piernas cruzadas, te pica una mano, todos estímulos que
son filtrados para que los ignores y puedas concentrarte solamente en la
lectura y comprensión del texto. Cuando aprendemos a caminar, hablar,
movernos, por ejemplo, se registra en este cerebro. Los padres y
educadores deberían tenerlo presente a la hora de tratar con menores,
adolescentes o personas con problemas de personalidad, dado que, ubicados
en ambientes hostiles, reaccionarán a la defensiva, mientras que si se
les brinda la posibilidad de moverse en un medio cordial y amistoso, sus
barreras defensivas bajarán, su cerebro reptil quedará tranquilo dentro
de lo conocido, y utilizarán su energía para concentrarse en la tarea
asignada.

Cerebro límbico

Con la llegada de los primeros mamíferos, fueron apareciendo más capas en


el cerebro. Ellas forman lo que se conoce como cerebro límbico que rodea,
bordea, el tronco cerebral. Es el cerebro de las emociones, los
sentimientos, el placer, el dolor, los estados de ánimo.
Miles de años habían pasado en la evolución humana, cuando aparecieron
los centros emocionales. Fue el lóbulo olfativo el primero en
desarrollarse. Los sentidos se despertaban por los olores: hambre, sexo,
peligro, se detectaban por el olfato. Con el desarrollo del cerebro
olfativo fueron apareciendo los centros de emoción que se ubicaron
rodeando al cerebro reptil, en el tronco cerebral.
En el cerebro límbico, a cada lado de él, se ubican las amígdalas. Son
dos, tienen forma de almendra y son las responsables del aprendizaje y el
recuerdo emocional. Como órgano, se las llama "la amígdala", pero son
dos. No se pueden confundir con las formaciones del mismo nombre ubicadas
en la garganta, que, a veces, son extraídas en la infancia.
Si bien al comienzo era rudimentario, a lo largo de muchos, muchísimos
años y generaciones, fue perfeccionándose y pudo aprender y memorizar las
emociones. A los animales les permitió adaptarse con más facilidad al
medio, elegir qué comer y conocer sus consecuencias.
Entre los mamíferos más evolucionados, el hombre no escapó a la formación
de esta estructura cerebral. Es la que controla el Sistema Nervioso
Autónomo, al cual se conectan los órganos del cuerpo. De esta conexión
surge un intercambio a dos vías: del órgano a la emoción y a la inversa.
Así, por ejemplo, las emociones se ven afectadas por las endorfinas (por
ejemplo, a mayor cantidad estamos más contentos o no sentimos dolor) y a
su vez si vivimos una gran emoción, aumentan o disminuyen nuestras
endorfinas (como es el caso de la risa y el amor).
Las emociones son reacciones físicas a determinados estímulos. Se ve
claramente cuando lloramos de tristeza o alegría, cuando traspiramos las
manos de "nervios" o "miedo", se nos hace un nudo en la garganta o el
estómago por una pena importante, nos quedamos fríos por una sorpresa, se
enrojece nuestro rostro por la vergüenza, sube la presión sanguínea
cuando nos enojamos.
Se debe a este sistema, también, la respiración y la memoria. La
respiración es la base de la vida y si bien no la percibimos
conscientemente como tal por parecer automática, sabido es que se altera
por nuestras emociones. Así, se entrecorta por el miedo o la pasión y se
apacigua y distiende con la felicidad.
Con relación a la memoria, se sabe que los diferentes tipos de memoria se
encuentran distribuidos en distintas zonas del cerebro, y en el límbico
se halla la memoria a largo plazo. Es importante tenerlo presente para
activar cualquiera de las experiencias vividas, pues fueron almacenadas
sistemáticamente, lo cual hace posible vivirlas y recuperarlas. El amor
entre padres e hijos es producto de esta vinculación.
Es llamativo ver que, con la aparición de la corteza cerebral o sede del
pensamiento racional -la tercera estructura-el cerebro límbico fue
adquiriendo mayor complejidad. Por eso es que está más desarrollado en
los humanos que en el resto de los mamíferos y además se interconectan.

Neocortex o corteza cerebral

Como una tercera etapa de la evolución surge, recubriendo al sistema


límbico, la corteza cerebral o neocortex. Al ser la de última aparición
se llama "neocortex", es decir "nueva corteza".
Aparece al final y hace posibles las demás funciones complejas. Es gris,
y mirada desde arriba parece una nuez sin cáscara. El neocortex, el
cerebro racional o materia gris, como se lo llama popularmente, está
dividido en dos hemisferios que poseen actividades distintas y procesan
la información que se les suministra, de manera diversa. Estas funciones
fueron descubiertas por el Premio Nobel de Medicina (1981), Roger Sperry,
quien analizó y probó ambos lados del cerebro, izquierdo y derecho, con
sus funciones distintas y complementarias.
Es lo que distingue al hombre de cualquier especie animal, por más
evolucionada que sea. Está formada por una compleja red neuronal; es el
asiento del pensamiento y puede comprender lo que perciben los sentidos
y, yendo aún más lejos, puede razonar sobre los sentimientos y sentir
sobre los razonamientos. No es un juego de palabras: es que podemos
pensar sobre lo que sentimos, y a la vez sentir sobre lo que razonamos y
pensamos.
Las células que forman el cerebro se denominan neuronas. Se afirma que su
número varía según la edad y el sexo; tenemos hasta cien mil millones de
ellas, de las cuales entre 15.000 y 33.000 millones se encuentran en la
corteza cerebral. Se relacionan a través de sus terminaciones nerviosas
denominadas dendritas en conexiones llamadas sinapsis. Se sabe, ahora,
por estudios recientes, que son sustituidas por nuevas a lo largo de la
vida y que se desarrollan evolucionando durante toda la existencia del
hombre.
La mosca de la fruta, esos insectos chiquititos que a veces, sobre todo
en verano, sobrevuelan las frutas, tienen unas 300.000 neuronas, que
bastan para permitirle exhibir conductas complejas. Su uso en los
laboratorios es frecuente, dado que su ciclo de vida es muy corto y sus
condiciones de cultivo poco exigentes. Así, los investigadores
científicos las emplean para dilucidar el funcionamiento neuronal, puesto
que el mecanismo básico es común al de nuestra especie.
El cerebro humano adulto, en condiciones normales, puede generar nuevas
neuronas. Estas nuevas células se producen en el hipocampo, región
relacionada con la memoria y el aprendizaje. Las células madre, origen de
esas neuronas, pueden constituir así una reserva potencial para la
regeneración neuronal de un sistema nervioso dañado. Se transforman en
neuronas por miles a diario. Luego, y a fuerza de la repetición de la
experiencia de la persona se determina a qué neuronas se conectarán. Si
en la edad adulta esta actividad es menor se debe más
que nada a que no hay nuevos conocimientos ni alteraciones en la rutina
que obliguen al nacimiento de nuevas neuronas o a originales conexiones
entre ellas.
No obstante, la capacidad regenerativa del cerebro es escasa, en
comparación con otros tejidos del organismo. Esto se debe a la escasez de
esas células madre en el conjunto del sistema nervioso central y a la
inhibición de la diferenciación neuronal por factores microambientales.
Recientes estudios apuntan hacia nuevas líneas de investigación, las
cuales se basan en la observación de cerebros que han sufrido traumas y
en el que se han encontrado neuronas donde debiera haber habido tejido
cicatrizado.
La neurogénesis en seres adultos, fue descubierta apenas en el último
tercio del siglo XX. Hasta hace pocas décadas se creía que, a diferencia
de la mayoría de las otras células del organismo, las neuronas normales
en el individuo maduro no se regeneraban, excepto las células olfatorias.
La neurociencia concebía durante el siglo XX un esquema estático de las
estructuras más antiguas del cerebro así como de la neocorteza. No
obstante, hoy día se sabe que las conexiones cerebrales varían a lo largo
de la vida del adulto, así como es también posible la generación de
nuevas neuronas en áreas relacionadas con la gestión de la memoria
(hipocampo, giro dentado). Este dinamismo en algunas áreas del cerebro
del adulto responde a estímulos externos, e incluso alcanza a otras
partes del encéfalo como el cerebelo. De acuerdo a los conocimientos
científicos de la neuroplasticidad, los procesos mentales (el hecho de
pensar, de aprender) son capaces de alterar la pauta de activación
cerebral en las áreas neocorticales. Así, el cerebro no es una estructura
inmutable, sino que responde a la experiencia vital del individuo. Este
cambio en el paradigma de la neurociencia ha sido definido por el
psiquiatra canadiense Norman Doidge como "uno de los descubrimientos más
extraordinarios del siglo XX".
La corteza cerebral está dividida, como quedó dicho, en dos zonas o
hemisferios con funciones diferentes, definidas y complementarias. El
hemisferio izquierdo realiza las funciones analíticas; es el que da las
órdenes lógicas, temporales, realistas. Se asemeja a una computadora de
alta velocidad. Se especializa en los razonamientos verbales y
matemáticos. Controla la expresión hablada y escrita.
Por su parte, el hemisferio derecho es el "volado". Es altamente
creativo. Es el responsable del gusto por la música, la pintura, el arte
en general y de la facilidad para cultivar estas disciplinas. Comprende
las metáforas y puede operar en forma no lineal, sino asociativa. Es la
base de la intuición y de la imaginación. Es el que hace que seas
fisonomista, recuerdes las imágenes de tus últimas vacaciones, pero
también el que te ayuda a imaginar las próximas. Tiene la encomiable
tarea de vigilar y desarrollar el sentido del humor. Te hace ver por
anticipado lo que ocurrirá a través de la intuición.
¡Atención zurdos! Todo lo dicho hasta ahora sobre las funciones
cerebrales - racionales, en las personas cuya mano dominante es la
izquierda, se invierte.
En cuanto al control del cuerpo, los estudios que han llevado años
permitieron saber que se cruzan. Así, el hemisferio izquierdo controla la
parte derecha del cuerpo y el hemisferio derecho, la parte izquierda del
mismo.
Los primeros estudios se hicieron sobre personas que por diversos motivos
debieron ser intervenidos quirúrgicamente en alguna zona específica del
cerebro, cuyas funciones automáticamente desaparecieron. Parte de la
Inteligencia Emocional, motivo de este texto, ha sido descubierta de la
misma forma, es decir, observando que aquellas personas que, por
accidentes o tumores, debían ser operadas en el cerebro límbico, perdían
determinadas capacidades vinculadas con las emociones.
Richard Davidson descubrió que si la gente está viviendo una emoción
negativa se activan las amígdalas cerebrales y la corteza prefrontal
derecha, mientras que, si por el contrario vive una intensa alegría la
corteza prefrontal que se ilumina es la izquierda. Pero la cantidad de
actividad en uno u otro no parece haber sido fijada con el nacimiento o
antes, sino que dependerá del cariño y la atención recibidos en la
infancia.

Inteligencia Emocional en hombres y mujeres

Los hombres y las mujeres viven la Inteligencia Emocional de manera


diversa.
El cerebro del hombre y la mujer, si bien son iguales, funcionan
diferentes. Los hombres piensan un pensamiento por vez, en sistemas
lineales; las mujeres pueden pensar en varios al mismo tiempo; en sistema
de red. En ellas hay una tormenta de rayos cuando están tratando de
comprender o solucionar algo. Pero para compensar, las mujeres no saben
perfectamente lo que quieren y los hombres son más intencionales, más
decididos (sistema procesal lógico). A ellas les cuesta saber qué quieren
y decidirse. En cambio, se entregan por naturaleza a una Mente Superior,
sin dudas; a los hombres les cuesta entregarse. Resumiendo: los hombres
deben aprender a entregarse más fácilmente y las mujeres a saber lo que
quieren. Para avanzar debe haber un equilibrio entre intención y entrega.
A los hombres para que confíen un poco más hay que darles explicaciones
basadas en la ciencia.
Están en estudio las bases científicas del comportamiento diferente, pero
las que sí están confirmadas, son las razones culturales. La educación en
la cultura occidental todavía impide al hombre, aunque cada vez menos,
mostrar abiertamente sus emociones: llorar, sufrir por amor, padecer
soledad, confesar debilidad. Así, la comunicación de los sentimientos se
hace difícil, porque cada sexo interpreta los dichos del otro, acorde a
su modelo de las emociones.
Frente a una pregunta, tan sencilla como cotidiana, "¿Qué te pasa?",
hombres y mujeres reaccionan de manera diferente. El hombre se siente
invadido, amenazado, intimidado. Procura averiguar por qué la otra
persona quiere saber cómo se siente, qué le está ocurriendo. La mujer, en
cambio, se mostrará feliz, porque interpreta que se la ama, se la
protege, se interesan por ella. La raíz de esta diversidad está,
precisamente, en la forma de actuar que tiene cada uno. Cuando la mujer
averigua qué le pasa al otro, tiene la intención de proteger, socorrer,
no de indagar ni de entrometerse. Cuando el hombre pregunta qué le pasa,
no tiene la idea de proteger, sino de solucionar. La mujer no busca
soluciones, las encuentra sola; procura apoyo y consuelo. El hombre no
desea consuelo, anhela respuestas que arreglen, concluyan con el dolor y
el conflicto. La mujer, no en vano tiene fama, procura siempre hablar de
sus emociones. Una mujer permanece callada solamente si piensa que con
sus palabras puede herir a alguien o si no tiene confianza en su
interlocutor. Conversa para pensar en voz alta. El hombre habla, cuando
ya encontró la solución a sus problemas; mientras permanece perturbado o
tensionado, se aleja, rehusa la comunicación hasta tanto no aclare sus
ideas. De ahí que sea difícil entenderse, porque cada uno da lo que le
gustaría recibir, sin comprender que lo que necesita su pareja, es otra
actitud. Es muy importante, para una buena comunicación, aprender el
lenguaje de ambos sexos.
Te recomiendo que leas "Los hombres son de Marte, las mujeres son de
Venus" de John Gray y cualquiera de toda la serie. Con toques de humor y
de manera ágil, este autor nos enseña cómo lograr el diálogo fecundo
entre hombres y mujeres.

La famosa intuición femenina


Es necesario dejar claro que los dos hemisferios se relacionan
permanentemente y que no podría funcionar uno sin el otro. El hecho de
determinar las funciones de cada uno, no le quita mérito a ninguno de
ellos.
Cuando el hemisferio derecho procesa la información recibida de manera
simultánea, sin razonar, más bien por asociación, cumple la función
intuitiva.
Es un mito popular que las mujeres somos más intuitivas que los hombres.
Mientras que algunos autores afirman que tenemos el hemisferio derecho
levemente más grande, lo cual explicaría la creencia popular, lo cierto
es que las mujeres, históricamente, nos hemos dedicado al desarrollo de
la parte sensible del ser humano e hicimos buen acopio de la experiencia
que nos dio, para intuir el desenlace de los acontecimientos; por otra
parte, es sabido que las mujeres somos más prácticas y esta función es
atribuida al hemisferio izquierdo, con lo cual tendríamos, en la mayoría
de los casos, un equilibrio entre ambos.

Los niños, la Inteligencia Emocional y el cerebro

El cerebro del hombre se ha desarrollado en su totalidad a lo largo de


muchísimos años de evolución. Del mismo modo va cambiando a medida que
incorpora más funciones, desde el niño hasta llegar al hombre adulto.
Así, al principio, sólo funciona el cerebro reptil con sus específicos
roles, luego aparece el cerebro límbico con las emociones, para,
finalmente, desarrollarse la corteza cerebral de la mano del
razonamiento.
Un pequeño de tres años, no podría hacer un ejercicio de matemática, pero
sí es capaz de hacer funcionar su organismo, tener ciertas respuestas
instintivas y lentamente ir despertando a las emociones.
Las funciones emotivas aparecen tempranamente, representadas por la
empatía. Es frecuente ver que cuando un bebé llora, todos hacen lo mismo
o si le sonreímos, responde de igual forma. Nos comprende y nos imita.
Las amígdalas cerebrales están casi completamente formadas en el
nacimiento y son las que, al principio, gobiernan casi en exclusividad.
Pero el neocortex, que se desarrolla más tardíamente, es el que gana la
supremacía posteriormente. A partir de nuestros primeros meses de vida,
somos capaces de reaccionar con nuestras emociones: lloramos de dolor,
abrimos los ojos por la sorpresa, sentimos empatia con otros bebés. Desde
los cuatro meses los niños sonríen con alegría frente a quien les sonríe.
Con los primeros años, se van reconociendo como diferentes e
independientes emocionalmente y ya no necesitan responder a las
expresiones ajenas, sino que comienzan a reconocer las propias. Alrededor
de los cinco años, llegan a distinguir la tristeza, la ira y el miedo. A
los seis, comprenden que hay diferencias entre lo que se siente y lo que
se expresa y a los siete pueden llegar a entender las nociones de culpa,
preocupación, celos y orgullo. Entre los nueve y los once, cuando alguien
los quiere manipular emocionalmente, perciben la intención. Los niños de
todas las edades lloran o sonríen; la respuesta que obtengan con estas
manifestaciones de sus emociones, les dirá qué es útil o necesario
expresar y qué conviene reprimir.
Con relación a las funciones de los hemisferios cerebrales, se sabe que a
menor desarrollo del neocortex, son equilibradas y casi sin distinción. A
medida que el niño va creciendo, se van diferenciando y alrededor de los
siete años, cuando comienza a estudiar, va acentuándose el predominio del
izquierdo. Vemos niños que tienen amigos imaginarios (hemisferio derecho)
pero conjugan los verbos irregulares como regulares, aplicando la lógica
(hemisferio izquierdo). Dicen "ande" en calesita en lugar de "anduve en
calesita". Cuando aprenden, y cada vez lo hacen más temprano,
computación, lenguas que no son las maternas, aritmética, álgebra,
geometría,... van adormeciendo, inconscientemente, su hemisferio derecho,
lleno hasta entonces de imaginación, y se convierten en seres racionales,
en muchas ocasiones carentes de creatividad.

Cómo funciona el aparato emocional

Para tener emociones, reconocerlas y hasta dominarlas tienen un rol


fundamental las amígdalas.
Sin las amígdalas cerebrales, desaparece la capacidad de comprender y
recordar el significado emocional.
Te pongo un ejemplo esclarecedor. Hace unos días, al entrar a lo de una
amiga, percibí un aroma a torta recién horneada que inmediatamente me
trasportó a mi casa de niña y al momento en que, llegando de la escuela,
olía la torta que mi mamá Irma o la tía Élida habían preparado para mí.
Más allá del romanticismo del recuerdo, te cuento que lo que hizo posible
este momento fue precisamente la existencia de estos órganos denominados
amígdalas.
Estas dos formaciones, que también poseen los demás mamíferos, son las
responsables del miedo y la ubicación en la escala de la especie a la que
pertenezca, así como de la felicidad que demuestran algunos animales al
ser bien tratados por sus dueños.
En la especie humana se encargan de que un abrazo, algún recuerdo o algo
que percibimos, nos produzca una sensación que puede llevarnos hasta a
producir lágrimas.
¡Tan pequeñas y con tanta responsabilidad! Son el centro de nuestras
emociones, y de su buena comunicación con el neocortex depende la calidad
de nuestra Inteligencia Emocional.
Su descubrimiento, como de otras cuestiones emocionales, se ha basado en
el estudio de personas a quienes se las han extirpado, con la
consecuencia del adormecimiento emocional. Puede la persona, por ejemplo,
quemarse una mano tomando una brasa y mirar estupefacta la herida, sin
experimentar dolor.
También operan como un filtro de nuestras sensaciones determinando si lo
percibido nos produce placer o dolor, temor
u otra emoción; en fin, recorren la gama de posibilidades conocidas, si
lo fueran, o dan la alarma de estar en presencia de algo no registrado
anteriormente. En ambos casos, informan al resto del cerebro sobre la
presencia de la emoción. El cerebro, a su vez, envía el mensaje al resto
del cuerpo, que reacciona con oleadas de calor, sudoración,
palpitaciones, dilatación de las pupilas, "nudo" en la garganta o
estómago, entre muchas otras.
Recuerda la definición de emoción: reacción física frente a determinados
estímulos. Reacción a que tiende el físico como respuesta a los
estímulos.
Por supuesto, todo el proceso es tan rápido que cuando caes en la cuenta
de que algo sucede ya está en el neocortex y por eso tienes conciencia de
ello. Desde que se recibe el estímulo, hasta que las amígdalas generan la
reacción física, transcurre un cuarto de segundo. Luego pasa a la corteza
cerebral y se vuelve consciente. De este tiempo dispones para evitar la
reacción y elegir racionalmente cómo actuar. Parece poco, pero en el
cerebro las funciones son instantáneas.
Formando parte del cerebro límbico o emocional encontramos, también, al
hipocampo con sus funciones específicas. En efecto, mientras el hipocampo
recordará dónde estabas y qué hacías cuando fueron atacadas las Torres
Gemelas de New York, las amígdalas recordarán lo que sentiste.
Si alguien te cuenta un asalto sufrido y te da los detalles, cuando te
encuentres en una situación de peligro (a veces irreal), será el
hipocampo el que recuerde los pormenores de la experiencia contada y
serán las amígdalas las que produzcan la sensación de temor en ti.
Con la vida vertiginosa y la multiplicidad de estímulos que nos llegan,
el inconveniente que tiene esta memoria de las amígdalas, es que muchas
veces la reacción provocada está asociada a una situación muy poco
parecida a la actual.
Se trata de una impresión que quedó grabada hace tiempo, que tenemos
olvidada, y resurge frente a circunstancias sólo levemente similares.
Es el caso de una alumna de mediana edad que manifiesta tener cierta
repugnancia frente a cualquier imagen sobre ampollas, heridas, arrugas o
cicatrices múltiples en el rostro de alguien; le recuerdan que cuando
tenía cinco o seis años visitó a un primito en el hospital cuya cara
había sido quemada con agua hirviendo.
Así, aparece como fundamental la Inteligencia Emocional para aprender y
modificar la reacción de la señora frente a imágenes que nada tienen que
ver con la percepción recordada.
Si no aprendemos cómo evitar las mismas reacciones nocivas frente a
nuevos estímulos, seguiremos respondiendo sin Inteligencia Emocional.
Esta es la buena noticia, porque de la descripción del aparato físico
emocional podría deducirse, erróneamente, que estamos condenados a tener
toda la vida las mismas reacciones aprendidas de niños. Se trata de
aprender qué estímulos te provocan determinadas emociones, de manera que
cuando los veas venir, puedas elegir cómo reaccionar.
El regulador de los excesos de las amígdalas parece estar en los lóbulos
prefrontales, ubicados, como su nombre lo indica en la frente. En esta
zona del neocortex se da origen a una reacción más analítica y adecuada,
frente a los impulsos emocionales. ¡Menos mal! Si no fuera por los
lóbulos prefrontales estaríamos a la deriva, sólo respondiendo, a veces
desmedidamente, frente a las percepciones. Esta reacción, en cierta
medida analítica, es más lenta porque entran en juego más circuitos
nerviosos, y nos da la pauta de cómo actuar. Esta zona determina cuándo
llorar, reír, serenarnos, manipular, persuadir, negociar y tiene a mano
toda la gama de reacciones posibles. Si te sientes furioso, feliz,
herido, sorprendido, o emocionado de cualquier forma, es el lóbulo
prefrontal el que está actuando.
Los lóbulos prefrontales son dos: izquierdo y derecho y tienen funciones
diferentes. A este descubrimiento se llegó a través de las lobotomías
(extirpación del lóbulo) cuando se buscaba aliviar a pacientes con
alteraciones mentales.
Así, al izquierdo se le asignan las tareas de relativizar y controlar los
temores y las preocupaciones, los sentimientos catastróficos y
pensamientos negativos. El derecho es precisamente el asiento de esos
temores o preocupaciones negativas y catastróficas en su esplendor. Con
la extirpación del izquierdo, la persona pasa a estar excesivamente
preocupada, pues le falta el elemento equilibrador, mientras que al sacar
el derecho la persona se muestra excesivamente alegre o divertida, pues
le falta el asiento de lo negativo.
Las amígdalas dan la señal, pero el lóbulo prefrontal izquierdo es el que
dispone si se preocupa o no; si da la orden de alteración al resto del
cuerpo o si la desecha.
Esta relación entre las amígdalas y la corteza cerebral explica por qué
son tan importantes las emociones en el pensamiento y viceversa. Revela,
también, por qué en un momento de emoción intensa se pierde la capacidad
de razonar.
Se desprende de lo expuesto, que además del reptil, tenemos dos cerebros
y dos clases de Inteligencias: Intelectual y Emocional. Pero las buenas
decisiones de nuestra vida, porque en definitiva la vida se reduce a la
toma de decisiones entre mayor o menor cantidad de opciones, dependen,
básicamente, de la correcta interrelación entre ambas inteligencias.
CAPÍTULO DOS Utilidad de la Inteligencia Emocional

Si bien lo mejor es poseer un equilibrio entre ambas inteligencias


(Intelectual en todas sus formas y Emocional), si se nos obliga a elegir
entre ellas, será mejor optar por la Inteligencia Emocional. En efecto,
la Inteligencia Intelectual puede hacernos matemáticos, pero muy
ignorantes a la hora de mantener un trabajo, elegir una pareja o alcanzar
la felicidad. Ya no es suficiente con alcanzar un alto índice de
Coeficiente Intelectual en los tests que se hacen para determinar qué tan
capaz es de resolver temas teóricos una persona, sino que ahora se sabe
que para ser feliz más que la capacidad de resolver el más complejo de
los ejercicios matemáticos o físicos, es preciso poder decidir los temas
emocionales con la misma o mejor destreza.
El descubrimiento de la Inteligencia Emocional es relativamente reciente,
por lo cual no hay, todavía, exhaustivos estudios sobre sus
características e importancia. Pero del análisis y comparación de varias
personas brillantes intelectualmente, se ha podido concluir que el que
triunfa totalmente en la vida es aquel que maneja acertadamente sus
emociones, por oposición al que sólo puede brillar en su trabajo o sus
estudios intelectuales.
La persona con Inteligencia Emocional se conduce bien en el aspecto
práctico de la vida. Por lo tanto, como se dijo anteriormente, las nuevas
Inteligencias Social y Práctica, aún cuando cuentan con muy buenos
defensores, poco y nada se distinguen de la primigenia Inteligencia
Emocional. En el desarrollo de todas se requiere más reconocer
y desaprender algunas formas arcaicas de nuestro proceso mental que de
conocer y practicar las nuevas formas de respuesta. Con dejar de lado
algunos sistemas de creencias negativos y limitantes, tener sometido al
ego y reconocer qué estímulos disparan nuestras emociones es suficiente
para comenzar a transitar la vida inteligentemente.
Howard Gardner, como quedó dicho en el primer capítulo, fue el primero
que amplió a siete las variedades clave de la Inteligencia Intelectual,
en primera instancia, y hasta a veinte en una segunda etapa. Sin embargo,
no ha destacado el papel de las emociones sino más bien, los
conocimientos sobre ellas.

Ser conscientes

Lo que marca la diferencia entre una persona con Inteligencia Emocional y


otra que no la tiene es, como ya dijimos, el conocimiento y manejo de las
emociones propias, así como la percepción de las emociones ajenas. En
ambos casos lo esencial es ser consciente de uno mismo. Cuando se trae a
la esfera consciente la emoción sentida, se sube el primer escalón para
el conocimiento de las emociones.
Es decir, que cuando las amígdalas envían la señal al neocortex, la
consecuencia es el reconocimiento de la emoción. Cuando uno es consciente
de sus emociones, cuando logra detectar que un estímulo determinado le
produjo cierta emoción y esta una reacción física concreta, está siendo
consciente de sí mismo. El mejor conocimiento de estos procesos nos
permitirá aprender a detectar las emociones en los demás. Porque el
desarrollo de nuestra Inteligencia Emocional no sólo nos facilita el
conocimiento y manejo de nuestras emociones, sino, agregamos ahora, el
conocimiento de las emociones ajenas.
De estos tres aspectos surge el cuarto: la mejoría de las relaciones
interpersonales. Es, en definitiva, la función principal de la
Inteligencia Emocional.
De manera que a modo de resumen, se puede afirmar que la Inteligencia
Emocional, sirve para:
Conocer las emociones propias.
Manejarlas adecuadamente.
Conocer las manifestaciones de las emociones ajenas.
Mejorar, hasta el grado óptimo, las relaciones interpersonales.
Detectar qué estímulo nos provoca determinada emoción para proceder a su
mejor encauce.
Lograr los objetivos propuestos por medio de la combinación de los
talentos, la Inteligencia Intelectual y la capacidad de la Inteligencia
Emocional. Cuando uno no navega como un barco a la deriva entre las
emociones, tiene más energía para centrarla en los objetivos. Ello genera
la auto-motivación.

Las emociones se sienten en el cuerpo

Recordando la definición de emoción como reacción física frente a un


estímulo, es obvio que las sentimos en diferentes partes del cuerpo. A
veces, varias se concentran en un punto de éste que nos resulta más
vulnerable o sentimos a cada una en un sitio distinto.
¿Dónde sientes las siguientes emociones básicas?:
ira
preocupación
miedo
amor
tristeza
alegría
aflicción o dolor
sorpresa
felicidad
odio
empatía
Seguramente las, mal llamadas, negativas están más presentes.
Los lugares más frecuentes son:
pecho
espalda
hombros
cuello
estómago
piel
intestinos
nuca
garganta
dientes
mandíbulas
dedos de manos
También se presentan como afecciones:
erupciones en la piel
resfríos permanentes
dolores de cabeza
trastornos alimenticios (bulimia, anorexia, obesidad)
adicciones (alcohol, drogas, fumar, ejercicio, sexo, trabajo, juego,
compras)
gastritis
asma
dificultades para caminar
insomnio
hiperactividad
reuma
bruxismo
alergias

Ejercicio: ¿cómo es mi situación actual?

Del análisis de nuestros valores, de la vida que llevamos, de nuestros


proyectos, de los talentos que ejercemos y hasta de los que ignoramos, se
desprende, generalmente, cómo estamos con nuestras emociones.
Por lo tanto responde las siguientes preguntas. Hazlo por escrito, le
pones fecha y lo guardas. Al cabo de dos o tres meses, lo vuelves a hacer
y verás cuántas diferencias. Ojalá que sean señales de crecimiento
espiritual. Si estás pasando por un momento difícil, hazlo más seguido
para constatar paso a paso la evolución.
¿Qué es lo que más valoro en mi vida?
¿El ejercicio de qué valores representa mi vida?
¿Qué es lo que me hace feliz?
¿Qué es lo que me pone triste?
¿Qué frustraciones arrastro en la vida?
¿Cómo me gustaría que me recordaran?
¿Qué tres adjetivos uso para describirme?
¿Con qué tres adjetivos me describirían otras personas?
¿Cuáles son las tres personas más importantes en mi vida?
¿Qué ha sido importante, en mi vida, en los últimos cinco años?
¿Qué es lo que me propongo conseguir a corto plazo?, ¿y a largo plazo?
¿Qué necesito para lograr mis objetivos?
¿Suelo ser dramático y expresivo?
¿Qué me gustaría cambiar ahora en mi vida?
¿Qué puedo hacer para lograrlo?
¿Por qué no lo hago?
¿Qué actitud preferiría que tuvieran los demás conmigo?
¿De qué depende?
¿Qué puedo hacer hoy y en las próximas semanas para lograr el equilibrio
que deseo y necesito?
¿Qué emociones debo manejar mejor para conseguirlo?
Meditación para equilibrar el cuerpo diariamente
Si las emociones son reacciones físicas a determinados estímulos, será
conveniente poner a punto, día a día, la energía del cuerpo para que no
nos sorprendan sacudiendo un cuerpo inarmónico. Este ejercicio propuesto,
no requiere conocimientos previos y tampoco será preciso un estado de
relajación. Resumiendo: puede y debería ser uno de tus ejercicios
matinales, no es necesario estar iniciado en los temas de meditación y
podrás hacerlo a nivel consciente, si bien será preciso que te alejes del
entorno, mentalmente, por algunos minutos.
Sentado o de pie, con los ojos cerrados, haces varias inspiraciones
profundas que lentamente te vayan desconectando del medio exterior.
Siente que, desde la Tierra, una espiral de energía comienza a ascender
por tu cuerpo, lentamente. Esta
espiral de acción limpiadora te invade, asciende por tu cuerpo y sale del
mismo, para fundirse con el aire.
Con otra inspiración profunda imaginas que la espiral viene ahora desde
arriba, trayendo toda la energía cósmica potente y purificadora. Baja
lentamente por el cuerpo, mientras equilibra tu energía, calma tu
ansiedad y te prepara para enfrentar el día.
Cuando llega a tus pies, se funde con la Tierra.
De allí, nuevamente, parte la espiral de energía terrestre, la cual pasa
por todo el cuerpo, hasta salir al aire.
Imagina, tres veces, que la energía terrestre sube y la energía cósmica
baja, haciendo de ti un instrumento equilibrado de sanas emociones.
Repite este ejercicio en el trabajo, en el ómnibus o en tu casa, en cada
ocasión que sientas que has perdido contacto con la energía natural de la
que estás formado.

Panorama emocional ajeno

Las buenas relaciones interpersonales son la base del éxito social. Una
persona que, por medio de la Inteligencia Emocional, pueda relacionarse
mejor consigo mismo y con sus semejantes, tiene el triunfo asegurado en
todos los órdenes de su vida. En todos los aspectos de la existencia del
hombre, las relaciones interpersonales eficaces son la clave del éxito.
Si hablamos de trabajo, estudio, pareja, familia, viajes, ventas,
amistad, vecindad, entretenimientos... estamos refiriéndonos a vínculos
entre seres humanos.
Para relacionarnos adecuadamente con ganancias para todas las personas
involucradas, la palabra clave es: comunicación. Si deseamos establecer
relaciones interpersonales de las cuales salgamos beneficiados todos,
debemos tener presente las emociones de los otros, además de las
nuestras. El 70% de la comunicación es no verbal y lo que no decimos,
muchas veces, grita el mensaje más fuerte que las palabras.
Desarrollando la Inteligencia Emocional, podemos detectar, por ejemplo:
una ira detrás de una sonrisa entrecortada, el mal humor detrás de la
ironía, la tristeza disfrazada de silencio.
Si conocemos nuestras emociones estamos más capacitados para entender el
mensaje ajeno.
Si tenemos Inteligencia Emocional, estaremos más aptos para que nuestro
mensaje llegue al destinatario de la mejor forma, y aprovecharemos al
máximo nuestras capacidades y talentos.
Se dice en Programación Neuro-Lingüística: si no te gusta la respuesta
que obtienes, cambia el mensaje. Pero ¿de qué forma?, ¿por cuál? Por uno
efectivo. Pero, ¿cuál es el más efectivo? El que tenga en cuenta, además
de nuestras palabras, de nuestras intenciones y objetivos, las emociones
propias y ajenas.
¿Cuántos casos conoces de personas que se quejan por su mala suerte en el
amor y siempre se conectan con la persona equivocada? Equivocada ¿por
qué? Porque no participa, ni cerca, de nuestras emociones, sentimientos
ni sensibilidad; porque no las expresa; porque es un torbellino indomable
de emociones; porque vive en un caos emocional; porque hoy nos hiere y
destrata y mañana nos jura amor eterno; sólo por mencionar algunas
situaciones.
Lo que buscamos es el equilibrio entre el frenesí o el ataque de furia
violento y la abulia anodina que aburre. Procuramos salir todos
beneficiados con las relaciones y con la mejor comunicación de los
sentimientos en el momento oportuno. Claro, que para saber lo que es la
luz, hay que conocer la oscuridad. Nuestra meta es controlar las
emociones, no hacerlas desaparecer ni reprimirlas.
De la misma forma que tenemos una grabadora interior que está todo el
tiempo pensando, poseemos un torbellino
de emociones pujando por sobresalir. Aun cuando estemos dedicados a una
tarea que requiera mucha concentración, en nuestro interior se libra una
batalla entre las emociones. Todas quieren primar y finalmente ganará
una, que será la que domine la situación. En el momento en que escribo
este párrafo, estoy viviendo exactamente lo que expreso. Me dispuse
temprano en la mañana a reiniciar este trabajo en el punto en que había
dejado ayer. Puse un disco compacto con una bella melodía de Mozart, como
fondo musical. De pronto, soy consciente de que la paz que buscaba está
siendo perturbada por la música... porque su volumen está muy alto. Mis
emociones luchan interiormente: ¿debo seguir en paz, o levantarme y bajar
el volumen? Pero, a la vez, continúo escribiendo como si gozara de una
paz imperturbable. ¿Entiendes? La paz de la tarea buscada o la inquietud
que me produce el volumen de la música, luchan por ganar el momento y te
cuento que gana la inquietud, porque apenas termine este párrafo me
levantaré a corregir el volumen. ¿Y si gana la paz y me toca permanecer?
No importa; lo que interesa es que tengas la imagen de la lucha
permanente que se da en nuestro interior entre las emociones, aun cuando
nuestro exterior esté, aparentemente, calmo.
Lo que indica la existencia de una buena Inteligencia Emocional es el
control de las emociones que nos hacen pasar mal y la búsqueda y
exaltación de las que nos producen momentos de plenitud, siempre
persiguiendo el equilibrio entre ambas.
Términos como "reeducación semántica" o "reingeniería de las actitudes"
son hoy corrientes. Ambos se usan para explicar de qué forma la persona
puede lograr el tan ansiado cambio personal y en su vínculo con los
demás. Un útil cambio en la elección del lenguaje usado tanto para hablar
con nosotros mismos como para dialogar con los demás, puede suponer un
cambio muy importante en nuestra propia mente y en las emociones que
generamos en los otros.
Se busca utilizar un lenguaje más propicio para despertar buenas
emociones y tener mejores actitudes. Es el lenguaje lo que determina cómo
procesamos nuestros conceptos mentales y cómo nos comunicamos hacia
afuera. El pensamiento y el habla se manejan con expresiones y palabras
que repetimos constantemente. ¿Qué te parece comenzar a elegir las
palabras que usas para hablarte a ti mismo, es decir pensar, o para
comunicarte con los demás?

CAPÍTULO TRES Ira - Preocupación - Ansiedad - Tristeza

De lo expresado hasta ahora se desprende que no es posible definir las


emociones; nos conformaremos con describirlas. Si son reacciones físicas
a estímulos, no podemos definir lo que sentimos, sino simplemente
arriesgar una descripción. ¿Quién puede definir lo que siente cuando se
pincha un dedo? Nadie; lo que puede es describir el dolor como intenso,
con ardor, penetrante, continuo, en fin, solamente aplicar calificativos
a su sentir.
¿Quién puede definir cuando se encuentra con el amor de su vida? Dirá que
le late el corazón más rápidamente, que le tiemblan las rodillas, se le
dilatan las pupilas, le da un vuelco el estómago... en fin, son
descripciones.
Veamos algunas de las emociones por separado.

Ira
En esta zona del Hemisferio Sur, en esta parte de América Latina, se
están dando fenómenos que exaltan a las personas, aun a las más
equilibradas y apacibles. También existen en otros puntos del planeta
Tierra y, de hecho, los conocemos por los noticieros a diario; pero esta
región sur se está caracterizando por la ira violenta, agresiva, entre
sus habitantes. A veces, va acompañada de una fuerte sensación de
impotencia, de falta de garantías o de seguridad. En la mayoría de las
oportunidades, se alimenta de la constatación, en el prójimo, de la
carencia absoluta de valores, lo que lleva a muchas personas a hacer
justicia por mano propia. Hoy en día, los titulares de los diarios no
sólo mencionan las clásicas situaciones violentas del tipo de "por
cuestiones
del momento que se trata de establecer... un sujeto agredió a otro...";
ahora se agrega la ira elucubrada, la que "mastica" la venganza. Las
amígdalas será la encargada de sentir el ataque de ira por los motivos
que sean, pero será la corteza cerebral la que, ya fríamente, prepare la
venganza.
Emoción viene del latín "moveré" que significa movimiento, y en la ira es
en la que más se comprueba esta cualidad. La emoción incita al
movimiento.
La ira induce ¡y vaya si lo hace! al movimiento; éste puede llevar al
sujeto a moverse para enfrentar al agresor incluso hasta a golpes de puño
o puede moverlo para huir corriendo. Porque si hay algo que la ira no
produce, es quietud.
Cuando las amígdalas perciben algún estímulo que pueda provocar ira,
malestar, irritación, se pone en movimiento todo un mecanismo que acelera
las reacciones del cuerpo. El corazón late más rápidamente, la sangre
circula con más presión, se da una oleada de calor, las manos suelen
transpirar, en algunos casos todo el cuerpo puede sudar, etc. Esta
reacción tiene distinta duración en cada persona y depende, generalmente,
de nuestra Inteligencia Emocional o, mejor dicho, de nuestra Educación
Emocional. Obviamente, como en todas las emociones, sus disparadores
varían en intensidad y frecuencia, de una persona a otra. Así, hay gente
que se exalta por muy poca cosa y otra que requiere de mayores estímulos
para sentir cólera. Algunos (los más afortunados) nunca conocen los
vaivenes de la ira. De la misma forma que varían los motivos, cambian la
intensidad y las consecuencias. Pero los que son propensos a los ataques
de furia encontrarán, siempre, motivos para desencadenarla.
La ira surge cuando alguien viola un principio o valor que nos es muy
apreciado. Cuando se contraría lo que es para la persona una creencia o
valor que defiende vehementemente, reacciona con ira, a veces desmedida y
exagerada.
La ira y la tristeza son emociones que se retroalimentan. Una vez
disparadas, nuestra grabadora interior va encontrando a cada instante más
motivos y más poderosos, para estar irascibles o tristes.
La mayor diferencia entre ambas es que mientras la ira llena de energía
al individuo, la tristeza se la quita. Pero la energía vital, tan
necesaria para encarar la jornada, se desperdicia en enfrentar con gritos
o golpes, en movilizar los recursos físicos para "abalanzarse" contra el
agresor o para huir rápidamente. No se puede usar positivamente, porque
desaparece. Algunas veces, habrás experimentado la sensación de vacío que
queda luego de un ataque de furia. La persona termina cansada, agotada.
Malgastó su energía en intentar dominar, con palabras o actos, al otro.
Si, en cambio, la usó para huir, cargará con la rabia amordazada, lo cual
la irá desgastando porque nada tiene interés o valor si detrás está
veladamente la ira, la furia, la ironía. Si no la procesa con
Inteligencia Emocional, terminará por estallar ante cualquier pretexto o
la somatizará.
El antecedente de la ira es el enojo. Es la respuesta a una frustración.
Algo no colma nuestras expectativas o ataca un calor que defendemos y nos
enojamos; nos corre una fuerte energía, poderosa, que si no se la
canaliza bien, llega a volverse en contra. El proceso inevitable, si no
encauzamos esa fuerte energía, es: enojo, ira, odio. Las consecuencias ya
las sabemos todos: desde agresiones verbales hasta físicas, desde
mutilaciones personales hasta guerras internacionales, desde atentados
masivos hasta sacrificios personales para su logro. En realidad, la
secuencia es: frustración-enojo-ira-vacío-odio-venganza. Muchas veces
reaccionamos exteriorizando la ira, lo cual posteriormente produce una
gran sensación de vacío, antes del odio destructor. Lo importante para
cortar esa cadena ineludible, es cambiar de actitud. Dejar enfriar el
enojo, aunque sea justificado, pasar a la corteza cerebral el estímulo
que nos logró enojar y "elegir" la actitud a asumir.
Aristóteles señaló cinco premisas a tener en cuenta para dejar fluir el
enojo. Si cumples con todas, podrías, legítimamente, enojarte. Te
adelanto que es imposible que las cinco se cumplan, por lo cual no hay
enojo justificado.
Se razona a través de las siguientes interrogantes::
1. ¿Es la persona correcta con quien debo enojarme?
2. ¿Tiene mi enojo la intensidad acertada?
3. ¿Es el momento preciso para enojarme?
4. ¿Es la forma correcta de manifestar mi enojo?
5. ¿El motivo por el cual me enojo, es válido?
Te desafío a que aciertes con todas las respuestas, siempre te faltará
alguna. De ahí que, para Aristóteles, sea inútil enojarse.
Algunas corrientes psicológicas de los últimos tiempos han exaltado
la necesidad de dar rienda suelta a la ira en una especie de "catarsis" y
otras, por el contrario, recomiendan disimularla al extremo de
desconocerla y reprimirla.
Con la Inteligencia Emocional se busca reaccionar de una tercera forma.
No es adecuado ir por la vida peleándose con todos los que no piensan o
sienten como uno, ni darse por vencidos al primer obstáculo o grito
ajeno, lo cual en numerosos casos terminará en enfermedad física. Lo
mejor para la Inteligencia Emocional es analizar la ira buscando los
"motivos- estímulos" que nos la provocan. Si bien la ira surge en las
amígdalas como reacción a alguna provocación y luego pasa al neocortex
que la razona y en algunos casos la agrava, los motivos que la originan
son siempre razonados previamente. Esto hace la diferencia entre una
persona y otra frente a la ira que es capaz de sentir.
Te lo explico con un ejemplo. María es gestora de trámites y por su tarea
debe recorrer diferentes oficinas públicas y privadas. Todo va bien
mientras sus asuntos salen en tiempo y
ella recibe un trato correcto de parte de los empleados. Pero María, de
naturaleza calma y agradable, puede ponerse furiosa cuando le ha
prometido a un cliente un trámite para una fecha y no puede cumplirlo por
negligencia del personal de alguna oficina. Si quieres conocer a María
furiosa, dile que no está pronto el certificado que fue a buscar porque
hubo paro de tareas, se colgó el sistema o fue feriado especial, entre
otros motivos. Cualquier razón que dilate o postergue el resultado pondrá
a María "roja de furia". Cuando escucha al empleado decir que no está
pronto el certificado, las amígdalas de María se apronta para reaccionar
y rápidamente su rostro se pone rojo, su voz comienza a alterarse hasta
que, finalmente, estalla y grita todas las "razones" que le da su corteza
cerebral por las cuales debe sentirse, con total justificación, furiosa.
Para cortar esta cadena de reacciones, María debería seguir un proceso
que le permitiera separar la respuesta del empleado de toda la gama de
razonamientos que ella ha hecho antes de escucharlo y de todos los que le
surgirán después de oírlo.
¿Qué prefieres: tener razón o ser feliz? Esta es la pregunta clave
que debemos hacernos cada vez que afrontamos el riesgo de estar dominados
por la ira.
Al formularnos esta interrogante, la mente automáticamente se calma
porque busca la respuesta con la razón y procura la felicidad, salvo que
su naturaleza lo incite a pelear a cualquier costa.
Estoy segura de que las personas con Inteligencia Emocional, responden
"ser feliz". Este es el camino y la meta. Buscamos por rutas acertadas o
equivocadas la felicidad, siempre.
Repito: lo único que puede evitar que, en el ejemplo, María se ponga
nerviosa, es que se adiestre para separar las razones propias, de la
respuesta ajena; es decir, el hecho objetivo de su interpretación.
Se dice en "Un curso de milagros" (publicación de Foundation for Inner
Peace), libro que te recomiendo calurosamente, que nunca nos enojamos por
el motivo que creemos. En el ejemplo, María se enoja porque no está
pronto el certificado. Pero ¿será eso?, ¿se habría enojado igualmente si
no hubiera estado listo y ella no se hubiera comprometido con el cliente
para entregarlo ese día?, ¿y si éste no lo necesitara para cerrar un
negocio esa misma tarde?, ¿y si ella no perdiera de ganar sus
honorarios?, ¿y si no los necesitara para pagar la factura de la luz que
vence ese día?, ¿y si ella no perdiera un incentivo que paga su empleador
luego de diez gestiones óptimas?, ¿y si no se quedara sin las vacaciones
planeadas, porque debe volver el lunes a buscar el certificado?, ¿y si no
creyera que el empleado la está tomando por tonta?, ¿y si no pensara que
si conociera al jefe de la sección no le pasaría, porque allí siempre
ayudan a los clientes habituales? La lista de preguntas es infinita.
Si María analiza los motivos que desencadenaron su ira, notará que no es
que no esté pronto el certificado sino todos los demás.
Por lo tanto: nunca te enojas por el motivo que crees. Esta afirmación
ayuda a aclarar los pensamientos. Si eres capaz de separar el hecho, de
los motivos de tu reacción, pierde fuerza la ira: pasa a ser controlada.
Si eres capaz de sopesar los pro y los contra (más bien todos los contra)
de tu reacción; si eres capaz de darte cuenta de que eres el único que
pierde energía si te alteras y que a esa energía desaprovechada no la
recuperas más, estarás actuando con Inteligencia Emocional.
Te pongo otro ejemplo que acabo de presenciar. Una pareja joven
entra en el supermercado y luego de dirigirse a la góndola de la
panadería, elige una bolsa con pan para hamburguesas. Mientras miran el
precio, llega un policía y le pide al muchacho que pase a dejar en el
guardabultos una
enorme mochila que lleva en la espalda. Su pareja explica que como es muy
grande no entra en los casilleros. El policía responde que, en ese caso,
la dejen en la gerencia, donde con gusto se la cuidarán. La joven acepta
y se dispone a ir a gerencia, pero el joven que porta la mochila se pone
furioso y le dice al policía que no es ningún ladrón, y que ahora se va y
no compra nada. Toma a su pareja de la mano y la arrastra hacia la
salida, al tiempo que sigue murmurando improperios sobre el supermercado,
sus reglas y el policía. El joven no actuó con Inteligencia Emocional.
¿Quién perdió? El supermercado no se hará más pobre por no vender un
paquete de pan, el policía cumplió impecablemente con su deber, pero los
jóvenes se van sin la compra y con un problema, porque deben buscar otro
lugar donde adquirirlo.
¿Por qué se enojó tanto el joven?: ¿porque el policía cumplió con su
deber?, ¿porque no pudo entrar con la mochila al local?, ¿porque llevaba
una fortuna en la misma? No, no, no; a todo respondemos con una negativa.
El joven se enojó porque se ofendió al creer que el policía le encontraba
cara de sospechoso y pensaba que podía robar algo, cuando el funcionario
solamente cumplía con su deber. A la ofensa, respondió con la ira.
Te voy a contar una intimidad. Cuando era más joven, pero no jovencita,
digamos que alrededor de los treinta años, yo era terriblemente
irascible: cualquier cosa me sacaba de las casillas y me creía el paladín
de la justicia. Tenía el romanticismo y la vehemencia de la juventud,
unidos al ego de creer que mi verdad era la única. Ya me había recibido
de Abogada por lo cual creía que debían temblar los injustos y los
abusadores, los hacedores de maldades, porque yo estaba allí para
defender a los desvalidos. Mi mamá me decía que yo era "una calderita de
lata", ya me entiendes por qué.
En una ocasión, visitó el lugar donde trabajaba, un señor que tuve como
jefe en esa época de autodeclarada postura de paladín de la justicia. Lo
saludé con mucho afecto y un
apretado abrazo, con el reconocimiento que debo a alguien que me ayudó a
crecer y madurar. El respondió de la misma forma. Cuando se fue, comenté
con una compañera que no vivió aquellos años, cuánto apreciaba a esa
persona, cuánto había discutido con él, cuántas veces me había hecho
llorar de rabia, de impotencia, porque no me entendía. Mi compañera con
sus ojos enormes por la sorpresa me respondió: "Tú: ¿gritar, pelearte con
alguien, llorar de impotencia? No te veo". Claro, es que me conoció luego
que la calma llegara a mi vida, dejando atrás esas explosiones de ira.
Ahora la "calderita de lata" ha dejado lugar a una esmaltada con base
vitrificada que demora más en calentarse y lo hace ahorrando energía. Hoy
día me pregunto: ¿qué preferís: tener razón o ser feliz? Y siempre,
siempre, prefiero ser feliz.
Uno sabe cuando tiene razón y no necesita del reconocimiento ajeno. No
importa que el otro sepa, también, que tenemos razón. Lo que interesa es
que los dos salgamos beneficiados de la relación: sea para el caso del
certificado de María, el pan de hamburguesas de los jóvenes o para
encarar un proyecto de vida en común con alguien.
Si María, en lugar de gritar indignada, le explicara al funcionario por
qué lo necesita ese día, ¿no conseguiría mejores resultados? El empleado
se sentiría motivado por la empatia y haría lo que esté a su alcance para
sacarlo en el momento. Si el empleado no puede hacer nada o es inflexible
y nada empático, siempre queda el recurso de hablar con algún superior
jerárquico. Alguno de la cadena del mando va a entender. Para el peor de
los casos de que nadie entendiera, quedaría, todavía, la posibilidad de
pensar que por algo será. Posiblemente esta negativa rotunda a que algo
salga como lo planeamos, encierra algo mejor o nos evita un mal mayor. No
lo veas como una justificación simplista, míralo como una verdad que da
resultado. Si haces todo lo que está a tu alcance pero no tienes las
consecuencias esperadas... por algo será. Recoge tus velas y espera,
porque la respuesta no tardará en llegar.
Muchas veces, pasada la ira, la impotencia, la ofensa, al mirar hacia
atrás, agradecemos que la vida nos haya negado lo que queríamos.
Piénsalo, por favor.
La puedes llamar ira o:
furia
animosidad
resentimiento
fastidio
humillación
injusticia
aflicción
cólera
exasperación
ultraje
irritación
violencia
rabia
ofensa
arrebato
indignación
impotencia
enojo
amor propio
enfado

Paso a paso: cómo desarmar la ira

1. Calmarse. Es agilitar el pasaje de las amígdalas a la corteza


cerebral, razonando, rápidamente sobre por qué estás enojado.
2. Respirar profundamente. Nada calma más que en-lentecer la respiración
que con la furia se agita. Haz una respiración tranquila, llenando de
aire el abdomen lentamente, luego los pulmones. Recupera la respiración
que tenías cuando eras un bebé.
3. Reconocer que responde a un patrón. Esa ira no es nueva ni es por el
motivo que crees; busca la causa real. Siempre los mismos estímulos
provocan las mismas ofensas.
4. Encontrar la interpretación positiva de la situación. Nada es tan malo
que, mirado desde otro punto de vista, no pueda ser útil.
5. Distraerse. Si tienes tiempo y no debes reaccionar en el momento,
distráete de la situación; piensa en otra
cosa, haz un ejercicio, medita, ve una película, enfráscate en un libro.
Afloja la tensión con actividades placenteras. Encuentra el equilibrio
perdido.
6. Escribir las razones. Haz una lista pormenorizada de los motivos por
los cuales estás furioso. Escribe una segunda lista separando los que
puedes confesar o manifestar y los que es mejor guardar. Prepara tus
argumentos inteligentemente.
7. Centrarse en los motivos. Señala tus motivos, concentra tu atención en
lo que sientes, sin adivinar, interpretar o pretender saber lo que el
otro piensa o siente o tiene la intención. Ubica cuál fue el motivo que
provocó tu ira y señálalo, despojado de intencionalidad. Expresa por
ejemplo: "Cuando anoche me dejaste plantada, sentí que no me querías ni
me respetabas." Evita decir "Cuando anoche me dejaste plantada, como
siempre, sola y abandonada, sentí que no me querías".
No digas: "Cuando anoche me dejaste plantada, pensando que no me
molestaría, sentí que no me querías." Sé objetivo con lo que sientes, sin
atribuirle al otro pensamientos o intenciones.
8. Esperar, esperar, esperar. Debes esperar el momento oportuno para
encarar al otro. El amor y la ira no pueden declararse en plena
agitación. Luego te puedes arrepentir. Cuando confiesas amor u odio en
plena pasión, le quitas credibilidad al sentimiento. Si pasado el momento
eres capaz de hablarlo sin agitación, has logrado el equilibrio y ahora
será beneficioso para ambos.
9. Limitarse al momento presente. En la discusión acalorada se suelen
revivir rencores pasados. Intenta y logra concentrarte en los motivos
presentes; el pasado ya pasó y si no lo hablaste en el momento, perdiste
la oportunidad. No reproches dolores de ayer. La cuestión es hoy y tus
sentimientos actuales.
10. Elegir qué actitud adoptar. Tú eres el dueño de la acción. Si te
quieres, no puedes seguirle el juego al ofensor. No reacciones a su
provocación. Elige cuándo responder y cómo. No le cedas las riendas de tu
vida a quien te hiere. No permitas que te dirija la existencia. Es una
forma de manipulación. Se trata de actuar cuando lo desees y no de
reaccionar frente a la provocación causada.

Ejercicio práctico que te ayuda a seguir el paso a paso en contra de la


ira

Frente a una situación puntual:

1. Cálmate

Repite mentalmente: "ALTO" "PARE" "STOP' ira.


Visualiza un cartel de PARE, de esos que ves en las esquinas,
nítidamente, frente a ti, con los ojos cerrados.
La mente se concentra en el cartel y en la palabra PARE y va bajando sus
revoluciones.
Repite: "Soy consciente de que estoy a las puertas de la ira, por lo que
elijo mantenerme en paz."

2. Respira profundamente

Haz en 5 tiempos este ejercicio:


1. inspira profundamente llenando de aire el abdomen;
2. contén un segundo el aire;
3. lleva el aire a los pulmones;
4. contén el aire unos segundos;
5. exhala lentamente;
Repite esta respiración por lo menos tres veces o las que hagan falta.

3. Reconoce que respondes a un patrón

Contesta estas preguntas:


¿Por qué estoy enojado?
¿Es la primera vez que siento ira?
¿Dónde la siento?
¿Qué me está impidiendo hacer?
¿Por qué permito que la ira tome las riendas de mi
vida?
¿Qué otras oportunidades, personas o cosas perdí
por mi ira?
¿De qué me protege mi ira?
¿Qué estaría haciendo, ahora, si no estuviera dominado por la ira?
¿Contra quién es?
¿Qué creencias familiares favorecen esta ira?
¿Qué perjuicios me ocasiona?
¿Qué me está impidiendo ver?
4. Encuentra la interpretación positiva de la situación.

Responde:
Si me despojo de lo que me causa la irritación, ¿qué
puedo encontrarle de bueno o positivo?
¿Qué me quiere decir la vida a través de esta situación?
¿Qué deberé aprender para que no se repita?
¿Cuándo perdí mi fe en la intuición?

5. Distráete

Si no estuvieras dominado por la ira ¿qué te gustaría hacer ahora?


Haz de cuenta que no estás furioso y procede.
Te presento algunas posibilidades a título de ejemplo.
caminar
pasear el perro
darte una ducha
comprarte algo
cocinar
llamar a alguien por teléfono, pero cuidado que no
sea para hablar del tema, y alimentar la ira
leer un libro
ver una película en casa
ir al cine
ver en televisión tu programa favorito
prepararte una buena comida
ir a comer afuera
ir al supermercado
escuchar música
bajar los mails en tu computadora
buscar el contacto de la naturaleza
ir a visitar a alguien calmo y positivo
tomar un té de tilo

6. Escribe las razones de tu ira

a) Lista de los motivos de tu ira.


De forma detallada, escribe por qué te sientes como te sientes.
Verás que no estás enojado por las razones que piensas.
¿Puede ser alguna de éstas?
Se burló de mí.
Cree que soy idiota.
Pierdo dinero.
Pierdo el cliente.
Pierdo tiempo.
Confié nuevamente y me defraudó.
No tengo tiempo de hacer mi parte.
Necesito lo que me falta.
Pierdo de trabajar cada vez que voy a ese lugar.
Me comprometí con otros y ahora es mi responsabilidad.
No tiene derecho ni autoridad para tratarme así.
No reconoce todo lo que le di.
¡Cómo puede hacerme esto a mí!
No puedo volver a empezar.
Ahora me dice que no; ¿por qué no lo pensó antes?
¿Siempre tengo que llamarlo yo?

b) Lista de lo que puedes decir, basado en lo que sientes:


Ahora me lo dices.
Te burlaste de mí.
No puedo volver a empezar.
No me gusta que me trates así.

c) Lista de lo que no puedes manifestar, porque acusa al ofensor:


Es un atrevido.
Es su responsabilidad.
La culpa la tengo yo por confiar de nuevo, después
de lo que me hizo.
Es un idiota.
Se cree superior.

7. Céntrate en tus motivos


Me duele.
Me siento estafado.
Me defraudó.
Pierdo dinero.

Evita:

Piensa dejarme.
Creo que no me ama.
Busca humillarme.
Sé que no le importo.
Me quiso estafar.
Busca perjudicarme en el trabajo.

8. Espera, espera, espera

Escribe día a día cómo te estás sintiendo con relación al tema y cuando
sientas que no se te oprime el pecho ni tienes un nudo en el estómago,
estás pronto para hablar.

9. Limítate al momento presente


Analiza:
Lo que me molesta ahora es...
Lo que me irrita ahora es...
Evita:

Ya me lo hizo el mes pasado.


Vine catorce veces a buscar el certificado.
Siempre sentí que no me quería.
Hace dos años, también me traicionó.

10. Elige qué actitud adoptar

Viktor Frankl, creador de la Logoterapia, una de las tres


ramas vienesas de psicología, que basa su teoría en el sentido de la
vida, afirma que al hombre se le puede quitar todo, hasta su libertad
personal, pero nunca se le puede arrebatar el poder de elegir la actitud
que adoptará frente a cada situación.
Actúa con esta libertad inalienable y con la responsabilidad consecuente.
Elige cómo quieres reaccionar y hazte cargo de los efectos. Eso es
Inteligencia Emocional.

Preocupación

Dice Wayne W. Dyer, en su exitoso libro "Tus zonas erróneas" que el


hombre vive preocupado por el futuro, que todavía no existe, o con
remordimiento por el pasado, que ya no puede cambiar. Esto le impide
centrarse en lo único valioso e importante: el presente.
Afirma Daniel Goleman que la tarea de la preocupación es alcanzar
soluciones positivas con respecto a los peligros de la vida,
anticipándose a los riesgos antes de que éstos ocurran. El tema es casi
nunca ocurren como los pensamos.
En efecto, como la palabra lo indica "preocuparse" es ocuparse por
anticipado; ocuparse para evitar que algo negativo suceda.
Nunca dices: "Estoy preocupado por ganar la lotería".
Si estás preocupado es que temes algo. La preocupación es prima del temor
y ambos nos anticipan que seremos objeto de catástrofes. El 90% de los
acontecimientos por los cuales nos preocupamos, no ocurren jamás.
Prolongada en el tiempo, la preocupación puede traspasar el sutil límite
a las obsesiones, fobias, compulsiones, ataques de pánico, ansiedad.
La preocupación, como todas las emociones, no es mala ni buena,
simplemente, es. Lo que hacemos con la preocupación, he ahí lo que posee
consecuencias negativas o positivas. Si se vuelve crónica lleva a
trastornos mentales, a neurosis, y acarreará serias limitaciones. Si para
salir de la casa la persona debe llevar
un arsenal de amuletos y cumplir una serie de ritos, será negativa y
limitante. Exagerada, lleva a la ansiedad, a la neurosis, a la enfermedad
mental. Pero si obliga al sujeto a tomar los recaudos y las previsiones
lógicos para evitar males mayores, será positiva.
Si te preocupas por enseñarle a tus hijos valores como responsabilidad,
disciplina, respeto, amor, podrás preocuparte menos por su futuro.
Lo que dejes a la deriva cuando debas ocuparte, te preocupará en el
futuro cuando deberías descansar.

Ejercicio para determinar


la validez de la preocupación

Si bien la mayor parte de las veces no acontece lo que te preocupa o no


hay motivo para preocuparte porque no depende de ti, no está de más
analizar, por medio de un ejercicio, si tienes tendencia a la
preocupación permanente o si se trata de un caso aislado, y hasta se
justifica.
Haz unas inspiraciones profundas, con los ojos cerrados, en una posición
cómoda, luego de asegurarte que nadie te interrumpirá. Posición cómoda es
aquella que te permite olvidarte del cuerpo.
Cuando te hayas desconectado del medio, abre los ojos y mientras
permanezcas consciente, hazte estas preguntas:
¿Qué estoy sintiendo?
¿Por qué motivo concreto me siento preocupado?
¿Es una emoción nueva?
¿Cuánto hace que la experimento?
¿Cuándo la sentí por primera vez?
¿A qué le temo realmente?
¿Qué es lo peor que puede pasar?
¿Puede acontecer realmente?
¿Puedo hacer algo para evitarlo? Si la respuesta es afirmativa, ¿por qué
no lo hago ahora? Si la respuesta es negativa, ¿quién puede hacerlo?
¿Por qué no lo hace la persona a quien le corresponde?
¿Depende de que yo se lo diga?
¿Por qué no se lo digo?
¿Qué estaría haciendo ahora de mi vida si no estuviera consumido por la
preocupación?
Además de la preocupación, ¿qué me impide hacerlo?
Mientras estoy preocupado, ¿qué otra cosa estoy evadiendo?
Puedes agregar las preguntas que sean útiles para la solución de tu
preocupación.

Paso a paso para canalizar la preocupación

1. Conoce el repertorio de tus disparadores de preocupación. Siempre


surge algo nuevo, pero si conoces los motivos pasados, estarás alerta;
los podrás conducir sabiamente.

2. Busca información. La mayor parte de las preocupaciones surgen por


desinformación o mala información. No te hagas eco de rumores
malintencionados ni seas presa de los manipuladores. ALTO. Eres capaz de
analizar la situación por ti mismo y de actuar en consecuencia.

3. Reubica la situación. ¿Es realmente posible que acontezca?, ¿es


probable?

4. Practica relajación. Nada como inspirar profundamente y relajarte para


desconectarte, momentáneamente, del hecho preocupante.
Con la sangre circulando al ritmo debido, el corazón trabajando
correctamente y el cuerpo ventilado con aire fresco, nada puede atacarte:
desaparece la preocupación.

5. Si pudiste con aquello, podrás con esto. Recupera, mentalmente, las


situaciones que en el pasado te tuvieron preocupado y lograste vencer o
reubicar. Siempre es bueno rescatar circunstancias en las que salimos
bien. Nos da seguridad.
6. Busca ayuda. La preocupación compartida, pierde vigor. Busca la
palabra alentadora de un amigo, un especialista, un terapeuta, un
sacerdote, un rabino, un consejero espiritual o de la persona que te dé
paz. Si es posible, ora, reza, porque aumenta la tranquilidad. Si no
sabes rezar, hazlo con tus palabras porque siempre llegarán al cielo. Lee
textos espiritualmente inspiradores. Recupera aquella medallita, el osito
del nene, el regalito aquél que te daba suerte. Ya sé que son amuletos y
que no tienen fuerza por sí mismos, pero se convierten en una
prolongación de ti y de tu fe. Te tranquilizan y eso te sirve. Todos
conocemos casos de personas que dan todos los exámenes de la carrera con
la misma ropa aunque hayan variado de talle, o del que no sale sin la
medallita, el llavero, el anillo de la suerte. No es un retroceso, es un
amuleto que tiene tu fuerza y tu fe.

Meditación para evitar la preocupación

Busca una posición de meditación, esto es con el cuerpo cómodo, los ojos
cerrados y una tranquila respiración.
Mientras sigues respirando profunda y serenamente, vas focalizando tu
atención en la zona que rodea al corazón. Esta área se relaja, se ilumina
de color verde
y se expande. Esta luz cálida, pero fuerte, que visualizas en el corazón,
tiene el poder de transformar cualquier dolor físico o espiritual que
afecte a este órgano. Lentamente se disipa el dolor, la pena, la
preocupación que te acongoja. Si en esta etapa de tu vida no tienes
dolores espirituales presentes, permite que la luz busque cualquier
incomodidad que esté disimulada o disfrazada de otra emoción. Detrás de
la indiferencia se puede ocultar el odio, detrás del amor, pueden
esconderse necesidad o comodidad (...)
Mientras continúas respirando sosegadamente, oleadas de luz curativa se
expanden desde tu corazón. Es imposible mantener preocupado tu corazón si
lo bañas con luz sanadora, la cual de verde, se torna dorada, para
culminar de un intenso violeta. A cada inspiración, el corazón absorbe
negatividad y dolor, y con el pasaje de esta luz colorida, se transforma
en energía positiva y amorosa.
El poder curativo de esta meditación se alcanza cuando percibes que el
radio de tu influencia es enorme y que, con sólo desearlo, puedes
disolver cualquier dolor que te aqueje.
El dolor espiritual toma, en muchas ocasiones, forma física, de manera
que si sientes algún malestar en el cuerpo, como por ejemplo, dolor de
espalda, de cuello, de nuca, disfonía, alergia y muchos otros, es una
buena ocasión para enviarle tu propia luz sanadora. Alcanza con elegir
transformar el dolor y la preocupación en energía positiva, que te
movilice al perdón y a la acción.
Es bueno que asumas el gran poder que posees y uses la potestad
transformadora de la que estás dotado. Envía, ahora, esa luz sanadora que
tú mismo eres capaz de crear, a todo el grupo cercano de personas (...) a
toda la humanidad (...) para finalizar en una sanación planetaria que
nunca viene mal. (...)
Lentamente, a la cuenta de 5, vuelves a la realidad consciente.
1, 2, 3, 4, 5

La voz de la intuición

El ejercicio anterior conecta con tu intuición.


Por eso se te pide que lo hagas aislado y con los ojos cerrados. Tu
intuición tiene todas las respuestas que te hacen falta. Pero
generalmente no es una voz que escuches demasiado. Está entre las
funciones del Hemisferio Derecho del cerebro y, como quedó dicho, nuestra
formación educativa y cultural nos obliga a trabajar, preferentemente,
con el Hemisferio Izquierdo. Pero siempre se está a tiempo de recuperar o
desarrollar, aún más, la Intuición, si ya la usas.
Se la suele confundir con la voz de la razón. Sin embargo, son muy
diferentes y la mayor parte de las veces, opuestas. La intuición es la
primera respuesta que obtienes cuando te haces una pregunta. Si la
desaprovechas, aparece la razón y te confunde. Se puede buscar en todas
las situaciones de la vida, aun las más nimias, y si la escuchas, irás
por el camino más fácil y sin errores.
Veamos un ejemplo muy simple.
Una mañana salí con mi mamá a comprar algunas plantas para el jardín y
luego de allí, a visitar a la modista. Después de hacer las compras en el
vivero, le dije a mi madre que mejor regresábamos a casa. Ella preguntó
asombrada, por qué no seguíamos con lo planeado y yo, sin causa aparente,
respondí que mejor lo dejábamos para otro día. Al llegar a casa llamé al
taller y la modista no había ido ese día. ¿Entiendes? Esa corazonada que
me hizo volver a casa pertenece a la intuición. Si hubiera obedecido al
producto de la razón, habría ido y encontrado que no estaba.
Éste es apenas un ejemplo menor, pero podría llenar varias páginas con
otros más importantes. Prefiero que busques los propios. Esa voz es la
que hace que concretes un negocio; decidas llamar a una persona un
determinado día para comprobar que te estaba necesitando; optes por un
camino u otro; elijas entre dos opciones laborales... en fin, son tantos
los usos que no se puede hacer más que una mínima referencia. Con
respecto a la preocupación, porque de eso estábamos hablando cuando
surgió el tema de la intuición, corresponde que te preguntes desde el
fondo de tu corazón si vale la pena preocuparte y qué debes hacer al
respecto. Te aseguro que te dará la respuesta acertada. Ella sólo pide
que le tengas fe.

Acepta lo que estás sintiendo

Uno de los mayores inconvenientes que tiene la preocupación, es que


muchas veces es inconsciente y en la mayoría de los casos,
injustificable. Cuando resulta infundada es porque las amígdalas se han
sentido amenazadas, más que nada, por recuerdos.
Por lo tanto, es muy bueno disponer de unos minutos para volver
conscientes los motivos que nos hacen tener los dientes apretados, sentir
dolor en el pecho, en el estómago o donde sea que lo sientas.
Cuando te invada una emoción fuerte, como preocupación, miedo, ansiedad,
ira, repite mentalmente varias veces, mientras acompañas con algunas
inspiraciones profundas: ESTO TAMBIÉN PASARÁ. Es una frase bíblica que ha
venido solucionando la vida de las personas desde hace miles de años.
Aunque no lo creas:
1, te ayuda a identificar la emoción que te aqueja;
2. rescata tus buenas emociones, salvavidas frecuentes;
3. clarifica pro, contra, posibilidades de que acontezca lo temido;
4. te conecta con situaciones pasadas superadas.

Ansiedad

De la mano de la preocupación, aparece la ansiedad. Cuando la


preocupación se vuelve crónica, surge la ansiedad. Aunque pueden muy bien
darse en forma separada. El dinero un mes no te alcanza para cubrir tus
cuentas (te preocupas), si se da en los meses siguientes comienza a
apoderarse de ti la ansiedad. No obstante, pueden ser independientes:
estás esperando el resultado de un análisis clínico que ya debieron darte
y está demorado. De su valoración depende que te sometan a una operación
quirúrgica; con cada minuto que pasa, tu ansiedad aumente. También se la
llama:
desasosiego
impaciencia
inquietud
angustia
aflicción
agitación
zozobra
congoja
Va asociada a un estado de nerviosismo. Mientras que la preocupación
puede sumirte en una quietud depresiva, la ansiedad te lleva a un
movimiento nervioso, no siempre conducente a resolver el conflicto que la
generó.
El que está ansioso quiere todo ya, rápido, no importa si bien o mal,
pero ya. Desea que se termine de una vez el tema, para descansar. Esta
actitud lo lleva, algunas veces, a
liquidar rápidamente y mal, el motivo que lo aflige. La ansiedad anula la
razón. En materia de estudios, la ansiedad por el éxito, unida a la
preocupación por no fracasar, da como resultado exactamente lo contrario
a lo querido.
Sacando lo positivo de todas las circunstancias negativas, puedes usar la
emoción que produce la ansiedad: para estudiar antes del examen, preparar
el discurso que debes pronunciar, entrenarte con más energía para la
próxima competencia deportiva, escribir tu novela, desarrollar la
actividad que desees.
Un poco de euforia, que es anterior a la ansiedad, es buena, si se la
sabe administrar.
Muchas personas son más diligentes si actúan bajo presión; por eso dejan
para último momento el cumplimiento de sus trabajos; postergan la toma de
decisiones hasta el último minuto. Están dominados por la ansiedad y son
más operativos. De todas formas, convertida en un hábito la ansiedad
estresa.

Paso a paso: cómo desarmar la ansiedad

Es de utilidad aplicar las herramientas dadas para desarmar la


preocupación. Pero como la ansiedad tiene un alto contenido de
nerviosismo tendiente a que todo ocurra de inmediato, es preciso hacer de
la respiración calma y la meditación diaria, instrumentos de rutina.
Saber esperar y darle a cada situación el tiempo necesario para que se
desarrolle es casi un arte. Deviene de conocer que los tiempos de Dios o
de la entidad superior en que creas, no son los mismos que los del
hombre. Por otra parte, con frecuencia es necesario recordar que cuando
algo no se da como lo planeamos o queremos es porque algo mejor está por
venir, o porque nos está evitando algo mucho peor. Practicar aquello de
que no hay mal que por bien no
venga, es un recurso muy útil para no desesperar. La vida está plena de
ejemplos, y la tuya no será una excepción, de casos en que lo que sucedió
superó ampliamente lo que la mente humana limitada no podía ni concebir.

Tristeza

Se la puede llamar:
melancolía
pesadumbre
aflicción
pena
dolor
desolación
desánimo
añoranza
desdicha
pesar
nostalgia
abatimiento
congoja
desconsuelo
cuita
lástima
autocompasión
vacío
"saudade" (en portugués, pero usado en español)
Si afinas un poco el idioma español, verás que cada una de estas
referencias, tiene un componente de tristeza al que se agrega alguna otra
emoción.
Por ejemplo, la nostalgia es tristeza más añoranza. Es una tristeza que
se siente por una pérdida. Desdicha es la tristeza que se siente por la
falta de suerte o felicidad. Vacío, es la tristeza que se experimenta
cuando se carece de sentido en la vida.
En fin, todas son, de alguna manera, formas de tristeza.
La tristeza es la emoción que la gente más se preocupa por superar. Es un
estado que reduce el interés por las actividades, las cosas y las
personas; disminuye la energía y la persona siente que está suspendida en
el tiempo. La duración del proceso es diferente para cada uno,
generalmente, relacionado con el motivo. Si la tristeza se debe a un
hecho concreto, pasará. Los seres humanos poseemos muchos recursos
internos que nos ayudan.
El error casi inevitable es que la persona, como consecuencia de lo que
está sintiendo, tienda a aislarse. En algunos casos, dedica el tiempo a
alimentar la tristeza más que a superarla. Por ejemplo: ve películas
dramáticas, escucha las canciones que oía con su amado, pasa por los
lugares visitados en momentos de alegría, recuerda los detalles de cuando
era feliz, pero no para recuperarlos, sino para sumirse en una tristeza
mayor aún.
Dice Eckhart Tolle en "El poder del ahora": Tener una identidad de
víctima es creer que el pasado tiene más fuerza que el presente, que es
lo opuesto a la verdad. Es creer que otras personas y lo que te hicieron
son responsables de lo que eres ahora, de tu dolor emocional y de tu
incapacidad para ser tu mismo. La verdad es que el único poder existente
está contenido en este momento: es el poder de tu presencia. Cuando lo
sabes, también te das cuenta de que
ahora mismo eres responsable de tu espacio interno -nadie más lo es- y de
que el pasado no puede prevalecer ante el poder del ahora".
Cuando la tristeza dura más de lo recomendable psicológicamente, es decir
más de lo que puede soportar una persona aislada y sola, aparece la
depresión. Pero la depresión simple, la que se debe a razones exógenas;
no la originada por problemas de disfunciones químicas cerebrales.
Viktor Frankl explica que cuando una persona está triste tiende a la
hiperreflexión, es decir a pensar reiteradamente en los motivos de su
tristeza, pero raramente esto lleva a encontrar la salida del problema.
Pongamos un ejemplo: por estos días, la crisis financiera y económica
mundial ha dejado a muchísimas personas preocupadas y tristes por una
mala situación personal que las lleva a privarse cada vez más de cosas y
placeres, y hasta de satisfacer sus necesidades básicas. El que está todo
el día pensando en sus penurias no dispone de la energía para buscar
otras actividades rentables, ni siquiera tiene el empuje para cumplir con
las que asumidas. Como está triste, la gente lo evita, no lo llama, no lo
invita. El piensa que está siendo rechazado porque no tiene dinero, lo
que le genera más tristeza, por lo cual se sume más en su soledad y su
congoja, y así sucesivamente. Salvo que resuelva salir a darle batalla a
la situación, quedará postergado hasta que un milagro lo saque de la
tristeza.
Las mujeres son más propensas a sentir tristeza. Puede deberse a que
culturalmente se permiten demostrar más su sensibilidad, se acongojan por
más motivos, llevan el peso de la familia y, en la mayoría de los casos,
tienen menos motivos de escapismo. Son generalidades. También suelen ser
más comunicativas con otras mujeres sobre sus problemas, lo cual a veces
alimenta más la tristeza.
A mis clases vienen, proporcionalmente, más mujeres que hombres y muchas
se quejan de tristeza por soledad y falta de pareja. Cuando les pregunto
qué hacen para cambiar la situación, quedan perplejas. La mayor parte se
queda en su casa el tiempo libre. Los fines de semana alquila una
película, se pone crema en la cara, compra una bolsa de papas fritas y se
dispone a "sufrir" su soledad. Llegan al lunes más solas, más tristes,
más frustradas; pero eso sí, conocen al dedillo los motivos de tristeza
de su amiga con la que vieron la película o hablaron por teléfono. Todo
mal.
A la tristeza se la combate con actividad. A la falta de energía que trae
la tristeza se la destruye con ejercicio, deportes, distracciones, buen
humor, comedias, dietas saludables y, sobre todo, la búsqueda de
soluciones, si las hay, o la concientización de que es a término,
mientras la persona se adapta a su nueva forma de existencia.

Causas más frecuentes de tristeza

pérdida, por abandono o fallecimiento de personas o animales


cambio de situación social
pérdida de la infancia, la juventud
pérdida de la salud
pérdida de la esperanza
pérdida de un sueño
pérdida de empleo
traumas del pasado
situaciones irreversibles
emigración de seres queridos
síndrome de "nido vacío"
frustraciones, como soltería, no tener hijos, no haber estudiado una
profesión, no poder vivir solo
La tristeza, también, es una reacción física a un estímulo y en este caso
las consecuencias son:
abatimiento
pérdida de energía
llanto
insomnio
exceso de sueño
falta de apetito
exceso de apetito
cambio de hábitos
agotamiento
dolor de espalda
malas posturas, la persona se encoge
resfríos crónicos
pereza o abulia
trastornos alimenticios (bulimia, anorexia, obesidad)
Algunas corrientes psicológicas que han estudiado la tristeza
detalladamente, aseguran que sometidos a un episodio doloroso, los seres
humanos siguen, básicamente, estos pasos:
1. Negación. "Esto no me está pasando realmente."
2. Enojo. "¿Por qué me tiene que suceder justamente a mí y ahora?"
3. Falso compromiso. "Si me esfuerzo, no volverá a pasar."
4. Depresión. Aceptar la impotencia y rendirse a la evidencia.
5. Aceptación. "Las cosas son como son, las acepto y comienzo el camino
de la recuperación."

Formas de liberarse de la tristeza

1. Dar rienda suelta al llanto; pocas pero intensas crisis de llanto,


alivian. No debe hacerse una costumbre que sirva para dar lástima.
2. Distraerse positivamente con libros, cine, televisión, rompecabezas,
palabras cruzadas, paseos, cocina elaborada.
3. Contacto con la naturaleza. Pasear por un parque, bosque, playa...
oxigena el cuerpo, revitaliza, ayuda a ver la inmensidad de la obra
divina lo cual pondrá las cosas en su lugar.
4. Ejercicios físicos, deportes.
5. Meditación.
6. Placeres de los sentidos: ir a darse un masaje, comer algo apetecible,
hacerse un regalo, escuchar música que no sea triste.
7. Mejorar la imagen con maquillaje, dieta, peluquería. Cuidado con las
exageraciones. Dicen algunos peluqueros famosos que cuando alguna mujer
pide que se le corte mucho el pelo o se le cambie de color, seguramente
se peleó con su pareja. Atención también a las cirugías estéticas que
causan dolor físico, pero no alivian el alma.
8. Buscar pequeños triunfos, ya sea recordando cómo salimos en el pasado
de una situación semejante o desarrollando una tarea que hoy signifique
un desafío.
9. Hacer un "reencuadre de la situación". Se busca mirar el caso con
objetividad. Razonar qué aconsejaríamos a una persona amiga en la misma
situación. Relativizar el problema. Por ejemplo: cuando se deja una
pareja, se suele recordar sólo lo bueno, con lo que se aumenta la
tristeza; es recomendable tener presente algunas fallas e imperfecciones.
10. Visitar personas con buena energía.
11. Ser solidario con los necesitados, distraer la atención de ti mismo.
12. Dejar de pensar siempre en lo mismo. Se puede, basta proponérselo.
13. Rezar, orar a alguien superior, cuya ayuda valores.
14. Buscar ocasiones para exaltar la risa y el buen sentido del humor. Al
principio cuesta, pero finalmente sale bien.

¿Por qué a mí?

La tristeza, igual que la ira, se retroalimenta. Si buscas, encuentras


cada vez más motivos que alimenten la tristeza que te aqueja.
Una de las razones que más hunde en el desánimo es preguntarse por qué le
debió suceder ese inconveniente, precisamente a uno, agregando la tortura
de culparse o responsabilizar a otro.
La pregunta más bien debería ser ¿por qué no?
Volvamos a Viktor Frankl. Este hombre maravilloso, que desde su profesión
de médico, neurólogo, psiquiatra estudió cómo superar lo insuperable,
concluyó que lo único que distingue a una persona de otra es la actitud.
Más allá de lo que uno aplicando ley de atracción crea para su vida, las
situaciones aparecen, los problemas y las injusticias se presentan sin
ser llamados; lo único que puede hacer el hombre es elegir cómo tomará lo
que sucede. Frankl habla de darle sentido al sufrimiento. Desde su
experiencia en los campos de concentración, pudo percibir que mientras
unos elegían suicidarse contra los alambrados electrificados o dejarse
morir de hambre, otros, como él, ayudaban a los que deseaban sobrevivir.
Buenas razones para superar la tristeza y cualquier emoción que te
perjudique pueden ser: el amor de los seres queridos, el agradecimiento a
la vida, empeñarse en cumplir la misión para la cual vivimos... Por esto
opta el hombre que, al decir de Frankl, elige dignificar el sufrimiento.
Si has de sufrir, que sea por algo o alguien.
No deberás preguntar "¿por qué a mí?" sino "¿para qué a mí?", "¿qué
enseñanza debo extraer de esta situación?", "¿quién se verá beneficiado
con mi sacrificio y mi dolor?". Deja de reflexionar sobre lo que te
sucede, por qué es o quién es el culpable, para buscar la respuesta que
cambiará el sentido de tu tristeza.

¿Cuál es tu herida?

Más tarde o más temprano, todos sufrimos algún dolor. Nadie se salva. Es
posible que los motivos de tristeza de tu prójimo te parezcan ridículos y
los tuyos más serios, pero son, realmente, muy subjetivos en todos los
casos. Lo cierto es que cada uno de nosotros sufrirá por motivos
distintos y durante períodos diferentes.
Últimamente, se lucha por ocultar la tristeza, aun la natural, en el
entendido de que no se debe dar pena o no es conveniente molestar a los
del entorno con nuestros lamentos. Sin embargo, cuando tienes un dolor, y
mientras que no logres superarlo, debes replegarte y esperar, con la
ayuda espiritual que busques, a que pase.
Antiguamente, se usaba el "luto". Las personas que habían tenido algún
fallecimiento cercano, llevaban vestimenta negra, no salían, era natural
que no socializaran. Las mujeres iban vestidas totalmente de negro,
mientras que los hombres llevaban una cinta negra en la manga indicando
su duelo. Esta costumbre, ahora perdida en muchas culturas, indicaba que
la persona de luto tenía derecho a no ser molestada, a no ser interrogada
y, sobre todo, a llorar su dolor sin juicios ajenos. Evitaba el
intercambio social y no era juzgada por ello porque estaba "de duelo".
Cuando te sientas triste o dolorido, exige que te respeten. Haz tu
proceso, cuidando de no enfermar con períodos muy prolongados de dolor.
Pero también respeta al hermano herido y triste, con la misma severidad.

Meditación para liberarte de la tristeza


Se asemeja a la hecha para eliminar la preocupación.
Busca una posición cómoda, sentado o acostado, con los ojos cerrados.
Respira lentamente en tres tiempos (...) vas entrando en relajación.
Centra tu atención en el área que rodea tu corazón. Cuando estás triste
parece que el corazón se estruja, se encoge. Cuando te invade la
tristeza, el corazón se oscurece como un carbón. Ahora visualiza que en
lugar de corazón tienes un diamante que emite una luz blanca, con
destellos dorados y plateados, muy poderosa. Este diamante, como un
mineral que es, tiene el poder de trasmutar la tristeza y la oscuridad de
tu corazón. Con cada inspiración emite una onda de energía positiva y
sanadora al resto de tu cuerpo (...) Cuando percibas que tu organismo ha
quedado curado y transformado, comienza a emitir las ondas sanadoras
hacia afuera de ti, de manera que lleguen a tu entorno inmediato en
primer lugar y que luego se vayan expandiendo, mucho más allá de ti.
El verdadero poder curativo de esta meditación se manifiesta cuando eres
capaz de percibir la enorme influencia que puedes llegar a tener. Ese
alcance se da con tu energía positiva, pero también con la negativa, de
manera que debes prestar atención a la calidad de la energía que emites.
Puede eliminar tu soledad, tu dolor físico o espiritual, tu tristeza.
También eres capaz de ayudar a trasmutar el dolor del mundo. Tú posees el
inmenso poder de expandir tu energía y alcanzar a toda la Humanidad.
Comienza por purificar la tuya y expándela al Universo. No hay tristeza
que se resista cuando estás actuando con alcance universal.
A la cuenta de cinco puedes volver a la realidad consciente.
1, 2, 3, 4, 5

CAPITULO CUATRO

Esperanza - Optimismo - Fe - Alegría - Felicidad - Amor - Autoestima -


Tolerancia - Gratitud -Merecimiento - Prosperidad - Humor

Esperanza

Se la suele llamar, también:


confianza
seguridad
creencia
aliento
ánimo
ilusión
Define el diccionario como esperanza al estado de ánimo en que se nos
presenta como posible aquello que deseamos.
La situación de América Latina no es sencilla. La salida de los muchos
problemas sociales, económicos, morales, culturales, no es fácil, pero es
posible. Si nos limitamos al Río de la Plata, de cuya situación estoy un
poco más informada por conocer en vivo y en directo sus dificultades,
diría que si todos nos combinamos y nos unimos para seguir progresando,
lo vamos a lograr. Ya se constata un repunte en ambas repúblicas allende
al río. Este pensamiento estimula una reflexión esperanzada. Por supuesto
no es así como lo perciben todos y mientras algunos creemos que es
posible, otros emigran deslumhrados por oros extranjeros, para luego
descubrir y vivir realidades, quizás, más duras que las locales. He aquí
dos posturas: una esperanzada, la segunda, desesperanzada.
Cuando uno tiene esperanza, trabaja para hacer probable lo posible;
cuando no la tiene se rinde antes de empezar.
"¿Para qué invertir?", "Esto no da para más", "No se mejora nunca más",
"La corrupción y la mala liga nos están llevando a la miseria", y otras
tantas frases semejantes, oímos a diario. Sin embargo, más silenciosos,
con menos alboroto, estamos los que imbuidos de esperanza, trabajamos,
sabiendo que podremos, a pesar de los escépticos.
Con trabajo y esperanza, saldremos. Este ejemplo, a mi modo de ver, es
muy ilustrativo para señalarte lo que es la esperanza.
Como expresa la definición del diccionario, esperanza es un estado de
ánimo, es la creencia de que todo es posible y de que cada uno posee los
medios para hacer realidad sus sueños.
La persona que vive con esperanza, tiene una postura erguida, es más
segura, su tono de voz es convincente. En el otro extremo está la
derrotada, la que antes de empezar cree que va a perder o no va a poder.
Su postura es encogida, su voz es temblorosa o débil y siempre está
observando qué puede hacer el de al lado para destruirle su ilusión.
Quien está esperanzado sabe que tiene los medios para lograr sus sueños,
que si no los posee los puede conseguir, y que si pasa por algún mal
momento, las cosas rápidamente mejorarán. En el peor de los casos, si las
metas se vuelven imposibles, cambia de meta, porque esto es Inteligencia
Emocional. Es no empecinarse, es no luchar contra molinos de viento como
el Quijote, sino rodearlos y encontrar el camino, detrás de ellos.
El que vive con esperanza no pierde energía inútilmente y si encuentra
obstáculos va a encontrar la mejor manera de sortearlos, porque su vida
va más allá de las piedras en el camino.
Toda persona con Inteligencia Emocional tiene esperanza porque no cede a
la ansiedad, no se deja abrumar por la
derrota ni por la "mala onda" del entorno. La esperanza le da la
inyección de energía positiva que se necesita para avanzar a pesar de
todo. La esperanza es lo opuesto a la preocupación. Cuando se está
esperanzado, se alinea con lo bueno de la vida en relación con un tema
concreto.

Optimismo
El diccionario expresa: "tendencia a ver y juzgar las cosas en su lado
más favorable; sistema filosófico que atribuye al Universo la máxima
perfección posible."
Se lo puede llamar:
entusiasmo
gozo
euforia
exaltación
certeza
deleite
ligereza de espíritu
satisfacción
brío
dicha
Generalmente, se toma al optimismo como sinónimo de esperanza. Pero no lo
es. El optimismo es el género y la esperanza es una especie. Porque el
optimismo es un sentimiento general que nos hace ver el lado positivo de
las situaciones y las personas. La esperanza apunta a un tema concreto.
Si bien no se puede tener esperanza sin optimismo, sí se puede tener
optimismo sin esperanza en un tema concreto. Yo puedo ser básicamente
optimista y no tener esperanza frente a un tema puntual, por ejemplo. Se
puede ser optimista con
respecto a la vida y no tener esperanza de salvar un examen porque no se
estudió lo suficiente.
Los optimistas ven los fracasos como enseñanzas, las fallas en la
esperanza como maestros; los pesimistas ven derrotas en los obstáculos,
frustración en las negativas.
Cuando a una persona optimista algo no le sale como deseaba, busca las
razones, aprende de ellas, las modifica y vuelve a intentar... con la
esperanza de obtener el resultado anhelado. Los pesimistas creen que todo
es en contra de ellos, buscan quién está detrás y se preguntan: "¿por qué
a mí?" en lugar de "¿para qué a mí?".
Como se vuelven paranoicos, pierden el tiempo y la energía en ver quién
los persigue en lugar de aceptar, corregir y avanzar.
El optimista es positivo, el pesimista, negativo. En ambas situaciones
hay ingredientes naturales que vienen como marca de fábrica, pero sería
muy poco optimista si te dijera que es inmutable porque, afortunadamente,
se puede corregir.
La dotación genética, las creencias familiares y algunos acontecimientos,
pueden hacer de una persona, una optimista o no. Pero lo bueno, como dice
Frankl, es que el hombre en cualquier circunstancia puede elegir la
actitud a adoptar.
Para los pesimistas será un trabajo arduo confiar en lo positivo de la
vida y lentamente la experiencia irá cambiando su postura. Así, deben
combinar la esperanza para cada caso concreto, con el optimismo que abre
las puertas al aire positivo que toda circunstancia encierra. No
obstante, es una visión de la vida y cada uno elige.
Una persona inteligente emocionalmente, mantendrá un sano y realista
optimismo frente a la vida y una incontaminada esperanza por los
resultados concretos.
La experiencia de mis clases me indica que estas emociones son las más
polémicas, porque los pesimistas siempre se empeñan en tener razón para
justificar sus fracasos y los optimistas en encontrar el motivo de la
falla para poder superarla.

Ejercicio para diferenciar entre la persona realista y negativa

1. ¿cuántas maldades y deshonestidades viviste hoy?


2. ¿cuántos actos de bondad viviste hoy?
3. ¿cuántos actos deshonestos cometiste hoy? ¿y cuántas maldades?
4. ¿cuántos actos de bondad hiciste hoy?
5. Entonces ¿por qué reparas solo en lo malo de los humanos?

Para aumentar el optimismo

Controlar la voz interior negativa con discurso derrotista.


Evitar juicios globales o generalizaciones.
Evitar las exageraciones.
Hacerse responsable de la conducción de la vida, sin culparse en exceso.
Practicar: "todo es posible hasta que se demuestre lo contrario" y "no
hay peor gestión que la que no se hace".
Aprender a tomar buenas decisiones.

Optimismo y pesimismo son contagiosos


En el terreno mental nada es más hábil para contagiarse que el optimismo
y el pesimismo.
Todos los días, salvo que seas un monje de claustro o que vivas recluido
voluntariamente (situaciones imposibles si estás leyendo este libro), te
enteras, por algún medio de comunicación, de las situaciones "horrorosas"
que acontecen en la sociedad en la que vives. Sí, en cualquiera, porque
sin
distinción de punto cardinal o continente, acontecen episodios buenos y
malos, todo el tiempo. Pero los medios a que accedes están empecinados en
mostrarte lo que llaman "realidad" que ¡oh coincidencia! es siempre cruel
y dolorosa. De todas formas, la realidad, despojada de todo contenido, es
decir, lo que ocurre, sin connotación subjetiva, es imposible de conocer
a través de los medios, dado que cuando llega a ti, ya fue interpretada
por el que te da la noticia. Hasta las imágenes tienen el contenido
subjetivo del que las toma. Es muy peligroso seguir los dictados de los
medios cuando recibes una noticia. El orden en que las trasmiten también
indica una preferencia subjetiva de quien decide.
Pero entonces ¿debemos vivir desinformados? No, nuestra obligación es
tener criterio propio. Permítete pensar por ti mismo y verás que la
realidad es muy diferente a como te la quieren hacer ver.
En estos tiempos de tanta comunicación, en que tenemos el mundo en las
manos, es tanto el caudal de noticias, que estamos cada vez más débiles
para pensar. Todo llega a nosotros tan rápido y tan digerido que no
tenemos tiempo de discernir; somos simples repetidores de información.
Pero de información teñida por el informante. Apenas te queda un espacio
para el libre ejercicio del pensamiento independiente.
Sí, no te ofendas, pero no eres libre ni independiente... por lo menos
con relación al tema de las noticias y la información.
¿Crees, acaso, que antes, hace unos años, no acontecían en el mundo
sucesos tan crueles e injustos como los actuales? Claro que ocurrían,
pero no tenías televisión por cable y la referencia de esas realidades o
no llegaba o lo hacía al cabo de un tiempo y con menos imágenes.
Sin embargo, el peligro de lo que sucede hoy, es que estamos siendo
dirigidos hacia el optimismo o el pesimismo que decidan los medios.
Cuando, por algún interés que los
simples mortales no entendemos, se desea que veamos todo color de rosa,
así lo haremos; cuando se quiere que veamos todo negro, responderemos de
esa forma; simples reacciones al mundo que nos muestran.
Un momento: llegó la hora de pensar por nosotros mismos. Bien o mal, en
el acierto o en el error, pero ¡por favor! procesa la información y sé
capaz de crear la propia realidad de tu vida. De todas formas, bien o mal
¿para quién?, porque todo es cuestión de medida y del color del cristal
con que se mire.
¿Crees que todo marchará mejor si te quejas, criticas, insultas,
despotricas? Pues, no. Todo irá de mal en peor. ¡Si encuentras algo mal,
cámbialo! Pero no te quedes en la queja fácil y cómoda.
Hace ya un tiempo que se ha hecho la beatificación de la Madre Teresa de
Calcuta, esa maravillosa persona que nunca pensó más que en hacer el bien
al prójimo. En cierta ocasión, leí a un autor contar esta anécdota: la
Madre Teresa estaba por visitar los Estados Unidos de América y el autor
deseaba fervientemente conocerla, por lo cual le escribió trasmitiéndole
su interés. El hombre debía atravesar el país, dejar de trabajar unos
días, alojarse en algún hotel, pero nada le parecía suficiente sacrificio
con tal de hablar con ella personalmente. Ella, amablemente, respondió
que si era su interés, como decía la carta, conocer directamente a
alguien que hacía el bien sin mirar a quien, a una persona que había
dedicado su vida al servicio del otro, empleara el dinero que gastaría
para ir a visitarla en una donación para alguna institución de su país.
De esta manera sabría, en forma práctica, lo que se siente haciendo el
bien, porque es una experiencia intransferible.
Esto es optimismo, alegría de vivir, aunque el entorno sea desesperante.
Si eres capaz de llevar tu luz a donde vayas, si eres capaz de influir
para bien en otros, conocerás de forma práctica el optimismo.
Como habrás notado, el optimismo y el pesimismo son caras de la misma
moneda y todo depende de la interpretación que le des a los
acontecimientos y a lo que sientes con respecto a ellos.
Nadie puede hacerlo por ti. Pueden enseñarte a construir un trampolín y a
saltar de él, pero el salto lo debes dar tú.

El optimismo se adquiere

Como una emoción que es, el optimismo se puede aprender a sentir o


incrementar.
Pasos a seguir:
1. Buscar el optimismo. Ser optimista cuando todo va bien es muy fácil.
Sería imperdonable lo contrario, si bien conocemos demasiados ejemplos de
que no lo son.
2. Buscar en todo el lado positivo. Por mala que sea la situación,
siempre se puede sacar una enseñanza y tomar lo bueno para aumentarlo.
Decía Nietzsche, el gran filósofo: "lo que no te mata, te fortalece".
Saca partido de todo lo que te toque vivir.
3. Practicar el buen humor. Mejora tu cuerpo y tu mente. Incrementa la
salud. Te hace ganar amigos. Nada es tan serio que no tenga una cuota de
humor.
4. Dejarse guiar por la intuición. Es tu mejor herramienta. Nunca falla.
Te ayudará a saber discernir dónde está la verdad.
5. Buscar la causa y no el efecto. Para ser optimista deberás ver los
motivos, las causas y no los resultados. Nada hay más engañoso que
quedarse con los efectos.
6. Dejar de lado las apariencias. Es una consecuencia del anterior.
Fabrica tu propia interpretación de todo y no pierdas de vista que no es
más que una visión, la tuya, pero una visión al fin. De esta
forma habrá tantas interpretaciones como personas las realicen. Si te
ajustas a lo que percibes de la realidad y no olvidas que es sólo tu
visión, podrás exigir a los otros que la acepten como tal; además,
tendrás la precaución de tomar la ajena como perteneciente a ellos. Tu
interpretación es tuya y no la de los otros. Si ellos juzgan que tienes
todo para ser feliz y que deberías serlo, pero tú te sientes un
desgraciado, nadie cambiará tu idea, porque es tu visión de la realidad.
Se dice en Programación Neuro-Lingüística: el mapa no es el territorio y
por lo tanto cada uno ve en el mapa lo que quiere ver; unos percibirán
montañas, otros ríos, otros los límites de las fronteras, pero el
territorio es todo eso junto y mucho más; es la vida misma.
7. Vivir con alegría. La tristeza, la ira, la alegría son emociones que
se retroalimentan. Cuanto más sientes, más motivos encuentras. Tú eres
mucho más que tus enfermedades o tus problemas.
8. Reír Toda la fisonomía se ilumina con una sonrisa. Se mueven muchos
más músculos para mantener la cara fruncida por la preocupación, que para
sonreír. No hay nadie feo cuando sonríe. Todo el hielo se disuelve, queda
tendido el puente. Algunas personas confunden serio con respetable. Nada
que ver. No es necesario poner cara de circunspecto para parecer más
interesado. Puedes escuchar con una sonrisa lo que se dice, sin faltar a
la atención o al respeto.
9. Nunca comenzar con ánimo derrotado. Si no crees en lo que haces, no lo
hagas. Si crees en ello ¿por qué estar derrotado? Cuentan que dos
vendedores fueron al África a vender zapatos a un país no muy civilizado.
Luego de comprobar que sus habitantes no usaban calzado, uno de ellos
llamó al gerente que
lo había enviado y le dijo: "Malas noticias, imposible vender; no usan
zapatos". En cambio el otro informó muy entusiasmado: "Muy buenas
noticias, posibilidades enormes de vender; no usan zapatos." Como ves,
son dos visiones de la misma realidad.
10. No ser eco del pesimismo social. Que en ti se corte la cadena de
calumnias, murmuraciones sociales. Se expande rápidamente el pesimismo.
Combátelo con indiferencia. Ninguna sociedad o nación puede avanzar si la
mitad de su población son personas pesimistas y la otra son maleables y
sin pensamiento propio. Seamos la tercera fuerza: los optimistas
realistas que saben que todo depende de la actitud, incluso, a nivel
nacional.

Fe
Vinculada con el optimismo y la esperanza, aparece la fe. Es la confianza
en alguien o algo. Siempre tiene connotación positiva. No se puede
expresar: "Tengo fe en que perderé el examen".
Fe es la creencia en algo sin necesidad de demostración.
Las personas tenemos fe:
en algo superior, Dios
en uno mismo y sus capacidades
en los demás, vinculada con la empatia
La fe le da alivio al corazón humano; lo deja fluir al compás de la vida,
le evita confrontaciones. En algunos casos se asemeja mucho a la
esperanza: se tiene fe en una persona y esperanza en que un hecho salga
bien.

Alegría

El diccionario de la Real Academia Española la define como: sentimiento


grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores. Se la suele
confundir con la felicidad y se la denomina también, júbilo, algarabía.
Es un estado interior fresco y brillante, generador de bienestar general.
Viene acompañada de altos niveles de energía positiva y una fuerte
predisposición a la acción favorable. Se percibe sin dificultad en la
persona dado que lo revela en su apariencia, diálogo, decisiones y
acciones. En el diálogo corriente cotidiano se suele decir: "Que contento
estoy" más que "Qué alegría tengo".
Se puede hablar de alegría reactiva o de alegría estado. La primera es
como una reacción natural a un estímulo que despierta en la persona un
entusiasmo que tiñe toda su vida. Es de corta duración y nace con un
recuerdo o expectativa favorables. La llamada de un hijo radicado en otro
país, la noticia de un nuevo trabajo, de haber ganado un concurso, la
propuesta de casamiento, el alivio del dolor físico, son disparadores de
momentos de intensa alegría. La alegría estado es permanente y se refiere
a una forma positiva de interpretar la realidad, de ver un futuro
prometedor como seres espirituales que somos. Requiere de una voluntad
manifiesta y perdurable orientada a alcanzar el bienestar. Ambas
categorías deben apoyarse en la gratitud, la esperanza, el optimismo y el
perdón. La gratitud como capacidad de reconocer todo lo espléndido que
tiene la vida, la esperanza y el optimismo como defensores de que lo
bueno puede ocurrir y buscando confiados en que solo lo óptimo nos
llegará. El perdón para superar cualquier vestigio de emociones negativas
provocadas por otras personas o por nuestro propio daño al prójimo.
Destierra culpas, resentimientos o rencores. Disuelve cualquier resabio
de sentimiento paralizante; permite sanar y recuperar la alegría.
Felicidad

La felicidad se ha convertido en la prioridad de cualquier persona sin


distinguir la edad, el nivel cultural o social, el lugar de residencia ni
su espiritualidad. Lo que marca la diferencia es la manera de
conseguirla. Mientras que algunos se encierran en un monasterio y hacen
votos de silencio, otros consumen drogas, compran en forma compulsiva,
saltan de una relación afectiva a otra, hacen deportes todo el día, comen
sin medida para luego vomitar o culparse porque engordan, leen muchas
horas, ven televisión, y viven, a través de ella, la vida de otros. En
fin, los recursos que poseemos para atrapar la tan esquiva felicidad son
muchísimos y las personas nos volvemos muy creativas a la hora de querer
ser felices.
La otra pregunta, quizás un poco más provocativa es: ¿quién podría decir
que es feliz hoy día? ¿Tú, podrías?
No faltará el que diga que la felicidad no es permanente, sino
momentánea, que es el camino y no la meta, y todas esas frases hechas que
escuchamos frecuentemente, y hasta hemos dicho alguna vez.
La palabra felicidad, no el estado, ha tenido mala prensa últimamente.
Algunos creen que buscar la felicidad es frívolo, es superficial. ¿Quién
puede ser totalmente feliz si hay guerras y terrorismo en el mundo?
¿Quién puede ser feliz si tiene que hacer dieta por colesterol y en
algunos países se mueren de inanición? Ayer me decía una señora en clase
que no pudo disfrutar de la última tormenta, siendo que le encanta oír
llover, porque pensaba en la gente sin techo.
Parecería que se está menos comprometido socialmente si se intenta ser
feliz. Sin embargo, te tengo una noticia: nadie puede ofrecer ni dar lo
que no tiene. Por lo tanto, para que la búsqueda de la justicia social
sea auténtica y no una fachada, para que la persecución de la paz, de la
riqueza interior y exterior, de la profundidad espiritual, sea posible,
es necesario estar fuerte y ser feliz.

Se dice que el propósito de la vida humana es la búsqueda de la


felicidad, y si bien parece un concepto basado en el sentido común, no
demora en aparecer ante nuestros ojos como egoísta o frívola la persona
que dedica su vida a obtenerla. Sin embargo, no es difícil comprobar que
las personas felices son más sociables, extravertidas, generosas,
flexibles, creativas, con más capacidad para superar las frustraciones
cotidianas. Por el contrario, los desdichados son retraídos, tristes, no
favorecen el contacto social y en muchos casos buscan la soledad.
El nivel de felicidad tiene mucha más relación con un estado mental que
con los acontecimientos externos. Quien es feliz puede sufrir por un
hecho puntual pero su regreso a la alegría será mucho más rápido, porque
su estado mental así lo favorece. En cambio, el triste podrá ponerse
contento por algo, pero enseguida volverá a su estado natural que es la
infelicidad, porque es como se encuentra más cómodo.
Martin Seligman, un autor norteamericano, da la mejor definición de
felicidad que he leído o escuchado en mi vida. Dice que ser feliz es
vivir conforme con la vida que se lleva. Este doctor, fundador de la
corriente Psicología Positiva, en los años noventa, revoluciona, con sus
conceptos, la idea de felicidad. Obviamente, hay factores que conducen a
la felicidad: la buena salud, la posición económica desahogada, el amor y
el reconocimiento de familiares y amigos. De todas formas, es un círculo
virtuoso porque se es feliz porque se disfrutan estos beneficios y se
tienen porque se es feliz. De esta forma, cuando la salud no está
respaldada por una buena actitud personal, no dura demasiado y en cambio
cuando surge una ofensa que puede despertar la ira en una persona,
rápidamente olvidará su buena salud para terminar enfermándose de odio o
rencor. Cuando se posee una buena actitud interna no son necesarias las
posesiones; cuando se goza ese maravilloso estado de paz interior todo
luce más allá de que se tenga la situación económica ideal.
Es preciso distinguir la felicidad del placer. La primera es el género y
el segundo la especie. La felicidad en muchas ocasiones puede significar
sacrificio (como una madre que se queda ayudando a su hijo con la tarea,
postergando su salida al cine); el placer siempre implica felicidad. La
búsqueda, definición, filosofía del placer ha inquietado al hombre desde
sus primeras épocas civilizadas, y diversos estudiosos han dedicado
largos tratados a su análisis. Desde los filósofos griegos hasta los
contemporáneos se ha tratado de explicar y de entender el vínculo del
hombre con el placer. No necesitamos que los estudiosos del tema nos
digan lo que es el placer; lo sentimos viendo un atardecer, en la sonrisa
tierna de un hijo, en la ducha caliente que calma nuestro cansancio, en
la comida casera un día frío. Pero algunos lo buscan en medios
destructivos (drogas, alcohol, excesos sexuales) y para ellos son tan
acertados como los nuestros. La diferencia se marca cuando preguntamos:
¿me dará felicidad o es simplemente el placer del momento? Serán medios
adecuados si cuando desviamos el foco de atención hacia el futuro se nos
presenta la imagen nítida de alguien feliz y no de una persona destruida
por la satisfacción tan inmediata como nociva. Lo ideal es un estado de
felicidad que sobreviva a los altibajos de nuestro humor y de los
vaivenes de la vida. Una felicidad estable y duradera que permanezca más
allá de las oscilaciones de nuestro ánimo y de los cambios del entorno.
Para alcanzar la felicidad que perdure hay que aprender a fomentar las
emociones saludables y positivas y a alejar las negativas. Con el
aprendizaje se incorporan los nuevos conocimientos y con la disciplina y
el entrenamiento se van eliminando los condicionamientos negativos que no
nos permiten ser feliz. Para ello contamos con la plasticidad cerebral
que facilita la creación de nuevas pautas y combinaciones de células
nerviosas y neurotransmisores (sustancias químicas que transmiten
mensajes entre las neuronas) en respuesta a nuevas informaciones. El
cerebro es flexible, y cambia al ritmo de nuevos pensamientos y
experiencias.
Meditación de la alegría

Lo opuesto a la tristeza es la alegría y a veces alcanza con recordar un


momento de intensa alegría para disipar la tristeza.
Siéntate cómodamente, cierra los ojos. Respira profundamente y al exhalar
relájate. Repítelo tantas veces como te parezca necesario, hasta que
sientas que tu cuerpo comienza a aflojarse.
Ahora que tu cuerpo está leve y tu mente serena, toma la decisión de
poner alegría en tu existencia. Hay momentos en que esta tarea es más
sencilla porque las condiciones en que te encuentras te llevan a la
alegría. Te servirán, además, para iluminar tus épocas depresivas o
tristes. Para ello recuerda un momento en el que hayas experimentado una
gran alegría. Seguramente en tu vida hubo muchos momentos de felicidad:
cuando niño, joven o adulto. Rescata uno y mientras estás relajado
permítete recordarlo con todo lujo de detalles. ¿Qué experimentaste en
ese entonces? Reprodúcelo mentalmente y con él también el placer que
sentiste (...)
Esboza una sonrisa interior. Permite a tu subconsciente disfrutar con
esta alegría. (...) Generalmente, se recuerda el casamiento, el
nacimiento de un hijo, la obtención del primer trabajo o del tan anhelado
título en los estudios.
Ahora, cambia esa sonrisa por una gran carcajada. Muchas veces por
timidez o vergüenza no nos reímos a carcajadas.
Cuando en el futuro sientas deseos de experimentar alegría, recuerda ese
momento de felicidad. Eres responsable de lo que sientes en este
instante, en este momento presente. La alegría es contagiosa y tu entorno
también se alegrará. Repite mentalmente:
Me permito sentir alegría.
Y recuerda que deberás recurrir a este ejercicio cada vez que quieras
poner más alegría a tu vida.
Para volver al nivel de conciencia exterior contarás del 1 al 5 a la vez
que tu cerebro se va acelerando.
1, 2, 3, 4, 5.

Amor

La palabra amor tiene diferentes significados; quizás tantos como


personas lo sientan; para algunos es algo sagrado y para otros, los
menos, es indiferente. Por tratarse de una emoción no puede definirse,
sino describirse. Es el afecto, el sentido de unión que se tiene por una
persona o animal; no así por objetos, ya que en este caso hablaríamos de
apego. Se denomina amor, también al afecto que siente una persona por sí
misma.
Algunos usan el vocablo amor para referirse a deseos sexuales y otros
para el amor romántico; otros para el cariño. Muchos hablan del amor
incondicional como la fuerza que mueve al Universo.
Se lo puede llamar, según el caso:
cariño,
ternura,
afecto,
atracción,
veneración,
pasión,
flechazo,
cortejo,
deleite,
éxtasis,
cordialidad.
Busca, ahora, tu propia definición: El amor es.... Amar es...
Una descripción clásica del amor es la que aparece en la Biblia, en la
primera Carta a los Corintios, del apóstol San Pablo, 13,4-8 del Nuevo
Testamento.
"El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es
jactancioso, no es arrogante; es decoroso; no busca su interés; no se
irrita; no toma en cuenta el mal; se alegra con la verdad. Todo lo
excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba
nunca."

Formas puras y distorsiones del amor

Formas puras:

aceptación,
compasión,
confianza,
cooperación,
franqueza,
generalidad,
respeto,
empatía,
unión,
sinceridad.

Distorsiones:

apego,
celos,
dependencia,
egocentrismo,
exclusividad,
necesidad,
posesión,
sentimentalismo,
temor al rechazo.

Cuando uno se refiere al amor, sabe exactamente qué está mencionando y


dependerá de la situación concreta la variedad, pues si bien no
coincidimos en una definición, somos contestes en la clasificación.

De esta forma se habla de amor:

a uno mismo,
al prójimo,
incondicional,
romántico,
sexual,
autoestima.
Vinculadas con el amor surgen otras emociones que iremos viendo,
posteriormente, por separado:
tolerancia,
gratitud,
merecimiento,
prosperidad,
humor.
Cuando se habla de amor sin dar detalles concretos, las personas suelen
asociarlo con el amor de pareja, sea éste romántico o sexual.
Veamos cada uno, entendiendo que el volumen de un texto de este estilo
sólo puede dar aproximaciones.

Amor a uno mismo.

Es el afecto que se siente por uno; es quererse con responsabilidad;


mimarse, ser feliz; es buscar la dicha, tenerse respeto y actuar con
responsabilidad, en relación con uno mismo.
El amor a uno mismo implica actuar con responsabilidad e integridad: es
cuidar del cuerpo, de la mente y del espíritu, de las emociones y
sentimientos. Resumiendo: es vivir en paz.

Amarse a uno mismo significa ser congruente al pensar, hacer y hablar. Es


tratar de ser, antes que tratar de tener; es trabajar por el crecimiento
personal permanentemente, sin sentimientos limitantes; es vivir
perdonando y perdonándose; es no sentir miedos ni culpas: vivir
plenamente.
Amarse, significa aceptarse pero sin necesidad de aprobarse. Puede una
persona aceptarse tal cual es, pero ser crítica y buscar las formas de
corregir lo que no le gusta o no está bien. Personalmente, creo que la
persona sana emocionalmente, busca corregir lo que puede y acepta lo que
no puede cambiar. Pero hagamos una precisión: lo que no puede variar a
voluntad es lo que debe aceptar sin condiciones; en todo lo demás tiene
que asumir la responsabilidad de crecer y modificar. Por ejemplo, una
persona deberá aceptar su lugar en la familia (mayor, del medio, menor,
ser hijo único o tener hermanos), haber nacido en determinado país, su
estatura o su cuerpo, color de ojos o de piel, etc. Pero es obligación,
responsabilidad de cada uno, aceptar primero para modificar después, todo
aquello con lo que no está de acuerdo y obstaculiza su crecimiento, su
evolución personal; deberá generar el proceso requerido en procura de los
cambios que sí puede lograr. Por ejemplo, buscar una mayor
espiritualidad, crecer culturalmente, dominar las emociones con
consecuencias negativas o violentas, perdonar para vivir sin rencores,
obtener el bienestar material suficiente para ser feliz.
Analizarse, criticarse, si fuera necesario, pero no para quedar en la
aceptación pacífica del error sino para modificar, para cambiar hacia lo
mejor para sí y para su entorno.
La persona que se ama realmente, se respeta y exige lo mismo de los
otros. No se escuda en el mal carácter inmodificable o la apatía porque
"soy así". Busca reverenciar el ser perfecto, único e irrepetible que es,
y cultivarlo.
Cuando amas a otra persona, intentas hacerla feliz. Si vas a ver a un
artista a quien admiras no es para tirarle tomates, sino para aplaudirlo.
¿Por qué no te tratas de la misma manera? Trátate con la mayor calidez de
que eres capaz. Tú eres la compañía que tendrás toda la vida, cultívala.
No te aburras con ella, intenta crecer; que no te gane el tedio. No
repitas frases negativas sobre ti; no te critiques, salvo que sea para
corregirte, pues aunque nadie te escuche, te estás oyendo tú. Cuando
alguna persona que está viviendo un mal momento me pregunta cómo puede
solucionarlo, le respondo que piense qué le aconsejaría en un caso
similar a su mejor amigo o amiga. Intento que reflexione sobre la
respuesta que le daría a su mejor compañero. La gente suele tratar con
más amor a los amigos o parientes que a sí mismo. Es frecuente observar
con qué rudeza se tratan a sí mismos, y con qué paciencia y compasión
solucionan los problemas ajenos.
Si eres capaz de negar tus propias necesidades y las de los seres
queridos, si tus hijos están creciendo sin tu presencia porque no tienes
tiempo, si debes postergar tus ratos de ocio por el trabajo y por tu
debilidad para negarte a los requerimientos laborales en pos del éxito,
es que no te quieres nada.
Cuando estamos convencidos de que merecemos un tiempo dedicado a nosotros
mismos, hemos comenzado el viaje a nuestro interior. Estamos prontos para
tomar conciencia de nuestras necesidades más íntimas y podemos empezar a
conseguirlas.
En clase, muchas personas, sobre todo señoras, cuando les indico unos
minutos de meditación diarios, responden que no tienen tiempo suficiente;
que envueltas en trabajo, hijos, tareas domésticas, estudios, y otros
roles, apenas pueden ducharse y arreglarse un poco. Las mujeres,
generalmente, viven el tiempo para ellas con culpa, sin entender que es
una inversión personal que también beneficia a su
entorno. Si la respuesta es muy tajante, les sugiero revisar el concepto
del amor a sí mismas. Mal pueden pensar en amarse, si no disponen ni de
unos pocos minutos para meditar y relajarse.
En esta búsqueda hay dos cuestiones que nos conectan directamente con el
amor a uno mismo: la espiritualidad y el perdón.
A la espiritualidad se llega mediante una búsqueda incesante, quizás
infinita. Es otro concepto imposible de definir. Yo diría que se siente,
se percibe cuando uno toma contacto con su ser interior, que a su vez es
universal. Cuando uno toma conciencia de que es una partícula divina de
un Ser Superior y establece contacto directo con éste, está comenzando su
camino hacia la espiritualidad. Los pasajes que te llevan a ese viaje
interior son de dos clases: llegas por iluminación o por desesperación.
Se llega al crecimiento personal por iluminación (queremos algo más) o
por desesperación (la vida que llevamos ya no da para más). Por lo tanto,
alcanzado a este segundo punto, sólo corresponde evolucionar. No se puede
invertir la energía en ir hacia atrás y al mismo tiempo, hacia adelante.
Es decir que dentro de la calma y la paz, te planteas que debe haber algo
más que deseas conocer y te pones en camino de hacerlo. Puede suceder,
también, que una crisis personal (fallecimiento de un ser querido,
desocupación laboral, enfermedad personal, separación de una pareja, por
mencionar solo algunos motivos) te haga percibir que una buena vida no
era lo que venías desarrollando, e intentes buscar algo más. Cuando
logras escuchar otros sonidos y descubrir otras percepciones más allá de
los sentidos, has descubierto tu naturaleza espiritual y con ella la
conexión inexorable con el Universo. Es paradójico, porque por un lado
descubres que eres un granito de arena en el desierto y por otro,
percibes que el desierto no vive sin tu aporte.
La relación más prolongada de tu vida será contigo. La única persona con
la que tendrás que tratar toda tu vida, eres tú. ¿Te parece que no merece
ese vínculo toda tu dedicación?
Es necesario distinguir el amor a uno mismo de la autoestima. Ya lo
haremos más adelante, para evitar la confusión que suele darse.

Indicadores de falta de amor a uno mismo:


1. Desórdenes alimenticios: obesidad, anorexia, bulimia.
2. Problemas en las relaciones: dificultad para comprometerse, intimar,
comunicarse.
3. Trastornos físicos: algunas enfermedades crónicas.
4. Adicción a drogas, alcohol, tabaco, trabajo.
5. Actividades frenéticas, exceso de ejercicio físico.
6. Compulsión con las compras, juego de azar, sexo o amor.
7. Dependencia de otras personas: familiares, amigos.

Es un proceso que se retroalimenta: sentimientos negativos, exagerados o


dañinos despiertan la necesidad de beber, trabajar, jugar, gastar dinero,
etc.; con ello aumenta la culpa, dolor, tristeza, por lo cual se vuelve a
beber, trabajar, comer, gastar, jugar...
Pero el proceso se puede detener, destruir o modificar. Lo primero a
tener en cuenta es que así como somos dependientes de situaciones,
sustancias o personas, podemos poner fin a ello y decir ¡BASTA!
En segundo lugar, tenemos que hacer una introspección honesta y decidida,
para evaluar el grado de compromiso de nuestra voluntad.
Es preciso saber que tenemos muchas virtudes y defectos que están siempre
cambiando y que lo que era cierto ayer, hoy puede no serlo. Esta misma
dinámica de los valores debe gobernar nuestras dependencias y no
llevarnos a restringir la vida con adicciones eternamente.

Amor al prójimo.

Cuando se hace referencia al amor al prójimo surge, inevitablemente, la


máxima bíblica que, más allá de las creencias religiosas que se posean,
se debe reconocer como una verdad que trasciende la fe. Ella es: "Ama a
tu prójimo, como a ti mismo".
Del análisis de la frase, surge, sin esfuerzo, que:
1. se impone un equilibrio entre lo que se siente por uno y por los
demás;
2. se debe partir del amor a uno mismo para conocer lo que es el
sentimiento y poder brindarlo a los demás.
Veamos por partes cada una de estas precisiones.
Para que el amor al prójimo tenga valor, debe ser igual al que sentimos
por nosotros mismos. Es posible, pero no todo lo frecuente que debería.
Las personas, generalmente, aman demasiado a los otros y muy poco a sí
mismas, o se quieren tanto que no tienen lugar para nadie más. Lo mejor,
lo recomendable, es "amar al prójimo como a ti mismo". Esto es, ni más ni
menos, en igual medida, con la misma intensidad.
La medida del equilibrio es no hacerle al otro lo que no me gustaría que
me hiciera pero... (muy importante) no permitir que me haga lo que no
sería capaz de hacerle. Esta es la esencia del amor al prójimo.
Con el amor de pareja, que es una suerte de amor al prójimo, se corre,
aún más, el riesgo de amar desequilibradamente. En el Río de la Plata, se
han compuesto y cantado cientos de
tangos en los que el hombre es abandonado por la "percanta" que lo deja
solo y triste. Los boleros, por otro lado, tan queridos por los
latinoamericanos, cuentan historias en que las mujeres, generalmente, son
abandonadas por los hombres. Dos caras de la misma moneda: el amor y el
abandono o la soledad. Esto es la consecuencia natural de amar más al
prójimo que a uno mismo. Cuando el sentimiento por el otro es mayor que
el que se tiene por uno y la relación se termina por cualquier motivo
(fin del amor, muerte, divorcio, aparición de una tercera persona), quien
ama más, se sentirá perdido. Todo su caudal amatorio estaba volcado en
una sola relación y al terminar ésta, ya no hay interés en continuar con
la vida. Muchas mujeres dejan amigas, familiares, trabajos, por seguir a
un amor y si éste llega a terminar, se encuentran solas, con pocas ganas
de empezar de nuevo. Si el plato de la balanza no se hubiera inclinado
tanto hacia la otra persona, la que ama podría rescatar los demás
sentimientos y refugiarse en amigos, familiares y trabajo, para mitigar
su dolor.
Por otra parte, es necesario conocer el amor por uno para poder amar a
los demás. Si no se sabe qué es la emoción amor, ¿cómo se puede afirmar
que se ama al prójimo? Por eso la gente dice, habitualmente, "si no me
amo, no puedo amar a nadie". Es cierto, pero hay que evitar que esta
frase sea solamente un reflejo del egoísmo, del falso amor propio que
habilita a dejar fuera del círculo del amor, todo lo que no sea la propia
persona. Obviamente, si no experimento amor por mí, no podré saber qué es
lo que siento por el otro, ni cómo aumentarlo o incentivarlo.
Lauro Trevisan, el sacerdote brasilero, que ha escrito varias decenas de
libros sobre autoayuda, mentalidad positiva, prosperidad, entre otros
temas, tiene una página estupenda en su libro "Meditaciones".
"Ame al prójimo, sin olvidar que su prójimo más próximo es usted.
Usted sólo puede amar a los otros si, ante todo, se ama a sí mismo.
Si está sacrificando y perjudicando su vida por su dedicación a los
otros, comete una grave equivocación, incluso porque un día obligará a
los otros a sacrificarse por usted, ya que no cuidó de usted mismo como
era su total responsabilidad.
A los otros les dará lo que ya posee. Salud si la posee, alegría y
energía positiva, si las tiene."
Este párrafo es absolutamente ilustrativo, pues señala la inutilidad del
sacrificio por otra persona cuando, finalmente, esa misma persona por la
cual hemos dejado de vivir, se verá perjudicada debiéndose encargar de
nosotros. Detengámonos a tiempo.

Amor incondicional.

Como su nombre lo indica, es el amor que se siente sin condiciones, sin


juicios, sin preguntas, sin cuestionamientos, sin pedir reciprocidad.
Es muy difícil de lograr y, posiblemente, sea casi exclusivo de aquellas
grandes figuras de la historia conocidas por su amor generoso y
desprendido. Hablamos, por ejemplo, de Cristo, Buda, Sai Baba, el Papa
Juan Pablo II, la Madre Teresa y muy pocos más. Para el resto de los
mortales, resulta complejo poder amar sin pedir nada a cambio, sin hacer
reproches, sin poseer, sin cuestionar: amar a la persona más allá de
cualquier límite.
Lo que se practica es la aceptación incondicional: es la
aceptación del otro sin juicios previos. Ejercitar el amor incondicional
y la empatía, requiere mayor apertura, aún, en el que ama, dado que debe
despojarse de creencias y preconceptos a la hora de escuchar a su
semejante. Obliga a tomar lo que el otro es, siente, piensa, hace, desde
la óptica del otro; sin suponer lo que nosotros haríamos o sentiríamos en
esas circunstancias. Es, a mi criterio, la condición más difícil de
lograr, porque nuestro diálogo interno no cesa nunca e,
inconscientemente, estamos siempre pasando todo por el tamiz de nuestra
personalidad. Pensamos que si tiene determinada edad, posición social,
instrucción, cultura, raza, religión, nacionalidad y otras
características, debería ser y responder de una determinada forma, sin
entender que la trama interna del sujeto pudo haberse tejido en forma
diferente a lo que suponemos. No es necesario que nos guste lo que ha
dicho, ni que estemos de acuerdo con él: sólo debemos respetarlo lo
suficiente como para escuchar atentamente y demostrar que hemos oído su
punto de vista con amor y aceptación incondicional.
¿Cómo se hace para practicar esta clase de amor?
Bueno, no es fácil, porque requiere nuestra atención permanente. Hay que
estar alerta a cualquier indicio de actuar con preconceptos. De todas
formas, es la sublimación del amor y debemos comenzar por practicar el
amor al prójimo con sabiduría, sin fisuras, para entender que vamos
transitando el sendero hacia el amor incondicional.
En mis clases, me suelen decir que el amor de una madre es incondicional,
que es el ejemplo más claro de que cualquier mortal puede sentirlo. Sin
embargo, si partimos de la base de que debe ser madre, ya estamos
poniendo una condición. Esa mujer no ama a cualquiera; ama a su hijo. Esa
es la primera y quizás única condición. Por lo tanto será entrañable,
inconmensurable, pero no incondicional. Hace poco, una persona me dijo
que incondicional es el amor por y de los animales. Por cierto, nuestras
mascotas no nos relegan si estamos enfermos, malhumorados o pasando mal;
pero también son muy demandantes de nuestro afecto. En fin, para pensar.

Amor romántico

El amor romántico, que no tiene por qué ser solamente platónico, es el


afecto, el sentido de unión que tenemos por
una persona. Hay personas que pueden pasar la vida sin conocerlo, otras
que lo buscan inútilmente durante toda la existencia y algunos, más
afortunados, que lo sienten en varias oportunidades, a lo largo de los
años. De todas formas, una vez que lo conoces no puedes volver a vivir
sin él, lo cual hace que si por fatalidad lo pierdes, conviertas la vida
en una búsqueda incesante. Pero no todas las personas poseen la misma
apertura mental, espiritual y emocional para reconocer, recibir y vivir
el amor.

Panorama personal en el amor.

Ejercicio I
Elige, entre las siguientes declaraciones, las que más se acerquen a lo
que piensas del amor.
El amor como tal no existe.
El amor ha sido expresado en el mundo por algunos maestros espirituales
como Cristo o Buda, pero está fuera del alcance de los comunes mortales.
No estoy seguro de haberlo sentido alguna vez.
Sé que soy capaz de dar y recibir amor.
Trato de amar libre, plena y valientemente lo mejor que puedo.
Al ser humano lo rigen solamente dos emociones: el amor y el miedo. Todo
lo que no es amor, es miedo.

Ejercicio II

Consta de varias partes


1. Una forma de atraer más amor a tu vida es observar a los personajes
populares o a las personas cercanas a ti que sean ejemplo de amor.
Escribe cómo concibe o concebía el amor alguien que tú admires. Qué
cualidades se destacan en la forma de amar de esa persona.
Ejemplos:
- La Madre Teresa al querer de manera uniforme a los pobres entre los
pobres.
- Mi tía, al perdonar siempre a los que le hacían daño.
2. Permite que vengan a ti muchas formas, aun las más disparatadas, de
lograr más amor en tu vida.
- Buscar una pareja.
- Colaborar con alguna organización solidaria.
- Tener una mascota.
- comunicarte mejor.
3. Prométete un compromiso mayor con el amor. Lo conseguirás con la
planificación de metas personales que irás cumpliendo a lo largo del
plazo que te hayas propuesto.

Objetivos personales para atraer más amor a tu vida

Los objetivos personales, para que sean efectivos, deben tener estas
características:
1. Ser simples. Las tareas más complejas pueden dividirse en más pequeñas
y simples. Por ejemplo, el objetivo "Buscaré al amor de mi vida" puede
sustituirse por "Saldré más frecuentemente para conocer más gente"
2. Ser específicos. El objetivo general "Seré más cariñoso" puede ser más
concreto: "Invitaré a mis amigos a mi casa todos los meses."
3. Comenzar con una acción concreta. En lugar de " Aceptaré más
invitaciones", decir: "Cuando Juan me invite a bailar la semana próxima,
aceptaré contenta".
4. Reflejar los valores, prioridades y deseos defendidos.
5. Estar enunciados positiva y enfáticamente.
Si estás buscando traer más amor a la vida ¿qué te detiene para tomar
esta decisión?

El amor es lo real; lo demás son barreras irreales.

En el libro "Un curso de milagros" (Foundation for Inner Peace), se dice:


"Tu tarea no es buscar amor sino, simplemente, buscar y encontrar todas
las barreras que internamente has levantado contra eso. No es necesario
buscar lo que es verdadero, sino que es necesario buscar lo que es
falso."
El amor es la verdad; cuando éste falta o nos es esquivo, hemos levantado
alguna falsa barrera para impedir que se acerque. Como dice el texto, no
es necesario buscar el amor, sino detectar lo que está impidiendo que se
aproxime.

Ejercicio

1. Considera ahora por qué no tienes más amor en tu vida. Escribe tus
sentimientos y pensamientos al respecto.
2. Completa la frase. "Sería más afectuoso si..."
3. Si algo en tu interior estuviera bloqueándote para ser más afectuoso
¿qué podría ser?
4. Señala entre las afirmaciones siguientes las que reconozcas como
tuyas.
Todavía no ha aparecido la persona adecuada.
Soy feliz como estoy.
Mi vida es plena y satisfactoria como está.
Ahora estoy muy ocupado y no tengo energía ni tiempo para esas cosas.
No soy afectuoso.
No soy bueno, no merezco amor.
Algo anda mal en mí.
Nadie podría amarme si me conociera realmente.
No sé amar.
Soy incapaz de amar.
No quiero problemas.
Temo que me hagan sufrir.
El amor duele.
Ya una vez lo intenté y nunca más.
Podría tener que perder mi libertad.
No estoy preparado para los compromisos.
No puedo confiar en los demás.
Necesito tener el control para sentirme seguro.
No es mi destino el amor.

Poseemos, gracias a la empatía, la capacidad de alcanzar el tipo de amor


con que todos soñamos: intimidad y bondad mutua, compromiso real y
cuidado amoroso. Pero para alcanzar la cima del romanticismo, precisamos
todas las habilidades de una buena Inteligencia Emocional: conciencia
emocional, para evitar confundir el enamoramiento o la sensualidad con el
amor profundo y duradero; aceptación, para reconocer las emociones que
podrían perjudicarnos; conciencia activa, que nos avise lo que va bien y
lo que no.
Por suerte, parte de la educación emocional se ocupa, precisamente, del
amor. De manera que no es necesario ser emocionalmente adulto o muy
inteligente, para conocer el amor. De su práctica, justamente, surgen
algunos rasgos de la evolución emocional.
Por supuesto, tienes que ser capaz de reconocer las oportunidades para el
amor, cuando se presentan. Como ya sabemos, no es posible alcanzar lo que
uno quiere, si no se sabe lo que es.

Para amar con Inteligencia Emocional

Cultiva una atención permanente. Será de gran ayuda para detectar cuándo
se acerca el amor, y una vez instalado, cuándo se está en peligro de
perderlo. Vencido el temor al cambio, se descubre que diferente no
equivale a peor y se pueden operar los cambios que la pareja requiera.
Considera los contratiempos como oportunidades para crecer y no como
problemas. Algunas personas están en tu vida solamente para marcarte
lecciones duras, dolorosas y difíciles, pero no estériles si eres capaz
de ver la enseñanza detrás del dolor. Antes de cargar la culpa al otro,
fíjate qué error has cometido, para no repetirlo.
Respeta los sentimientos del otro. No siempre te gustan. Estar
enamorado no significa no estar nunca furioso, celoso, dolido o
decepcionado. Lo importante es que puedas procesar estas emociones y,
eventualmente, comentarlas. No las razones. Ten en cuenta que hombres y
mujeres somos muy distintos a la hora de sentir y comentar las emociones
amorosas. Mientras que la mujer necesita hablar siempre, aunque no esté
buscando ayuda, el hombre solamente lo hace cuando piensa que de ese
comentario puede surgir una solución.
Conserva la risa y el buen humor en tu vida amorosa.
Para no intelectualizar las emociones, necesitas aceptarlas, y una forma
de hacerlo es por medio de la risa.
Los que no pueden reírse de sí mismos tienen dificultades para enfrentar
los defectos propios y de la pareja, y para recibir las sorpresas que la
vida depara.
Presta atención a cómo te sientes cuando tu amor no está cerca. A veces
te cuesta separarte del ser amado, mientras que si está próximo tienes
una inusitada energía. Este es, indudablemente, un buen indicio de la
presencia del amor.

Cómo saber si es realmente amor

Muchas parejas se separan porque dicen que se han equivocado al elegir.


¿Cómo se sabe si esa persona elegida es la adecuada? ¿Cómo sabes si te
has enamorado de una persona real o del amor? Aquí tienes algunas pautas.
Escucha a tu cuerpo, no a tu mente. Eliges compañeros que tienen que
ver más con lo que piensas, que con lo que sientes. La gente cree que
"estar enamorado" por muchas razones es sexo, capricho, deseo de
seguridad, posición o aceptación social. Cree que ha encontrado el
verdadero amor porque satisface alguna imagen o expectativa. Cada vez que
te enfrentes a debates mentales justificando tu elección o
atormentándote, respira lentamente, relájate para salir de tu cabeza y
examinar el cuerpo. Si persiste la sensación de que algo va mal,
probablemente lo que has elegido no es correcto. Ponte un plazo para
analizarlo; luego estarás en mejores condiciones para tomar la decisión
correcta.
Si las respuestas de tu cuerpo no son las que tú quieres oír, trata de
superar el miedo natural que tienes a la pérdida y al sufrimiento.
Pregúntate: ¿esta relación está llenando de energía la totalidad de mi
vida? El buen amor lo abarca todo con renovada energía positiva.
Contesta: ¿me concentro más y soy más creativo? El amor da una energía
especial inagotable.
Es útil preguntarse: ¿me siento más empático con los amigos, compañeros
o extraños? Porque el amor nos trasciende.
Para encontrar a la persona realmente adecuada, conoce la diferencia
entre aquello de lo que puedes prescindir y aquello sobre lo que no
puedes transar. Hace un tiempo vino a verme una señora muy acongojada
porque luego de un divorcio complicado, había conocido a un hombre que
colmaba sus expectativas emocionales, intelectuales, sociales, pero...
ella no podía superar que a él le faltara una pierna, resultado de un
accidente. Cada uno sabe, sin que tengamos derecho a juzgar, lo que está
dispuesto a admitir y aquello con lo cual no puede transar, más allá de
sus sentimientos.
Aprovecha la oportunidad que te da la vida y permanece receptivo. Por
supuesto esto significa estar más vulnerable. Pero si no te entregas, no
conocerás el valor del sentimiento. Es un riesgo que es necesario correr.
Averigua si estás creando un muro para tapar el miedo a la intimidad.
Puede que vayas perdiendo interés a medida que la otra parte lo va
acrecentando. Pregúntate de qué tienes miedo. Tienes que correr el riesgo
de descubrir en el otro actitudes que no te gusten, pero tú tampoco eres
moneda de oro que todos acepten. Aceptación, empatía, humor son las
herramientas.

El amor requiere atención

En muchas ocasiones, el amor está al lado de nosotros y no lo percibimos.


A veces porque se está más enamorado del
amor que de una persona, por lo cual se idealizan las relaciones y se
pierde la noción del amor como trabajo, porque para cultivar un afecto de
por vida se requiere una constante atención. Por lo tanto:
Dedica tiempo para escuchar al otro cada día.
No dejes un tema hasta que esté resuelto y luego recién pasa al otro.
Haz conocer los sentimientos que están detrás de las discusiones.
Habla de lo que te molesta, desde tu posición, no de lo que supones que
el otro desea o piensa.
Establece límites con tus hijos, familiares y amigos. Es tan fácil
decir "no" como decir "sí".
Comprométete a descubrir la maravilla de tener una relación
emocionalmente sana y estable.
Elige diferentes formas de pasarlo bien con tu pareja.
Aprende a discutir de un modo claro y constructivo.
Es importante encontrar un sentido a tu vida fuera de la pareja y de la
familia.

Lo necesario para ti en una relación personal positiva

Ejercicio que puedes hacer solo o con tu pareja


Menciona tres o cuatro acciones que pueda hacer tu enamorado/a para que
te sientas plena/o.
Menciona tres o cuatro acciones que puedas hacer por tu amor, en el
mismo sentido anterior.
Piensa en algo que hace tu pareja y que te irrita.
Busca formas para decírselo desde tus emociones. Y cuando lo tengas
claro:
Escucha con empatía a tu pareja cuando te explica por
qué uno de tus hábitos le molesta.
Busquen, entre ambos, las soluciones. Presten atención a qué están
dispuestos a hacer para solucionar el desencuentro.

El fin del amor

Esta sensación de unión con otra persona algunas veces desaparece. Lo


ideal es que termine para las dos a la vez y que el cierre de la relación
sea sin rencores ni heridas. Sin embargo, son más frecuentes las
situaciones en que la indiferencia, la ira y el odio sustituyen al amor y
llenan el vacío que la muerte de éste ha dejado.
Cuando rompen la relación que los unía, hombres y mujeres reaccionan en
forma tan diferente, que se preguntan qué hacían juntos. Para muchos, el
duelo al que se enfrentan es más duro que si se tratara de la muerte de
alguno de ellos. Cuando alguien fallece pueden quedar culpas, palabras no
dichas; pero en el fondo se reconoce que ya no hay nada que hacer. Cuando
se rompe la relación, cada uno sigue por el mundo conociendo a otras
personas, entendiéndose con ellas y esto suele resultar insoportable para
los ex miembros de la pareja. Se debe poseer verdadera Inteligencia
Emocional para que el duelo y el sufrimiento no resulten patológicos.
Las personas, en estas situaciones, solemos actuar de alguna de estas
formas:
1. Conflicto no asumido. Se desconoce lo que sucede, se adopta la actitud
del avestruz que esconde su cabeza en la arena y se afirma que allí no ha
pasado nada; son invenciones, imaginaciones del otro.
2. Conflicto abierto. Se reacciona contra todo porque la cólera está a
flor de piel. El conflicto surge siempre, no importa quién lo inicie.
3. Conflicto asumido. Se maneja con Inteligencia Emocional. Se llega al
diálogo, al intercambio de las dos ideas. Cada uno debe poder expresar su
punto de vista, tratando de llegar a un acuerdo positivo para ambos.
Es bueno tener presente que por mala que sea la situación, se consigue
mejorar y que siempre se puede recurrir a expertos que ayuden a cerrar el
capítulo, sin cicatrices. El proceso, al comienzo, es personal y sólo se
da participación a la persona involucrada luego que se ha sanado
interiormente. Cuando, forzado por las circunstancias, le das
intervención antes, los resultados son inevitablemente dolorosos.
Para auxiliarte mientras no acudes en busca de ayuda, o por si lo vas a
resolver por ti mismo, te acerco algunas sugerencias para terminar una
relación lo mejor posible.
1. Lo que callé para no herirte. Expresión de INTELIGENCIA EMOCIONAL es
no decir todo lo que se siente para evitar herir. Ahora, podrías hacer
una lista de todos los temas que no tocaste y las palabras que no dijiste
para no herir a la persona que hasta ayer amabas o que te amaba. Por
ejemplo: no estabas a mi altura culturalmente; tu familia no me quería;
nunca me gustó cómo te vestías; estaba harto de trabajar y no disfrutar
nada.
2. Lo que te perdono y me perdono. Siempre las culpas son compartidas. Es
necesario perdonar al otro para liberarse y saber perdonarse uno mismo
por los errores cometidos que, en algunos casos, llevaron a la ruptura.
3. Revalorizar tus puntos buenos. Que la ruptura no se lleve tu
autoestima. Destacar las cualidades que tuviste y seguirás teniendo, a
pesar de lo que diga la otra persona.
4. Ver la vida de otra manera. Cambiar de enfoque. Intentar ver la vida
desde otro punto de vista y analizar cómo juzgarías si le aconteciera a
otro.
5. Carta a la otra persona involucrada para liberarte de la culpa. No es
necesario enviarla, pero es una buena demostración de sanación interior,
escribirla. Quizás, lo mejor es romperla luego de redactarla.
6. Algunos rituales ayudan a cerrar la relación. Puedes elegir una linda
caja y poner en ella todos los objetos que te involucren emocionalmente
con la otra persona: el boleto de la primera salida, la entrada al
teatro, la flor seca, la cartita, la foto que se sacaron juntos, la ropa
interior que dejó en tu casa. Haces con ella un buen paquete y se lo
envías. Así se da por culminado. Muchas personas se resisten a enviarlo y
lo guardan; cada vez que lo ven, reviven el dolor.
7. LO QUE PASÓ FUE UN CASO AISLADO Y NO DEBERÍA CONDENARTE AL DESAMOR.
Enumerar qué aspectos de tu vida pudo afectar la desilusión.

Inteligencia Emocional en el amor

Ejercicio
Señala con cuáles de estas afirmaciones estás de acuerdo. Hazlo
cuidadosamente, pues demuestran tu nivel de INTELIGENCIA EMOCIONAL.
Sé cuidar de mí mismo emocionalmente.
Me gustas porque eres divertido y resulta agradable estar contigo.
Tener una relación contigo me hace sentir mejor conmigo.
No tengo miedo de decirte que te quiero.
No espero que siempre estés de acuerdo conmigo.
Sé que lo que obtenga de la relación está estrechamente relacionado con
lo que haga por ella.
Las decisiones importantes se toman por consenso.
Sé que te importa cómo me siento.
Sabes que me importa cómo te sientes.
No tengo miedo al cambio.
En cuanto conozcas a otra persona me abandonarás.
Me ocupo de ti porque debo hacerlo.
Espero que me lo retribuyas.
Tener una relación contigo me pone a prueba permanentemente.
No podría vivir sin ti.
Si me amas, estarás de acuerdo conmigo siempre.
Repasa lo que leíste anteriormente sobre el amor y saca tus propias
conclusiones.

Meditación del amor

Con los ojos cerrados y en una posición cómoda, pones tu mano derecha
sobre la zona del corazón. Si lo deseas, puedes acompañar este gesto con
una suave sonrisa, que refleje el estado de tu interior. Con el honesto
deseo de beneficiarte personalmente, así como a los que contactes, haz
algunas inspiraciones profundas, lentas, suaves, que progresivamente
vayan desconectándote del exterior, de ruidos y voces ajenas. Dirige tu
atención a la zona del corazón, mientras comienzas a percibir una calma
sanadora que disuelve cualquier malestar que te haya estado molestando
últimamente. Siente cómo la zona se abre lentamente a nuevas
experiencias, dejando atrás durezas y exigencias. Es posible que alcances
a percibir una suave y cálida sensación de bienestar dominando la zona.
Mientras sigues respirando a un ritmo lento y suave, sin presiones,
concentrado en tu bienestar, comienzas a percibir que momentáneamente
habías perdido esta placidez, tan angustiado como estabas por
limitaciones de emociones paralizantes y entorpecedoras. En tu interior,
hay un inconmensurable caudal de amor puro esperando para salir. El deseo
permanente de bienestar, felicidad y liberación de todo sufrimiento, no
es más que una expresión de ese amor puro. Percibiendo que cada vez estás
más en contacto con esa sensación de beatitud espiritual, puedes comenzar
a decir frases positivas que te motiven a dejar, de una vez y para
siempre, el dolor, el sufrimiento, las exigencias físicas, mentales y
emocionales, para dar paso a ese estado de bienestar que nos corresponde
por derecho propio. Haz las afirmaciones de manera vívida y realista,
mientras tu corazón sigue emitiendo ondas cálidas de bienestar. Tu mano
sigue apoyada en la zona cardíaca y eres consciente del poder inmenso
que, imperceptiblemente, reside en ti.
Puedes repetir mentalmente:
"Que me libere del dolor y el sufrimiento; que me aleje del enojo y la
confusión".
"Que encuentre la anhelada paz, y ella se refleje en mis relaciones
personales".
"Que sólo surjan de mí, expresiones de amor y tolerancia".
"Que mis miedos y limitaciones desaparezcan para siempre".
"Que cambie la visión de mi vida, y florezca una forma sana de existir".
"Que sea feliz y pacífico".
"Que emane de mi corazón la plena alegría de vivir".
Ahora que ya estás tranquilo, que recuperaste la serenidad natural en tu
corazón, que alejaste temores
y sufrimientos desde la conciencia del poder divino que te pertenece,
verás frente a ti a una persona muy querida, con la cual tienes una
relación magnífica, pero que al igual que tú, posiblemente, posee temores
y rencores que no la dejan vivir en armonía. Desde tu corazón brota una
luz incandescente que llega a su corazón, para producir el mismo efecto
que tuvo en ti; mientras esa iluminación se apodera de tu ser querido,
repites para él estas frases.
"Que te liberes del dolor y el sufrimiento; que te alejes del enojo y la
confusión".
"Que encuentres la anhelada paz, y ella se refleje en tus relaciones
personales".
"Que sólo surjan de ti, expresiones de amor y tolerancia".
"Que tus miedos y limitaciones desaparezcan para siempre".
"Que cambie la visión de tu vida, y florezca una forma sana de existir".
"Que seas feliz y pacífico".
"Que emane de tu corazón la plena alegría de vivir".
Cuando hayas finalizado, lentamente cuentas del 1 al 5 y abres los ojos,
pleno de bienestar, paz y amor, tanto que puedes irradiarlo y contagiarlo
al mundo. Esa es tu misión.
1, 2, 3, 4, 5

Autoestima

Intentos de definición se encuentran muchos, pero como emoción que es, no


puede más que describirse.
Así, he leído decenas de definiciones. Te trasmito algunas de ellas.
Jorge Bucay. "La autoestima es considerarse a sí mismo alguien valioso,
porque estimar es evaluar más allá de lo que se supone que debería o no
debería ser; es decir reconocer el valor que uno tiene." ("De la
autoestima al egoísmo". Editorial Nuevo Extremo, Buenos Aires, 1999).
Bernabé Tierno. Estudioso autor español, especialista en psicopedagogía,
dice: "La autoestima es la idea, concepto u opinión que el ser humano
llega a formarse sobre su propia valía y su capacidad, cualidad y méritos
en general." ("La fuerza del amor", Planeta, Madrid, 1999).
Niké Arts, equipo de pedagogía: "La autoestima es una capacidad
intrínsecamente ligada al concepto que tenemos de nuestra propia persona,
pero también a la idea que de nosotros mismos proyectamos sobre aquellos
que nos rodean". ("Las emociones", Robin Book, Barcelona, 1997).
Sharon Wegscheider- Cruse: "Un niño aprende a desarrollar su autoestima
cuando ha recibido mensajes que afirman o validan su existencia, sus
elecciones, sus capacidades, ideas y planes. Si esto no se ha apoyado,
tiende a sentirse menos importante o valorado que los niños que le
rodean." ("Aprende a quererte", Neo Person, Madrid, 1995).
De manera, entonces, que la autoestima es el valor que uno se da, en
función del valor y el respeto que le tienen los demás.
Es la autoestima la que nos lleva a pensar que somos inteligentes o
limitados, atractivos o no, simpáticos o antipáticos, prácticos o no,
empáticos, sociables, buenos para el arte, las matemáticas, malos para el
amor, etc. Cada uno podrá dibujar la imagen que tiene de sí mismo. Ella
varía con la edad y las experiencias de la vida.
La autoestima tiene su origen en nuestros padres. Basta un ejemplo para
ilustrarlo. Una pareja tiene cuatro nenas, las ha criado con amor y les
ha dado todo lo que ha podido. La señora está nuevamente embarazada.
¿Cómo será la expectativa
de esa pareja frente al próximo nacimiento? ¿Será lo mismo que sea varón
o mujer? ¿Apreciarán de la misma forma la llegada de un varón?
He conocido varios casos de personas totalmente despreciadas por sus
padres por no ser del sexo que deseaban. ¿Cuántos padres ignoran a sus
hijas porque no pueden acompañarlos al fútbol o a pescar? ¿Cuántas madres
educan como niñas a sus varones, porque era su ilusión tener una nena
coqueta?
Allí están las bases de la autoestima.
Posteriormente, cuando los niños no cumplen con las pautas o las
expectativas de los padres, caen en desgracia; no se los aprecia como
seres únicos e irrepetibles.

Medición de las creencias sobre autoestima

Ejercicio
Fíjate si has oído algunas de estas afirmaciones con relación a ti.
Nunca serás tan linda como tu hermana.
No tienes ninguna gracia.
Todo lo que haces, lo haces mal.
Te lo dije.
Estoy orgulloso de ti.
Si alguien puede hacerlo, tú también.
Cuidado con eso, no eres bueno para las manualidades.
¡Qué torpeza!
Lo tuyo no es el fútbol, dedícate a estudiar.
Tuviste una brillante idea.
Arréglatelas como puedas.
Puedes contar conmigo.
Si resultas embarazada, igual te querré.
¡Si tienes un hijo, te mato!
Los trapos sucios se lavan en casa.
Eres una persona muy especial.
Es un placer estudiar contigo.
Pero quebremos una lanza por los padres. Muchos provienen de hogares
donde la autoestima se desconocía. Son opacos, inseguros, incapaces de
tomar decisiones; nunca fueron bien tratados. Por allí, leí que algunos
padres son personas a las que les sucedió tener hijos. Realmente, aun
cuando se trate de hijos queridos y buscados con amor, pueden los padres
no haber tenido la formación necesaria para criarlos. No es fácil asumir
con responsabilidad la educación y crianza de los hijos. Han actuado como
pudieron o como supieron. La mayoría de los padres quisieron a sus hijos,
aunque no tuvieran las herramientas para educarlos mejor.
Ahora que somos adultos y tenemos conciencia de estas limitaciones,
debemos asumir la responsabilidad de cambiar y modificar la autoestima.
Algunos niños han sido exigidos hasta la perfección, otros abandonados,
maltratados, castigados, despreciados y otros valorados y amados. Pero
todos somos adultos responsables del valor que tenemos hoy día y del
reflejo que de ese valor damos a la sociedad. Los niños con buena
autoestima son abiertos, confiados y comunicativos. Esto los hace darse
más a los otros, lo cual, por la respuesta que obtienen, alimenta aún más
su confianza.
Un niño (y también un adulto) con baja autoestima, sin creencia en su
propio valor, está constantemente buscando la aprobación ajena para,
probablemente, aumentarla. Si el otro le tiene consideración y lo
aprueba, crece su autoestima.
Si llega a pensar que los demás lo critican, se burlan o lo desprecian,
será menor su autoestima y, en consecuencia, la confianza, por lo cual
cerrará el círculo generando esos sentimientos en los demás.
Para sacar al niño de este estado de retroalimentación, será necesario
destacar algo, por pequeño que sea, que haga bien. No hay nadie tan
incapaz, tan insensible ni tan torpe que no cuente con algo bueno.
Es tarea de los adultos fortalecer esa autoestima, destacando lo bueno.
Con pequeños logros continuados se irá reafirmando su valor.
Si valorar a los niños es importante, apreciar a los adolescentes es
vital. En esta etapa los referentes son sus pares; hay una gran necesidad
de pertenecer a un grupo y cumplir sus reglas. Se visten igual, van a los
mismos lugares, fuman, se drogan, toman alcohol, mantienen relaciones
sexuales, como lo hacen los otros. Del valor y la contención que reciban
en su familia, dependerá su autoestima, la seguridad y la firmeza que
posean para desafiar al grupo y desoír a sus pares. Los que tratan con
adolescentes deben prestar especial cuidado en no etiquetar, pues el
joven funciona muchas veces de acuerdo a como los piensan los demás. Una
crítica hecha sin Inteligencia Emocional puede destruir la autoestima del
joven.
Frente a una discusión fuerte, casi una pelea, entre jóvenes o
adolescentes, en la cual la autoestima de uno o varios de ellos esté en
juego, el proceso correcto a seguir es:
Hablar con los que están peleando.
Hacerles entender la empatía, en la teoría y en la práctica.
Hacerlos reflexionar, por escrito si fueran menores.
Explicarles cómo deben desarrollar la discusión para
que no se transforme en pelea.
Las claves a destacar son:
la tolerancia,
la capacidad de esperar,
la aceptación del otro con sus diferencias,
la capacidad de cambiar sin lesionar la autoestima.
Si quieres que tu hijo sea mejor que tú y tenga lo que a ti te faltó, no
lo obligues a seguir el destino que querías para ti.
Es pésimo para la autoestima del joven indicarle los sacrificios que has
debido hacer por él y transmitirle tus frustraciones transformadas en
exigencias que él debe cumplir. Nadie puede vivir la vida por otro.
Si por el contrario, estás en la otra orilla y has vivido tratando de
concretar el sueño que tus padres no pudieron, di "basta". Seguramente tu
misión en la vida no es cumplir los deseos ajenos. No viniste para
redimir las necesidades de tus padres, abuelos, hijos, pareja, amigos, o
jefes. Estás en el mundo para vivir con responsabilidad, desarrollarte y
crecer con amor al prójimo y a ti mismo. Tus deseos, en la medida en que
sean razonables y justos, sólo dependen de ti.
El que crea que eres una prolongación de su vida y que a través de ti
será inmortal, está equivocado. La inmortalidad se la dará el buen
recuerdo que tengas de él y ¿cómo se puede recordar con amor a alguien
que te transmite sus frustraciones y te hace responsable de revertirlas?
La autoestima se adquiere y se desarrolla por la buena opinión y los
juicios positivos que los demás manifiestan sobre ti y porque acumulando
pequeños éxitos llegas a convencernos de que eres verdaderamente capaz.

Situaciones familiares que desfavorecen la autoestima en los niños:

1. Familia represora. "Eres malo", "tú no piensas eso", "cállate que es


cosa de grandes", son expresiones que van anulando al niño.
2. Familia numerosa o reducida. El niño cree que el microcosmos de su
familia representa la vida en el mundo, y se equivoca.
3. Familia excesivamente ambiciosa. Nada les viene bien, todo es poco.
4. Familia con poca autoestima. La autoestima y la seguridad personal se
contagian y se trasmiten.
5. Sobreprotección o indiferencia. Crean una falsa realidad. La vida
madura es el resultado del equilibrio.
6. Hijos no deseados o de sexo no querido. Nunca llegan a saber por qué
están en el mundo. Nacen sin colmar las expectativas de sus padres y
viven intentando complacerlos y agradarlos.
7. Familias automarginadas. Divorciados, extranjeros, con poca cultura o
bajo nivel económico, van convenciendo al niño de que es limitada su
condición y de que nunca lo podrán superar. Viven estigmatizados.

Ejercicio para desprenderte de esta influencia

1. Fíjate cómo es hoy la vida de tus hermanos. Compárala con el valor que
tu familia les daba, cuando eran niños.
2. Analiza cómo vivían tus padres. Cubre su pasado con un manto de amor.
Quizás, también, fueron víctimas de su educación y circunstancias.
3. Escribe una carta de agradecimiento a quienes te ayudaron, en el
acierto o en el error, a formarte.

Concluye así esta etapa. Ahora corresponde que te hagas responsable de tu


vida, sin excusas.

La autoestima en el adulto.
Una vez que te has desprendido de lo que han puesto en ti tus padres y
empiezas a reconocer tu valor personal, corres el riesgo de trasladar esa
necesidad de aprobación a las personas de tu entorno. Si bien la
autoestima depende del valor que te den los otros, lo que hagas con ese
valor y el respeto que te tengas, depende de ti.
Si desperdicias tu vida queriendo ser como el otro o teniendo lo que
posee el vecino, no has madurado. Crecer, también, es ser consciente de
las propias necesidades y limitaciones.
La autoestima, ahora, será darte permiso para pensar, sentir, expresarte,
valorarte, sin temer los juicios ajenos.
Ya eres capaz de marcar tu propio valor. La medida del respeto que te
tengan los demás, ahora, depende de lo que sientas por ti.

Pautas para aumentar la autoestima

1. No postergar. Las personas que siempre se están preparando para cuando


llegue la condición que las habilite, no viven nunca. Se escudan en
excusas para no obrar: soy muy joven, muy viejo, no tengo dinero, no soy
capaz, no es el momento, estamos viviendo una crisis. Para ellos la vida
es un ensayo general, pero nunca estrenan la obra.
2. Aceptarse sin necesidad de aprobarse. Cuando eres consciente de tus
virtudes y defectos, puedes trabajar para cambiar. Aceptación, porque sin
ello no hay reconocimiento; sin aprobación, porque nos permite el cambio.
3. Aceptación de la realidad. Permite crecer sin envidiar la situación
ajena. No me refiero a no intentar mejorar o cambiar la realidad; hablo
de no luchar contra molinos de viento. Si tienes el cabello lacio y lo
quieres rizado, si lo tienes negro y lo deseas rubio, podrás apelar a
sistemas artificiales que logren la modificación. Pero si tienes manos
grandes o eres muy alto o bajo, tendrás que aceptar la realidad como es.
No se puede malgastar la vida en querer ser lo que no se es. "Es lo que
hay", se usa decir ahora, y vivirás con ello.
4. Buscar referentes. Para pensar por ti mismo, es necesario que conozcas
todas las opciones. Una vez que lo has hecho, puedes admirar a quien se
acerca a tu forma de sentir o de pensar. Son modelos humanos,
filosóficos, prácticos.
5. Competir con uno mismo. Es la única competencia saludable. Si te
expones para compararte y ganarle al otro, perderás más de lo que puedes
obtener. Siempre habrá alguien más inteligente, tesonero, rico, lindo,
exitoso y comprobarlo destruirá tu autoestima. Si hoy eres mejor que
ayer, has ganado.
6. Ser coherente. La mayor muestra de autoestima es sentir, pensar y
hacer, en el mismo sentido.
7. Reconocer el esfuerzo. Las felicitaciones y el reconocimiento propio
son de mucho valor en la autoestima, tan apreciados como los que vienen
de afuera. Nadie más que tú sabe el esfuerzo, la dedicación y el trabajo
que has puesto.
8. Contagiar autoestima a los demás. Si te sientes seguro, no tendrás
inconvenientes en reconocer cualidades en los otros.
9. Aceptar ser una persona en constante transformación. Lo que ayer
pareció adecuado, hoy puede ser obsoleto. Tienes que formar parte de la
dinámica de la vida. Lo único constante es el cambio. No le temas,
cuentas con las herramientas adecuadas.

Pensamientos enemigos de la autoestima.

David Burns, en su libro "Autoestima en 10 días" afirma que la falta de


autoestima puede deberse a pensamientos distorsionados, entre los que
cita:
1. Generalización. Un concepto que puede ser cierto en un aspecto,
resulta inválido cuando se lo pretende generalizar. "Todos los hombres
son iguales", "No soy bueno para estudiar", "La plata llama a la plata".
2. Precipitarse en las conclusiones. Se concluye, se presagia, que todo
saldrá mal. Con esos antecedentes, se dice, es imposible que resulte de
otra forma.
3. Descartar lo positivo. Los buenos aspectos de la persona o de la
situación, no se tienen en cuenta.
4. Amplificación o minimización. Exagera o disminuye la importancia de
sus valores y problemas.
5. Razonamiento emocional. "Me siento como un idiota, lo debo ser", "Me
trató mal, seguro no me quiere más". Se concluye, racionalmente,
partiendo de emociones.
6. Afirmación hipotética. Se critica con "debería" "es su obligación" "yo
en su lugar"...
7. Rotulación. En lugar de reconocer un error, se rotula como estúpido
por ello. Se etiqueta, se clasifica.
8. Culpa. Se convierte en un imán de culpas propias y ajenas.

Ejercicio I de generalización

1. Escribe una frase o palabra que asocies con:


jubilación,
amor,
hombres,
Dios,
vida,
muerte,
ocio,
televisión.
2. Invita a un compañero, pareja o persona cercana a que haga lo mismo.
Verás qué difícil es coincidir en algo. ¿Cómo puedes, entonces,
generalizar?

Ejercicio II de generalización

Anota cuánto calzas y pregúntale a las personas de tu entorno.

Ejercicio III de generalización

Examina qué piensas frente a estas afirmaciones y luego, pregúntale a las


personas de tu entorno:
La juventud está perdida.
Las apariencias engañan.
Lo peor ya pasó.

Ejercicio para eliminar la costumbre de rotular o etiquetar

1. Describe cuatro realidades que sean válidas para un momento concreto


del día de hoy y que pierdan validez, pasado el momento.
Ejemplos: Acabo de almorzar
Escribo una carta
Hay sol
Tengo frío
2. Describe cuatro situaciones de tu vida o de la vida colectiva de la
sociedad que fueron ciertas en el pasado y que ahora no lo son.
Ejemplos: Hubo epidemia de gripe en el invierno.
El sábado azotaron fuertes vientos en todo el país.
Inglaterra y Argentina se enfrentaron el la Guerra de las Malvinas.
Como surge de este ejercicio, hay situaciones que son muy reales y
válidas en un momento, pero pierden vigencia una vez transcurrido el
tiempo.

Tolerancia.

El diccionario define tolerancia como "consideración y respeto hacia las


creencias y prácticas ajenas". Tolerancia es, entonces, respetar al
diferente. Es una actitud o emoción que nos permite aceptarnos a nosotros
mismos y al prójimo. Exige mentalidad abierta y destierro de prejuicios y
juicios. La comprensión, la tolerancia y la aceptación son facetas del
amor y la empatía. Mostrarnos tolerantes y comprensivos, no significa
renunciar a nuestros valores y convicciones, sino que es aceptar la
existencia de otras personas y su derecho a ver la vida a su modo y a
sustentar diferentes valores a los nuestros.
No es fácil hablar de tolerancia cuando se vive en un mundo básicamente
egoísta, impaciente, exitista a cualquier precio, y en el cual la gente
está cada vez más distante, "ocupada" con sus propios temas. Parece una
forma muy negativa de encarar un tema tan positivo como la tolerancia,
pero se necesita reflejar esta realidad, para diferenciarnos como
personas que trabajamos para mejorar nuestra Inteligencia Emocional.
Los humanos nos hemos olvidado de los principios básicos, de los valores
intrínsecos de los seres divinos (por hijos de la divinidad), para dar
paso a la imposición y al encierro. Cada uno vive en su metro cuadrado,
levanta muros de
adoquines con rejas y alambres de púas electrificados para que nadie se
acerque. Más allá de los muros de esa baldosa emocional en que vivimos,
no existe nada.
De esta forma, cada vez nos alejamos más de la realidad por y para la que
fuimos creados, distorsionamos la misión para la que vinimos a poblar el
planeta.
Si haces un poco de memoria, recordarás que creciste oyendo a tus abuelos
decir que el hombre debe ser generoso, tener ética, que la palabra
empeñada vale lo mismo que un documento y todo aquello que no sólo te
repetían para que aprendieras, sino que lo veías practicar en cada acto.
Hubo excepciones, claro, de pronto la tuya pudo ser una.
Pero, recordarás que las Sagradas Escrituras hablan de amor al prójimo,
de que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza (obviamente, no es que
se le parezca físicamente).
Una expresión del amor al prójimo es la tolerancia, pariente de la
paciencia y que sentida genuina y generalizada-mente, obra maravillas.
¿Pero qué encierra, realmente, esta palabra?
Pues es aceptar, por medio del respeto, las ideas, acciones y
sentimientos del otro, partiendo de la base de que es diferente a
nosotros.
La tolerancia está basada en la diferencia y en la aceptación pacífica de
esa diferencia. No confundirla con piedad o compasión. No es lástima, es
aceptación. Tampoco es soportar porque en su base está el respeto.
Tampoco equivale a sentirse superior porque uno tolera al diferente, pues
esa diversidad puede obrar a favor del otro. Cuando tú compartes algunos
aspectos de tu vida con alguien de distinta religión, de otra raza, de
otras ideas políticas o de diferentes costumbres sociales, y lo haces en
forma pacífica y amable, estás practicando tolerancia, pero salvo
ese rasgo de civilización, nada te hace mejor que otros: es una opción de
vida. O aceptas las diferencias o las combates, en el entendido de que
tus cualidades son mejores. ¡Pobre de ti, si eliges combatirlas!
La base de la tolerancia debería adquirirse en la familia, célula central
de la sociedad. Resulta paradójico que sea en la familia, más que en otro
ámbito, precisamente, donde deba practicarse la tolerancia. Por estas
latitudes, no así en algunos países orientales, dos personas que se
eligen libremente, se conocen y deciden sentar las bases de una familia,
deben asumir, en consecuencia que, a pesar del amor, sus similitudes y
sus diferencias han de ser muchas.
Conocer y aceptar que otra persona puede ser, sentir, vivir, creer,
actuar de una manera distinta a la nuestra, es la definición de la
tolerancia. En esencia, es saber que somos diferentes: ni mejores ni
peores, distintos.
¡Pero qué difícil resulta a veces!
Para reconocer que eres distinto, primero debes analizar, y al hacerlo,
casi siempre te ves tentado a juzgar. El hombre, imperfecto, juzga y
sentencia que su manera de ser o de sentir es la mejor. ¿Quién te dijo,
por ejemplo, que es mejor ser blanco que amarillo o negro? ¿Quién te
convenció de que la religión que tú practicas es la válida? ¿Quién te
dijo que tu cuadro de fútbol es el único merecedor de fanatismos? ¿Quién
te vendió la idea de que hay una sola forma de amar o de entender a la
gente? ¿Cómo sabes que detrás de esa persona omnipotente, no se esconde
un ser temeroso que requiere tu atención de la única forma que conoce: la
prepotencia?
Te podría llenar el libro de ejemplos. En mis clases, habitualmente, se
percibe que las personas oscilan entre la piedad y el reclamo de atención
para sí mismas, pero pocas veces están dispuestas a atender las
necesidades del hermano.
Con los hijos, producto de la célula familiar, también debe practicarse
continuamente. Tienen gustos y costumbres que no entendemos: salen a
bailar a la hora en que nosotros regresábamos, viven de una forma
independiente, no nos hacen mucho caso y, por supuesto, creen ser los
dueños de la verdad.
La tolerancia no es "aguantar" situaciones porque no hay más remedio o
por comodidad, nunca es soportar; es aceptar. La tolerancia no es
paciencia, es respeto.
Es posible que exija sacrificios y mucho amor, pero permite vivir en paz.
No es útil amordazar la ira cotidiana con la cinta de la tolerancia; es
necesario enfrentar día a día los problemas y elegir tolerar, cuando la
situación lo amerite.
Dice Mary Baker Eddy en "Ciencia y salud", que "la ira que sólo está
aplacada no está destruida, sino parcialmente consentida" y se podría
agregar, y en cualquier momento va a explotar.
Este tema, como ya te habrás dado cuenta, está estrechamente vinculado
con el amor, con el amor que se siente por uno mismo y por el prójimo.
El límite sutil entre el exceso de tolerancia y la falta de amor a sí
mismo, es muy delgado.
Muchas personas se postergan y toleran que los avasallen en sus valores o
gustos porque aman demasiado a alguien o porque no exigen el respeto que
brindan. No es una situación sana.
La tolerancia es respetar al que piensa y es diferente, pero no es
soportar al mal educado o egoísta.

Ejercicio de afirmaciones

Te invito a repetir estas afirmaciones:


1. Me pongo en el lugar de..............., sin juzgarlo.
2. Escucho los argumentos de............, para comprenderlo.
3. Hoy intento ser tolerante con............
Esta emoción que produce la tolerancia no debe confundirse con la
incapacidad para decir ¡NO! a tiempo. Tolerar es saber que hay gente
distinta y que tiene los mismos derechos que tú, pero también
obligaciones.
Tienes que hacer un arreglo en tu casa y pides varios presupuestos;
mientras estás analizándolos, uno de los posibles trabajadores te llama
todos los días sugiriéndote que optes por el suyo, a la vez que
desprestigia las otras posibilidades que tienes. ¿Dices "SI" para
sacártelo de encima o contratas al que te conviene, respondiendo con
firmeza y seguridad? Aquí no se trata de tolerancia, sino de debilidad.
Eres practicante de una religión y tu adorado hijo se enamora de una
joven que adhiere a otra. ¿Apoyas la relación porque por sobre todo debe
estar el amor, o haces la guerra hasta lograr que tu hijo deje a la
joven? Aquí sí, es respetar las creencias de otra persona. No te
disminuye; por el contrario, te enriquece, actuar con tolerancia.
El primer requisito, y quizás el más difícil, es tener la capacidad y la
voluntad de eliminar nuestra natural tendencia al juicio. No es fácil,
porque has creado tu marco de referencia durante toda la vida, y tienes
claro lo que es bueno y lo que no, lo que es trascendente y lo que no,
para ti. En el momento de analizar la perspectiva ajena, es necesario
suspender la propia.
Lo importante es reconocer el valor de nuestras semejanzas y diferencias.
No podemos cambiar de raza ni de género; hemos tenido una educación que
no podemos deshacer. Necesitamos una comprensión empática e intelectual
para "traducir" las experiencias de los demás a nuestra perspectiva.
Asimismo, el hecho de que no hayamos experimentado
personalmente algo, no le quita importancia ni mérito a que otros lo
hayan vivido.

Recompensas que puedes sumar:

Sabes trasmitir mejor tus ideas.


Enriqueces tus puntos de vista.
Aumentas tu capacidad de resolver problemas y de disfrutar del mundo que
te rodea.
Logras la comprensión que reduce el miedo, el fanatismo y los prejuicios.
Trabajas más eficazmente con otros, porque comprendes más claramente sus
problemas y preocupaciones.
Ves las limitaciones de tu propia forma de ser y de actuar, expandiendo,
así, el conocimiento de quién eres.
La tolerancia va a lo profundo del ser humano. Al buscar más allá de las
capas superficiales (el color de la piel, la religión, el barrio, la
condición social, el cuadro de fútbol, la postura política, la opción
sexual) ves el interior del alma y el corazón, y descubres que no son tan
diferentes.

Para ejercitar la tolerancia.


1. Comienza con una buena disposición a escuchar.
2. Busca circunstancias atenuantes.
3. Intenta ser objetivo. Debes aprender a distinguir la imagen que tienes
de una persona, siempre mezclada con tus temores y deseos, y la verdadera
realidad de lo que la persona es.
Una mujer le contaba a una amiga que su vecina era muy mala como ama de
casa. "Deberías ver qué sucios tiene los niños y su casa. Es casi una
vergüenza vivir en el mismo barrio que ella.
¡Mira esas ropas que ha puesto a secar. Mira las rayas negras en las
sábanas y toallas!"
La amiga se acercó a la ventana y dijo: "Me parece que la ropa está
limpia, las rayas están en los vidrios de tu ventana".

Meditación para ser flexible y tolerante

Busca una posición cómoda, con los ojos cerrados y comienza a inspirar
lentamente. Con cada inspiración, entras en un nivel más profundo de
relajación.
Imaginariamente, te encuentras en un jardín. Es un lugar que te resulta
conocido, donde tu serenidad está en consonancia con la calma del
paisaje. Por lo menos a eso aspiras.
De pronto, mientras caminas, un viento que comienza siendo una suave
brisa y se convierte en una fuerte ráfaga, se apodera del lugar. Las
hojas de los arbustos y árboles, también las flores, empiezan a moverse
al compás del viento. Se inclinan para un lado y para el otro, sin
quebrarse. Ahora, sin que puedas evitarlo, el movimiento te invade y con
cada oscilación te desprendes de rigideces e intolerancias. Al compás del
viento, vas perdiendo tus limitaciones. Ves cómo vuela tu negatividad,
para otro lado sale el rencor; la necesidad de juzgar se va hacia la copa
del árbol más próximo. Tus defectos te van abandonando y con cada
limitación que se va, tu flexibilidad se hace más notoria. Tu cuerpo, tu
interior y tus emociones se "ablandan"; tus acciones y tus palabras se
vuelven acertadas y se apodera de ti una infinita tolerancia.
El viento cesa, el aire se calma, el perfume de las flores que el viento
ha esparcido, lo invade todo: el jazmín te tranquiliza, la rosa te
enamora, la margarita se muestra orgullosa, los girasoles buscan al sol
entre las nubes y las glicinas penden, tranquilas, de sus ramas.
Todo está en orden; percibes que el paisaje de tu interior también se ha
calmado.
Una lluvia mansa e intermitente comienza, lentamente, a caer. Cada gota
que toca tu cuerpo cicatriza una herida; cura un dolor. Permite que cada
gota caiga donde más la necesites y que este maná purifique, también, tus
emociones.
Tienes la certeza de ser flexible, tolerante, amoroso y a la vez
práctico; haces y dices lo mejor para todos. Pides a los demás,
reciprocidad.
Ya no sientes presión ni necesidad de juzgar.
Lentamente, regresas a la realidad consciente.
1, 2, 3, 4, 5.

Gratitud.

Muchos de nosotros, por no decir todos, buscamos de manera consciente o


inconsciente la paz espiritual; la forma de estar en esta vida, que de
por sí tiene tantos sobresaltos, en paz.
Si se le pregunta a cualquier persona qué es lo que más desea en la vida,
contesta: ¡paz!
Muchas veces se conquista de manera fácil y en otras ocasiones, la
cuestión es complicada, porque aparecen necesidades de diferente índole
que atosigan a la persona, sin permitirle lograr la tan anhelada paz.
La gratitud es una de las llaves que permite abrir la puerta que conduce
a ese maravilloso jardín, llamado paz.
Las personas contabilizamos con la mente lo que nos falta, y con el
corazón, lo que tenemos, por ello nos cuesta tanto reconocer lo bueno que
la vida nos da.
Si te invito a reflexionar sobre qué cosas posees y qué te falta, te
llevarás una sorpresa al notar que el inventario de "todo lo que me
falta" es mucho más rápido y completo que el de "las cosas que tengo".
Cuando piensas qué cosas te faltan dices rápidamente: dinero, paz,
tranquilidad, amor, salud, trabajo, hijos, oportunidades, armonía
familiar. Si te apuro un poco al decir las que te sobran piensas en las
negativas: soledad, problemas, escasez, conflictos, trabajo, deudas,
estrés.
No piensas, momentáneamente, que tienes piernas que te conducen, amor de
la familia, facultades mentales, el tesoro más rico y más ignorado: la
posibilidad de recibir un nuevo día cada mañana.
Algunas personas piensan que si tienen en cuenta esas pertenencias tan
generales, es porque les faltan las más concretas que les dan felicidad.
Parece que tener salud, armonía, la posibilidad de saludar un nuevo día
cada mañana, suena como tonto. La gente quiere el 5 de Oro; tener la
posibilidad de ver un nuevo día, es obvio; no piensa en disfrutar de un
atardecer soleado, porque eso se da por descontado.
Te voy a decir un secreto: cuando uno comienza a tener en cuenta las
pequeñas cosas que posee, las grandes se presentan naturalmente.
Con una técnica tan sencilla como agradecer lo pequeño (esas cosas que
damos por sobreentendidas), comienzan a darse las otras, esas que nos
costaba tanto conseguir.
Por eso el agradecimiento es la llave que abre todas las puertas. Veamos
cómo se hace para encontrarla.
Lo primero es hacer el esfuerzo de contabilizar todo lo que se tiene.
Presta mucha atención, todo: lo grande y lo pequeño. Se debe hacer el
esfuerzo de ver en cada circunstancia algo para agradecer.
La gratitud es la llave que abre todas las puertas porque es la llave de
la vida.
Cuando no te ocurre nada digno de destacar, es bueno que mires cómo está
la medida, el nivel de gratitud en tu
vida. Puedes asegurar que el nivel está bajo y el corazón cerrado; no
existe conexión entre el alma y la fuente de toda felicidad y alegría.
Cuando estás ofreciendo gratitud, tus canales de vida están abiertos y
por ellos penetran nuevas experiencias.
La gratitud no es la consecuencia de las cosas que nos suceden, es lo que
hace que nos ocurran. Es una actitud que se adquiere con la práctica.
Cuanto más agradecemos, más tenemos para agradecer.
Tú ya sabes, porque lo has estudiado o experimentado que el Universo te
da más de aquello en lo que fijas tu atención. De allí que debas
centrarte en lo que tienes y no en lo que te falta.
Por lo tanto, el primer paso para tener amor, por ejemplo, es agradecer
el amor que tienes.
Cualquier situación se puede considerar desde dos puntos de vista: con
los ojos puestos en la carencia o en la abundancia. El temor por lo que
quizás no ocurra nunca ve límites donde el amor ve posibilidades.
James Eukans, autor norteamericano, dice que la gratitud es la respuesta
emocional, llena de amor, que surge en nuestro interior cuando nos
encontramos frente a lo magnífico de la vida. ¿Se entiende, ahora, por
qué figura como una emoción?
Distingamos gratitud de alivio. Me siento agradecida por mi vida, las
personas que conozco y amo, mi trabajo, por ejemplo, y por otro lado me
siento aliviada por no estar enferma. La primera afirmación se basa en lo
que siento dentro de mí. La segunda se basa en el temor.
El alivio supone que algo podría ir mal, pero por el momento no va. La
gratitud sabe que todo está bien y que nada puede ir mal.
Para expresar gratitud es necesario un cambio mental, una reorientación.
Dado que, además, hay que ver en la gente que nos hace daño a maestros
espirituales.
Para sentir gratitud hay que estar dispuesto a recibir. Mucha gente no
agradece porque se niega a recibir, porque cree que no lo merece, porque
se niega, porque no cree, porque desconfía.
Si yo te doy un regalo tú extiendes tus manos, lo tomas y lo recibes, lo
aceptas y me lo agradeces. Para ello primero debiste entender que era
para ti, que yo te lo daba y que te lo merecías. Tenías que estar
dispuesto a recibir.
Observa que cuando la gente dice un halago o un cumplido, el diálogo es
más o menos el siguiente:
- ¡Qué bonita estás!
- No, ¿teparece? O este otro:
- ¡Qué lindos zapatos tienes!
- Son viejos, me los compré hace años, en una liquidación.
Rápidamente, contestamos con evasivas, justificativos que disminuyan el
mérito o las virtudes.
La persona destinataria no puede agradecer, sencillamente, porque no cree
merecerlo. Ya veremos, más adelante, el tema del merecimiento.
También se debe distinguir la gratitud del agradecimiento.
El agradecimiento es algo puntual; yo agradezco el buzo que me regalaste
o el cumplido que me hiciste.
La gratitud es una actitud de vida, un estilo de vida. Las personas que
viven con gratitud viven en estado de gracia. Al hacerlo, reciben más
cosas para sentirse agradecidas.
No todo el que agradece cosas determinadas, por costumbre y cortesía,
tiene una actitud de gratitud. La gratitud
implica siempre agradecimiento, pero éste no siempre implica gratitud.
Parece un juego de palabras pero si lo razonas verás que no lo es. La
gratitud es el género y el agradecimiento, la especie.
La gratitud puede observarse en dos ámbitos de la vida:
en los aspectos permanentes y no materiales de nuestra existencia: amor,
salud, vida, energía;
en los aspectos temporales del mundo físico: las cosas materiales que el
hombre desea y busca, con tanto ahínco, conseguir.
Lo importante es aprender a experimentar gratitud independientemente de
cómo te vaya en la vida, así como también por las cosas que aún no
tienes, pero sabiendo que las recibirás. Jesús dijo: "Todo cuanto pidáis
orando y creyendo que lo habéis recibido, lo tendréis". Significa que
debes afirmar que tus necesidades ya han sido colmadas, creer que es
cierto y agradecerlo. Esa es la esencia del mensaje de Jesús. Dios se
encarga del resultado y los detalles.
La falta de gratitud se manifiesta, algunas veces, en formas que no la
evidencian. Por ejemplo, el llevar una vida acelerada que no nos permite
apreciar y agradecer las maravillas de la naturaleza; comer de prisa sin
agradecer los alimentos que nos presenta la vida; no apreciar los
servicios que nos brindan ni la amabilidad de otras personas; no valorar
la presencia amorosa de familiares y amigos, dando su afecto por sentado;
saludar el nuevo día con una queja porque nos obliga a trabajar otra vez
y nos impide seguir durmiendo, y tantos otros ejemplos que estarás
buscando en tu propia vida.
La gratitud puede ser una emoción para sentir y disfrutar, pero también
puede ser un acto de voluntad, un producto de tu decisión. Así sucede
cuando las cosas no van del todo bien o directamente van mal y, sin
embargo, te preocupas por agradecer cada cosa de tu vida. Cuando
agradeces algo
malo y luego miras, retrospectivamente, percibes que aquella mala
situación fue el empuje para algo muy bueno.
Tú puedes elegir y eso es lo bueno. Tienes la opción de agradecer todo lo
que suceda o sumirte en la desesperanza, viendo cómo lo bueno le sucede a
los demás. Una actitud agradecida te da ventajas: convierte lo malo en
bueno; aparta la actitud limitadora que poseen los que sólo ven lo
visible; convierte las dificultades en posibilidades y los problemas en
búsqueda de soluciones.
La actitud de gratitud disminuye el pensamiento de que todas las personas
están en contra de nosotros y de que hemos fracasado.
Afirma el Dr. Hans Selye, investigador de los efectos del estrés en la
salud: "Nuestro estado mental tiene un efecto irrefutable sobre nuestra
salud y nuestro bienestar. Lo que he concluido hasta el momento es que el
mejor modo de mantener nuestra salud mental y física es vivir con una
actitud de gratitud".

Técnicas para expresar gratitud.

Al despertar cada mañana, agradece por la cama y la buena noche de sueño.


Si la noche fue de insomnio, agradece lo que pudiste pensar y las buenas
decisiones que tomaste.
Por la noche, repasa el día bendiciendo y agradeciendo cada experiencia.
Perdónate si has cometido algún error, si has dicho algo inapropiado o
tomado alguna decisión que no era la mejor. Agradece las lecciones que
has recibido.
Propaga la gratitud. Cuéntale a todo el mundo lo maravilloso que es
agradecer.
Ten un plan personal de ayuda al prójimo, que puede variar desde formar
parte de una organización de
voluntarios, hasta tener actos espontáneos de generosidad y amabilidad.
Cuando le das algo a alguien, estás permitiendo que la otra persona
también sea agradecida y se abran, en consecuencia, las puertas de la
vida para ella.
Concierta una entrevista con un ser querido y cuéntale muchos de los
motivos que tienes para amarlo. "Báñalo" en aprecio y gratitud. Puedes
practicarlo con tu pareja, pero también, con otras personas que quieras.
Agradece por lo menos seis cosas de tu vida que estén bien y no tienes
que pensar en modificarlas. Cuando percibas que algo anda mal, acuérdate
de agradecer lo que anda bien.
Lleva un cuaderno diario de agradecimientos. Anota cada noche, repite en
voz alta o mentalmente, experiencias maravillosas que te han ocurrido ese
día:
Llegué a tiempo a mi cita.
El jefe elogió mi trabajo.
Mi hijo trajo buenas notas del colegio.
Mi esposo me halagó con lindas frases.
Hazle saber a Dios que te sientes feliz de estar vivo y de participar de
la experiencia maravillosa que es la vida.
Cuando pases por un mal momento, recuerda los buenos y di para ti: "Esto
también pasará y fue puesto en mi camino para crecer, volverme más fuerte
y ver las cosas más claras".
Mira a cada persona que contactes como un ser de luz y de amor universal.
Haz que tus palabras sanen en lugar de herir; procura no discutir ni
pelear. Sobrevuela los malentendidos.
Considera con amor y gratitud a todas las personas de tu vida, inclusive
a aquellas con las que has tenido dificultades en el pasado o estás
teniendo en el presente.
Sé un ejemplo de la paz que te gustaría para el mundo. Siempre se aspira
a la paz mundial, pero no somos, a veces, capaces de mantener la paz en
la familia.
Escribe con detalles, si supieras que no vas a fracasar, qué serías, qué
harías, qué tendrías. Esto aumenta tu sensación de gratitud.
Comienza a llevar un diario de amor. Cada vez que sientas que algo te
hace saltar una lágrima de alegría o emoción, anótalo. Con el tiempo
verás que esta lista te enseña a hacer lo que te gusta y a agradecerlo.
Haz un repaso cada día y verifica cuántas veces cosechaste lo que
sembraste. Observa cuánto has ayudado a que otro cosechara lo que sembró.
Tómate un tiempo para sacar las malas hierbas del jardín de tu vida.
Detrás de ellas puede haber hermosas flores, que no logras ver.
Agradece, antes de acostarte y al levantarte, cada cosa que deseas y
todavía no tienes, como si ya la tuvieras. (Por ejemplo, el examen que
salvarás mañana, el sol que ilumina tu paseo por la playa).
Al levantarte abre los brazos de par en par y agradece lo que el Universo
tiene para darte ese día. Abraza el día con fervor y sólo te dará
experiencias buenas.
Reduce la velocidad. Necesitas bajar las revoluciones de la marcha para
pensar en todo lo que posees para agradecer. Al vivir siempre apurado
parece que cada día necesitas más: tiempo, dinero, amor, salud, etc. Hay
que centrarse en los logros ya obtenidos.
Pregúntate: ¿qué necesito? Nunca tendrás suficiente de lo que no
necesitas realmente. Mantén una lista abierta de tus necesidades y tus
deseos. ¿Qué es lo que deseas?; ¿lo quieres porque lo necesitas o lo
necesitas porque lo quieres?; ¿cómo cambian tus necesidades
con el tiempo?; ¿qué es lo que necesitas y nunca tienes suficiente?; ¿por
qué agujero se te escapa?
Di "gracias" en voz alta o para ti, muchas veces al día. Di gracias tan a
menudo como puedas. Decir gracias, te ayuda a desarrollar una actitud de
agradecimiento, una manera de ver el mundo a través de lo que tienes y no
desde la óptica de lo que te falta. Fíjate cuántas veces puedes decir
gracias en un día.
Hazles saber a los demás que los aprecias o los amas. Hazle saber a todos
que aprecias su compañía, que valoras que estén en el mundo junto a ti.
Definitivamente tienes que agradecer: Lo que tienes y quieres.
Lo que no tienes ni quieres. Lo que no tienes pero quieres. Lo que tienes
pero no quieres.

Merecimiento

¿Se puede variar lo aprendido?

El Diccionario de la Real Academia Española dice que merecer, referido a


una persona, es "hacerse digna de premio o de castigo". Dado este
concepto es que en algunas culturas el merecimiento es imposible de
conseguir, porque nunca se alcanza el concepto de dignidad, cuando de
obtener un premio se trata. La corriente religiosa judeo cristiana ha
puesto el sacrificio, la carencia, la modestia, y hasta el dolor, como
los requisitos para ser una buena persona. En el siglo XX y en lo que va
del XXI, en el Occidente ha ido variando esta idea, influida por los
movimientos que priorizan a la persona, sus necesidades y logros (algunas
corrientes psicológicas modernas, movimiento Hippie, New Age, entre
otros).
Estudiar el merecimiento dentro de un manual de Inteligencia Emocional
puede no resultar muy claro a primera vista. Sin embargo, el
agradecimiento y la prosperidad, son emociones que nos reivindican con
los valores de la vida y con el reparto equitativo de los bienes del
Universo. Seguramente, puede ser más fácil (y de hecho lo es) culpar a la
injusticia de la vida por la falta de oportunidades equilibradas para
todos los seres humanos. Cuando somos conscientes de que el reparto, al
momento del nacimiento, es igualitario para todos (pues al nacer
recibimos el hálito divino que nos hace seres plenos, perfectos y
potencialmente capaces de todos los milagros), podemos transitar por
senderos más fáciles y, sobre todo, más responsables. Si nacemos con la
misma forma divina (a imagen y semejanza de Dios), tenemos todos las
mismas posibilidades. Luego, la realidad mundana de escasez y
limitaciones, puede, en algunos casos, hacernos olvidar la energía divina
latente en cada uno. Cuando no lo recordamos, pensamos que no nos
merecemos todas las posibilidades, que hay algunos más bendecidos, que
¡vaya a saber por qué! la vida premia a unos y castiga a otros. Con estos
pensamientos tan limitantes, poco podemos hacer para triunfar
espiritualmente. Si te convences de que por haber nacido en una familia y
no en otra, en una región y no en otra, con un color de piel y no otro,
te mereces mejores o peores oportunidades, mal pronóstico tiene tu vida.
Estás muy lejos de la plenitud.
El merecimiento es un estado; es esa euforia que te invade cuando tienes
la certeza de que lo que está en el Universo nos pertenece a todos por
igual. Cuando sabes que nada más que nuestras capacidades, talentos,
voluntad, empeño, honestidad, justicia personal, hacen la diferencia.
Cuando constatas que lo que no tienes desde el nacimiento, lo puedes
adquirir. Hay que difundir esta idea que viene desde los textos sagrados
y que muchos no han logrado entender.
No obstante, una duda persiste: saber si para ser espiritual, en primer
lugar es necesario tener las necesidades cubiertas, o si se puede
invertir el proceso. En muchos países orientales, cuya tradición
espiritual y religiosa trasciende cualquier noción de riqueza, las
personas son felices solamente orando, ayunando y creyendo firmemente en
una vida posterior, luego de la muerte. Sin embargo, en Occidente, nos
guiamos por el sentido común que Maslow ha organizado en su famosa
pirámide, en cuya base están las necesidades primarias y mínimas, para ir
escalando hasta llegar al vértice donde se ubican la espiritualidad y la
autorrealización. En estas latitudes, parece ser necesario cubrir las
necesidades de alimentación, abrigo, vivienda, para poder concentrarse en
otros temas. Cuando las personas están preocupadas por el sustento
diario, por conservar el trabajo o el techo, se hace difícil pensar en
algo superior.
De todas formas, te mereces todo lo que seas capaz de conseguir, dentro
de lo razonable y justo. Significa que con tus deseos no puedes aspirar a
quitarle a otro, en tu beneficio, lo que le pertenece, ni buscar
conseguir lo que, a todas luces, no es razonable. Ejemplo: te mereces
tener una estupenda vivienda, pero no al precio de que la familia que la
habita quede en la calle (injusto); puedes apuntar a bajar 10 quilos,
pero no puedes aspirar a que sea en un día (no es razonable).
Pero, ¡cómo cuesta asimilar que nos merecemos todo! Generalmente, en
forma pudorosa, evitamos agradecer hasta un cumplido por creer no
merecerlo.

Prosperidad

Con este título, la primera pregunta que surge es: ¿qué vinculación
tienen el amor y la prosperidad?, ¿la prosperidad y las emociones? Pues,
mucha. ¿Es la prosperidad una emoción? Si por emoción entendemos las
reacciones físicas producidas frente a un estímulo, por supuesto que lo
es. ¿Acaso no se acelera tu pulso cuando estás feliz porque percibes que
prosperas, en múltiples sentidos?
Es tu deber espiritual prosperar, crecer, florecer, tener éxito en todos
los órdenes de la vida. Si no prosperas, estás negándole a la vida la
oportunidad de expresarse a través de ti.
La Abundancia o Prosperidad, dice Deepak Chopra es:
"la experiencia en la que nuestras necesidades se satisfacen con
facilidad y nuestros deseos se cumplen de manera espontánea."
"Toda creación material, todo lo que podemos ver, oír, tocar, saborear y
oler, está formado por el mismo material y proviene de la misma fuente.
El conocimiento de que esto es así, nos da la habilidad para satisfacer
cualquier deseo que tengamos, para adquirir cualquier objeto material y
para experimentar plenitud y felicidad en cualquier plano que las
busquemos".
La prosperidad no es sólo riqueza económica sino también salud, amistad,
amor, libertad. La acumulación de dinero no basta, porque el dinero no
resuelve nada. Hay que gozar de una buena salud para disfrutarlo y para
lograr que continúe produciendo más riqueza. También son precisos la
amistad y el amor, el bienestar, y la energía necesarios para crear más
riqueza; la libertad para gozarla.
Se encuentran personas ricas que actúan como si fueran pobres y pobres
que se comportan como si fueran ricos, disfrutando de todas las
comodidades del mundo. Si alguien es rico pero no es próspero, cuando su
dinero se acabe, nunca más volverá a ser rico. La persona verdaderamente
próspera no piensa en la riqueza, no se preocupa por ella porque sabe que
viene de la abundancia universal y que está más relacionada con sus
actitudes que con las monedas de oro. El rico, pero no próspero, vive
amargado cuidando su riqueza, por temor a que lo roben o se le extinga.
El próspero sabe que de donde vino esa riqueza, vendrá otra y que no
necesita cuidarla, porque nadie le arrebatará lo que le es propio.
No dependemos del dinero para empezar a ser prósperos.
Las personas a través del complicado bordado de sus
experiencias personales más las recibidas oralmente por sus seres
queridos, van elaborando un sentido de lo que les hace falta para vivir
plenamente. A través de mandatos del estilo de: "No confíes en nadie; la
vida es una lucha; el pobre siempre pierde; el hilo se corta por la parte
más fina", conforman su idea de riesgo, pérdida, escasez, confianza. En
algunas personas está tan grabado a fuego que se resisten a cualquier
idea que los contraríe.
Por otra parte, recibimos infinidad de mensajes tendientes a convencernos
de que el mundo es escaso y que si alguien gana, otro debe perder. En los
casos más graves, la persona con una firme idea de escasez se convierte
en un ser avaro, egoísta, envidioso. En cambio, los afortunados que ven
el mundo como una fiesta abundante, donde alcanza con estirar el brazo
para tomar lo que haga falta, son optimistas, generosos, dispuestos a
compartir lo que tienen porque saben dónde encontrar más. Lo interesante
es que ambos hallan en sus experiencias vitales razones que confirmen su
postura.
Lo importante es saber que la prosperidad es un estado interior y que no
está ligada al hecho de poseer más dinero. Mientras que ninguna cantidad
de dinero puede garantizar la experiencia de prosperidad, es posible
sentirse próspero en cualquier nivel económico, excepto cuando somos
incapaces de satisfacer nuestras necesidades básicas.
Cuando se adquiere la conciencia de prosperidad, se logra manifestar
dinero, salud, bienestar y felicidad en cualquier momento de la vida,
porque se está generando riqueza en el Universo.
El primer paso es dar, brindar a los demás, desde el amor, la empatía y
la solidaridad, todo lo que puedas y un poco más, también.
El segundo paso es hacer las paces con el dinero. Si piensas que es algo
sucio, tu mente continuará obedeciendo a tus sentimientos de pobreza y te
alejará de lo indecoroso.
El tercer paso es saber que todos debemos ganar y que
no es necesario que uno pierda, para que otro gane. Hay suficiente en el
Universo para todos, sin que se lo arrebatemos al hermano para poseerlo.
Destierra la avidez, todo a su debido tiempo y en su justa medida. ¿Que
no te parece justo lo que posees? Debes revisar tu concepto de
prosperidad, abundancia, amor al prójimo, generosidad.
A los niños se les debe enseñar, desde muy pequeños, los principios de la
vida con éxito. A los adultos jóvenes se les deben trasmitir estos
principios y motivarlos a embarcarse en una vida de servicio próspero. De
ese modo se sienten felices y están sanos, se autorrealizan, a la vez que
hacen una contribución útil a la sociedad.
No importa la cultura, la formación o la edad que se tengan para cumplir
con estos principios. Uno puede disfrutar de la vida familiar, de las
actividades empresariales, del tiempo de ocio, de las ocasiones para
prestar servicios comunitarios y, al mismo tiempo, continuar con el
estudio, el aprendizaje y el crecimiento. Organizándose, hay tiempo para
todo.
Rica o pobre, enferma o sana, feliz o desgraciada, libre en un Universo
abierto o atada por circunstancias limitantes, cada persona expresa y
experimenta, de acuerdo con sus estados de conciencia y con sus estados
mentales. Cuesta asimilar que cada uno está en el momento que debe y
viviendo las circunstancias que le corresponden. Es más fácil
responsabilizar de todo lo que nos acontece, a la vida, al prójimo, al
gobierno, a los impuestos, a la pareja, al físico, a las crisis
mundiales, a la falta de oportunidades. Es mucho más comprometido y más
difícil reconocer que estamos donde debemos estar, acorde con las
decisiones tomadas en el pasado.
Aunque aceptemos, agradecidos, el apoyo del exterior, es un error pensar
que nuestro bienestar vendrá de personas o circunstancias ajenas a
nosotros. La única garantía de seguridad y felicidad permanente, radica
en nuestra propia
capacidad para permanecer bien alertas a las situaciones vividas y a las
enseñanzas posibles, conscientes de quiénes somos en relación con el
Universo.
Si eliges ser fuerte, competente y próspero, puedes asumir y mantener,
con la misma facilidad, las actitudes y estados de conciencia que sean
más adecuados. A partir de ahora y mientras recuerdes esto, solo tú
determinarás la clase de vida que tendrás. No acuses a nada del pasado o
a las circunstancias del presente, a un incidente o a una persona, por lo
que eres ahora o por lo que puedes llegar a ser.
Acepta todas las buenas propuestas que te hace la vida y extiéndele todo
el bien que puedas. Así es como damos y recibimos. Piensa en términos de
servicio a la vida en todo lo que hagas. Si algo de lo que haces o
piensas es simplemente para servirte a ti mismo, para causar daño a la
naturaleza, a los seres o a las cosas que comparten contigo la Tierra,
deberás atenerte a las consecuencias, que, por supuesto, no estarán
teñidas de prosperidad.

El dinero es una forma de energía.

Todo lo que existe en el Universo está formado por energía y el dinero es


una de sus formas. Nosotros hemos simbolizado la energía que
intercambiamos, con el dinero. Por ejemplo, tú trabajas y a cambio de
ello te pagan y tú con eso compras alimentos, por lo que pagas la energía
que puso quien los elaboró y así sucesivamente.

Ejercicio
Dedica un momento a completar estas frases con rapidez y espontaneidad.
Si me convierto en una persona rica podría...
Mi madre cree que el dinero es...
Mi padre cree que el dinero es...
Las personas ricas son...
El dinero es peligroso cuando...
La ventaja de no ser rico es...
Si yo fuera rico y tuviera éxito...
Si yo fuera rico y tuviera éxito no...
Independientemente de tu nivel de ingresos, si tu economía no te crea
dificultades, significa que tu estilo de vida es el apropiado.
Si tienes dificultades económicas considera que algo ocurre en tu
interior, algo que debes modificar. Por ejemplo, tus penurias podrían ser
una señal de que necesitas cuidarte más.
Cuando nos dejamos guiar por nuestra intuición sobre lo que está bien y
lo que no, y ponemos en práctica aquello para lo cual tenemos gran
energía, siempre aparece el dinero suficiente para hacer y tener todo lo
que deseamos.
Cuando seguimos el flujo de nuestra energía, el Universo parece apoyarnos
y nos facilita recursos económicos, a veces sorprendentes e inesperados.
Sucede que si iniciamos nuestro crecimiento personal y nos comprometemos,
el dinero para cualquier actividad relacionada con ello, aparecerá. Casi
siempre tenemos la cifra exacta que somos capaces de administrar, hasta
que crecemos y se nos da más. Es frecuente saber de personas interesadas
en hacer un curso sobre prosperidad pero que no tienen el dinero para
ello. Sin embargo, el Universo se encarga de que aparezca: se encuentra
en un bolsillo de una prenda que no se usa hace tiempo, alguien le regala
el costo, el profesor decide becarlo...
A muchas personas les cuesta recibir. Se debe a la formación religiosa.
Parece más honorable dar que recibir. No obstante, para que uno dé, otro
debe recibir. Cuando dejamos de lado el orgullo y nos permitimos
reconocer nuestras necesidades y recibimos, le estamos brindando a otro
la posibilidad de dar. Por otra parte, cuando recibimos es cuando mejor
se puede ejercer el agradecimiento.
Claro que a otros les cuesta dar. Tienen atrapados sus sentimientos, sus
opiniones, su dinero, sus palabras, su energía. A mucha gente le cuesta
dar, no sólo por egoísmo, sino por baja autoestima, pues piensan que lo
que pueden dar no tiene valor.

10 pasos para la manifestación de la Prosperidad en tu vida.

1. Compromiso con los deseos del corazón. Lo primero es establecer


contacto con tus deseos más profundos. Con frecuencia, los deseos
profundos no tienen que ver con tus nociones de lo que deberías desear.
Al eliminar los "debería", activas un imán que atrae hacia ti las
circunstancias necesarias para hacer realidad lo que estás buscando.
Cuando te comprometes a tomar algunas medidas y decides hacer algo en
lugar de intentarlo, las posibilidades aumentan.
2. Marcar tus prioridades. Después de entrar en contacto con los deseos
que realmente te mueven, es importante trazar un plan de acción que te
ayude a hacerlos realidad. En algunos casos es muy obvio, en otros habrá
que seleccionar entre varios.
3. Lograr una visión de tu meta. La visualización es un arma poderosa
para conseguir que se materialicen los sueños. Desarrolla el poder de la
imaginación.
4. Amar aquello que elijas. Si haces lo que amas, el Universo te apoyará
y acompañará en cada etapa del camino. Si no puedes, por lo menos, ama lo
que haces.
5. Sentir gratitud. Toma conciencia de que lo que deseas de corazón, ya
es tuyo, sólo que aún no se ha manifestado. Es esencial demostrar
gratitud antes
de recibir lo que deseas, porque un corazón agradecido es un corazón
abierto para recibir.
6. Aceptar recibir lo que se te ofrece. Estar dispuesto a recibir lo que
la vida tiene para ofrecerte es uno de los pasos fundamentales para que
se manifieste la abundancia.
7. Declararlo como un hecho. Una vez que te has comprometido y has
expresado gratitud, refuérzalo con tus palabras. Di por ejemplo: "Lo doy
por hecho". La palabra hablada encierra un enorme poder cuando se dice
desde el corazón.
8. Actuar. Tan pronto como empieces a actuar y veas progresos, sentirás
un alivio que te ayudará a relajarte y a abrirte a nuevas ideas.
9. Entregarte al Ser Verdadero. Ahora que has cargado de energía tu
intención gracias a la visualización, le has infundido amor, has
experimentado tu gratitud y has actuado, lo único que te queda por hacer
es dejarlo todo en las manos de Dios.
10. Practicar el desapego por los resultados. El labrador cuando ara la
tierra y siembra, no revuelve para ver si germina, sino que deja que la
naturaleza haga su trabajo. Deja actuar libremente a la vida y a Dios,
pues tienen soluciones que tu mente, limitada, no puede ni sospechar. Si
aun así, no obtienes los resultados esperados, piensa siempre que por
algo será. Siempre ocurre lo que es mejor para ti.
Lo que sucede conviene.

Humor

¿Por qué señalar el humor entre las emociones? Porque nos afecta
psicológica y fisiológicamente. Tener sentido del humor implica algo más
que contar chistes o ser ingenioso.
Nos permite salir de la rutina y ver las cosas con los ojos nuevos y el
corazón alegre.
La risa rejuvenece el cuerpo y el espíritu, relaja los músculos, y borra
nudos y tensiones. Ejercita los pulmones y aporta aire fresco a nuestro
cuerpo. Estimula la circulación y limpia nuestro sistema. Las sustancias
que liberamos cuando nos reímos, son analgésicas.
La capacidad de usar el humor eficazmente atrae a los demás y crea
vínculos muy fuertes. A la gente le gusta estar cerca de quien la hace
reír.
El humor, el buen humor, el buen sentido del humor es clave en la
Logoterapia, disciplina que ya hemos mencionado. Viktor Frankl practica,
a través de él, una forma eficiente de derreflexión, de
autodistanciamiento, conceptos tan caros para esta forma de psicoterapia.
El hombre debe distanciarse de la situación que lo aqueja y una buena
forma es aplicar sentido del humor, riéndose de la situación, tomándola
con menos seriedad.
La conciencia de finitud, que nos diferencia de los animales, nos hace
muy serios y circunspectos. El deseo de trascendencia nos induce a dejar
huellas indelebles en la Humanidad y nos resta frescura y espontaneidad.
El sentido del ridículo tan desarrollado en algunas culturas muy amigas
del juicio fácil y despectivo las convierte en congregaciones de seres
rígidos, sin creatividad ni originalidad.
Hay que ver en otras sociedades a los jóvenes con cabellos de colores
estridentes, ropas llamativas, pasear tan campantes, sin captar la
atención de sus conciudadanos. En la vereda de enfrente, aparecen otras
sociedades prejuiciosas y amantes de los "nombretes" y clasificaciones
que lleva a sus habitantes a vestir ropas oscuras, grises o beiges sin
resaltar; todos uniformados, van por la vida con la aspiración última de
parecerse a los demás y de que ¡por favor! no los vayan a etiquetar de
innovadores o diferentes.
En este contexto, es difícil pensar en la risa o en el buen humor. Tan es
así que el ciudadano, catalogado de triste o quejoso, ha debido adoptar
manifestaciones sociales conjuntas para dar rienda suelta a su necesidad
de reír, cantar y bailar.
Dadas así las cosas y la situación, quien logra practicar el buen humor
es un raro espécimen, mirado de costado por sus compatriotas, pero feliz
de ser llamado a vivir la vida con otra energía. Debido a la tristeza que
caracteriza a estos pueblos es que sus integrantes se enferman y pierden
(o no encuentran con facilidad) el sentido de la vida, los índices de
suicidio aumentan notoriamente, y los terapeutas tienen gran trabajo en
acompañar a los que solicitan ayuda.
No hay nada que una buena carcajada no pueda curar a nivel psíquico,
físico o espiritual. Así lo demuestra también el Dr. Patch Adams, un
personaje real llevado al cine, que alegra la vida de los pacientes
infantiles con juegos, "payasadas", cuentos y cantos. En nuestro país,
Uruguay, la organización SER (Salud, Entretenimiento y Recreación) ha
recogido sus enseñanzas y las practica en el Hospital Pereira Rossell,
con resultados espectaculares en los niños y parientes de estos.
El humor, visto como una emoción, consiste en reírse de sí mismo y de la
situación, reírse con el otro y no del otro, sin sarcasmo, sin doble
intención. No como un mecanismo de defensa, rápido y nervioso, sino como
una actitud de vida que le permite convertirse en el objeto de su
técnica, para trascender su destino. Puede destacarse el humor en la
intención paradójica, técnica muy recomendable, creada por Viktor Frankl,
según la cual al paciente se le sugiere enfrentar, precisamente, aquello
a lo que teme; para eso, una cuota de buen sentido del humor facilita la
tarea. La persona aprende a reírse del síntoma y a autodistanciarse del
problema.
En lo que me es personal, el humor es un recurso que aplico a diario
conmigo misma y con los demás; logro desarmar
cualquier situación de tensión haciendo un chiste que desvíe la gravedad
del asunto y permita reubicar el tema, mirándolo desde otro lugar.
Soy consciente de mis limitaciones y con frecuencia las exagero,
anticipándome al comentario negativo de cualquiera.
Sin embargo, es necesario destacar que el sentido del humor es un estado
de gracia, es un estado del alma, es vivir los acontecimientos desde el
lugar de la alegría, no es vivir irresponsablemente ni tomándose las
cosas a la ligera. No debe confundirse, en consecuencia, vivir con
sentido del humor con estar siempre minimizando los acontecimientos desde
la "pavada" y el ridículo. No estamos resaltando el sentido de lo cómico
basado en el ridículo del otro, palabras gruesas o absurdos groseros,
estamos mencionando el optimismo, la alegría, la risa que permite ver con
otros ojos cualquier tristeza o situación grave.
Cuando una persona tiene buen sentido del humor se convierte en un ser
que puede resolver sus conflictos con otra facilidad, que puede ayudar a
los demás a lograrlo, y que generalmente es el foco de atención de los
otros, quienes buscan su compañía por su energía contagiosa: ¿qué más se
puede pedir?

Recompensas del buen humor cuando lo adoptas como sistema de vida.

Vives más tiempo.


Tienes más amigos.
Tienes menos arrugas en el rostro.
Inspiras mejores actitudes en los demás.
Nunca estás ni te sientes solo.
Tratas las situaciones difíciles con más perspectiva.
Disfrutas más de la existencia y estás mejor equipado para aligerar las
cargas de tu vida y de las de los demás.

Pasos hacia un corazón alegre.

No temas ponerte en ridículo, ríete de ti mismo. Después de todo, eres el


que más derecho tiene de hacerlo. Cuando te ríes de ti, te vuelves más
humano y amable.
Toma conciencia de las cosas que te vuelven serio, enojado o deprimido:
música, lectura, historias que escuchas. Cuando te percibas metido en
pensamientos de negatividad, haz un cambio, consciente, que te permita
ver el asunto desde el lado cómico.
Busca, deliberadamente, el lado divertido en cada situación. Tómate
tiempo para observar la vida a través de los lentes del buen humor. Hay
muy pocas circunstancias en la vida que no tengan un lado humorístico.
Satúrate de humor: obras de teatro, televisión, películas o libros.
Favorece la risa. Reconoce lo bueno que te rodea.
Dedícate a cultivar un corazón amoroso. El verdadero humor procede del
amor, más que del enojo. Las personas divertidas deleitan y entretienen a
quienes las rodean.

Oportunidades para el humor en el hogar


1. Piensa en las actividades que realizas para hacer aflorar una sonrisa.
Por ejemplo escuchar música, leer, ver en televisión algo entretenido.
Analiza cuánto tiempo pasas a la semana en estas actividades.
2. Trata de hacer, cada día, algo que te ponga de buen humor. Si no
puedes todos los días, intenta varias veces a la semana.
3. Pon por escrito tres situaciones QUE TE sucedieron
hoy y te hayan hecho sentir bien. Uno asocia el humor con el chiste, pero
tener buen humor es también disfrutar de las circunstancias y las
personas; tener un carácter positivo.
5. ¿Qué diría o haría fulano? Se puede pensar cómo resolvería el asunto
un personaje de la televisión o de la historia ¿Qué haría en este caso
Superman? ¿Y la Reina Victoria?
6. Adaptar las tareas domésticas a la música. Establece acompañamientos
musicales diferentes para ciertas tareas: se estudia escuchando a Mozart
y se limpia escuchando música tropical.
7. Dotar de vida a las tareas domésticas. Los platos gritan desde la
pileta: "Por favor, estamos hartos de estar sucios"; la ropa dice desde
el lavarropa: "¡vamos!, comencemos a bailar".
Y para concluir este capítulo, dice Bernabé Tierno en "Valores humanos",
que se debe vivir la vida como una apasionante aventura desde el
nacimiento hasta la muerte, como un constante crecimiento.
Para ello, se han de conseguir estas tres metas:
1. Amarse y aceptarse a uno mismo. Aparte de ser el primer derecho es,
también, el primer deber, porque se es responsable de la vida y desde la
experiencia se debe amar y aceptar al otro. Se ofrece lo que se tiene y
se conoce.
2. Mantener un buen nivel de autoestima. Competir sanamente sin juicios,
prejuicios o perjuicios.
3. Dar sentido, una razón a la existencia. Tener un claro proyecto de
vida, realista y comprometido, que nos cause tanta ilusión que no
importen los esfuerzos ni sacrificios. El proyecto de vida para ser
bueno, debe incluir a los demás.
Agregaría, a mi parecer, dos más:
4. Un conocimiento cabal de la empatía y un ejercicio de ella a tiempo
completo. Nadie puede aspirar a la madurez si no pone sus ojos en los
sentimientos ajenos y sus consecuencias.
5. Un ejercicio permanente del buen sentido del humor. Nos ayuda a
cambiar el enfoque de las situaciones, quitándoles severidad.
Para finalizar con humor, nada mejor que dos chistes con las
características que hemos venido pregonando:
"Habiendo marcado equivocadamente un número telefónico, al comunicarse
por larga distancia, una señora pregunta en tono angustiado:
-¿ Ya llegó Julio allí?
Y una voz profunda le responde:
- No, señora, no sé de qué parte del mundo llama usted, pero aquí todavía
estamos en abril."
"Cuentan que una señora muy coqueta y bonita, al llegar a los 80 años
decide ir a un hogar de ancianos, capaces, saludables y solos. No estaba
enferma y podía valerse por sí misma, pero no tenía compañía para vivir.
Rapidamente se hace amiga de todos los demás residentes, organiza
actividades, y entusiasma a todos con su carácter. Cuando cumple 85 años,
los directivos del hogar y algunos de sus compañeros deciden hacerle una
fiesta sorpresa. Ella se prepara, sin saber, como todas las tardes,
dedicando un tiempo a su arreglo personal, poniendo mucha coquetería en
la tarea.
Se sorprende con agrado y pasa una tarde muy divertida. Casi al final,
ella se acerca a un señor mayor, invitado o pariente de otra residente, a
quien había estado mirando, picaramente, toda la tarde, y con su mejor
sonrisa le dice:
- Disculpe señor que lo haya mirado tan insistentemente, pero es que
usted se parece muchísimo a mi quinto esposo.
El hombre sorprendido le pregunta:
- Pero señora, ¿cuántas veces se ha casado usted? Y ella muy sonriente
responde:
-Cuatro.
A los pocos meses se celebró, en el hogar, una bonita boda."

CAPÍTULO CINCO Empatía

La emoción "que está de moda".

Daniel Goleman dice que la empatía es la habilidad fundamental de las


personas. Las personas empáticas son líderes naturales que saben expresar
el sentimiento colectivo no manifestado y pueden guiar a un grupo hacia
sus objetivos. Es la habilidad de saber lo que siente el otro.
Se construye sobre la conciencia y el conocimiento de uno mismo. Cuanto
más abiertos estamos a las propias emociones, más hábiles seremos para
interpretar los sentimientos ajenos.
La empatía se puede definir como la capacidad de comprender y responder a
las experiencias únicas del otro.
Es la habilidad de mirar el interior de las personas para conocer sus
pensamientos, sentimientos y emociones. Se precisa estar atentos para
percibir con agudeza el estado emocional de otro. Si por el contrario,
estamos preocupados y absortos en nuestro mundo interior no podremos
"empatizar" con el prójimo.
La palabra alemana "einfüblung", traducida por primera vez al inglés por
Theodore Lipps como "emphaty", significa en su origen: sentir adentro. Es
decir que señala la condición imprescindible para que la empatía sea tal,
es una comprensión de las emociones internas de otra persona. Hoy en día
se usa con tres significados: conocer los sentimientos de otro, sentir
como el otro y acompañarlo en su aflicción. Tan es así que: me comunico
contigo (conozco lo
que estás sintiendo), siento contigo y apelo a mi experiencia para
ayudarte. En todo este proceso el cerebro de quien comprende al otro
reacciona activando las mismas zonas que si se tratara de su propia
experiencia. Supongamos que una persona está triste, se encuentra con
otra y le cuenta los motivos de su pena, el que escucha reacciona al
relato activando las mismas zonas cerebrales que cuando es él quien está
afligido. Esta situación tiene una excepción: en el mundo moderno y
globalizado que vivimos, podemos sentir empatía cognitiva, sin llegar a
experimentar la misma emoción. Cuando tomamos conocimiento o vemos en la
televisión las consecuencias de un desastre ambiental, un fenómeno
climatológico o algo extraordinario que sacude a toda una sociedad,
sentimos empatía por esa población pero no podemos comprender la
situación como propia porque estamos lejos, hermanados virtualmente, más
que juntos. Para que sea empatía realmente, debemos mantener la capacidad
racional de permanecer al margen, si así es mejor para ambos. Si alguien
está paralizado por el temor y tú tiemblas con él en lugar de buscar
auxilio, los dos se han metido en un problema. No se trata de sufrir con
el otro, sino de comprender qué está sintiendo y prestar la ayuda
despojada de emoción que haga falta.
Los investigadores en temas de psicología aún están estudiando las
diferentes maneras en las que los hombres y mujeres expresan la empatía
en sus relaciones. Se distingue entre la empatía automática (espontánea)
y la controlada (intencional). Es decir, entre la capacidad de comprender
lo que está sintiendo el otro (espontánea) y la de provocar en el prójimo
determinada reacción a propósito (intencional). Está siendo objeto de
estudio, asimismo, conocer cómo las emociones afectan nuestra conducta y
aún más fascinante, cómo las expresiones faciales y los movimientos del
cuerpo pueden exteriorizar, involuntariamente, emociones específicas como
la ira, el temor o la alegría. Ha de tenerse en
cuenta que el 70% de la comunicación es no verbal. Los gestos, los
ademanes, la traspiración de las manos o el rostro, el arqueo de las
cejas, los tonos de la voz, el color de la piel, son algunos ejemplos de
todo lo que grita por nosotros, aun sin abrir la boca.
De eso se trata la empatía: de saber lo que está queriendo trasmitir el
otro, a través de sus expresiones orales o físicas, a veces a su pesar.
Pero, también significa provocar en el otro determinada reacción
previsible, como en el caso de la publicidad. Pero además de las empatías
espontánea y funcional, se experimenta la primaria (habilidad de leer las
emociones de otra persona rápida y automáticamente, a veces a su pesar) y
la precisión empática (toma consciente de lo que el otro siente). Una
sonrisa, el entrecejo fruncido, una mirada furtiva, una mueca automática,
son expresiones inconscientes que dicen mucho sobre la persona, si el
interlocutor sabe decodificar e interpretar. Las personas no podemos
dejar de trasmitir lo que estamos sintiendo, ni siquiera los más avezados
disimuladores del mundo. Si estás atento y sabes descifrar el mensaje,
cada persona que contactes te estará brindando uno.
Se denomina disemia a la incapacidad o dificultad para leer las señales
no verbales emitidas. Por el contrario, se llama sincronía a la habilidad
para leer los mensajes no verbales y la capacidad para actuar sobre
ellos. Las personas con disemia son retraídos, excesivamente tímidos, no
socializan con el entorno. Surge por la falta de aprendizaje en la más
temprana edad, ya sea porque su familia era muy parca emocionalmente o
porque no interactuaba con sus mayores. La buena noticia es que como se
trata de un aprendizaje se puede incorporar con la guía adecuada aún en
la edad adulta. Primero se logra que la persona sea consciente de las
señas y mensajes no verbales que ella misma da, para luego percibirlas y
desentrañarlas en los otros. Si bien es cierto que algunos mandatos
sociales permiten
y obligan a la manifestación de determinadas emociones en público, otros
los condenan. Un hombre no debe llorar nunca y la mujer no debe hacerlo
en público, sobre todo si detenta poder. Un hombre puede demostrar enojo
si siente frustración y está defendiendo derechos colectivos; una mujer
puede mostrarse irascible, sobre todo si es jefa. Estas son
generalidades, porque lo mejor es actuar con inteligencia emocional que
en estos casos indica mantener la calma y los buenos modales, cualquiera
sea la posición ostentada.
Mientras sepas qué está pasando, puedes decidir si deseas participar. La
empatía te enseña cuándo es seguro decir sí y cuándo es mejor, a corto o
largo plazo, decir no. La empatía sabe cómo poner límites y establecer
vínculos. La empatía te protege, al mismo tiempo que te enseña a abrirte
a las experiencias de la vida.
Cuando la gente pierde el contacto con el otro, cuando sólo se centra en
sus propias necesidades y es rápida para juzgar y lenta para perdonar, la
vida se vuelve más difícil para todos. La ausencia de empatía, sumada al
egoísmo, complica la vida en sociedad y las relaciones interpersonales.
Cuando la relación con el otro y con uno mismo está fortalecida por la
empatía, las penas y dolores de la vida son más fáciles de soportar.

La empatía en el cerebro
Evolución de la empatía durante la vida del ser humano.

Las amígdalas cerebrales están casi completamente formadas al momento de


nacer y funcionan de manera casi absoluta. Sin embargo, el neocortex,
tarda más tiempo en desarrollarse, y gana supremacía con el correr de los
años. Las personas nos volvemos racionales, a veces en exceso, con la
edad. En algunos casos se pierde la capacidad de emocionarse, a fuerza de
practicar sólo la lógica.
Como quedó dicho, a partir del nacimiento somos capaces de expresar
nuestras emociones: lloramos de dolor, retrocedemos instintivamente
frente al peligro, abrimos los ojos por la sorpresa; más adelante, a
partir de los cuatro meses, sonreímos frente a un rostro amigable. Los
recién nacidos lloran si oyen hacerlo a otros bebés. Es la respuesta
automática provocada por las amígdalas: la tristeza de otro se percibe
como propia. La empatía parece ser una de las primeras emociones en
manifestarse; por eso los adultos nos maravillamos cuando en un conjunto
de recién nacidos comienza llorando uno y a los pocos minutos lo hacen
todos.
A medida que el neocortex evoluciona e interactúa con las amígdalas, los
niños se reconocen como independientes y con emociones distintas a los
demás.
Las expresiones faciales más fáciles de reconocer, para ellos, son, en
este orden: la felicidad, la tristeza, la ira y el miedo. De allí que sea
tan importante no discutir o pelear, ni qué decir agredir, en su
presencia, pues esas experiencias dejarán marcas indelebles en su
comprensión de las emociones y sus manifestaciones.
Los niños que al llorar son consolados y los que al reír oyen risas a
cambio comprenden que el mundo responde positivamente, cuando muestran
sus emociones. Sin embargo, si son tomadas con indiferencia, aprenden que
el mundo no responde. Pronto, sus respuestas emocionales comienzan a
reprimirse y el miedo predominará sobre las demás emociones.
Reflejamos lo que vemos. Si cuando somos niños hablamos y nadie nos
escucha, reímos y nadie ríe con nosotros, lloramos de miedo o dolor y se
nos dice que nuestras lágrimas son inoportunas o un signo de debilidad,
comenzamos a evitar la expresión de nuestras emociones. Esto es lo que ha
acontecido con los varones durante años; se les inculcaba que las
lágrimas eran para las nenas, lo que los formó
duros e inexpresivos, incomprendidos y angustiados. Afortunadamente, la
vida ha ido cambiando en este aspecto y la mayoría de los hombres,
actualmente, se permite expresar lo que siente. Cuando un niño ve a su
alrededor personas negligentes, depresivas o llenas de ira o
resentimiento, cree que esa es la realidad. Más adelante, desarrolla el
poder de conocer cuándo esa imagen está distorsionada y si es posible
sentir y manifestar emociones positivas. Si, por el contrario, los
adultos que lo rodean están genuinamente interesados en él y en sí mismos
y le muestran que la vida vale la pena, aun con sus sinsabores, crece con
una alegría de vivir contagiosa, que le facilita la ocurrencia de
experiencias positivas. Por supuesto que la madurez trae una visión menos
romántica de la vida y sus acontecimientos, pero si fuimos criados con la
idea de que podemos cambiar algunas circunstancias y de que todo depende
de la actitud con que enfrentemos los acontecimientos que la vida nos
depare, seremos más felices y, a la vez, formaremos hijos más plenos. Es
una cadena que debemos continuar o romper, en relación con la educación
recibida.
Si no nos han enseñado a cuidarnos y a respetarnos, mal podremos cuidar
de los otros o comprenderlos cuando estamos angustiados o heridos. Por el
contrario, nuestra actitud natural será proyectar la indiferencia que
recibimos y centrar la atención solamente en nuestras necesidades, lo
cual nos convierte en seres egoístas, ignorantes de las carencias ajenas.
Pasaremos por la vida sin saber lo que es la empatía.
Sin embargo, la empatía es una capacidad que se puede enseñar, aprender y
hasta contagiar. En los tiempos que corren, en los que aparentemente
prima el egoísmo y el falso éxito, en los que cada uno parece atender
sólo sus problemas y encontrar las soluciones sin mirar al costado, se
hace, más que nunca imprescindible, la práctica de esta emoción tan
abarcativa como sanadora.
La práctica constante y a tiempo completo de la empatía nos lleva al
ejercicio de otra emoción tan necesaria como ésta: la tolerancia. Si
somos capaces de entender, sin juzgar, lo que el otro está sintiendo,
estaremos habilitados para respetarlo. Aquí están las bases de la
convivencia pacífica del hombre en sociedad. No sólo se trata de entender
las emociones del otro, sino de respetarlas, sin juzgar. Que no es fácil,
que el ego nos traiciona a menudo, ya lo sabemos todos; pero que es
posible, también y con esto alcanza.
Si nuestro deseo es llegar a ser personas maduras emocionalmente, debemos
aprender a expresar la empatía y la tolerancia en nuestras relaciones
personales. Expresar empatía es la clave para experimentarla, porque la
empatía es una de esas expresiones, (como el amor, la tolerancia, el
perdón o la verdad), que más recibimos cuando estamos dispuestos a dar.
Dice Louise Hay "Cuanto más doy, más tengo para dar" y no se refiere
solamente a objetos materiales. Por la ley de causa y efecto, lo que
damos vuelve. Cuidado, no vayamos por la vida reclamando amor, respeto,
empatía, tolerancia y perdón cuando lo que ofrecemos es intransigencia,
odio o rencor. La vida es justa y nos devuelve lo que le damos, muchas
veces, exageradamente multiplicado.

Clave de la empatía: escuchar.

Practicar la empatía supone renunciar a una visión del mundo centrada en


uno mismo, para poder participar, de manera completa, de la experiencia
de la otra persona. Para ello, el verbo clave es: escuchar. ¿Cómo se
puede comprender y ayudar al otro, si no se lo escucha? Atender con todo
el cuerpo lo que se nos quiere expresar, es la llave de la empatía.
Escuchar con empatía requiere centrarse en el otro y prestarle atención,
no sólo a las palabras sino también a los gestos, la posición de su
cuerpo, sus expresiones faciales. Cuando se escucha con empatía, se hace
un esfuerzo, consciente, por
dejar de lado los prejuicios, los juicios, las creencias personales. Esta
forma de escuchar puede ser enseñada, puede trasmitirse de una persona a
otra. Se escucha con empatía cuando se da aliento o consejo, pero también
se escucha con empatía cuando los aconsejados somos nosotros. Cuando una
persona recibe un estímulo que despierta cierta emoción, mientras decide
qué hacer con ella: si enviarla al neocortex y racionalizarla o dejar
fluir la reacción física consecuencia del estímulo, pasa solo un cuarto
de segundo. Sin embargo, son suficientes para que su rostro, su voz, sus
manos, sus gestos denoten la emoción generada. Estas micro - expresiones
son pistas que un avezado empático puede descifrar en el mismo tiempo.
Como son automáticas y universales, son iguales para una persona ciega
que vidente, culta que ignorante, reprimida que extrovertida. La risita
nerviosa, el gesto de desprecio con la boca, las cejas hacia abajo en la
tristeza, el enrojecimiento de la piel en la ira, la voz entrecortada en
la ansiedad o el miedo, morderse las uñas, mirar hacia abajo, apretarse
las manos, cruzar los brazos, levantar los hombros por indiferencia, la
apertura inusual de los ojos, son algunas de estas micro - expresiones
que gritan muchas veces, mucho más de lo que cuenta la persona. Esta
cualidad para percibirlas e interpretarlas que es una condición natural
en algunos, aprendida en otros, es de vital importancia en policías,
jueces, maestros, vendedores, padres, hombres de negocios y todo el que
precise saber lo que está sintiendo su interlocutor más allá de lo que
está diciendo.
Se denomina sintonización a la atención total y sostenida que se presta a
otra persona. Cuanto más atento estés, mayor será la agudeza con que
cuentes para percibir el estado interior de otra persona. Con práctica y
en algunos casos con edad que te aporte más tiempo de experiencias
propias, podrás captar e interpretar cada vez más rápidamente aún con
señales sutiles y en circunstancias enigmáticas.
El estilo para hablar de una persona la delata sobre su capacidad para
escuchar conscientemente. En general, salvo
que se hable para distraer y apartar de la situación dolorosa o
impactante, lo que se diga es una respuesta empática a lo que el otro
siente. Escuchar de verdad, escuchar con empatía significa que ambos
escuchen y ambos permitan que el otro se exprese en lo que sea un diálogo
abierto y sano en lugar de dos monólogos cruzados de dos egos
enfrentados. La buena escucha no tiene apuro. Las personas se toman su
tiempo para escuchar, procesar lo oído y elaborar la respuesta acorde con
lo interpretado sobre los sentimientos del otro.
Se requiere dar siempre a la otra persona la oportunidad de explicarse
con detalles y confesar sus pensamientos y sentimientos. Resulta, a
veces, más que complejo escuchar hasta el final, sin opinar. El que esté
libre de culpa que tire la primera piedra, pero todos en algún momento
nos hemos lanzado a contestar sin que el otro hubiera terminado de
explicar o, aun peor, estuvimos pensando la respuesta mientras el otro
hablaba. ¿Cómo se puede escuchar si estamos pensando la respuesta más
brillante, más impactante? No hay forma. De allí que la empatía no se
practique tanto como debería. Con respecto a qué hacer luego de escuchar,
te cuento que no soy muy amiga de dar consejos y que no tuve esta
posición toda la vida. Con el proceso de maduración, creo, me he pasado
al bando de los que escuchan, apoyan, ofrecen ayuda, pero no aconsejan.
Estimo que nadie sabe mejor que uno qué debe hacer, sentir o pensar; en
nuestro interior están todas las respuestas. Si ha de brindarse alguna
ayuda al otro es facilitarle las herramientas de soledad y silencio para
que pueda descubrir sus respuestas y confiar en ellas. Desde mi época de
ejercicio de la Abogacía he comprendido que la verdadera historia no se
conoce nunca. Con la lectura de "Un curso de milagros" he reforzado el
concepto de la relatividad de todo lo que existe. Las vivencias y sus
manifestaciones son personales. Debemos tener presente que cuando una
persona nos cuenta alguna experiencia, lo hace desde sus emociones,
formación, cultura, edad, sexo, nacionalidad, religión, etc.
Es decir, desde su modelo y visión del mundo. Esto llega a nuestra
comprensión de la realidad, que también se ve teñida de estos elementos;
por lo tanto, la confrontación objetiva de los escenarios daría dos
versiones absolutamente dispares. Desde nuestro humilde lugar de escuchas
empáticos, debemos obrar con sencillez, sin la arrogancia que indique el
único camino a seguir. Hay tantas interpretaciones de la realidad como
personas la vivan. En consecuencia, lo que escuchamos es procesado por
nuestro sistema de creencias y traducido por nuestra personal y única
forma de ver la vida, lo cual poco ayuda respecto a aconsejar al otro.
Pongamos un ejemplo. Hace poco tiempo una querida alumna estaba pasando
por la dura experiencia de ver encarcelado a su esposo. Mucho más allá de
la justicia o injusticia de esta circunstancia, lo cual sería tema de
otra discusión por lo subjetivo del asunto, el hecho real es que ella
sufría mucho por la ausencia, el desencanto, la sorpresa, la situación de
sus hijos, la lucha entre contar o no la verdad a la gente de su entorno,
la humillación y hasta los problemas económicos, que esto acarreaba.
Situada en el foco de la circunstancia y desbordada por la misma,
resolvió consultar a una terapeuta para que la ayudara, más que nada, a
apoyar a sus hijos. Aunque no lo puedas creer, esta señora le aconsejó
que se separara cuanto antes de su esposo y que comenzara una nueva vida.
Llegó a verme llorando: además, de la tragedia que estaba viviendo, ahora
tenía que tomar una decisión en ese sentido. No se sentía preparada y ni
siquiera creía que eso era lo que ella quería. Sentía que amaba a su
esposo, que debía apoyarlo en ese momento y que si había de tomar una
decisión semejante, sería cuando él estuviera en igualdad de condiciones
que ella: en libertad. Entre sollozos, me contaba que no creía que fuera
el momento de hacer semejantes planteos; él también estaba sufriendo y lo
único que lo mantenía en pie era el amor de su familia; los hijos
comenzaban a atrasarse en los estudios y esto
se agudizaría si le agregaba una separación y, lo que era muy importante,
ella lo amaba y estaba dispuesta a escuchar, con empatía, las
explicaciones que él tuviera para dar. No puedo negar que me encantó la
posición de mi alumna, la firmeza con que defendía su familia, pero me
contuve muy bien para no manifestarle mi conformidad, pues entendí, como
creo siempre, que nadie más que ella tenía la respuesta. La frase "Yo en
tu lugar", tan rápida y fácil de pronunciar es temeraria, pues nadie sabe
lo que haría en el lugar del otro, porque nunca va a estar en esa
posición. Cuando uno hace esta afirmación seguida de un consejo, no está
imaginándose en el lugar del otro, sino que la hace desde el propio. De
ahí que el consejo carezca de valor. Por otra parte, aunque uno viviera
la misma circunstancia, no sería en el mismo tiempo, no tendríamos la
misma educación, cultura, edad, formación, creencias, sexo, etc. Yo en tu
lugar no estaré nunca porque soy otra persona y ambas somos únicas e
irrepetibles. Lo máximo que puedo hacer, y luego de bastante esfuerzo, es
ponerme en tus zapatos para intentar sentir lo que tú estás sintiendo, no
lo que sentiría yo si estuviera en esa posición. Porque empatía no es
contagiarte mi manera de proceder o de sentir: empatía es comprender
desde la posición del otro, lo que el otro siente. Pero desde el otro, no
desde uno.
Como dice Joan Manuel Serrat, en la vida todo es relativo, aproximado y
provisorio.
En contraposición, está la gente que nos quiere dar consejos. Aquí la
escucha es nuestra. Luego de expresarnos lo mejor posible para que
escuche el otro, este siente la obligación de darnos un consejo. Cuidado,
porque debemos analizar de dónde proviene. Analizar la fuente. Entonces,
después de saber todo lo necesario sobre los objetivos, motivos,
intenciones, temores, sueños y deseos del interlocutor, se debe usar esta
información para evaluar la situación. Sólo acabado este proceso de
escuchar y evaluar, se puede
descubrir qué consejos se deben tomar y cuáles, mejor olvidar. Después de
analizar el carácter de la otra persona, es posible decidir si su consejo
es sólido o si proviene de alguien que sólo desea influir en uno para su
conveniencia o si es amiga de inmiscuirse en todo y pretende conocer de
todas las materias, lo cual la haría, a su criterio, experta para dar
consejos. Por otra parte, ya sabes que la historia que le contamos
tampoco refleja la realidad objetiva, sino que será nuestra versión de la
realidad, la cual, aun con las mejores intenciones, será parcial y
subjetiva.
Definir el proceso de conocer la amplitud y profundidad de otro ser
humano, se denomina valoración: saber qué méritos tiene para aconsejarnos
y, como decían las abuelas, "tomarlo como de quien viene". Es la parte
central de escuchar con empatía. La buena noticia es que se puede
cultivar.
La valoración es la habilidad de descubrir la verdad sobre una persona o
situación, usando la empatía como guía. Es muy importante con los
maestros de los hijos, los amigos de los adolescentes, o para contratar
un empleado. En esta última circunstancia, se debe entrevistar a varios
candidatos y preguntarles por su entorno, qué les gusta, qué les
preocupa, su educación, creencias, referencias, ética, valores, etc. Hay
que escuchar qué dicen y qué callan, a qué le dan importancia y qué dejan
en un segundo plano.
Si no sabemos hacer una buena valoración de los demás, terminamos tomando
decisiones erróneas, elegimos la persona equivocada para amar, para
asociarnos, para trabajar o para cuidar a nuestros niños. Las
resoluciones están basadas en nuestras propias inseguridades. En algunos
casos, esta valoración es instantánea porque se maneja con la intuición.
Pero hay que tener mucha práctica y confianza en la intuición, para
valerse sólo de ella. Muchos son los casos en que a primera vista no nos
gusta alguien, para luego descubrir que es tímido, reservado, sufrido, y
no grosero, egoísta o
malintencionado, como nos pareció. Con práctica y tiempo se llega a
confiar en la intuición y se la convierte en la maravillosa herramienta
que realmente es. Si te guías por la intuición nunca te equivocarás, pero
debes saber reconocerla muy bien. Te lo digo por experiencia: si logras
despojarte del razonamiento inmediato que sigue a la intuición, nunca te
equivocarás. Sabrás que estás en el camino cierto cuando, luego de tomar
una decisión basada en la intuición, sientas básicamente en el plexo
solar o generalizada en todo el cuerpo, una sensación de plenitud y calma
interior, indescriptible con palabras. Es la certeza de estar en
consonancia con el Universo, sus leyes y sus manifestaciones.
El proceso de escuchar con empatía comprende tres etapas:
1. Evaluar a la persona que está hablando para conocer lo más posible sus
puntos de vista, historia personal, carácter y motivación.
2. Evaluarse uno mismo, siendo consciente del propio estado emocional en
ese momento, incluso de las necesidades, puntos vulnerables, dolores,
prejuicios e intereses.
3. Reconocer y distinguir la intuición y la razón y saber con cuál
manejarnos.

La empatía de los otros.

Para juzgar la motivación y el carácter de una persona con exactitud,


debes ser capaz de ajustar tu punto de vista, de sintonizarlo con el del
otro. Cuando salimos de nuestro interior y entramos en las experiencias
del otro, viendo el mundo como él, "siendo el otro", estamos practicando
la empatía.
Te reitero, ¡cuidado!, porque esto es realmente la empatía; comprender la
situación del otro pero desde el punto de vista del otro, no del nuestro.
Esta es la clave y, quizás, lo más complejo. A las personas generalmente
les cuesta desprenderse de
sus propias emociones, pensamientos y creencias, para sentir como el
otro. Se practica empatía cuando se actúa y consuela desde la posición
del otro, abandonando la nuestra. No es fácil, pero es posible. Se debe
abandonar el pensamiento egocéntrico de creer que uno haría las cosas
mejor; es imprescindible dejar de lado los "yo en tu lugar". No sé qué
haría en tu lugar porque no estoy y nunca lo estaré. Lo que sí puedo es,
con esfuerzo, entender lo que sientes tú, desde tu lugar.
Unos días atrás, me contaba una señora funcionaria pública, más
específicamente empleada de un Juzgado Penal, que estaba asistiendo a un
curso donde se les pretendía enseñar cómo manejar las relaciones con el
público y con sus compañeros. Lo curioso es que se les hablaba sobre la
necesidad de ponerse en el lugar del otro, implicándose en el tema que
aqueja a la otra persona. Esto no es empatía, así como tampoco es bueno
que se practique en un Juzgado Penal donde la materia de por sí es
compleja y movilizadora. Esto es, como veremos más adelante, compasión.
Lo que no debe olvidarse nunca es que detrás de ese expediente, frío y
escrito con letras de molde, hay una persona o varias, hay una familia o
varias que padecen, con motivos o sin ellos, con razón o sin ella, pero
sufrientes al fin. Pero no es llorando "con el otro" que se lo ayuda, no
es invadiendo su lugar que se lo apoya; muy por el contrario, es
preguntándose qué está sintiendo con las características de su
personalidad, su edad, su cultura y enseguida: "¿Qué puedo hacer yo, para
ayudar a mitigar ese dolor?" Quizás la primera respuesta sea tratarlo con
respeto, pero no llorar con él, porque eso no arregla nada.
Al escuchar al otro con todo el corazón, entramos en los pensamientos y
sentimientos del otro.
Escuchar con mente abierta puede ser una experiencia transformadora, pero
se debe estar dispuesto a aceptar que no se cuenta con todas las
respuestas y que hay problemas que no tienen solución; se debe dejar la
soberbia del ego y entender
que nuestra opinión no es nada más que eso: una forma de ver la realidad
y el mundo, que puede estar muy lejos de la verdad. Se debe reconocer que
no nos alcanza la vida para tener una buena información de todo lo que
acontece en el mundo y que, escasamente, podremos contar con unos pocos
conceptos bien claros. No debe perderse de vista lo limitada de nuestra
visión y jamás intentar imponerla. Personalmente, me asusta un poco que,
por estos tiempos, se hayan multiplicado las personas que creen saber de
todo y que se jactan de dar su opinión, pretendiendo que se tome, además,
como la única verdad. Creo que, lejos de favorecer la unidad y el
crecimiento de los humanos, los separa y sectoriza, los limita y
paraliza. Resumiendo: todos, luego de recabar la información necesaria,
podemos opinar, pero jamás debemos creer que es lo único válido y que
debe asumirse como verdad por los demás. Mucho menos diplomarnos de
"opinólogos" o hacer un Master en "Todología", todo lo cual nos ubica en
una posición egocéntrica y ridícula.
Otro panorama se nos ofrece cuando es uno el objeto de la empatía ajena.
En estos casos hay que practicar una buena escucha, igual que antes; es
preciso valorar lo que se nos dice, para saber qué autoridad tiene para
señalarnos lo que nos expresa; hay que evitar la conducta de quien lo
sabe todo, y sobre todo hay que tener claramente analizado cómo nos
sentimos en el tiempo que recibimos el consejo o el consuelo, así como
qué afinidad o antipatía sentimos con el otro.

Autoevaluarse y escuchar sin prejuicios.

Es difícil, pero no imposible, escuchar sin juzgar. Al oír las palabras


del interlocutor, inconscientemente, estamos procesando la información, a
la vez que la pasamos por el tamiz de nuestras creencias y prejuicios. Es
muy importante tener claro cuáles son. Sabemos qué nos gusta y qué nos
disgusta; qué estamos dispuestos a ceder, qué virtudes son más
importantes para nosotros y con cuáles defectos no
estamos dispuestos a transar. Pero lo que no tenemos tan presente, es que
deformamos la realidad cuando nos resulta muy distinta, o no refleja
nuestros valores, o no coincide con nuestros juicios.
Todos hemos desarrollado teorías generales basadas en nuestras
experiencias de vida, pero la empatía nos obliga a mantener nuestros
prejuicios a raya, de modo que no se concreten. Los prejuicios se basan,
por ejemplo, en los títulos, la herencia étnica, la raza, la religión, la
edad, la educación, y causan confusión, además de entorpecer las
relaciones.
Todos hemos aprendido a poner categorías y etiquetas a las personas, las
situaciones y las cosas. Tendemos a la generalización de las conductas
humanas. Debemos dejar de lado estos rótulos, algunas veces
inconscientes, si queremos escuchar con empatía.
Nuestros gustos y disgustos son disparadores, señales por las cuales
reaccionamos emocionalmente. Pueden ser características de nosotros que
no nos gustan, o problemas a resolver. Generalmente, aquello que
criticamos o encontramos como defecto en otro, es un reflejo de nuestra
realidad inconfesada.
Nuestras predilecciones pueden ser cualidades nuestras que nos agradan.
Debemos prestar mucha atención a las suposiciones que hacemos de la gente
respecto a su aspecto, educación, sexo, posición, actitud, etc.

Ejercicio
Haz por escrito este ejercicio para clarificar tus conceptos.
Cualidades que me gustan EN LAS PERSONAS (Ejemplo: discreción, simpatía,
puntualidad)
VALORES QUE DEFIENDO (honestidad, lealtad,
fidelidad, etc)
Comportamientos que detesto (Ejemplo: traición, engaño, pereza)
Gente que quiero y lo que me gusta de ella
Gente que me desagrada y por qué
Las preguntas siguientes nos ayudan a descubrir algunas suposiciones
inconscientes.
Aspecto
¿Qué pienso sobre el aspecto de una persona?
¿La prefiero cuando su aspecto es pulcro, aseado o
cuando lleva ropa elegante?
El pelo claro u oscuro, lacio o enrulado, ¿significa algo?
¿Me importa que sea gordo o flaco, alto o bajo?
¿Me importa que se maquille o esté bien afeitado?
¿Me importa que huela a buen perfume?
Orígenes
¿Qué suposiciones están basadas en la raza?
¿Cómo reaccionaría al enterarme de que voy a trabajar con gente de otra
raza?
¿Importa que sea rico o pobre, de familia adinerada
o sin familia?
¿Me interesa que sea extranjero?
¿Me importa que posea un apellido ilustre?
Sexo
¿Qué prejuicio tengo en contra de la gente del otro
sexo?
¿Ser hombre o mujer, condiciona la idea que me
hago de sus opiniones?
¿Tengo algo contra la gente que tiene una opción
sexual distinta?
¿Las mujeres no saben manejar?
¿Los hombres no lloran?
¿Pueden las mujeres llegar a posiciones empresariales o políticas, de
decisión?
¿Qué se comentaba en mi familia al respecto?
Posición
¿Hago suposiciones sobre mi jefe, por el hecho de serlo?
¿Cómo me muestro delante de mis jefes?
Si es subalterno, ¿sabe menos?, ¿tiene menos cultura?, ¿valen sus
opiniones?
¿Respeto a los jefes como personas comunes o como
superiores?
¿Me animaría a cuestionar una orden?
Actitud
¿Considero importante que la empleada no lleve la
pollera muy corta?
¿O si es nueva e inexperta?
¿Si va a trabajar llena de joyas?
¿No me gusta que vaya muy maquillada?
¿Es vacía, una mujer más arreglada?
¿El hombre prepotente es machista?
Si alguien, con quien no tengo demasiada confianza, elogia mi aspecto,
¿es acoso sexual o me está seduciendo?
Comportamientos
¿Creo que la gente que fuma es desprolija?
¿Puede ser competente una chica que come chiclet
en la oficina?
¿La gente que lleva ropa cara es frívola?
¿Los que no recorren un camino espiritual son egoístas o están ausentes
de la vida?

Aprender a escuchar al ser interior es tan importante como aprender a


escuchar a los demás.
Los prejuicios e intereses propios reducen la capacidad de escuchar con
empatía.
Sólo al escuchar con empatía, lo que significa escuchar sin prejuicios y
negándose a dirigir o controlar la conversación, se puede obtener la
información necesaria para tomar una decisión.
Cuando no se escucha con empatía, se escucha a medias; se está deseando
que termine el relato porque se está convencido de conocer todo lo que
hay que saber sobre este tema en particular.
Escuchar parcialmente nos puede llevar a conclusiones erróneas.
Escuchar con prejuicios va contra la empatía.
Desde el punto de vista de la empatía, se debe trabajar mucho para
reprimir los preconceptos y los juicios injustificados. Este es un
proceso consciente, conducido por el motivo empático de ser justo.
Aunque, por supuesto, esto de la justicia personal y de ser justo es tan
subjetivo que le quita validez al concepto de la empatía. Se puede ser
empático si se escucha con amor y atención, sin juicios ni prejuicios,
pero a la hora de considerarse justo, mejor abandonar la tarea. Nadie es
totalmente justo para todas las partes involucradas.

empatía y compasión

Se las suele confundir, dado que la compasión también es una emoción,


pues se la define como la experiencia pasiva
de compartir las emociones de otra persona. La empatía es activa, ya que
busca ayudar al otro a solucionar sus problemas sin agobiar ni aconsejar.
Compasión significa "sufrir o experimentar con", mientras que la empatía
es "sufrir o experimentar en". En la compasión las personas sufren juntas
pero no solucionan, en la empatía uno no sufre sino que acompaña y ayuda
objetivamente y con energía al prójimo.
En la empatía dos personas están unidas en la misma experiencia
compartida. En la compasión es de una sola la experiencia y dos quienes
la sufren.
La compasión nos permite sufrir con otras personas sin siquiera
acercarnos a ellas. "Siento pena por la gente del Cercano Oriente".
Nadie puede ser perfectamente empático. Todos cometemos errores. Todas
las relaciones sociales implican dar y recibir. Ciertos días una de las
personas presta el oído, y otros días esa misma será quien hable y sea
escuchada. Por lo menos, así debería ser; si bien se sabe que algunas
personas sólo pretenden ser escuchadas, egoístamente. Es necesario saber
que no podemos ni debemos vivir solos y aislados, emocionalmente.

Ejercicio
Para experimentar tu capacidad de escuchar, haz el ejercicio siguiente.
Intenta hablar sólo después de que la otra persona haya concluido de
exponer sus argumentos, tú los hayas resumido y el otro haya aprobado tu
resumen.
Pueden ser útiles frases como: "A ver si entendí" "Ayúdame a completar la
idea..."
Es un proceso largo, claro, pero te ejercitará en la escucha atenta y
empática. Luego de practicarlo un tiempo, se logra inconscientemente. Es
cuestión de probar.

Conclusión

En el esfuerzo por entender a los demás y apreciar su mundo con la


intención de ayudarlos, sin juicios ni prejuicios, estamos obligados a
renunciar a nuestro punto de vista. Con la empatía, nuestros problemas no
parecen tan importantes y si lo son, por lo menos comparten su posición
con los ajenos. Nuestro mundo se amplía y nos sumergimos en la
experiencia del otro; aprendemos y conocemos experiencias que,
probablemente, nunca tendríamos personalmente; sabemos que existen otras
realidades y que no tenemos la verdad absoluta.
En las relaciones personales, la empatía nos lleva a percibir la verdad
de la otra persona, a veces más allá de lo que desea mostrar y nos da la
intuición y el entendimiento para saber dónde termina su realidad y dónde
la nuestra. La empatía nos dice en quién podemos confiar y a quién
debemos evitar; cómo protegernos y defendernos, cuándo avanzar y cuándo
retroceder. Como se puede apreciar, es una herramienta muy poderosa.
Sin exagerar, se puede ver como la única emoción movilizadora del mundo y
de la humanidad. Todas las demás emociones se rinden ante su supremacía.
Todas se originan en ella.
Así, ¿qué sería del amor, el perdón, la aceptación, la autoestima, la
prosperidad, el agradecimiento, el humor, la esperanza, la alegría, la
tolerancia, si no conociéramos el concepto de empatía y no la pudiéramos
experimentar?
Pero además, ¿qué sería del miedo, el odio, el rencor, la culpa, la
tristeza, la crítica, el prejuicio, si no los contrastáramos con la
maravillosa empatía?
Si no desarrollamos esta "sensibilidad altrocéntrica", como se la ha
llamado, no podemos vivir pacíficamente en sociedad; pero tampoco
llegamos a conocer nuestros más elevados sentimientos, sin ejercerla. La
posibilidad de elección con
la que fue dotado el ser humano, hace que pueda optar por amar, crecer,
construir positivamente la vida con armonía, empatía, optimismo,
esperanza, buen humor, pero también lo hace libre de elegir el odio, la
hostilidad, la incomprensión, lo cual lo lleva a vivir desarrollando
dependencias emocionales, estrés, depresión, ira, represión.
Dice Viktor Frankl: quien ama crea valores. Porque ofrece a otros la
oportunidad de amar y por lo tanto de madurar y perfeccionarse con la
fuerza del amor. Hasta la persona más ruin nos ofrece la oportunidad de
amarla y de enriquecernos y perfeccionarla. Todos podemos amar y ser
amados, practicar la empatía o desconocerla: es un tema de elección
responsable.

El costado oscuro de la empatía

La empatía tiene, también, un lado oculto que puede usarse con propósitos
destructivos o manipuladores. La empatía no es derecho exclusivo de la
gente de buen corazón.
Es necesario aprender cuándo una persona está usando la empatía con
buenas intenciones y cuándo busca traicionar, manipular y causar daño.
Pero sin llegar a esos extremos, hay usos de la empatía que si bien no
son trasparentes ni desinteresados tampoco son dañinos. Es el caso de la
publicidad. Cuando en pleno verano, con tardes de intenso calor, te
invitan por televisión a saborear una refrescante cerveza cuya espuma
desborda el vaso, están usando empatía. No tratan de ayudarte solamente a
calmar tu sed, su finalidad es que compres específicamente la marca que
te señalan. Cuando en épocas de crisis económicas y falta de dinero te
invitan, por medio de avisos comerciales, a que intentes suerte con el
azar incitándote a jugar, están usando empatía. Aprovechan la necesidad,
saben de tus carencias y las usan en su beneficio. No está mal, si uno
puede percibirlo a tiempo: si tomas la cerveza o juegas porque lo deseas,
y no porque te lo sugiera o induzca la publicidad.

Pautas para reconocer el lado oculto de la empatía

1 Aprender a reconocer la diferencia entre la auténtica y la funcional.


La empatía auténtica es espontánea y se basa en el deseo genuino de
ayudar. La funcional, como su nombre lo indica, cumple una función:
utilizar lo que la gente puede ofrecer o lo que se puede obtener de ella.
Con la primera, tratamos a la persona con amor y respeto, con ánimo de
ayudarla; con la segunda, los sentimientos de la otra no importan, porque
lo que se busca es obtener una ganancia. Es fácil confundirlas porque con
la empatía siempre se gana, pero a veces se explota la emoción del otro,
en aras de obtener un provecho personal. Los programas televisivos que
apuntan al sentimentalismo, la publicidad que crea una necesidad, etc.,
son ejemplos claros de la empatía funcional.
2 Reconocer tus necesidades. Es bueno saber qué deseas y cuáles son tus
necesidades; de esta forma tendrás presente qué estás más propenso a
creer.
3 Aprender a confiar en tus instintos empáticos. La intuición tiene,
siempre, todas las respuestas. Pero no todos están acostumbrados a
escucharla. Cuando estás en peligro, el cerebro envía señales de alarma y
se aceleran los latidos del corazón. Sentir un frío repentino, el corazón
que se acelera, o estremecerse, son señales de que tengas cuidado.
Nuestro cerebro registra las señales aparentemente insignificantes: un
taconeo, una madera que cruje, y te envía la alarma en forma de
intuición.
4 Estar alerta. El temor, la ansiedad y la frustración distraen la
atención. Preguntas como ¿qué es lo que no he notado?, ¿qué me estoy
perdiendo?, pueden ayudar.
5 Evitar a los irresponsables. Se trata de apartar al que no se
responsabiliza por su vida pero es rápido en culpar a los demás de lo que
sucede. Muestra falta de flexibilidad y clara falta de empatía.
6 Cuidado con las reinterpretaciones de la realidad. Por ejemplo, quien
te aconseja de acuerdo a sus propias frustraciones y experiencias y no en
relación con las tuyas. Cuando sientas que alguien a quien tú aprecias y
valoras, está tratando de manipularte para sus propios fines, recuerda
que nadie te conoce mejor que tú; es posible que estés confundido, pero
nadie sabe mejor que tú lo que te hace bien o necesitas. Cuidado con el
compañero de trabajo que te predispone contra el jefe cuando en realidad
es él quien se lleva mal.
7 empatía no es simpatía ni es sinónimo de amabilidad. Muchas veces la
empatía tiene que mostrarnos algo con dureza. No siempre nos da las
respuestas que deseamos oír, pero si está bien intencionada, nos dará las
que necesitamos escuchar.

empatía y honestidad

Sin honestidad la empatía pierde su razón de ser. Comienza con uno mismo.
La empatía honesta, es la habilidad de verse a uno mismo con objetividad,
de entender a los demás con la mayor exactitud posible y de comunicar
estas percepciones con sensibilidad.
La empatía no se basa en decir despiadadamente la verdad. Mucha gente
confunde honestidad con grosería. Nadie te habilita a tratar mal a los
demás; no eres mejor que nadie y debes tenerlo siempre presente. Tu
verdad no es la única y si crees lo contrario, de empatía no has
entendido nada.
Algunas personas creen que ser honestas es lanzarle al otro una opinión
agresiva que no pidió. ¿Quién te convenció que es correcto decirle a tu
amiga que no le queda bien el peinado, si ella no te pidió opinión? ¿Cómo
crees que tienes poder para inmiscuirte en la vida afectiva de tu
compañera de trabajo, simplemente porque crees que el novio no la quiere?
Tus valores no son universales y tu concepción del mundo te pertenece
solamente a ti.
La empatía nunca afirma "mi verdad es la mejor y la única", sino "¿cuál
es la verdad, en este momento particular, para esta determinada persona?"
Aquí aparece el modelo del mundo de cada uno, a veces diametralmente
opuesto del de otros; surgen las creencias, paradigmas de educación y
cultura, idiosincrasias populares. Sin embargo, un error demasiado
generalizado es creer que hay una sola verdad y que uno es el dueño.
La empatía pone de manifiesto que lo más importante que podemos hacer por
otro, es consolarlo. Nuestra primera razón de existir no es ser el
primero o el mejor, el más lindo o el más rico; nuestra misión, si somos
tan afortunados de descubrirla, es preocuparnos por los demás, tanto como
lo hacemos por nosotros mismos. Cuando dejamos de lado los títulos, las
posesiones, el color de la piel y la religión, las opiniones políticas y
el club deportivo de nuestros amores, percibimos que nos parecemos más de
lo que nos diferenciamos.

Perdón y empatía

El perdón está muy vinculado a la empatía, ya que si se mira a través de


los ojos de los demás, nunca se podrá juzgar. El juicio es, como se sabe,
requisito necesario para la ofensa y esta para el posterior perdón.

Etapas para lograr el perdón y la empatía

Tener presente que nuestras percepciones están limitadas por nuestras


experiencias y que el mundo es mucho más complejo y los conceptos más
relativos. Cada uno tiene un modelo del mundo, a través del cual percibe
la realidad. Nunca se debe perder de vista esta máxima.
Buscar más profundamente y siendo conscientes de nuestras limitaciones,
preguntarnos: ¿qué me impide comprender?, ¿qué más debo aprender?, ¿para
qué me ocurre esta experiencia concreta?
Renunciar a nuestra parcial visión del mundo y de las cosas.
Cambiar. Sin un compromiso serio con el cambio, no hay empatía ni perdón
posibles.
Con la empatía y el perdón nos alineamos a toda la Humanidad. ¿Puedes
concebir una Humanidad con empatía generalizada y practicante genuina del
perdón? Parece ciencia ficción, pero del esfuerzo individual de cada uno
de nosotros puede surgir la construcción de ese mundo ideal.

Apatía, simpatía, antipatía y empatía


Palabras con la misma raíz, pero con significados diversos.
Apatía
Hay ciertos problemas o personas a los que hoy no les puedes dedicar
atención. La apatía es alejarse de una persona o situación por falta de
interés o sentimientos por ella. Luego de observar los valores y
prioridades involucrados, tomas una decisión.
Simplemente no te importa esa persona o situación.
No necesitas implicarte en esta situación.
No te sientes capaz de involucrarte, por lo menos hoy.
Antipatía
Cuando el desinterés no es momentáneo sino permanente y está basado en un
rechazo por la persona o sus actitudes, sientes antipatía. No puedes
interesarte porque no te nace hacerlo. Mejor apartarse.
Simpatía
Sientes tanta afinidad con la persona que crees ser la solución a sus
problemas. Abarcas más de lo que puedes, te agotas y finalmente no
solucionas nada. Cada uno debe hacerse cargo de su vida con todas las
complicaciones que ello implique. Aunque te sorprenda, en este aspecto se
asemeja mucho a la compasión. También en este caso, en lugar de ayudar,
sufren los dos; "sientes con" la otra persona. Observa si te encuentras
en alguna de estas situaciones.
Sientes el mismo dolor.
No pones límites a tu ayuda.
Asumes que debes resolver los problemas de los demás.
Ves a la otra persona como una víctima impotente.
Tienes la necesidad de controlarlo todo.
empatía
Es una respuesta del corazón pero está dosificada y ayuda,
verdaderamente, a la persona que sufre. Tienes sentimientos positivos
hacia los demás, pero no tratas de arreglarles la vida. Es el
acompañamiento del que sufre.
Aprecias el dolor de la otra persona.
Estableces límites a tu capacidad de ayuda.
Dejas que la otra persona se responsabilice de resolver sus problemas.

Ejercicio I
¿Cómo reaccionas?
Cuando te pide limosna un niño pobre y desaliñado: ¿piensas en las
necesidades del chico o en los padres que lo explotan?; ¿le ofreces
dinero, que llevará a la casa o le das un alimento que le sirva en el
momento?
Cuando ves a un anciano con aspecto solitario y vencido: ¿le ofreces tu
compañía y lo acercas a algún grupo de tercera edad o le das dinero y te
lo sacas de encima?
Cuando ves a una persona que ha bebido de más: ¿le tienes asco?, ¿miedo?,
¿comprendes que es una enfermedad y que precisa ayuda?
Cuando piensas que debes hacer dieta por exceso de peso o colesterol y en
otra parte del mundo algunos mueren de hambre: ¿sientes culpa?, ¿crees
que es Karma?, ¿a cada cual le toca lo que le toca?, ¿no puedes pensar
porque ya tienes bastante con la dieta?
Cuando te enteras de personas que precisan lo que a ti te sobra, dinero,
tiempo, amor: ¿eres capaz de compartirlos?

Ejercicio II
¿Estás preparado para sentir empatía?
¿Eres capaz de dejar de pensar en ti y en tus necesidades, por un período
más o menos largo?
¿Puedes escuchar a alguien, atentamente, sin preparar mentalmente la
respuesta?
¿Cuánto tiempo puedes escuchar sin hablar de ti mismo?
¿Cuántas frases puedes escuchar sin interrumpir?
¿Puedes contener a alguien que está llorando, sin trasmitir compasión?
¿Puedes reconocer, sin culpa, que eres feliz, frente a alguien
desgraciado?

CAPÍTULO SEIS

El fantasma llamado Miedo

Se han escrito muchos textos sobre temor, fobias, pánico y todas las
formas que el miedo asume. Miedo es esa sensación que paraliza frente a
determinados estímulos; es creer que hasta allí llegaste, que algo te
impide avanzar; es una motivación destructiva que impide tomar decisiones
correctas; "es todo lo contrario al amor" ("Un curso de milagros", ya
citado).
Definitivamente, es una emoción que impide avanzar y crea inseguridad,
cuyos efectos varían de acuerdo a las circunstancias, al motivo, a la
personalidad y a varios elementos, que han de considerarse en cada caso.
Si tuvieras que contestar rápidamente qué te produce miedo, verías que,
generalmente, se relaciona con que suceda algo o con desarrollar alguna
acción. Ejemplo del primer caso, envejecer y del segundo, hablar en
público. Pero la constante en el temor, es el cambio. Sí, seguramente
cuando pensamos en miedo, existe, en todos los casos, un cambio. Es que
realmente a lo que se teme es al cambio que produciría la nueva
situación. En los ejemplos citados no hay que pensar demasiado para
vislumbrar los cambios que apareja la vejez, y en el segundo, el cambio
viene dado por el pasaje de ser uno más, a ser el foco de toda la
atención y las miradas.
Los miedos traen consigo algo tan sencillo como común: la inseguridad con
respecto a la vida y a la gente. Si piensas detenidamente en tus temores
verás que pueden resumirse en esto: inseguridad por la gente, por la
vida, las relaciones o el amor. Se puede temer no tener a nadie
alrededor, no poder hacer nada frente a una situación o que nada esté
bajo nuestro control.
¿Pero qué es, realmente, el miedo? Es un pensamiento de preocupación,
anticipando la posibilidad de que ocurra algún acontecimiento indeseado.
Por lo tanto, nace del pensamiento. Ya vimos extensamente cómo se
desarrollan las emociones en el cerebro, que las trasmite al resto del
cuerpo. Cuando un estímulo desencadena la reacción de temor, produce un
pensamiento desagradable de que algo no deseado pueda ocurrir. De esta
descripción se desprende una de las características más importantes del
temor: está siempre vinculado a algo indeseado, a algo desagradable.
Nadie teme sacar el 5 de Oro o que sus hijos crezcan sanos y felices. El
temor anuncia la posible ocurrencia de algo que querríamos evitar. De
allí que sea un pensamiento restrictivo y angustiante, que produce la
paralización de la acción. Al primer pensamiento le sigue rápidamente
otro u otros de una gama de reacciones emocionales: ansiedad, espanto,
pánico, fobia, terror, acompañado por sentimientos de inquietud,
vulnerabilidad y preocupación.
El miedo es una creación de nuestra imaginación, es un invento del
pensamiento. Ninguna emoción es tan clara con respecto a su origen
imaginario, como el miedo. Percibimos un estímulo que nos despierta la
imaginación negativa que crea en la mente algún acontecimiento no deseado
y lo transforma en algo peligroso. Esta cualidad hace del miedo una
reacción emocional muy personal y subjetiva. Mientras que una persona
puede temer constantemente a algo, otra lo encuentra inocuo. Así,
mientras que asomados a la terraza de un piso 21, unos aprovechan para
apreciar el paisaje, disfrutar de la brisa y la vista, otro, imaginando
que puede caer de allí o que si le pasa algo nadie podrá socorrerlo, se
atemoriza y prefiere no mirar. En consecuencia, como es un producto de la
imaginación y el pensamiento, se deduce que nadie nace con miedos; sí con
la posibilidad de asustarse igual que un gato o un perro, pero el miedo
es adquirido, aprendido. Aparece junto con el desarrollo de la mente
racional. Se habla de niños inconscientes frente al peligro,
precisamente, porque si no han tenido la experiencia del dolor, no la
pueden reproducir; el pensamiento inocente del niño, desconoce el temor.
La mayoría de nosotros tiene miedos; en mayor o menor grado, en un área o
en otra, todos padecemos temores. Por lo tanto, la tarea es, en primer
lugar, reconocerlos, así como sus efectos sobre nosotros; en segundo
término aceptarlos como parte nuestra y, finalmente, disminuir o eliminar
su influencia paralizante. El individuo debe tratar de enfrentar sus
miedos, descubrirlos, comprenderlos y dominarlos. El hombre teme a los
otros hombres y a sí mismo, al dolor, a la carencia de medios económicos
y afectivos, a la responsabilidad y a la disciplina, a la estafa material
o afectiva, al engaño, a la mentira; teme a los amigos y a los enemigos,
a los gobernantes, a los inspectores, a los padres, a los jefes, a los
hijos, en fin, en realidad es: ¡miedo a la vida! Pero a la vez, teme que
ésta termine. El miedo a la muerte, como algo desconocido, es altamente
generalizado.
Otra posibilidad, es que el miedo sea una reacción ante situaciones
amenazadoras o que causan inseguridad, en las que el ser humano teme
perder el control sobre su entorno. Algunas veces hay miedos antagónicos
que, sin embargo, conviven en el mismo ser: las personas pueden temer a
la muerte y a la vida; a la soledad y a los otros seres humanos; a las
enfermedades y a los medicamentos; a la responsabilidad y a la excesiva
libertad; al pasado y al futuro.
Se teme a muchas situaciones que en la mayoría de los casos nunca llegan
a ocurrir, porque son producto de una imaginación desenfrenada. Para
superar el miedo hay que controlar la imaginación. Cuando ésta no tiene
control o es mal usada, nuestro equilibrio interior se desajusta. Es
necesario recordar que la imaginación es un producto de la mente y que en
lo que fijas tu mente, te conviertes. Si imaginas, es decir creas
imágenes mentales, de desdichas, catástrofes, esto es lo que atraerás a
tu vida. En español, la primera persona singular, de los verbos "crear" y
"creer", en presente, se conjuga de la misma forma: "yo creo". Por lo
tanto, la orden mental es igual para creer que para crear. ¿Te queda
alguna duda, teniendo en cuenta el poder de las palabras, de que cuando
crees, creas?
El otro agente productor de miedo, además de la imaginación, es la
programación temerosa y negativa que hemos recibido desde niños. Las
criaturas nacidas y crecidas en familias dominadas por el miedo deben
hacer un esfuerzo doble, por controlarlo. Si creciste con la idea de que
las personas son malas, que mejor solo que mal acompañado, que quien bien
te quiere te hará llorar, que la calle es peligrosa, la ciudad insegura,
que todos te quieren por tu dinero, que los autos siempre se accidentan,
que de noche no es bueno andar por las calles solo, que algunos alimentos
enferman y contagian otros males, que la gente siempre es mala o comenta,
que no eres inteligente para desarrollar una carrera, que tu cuerpo es
débil para esfuerzos físicos, que genéticamente has heredado la
osteoporosis de la abuela, que los juegos de azar son para los otros, que
más vale pájaro en mano que cien volando y todas esas otras ideas que
oías en tu infancia y ya estás recordando, no debe llamarte la atención
vivir paralizado por el temor.

Factores desencadenantes del miedo

Peligros de carácter general. Fenómenos climatológicos, catástrofes,


inseguridad.
Situaciones desconocidas e impredecibles. Las nuevas tecnologías, mudarse
a una ciudad desconocida, ruidos nocturnos inexplicables, someterse a una
operación.
Relaciones sociales. Miedo al rechazo, a una nueva relación, fracaso
social.
Demostraciones de rendimiento. Examen, jefatura, nuevo desafío
profesional, obtención del título universitario.
Se pueden resumir, como te dije antes, en temor a que suceda algo o a
desarrollar acciones.
Puedes temer que suceda:
envejecer
enfermar
enloquecer
quedar solo
estar solo
morir
tener un accidente
ser violado o violentado
cambiar
perder la seguridad económica
perder la pareja
Hay acciones que atemorizan:
hablar en público
hablar a contestadores automáticos
adelgazar
estudiar
cometer un error
hacer amistades
comenzar o terminar una relación
empezar en un nuevo empleo
manejar un auto
cocinar
ir solo al cine o a un restaurante
empezar una carrera
aprender computación
Un análisis sincero, individual o guiado con la ayuda de otros, como
haremos aquí, son los medios para descubrir, desenmascarar y deshacerse
de estas resistencias o temores.
La forma de vérselas con los temores es salir codo a codo con ellos,
luchar con la luz de nuestro conocimiento racional, porque allí es donde
está el poder básico de la elección. Si tomamos conciencia de nuestros
bloqueos, reconociéndolos y aceptándolos como parte de nosotros, podemos
hacer algo con respecto a ellos. Como todas las emociones, para lograr
dominarlas, primero debemos reconocerlas y admitirlas; saber qué
estímulos despiertan en nosotros el temor, reconocerlo objetivamente y
controlarlo.

Ejercicio
1. A continuación, en esta lista de miedos, marca los que tengas.
envejecer
enfermar
enloquecer
estar solo
morir
tener un accidente
sufrir una violación
ser víctima de un asalto
cambiar
perder la seguridad económica
sufrir un rechazo
cometer una equivocación
perder a un ser querido
hablar en público
hablar por teléfono
adelgazar
hacer amistades
comenzar o terminar una relación
empezar en un nuevo empleo
manejar un auto
montar a caballo
cocinar
ir solo al cine
que enfermen los seres queridos
que mueran los seres queridos
sufrir físicamente
a los contagios de enfermedades
al deterioro intelectual
a la oscuridad
a depender de los demás
a los lugares abiertos
a los lugares cerrados
a las alturas
a algunos animales: arañas, cucarachas, víboras, etc.
a los ascensores
a enfrentar situaciones
al poder de Dios
al pasado
al futuro
al presente
a las estafas afectivas
a las estafas económicas
a la mentira
a los padres
a los jefes
a los hijos
a los vecinos
al tránsito
a la electricidad
a perder el control
a las tormentas eléctricas
al viento fuerte
al ridículo
a la desorganización
a dar un examen
a los medicamentos
a la libertad
a la responsabilidad
a la intimidad
a visitar al dentista
2. Escribe otros miedos que tengas con respecto a la vida o la gente.
3. ¿Cómo te influyen tus miedos? ¿Cuan poderosos
son? ¿Cuánto te limitan?
4. ¿Cómo y cuándo tus temores toman tus decisiones
con respecto a las relaciones?
5. ¿Qué has dejado de hacer o de vivir por temor?
6. ¿Qué es lo peor que tienen tus miedos?
7. ¿Qué es lo mejor que te ofrecen?
8. ¿Cómo sales adelante, habitualmente, con el miedo? ¿Qué métodos
funcionan para ti?
9. ¿Qué patrón familiar aprendiste respecto al miedo? ¿Qué mensajes y
"debes", relacionados con el miedo, aprendiste, directa o indirectamente,
de tu madre o padre, abuelos, hermanos, maestros?
10. ¿Cuál es el miedo concreto que te impide traer más amor a tu vida en
sentido general, es decir acercarte a la vida y a la gente?
11. ¿Dónde sientes el miedo? Las emociones se sienten en alguna parte del
cuerpo físico. Observa si cuando tienes miedo lo sientes en el estómago,
el pecho, la espalda, las manos que transpiran, el cuello que queda
tieso, etc.
12. ¿Qué tienes en este momento que temas perder?

Buenas funciones del miedo

Sorprendentemente, no todo es malo en el miedo. En algunas ocasiones,


posee una función protectora importante.
De alguna manera nos limita y de alguna manera nos sirve.
Generalmente nos cohibe, nos limita, cercena nuestra libertad, nos impide
cambiar y crecer.
Pero, por otra parte, los miedos nos sirven. Nos ayudan a lograr lo que
queremos, consciente o inconscientemente, y a evitar lo que no queremos.
Por ejemplo, el miedo a los
accidentes hace que seamos más prudentes. Si al cruzar una calle no miras
a ambos lados, corres serios riesgos; la única manera de evitar el
peligro, es tomar los recaudos necesarios. Función ésta que desarrolla,
también, el miedo. Lo que nos hace ser prudentes, vacunarnos, tomar
medicamentos, hacernos chequeos clínicos, proteger a nuestros seres
queridos y nuestros objetos, mantenernos ágiles mental y físicamente, es
precisamente el temor a enfermar o deteriorarnos. La diferencia está en
el matiz entre el temor razonable y la obsesión desequilibrada y
paralizante. Si por temor a una enfermedad una persona se lava las manos
al llegar de la calle, está muy bien, pero si debe lavarlas
permanentemente y con productos abrasivos, algo está mal.
Otros ejemplos: el temor a las dificultades económicas nos hace ahorrar
dinero; el miedo a la incompetencia intelectual nos hace estudiar. Pero
si el ahorro se convierte en avaricia y el estudio en obsesión, el temor
ha perdido su función protectora.

Qué sirve en contra del miedo

Fundamentalmente, hay dos posibilidades de superar el miedo: actuar para


eliminar la amenaza o intentar tranquilizarse.
Peligro conocido, peligro superado. Racionalizado el temor, objetivizado,
nos permite tomar los recaudos correspondientes.
Nueva valoración. Siempre es recomendable ver la situación desde otro
punto de vista. Hacer un reencuadre de la situación. Si se consigue
relativizar una aparente amenaza, desaparece el miedo.
aceptación. Aprender a vivir con los riesgos inevitables y exponerse a
ellos.
¿Qué tienen los arriesgados que no poseen los timoratos?
Vencer el miedo implica enfrentar los temores y arriesgarse. No siempre
se tiene un resultado positivo, pero el desafío es no detenerse y seguir
arriesgándose, ya que los riesgos que parecen no surtir efecto, nos dan
tanto como los que sí, pero de una manera diferente. La vida es
constantemente un riesgo, pues se forma de la toma permanente de
decisiones, entre, por lo menos, dos caminos. La dualidad de opciones es
el mínimo riesgo al que la vida nos somete. Cada elección que se hace hoy
condiciona, inevitablemente, nuestro futuro, así como el presente es la
consecuencia, ineludible, de las decisiones tomadas en el pasado. Si a
los dieciséis años quisiste casarte y tener hijos, no podrás quejarte
ahora por no haber estudiado una carrera; si fumaste toda la vida no
puede sorprenderte tener los pulmones enfermos; si evitaste las
responsabilidades y el compromiso, no puede llamarte la atención llegar a
una adultez solitaria. Así es siempre; cada elección lleva a una
consecuencia, que a su vez es la base para otra decisión. Es una cadena
infinita de elecciones que condicionan nuestra vida. En clase, les digo a
las personas, para exagerar un poco el tema y que logren fijarlo mejor:
cuando eligen comprar leche entera o descremada, también están tomando
una decisión que afecta sus vidas.
Lo que poseen los arriesgados es ese poder que los impulsa a avanzar, a
pesar del miedo.
Deseo compartir contigo mi lema: No hay peor gestión que la que no se
hace. Porque ¿qué es lo peor que puede pasar? Que te digan que no, o que
no salga como lo pensaste. Y si no lo haces ¿qué es lo peor que puede
pasar? Que te quedes con la duda sobre el triunfo.
En italiano, éxito y suceso, se dicen de la misma forma: "successo". Para
que algo sea un éxito, debe ser un hecho acaecido, pasado, sucedido.
Muchos de nosotros podríamos tener el objetivo de sentirnos siempre
seguros y confiados, pero sería una ilusión, porque aun las personas más
seguras y equilibradas, con frecuencia, enfrentan en la vida momentos
peligrosos.

Ejercicio

1. ¿Cómo y cuándo corres riesgos? ¿Cómo y cuándo evitas arriesgarte?


2. ¿Qué mensajes y "debes" con respecto a los riesgos has aprendido de
otros?
3. ¿A quién culpas por las consecuencias de decisiones o riesgos que
debiste tomar tú?
4. ¿De qué te estás protegiendo cuando le das, a otra persona, el poder
de decisión, sobre temas que te corresponden?
5. ¿Cuál crees que es el mayor riesgo que podrías correr en tu vida? Toma
en este caso, riesgo como desafío.
6. ¿Estás dispuesto? ¿qué te lo impide?
7. ¿Qué es lo que podrías perder?, ¿qué podrías ganar?

Ejercicio

1) Completa la siguiente frase, sin pensar demasiado: Si tuviera el


coraje...
2) ¿Qué hace que sea un riesgo para ti? ¿Cuál es el temor?
3) ¿Qué podrías perder?
4) ¿Cuál sería el mejor resultado posible?, ¿y cuál el peor?
5) ¿Estás dispuesto a aceptar totalmente el resultado?

Miedo a los cambios

La vida nos depara experiencias nuevas cada día y creemos reaccionar con
respuestas inéditas, sobre todo si se trata de situaciones desconocidas,
no vividas con anterioridad. Sin embargo, nuestra rigidez emocional nos
lleva a reaccionar con respuestas viejas y muchas veces, con el
conocimiento de su ineficacia. Es sorprendente, cómo ignoramos que esa
forma de responder coincide con nuestros antiguos patrones de conducta,
nuestras creencias, prácticas religiosas, dolores, amores y desamores,
cultura, edad, sexo,... en fin, con todo lo que forma nuestro marco de
referencia a través del cual construimos nuestro modelo de mundo.
Peor aún es cuando somos conscientes de que estamos repitiendo el mismo
comportamiento. A pesar de que nos damos cuenta, nos descubrimos
reiterando viejas emociones, conductas conocidas, repetitivas e
insatisfactorias.
Parece que nos obstináramos en reproducir esos guiones conocidos, aún
cuando no estamos seguros de por qué lo hacemos o de si nos gustan y nos
convienen.
Obviamente, si siempre tendemos a reaccionar de la misma forma, aun
inconscientemente, estamos impedidos de crecer y evolucionar.
Sin embargo, si estamos atentos, podemos obtener las pautas para
comprender lo que nos sucede y hacer las modificaciones necesarias.
En definitiva, como ya se expresó: todos los temores se reducen al miedo
a cambiar. Se trate de una pérdida, una ganancia, sea positivo o
negativo, el miedo siempre está vinculado con un cambio y se circunscribe
a este, únicamente. El ser humano le tiene miedo al momento siguiente al
nacimiento, a la vida y a la muerte. La muerte nos enfrenta con lo más
desconocido e inevitable de la vida y en momentos cruciales, la angustia
del devenir puede producir pánico.
Pero la transformación (el camino del crecimiento y la evolución
personal) está constituida por una pequeña muerte y un miedo a morir y un
nacer y un miedo a nacer y así sucesivamente. Dice Gabriel García
Márquez: "Los seres humanos no nacen de una vez para siempre el día que
la madre los pare, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una
y otra vez".
Cada paso comienza con la muerte de lo conocido y el nacimiento de lo
desconocido y por ende del miedo a lo que no sabemos.

Observar nuestras emociones

La realidad es algo que cambia constantemente y cuando no lo podemos


asumir, surge el temor. El trabajo con las emociones no es expresión ni
represión, sino atención. Cuando surge una emoción debemos atender su
presencia y reconocer el estado en que nos encuentra y al que nos induce.
Si observamos atentamente descubriremos qué personas o situaciones nos
provocan qué emociones. Es decir, qué estímulos despiertan qué emociones.
Esa es la clave de la Inteligencia Emocional. Una vez reconocido este
sistema, se torna más fácil poder cambiar nuestras reacciones. Si miramos
retrospectivamente, podemos analizar qué hilos invisibles nos han estado
manejando y creando determinado tipo de reacciones miedosas. No es fácil
aceptar que en algunos casos hemos tenido una existencia digitada por
alguien que conoce, mejor que nosotros, nuestras emociones. En
conclusión, podemos aprender a observar qué situaciones nos provocan qué
reacciones, y al traer el tema al nivel de la conciencia, desaparecen los
temores a los cambios, pues dominamos las emociones antes de que
aparezcan.

Todos los miedos se curan y contrarrestan con amor a uno mismo y amor al
prójimo.

Con amor a uno mismo, autoestima y amor al prójimo se aprende a vencer el


temor. Ese temor que nos paraliza se disuelve si nos miramos con
ternura, nos damos permiso para equivocarnos y volver a empezar; si somos
tan indulgentes con nosotros mismos como lo somos con los amigos que
cometen errores una y otra vez. Comencemos por perdonar nuestros errores
y seremos más condescendientes con el prójimo, que también tiene derecho
a equivocarse.

Ejercicio

Párate frente a un espejo y observa detenidamente qué ves. Puede que no


te guste mucho la imagen que proyecta el espejo. Mírala más
detalladamente y trátala con el mismo cariño con que te relacionarías con
un amigo muy querido.
El miedo al cambio se cura con desafíos constantes y con correr riesgos
en forma permanente. Si los hombres de avanzada, que descubrieron o
inventaron tantos de esos objetos y servicios que tú usas con
naturalidad, hubieran sentido temor a lo desconocido, probablemente
viviríamos todavía en una caverna. Hubo, por suerte, gente que no le
temió al riesgo, al cambio, al error; se dio permiso para ser auténtico,
para brillar, para desafiar las reglas y lo conocido y nos legó muchas
cosas que hoy día disfrutamos. Procura agradecerles y homenajearlos
viviendo, como decía el poeta Vinicius De Moraes, "cada día como nunca
más".

Sugerencias para vencer el miedo personal al cambio

Hacer una lista de todos los miedos que impiden avanzar.


Informarse. Una forma de vencer el temor al cambio es informarse con
todos los detalles posibles. Este temor no es más que una forma de miedo
a lo desconocido. Al comenzar con la información, se va desarmando el
temor. Al estudiar los pormenores, se racionaliza el
tema y en consecuencia el temor, como un producto de la imaginación que
es, se va limitando.
Preparar un plan de acción ayuda mucho.
Buscar personas que hayan hecho el cambio anteriormente. Pueden contar
sobre el paso a paso.
Formar grupos de apoyo. Por eso, los populares programas de "12 pasos",
son tan buscados. Alcohólicos, obesos, jugadores, adictos al sexo o al
trabajo, entre muchos otros, encuentran en sus semejantes, el consuelo
para seguir intentándolo. Los amigos que no han vivido una situación
similar pueden ayudar en otros aspectos, pero no entenderán las
peripecias por las que pasa el iniciado.
Dar un paso por vez. Si lo que quieres es un trabajo, primero busca la
posibilidad, escribe las cartas, manda tu currículo, consigue la cita y
sigue el proceso de los datos que enviaste, pero de a una cosa por vez.
Al fraccionar la tarea aparecen pequeños temores, más fáciles de dominar.
Si lo que deseas es formar una familia, sal de tu casa a pasear, a
bailar, contáctate con mucha gente, para que sean mayores las
posibilidades.

Los cambios pueden tener diferentes orígenes:

porque uno mismo los genera, aunque no esté convencido (entablar


relaciones, comenzar a trabajar, etc);
porque son inevitables (fallecimiento de un familiar, madurar, crecer);
porque uno los provoca por ser convenientes (mudarse, tener un hijo,
casarse, divorciarse, diplomarse);
porque se desea;
porque busca conformar a otro.
Hay que prestar atención a los cambios que uno hace, para agradar,
conformar o atraer a otro. Pregúntate entonces:
¿Son esenciales para mí?
¿Qué pierdo si no los hago?
¿Qué otras opciones tengo?

Formas de perder el miedo

1. La mejor manera de vencer el miedo es ponerse en acción. Por lo tanto


cada vez que se tiene miedo hay que actuar, para contrarrestarlo. Al
traer el tema a la realidad, se evitan los fantasmas creados por la
imaginación. Convertir la imaginación en acción.
2. Pedir ayuda. Siempre hay alguien que sabe más que uno o tiene más
experiencia. Es bueno recurrir a ellos.
3. Uno es el mejor amuleto de buena suerte. Muchas veces la gente busca
amuletos afuera de sí mismo que le ayuden a vencer el miedo. Lo
importante es que uno mismo sea ese amuleto.
4. Es necesario ser positivo; saber que uno podrá con cualquier
situación.
5. Adquirir un compromiso con el cambio. Los resultados no son siempre
buenos ni inmediatos. Por eso, es importante mantener una responsabilidad
frente a los vaivenes de la vida. Lograr no desmotivarse ante el primer
obstáculo.
6. Desprenderse del resultado. Lo que cada uno hace es lo mejor que puede
hacer con los elementos que posee en esas circunstancias. "Se hace lo que
se puede"... y se espera con calma el resultado.
7. Cuando algo sale mal... algo bueno viene detrás.
O lo que es lo mismo: "No hay mal que por bien no venga". No te voy a
decir que llegar a esta convicción es fácil, porque no es cierto. Pero es
muy beneficioso. Como ya sabes que todo es causa y efecto y nada está
librado al azar, lo que sucede, por algo es.
8. Hacer afirmaciones del tipo:
Esto también pasará.
Todo está ocurriendo a la perfección.
Sea lo que sea, lo manejaré.
9. Practicar relajación para bajar los niveles de aceleración y latidos
cardíacos.
10. Reflexionar ¿Qué es lo primero que haré cuando pase este momento de
confusión emocional debido al miedo? Esto te da un motivo y una meta para
cambiar.
11. Mojar la boca interiormente hace bajar los niveles del miedo. Poner
la punta de la lengua en el paladar ayuda a vencer las consecuencias
físicas del temor. Baja los niveles químicos cerebrales que genera el
miedo.
12. Controlar la respiración, recuperando la respiración abdominal.

Formas generales y espirituales de perder el miedo

El libro "Un curso de milagros" se refiere a las emociones, expresando


que el hombre se mueve entre dos básicas: amor y miedo. En consecuencia,
todo lo que no es temor es amor y a la inversa. Por lo tanto, una forma
efectiva de vencer el miedo es expresando amor. La mejor manera de
manifestar amor es DAR.
1. Dando afecto. Mucha gente precisa de ti, no tengas dudas.
2. Dando gratitud. Esa frase que por temor no expresas abriría un círculo
positivo para ti y para el que te brindó algo. Agradece el día, el sol,
la sonrisa de tus hijos, el techo que te cubre, el trabajo que te
mantiene, el abrigo que tejió tu mamá..., la lista es interminable.
3. Dando elogios. Di, sin miedo, el elogio que tienes en la punta de la
lengua y temes expresar. La sonrisa que provoca un elogio ayuda a vencer
cualquier temor.
4. Dando conocimientos. Comparte tus conocimientos con muchas personas y
tendrás a todos agradecidos. Es una corriente muy positiva la que se
genera cuando te abres y compartes lo que llevas aprendido. ¿No
participas a tus hijos de tus experiencias? Haz lo mismo con tus
conocimientos académicos o de vida.
5. Dando tiempo. Las personas muy ocupadas son egoístas con su tiempo,
pues saben que vale más que el dinero. Para las personas ociosas y
vacías, el tiempo no vale nada y no encuentran que sea algo digno de
compartir. La noticia es que para vencer el temor, debemos compartir
nuestro tiempo. Cuando uno se organiza puede hacer más y aunque suene
paradójico, se tiene más tiempo. Escucha a quien te quiere contar algo;
haz la llamada que tienes pendiente; brinda tu palabra de aliento; hazte
tiempo para llevar a los niños al parque.
6. Dando dinero. No interesa si tienes en abundancia lo suficiente o lo
imprescindible. Siempre hay alguien que tiene menos y necesita de ti. El
miedo a perder el dinero o la estabilidad económica, es muy generalizado
y contagioso. Debes hacerlo circular, comprando o gastándolo en objetos o
acciones que te hagan feliz. Además de ti, se benefician los que
participaron en la producción, fabricación o distribución del producto.
Si lo aprisionas, queda estancado y esto no te beneficia ni siquiera a
ti.
7. Dando amor. Todos los demás numerales se pueden resumir en éste.
Cuando das afecto, gratitud, elogios, conocimientos, tiempo y dinero,
estás dando AMOR. Cuando no necesitas imponer tus ideas, cuando permites
que cada uno haga su proceso de crecimiento sin interferir, cuando puedes
dar, en sentido general, estás amando y has encontrado el sentido de tu
vida. Es la mejor manera de proyectarse al mundo y también una óptima
forma de recibir de éste, maravillas.

Miedo y susto

Vamos a diferenciar el susto del miedo. El susto se refiere a un hecho


concreto que está sucediendo en el momento; es una respuesta a una
situación presente. Es una reacción corporal y psíquica frente a una
circunstancia de peligro concreta y momentánea. Por ejemplo, si alguien
diera un grito fuerte en este momento, te asustarías, pero pasado el
momento desaparecería el miedo
La gran diferencia con el miedo es que el susto proviene de la
percepción; el miedo está alimentado por la imaginación. Algunas veces,
esa percepción se deforma y convierte a cada situación en un peligro: la
persona vive asustada.
El miedo es la sensación de susto frente a un pensamiento. El estímulo
para la propia respuesta está adentro de uno.
Me imagino algo y, a partir de esa idea, me asusto.
El miedo es una creación del pensamiento, más específicamente, de la
imaginación. Habitualmente está armada sobre la base de alguna
experiencia anterior. Algo nos pasó y nos dejó una impronta, huella o
señal. El miedo se genera a través de una situación de peligro inventada
por el pensamiento, pero basada en alguna experiencia anterior. De allí,
que todos tengamos miedos distintos y que lo que atemoriza a alguien sea
inofensivo para otro.
Uno de los miedos que más veo en clase, es el miedo al rechazo, sobre
todo afectivo. La gente teme amar o demostrar amor por si la otra persona
no siente lo mismo y la rechaza. Seguramente, tenga su origen en que
alguna vez esta situación se dio. Para el que nunca sufrió un rechazo o
lo tomó como una pérdida más para el otro que para él, resulta
inconcebible que alguien tema ser rechazado. Como expresa el dicho
popular: "Todo depende del color del cristal con que se mira".

Conclusión

A modo de conclusión, podemos decir que hay un miedo sano, natural,


creíble, y otro patológico. El primero previene, protege; el segundo
paraliza. Pero los dos son inventos del pensamiento, son el resultado de
la imaginación: la mente cree en un caso y rechaza en el otro, que algo
malo puede llegar a suceder en el futuro y no quiere que acontezca.
Tomar decisiones
Una de las situaciones que más miedo provoca, es la toma de decisiones.
¿Qué pasa si cometo un error? ¿A quiénes afecta mi decisión? ¿Qué podría
perder? ¿Me juzgarán? ¿Tengo derecho a afectar a otros? ¿Qué es lo peor
que puede pasar? ¿Y si dejo todo como está? ¿Qué pasa si no ocurre como
yo quiero que suceda? ¿Qué pasa si, en realidad, hubiera tenido que
elegir otro camino? ¿Cuánto perderé con la elección de esta opción? ¿Y si
mañana aparecen otras posibilidades que me sean más beneficiosas? Estas
son algunas de las muchísimas preguntas que se hace una persona,
corriente, a la hora de tomar una decisión.

Ejercicio

Piensa en cualquier decisión que tengas que tomar por estos días.
1. ¿Qué tendrías que hacer en primer lugar?, ¿cuál es el primer
movimiento?
2. ¿Deberías consultar o hablar con alguien sobre la decisión? Por
ejemplo con:
amigos
familiares
profesionales
personas que hayan vivido la experiencia
3. ¿Dónde puedes encontrar material que te dé más información?
4. ¿Qué valores están en juego en la decisión que tomes?
5. ¿Qué miedos debes superar para tomar esta decisión?
6. ¿Qué ganarías si no la tomaras? ¿Y si la tomaras?
7. ¿Qué ganarías aceptando la responsabilidad de que, quizás, no te guste
el resultado?
8. Luego de analizar todo lo anterior y tomar la decisión correcta, ¿te
sentirás conforme contigo mismo?

Finalmente, observa cómo te sientes físicamente luego de adoptar la


resolución buscada. ¿Es una sensación de calma y plenitud, o sientes un
nudo en el estómago y un desasosiego generalizado? En el primer caso,
estás frente a una postura acertada. En el segundo, mejor realiza de
nuevo, más sinceramente, el ejercicio.
En definitiva, se debe atender a la respuesta que da la intuición. Todos
los razonamientos posibles no son suficientes frente a la eficacia de la
rapidez intuitiva. La intuición
no se equivoca nunca. Si no estás de acuerdo es porque has confundido
razonamiento rápido con intuición. Esta aparece al instante, luego viene
la voz del razonamiento que le da vueltas al pensamiento hasta obtener
una decisión.

Desapego por el resultado

Ahora, tranquilo, deja fluir la vida y espera los resultados. Sea lo que
sea es lo mejor para ti.
Te será útil repetir esta afirmación que sugiere Susan fe-ffers en
"Aunque tenga miedo, hágalo igual":
"Todo está ocurriendo a la perfección".

Fin del miedo: aceptar la propia responsabilidad


La mentalidad de víctima se extiende y se contagia como una epidemia. Es
hora de hacerse responsable de la propia vida. Es una maravillosa y
eficaz forma de vencer el miedo.
Dijo Víctor Frankl, creador de la Logoterapia, en su libro "El hombre en
busca de sentido":
"Todo le puede ser quitado a un hombre, salvo una cosa, la última de sus
libertades: elegir la propia actitud en cualquier conjunto de
circunstancias, elegir el propio camino. La forma en que un hombre acepte
su destino y todo el sufrimiento que acarrea, la forma en que acepte su
cruz, le da la gran oportunidad de agregar un sentido profundo a su
vida."
Podemos elegir cómo deseamos reaccionar ante cualquier situación.
"Elegir", verbo con notable contenido, que nos conduce al ejercicio de la
libertad. Pero libertad con responsabilidad. La actitud de víctima no
tiene cabida en la vida saludable.

Ejercicio

Ahora contesta:
1. ¿Cuándo te sientes víctima de las personas o las circunstancias?
2. ¿De qué te quejas?
Lleva contigo una libretita o un minigrabador y señala cada vez que te
encuentres quejándote. La única dificultad es que a veces está tan
incorporado, que no nos damos cuenta.
3. ¿A qué personas has culpado en el pasado?
4. ¿A cuáles culpas hoy día?
5. Cuando asumes la responsabilidad, ¿cómo te sientes?

Meditación para sacudir el miedo

Busca una posición de meditación, cómoda, con los ojos cerrados y


practica una respiración tranquila. Lentamente, vas entrando en un nivel
profundo de relajación. Juega con la respiración hasta que percibas que
vas desconectándote del mundo exterior. En tu imagen mental, aparece una
escena nocturna en el campo, todo es serenidad y paz. Te encuentras en
una habitación confortable, iluminada y brillante. De pronto, se apagan
las luces; todo se oscurece y solo quedas iluminado por la luz de la luna
que entra por el ventanal. A pesar de lo repentino del apagón, de la
soledad y del silencio, no sientes miedo. Tienes la mejor compañía
posible: tú y la forma espiritual y superior que elijas. Una nube cubre
por un momento la luna, y al asomarte por la ventana, no ves nada. Por el
olfato sabes que frente a ti hay un frondoso árbol, sus ramas casi pueden
rozarte, pero sigues tranquilo. Si tu respiración se agita, llena tus
pulmones, lentamente, del aire saludable del campo y todo pasará. A lo
lejos, se divisan las luces de un poblado; son tenues, y como es
medianoche, casi todas las casas están oscuras, porque
sus habitantes duermen. Piensas en ir a dormir tú también, pero antes,
mejor disfrutar del silencio y la paz en el campo, sin temores. Tu mirada
descansa, pacífica, en las luces lejanas. De pronto oyes un trueno muy
fuerte que te sorprende. Es una tormenta que se acerca. La tormenta está
afuera, pero en tu casa y en tu mundo, reina la paz. La lluvia moja el
pasto y la tierra y mientras disfrutas del silencio interior, hueles la
naturaleza en todo su esplendor. Sabes que nada puede perturbar tu paz.
Te sientes a salvo y seguro. A salvo de la tormenta, seguro de tus
propios pensamientos; sin dudas, temores ni fobias. TODO ESTÁ EN SU
LUGAR. Nada hay que temer. La tormenta afuera, representa el caos que
vives a diario en la ciudad, pero ahora que conoces tu potencial de paz,
nada puede perturbarte. Cuando sientas que estás perdiendo tu paz
interior azotado por temores, recurre a tu noche en el campo y revivirás
la sensación de calma y paz interior creada en esta meditación.
Para volver al nivel de conciencia interior contarás lentamente del 1 al
5.
1, 2, 3, 4, 5

CAPÍTULO SIETE
Soledad ¿necesidad o castigo?

Si por emociones entendemos las reacciones físicas provocadas por


determinados estímulos, no puede faltar la soledad. Todo el cuerpo
reacciona cuando la soledad se apodera de una persona: se entristece, se
encoge, se arruga, pierde la energía vital; la gana el aburrimiento.
La mayor parte de las personas cree que es un triste privilegio de las
mujeres, pero si se abren, muchos hombres confesarán que también se
sienten solos.
La soledad posee significados diversos, para personas distintas. Algunos
echan de menos a una persona en particular, de la cual están separados
por el tiempo o la distancia. Esta forma se puede considerar como una
expresión de duelo o de pérdida (dependiendo de si la separación es
temporaria o permanente).
Para otros, la soledad significa que no tienen amigos suficientes u otras
personas con las cuales compartir sus gustos y sentimientos.
Puede significar falta de apoyo para resolver conflictos.
Puede ser voluntaria, por elección o asumida por obligación y puede ser
pasajera o definitiva, hasta que no se haga algo al respecto.
Generalmente, la persona en cuanto percibe que comienza a enfermar, busca
remediarla.

Ejercicio

Salvo que la sensación de soledad sea crónica y ocupe siempre el primer


plano de tu mente, será útil conocer en qué circunstancias te agobia.
1. Por lo tanto, dedica unos días a identificar en qué momento te sientes
dominado por esa sensación de soledad.
¿Se da con acciones concretas?
¿Cuando pasas por determinados lugares?
¿La experimentas cuando llegas a tu casa?
¿Cuando ves a algunas parejas caminar de la mano?
¿Cuando esperas, en vano, que suene tu teléfono?
¿Cuando vas al cine o al teatro?
¿Hay, quizás, cadenas de pensamientos que te conducen a la sensación de
soledad?
2. Evoca ese pensamiento concreto y examínalo. ¿Va acompañado de miedo y
tristeza?
¿De recuerdos?
¿Está siempre vinculado con alguien que, en tu opinión, aliviaría tu
soledad?
3. Si este análisis te provoca dolor, haz una meditación: relaja el
cuerpo un momento y dedícate a tratarte con amor, con compasión. Trátate
como si el que está mal fuera tu mejor amigo y tú lo tuvieras que
consolar.

Por qué sientes soledad

Cuando alguien se siente solo en muchas ocasiones, debería revisar sus


códigos y exigencias para aceptar a otras personas. Muchos tienen
expectativas demasiado ambiciosas cuando se trata de elegir a una pareja
o a una amistad. Se debe lograr cierta flexibilidad y recordar que como
expresa el dicho popular: "Nadie es moneda de oro para gustarle a todo el
mundo." Es muy raro que una persona nos guste todo el tiempo y,
seguramente, tampoco nosotros le gustamos a todos, todo el tiempo. No
debemos buscar en otros la perfección que ni siquiera poseemos.
¿Podríamos resistir el examen duro e inflexible de todos, siempre?
Seguramente, no.
¿Cuántas veces comparas a las nuevas relaciones con aquella que te hizo
tan feliz y que, por varios motivos, no puede estar a tu lado? Nunca
mejor aplicado aquello de que las comparaciones son odiosas. Nadie sale
indemne de semejante comparación. Tú tampoco lo lograrías. Por muchos
motivos: las personas cambian continuamente, las aspiraciones son
diferentes en las diversas etapas, lo que ayer nos hizo felices, hoy
puede resultar incómodo o superficial. De todas formas, solamente tú
sabes hasta cuándo quieres detener el tiempo en tu mente y en tu vida.
Porque cuando quedamos aferrados a alguien que ya no tenemos al lado,
detenemos el tiempo, se congela la existencia en un período que no puede
repetirse. En algunos casos más graves, puede conducir a adicciones
(alcohol, parejas, sexo, juego, trabajo, comida, drogas). Se suple la
falta de compañía con el exceso de algo. Se llena el tiempo y la vida con
sustancias o actividades que no sólo nos hacen daño, sino que no nos
traerán a la persona perdida. Ni te digo, si el abandono fue por
fallecimiento; porque en ese caso las posibilidades son absolutamente
inexistentes, y no remotas como en el resto de las situaciones. En otras
ocasiones, la adicción y la desesperación se centran en encontrar pareja,
y para ello se soportan cosas que de otra manera no se podrían tolerar.
Se tiñe de buenas intenciones al otro y se le adjudican todas las
condiciones que nos gustaría que tuviera. Es un círculo maldito: son
relaciones condenadas al fracaso y a nuevas desilusiones y por ende, a
más soledad.
Si se fue para no volver (muerte) o porque así lo decidió, si te dejó por
otra persona, si dejó de amarte, debes levantar la vista para otro lado y
no ser tan exigente en las nuevas relaciones.
Si estás solo porque no tienes ni tuviste nunca a nadie al lado, no
correrás el peligro de comparar, pero, igualmente, quizás tus exigencias
sean demasiado elevadas para esta vida de hoy día; baja un poco a la
Tierra y encontrarás con quien pasarlo bien.

Decir adiós

No es fácil decirle adiós a las personas que hemos querido y con quienes
compartimos proyectos y esperanzas. Pero, muchas veces, debemos hacerlo.
La persona amada desaparece para siempre de nuestras vidas: se fue antes
de este mundo o decidió cortar todo tipo de relación amorosa con uno.
Cuando hablo de personas queridas a las que debemos despedir no me
refiero solamente a las parejas, sino que también se debe abarcar a los
amigos y por qué no a los miembros de la familia. Desilusiones, estafas
afectivas, entredichos que son difíciles de aclarar, son algunas
situaciones que nos pueden alejar de todas las personas que en algún
momento amamos y respetamos. El proceso para que la separación sea menos
dolorosa y no nos deje vestigios de rencor es en todos los casos igual.
Para que el adiós sea menos doloroso y más eficaz, existen algunas pautas
que se pueden seguir.
1. Expresar la emoción: sea rabia, dolor, frustración, impotencia.
Exteriorizar la emoción de una vez y para siempre, es buena medida. Se
debe cuidar de no hacer de esta expresión amarga, una constante en la
vida.
2. Volver a centrar la vida en uno. Frecuentemente, cuando aparece el
amor se descuidan otras relaciones o actividades. Viene bien, recuperar
lo perdido.
3. Aceptar que la vida se forma con todas las diversas experiencias y que
la pérdida es, nada más, una de ellas.
4. Liberarse del dolor no significa olvidar ni ser ingrato. Ni siquiera
es dejar de querer, aunque algunas veces sería mejor que lo fuera.
5. Practicar afirmaciones del tipo: "Aún me quedan muchas puertas por
abrir", "Mi vida continúa floreciente" "Todo ocurre a la perfección".

Soledad, aburrimiento, vacío

Frecuentemente, se confunden.
Soledad
Una persona puede estar sola si no tiene compañía con quien compartir su
vida. Falta de familia, pareja, amigos, como vimos, puede angustiarla.
Aburrimiento
Otra puede estar mortalmente aburrida de la vida y no tener ocupaciones,
sin que tenga motivos para sentirse sola. Si está aburrida, lo que la
ayudará será un entretenimiento, no una compañía del alma, que
seguramente tiene y con quien lo pasa bien, pero es la sensación de no
sentirse útil, lo que la agobia y termina por enfermarla. Cuando las
personas se jubilan, deben cuidarse de no caer en este estado de
aburrimiento. Pasan de estados estresantes, de actividad constante, a no
saber cómo llenar las horas. Si no lo controlan a tiempo, pueden llegar a
la enfermedad. Los días se asemejan; ya no se distinguen los domingos de
las demás jornadas y todo se torna gris y lento. Lentamente van perdiendo
el entusiasmo por cualquier actividad y cuando lo perciben ya casi es
tarde para recuperar la actividad.
Vacío
El vacío va asociado con la falta de vida espiritual, con una pérdida de
significado en la vida. Para otros es la falta de conexión con su
interior, sentir que dentro no tienen nada. Por eso, la Logoterapia
afirma, entre sus postulados, que las personas se sanan si encuentran un
sentido en sus vidas. El hallar un "por qué" hace resistir cualquier
"cómo", expresó Nietzsche. Si se encuentra el motivo de la vida, aquello
que le dé valor a la existencia, si se está en conexión con la dimensión
espiritual, no hay manera de sufrir angustia existencial.

El hombre como ser tridimensional

La salud del hombre tiene tres aspectos:


1. física: equilibrio en el cuerpo físico
2. psíquica: equilibrio emocional y mental
3. espiritual: búsqueda de la trascendencia
Dice Viktor Frankl que no se puede reducir al hombre a uno sólo de los
aspectos, como hacen algunas teorías reduccionistas. El hombre es mucho
más que eso: es tridimensional.
"El sentido es la realidad interior donde anida la verdad ya sea por
iluminación propia o divina". (Descartes, siglo XVII)
El sentido puede ser:
1. sentido último o suprasentido
2. sentido del momento
El sentido último, o suprasentido, es la meta, el objetivo al que nos
dirigimos; por lo tanto es inalcanzable.
El que cree que hay un sentido último:
cree en un orden universal regido por algo superior (Dios, naturaleza,
etc)
cree que él es parte de ese orden
Nadie convencido de la existencia de un sentido último va a actuar
irresponsablemente. Ninguno con conciencia de su pertenencia a un
Universo equilibrado y perfecto, puede sentirse solo. Encontrará en la
religión o en el amor por sus semejantes, la fuente de alegría. Teniendo
claro el sentido último va a responder mejor a los fines del momento.
El sentido del momento aparece en las oportunidades que vivimos, cuando
descubrimos "para qué". A cada momento podemos experimentar qué
significado tiene para cada persona, el sentido. ¿Cómo se encuentra?, ¿se
busca el sentido?
Se puede descubrir gracias a la dimensión espiritual. La persona tiene
que estar abierta, predispuesta, sensible. Es como tener un aparato de
radio para captar las ondas, pero se debe sintonizar la frecuencia
acertada.
Viktor Frankl afirma que el sentido del momento, personal e íntimo, se
debe descubrir. Las personas corrientes, los terapeutas, los amigos, los
profesores, los religiosos, los consejeros, podrán ayudar al hombre a
encontrar el sentido de su vida, pero jamás se lo podrán otorgar ni
imponer. Con los sentidos del momento, se puede llegar a ver cuál es el
sentido último.
Expresa magistralmente Frankl: "El ser humano es ante todo un ser
esencialmente histórico -por ejemplo, en contraposición al ser animal-,
que vive siempre dentro de un ámbito histórico, fuera de cuyo sistema de
coordenadas no puede concebírsele. Y este sistema de relaciones se halla
siempre presidido por un sentido, siquiera sea un sentido no percibido,
no confesado o no expresado. De aquí que la vida de un hormiguero pueda
considerarse, si se quiere, como dirigida hacia un fin, pero en modo
alguno como dotada de un sentido. Y con la categoría misma del "sentido"
desaparece también lo que podemos llamar lo "histórico": un grupo de
hormigas jamás puede tener historia." ("'Psicoanálisis y
existencialismo", Viktor Frankl, Breviarios del Fondo de Cultura
Económica, 1996)
Muchas existencias están sostenidas por el torbellino de fin y comienzo
de siglo; tienen tantas ocupaciones que no recuerdan que son personas con
sentimientos, que no disponen ni de un momento para estar en contacto
consigo mismas, con sus necesidades y emociones. Van muy de prisa, no se
sabe a dónde, pero en el camino van dejando el amor, las relaciones, los
afectos, la diversión, la vida. No importa la ocupación, la edad ni la
cultura, todos necesitamos amar y ser amados, disponer de unos instantes
para conectarnos con nuestro interior y poder recargar nuestra fuente
eterna de energía.
Si se desea dar al hombre un motivo más para que deje de ser "paciente" y
se convierta en lo que la vida espera de él, es decir en "agente", dice
Frankl, no debemos limitarnos a hacer que experimente su existir como un
ser responsable frente a las posibilidades de realización de los valores,
sino hacerle ver, además, que la misión de cuyo cumplimiento se le hace
responsable es siempre una misión específica. Doblemente específica: la
misión no sólo cambia de un individuo a otro, con arreglo al carácter
único e irrepetible de cada ser humano, sino que se reemplaza de hora en
hora, atendiendo a la singularidad de cada situación. (V. Frankl,
"Psicoanálisis y Existencialismo").
Las sugerencias para llenar ese vacío existencial son: parar para seguir
andando, meditar, dedicarle más tiempo a las cosas naturales y gratuitas
de la vida, que por suerte son muchísimas, y dedicarse al prójimo.
Puedes empezar por leer, conectarte con programas espirituales, acercarte
a la práctica de alguna religión, a estudiar sobre la concepción del
mundo para diferentes corrientes. Todo lo que te aparte del mundo
materialista, momentáneamente, está bien. Con el tiempo, luego de buscar,
encontrarás con qué filosofía, religión, corriente espiritual, deseas
quedarte. Será con la que te sientas más cómodo, con la que adhieras más
fácilmente. Para saber que la búsqueda terminó, deberás observar si
sientes una plenitud generalizada en el cuerpo y la mente. Es la
confortable sensación de haber llegado a casa.
También se puede comenzar por meditar muchas veces, en tiempos cortos
pero frecuentes, para hallar en nuestro interior las respuestas
adormecidas. En nuestro fuero íntimo están todas las contestaciones que
necesita nuestra existencia, de manera que a semejante herramienta no
podemos desperdiciarla. Piensa y siente cuáles son los valores que te
guían, la ética, la moral que te enseñaron. Ámate y
ama a tu prójimo como a ti mismo y tendrás la llave para entrar en tu
interior y para conectarte con otras personas que estén en la búsqueda.
Perdona a todos y a ti mismo, agradece cada cosa que poseas y que no
poseas, que desees y que no desees, que vivas, y que no vivas y
encontrarás otro sendero conducente al conocimiento de tu interior.

CAPÍTULO OCHO
"Excusitis" y postergación: las enfermedades del fracaso

¿Cuántas veces dejaste de hacer algo poniendo una excusa? Muchas más de
las que te gustaría. Seguramente habrá excepciones.
Cuando tienes intención de superarte, una buena forma es mirar los
ejemplos de gente que ya ha tenido éxito. La Programación Neuro-
Lingüística, (PNL) basa buena parte de sus fundamentos en la técnica de
"modelar" a las personas de éxito. Se trata de observar qué los llevó a
ser triunfadores. Afortunadamente, los ejemplos de gente con éxito son
muchos. De manera que estudia a esas personas exitosas y verás que no dan
excusas. Van directamente a la acción.
La gente que nunca ha hecho nada productivo o que se ha quedado por el
camino con sus proyectos tiene un arsenal de razones para justificarse.
Las personas con logros mediocres están siempre prontas para explicar por
qué no tienen, por qué no hacen, por qué no pueden y por qué no son.
Si observas la vida de las personas exitosas, verás que seguramente
podrían excusarse, pero no lo hacen. Si buscas, verás que tienen los
mismos motivos para justificarse que la gente que lo hace, pero nunca
sale de su boca una excusa. Al igual que cualquier otra enfermedad, la
"excusitis" se agudiza si no se trata convenientemente. Una vez que la
víctima de este mal ha escogido una excusa, la repite tantas veces que al
final termina por creer que, realmente, padece un impedimento muy fuerte.
el primer paso, en consecuencia, es reconocer que uno está aplicando una
excusa para no ser, hacer o tener algo.
El segundo paso es curarse y vacunarse contra esta enfermedad. La
"excusitis" se presenta en una variedad de formas, pero vamos a estudiar
aquí las siete más frecuentes:
1. "excusitis" de la salud
2. "excusitis" de la inteligencia
3. "excusitis" de la edad
4. "excusitis" de la mala suerte
5. "excusitis" de la falta de tiempo
6. "excusitis" de la soledad o falta de compañía
7. "excusitis" de las crisis personales o generales

Excusitis" de la salud

"Es que mi salud no es buena", "Siempre tengo algo", "Ahora no puedo


porque me tienen que operar", "Cuando salga de ésta, seguro que me pongo
a trabajar", "Yo no puedo hacer fuerza", "Por mi salud, me conviene
dormir mucho", "Esos esfuerzos no son para mí", suelen decir muchas
personas para justificar el fracaso o, simplemente, no intentar algo.
La "mala salud" tiene miles de ropajes y se disfraza de tantas formas,
que a veces es difícil reconocerla hasta por el mismo que la usa.
En la edad adulta, todas las personas tienen algún malestar, pero para
muchas no es un impedimento para ser felices.
Yo tengo alumnas, por ejemplo, que se encierran en la casa durante todo
el invierno; salen sólo para ir a trabajar. Y cuando llegan los primeros
calores, se sacan los tapados y renuevan su energía aletargada. Pero
fíjate, por estas latitudes el frío dura desde abril hasta noviembre. Por
lo tanto, no puedes postergar la vida para cuando haga calor. Muchas
veces mucho calor también agobia y pasas todo el año sin hacer nada, por
factores que tú no puedes modificar.
Las personas que padecen el mal de esta "excusitis" deambulan por los
pasillos de mutualistas y hospitales recorriendo médicos con la esperanza
de que alguno le diga que tiene algún síntoma para poder, así, respaldar
"su enfermedad".
Si padeces este mal, te propongo una frase muy ingeniosa: "Voy a vivir
hasta que muera y no permitiré que vida y muerte se confundan".
De esta manera, te obligas a seguir viviendo a pesar de los dolores y los
síntomas, sean reales o no.
Tú sabes que nadie se muere en la víspera; pero la clase de vida que
lleves, muchas veces, si no todas, depende de ti.
Ya sabes, también, aunque no te guste mucho reconocerlo, que de tanto
pensar en la enfermedad, seguramente aparecerá. Somos lo que pensamos y
lo que atraemos con la mente. Creas lo que crees.
Cómo vencer la "excusitis" de la salud

1. Elude las conversaciones acerca de tu salud. Hablar de la mala salud,


dar detalles de ella, contar minuciosamente tus dolencias y operaciones,
tratamientos y resultados, es como plantar una semilla para cosechar una
buena enfermedad y además aburre mortalmente a la gente que te escucha.
Tú puedes despertar un poco de compasión si cuentas detalles de tu
enfermedad, pero nunca lograrás provocar amor ni respeto si eres un
quejoso crónico. Cuando la gente te pregunta cómo te va, la mayoría de
las veces, lo hace por una cortesía social, sin que realmente le
interesen los detalles de tu vida. Recuérdalo la próxima vez que te veas
tentado de relatar el sinfín de dolencias que te aquejan.
2. Rehúsate a preocuparte, excesivamente, por tu salud. Deja de irradiar
energía negativa a tu cuerpo.
Si constantemente piensas en alguna parte de tu cuerpo como si realmente
estuviera grave, terminará por estarlo. Nadie dice que no te hagas
chequeos médicos o que te descuides si realmente te sientes mal, pero si
vas a consultar frente a cada pequeño síntoma, algo encontrarán.
3. Siéntete agradecido porque tu salud es buena. La vida es para que la
disfrutes; no la malgastes creyéndote enfermo.

"Excusitis" de la inteligencia

Escuchar: "Yo no puedo hacer eso", "Yo no tengo capacidad", es algo


común, pero mucho más corriente es comprobar cómo la gente se
autodiscrimina argumentando falta de capacidad específica.
La particularidad de esta forma de "excusitis" es que se sufre en
silencio. No son muchas las personas que lo confiesan, porque se sienten
disminuidas si lo hacen. Pero igualmente, lo sufren.
Generalmente, la mayoría de nosotros incurre en dos errores a este
respecto:
sobrevalorar a los demás
menospreciarse uno
Lo que realmente importa, no es cuánta inteligencia tienes, sino cómo la
utilizas. Todo este texto, precisamente, intenta demostrar cuánto más
importante es actuar desplegando Inteligencia Emocional que poseer una
altísima Inteligencia Intelectual.
Hay gente muy brillante intelectualmente que por diversos motivos no
logra tener éxito: le aburre la gente, no se anima a arriesgar, le teme a
las responsabilidades; tiene una verdadera actitud negativa que lo
conduce al fracaso. Se puede suplir
el caudal de inteligencia con entusiasmo. Pero para este logro hay que
tener una buena Educación Emocional.
Recuerda que el pensamiento que orienta tu inteligencia es mucho más
importante que la inteligencia misma; la emoción que es controlada por tu
inteligencia, es la base de tus reacciones.
Debes ser vehemente y generar entusiasmo en la gente que te rodea; debes
poseer algo poco frecuente como es el sentido común. Eso sí que te lleva
al éxito. Tampoco está de más una confianza ciega en la intuición, que a
mi parecer es la mayor herramienta que poseemos, aunque sea bastante
desconocida para muchos.
Mucha gente inteligente se desmotiva y deja de estudiar por
incompatibilidad con sus profesores, porque se aburren con materias que
no les gustan o por la mala influencia de sus compañeros. Más tarde
atribuyen el fracaso a su falta de inteligencia. Posiblemente adolezcan
de falta de inteligencia, pero de Inteligencia Emocional.
Cuentan que una vez le preguntaron a Einstein cuántas pulgadas hay en un
metro y contestó que no lo sabía; que no entendía por qué se tenía que
llenar la cabeza con información que podía consultar.
Muchos empresarios, hoy día, toman como empleados a personas que
resuelvan problemas con solvencia, aunque no tengan la información que
rápidamente se puede encontrar en una enciclopedia. Si has buscado
trabajo, conocerás los numerosos formularios con información sobre qué
sienten o piensan en determinadas situaciones que se les presentan a los
aspirantes a empleos de muy diversa índole.
Con esta afirmación, no decimos que los jóvenes no estudien las materias
que deban en sus clases; es que luego, gran parte de esa información que
sirve para enseñarles a razonar, no es necesario conservarla sino saber
dónde buscarla.
Cuando yo estudiaba Derecho tenía un profesor excelente que en los
escritos nos dejaba consultar los libros que quisiéramos; decía que todos
los libros del mundo no nos ayudarían a responder si no teníamos el
criterio acertado para ir a buscar la información. Por otra parte, los
abogados no tienen por qué saber los números de los artículos de los
códigos o las leyes, sino su contenido. Cuando una ley es modificada o
derogada, se aprende la norma que la sustituye, sin tener que retener
números inútiles.

Tres formas de curar la "excusitis" de la inteligencia

1. Nunca subestimes tu inteligencia y sobrevalores la ajena. Concéntrate


en tus ventajas.
2. Recuerda varias veces al día, que la actitud con que encares las
tareas es mucho más importante que la inteligencia. Desarrolla una
actitud de ganador.
3. La habilidad de pensar es mucho más importante que la de acumular
datos. Busca retener en qué libros puedes leer los datos que te faltan,
pero conserva tu sentido común para manejar la información que poseas.

"Excusitis" de la edad

"Soy demasiado joven", "Soy demasiado viejo", "Ya no tengo edad para
eso", "No me puedo vestir de esa manera a mi edad", "Cómo me voy a
enamorar nuevamente si ya estoy viejo", son algunas de las varias
expresiones que escuchamos diariamente, cuando alguna persona quiere
dejar de hacer alguna tarea o acción, argumentando que no tiene la edad
(por más o menos) adecuada para ello. ¿Quién determina lo que es adecuado
para cada edad? ¿Por qué no puedes marcar tú, la tendencia o la moda?
Muchas veces en esto de sentirse demasiado viejo influye la publicidad
para los jóvenes, que se hace en distintos
medios. Puede que seas viejo para vestirte como un adolescente, pero no
para pensar como joven. No te excuses en la edad para dar por terminada
tu vida hábil. Muchos jóvenes esperan que les brindes tus conocimientos y
tu experiencia. No te jubiles antes de la época debida. No pases a
cuarteles de invierno. La gente que se siente joven por más tiempo, es la
que se mantiene activa. Seguir rodeándote de gente, sirve mucho para que
no te sientas acabado.
Curarse de la "excusitis" de la edad, abre puertas que ya se creían
cerradas. Siempre hay actividades que puedes hacer. Recuerda que para
trabajar para otros, si eres joven, encontrarás que te dicen que no
tienes experiencia y si eres mayor, que ya no rindes. ¿Cuál es la edad
adecuada? La que tú sientes tener. ¿Te sientes capaz de comenzar el
estudio de un idioma?, ¿y de hacer tejidos de puntos complicados?, ¿y de
manejar una computadora? Nunca es tarde para aprender. Si te ha quedado
pendiente algún estudio, no te rindas y ya mismo ve a averiguar dónde lo
enseñan, cuánto dura y qué costo tiene.
Hace unos días, en clase, nos comentaba una mujer soltera de 35 años que,
por su condición, toda la gente le pregunta qué espera para casarse.
Seguramente, espera al hombre con el cual pueda ser feliz, pero mientras
tanto no quiere pensar que los años pasan irremediablemente. Para ser
madre, la edad se extiende cada vez más y ya no se corren los riesgos de
antaño.
No te desesperes porque aún no te has casado o lo hiciste una vez, sin
éxito. Siempre puede aparecer la persona con quien ser feliz. Y cuando
surja, seguramente, si mantienes una actitud positiva, vas a poder
entender que nunca es tarde.
Cura de la "excusitis" de la edad

1. Enfoca tu actual edad de manera positiva. Las barreras están solamente


en tu imaginación y en los condicionamientos sociales.
2. La vida, realmente, es más larga de lo que la gente cree. Hoy día el
promedio de vida se ha alargado mucho y siempre hay oportunidades, si las
sabes aprovechar.
3. No esperes a jubilarte para dedicarte a ese "hobby" que tanto te
gusta. Puedes empezar ya. También puedes dedicarte a ese trabajo
apasionante, ahora, aunque no estés maduro todavía.

"Excusitis" de la mala suerte

He repetido, hasta el cansancio, que la mala suerte no existe. Todo es


creación de la mente. La cuestión es estar abierto para reconocer una
buena oportunidad cuando se da. Al respecto dice Chopra, en su libro "Las
7 leyes espirituales del éxito": "Buena suerte es la unión del estado de
preparación con la oportunidad". Claro, debes estar preparado
interiormente para entender que mereces obtener todo lo bueno y debes
estar alerta a la oportunidad. Las personas que afirman no tener suerte,
no están alertas a tiempo completo a las ocasiones que les brinda la
vida; están centradas en demostrar que la suerte las esquiva. Quieren
tener razón a toda costa y para ello concentran su mente en lo que no
tienen, en lugar de abrirla a nuevas posibilidades.
Concluyendo, la suerte, mala o buena, depende de cómo piensas y cómo
actúas. Es siempre una ley de causa y efecto. De allí que sea tan
importante que controles tus pensamientos, palabras y acciones. Las
"personas víctimas", siempre creen estar en la etapa efecto pero no se
responsabilizan de las causas.
No comiences la jornada lanzando maldiciones porque te espera un día muy
ocupado, porque el conductor que va delante de ti es torpe o va despacio,
porque llueve o hace mucho calor, porque tienes que ponerte traje luego
de un mes en bermudas. Con tus pensamientos haces un círculo vicioso, del
cual es muy difícil salir.
Posiblemente, estás pensando que tú no hiciste nada para que tu padre
abandonara a tu madre cuando tenías cinco años o para que tu madre
muriera siendo tú muy chico. Claro que no lo hiciste, pero también hay
que tener en cuenta las enseñanzas que vinimos a aprender en esta vida y
cuál será el camino que deberemos recorrer para crecer y avanzar. La
opción que tienes en tus manos, en este caso, está entre tomarlo bien o
amargarte el resto de tu vida por algo que tú no puedes cambiar y ni
siquiera elegiste. Volvemos al gran maestro Viktor Frankl: la última de
las libertades que le queda al hombre es elegir la actitud con la que
enfrentará las circunstancias de la vida.
En muchas otras oportunidades, la gente dice que tiene mala suerte porque
las cosas no le salen como desea, pero ni siquiera sabe lo que quiere.
Si vas a un restaurante y quieres comer una milanesa no le pides al mozo,
ravioles y tampoco crees que va a adivinar cuál es tu deseo. De la misma
forma debes comportarte en el gran restaurante de la vida: conviene
ordenar lo que realmente quieres. Si le pides al mozo universal mucho
trabajo duro, con sacrificio, poco dinero, poco amor, y gran cantidad de
dificultades, eso será lo que te sirva. Me parece que estoy viendo tu
cara de sorpresa. Pero ¿cómo se le ocurre a esta señora pensar que yo le
pido a la vida lo que no me gusta?, estarás diciéndote. El tema es que no
lo haces a nivel consciente, pero como tu mente sólo admite pocas cosas y
muy sacrificadas, porque te has convencido de que no te mereces nada, no
se te ocurre pedir a lo grande. En la vida siempre estás creando sus
condiciones: si no pides concretamente lo que quieres y sólo aceptas lo
que la vida te ofrezca, si dejas que otros escriban el guión de tu
existencia, estás creando por defecto; si trabajas para conseguir lo que
deseas con toda tu voluntad y concentración, estás creando
deliberadamente.
Entonces, te sugiero que aclares, que lo escribas, si es necesario, lo
que deseas de la vida en todos los órdenes; no te dediques sólo a las
cosas materiales y luego, proponte que todo salga como lo pensaste y
planeaste.
En cualquier lugar que estés, tú puedes, si quieres, encontrar la llave
que te abra las posibilidades de hacer exactamente lo correcto para
obtener lo que desees. Es una llave que te abrirá la puerta de salida del
infierno en el que vives, la prisión en la que te sientes o, simplemente,
la abrirá para salir a jugar con la vida, en forma tan apasionada o
aburrida como tú decidas.
Tu elección es aceptar la llave correcta, la que te sacará de la
frustración, la abulia, la envidia, el abandono, para darte todo lo que
desees. Todos los que viven en estados negativos, es porque nunca han
ejercido sus opciones para obtener las mejores cosas. Son los que
consideran la vida como una lucha, como una guerra en la que hay que
defenderse permanentemente, los que se levantan cada día dispuestos a
dejarse envolver por la rutina y el hastío, con la mente entorpecida y
fatigada. Estas personas que asumen este triste papel de víctimas y creen
que el mundo está en su contra porque se niega a responder a sus
requerimientos, van delegando a las personas de su entorno las tareas y
decisiones que deberían tomar. En realidad, son víctimas, pero víctimas
de sí mismas. Lo recomendable es no ceder tu poder; tú puedes pensar,
sentir, cuidarte y resolver por ti mismo.
En este caso, tú eliges tomar las riendas de tu vida. Optas por
levantarte cada día bendiciendo las cosas que tienes que hacer, las
personas que puedes amar y esperando ser feliz, haciendo todo lo que esté
a tu alcance para lograrlo, y sabes que lo que depende de ti es mucho más
de lo que estás haciendo hoy día.
Basta de vivir obsesionado mirando el reloj: contando los minutos que
faltan para irte del trabajo, viajar en el ómnibus atestado de gente
mirando el reloj para ver a qué hora te tienes que ir a dormir sin pena
ni gloria.
Ahora sabes que si eliges la llave correcta, la entrada al millón de
buenas posibilidades se abrirá y que si pones lo mejor de ti para lograr
lo que te propongas, lo harás, sin necesitar de la suerte como un
ingrediente.
Todo lo que precisas es no levantarte ni un solo día sin un proyecto, por
loco que parezca, que cumplir. Estar dispuesto a correr los riesgos que
sean necesarios, para lograrlo. Tener en cuenta que es mejor estar en
movimiento, aunque al principio no te encamines hacia el lugar correcto,
a estar paralizado por la ignorancia y la desazón.
Has malgastado algunos días de tu vida, pero NUNCA ES TARDE, todavía
puedes empezar, si realmente quieres. Todavía puedes darle forma de éxito
y felicidad a tu vida. Tus logros serán tan altos, como sea la fe que
tengas en ti mismo. Nada que ver con la suerte. TODO DEPENDE DE TI.
Por supuesto, te recuerdo que todo lo que quieras de la vida deberá ser
RAZONABLE Y JUSTO. Nada de lo que desees podrá perjudicar a otra persona.
No hay éxito duradero a los ojos de la justicia divina, que pueda basarse
en la desgracia ajena. Pero hay también gente que desconoce este
principio y cuando a la larga las cosas se revierten en su contra,
responsabilizan a la "mala suerte".

Cura para la "excusitis" de la mala suerte

Acepta la ley de causa y efecto. Observa a esa gente que tú crees que
tiene suerte y verás que lo que posee es entusiasmo, mentalidad positiva
y preparación. Como no puede, en algunos casos, elegir lo que le pasa,
elige lo que hace con lo que le pasa.
No te escudes en la suerte para justificar tu lentitud o malas
decisiones.
Cuando buscas la suerte en un amuleto, una poción mágica, un número, un
color, en la pastilla que te hará perder diez
quilos en una noche, estás buscando en el lugar equivocado. Si realmente
quieres encontrar a la buena suerte, debes buscar en tu interior; hacer
una mirada introspectiva y observar la calidad de tus actitudes. Los que
dicen tener mala suerte, buscan fuera de sí a los culpables de todo lo
que les pasa; todo el mundo en contra de ellos, todos los demás tienen la
culpa. Nadie en el mundo tiene la potestad de darte mala suerte, ni de
provocártela. La mala suerte no es un castigo del destino, ni el
juramento o la maldición de alguien; nadie tiene el poder de hacerte lo
que tú no concibes ni permites.
La gente "con buena suerte", esos tocados por los dioses, que todo lo
convierten en éxito, que todo les sale redondito, que pueden realizar sus
sueños, tienen una actitud positiva ante la vida y los dominan los
pensamientos positivos. Siempre tienen éxito porque no conciben el
fracaso; encuentran la pareja ideal porque ofrecen lo mismo que buscan;
tienen el mejor empleo porque califican para él; todos los aman porque
brindan generosamente su amor. Pero además, y por sobre todo, se adaptan
a las circunstancias que no pueden cambiar voluntariamente, no viven
aferrados al pasado ni anclados en el rencor. No tienen espacio para la
crítica porque pasan su tiempo perfeccionándose; se rodean de gente
positiva. Trabajan interiormente para abandonar la timidez; son enemigos
de la rutina, se mantienen informados pero no se regodean con las
noticias fatalistas o negativas; tienen conversaciones amenas en las
cuales el tema principal no son ellos sino los otros, es decir se
preocupan más por el prójimo que por alardear de sus éxitos. Toman buenas
decisiones, no vacilan a la hora de avanzar; son seguros, con lo cual
crean un campo electromagnético que solo atrae más situaciones y personas
positivas.
Como su suerte no es más que la ley de atracción manifestada, cuidan
hasta de su apariencia. Visten prolijos y adecuados a cada circunstancia,
huelen rico y demuestran respeto e interés por el prójimo.

Algunos "ahuyenta buena suerte":

La timidez.
Si no te animas a hablar con los demás, si no frecuentas un gran círculo
de amistades, no sales y oyes a las personas, nadie puede ofrecerte lo
que estás buscando.
El pesimismo y la angustia.
Estas emociones son contagiosas y la gente les huye. Estar dominado por
estas emociones hace que te muestres introvertido y amargado, lo cual a
la larga te estanca.

La apatía.
La persona sin ganas de vivir ni de ponerle pasión a todo, acusa a la
mala suerte de sus fracasos, pero en realidad es que no le puso energía a
la concreción de sus sueños.
El egoísmo.
Piensan que son el centro del universo y que todo gira a su alrededor,
por lo tanto no tienen tiempo ni energía para ocuparse de otros. Esta
actitud los lleva a vivir en soledad esperando todo de los demás, pero
dando poco y nada.
Los malos pensamientos.
Todo el mundo está en su contra y viven pensando cómo dañarlos. ¡Por
favor! Deja de pensar que eres el centro del universo.

Algunos "atrae buena suerte":

Confía en tu propia intuición.


Nadie sabe mejor que tú lo que te hace bien.
Sé positivo, optimista, sin perder la visión de la realidad.
Analiza tus condiciones, resalta tus dones y disimula tus defectos. No
intentes aquello para lo que no estás hecho. Será un fracaso y dirás que
fue mala suerte.
No te sobrestimes ni subestimes.
Todo en su equilibrio.
Estate dispuesto a cambiar las veces que haga falta.
Los necios y obcecados no pueden aprovechar las oportunidades.
Estate alerta, avalokita, atento a la vida.
Lo que necesitas viene siempre de tu entorno, de las personas conocidas y
de los ignorados, de las amistades, de los que están destinados a
ayudarte.
No descartes nada por desconocido.
Nunca sabemos qué forma o disfraz toma el destino para cumplir tu sueño.
Revisa tus actitudes y cree, por sobre todas las cosas en Dios y en ti;
en ese orden. Nadie te dará lo que ya no traigas de nacimiento o lo que
consigas por ti mismo, y la alegría, la felicidad y la paz dependen
solamente de ti. Todo en lo que confías externo a tu poder interior, no
es más que un reflejo de tus pensamientos. La pata de conejo, la piedra
de cuarzo, el ajo, levantarte con el pie derecho, etc no son más que
objetos o acciones a las que les trasladas tu poder. La suerte es el
pretexto de los fracasados.

"Excusitis" de la falta de tiempo

Cuando te das cuenta llegaron las vacaciones y ya no hay tiempo para


nuevos emprendimientos. ¡Otro año sin hacer nada! Sin ánimo de ofender a
mis compatriotas uruguayos, sostengo que infinidad de proyectos no pueden
concretarse, no por falta de oportunidades como les gusta argumentar a
algunos, sino por diversas excusas. Así, tenemos tres meses de verano,
vacaciones en julio y en septiembre, feriados largos, fines de semana de
tres días, los lunes recién vienen del domingo y los viernes están
pensando en el sábado. ¿Cuándo nos ponemos a trabajar? La mayoría son
unos maestros de las excusas.
Quizás, el meollo esté en poder distinguir lo importante, lo urgente,
necesario prioritario. Con tanto apuro, con tanto correr, se te han
confundido los conceptos y ya no puedes
distinguir lo que es importante o prioritario, de lo que es urgente.
Importante es que cuides tu salud, que crees una buena vida, que seas
optimista, que ames y te dejes amar. Urgente es que pagues tus cuentas,
llegues en hora a tus compromisos, llames a tu hermano antes de que viaje
a Europa. Estás perdiendo la noción de lo importante para confundirlo con
lo urgente, y hasta con lo necesario.
Dice Steven Covey: "Lo que resulta verdaderamente urgente, es ocuparse de
lo importante." Si dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a pilotear
tormentas, apagar incendios y manejar crisis, sólo por azar podremos
navegar en aguas calmas, expresa el autor. Para atender lo importante y
darle lugar a lo urgente, solo cuando esporádicamente surja, la solución
es revisar primero la interpretación de la realidad. A veces, se piensa
que ocuparse de lo importante está reservado a las personas exitosas que
tienen toda su vida resuelta. En realidad, quienes no tienen demasiados
temas urgentes para resolver es porque tomaron las previsiones necesarias
cuando eran solamente importantes y no presionaba la urgencia. Por
ejemplo, si cuidas la educación de tus hijos cuando es preciso e
importante, no deberás ocuparte de la urgencia de irlos a buscar a la
comisaría una noche de baile; si pagas en fecha tus deudas (importante),
no deberás acudir con urgencia para evitar recargos.
¿Podrías distinguir, sin dudar, entre tus temas, tus situaciones, tus
tareas las que son urgentes, importantes o necesarias? Urgente es
presentar el informe en plazo o comprar la leche para el desayuno de tus
hijos. Importante es que les dediques buena parte de tu tiempo para
educarlos en valores, para acompañarlos en su vida o consolarlos frente a
los primeros desengaños. Necesario es que vayas a trabajar y cumplas con
tu tarea para traer el salario a tu hogar, lo cual asegurará una vida
confortable, importante.
Pero ¿es urgente que después de ocho horas de trabajo más una de
traslado, total nueve fuera de tu casa, vayas al taller de manualidades o
a jugar al billar con tus amigos?
¿Es importante que les dediques varias horas del fin de semana a tus
amigos o a tu hobby? ¿Es necesario que dejes a tus hijos en manos
extrañas para salir a trabajar por el mismo sueldo que le pagas a la
empleada que los cuida?
¿Quién puede responder estas preguntas con total autoridad? ¿Quién puede
arrogarse tener la verdad absoluta? Porque es probable que si no vas al
taller de manualidades, te quedes en tu casa resentida, odiando tus
tareas y hasta a tus hijos que te impiden (sin saberlo) realizarte
personalmente. Es posible que si no te distraes con tus amigos jugando al
billar o con el hobby el fin de semana, ya el lunes no quieras ir a
trabajar; ese desgano puede tener consecuencias peores que poner a los
chicos a jugar a la pelota en el patio o la plaza cercana, mientras haces
lo que quieras hacer.
Sin embargo, a menudo lo urgente, lo importante y lo necesario se
confunden y nos presionan desmedidamente. Ya no sabemos si correr por el
informe, si dejarlo para después, mientras les cuentas un cuento a los
chicos, si ir al último día de liquidación de tu tienda favorita o hacer
la torta que tanto les gusta comer en la merienda; si jugar al billar o
mirar la tarea domiciliaria de los hijos. La escala de valores va
cambiando con la edad, con las necesidades, con las tareas desarrolladas.
Es útil tener presente qué cosas o situaciones merecen tu atención en
cada etapa de tu vida. Si no vas acompasando el tiempo con tus urgencias,
importancias y necesidades algún acontecimiento absolutamente inesperado,
te hará aterrizar de esa nube donde tú y tus tareas son el centro del
mundo. ¿Es preciso que algo te sacuda tan fuertemente para que tomes
consciencia de que estás viviendo equivocado/a? Porque ya nadie te
devolverá el tiempo perdido, ni la niñez de tus hijos que no viste. ¿Es
tan importante tener el último modelo de auto mientras que otros se
ocupan de tu casa y de tu familia?

Cura de la "excusitis" de la falta de tiempo

La gente organizada tiene tiempo para todo ¿Nunca pensaste cómo hacen?
Planifican. Llevan agenda, no asumen compromisos que no pueden cumplir,
calculan bien el tiempo que les insume cada actividad y nunca llegan
tarde. ¿Te animas a encarar las actividades siguiendo estos parámetros?
Te aseguro que es posible.
Te invito a que hagas un alto en el camino, en esa carrera desenfrenada,
no se sabe a dónde, y pienses qué es para ti urgente, importante o
necesario y si es lo mismo que pensabas ayer o el año pasado. Cuando
pones lo importante en su lugar, hay tiempo para todo. No postergues esa
conversación pendiente con tu hijo o tus padres, para salir corriendo a
comprar las prendas de moda o el último modelo de automóvil. Primero lo
primero.

"Excusitis" de la soledad o de falta de compañía


Cuando le preguntamos a las personas qué es lo que valoran más, la
mayoría responde la salud, el amor, los afectos familiares, el trabajo,
la libertad y algunos dicen, el dinero. Sin embargo, es la vida el primer
valor a tener en cuenta, dado que en él se centran todos los demás. Si no
tienes vida, no tendrás salud, afectos, familia, trabajo, libertad... ni
tiempo. Es el tiempo el más preciado material por el que está compuesta
toda la vida. Por eso, lo queremos aprovechar al máximo. Tarea tras
tarea, actividad y más actividad con tal de aprovechar el tiempo. Tanta
actividad nos hace perder el contacto con nosotros mismos. ¿En qué
ocasión podemos pensar, meditar, orar, conectarnos con nuestro valioso
interior, si estamos siempre ocupados? La respuesta es simple: cuando
estamos "a solas". Dentro de toda esa actividad, se debe destinar un
rato, un momento, unos minutos para estar "a solas con uno mismo", por
más paradójica que parezca la expresión.
Aquí conviene señalar la diferencia entre "solo/a" y "a solas". De ahí la
inclusión de este párrafo dentro del capítulo presente.
No es lo mismo vivir la soledad con angustia, que disfrutar de un
momento, imprescindible, "a solas". Cuando nos conectamos con nuestro
interior para orar, pensar, soñar, agradecer, proyectar, conocernos,
estamos "a solas". En realidad, para muchos nunca estamos realmente "a
solas", dado que nos rodean ángeles, arcángeles, espíritus benéficos y,
por otra parte, siempre tenemos la tranquilizadora compañía de Dios,
dicen otros. Pero, físicamente, podemos decir que estamos "a solas"
cuando, sin presencias externas, nos conectamos con nuestro interior. Sin
este momento, todos los demás valores que podamos anhelar, se tornan
inasequibles. Cuando estamos solos y esa soledad no es una opción, los
valores también se desdibujan. Las preguntas como: ¿Qué hago con tanto
tiempo? ¿Para qué vivo? ¿De qué me sirve ser saludable si no tengo con
quién disfrutarlo?, se vuelven rutinarias y angustiantes.
Si estamos hablando de amor, cuando la relación se termina, el dolor es
seguro. Si te aferras hasta a los objetos, qué no será a las personas.
Aún cuando se haga sin violencia y con madurez, el dolor es inevitable.
Si bien lo sufren ambos, el que toma la decisión de irse sentirá un
alivio luego de comunicarlo, dado que si no es fruto de un impulso del
momento, habrá sido meditada por algún tiempo. ¡Cuidado! el dolor es
inevitable, pero el sufrimiento puede obviarse.
La persona que es abandonada, sólo puede tomar una actitud: aceptar.
Frente a lo irremediable, se trata de elegir la actitud con que tomará
los hechos irreversibles.
Un error frecuente en las mujeres es creer que sólo nosotras sufrimos.
Los hombres, aún los que abandonan a sus parejas, sufren por lo que
dejan, añoran la vida familiar, extrañan a sus hijos, a las mascotas, la
cama, la comida, etc.
No siempre el rompimiento es previsible. A veces, la pareja se deshace de
un día para el otro, por lo menos para uno de ellos, sin que hubiera
podido sospecharlo. En algunos casos, los menos, se planea entre los dos
con armonía. Pero siempre se produce un vacío. Para el que no la busca,
aunque la desee, el pasado aflora, los recuerdos abruman y desea volver
atrás y modificar la historia. En algún momento has de abandonar la idea
de tener un pasado mejor, que puedas modificar a tu antojo.
En esta etapa puede surgir la idea obsesiva de reparar la relación,
volver a empezar, mejorar y retomar la relación. Al negar la realidad, la
persona en lugar de fortalecerse, se debilita. Las mujeres suelen
adelgazar, se cortan el pelo, comienzan a estudiar, intentan hacer todo
lo que han venido postergando y lo que, quizás, muchas veces su pareja
reclamó. Los hombres van al club, se encuentran con amigos, trabajan
menos. Al darse cuenta de que nada puede volver atrás, se derrumban y la
sensación de vacío aumenta.
Sea que la separación fue meditada o que resulte abrupta para uno de
ellos, la persona queda sumida en una sensación de soledad y agobio, que
a veces intentará remediar con otras parejas, compras compulsivas,
paseos, alcohol, juego, nuevas amistades, viajes.
Puede que no intente remediarlo y quede en un estado de depresión, sin
aparente salida. Compartir la confesión con alguien de confianza o con un
especialista es una buena solución. Pero llegará el momento en que el
duelo pasa, el dolor también y llega el fin de la etapa de frustración,
para resurgir con renovados bríos. No borrará el pasado, porque no es
posible ni conveniente, pero podrá dejarlo atrás, elaborará el perdón
como debe ser, y seguirá adelante, con alegría de vivir.
Se trata de una etapa de crisis que por tal tiene principio, desarrollo y
fin. Una crisis significa una oportunidad para el cambio y el
crecimiento.

Cura de la "excusitis" de soledad o falta de compañía

Creo que una buena propuesta es convertir esa soledad en "a solas"; es
transformar ese estado de inquietud negativo no buscado, indeseado, en
una oportunidad para la conexión con el interior que nos proporcione paz.
Precisamente, la soledad resulta más intensa cuando luego del trabajo,
las tareas, la actividad frenética... llega el descanso, el hogar y con
ellos el vacío. Esa es la ocasión exacta para convertir la sensación de
soledad en estar "a solas".
No se puede eliminar lo que no es consciente, por lo tanto primero
debemos tener bien presente la angustia que produce la sensación de
soledad y luego desear, conscientemente, su transformación.
Pero para los que habitualmente tenemos mucha actividad y el descanso no
es soledad sufrida, ¿no será un acto egoísta usar algún momento para
estar "a solas"? No, porque de la existencia y la extensión de este
momento diario depende la calidad de nuestra vida y, en consecuencia, la
que brindamos a los demás.
Y si se trata de amor...
Nada es para siempre y las relaciones amorosas no son la excepción.
Requiere un poco de voluntad.
Acepta que no se puede cambiar la historia.
Es inútil intentar obligar a otro a que te ame.
La relación no mejorará porque niegues su crisis.
Entiende que estás dolido y que te llevará un tiempo sanarte.
Hay un tiempo para llorar, un tiempo para sanar y un tiempo para reír y
volver a vivir.
Evita dar lástima, pero también evita la doble vida: en casa lloro y
doy pena; afuera simulo fortaleza que no tengo.
Permítete escuchar a tu corazón, y cuando estés listo podrás salir otra
vez al ruedo.

"Excusitis" de las crisis personales o generales (de tu mundo interior,


del planeta, del ambiente en que vives)

No es novedad que, por estos tiempos, el mundo está en crisis. No escapa


a nadie. Hay crisis de valores, económicas, ecológicas, discriminaciones,
explotaciones del hombre por el hombre, de las mujeres, de los niños,
maltrato a animales, injusticias judiciales, falta de seguridad, de
garantías... solo por mencionar algunas. Cada uno de nosotros sufre y
padece alguna. Nadie está libre. Al que no le grita el jefe, lo maltrata
la pareja, le pagan poco y mal por su trabajo, debe prostituirse para
vivir, le pagan menos porque es mujer, es objeto de algún juicio con
pocas garantías o decisiones injustas, vive en un país con pocas
posibilidades laborales, le cercenan el cuerpo porque es mujer o debe
pedir limosna para entregar a sus padres porque lo castigan físicamente
si no lo hace, es testigo de la depredación de animales y la tala de
bosques, infección de aguas o desperdicio de las mismas. ¡QUE HORROR!
Casi sin darme cuenta he mencionado todas las miserias del hombre. Pero
este libro pretende ser un manual para llegar al bienestar, al
conocimiento de las emociones y al manejo de las mismas y no podía faltar
el catálogo de crisis que el ser humano padece. Para conocer la luz, debe
saberse lo que es la oscuridad. No podremos hacer nada, si primero no lo
practicamos en nuestra vida. De allí que te pido hagas un examen
exhaustivo y silencioso sobre qué crisis interiores y exteriores estás
viviendo; ese será el primer paso para eliminar la "excusitis" de la
crisis.
Si conoces qué está mal en ti y lo corriges, no podrás argumentar que tu
vida anda perdida porque el país, o el mundo, está en crisis.
Excusas frecuentes sobre las crisis personales o generales

No puedo salir de esta depresión.


Nada tiene interés para mí.
Desde que me dejó mi pareja el mundo se terminó para mí.
Estoy confundido, no sé que estudiar.
No encuentro interés en nada.
No sé para que vivo.
Nadie me entiende.
No confío en nadie.
Hay tanta inseguridad en las calles que no puedo salir.
No busco trabajo porque sé que no hay.
No estudio porque no hay trabajos especializados.
Tengo que emigrar a un país con más posibilidades.
Si no tenés un amigo político, ni lo intentes.
Todo es acomodo.
No intento emigrar porque los países no aceptan más extranjeros.

Consecuencias de la "excusitis" de las crisis personales o generales

1. desánimo general
2. apatía particular
3. resignación
4. depresión
5. más crisis

Remedios contra la "excusitis" de las crisis personales o generales

1. Siempre vale la pena intentarlo.


2. A alguien le va bien, busca ser ese alguien.
3. Agota la preparación específica para no estar desprevenido.
4. No pierdas la esperanza.
5. Imita los numerosos ejemplos positivos.
6. Elimina el conocimiento y difusión de las noticias negativas.
7. No te hagas eco de rumores y "chismes" desacreditadores.
8. Ten, siempre, en cuenta de quién proviene el comentario que te
desmotiva
9. Haz de esta frase, tu máxima: "Si alguien puede, yo también puedo".
10. La calidad de tus pensamientos determina la calidad de tu vida.
11. No hay peor gestión que la que no se hace.
12. Anímate a intentarlo ¿qué puede pasar? Que te resulte bien.

CAPÍTULO NUEVE
Inteligencia Emocional en las relaciones interpersonales

Como quedó dicho al comienzo, una de las cinco habilidades que demuestran
la presencia de Inteligencia Emocional, consiste en desarrollar y
mantener buenas relaciones interpersonales. Tarea no muy sencilla cuando
las personas se ven dominadas por enormes egos, cuando siempre quieren
tener razón, cuando la ira o el rencor se apoderan de sus vidas, cuando
lo único atractivo es lo que uno tiene para decir, cuando la vida del
otro y sus intereses valen poco.

Sanando vínculos

Los seres humanos suelen estar enemistados, entre muchos otros:


consigo mismos
con los demás
con los fallecidos
con los vivos
con el Gobierno
con los gobernantes
con la Impositiva
con Dios
con el trabajo
con la profesión
¿Cuál es la consecuencia de que, con razón o sin ella, estemos
enemistados con alguien?
El resultado, natural y obvio, es que nuestra vida se atrasa porque se
paraliza en esa situación.
¿Es fácil sanar los vínculos? Sí, pero se precisa lo mismo que para todo
en la vida: DESEO Y DECISIÓN.

La vida es como debe ser

Frente a las circunstancias de la vida, el hombre puede solamente elegir


cómo tomarlas. Ese es el libre albedrío con el que fuimos dotados. Eres
tú quien elige paralizarse de por vida o superar el tema y avanzar. Ya
mencioné reiteradas veces la necesidad de plantearnos la libertad unida a
la responsabilidad. Pero, ¿las personas están deseosas de asumir esa
doble actitud? A veces sí y otras no. Depende de la persona y de las
circunstancias. Para muchos, no es nada sencillo de buenas a primeras,
luego de años acusando a los otros de todo lo que les ocurre, asumir la
libertad que tienen para elegir cómo vivir, y adjudicarse, también, las
consecuencias de todas sus decisiones. Claro, parece mucho más fácil
vivir quejándose de lo mala que es la vida y de la culpa que tiene quien
lo abandonó, lo hirió, lo hizo infeliz para el resto de la vida.

< No tenemos tiempo para el dolor

Nuestro tiempo en la Tierra, por duro que suene, es limitado, por lo


tanto no tenemos espacio para el dolor. A veces un poco de dolor es
necesario: como el que surge de una lesión o aquel que sirve para
aprender. Pero sufrir extra, no sirve. Las horas que usas para odiar,
para planear venganzas o sentir envidias, son horas perdidas, es vida
desperdiciada y desvalorizada.
El dolor que sientes cuando te perturban y se apoderan de ti los
pensamientos, es inútil, y dentro de un tiempo lamentarás cuánta energía
y horas o días has perdido.
Para recuperar la paz, debes comprometerte a desentrañar la razón por la
cual prefieres sufrir y por qué no puedes liberarte de esos pensamientos
inquietantes.
Tú eres el encargado de tus pensamientos y, por lo tanto, puedes
aniquilar los que te inquietan. Quizás, tu desasosiego venga de alguna
culpa por algo que tú has hecho, de pronto sea porque no te quieren o
porque no has podido vencer el dolor de una ausencia. En todo caso se
trata de un pensamiento, por lo tanto te pertenece, y sólo tú puedes
tomar la decisión de cambiarlo.
Cierra los ojos, procura el silencio y busca dentro de ti el auxilio o el
perdón.

Reconciliación con uno mismo

Nada se puede lograr, si primero no sanamos la relación con nosotros


mismos.
Te recuerdo todo lo dicho en el capítulo 4 al hacer referencia al amor a
uno mismo y al prójimo. Te recomiendo que lo leas nuevamente con la
óptica dada por la inutilidad del rencor y en la búsqueda incesante de
relaciones interpersonales armónicas.

Reconciliación con los enemigos

Aunque parezca mentira, la gente sabe más de cómo reaccionar frente a la


ira que frente al amor. Cuando alguien reacciona con ira, las personas
involucradas saben qué hacer; cuando alguien da amor, los implicados,
muchas veces, se sienten desconcertados.
Sin embargo, el amor templa los corazones más fríos. Por eso, es mejor
tratar a tu enemigo con amor. Te invito a desorientar a tu falso enemigo
con amor, con una intensa demostración amorosa que tire por tierra todo
malentendido, todo rencor, toda tirantez. El odio nunca hace bien al
que odia ni al que es odiado. La energía que pierde el que odia es casi
igual a la que recibe el que es odiado. Sobrevive en calidad de vida y en
tiempo, a tus enemigos. Pero antes, piensa si vale la pena considerarlo
un enemigo. Ampliaremos estos conceptos cuando tratemos el tema del
perdón como posibilidad certera de alcanzar el bienestar.
Una técnica que ayuda muchísimo para la reconciliación con las personas
no queridas y con los enemigos, es imaginarlos como corazones temerosos.
Todos, cuando estamos asustados, solemos mostrar facetas de nosotros que
en otro momento ocultaríamos o que quizás, hasta desconocemos. Por eso,
detrás de una persona que hiere o grita hay siempre un corazón asustado.
Hace muchos años, tuve un compañero de trabajo que me hostigaba
intentando discutir conmigo. Nunca lo lograba porque yo no cedía, pero,
igualmente, me ocasionaba gran tensión encontrarlo a diario. Esto fue
hasta que descubrí que era un corazón temeroso. Sí, sentía miedo de
perder el amor de su familia, de que yo fuera una competencia para él, de
que los superiores me apreciaran más a mí. En fin, un temor andando.
Cuando pude percibirlo, la relación cambió, simplemente, porque cada vez
que debía contactarlo, ya no lo veía como agresor sino como sufriente, ya
no me inquietaba. Esta respuesta a sus agresiones directas e indirectas
terminó por cambiar, lentamente, sus formas de dirigirse a mi persona,
dado que se desmotivó cuando percibió que yo no reaccionaba. Sé que no es
fácil, pero te invito a intentarlo con la certeza de obtener siempre buen
resultado.

Reconciliación con la familia

Piensa en la última vez que le dijiste a alguien de tu familia que lo


amabas. Es mejor señalar el amor que ejercer el control. Por otra parte,
habrá personas de tu familia que no podrás amar, aunque suene duro, pero
aun así debe primar el respeto
y la tolerancia. Si hablamos de familia política, las posibilidades
aumentan. Esa persona que llega a tu vida sin que la buscaras, porque
viene como un valor agregado a tu esposo, tu hijo, tu hermana, merece ser
respetada, y si no puedes tratarla con amor, más bien intenta apartarte
con delicadeza, pero no hagas de la vida y las relaciones con todos, un
caos, por intentar competir, por ejemplo... con tu suegra. El amor que
sentimos por cada persona es distinto e irrepetible. Piensa, si no, en
los diversos hijos que tienes; a cada uno le corresponde un amor que no
puede compararse. Todos son hijos, pero uno requiere más atención, el
otro más ternura, el otro más independencia. Dicen que son como los dedos
de una mano: todos distintos y cada uno con sus utilidades y
características. Cuando falta uno, la función de la mano se resiente.
Tampoco pretendas que correspondan a tu amor con la misma calidad e
intensidad de afecto. Cada uno ama como puede. Aunque lo que ofrezcas sea
sacrificio y entrega, puedes encontrar que responde con indiferencia;
cuando seas muy demostrativo, puede molestarle. Medita si puedes resistir
las manifestaciones de amor de las demás personas; si te resultan pobres
o excesivas quizás lo mejor sea conversarlo, pero no pretendas cambiar la
personalidad del ser amado. Si no tienes esta expectativa, tus relaciones
se verán beneficiadas.
Resístete a querer dominar la vida de tus hijos. El amor verdadero no es
condicional. Cada uno es como es y luego de darle la enseñanza, ellos
tienen derecho a actuar como deseen. Recuerda la poesía de K. Jibran "Los
hijos no son tus hijos, son hijos de la vida..."
Acentúa lo positivo y elimina lo negativo.

Reconciliación con la pareja

Con las parejas sucede algo similar a lo expresado para la familia. La


necesidad de controlarlo todo hace que las
relaciones sean tirantes; la necesidad de una exacta correspondencia
hace, de las desilusiones amorosas, asunto frecuente. Quizás el consejo
más sabio sea: no esperes, disfruta de lo que tienes y sigue brindando,
de tu parte, lo mejor. Practica el amor desinteresado.
Piensa en cómo podrías cambiar tus críticas y convertirlas en una amorosa
petición que acentúe lo positivo y elimine lo negativo.
Antes de hablar, piensa en alguna persona cariñosa que siempre tiene un
mimo y una palabra de aliento, e imagina qué diría en una situación
similar.

Ejercicio

Para sanar la relación con la pareja, lo primero que debe hacerse es


limar los egos.
En segundo lugar debes preguntarte qué motivos llevaron a la formación de
la pareja. Si es interés, necesidad... Si buscas que la otra persona
complete, llene el vacío que no puedes colmar, o mitigue la soledad, se
está fundando sobre la base de un acuerdo inspirado en la necesidad.
Es tan difícil como imprescindible ser honesto. De pronto te sorprendas
con las respuestas que aflorarán de tu subconsciente.
Las relaciones que funcionan son las que existen entre las personas que
se unen para amarse y apoyarse mutuamente, dándose ánimo y seguridad.
¿Podemos sanar las relaciones que se basan en los principios erróneos?
Claro, a medida que dejemos el ego de lado y permitamos que junto a Dios
o la espiritualidad, hallemos la fortaleza necesaria para crear armonía y
paz, donde no la había. Una buena dosis de tolerancia y espíritu de
negociación, ayudan mucho.

Cuidado con el papel de víctima

Muchas veces la idea de estar bien, en armonía y en paz, se percibe como


una amenaza. El dolor es una manera de atraer la atención. Estas
conductas son aprendidas en relación con las otras personas, en etapas
muy tempranas de la infancia. Cada uno, con su actuar, despierta en
nosotros una reacción. Se aprende qué comportamiento se debe tener para
obtener lo que se busca. En ocasiones, la compasión es lo más parecido al
amor que han podido obtener.

Ejercicio: palabras favoritas


Haz una lista de tus palabras favoritas.
Amor, familia, reconciliación, paz, ¿están entre ellas?
¿Cómo crees que te describen las personas que te conocen bien?
¿Y las que te conocen superficialmente?
¿Estás de acuerdo con ambas descripciones?
¿Qué te gustaría que dijeran, que no dicen?

Lo que no es amor... es miedo

En "Un curso de milagros" se dice que lo que no es amor es miedo. Que al


ser humano lo guían solamente dos emociones: amor y miedo. Piensa en
esto, porque tener vínculos para sanar, es tener miedo. Es sentirse
amenazado.
El amor nunca es destructivo aunque, a veces, hacemos cosas demoledoras y
afirmamos que actuamos en nombre del amor.
El amor es interés por el bienestar de la otra persona. El amor es dar
sin expectativas, de forma altruista y desinteresada. Es felicidad por la
existencia del otro.
Si te guía el miedo, es posible que dañes a las personas que amas pero
que temes perder.
El miedo te hace ver fantasmas donde no los hay. El temor te vuelve
celoso, desconfiado, rencoroso, hiriente, insoportable. Lo único real es
el amor, el miedo es una creación mental y como puedes elegir los
pensamientos que tienes, mejor es optar por no pensar en miedo.

Las relaciones no sanadas enferman el cuerpo

El dolor y el rencor pueden llegar a enfermarte. Pero raramente lo ves de


esa forma. La persona que está sufriendo no piensa que su enfermedad está
vinculada con una relación no sanada.
Tal vez consigas sacar de tu mente consciente los recuerdos que duelen,
pero si no logras extraerlos de tu interior, a la larga afloran y te
enferman. El rencor queda almacenado y debilita el sistema inmunológico.
Si has descubierto que estás en este mundo para crear, servir y amar, las
limitaciones del cuerpo no tienen ninguna importancia. Si has decidido
que estás aquí para utilizar, para que te sirvan y para obtener lo que
quieres, descubrirás que tu cuerpo siempre dejará mucho que desear o
tendrá bastante de lo que quejarse.
Aunque te parezca incierto es mucho mejor, da menos trabajo, llevarte
bien contigo y con las personas, que andar por la vida enojado, peleando
y discutiendo con todos. Si quieres encontrar en cada persona a un
contrincante, razones te sobrarán; si deseas ver en cada uno a un ser
digno de ser amado y con quien puedas intercambiar buena energía, seguro
que podrás. La diferencia está en donde centres tu atención: las
discrepancias o las coincidencias. Las modernas normas de negociación
también hacen hincapié en esta modalidad: ver en qué puntos están de
acuerdo para trabajar los opuestos. No a la inversa, porque es más
difícil regresar de una antagónica hostilidad.
Baja las revoluciones. Medita sobre las ventajas de terminar con los
sentimientos limitantes y visualiza la paz.

Claves para sanar un vínculo

Para sanar todos los vínculos, la llave maestra es el PERDÓN. Así, con
mayúscula. Si quieres, realmente, avanzar por la vida con todo el
potencial que la creación puso en ti, si quieres levantar vuelo para
encontrar tu verdadero camino, debes cortar los lazos que te atan a las
circunstancias nefastas que te han acaecido; debes liberar a las personas
que te han hecho daño. Es importante emprender dos tareas: perdonar a
todo el que te hizo daño, y perdonarte tú por el mal que puedas haber
causado.
La práctica del perdón tiene algunas características, que me gustaría que
supieras para que sea más efectiva tu decisión de disolver cualquier
emoción paralizante. Son herramientas necesarias para la efectividad del
perdón desde la razón, pero también desde el alma.
Las iré mencionando sin que este orden establezca prioridades porque si
de situaciones ofensivas se trata, cada quien es un mundo.
Salvo que seas un ángel o un ser de otro planeta, ya perdonaste a alguien
y ya fuiste perdonado. Es imposible transitar esta vida terrenal sin
perjudicar y ser perjudicado, lastimar y ser lastimado, decepcionar y ser
decepcionado. Con o sin intención, una consecuencia natural de las
relaciones humanas es herir y ser heridos. En estos casos, el perdón es
la herramienta única para restaurar el vínculo y la esencia divina en
cada humano. Aun cuando no sea el único, el perdón es un importante medio
de obtener la paz de espíritu. Quizás por ser un recurso muy eficaz para
gozar la tranquilidad de convivir consigo mismo, el verdadero perdón es
difícil de practicar.
Según el diccionario de la lengua española significa: liberar a alguien
de una obligación o castigo, no tener en cuenta la falta u ofensa que
otro ha cometido. Si recurrimos a su
etimología, for-give, ver-geben, per-dón, prácticamente en todos los
idiomas la palabra perdonar tiene su origen en el latín "perdonare",
compuesta por la unión del prefijo "per" (a través de) y la palabra
"donare", que representa el acto de donar o dar, y aún más, de donarse.
En la Biblia el perdón es tema constante. En el Antiguo Testamento,
Moisés instituye un día dedicado a la purificación de los pecados. Esta
fecha es respetada por los judíos, la denominan Yom Kippur, el día del
perdón, que ocurre después del Rosh Hashanah, su año nuevo. No se debe
iniciar un nuevo ciclo sin perdonar y obtener el perdón.
El "Padre Nuestro", la oración más importante en la religión cristiana,
enseñada por el propio Jesús, reza: "perdona nuestras ofensas, así como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". No sólo se le pide a
Dios perdone nuestros pecados, sino que se promete obrar en el mismo
sentido, perdonando a quienes nos hieran.
El perdón fue motivo de análisis e intercambio de opiniones, también
entre los filósofos griegos. Sócrates, condenado a muerte en la primavera
del 399 a.C, quien no dejó nada escrito, pero sí todas sus enseñanzas a
sus discípulos, afirmaba: "Sólo el que tiene la capacidad de perdonar
conquista el derecho de juzgar".
Por su parte Séneca, contemporáneo de Cristo, vivió entre 4 a.C - 65 d.C.
reconocido como de brillante inteligencia, también tenía su idea sobre el
perdón. Introdujo el perdón en la esfera del Estado. En su obra, "Sobre
la Clemencia", el tutor de Nerón, en la antigua Roma, presenta el arte de
perdonar como la principal arma para que el gobernante actúe con
justicia. Según el filósofo, practicar actos clementes sería ejercitar la
templanza del genio, la tranquilidad del espíritu y la virtud del
erudito. Pese a sus pensamientos, Séneca fue víctima de la falta de
perdón.
Hannah Arendt, filósofa alemana (1906 - 1975) que emigró a los Estados
Unidos con la ascensión del nazismo, escribió, en su libro "La condición
humana": "el perdón es el único modo de reacción que no 'reacciona'
simplemente, sino que acciona de nuevo e inesperadamente, sin ser
condicionado por el acto que lo provocó y de cuyas consecuencias libera
tanto quien perdona como quien es perdonado [...] es la liberación de las
cadenas de la venganza".
Por su parte, Freud, el padre del psicoanálisis, en su texto "Repetición,
recuerdo, translaboración", afirma que el inconsciente que aprisiona la
persona en el pasado y no le permite que viva en armonía en el presente
ni logre ver esperanza en el futuro, sea examinado con valor y grandeza,
venciendo todo tipo de resistencia al cambio, para producir el perdón a
sí mismo.
Es interesante destacar que en su definición encierra un acto voluntario
por el cual el ofendido "decide" no castigar, lo libera de la pena. ¿De
qué manera lo hace? A través del acto personal de dar.
Perdonar es el acto de liberar al otro de la culpa, pero también en su
función libertaria, el perdón libera a quien lo practica. Es un acto de
grandeza de espíritu, que representa, sobre todo, una donación por la
cual no solamente se beneficia el perdonado sino más que nada, quien lo
otorga. El perdón se gesta en el dolor y comienza en el momento que el
ofendido se pregunta qué hará con tanto padecimiento. Se plantea si lo
aumenta y lo potencia en más dolor, planeando una lenta venganza o
aprovecha la ocasión para transformarlo en un acto liberador de todos los
implicados; agrega piedras a su mochila o la baja de su espalda y libera
de la misma carga al ofensor. Perdonar va más allá de decidir no
castigar, es optar por la paz espiritual, por no vivir inmersos en el
odio, estropeando la maravillosa acción de existir.
Quien decide no perdonar y seguir aferrado al rencor no vive desde su
dimensión espiritual, sino que es gobernado por el ego. ¿Quién si no el
ego puede elegir permanecer atrapado en el odio, sintiendo que tiene el
poder de liberar pero no desea hacerlo? ¿Quién si no el ego puede
pretender ser perdonado, sin ser recíproco? Solamente el ego puede
entender que es digno de perdón pero no de practicarlo "porque los demás
no lo merecen".
Ocasiones para perdonar tienes a diario. Es tu elección quedarte anclado
en el pasado, aferrado al mal sentimiento de un dolor provocado por un
hecho que ya nadie puede cambiar, convertir el dolor en sufrimiento o
transformarlo en una experiencia, en un aprendizaje positivo sobre tu
persona y los demás.
¿Por qué oponer perdón y justicia? ¿No pueden ir juntos? Porque amo la
justicia pero no juzgo, elijo perdonar. Perdón no significa justicia.
Perdón es derivado de la justicia. Aplicar la justicia remite la persona
a la tarea de juzgar, que va más allá de la opinión vacía sobre el
comportamiento ajeno, sino que significa entender los motivos de quien
hizo lo que hizo, considerar los efectos de su actitud y decidir sobre la
pena justa y conveniente, que puede ser, entre otras, el perdón.
Algunos no tienen otro remedio que juzgar, son quienes deben sopesar las
razones de las acciones humanas cuando transgreden derechos ajenos.
Analizan, juzgan, condenan o absuelven. Pero en las vivencias personales,
el destino final de toda ofensa no debe ser otro que el perdón.
Trasciende la herida, elije dejar de lado el dolor y vivir con paz
espiritual. Quien queda asido a su dolor que todo lo justifica, le da al
ofensor el poder de determinar la calidad de su vida.

Razones por las cuales se hace necesario perdonar

1. No puedes darle las riendas de tu vida a la persona que te hizo un


daño. No puedes permitirle que determine cómo sentirte cada día.
2. Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio, de manera que si tienes
tu corazón lleno de odio y rencor, no tendrás lugar para el amor. Esta
ley física es inevitable.
3. Nadie hace el mal adrede. Hay actos malos y otros buenos, según sus
consecuencias, pero todos son buenos para alguien.
4. Las culpas son siempre compartidas. Quien te dañó contó con tu
colaboración. ¡Qué duro es reconocerlo!
5. Si lo pasas mal, la gente que te ama se entristece y los que no te
quieren disfrutan.
6. La persona que te dañó ya no se acuerda de ti ni del mal y si lo hace,
disfrutará viendo que te perjudica, aún hoy.
7. Muchas de tus ofensas son desconocidas para el otro, que no sabe ni
que sigues en la Tierra.
8. La historia no cambia porque perdones o no. El pasado es
inmodificable, más allá de la actitud que se tenga hacia él.
9. El no perdonar significa un juicio y es mejor no juzgar para no ser
juzgado.
10. La persona dañina actuó así porque no supo, no pudo o no quiso
hacerlo de otra forma. Pero allí debe terminar su influencia sobre ti.
11. Perdonar es hacerse cargo de la propia vida, pero es más fácil culpar
al otro de tu infelicidad.
12. Si no perdonas, y no aprendes la lección, la historia se repite.
13. Hay una ley cósmica que expresa la correspondencia entre un hecho que
no evoluciona en la vida de una persona y algún rencor que la mantiene
amarrada al
pasado. Si hoy tienes problemas con tus hijos, mañana tendrás con los
nietos; si tienes con los suegros, tendrás con los yernos y las nueras;
si tienes con subalternos, tendrás con jefes; si tienes con una pareja
hoy, será porque no perdonaste a un amor del pasado.
14. Recuerda que el que se ofende es el ego, el espíritu no lo hace. Por
lo tanto, quien encuentra motivos para perdonar, porque primero, se
agravió, es el ego. Toda recomendación para mantener vigilado al ego, es
poca. Hace numerosas trampas y siempre quiere destacarse. Cuando la
domina el ego, la persona no entiende por qué alguien es capaz de hacerle
algo. Se pregunta ¿por qué a mí... que soy tan buena, maravillosa,
eficiente, buena gente, etc.?
15. Mucho más que un acto de generosidad hacia el ofensor, el perdón es
un acto de amor a ti mismo.

¿Hacia quiénes se dirige el perdón?

Uno mismo. No pudimos haber sido tan malos que no podamos aspirar al
perdón. Seguramente, hicimos lo que podíamos, con los elementos que
teníamos, en ese momento.
Los otros. Para ello tengamos en cuenta algunos aspectos:
- Rescatar de cada relación lo bueno que pudo tener.
- Buscar las intenciones. A veces las juzgamos con severidad.
- Concentrarnos en la pureza de los otros, no en sus defectos.
- La armonía externa de las relaciones es reflejo de la interna.
- Proceder a la aceptación de todos y de todo, reconociendo nuestra
incapacidad para juzgar.
- La manera más rápida de librarnos de una persona que
nos desagrada, es amarla y aceptarla con todas las facetas de su
personalidad. Si luchamos, más intensa se vuelve la oposición.
- Resolver el problema en nuestra imaginación, luego en
la realidad.
- Practicar alguna meditación para visualizar a la persona, con amor.
Los fallecidos
- El perdón opera desde adentro y no es necesaria la presencia ni la
aprobación del otro.
- Se busca rescatar lo bueno que hubo.
- Intentar una reconciliación a través de la meditación. Resolver el
problema primero mentalmente y luego con el espíritu.
- Llegar hasta un punto en que si la persona estuviera viva, estaríamos
en armonía. Ahí podemos decir que se ha curado la relación.
Las cosas inmateriales: el gobierno, la profesión o el trabajo, el
clima, el barrio, la impositiva, etc.
- Lo primero es reconocer que no hay culpables ni víctimas. Las medidas
afectan a todo un grupo de personas en el que estás incluido.
- Cada uno de nosotros es producto de sus decisiones, y
muchas veces las relaciones con las cosas inmateriales son el obvio
resultado de malas resoluciones.
- El pasado "ya fue", pero tenemos la obligación de sanear el presente de
manera adulta.

Clases de perdón

1. Macroperdón. El que se da, en algunos casos, una vez en la vida. Debe


proceder frente a violaciones, humillaciones fuertes, discriminaciones,
abandonos injustificados (el padre que deja a sus hijos pequeños).
2. Perdón común. El que todos tenemos que, de alguna forma, practicar
frente a cualquier hecho dañoso evidente o que nos resulte perjudicial,
acorde a nuestra sensibilidad; una estafa, un gesto, un grito, una
actitud, etc.
3. Perdón cotidiano. Se brinda al que causa irritación diaria: la suegra
que maltrata, el esposo que grita, el jefe que humilla, la situación que
nos desborda.
4. Autoperdón. Se otorga cuando uno siente que merece castigo por las
faltas propias, hayan o no perjudicado al otro, y debe perdonarse. Si
sólo uno lo conoce operará la culpa; si es público será vergüenza.

Formas de perdonar

1. A nivel consciente, de forma intelectual y racional. Es el más fácil;


casi todos sabemos que debemos perdonar, pero muchos no conocen cómo
hacerlo. Otros no pueden.
2. A nivel espiritual. Se requiere un entrenamiento; puede lograrse, y de
hecho se hace, por medio de una meditación, una oración personal, un acto
íntimo y no necesariamente confesado.

Formas de procesar el perdón

Generalmente se usa más de una, pueden variar en cada caso y de persona a


persona.
1. Pedir aclaración sobre el hecho dañoso.
2. Hacer de cuenta que no existió, ignorar lo acaecido y sus
consecuencias.
3. Proceder de manera diferente en cada ocasión.
4. Olvidar.
5. No olvidar.
6. Pedir perdón.
7. Solicitar que el otro nos lo pida.
8. Pasar el hecho dañoso a un plano distinto de comprensión; como se hace
con los seres queridos fallecidos. No significa olvidar; es no tenerlo
siempre presente. El hecho sucedió, pero la persona se niega a que siga
afectando su vida.

> ¿Perdonar es olvidar?


No, no necesariamente, y en algunos casos ni siquiera es conveniente. Se
extraen las enseñanzas del hecho, que siempre las tiene, y se archiva. Se
puede seguir tratando a la persona, sabiendo que en algunos aspectos no
es confiable. Si te es posible, no está mal que no la frecuentes más.
Pero esta actitud no es indiferencia, no es venganza, es derecho a no
alternar con quien, si te descuidas, te volverá a hacer daño.

> ¿Cómo se conoce que realmente operó el perdón?

Sabes que perdonaste cuando eres capaz de contar el hecho ocurrido como
si le hubiera pasado a otra persona; es decir, sin el nudo en el estómago
o en el pecho, que seguramente sientes cuando recuerdas lo acontecido sin
procesar el bálsamo del perdón.
Para ayudarte a lograr el perdón, te acerco una meditación.

Meditación para lograr el perdón

Sentado, cómodo, con los ojos cerrados, respiras lentamente, contienes el


aire y exhalas. Repítelo varias
veces hasta entrar en un nivel profundo de relajación. Con cada
exhalación, te desprendes de todo lo que no quieres tener en tu mente, en
este momento.
Imagínate en un valle, lindo, verde, inspirador de paz. (...) Camina
lentamente hacia una cantera de rocas (...) Con una piedra afilada que
encuentras en el piso escribes en la roca el odio, el resentimiento que
sientes, el deseo de venganza que no te deja florecer, el rencor que
masticas todo el día, la frustración que te aplasta, ese hecho que te
marcó tanto y que no te deja avanzar. Marca bien profundamente en la roca
todas tus preocupaciones (...) Agrega el miedo que te limita.
Junto a ti, en el suelo, hay un montoncito de piedras, lánzalas con
fuerza sobre lo que escribiste (...) Observa cómo se va borrando la
escritura. Cuando termines, toma un martillo y completa la tarea
destruyendo cada palabra que has escrito (...)
Acabas de hacer añicos los sentimientos negativos que te paralizan.
Recoges los pedazos de roca, los pones en una lona cuadrada, la cual
anudas por sus cuatro puntas, formando un atado (...)
Con él en la mano, caminas hasta la parte más alta de la cantera. Te
cuesta subir porque el atado resulta una carga muy pesada (...) Llegas y
al mirar hacia abajo, ves el mar infinito con las olas que vienen y van.
Con decisión y fuerza, tiras al mar el atado de lona que contiene los
restos de tus sentimientos negativos, representados por las piedras. Así,
ves desaparecer en el agua tu paquete negativo (...)
Acabas de proceder a un maravilloso acto de perdón a todos y perdón a ti,
liberándote de todos los sentimientos paralizantes (...) En la cima de la
montaña, respira profundamente, estira los brazos, desperézate, bosteza,
haz una inspiración profunda y al exhalar, relájate. Estás ya liberado y
en paz.
Totalmente libre de preocupaciones y sentimientos limitantes, bajas de la
cantera y caminas nuevamente por el valle, notando que estás más liviano.
A la cuenta de cinco vuelves a la realidad consciente.
1, 2, 3, 4, 5

El arte de la buena comunicación

La vida es como un eco, si no te gusta lo que recibes, presta atención a


lo que emites.
Las personas y las instituciones se mueven en el mismo sentido que sus
conversaciones. Son las palabras usadas para formular preguntas y
respuestas las que dan la pauta de hacia dónde se dirigen. No siempre
somos conscientes de la influencia que nuestro discurso tiene sobre los
demás y sus actitudes. Las palabras le dan forma a las actitudes y estas
motivan, contagian, desaniman, orientan. Al decir de Enrique Baliño en su
libro "No más pálidas": de lo que hablan las personas es de lo que se
ocupan. Las personas exitosas no dedican su tiempo ni sus conversaciones
a la vida ajena ni a los temas que no pueden cambiar. Por otra parte,
saben que ley de atracción mediante, cada uno atrae a su vida aquello en
lo que fija su mente, por lo que no se detienen a juzgar los
comportamientos ajenos ni se paralizan en lo que es como debe ser.
En muchas ocasiones nos preguntamos: ¿Qué sucede?, ¿por qué reacciona de
esa forma?, si lo que dije fue... Generalmente, no somos conscientes de
los mensajes que enviamos a través de las diferentes claves que, como
seres humanos, tenemos para comunicarnos.
La comunicación, interna y externa, se puede realizar por varios canales,
que en Programación Neuro-Lengüística, se llaman canales de
representación. A través de ellos, transmitimos lo que estamos pensando.
Cada persona ve el mundo
desde su experiencia personal y aprende formas distintas de expresar esas
representaciones. A la hora de comunicarnos, es fundamental tener en
cuenta que cada uno reacciona e interpreta la realidad según su modelo
del mundo. Por lo tanto, la realidad concebida objetivamente no existe.
Lo que hay son tantas interpretaciones como personas la vivan. Cuando
obtenemos una respuesta diferente a la esperada, seguramente, es porque
estamos utilizando uno o varios de esos canales de representación
interna, vinculados a alguna situación vivida anteriormente, que
rescatamos como útil. Trasladamos al caso presente, la forma verbal y
física de comunicación que nos dio resultado en el pasado. Pero
desconocemos que todos los elementos son distintos: el interlocutor, el
momento, el tema, la facultad del entendimiento de ambos.
Debemos ser congruentes con lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos,
y una de las formas para lograrlo es sincerar nuestra comunicación
interna. Cuando reacciones, piensa qué hace que actúes de esa forma;
quizás se deba a una vivencia anterior, ante la cual adoptaste un
mecanismo de protección, o a algo que recurrentemente escuchaste decir a
personas importantes para ti, o puedes estar imitando la conducta de
alguien muy cercano. Las palabras tienen el contenido que le asigna el
que habla y el que escucha. Pero no siempre coinciden. El simbolismo que
le pone cada interlocutor tiene que ver con su sistema de creencias. De
tal forma que si queremos llegar al estado deseado, debemos modificar ese
sistema.

Las formas de decir: antigua leyenda

Una sabia y conocida leyenda árabe dice que en una ocasión, un Sultán
soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó
llamar a un Adivino para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia, Mi Señor! -exclamó el Adivino- cada diente caído
representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿ Cómo te atreves a
decirme semejante cosa? ¡¡¡Fuera de aquí!!!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había
soñado.
Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
-¡Amado Señor! Gran felicidad te ha sido revelada... ¡El sueño significa
que sobrevivirás a todos tus parientes!
El semblante del Sultán se iluminó con una gran sonrisa y ordenó le
dieran cien monedas de oro.
Cuando el segundo adivino salió del palacio, uno de los cortesanos le
dijo sorprendido:
-¡Parece mentira!, la interpretación que hiciste de los sueños, es la
misma que el primer Adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con
cien latigazos y a ti con cien monedas de oro...
-Recuerda bien, amigo mío -respondió el segundo Adivino-: todo depende de
la forma de decir...
uno de los grandes desafíos de la humanidad, es aprender el arte de
comunicarse. De la forma de decir la verdad depende, muchas veces, la
felicidad o la desgracia, la paz o la guerra, la vida o la muerte.

Sistemas de representación: visuales, auditivos, kinestésicos

¿Cómo pensamos? Percibimos la realidad a través de imágenes, sensaciones,


sonidos o palabras y la reestructuramos de la misma forma.
Se denominan sistemas de representación a las maneras en que recogemos,
almacenamos y codificamos la información.
Los sistemas son:
Vi Visual interno
Ve Visual externo
Ai Auditivo interno
Ae Auditivo externo
Ki Kinestésico / quinestésico interno (Sensaciones internas,
zumbidos, dolor por hambre)
Ke Kinestésico / quinestésico externo (Sensaciones externas, el
tacto, frío, calor)
Ad Auditivo digital (diálogo interno)
(Cuando se repite la pregunta mentalmente o se reflexiona)
Interno: Lo que se recuerda, lo que se percibe íntimamente.
Externo: Lo que se percibe del exterior. Demos algunos ejemplos: Ve: las
imágenes que ve.
Vi: las imágenes que recuerda, las imágenes que hace interiormente.
Ki: sensaciones o emociones, si escucha la circulación de la sangre,
tiene hambre, sensación de paz, etc.
Cada uno de nosotros percibe y representa por el mismo sentido.
Se puede tener un sistema preferido pero usamos todos; a veces depende de
la situación o la época. En un concierto, por ejemplo, estaremos todos
auditivos.
Si tres personas concurren a un museo y a la salida se les pregunta por
la experiencia vivida, uno dirá que vio pinturas maravillosas, con
colores armoniosos y técnicas estudiadas; otro manifestará que pudo
percibir unas esculturas de un mármol liso y pulido que lo impactaron,
que las pudo tocar y sintió la frialdad de su material, que se respiraba
un aire de paz y la temperatura era ideal; mientras que el
tercero expresará que había una música de fondo, con el volumen adecuado
para que la visita fuera magnífica, que se trataba de tal compositor y
tal ejecutante. Un cuarto no podrá contestar porque estará preguntándose
interiormente con qué intención se lo interroga.
Los cuatro visitaron el mismo museo, pero la experiencia vivida fue a
través del sistema representacional de cada uno.

Utilidad

Es muy útil poder comunicarse con el interlocutor en el sistema apto para


que nos entienda y registre el mensaje. De acuerdo a la posición de los
ojos que predomine en su discurso, así como a las palabras que utilice en
su diálogo corriente, detectaremos cuál es el sistema representacional
predominante en esa circunstancia, y le hablaremos con los predicados que
mejor se adecúen al momento. Los predicados, las palabras que use, y sus
ojos nos demostrarán qué sistema representacional le resulta dominante a
nuestro interlocutor.
V construido
Vr recordado
A construido
Ar recordado
K kinestésico
A d diálogo interno
En un diálogo corriente, una persona básicamente visual colocará su
mirada a la derecha y hacia arriba, si está elaborando la respuesta y a
la izquierda y hacia arriba, si está recordando. Pero además, su discurso
contendrá palabras visuales o relativas a este sentido. Ya las
detallaremos bajo el título "Predicados".
El interlocutor predominantemente auditivo, guiará su mirada a la altura
de los ojos y de las orejas, hacia la derecha si está construyendo la
respuesta y hacia la izquierda si la está trayendo de la memoria.
Quien sea básicamente kinestésico, girará sus ojos hacia abajo y a la
derecha en cualquier ocasión y el que realice un diálogo interno,
repitiéndose la pregunta o reflexionando la respuesta, pondrá sus ojos
hacia la izquierda y hacia abajo.
Cada uno de ellos afirmará su sistema de representación con palabras
acordes.
Predicados
El sistema de representación predominante en una persona, además de
manifestarse por los ojos, se refleja en las palabras que usa para
expresarse. Veamos algunos ejemplos de términos y actitudes frecuentes en
cada caso.
Visuales
- desde el punto de vista
- mirando
- forma
- revelar
- visión
- iluminado
- claro
- imaginar
- imagen
- fotografía
- color
- brillante
Tienden a considerar al mundo en imágenes. Piensan en varias ideas a la
vez, hablan rápidamente, siguiendo el ritmo de sus imágenes mentales.
Recurren fácilmente a visiones del pasado. Tienen habilidad para percibir
el lenguaje no verbal. Les afecta el caos de los objetos a su alrededor.
Memorizan viendo imágenes, no se distraen con el ruido, a menudo olvidan
largas explicaciones orales porque su mente divaga mientras les hablan.
Para estudiar prefieren ser ellos quienes lean y si están en clase no
pierden detalle del pizarrón. Los aburre mortalmente que les lean textos,
y en ocasiones no los comprenden totalmente. De una sola mirada perciben
todos los detalles del lugar a donde llegan, cómo está la gente vestida y
si el ambiente es armónico y ordenado. Son buenos testificando porque
pueden describir lo que vieron, con todo lujo de detalles.
Auditivos
- escuchar
- hacer ruido
- sordo
- silencio
- ser escuchado
- murmullo
- música
- melódico
- anuncio
- audible
- afinado
- afónico
Piensan de manera lineal: una idea a continuación de la otra. Tienen un
pensamiento a la vez y luego lo mueven para darle espacio a otro. Por lo
tanto, el proceso es más lento. Interpretan bien los textos y hablan con
expresividad. Son selectivos con el lenguaje que usan, suelen tener
cuidado con lo que dicen y generalmente, expresan exactamente lo que
desean. Tienen voces melodiosas. Son distraídos por los ruidos, aprenden
oyendo y pueden repetir sin errores lo que les dicen, un diálogo
escuchado, la letra de una canción; les gusta la música y hablar por
teléfono. El tono de la voz y las palabras usadas son muy importantes
para la comprensión del mensaje de su interlocutor. Son buenos locutores,
compositores, maestros. A la hora de estudiar, pueden hacerlo si alguien
les lee y prefieren las clases magistrales a las prácticas.
Kinestésicos
- tocar
- agarrar
- tenerlo a mano
- inmóvil
- sólido
- firme
- sensación
- rugoso
- liso
- suave
- tierno
- caluroso
Confían en sus sentimientos, sensaciones e intuiciones. Se divierten con
lo que hacen y necesitan un grupo para sentirse respaldados. Incorporan
el cuerpo en todo lo que hacen. Los espacios que dejan entre frase y
frase les permiten comprobar cómo se están sintiendo. Experimentan
calidez o frialdad con respecto a casi todo. Hablan pausado y con
respiración profunda, son cariñosos y les gustan los masajes y las
caricias. Se sientan buscando su "confort" y siempre están preocupados
por que el otro esté a gusto. Buscan estar cómodos con la ropa; y los
ambientes donde viven deben darles, sobre todo, bienestar. A menudo tocan
o abrazan al interlocutor. Ríen abiertamente, con carcajadas sonoras y
espontáneas. En clase, están más pendientes de la temperatura ambiental
que del mensaje del profesor. Para estudiar, buscarán la hora y el
ambiente que les resulte más agradable y jugarán con el lápiz en forma
permanente. Los llaveros, collares, monedas, papeles, lentes que puedan
tener en la mano, aumentarán su capacidad de atención. Es notable
comprobar que un altísimo porcentaje de personas es kinestésico.
Auditivo digital
- experiencia
- entender
- pensar
- aprender
- procesar
- decisión
- motivación
- sin sentido
- distinto
- concebir
- pregunta
- resumir
Emplean mucho tiempo hablando consigo mismos. Me-morizan por pasos y
secuencias. Desean saber si lo que perciben "tiene sentido". A menudo
poseen características de los otros sistemas de representación. Cuando
termines de hablar, repetirán lo que entendieron para sí o en voz alta.

Test para identificar el sistema representacional de tu preferencia

Elige una opción de cada pregunta y luego cuenta de qué letra tienes la
mayoría de las respuestas.
1. Para memorizar una lección prefiero:
a) que me la lean
b) leerla
c) me es indiferente, pero debo estar en un lugar tranquilo
2. Si debo tomar apuntes, prefiero:
a) que me los dicten
b) leer y luego hacer un resumen
c) escribir con lápiz
3. En mis momentos de ocio:
a) escucho música
b) leo o veo televisión
c) converso con amigos, realizo actividades manuales
4. Mientras espero al dentista:
a) siempre me llevo los walkman
b) aprovecho para leer una revista o me llevo un libro
c) juego con mis llaves o monedas en el bolsillo, mientras
converso con alguien
5. Frente a un rompecabezas:
a) me exaspera, no logro hacerlo
b) lo miro en detalle y lo hago lentamente
c) me fascina y divierte
6. Para estar bien informado:
a) escucho la radio
b) miro la televisión o leo el diario
c) no me interesan las noticias
7. En clase:
a) me alcanza con escuchar al profesor
b) me distraigo si no tomo apuntes o miro el pizarrón
c) lo importante es que la silla sea cómoda y la temperatura
agradable
8. Si me invitan a comer caracoles:
a) no puedo ni oír la propuesta
b) de sólo imaginarlo, me da asco
c) quizás, si los pruebo no me desagraden
9. Si tengo dudas sobre la ortografía de una palabra:
a) la deletreo en voz alta
b) la escribo para ver si está bien
c) no le presto atención a la ortografía
10. Si encuentro algún conocido:
a) recuerdo que alguien me dijo su nombre
b) recuerdo la cara de algún lado
c) identifico el lugar donde lo conocí y lo que sentí en ese momento
Ahora cuenta las a, b y c que obtuviste. El resultado parece obvio. Es
preciso recordar que tenemos un poco de todos y uno preferencial.
Mayoría de a: Eres preferentemente auditivo. Los mensajes te llegan a
través de la voz y los sonidos.
Mayoría de b: Eres visual. La información para ser procesada debe pasar a
través de tus ojos.
Mayoría de c: Eres kinestésico. Todo en ti se reduce a sensaciones de
temperatura, comodidad, ternura. La información te llega a través del
tacto, gusto y olfato.

Ejercicio I

Con los ojos cerrados, piensa en una situación del pasado que haya sido
para ti muy agradable. Ahora observa qué fue lo primero que vino a tu
mente:
1. ¿Fue algo que viste?
2. ¿Fue algún sonido o una voz?
3. ¿Fue una sensación o emoción, gusto o aroma?
Ahora imagina las próximas vacaciones. Observa qué es lo primero que
viene a tu mente:
1. ¿Es lo que verás: las playas, montañas, paisajes?
2. ¿Es todo lo que oirás, el mar, el viento, los coches, la voz de tus
seres queridos?
3. ¿Es la sensación de paz, la comodidad de no hacer nada y descansar?
Muy someramente, puedes afirmar cuál es tu sistema preferencial. Pero
recuerda que todos tenemos los tres.

Ejercicio II

Durante una o varias jornadas, estudia a las personas que contactes, para
saber qué sistema de representación preferencial poseen. Extiende la
experiencia a las que veas por televisión. Podrás comprobar que
muchísimos son kinestésicos.

"Evaluar o juzgar las ideas de otra persona o grupo es la mayor barrera


para la comunicación efectiva". Cari Rogers

Lenguaje no verbal

Te sorprenderá saber que el 70% de lo que comunicamos se hace de forma no


verbal. ¡Sí! Más de la mitad de lo que trasmitimos no es a través de la
palabra. La postura del cuerpo; el tono, volumen y sonido de la voz; la
posición de las manos; la respiración lenta o rápida, alta o baja; la
palidez o enrojecimiento de la piel; la transpiración, son algunas de las
señales no verbales que le brindamos a nuestro interlocutor. Es muy
difícil engañar al que conoce el lenguaje del cuerpo.
Para comprender cabalmente lo expuesto, basta pensar en una persona que
con los brazos cruzados y el entrecejo fruncido nos dice que está muy
feliz con una noticia recibida. ¿Quién puede creerle?

Las emociones y los gestos

El lenguaje corporal aporta información muy interesante sobre las


emociones, ya que algunos movimientos y gestos son inconscientes. Veamos
algunos clásicos:
1. Interés o atención. Contacto visual, inmovilidad, cabeza inclinada,
mirada fija en un objeto, morder un
lápiz o los labios, rascarse la cabeza, asentir con la cabeza, reclinarse
en el asiento.
2. Extraversión y simpatía. Mirada frontal, abrazos, voces fuertes,
sonrisa cordial.
3. Inseguridad. Cuerpo encogido, brazos cruzados, tensión corporal,
retorcerse las manos, jugar con lentes, collares o lápiz, manos en los
bolsillos.
4. Miedo. Gritos, sudoraciones, rostro pálido, agrandar los ojos,
temblar, echarse para atrás.
5. Ira. Cara enrojecida, puños cerrados, sudoración, respiración
entrecortada, labios apretados.
6. Confianza. Dominio de la conversación, palabras concretas y voz
fuerte; dar la mano con firmeza, con imagen cuidada, mirar a los ojos.
7. Timidez. Mantener distancia física, voz tenue, actitud dubitativa,
evitar mirada directa y apretón de manos breve y flojo.
8. A la defensiva. Coinciden con nerviosismo. Dientes apretados, manos
sudorosas, retracción física, mirada hacia abajo.
9 Frustración. Se puede confundir con la ira. Gesticulación vehemente,
marcharse sin escuchar o pedir explicaciones airadamente.
10. Aburrimiento. Bostezo, cruzar y descruzar los brazos, movilidad del
cuerpo, dificultad para encontrar posición cómoda, jugar con lentes o
lápiz, inclinarse hacia delante y hacia atrás.

El sentido de la comunicación depende del oyente

Cuando intentamos comunicarnos, lo hacemos con palabras y gestos que


representan nuestro pensamiento, pero
debemos tener muy en cuenta que el sentido de esa comunicación no estará
dado por nuestra intención sino por la interpretación del interlocutor.
De allí que sea tan importante observarlo, ver sus gestos, escuchar sus
palabras y desentrañar su forma de pensar, para adaptarnos a su
interpretación. La reacción del que escucha es la pauta para conocer si
estamos siendo comprendidos acorde a lo que queremos comunicar. No hay
que enojarse si lo que entiende el interlocutor nada tiene que ver con lo
que nosotros queremos expresar. Habrá que demostrar flexibilidad y
paciencia. No se puede olvidar que la interpretación que haga el oyente
depende de su sistema de creencias, educación, cultura, edad, sexo, etc.
Se me ocurren muchísimos ejemplos, pero te daré algunos.
Ejemplo 1
-Mañana, temprano, te llamo y salimos a caminar-dice Amanda.
-Está bien, te espero -dice Beatriz- haré el mate y nos vamos a la
Rambla.
Este diálogo tan sencillo puede inducir a muchísimos malos entendidos.
Para Amanda, "temprano" es alrededor de las diez, porque como trabaja de
noche y se acuesta de madrugada, generalmente se levanta al mediodía.
Para Beatriz, "temprano" es cerca de las siete, porque en verano le
encanta levantarse alrededor de esa hora y hacer las tareas de la casa
antes de que el calor sea intenso. Así, a las siete Beatriz comenzará a
esperar a Amanda que llegará con tres horas de retraso. Por su parte,
ésta hará el sacrificio de levantarse "temprano" para llegar en hora a la
casa de su amiga.
Ejemplo 2
-¿La playa queda lejos de tu casa? -pregunta Martín de 6 años a su
amiguito.
-No, es bien cerquita. Queda a siete cuadras -responde Andrés de la misma
edad.
Sin embargo, para Martín siete cuadras de la playa es lejísimo, dado que
él vive enfrente a la costa.
Ejemplo 3
-Me dejaste plantada, pudiste haber llamado para avisarme. Piensas que
puedes burlarte de mí. Es la última vez que me lo haces. ¡No va más!
-grita Eugenia.
-Está bien, no lo volveré a hacer, pero debes entender que estaba en una
reunión de trabajo y no podía interrumpir para llamarte -afirma Mario.
Realmente, Eugenia está sintiendo que Mario ya no la ama y que se fue con
otra mujer o con amigos, seguramente olvidándose de ella. Por su parte,
Mario entiende que ella es muy poco comprensiva, que no entiende que está
tratando de trabajar para que se puedan casar y que si ella tuviera que
trabajar horas extras, bien que entendería.
Ejemplo 4
-La hija de Rosario, resultó bastante ligerita, está embarazada y no se
ha casado. Pobre chica, ¡lo que le espera! -dice Margarita a su amiga
Mariela.
-Estás loca, la chica está muy enamorada, vive con su pareja y toda la
familia está contentísima. Vino el padre del novio desde los Estados
Unidos para cuando nazca el bebé - le responde Mariela
Margarita es muy religiosa, se mantiene soltera y sin novio, porque sus
padres son muy posesivos y no ha tenido ocasión de conocer muchos
muchachos. Cualquiera que se le acerque, debe venir "con buenas
intenciones" y asegurarle que se casará con ella, antes que nada.
Mariela, es independiente, joven, pero ya divorciada, vive sola y no
desea tener una pareja a su lado.
¿Viste qué conceptos de la vida tan diferentes? No podemos decir cuál es
mejor, porque ese juicio estaría reflejando nuestro propio sistema de
creencias.

CAPÍTULO DIEZ
La Inteligencia Emocional en el trabajo

Como quedó dicho, una de las habilidades principales de la Inteligencia


Emocional es el manejo de los vínculos sociales: el conocimiento y
desarrollo de las relaciones interpersonales. Uno de los ámbitos donde
mejor se percibe esta habilidad es en el trabajo. Generalmente, pasamos
más horas con los compañeros de trabajo que con la familia: nos
enamoramos, nos disgustamos con ellos, competímos, peleamos, salimos,
viajamos, compartimos fiestas de oficina, preparamos trabajos especiales,
hacemos horas extras, viajamos de regreso a casa. Todas las
manifestaciones emocionales del hombre pueden darse en la órbita laboral.
Diría que, fuera del ambiente familiar y amistoso, el laboral consume
nuestra energía y a veces de tal forma, que la agota. No hablamos
solamente de los adictos al trabajo, nos referimos también a los que
solamente trabajan un horario determinado y luego bajan la cortina y se
van a su casa. Si bien son menos los ejemplos, hay trabajadores que al
salir de su empleo se olvidan de todo lo referido a la tarea. Pero esto
no es índice de una buena relación laboral, sino, simplemente, de una
facultad para separar un ambiente del otro. Los casos más frecuentes
están representados por trabajadores que no logran despegarse de su labor
cuando están en casa, lo cual perjudica su vida familiar, su espacio de
recreación, si es que lo tienen, y tampoco pueden desprenderse de sus
problemas familiares cuando están en el trabajo.
Durante la jornada laboral y a lo largo de los años dedicados a las
tareas rentables, nos enfrentamos a múltiples formas de relación. Se
trate de encuentros con superiores, con subalternos o con uno mismo,
cualquier clase de relacionamiento requiere la aplicación inteligente de
las emociones.
Las mejores organizaciones son las que logran reunir un gran capital
humano. Como dice Enrique Baliño en "No más pálidas", surge de
multiplicar el Capital Intelectual por el Capital Emocional (CH = CI x
CE). El Capital Intelectual se puede comprar a través de buenos salarios,
pero el Capital Emocional se logra, se genera si las personas tienen
pasión por lo que hacen y actúan con inteligencia emocional en sus
relaciones interpersonales. El clima que impera en el trabajo lo crean
los jefes y empleados y los trasciende para llegar a los clientes. De las
palabras, las actitudes, los dichos, los vínculos está formado el clima.
Si el empleado siente que se lo considera, se le enseña, se lo respeta,
se lo escucha, se le da participación, estará más proclive a participar
del engrandecimiento de la empresa.
Todo lo dicho hasta el momento sobre Inteligencia Emocional puede
aplicarse, sin problemas, al área laboral. De manera que haciendo una
enumeración sucinta, decimos que la Inteligencia Emocional nos es útil en
el trabajo para:
Determinar el sistema de valoración personal.
Establecer buenas relaciones interpersonales.
Actuar y no reaccionar.
Superar los problemas.
Superar las frustraciones.

Sistema de valoración personal


Establecer buenas relaciones interpersonales
Estas dos pautas están muy vinculadas, porque del conocimiento de
nuestras valoraciones personales y de las ajenas, surgen las buenas
relaciones interpersonales.
Como se expresara anteriormente, cada persona valora y juzga el mundo de
acuerdo al modelo que posee. Por lo tanto, es de suma importancia ser
conscientes de qué valores
nos mueven, frente a qué actitudes no podemos transar, qué cosas no
estamos dispuestos a dejar por el camino. Pero este autoconocimiento no
serviría, si a la vez ignoráramos que las personas son diferentes, que no
todas reaccionan de la misma forma y que nuestra manera no es la única y,
a veces, ni siquiera la mejor. Si algún mérito tiene, es que es la
nuestra.

Formas de hacer nuestras valoraciones y conocer las ajenas

1. "Pienso que". Cuando te enfrentes a situaciones en las que tu opinión


es opuesta a la de los otros, conviene comenzar la frase con un "pienso
que" o "siento que". Esto delimita tu punto de vista. Nadie puede dudar
del alcance de lo que dirás, así como que la intención al manifestar tu
idea no es descalificar la ajena.
2. Diálogo interior. El mecanismo de hablar con nuestro interior es muy
útil para tener siempre presente qué valoramos, qué deseamos, qué no
queremos, hasta dónde llegaremos. Esta reflexión interna es una forma de
tener claro qué pensamos y sentimos. Una vez que está bien definido en
nuestro interior, se puede manifestar sin errores. Hacer del sistema
representativo auditivo digital, en estas ocasiones, el preferencial.
3. Escuchar a los demás. Si hay una técnica universal para actuar con
Inteligencia Emocional es escuchar. Es la mejor manera de aprender.
Parece mentira que se deba insistir sobre esta actitud, pero más de la
mitad de los errores se cometen por no escuchar al otro. La mayoría de
las veces deducimos lo que piensa o siente la otra persona, o elaboramos
la respuesta mientras habla. Podemos no estar de acuerdo, pero no
significa que esté equivocado. Si escuchamos, conoceremos la valoración
ajena y sólo así la podremos combinar u oponer a la nuestra.
4. Tener presente el motivo de nuestra reacción. Es muy
importante no perder de vista que nuestras reacciones son respuestas a
nuestra valoración de las situaciones y no a la situación misma o a la
persona. Para un buen relacionamiento es necesario saber y recordar que a
la reacción la provoca la idea que ya tenemos, nuestra valoración sobre
la situación o la persona, no ellas en sí mismas. Cuando me enojo porque
el albañil que quedó de venir a casa no lo hace, debo recordar que es mi
valoración sobre la puntualidad y la responsabilidad lo que me irrita, no
el atraso, la ausencia o el albañil en sí, que a su vez reacciona de
acuerdo a su valoración de los hechos. Mientras elaboro mi respuesta a
sus supuestas explicaciones, me equivoco pensando que es a mí a quien le
falla y no lo concibo como su defecto que lo perjudica más a él que a mí.

Ejercicio

A los efectos de practicar el sentido de separación entre la valoración


personal y el hecho objetivo, te invito a hacer este ejercicio.
Durante una conversación que mantengas con alguien frente a frente por
tres o cuatro minutos, observa los datos sensoriales que te proporciona
el interlocutor; sin valoraciones personales ni conclusiones.
Salvo que seas una excepción a la regla, que por supuesto existen, lo que
observes será:
Está nervioso, juega con la lapicera.
Está nervioso, se aprieta los dedos.
Parece triste, tiene la vista hacia abajo.
Estaba avergonzada, se ruborizó.
Estas son conclusiones, no datos objetivos: jugar con la lapicera,
apretarse los dedos, ruborizarse, pueden demostrar
lo que tú supones, pero, además, muchas otras emociones. Luego de
observar al otro, en cada caso expuesto, lo que uno debió decir fue:
Juega con la lapicera.
Se aprieta los dedos.
Tiene la mirada hacia abajo.
Se ruborizó.

Actuar, no reaccionar

El control de las emociones no significa su eliminación; todo lo


contrario, significa conocerlas para poder manifestarlas en nuestro
beneficio.
El superior de Mario le grita en una reunión de trabajo, argumentando que
su informe está mal hecho, lo cual demuestra que es un incapaz. Si Mario
le contesta que el incapaz es él porque no puede ver que su informe está
perfecto, le irá muy mal. Aunque nos pese, el control lo tiene el jefe.
Esta es una reacción y no una acción. No podemos permitirle al otro que
nos haga reaccionar. El control debe seguir en nuestro poder y actuar
cuándo y cómo sea mejor.
Los síntomas de las reacciones son claros: el pulso se acelera, la
respiración se agita y entrecorta, las manos traspiran, algunos
enrojecen. Si avanzamos un paso más, los puños se cierran y se aprietan
los dientes.
Si logramos unos segundos de una respiración más lenta y tranquila, de
manera que la irritación pase y la sensación de calma retorne, estaremos
en condiciones de actuar en el momento oportuno y no de reaccionar a la
provocación ajena.
Algunas personas, generalmente dominadas por el ego, creen que no
reaccionar en el momento es muestra de una personalidad débil, de quien
permite que lo avasallen.
Todo lo contrario: es símbolo de gran dominio, de Inteligencia Emocional,
de elegir cuándo y cómo actuar; es no dejarse provocar.
Lo más sencillo es dejarse llevar por la ira y reaccionar. Por eso el
mundo está tan frecuentemente en guerra. Lo difícil es sobreponerse a la
reacción natural y actuar con calma. Se necesita el dominio de la
Inteligencia Emocional para dejar fluir la ira y actuar en el momento
oportuno.
La clave para mantener la calma es saber que son nuestros pensamientos,
nuestro sistema de creencias, nuestras valoraciones, los que nos hacen
reaccionar frente al otro. No reaccionamos a consecuencia de la otra
persona, ni de su actuar; reaccionamos a causa de lo que pensamos,
sentimos y valoramos sobre lo que la otra persona hace o dice.
En el caso de Mario, se encoleriza porque cree que le está diciendo
incapaz, porque imagina lo que creerán todos los presentes, por el
esfuerzo que puso y no se lo reconocen, porque el superior podría ser su
hijo, por cómo le recuerda cuando su padre le gritaba, etc., etc., pero
no por lo que realmente el superior dijo o hizo.
En materia laboral, si logramos separar lo que el otro hace o dice, de lo
que pensamos o sentimos sobre lo que hace o dice, nos merecemos un
diploma en Inteligencia Emocional Laboral.
Cuando reaccionamos en lugar de actuar, se disparan en nuestra mente
algunas ideas llamadas "pensamientos automáticos", denominación atribuida
a Platón. Es una suerte de diálogo interno que se produce sin ser
conscientes y que nos va acrecentando los motivos para reaccionar. En la
zona del Río de la Plata y vulgarmente, se podría decir: "darse manija",
como aquellos automóviles antiguos que la necesitaban para andar.
Así, cada vez que Mario sienta que el jefe le va a gritar o que lo trata
mal, pensará automáticamente: "Lo mataría, es un imbécil, siempre goza
desprestigiándome".
Lo más grave es que los pensamientos automáticos nos llevan a
distorsionar el concepto de la realidad.
Si el jefe de Mario lo llama a su despacho, es posible que crea que lo va
a despedir o a observar; automáticamente, piensa que es un
desconsiderado.
El remedio es detener los pensamientos automáticos, destruirlos cada vez
que aparezcan, trayéndolos a la conciencia, y respirar, serenamente,
hasta recuperar la calma que nos permita ver objetivamente la realidad.
Otro paliativo del patrón de la reacción es eliminar "el factor debería".
Es decir, dejar de pensar lo que debería hacer o pensar el otro.
El jefe de Mario debería darle una disculpa.
El jefe de Mario debería apreciar más su trabajo.
Si no reconocemos que las personas son diferentes, tendemos a exigir al
otro el comportamiento que tendríamos nosotros en esa situación.

Aprender a superar problemas

Enfrentarte a un problema laboral crea una reacción de nerviosismo que es


necesario evitar o resolver. La cronología de un problema es:
1. Aparición del problema. Informe que no resultó, pérdida de documento,
compañero emocionalmente inestable, incapacidad para separar problemas
personales de asuntos laborales, etc.
2. Reacción física. Detectado el problema, el ritmo cardíaco se acelera,
la respiración se hace entrecortada, comienzan
las sudoraciones, se enrojece la piel del rostro, tiemblan las manos.
Mala señal: se ha disparado el torrente físico de la ansiedad.
3. Sintonía con tus cambios físicos. Si no logras sintonizar con estos
cambios físicos, es posible que estés en la puerta de una reacción
desmedida y perjudicial. Si lo logras, vas al siguiente paso.
4. Respirar lentamente. Llena de aire puro y tranquilizador tu cuerpo.
Cuando acompasas la respiración, el cuerpo reacciona bajando el ritmo
cardíaco, enlenteciendo la respiración, suspendiendo la sudoración, el
enrojecimiento, el temblequeo. Luego de un entrenamiento, puedes asociar
la respiración con alguna imagen que te trasmita paz: un valle, una
playa, el mar, los niños jugando. Con el control de la respiración
aparece el paso siguiente.
5. Control de la situación, desaparición del problema. Es necesario tener
presente que lo que te desacomoda no es perder el documento o que te
grite el jefe, sino lo que sientes y piensas al respecto.
6. Diálogo interno constructivo. No es tarea fácil pero sí posible,
sustituir el diálogo interno negativo por uno constructivo y positivo. Si
en lugar de acrecentar la ansiedad, buscas motivos, en el pasado o
presente, para estar más animado y tranquilo, vas camino a la resolución
del problema.
7. Aceptación de la realidad. Finalmente, lo que más va a contribuir a la
desaparición del problema para dar lugar al comienzo de resolución es
aceptar que la realidad es la pérdida del documento o el grito del jefe,
pero que siempre se puede modificar lo que piensas o sientes al respecto.
Para solucionar el problema debes dejar de verlo como tal; visualizarlo
como una situación superable, si mantienes la calma y aceptas la realidad
objetiva.
8. Despertar el ingenio y la creatividad. Luego de dejar de ver la
situación como un problema para percibirla como una realidad objetiva y
modificable, debes buscar las formas concretas de superarla. Se manejan
varias alternativas, se planean las estrategias a seguir. Se destacan
habilidades y destrezas. Desde decir la verdad hasta tomar un día libre
para pensar mejor, las pautas serán diferentes para cada circunstancia y
cada persona. Para seleccionar el modo correcto, debes formularte las
siguientes preguntas: ¿cómo me beneficia?, ¿quiénes se verían afectados?,
¿a quiénes beneficia?, ¿cuáles serían las consecuencias? Algunas
respuestas podrían ser: estaría menos ansioso, ayudaría más a mis
compañeros, beneficiaría mi salud, lograría más años para mi jubilación,
incrementaría mis ingresos.
9. Resultados de las alternativas. Luego de pasar un tiempo desde la
implantación de la estrategia elegida, procedes a analizar los resultados
para confirmarla o renovarla.

Frustraciones en el trabajo

La sensación de frustración puede tener muy variadas causas y una vez


más, son muy personales. Entre ellas mencionamos:
a) Crítica y autocrítica
A nadie escapa la idea de lo enemigas de la persona que pueden ser la
crítica y la autocrítica. Se suele hablar de crítica constructiva y
crítica destructiva. Confieso que me cuesta encontrar motivos para que
una crítica sea constructiva. Podría ser, a mi modo de ver, solamente si
lo tomo como un juicio venido de alguien muy entendido en el tema y con
la mejor de las intenciones. No es esta clase de crítica o juicio la que
nos perjudica. Por el contrario, la maliciosa, la que siempre busca la
falla por menor que sea, la que destaca lo malo sin atender a lo bueno.
Para sobreponerte a la destructiva, debes tener presente:
- de quién viene
- cuál es la intención
- si el otro lo hubiera hecho mejor
- qué autoridad tiene para hacerla
Si pasas la crítica destructiva por este cuádruple tamiz, verás que
ninguna sobrevive.
Con respecto a la autocrítica, podrías seguir el mismo patrón y
preguntarte si podrías haberlo hecho mejor, con los medios de que
disponías en ese momento.
b) Metas imposibles
Es fuente natural de frustración establecer metas inalcanzables. Meta es
un objetivo específico. Si son alcanzables, las metas generan la energía
necesaria para su cumplimiento aumentando la motivación. Si son largas o
inalcanzables, te aburres y abandonas por el camino. Si la meta es muy
ambiciosa o general, también resulta aburrida porque no te motivan los
logros pequeños.
c) Cúmulo de tareas, vencimiento de plazos
A menudo te sientes abrumado por el cúmulo de tareas. Cuando no logras
cumplir con las tareas o los plazos, te frustras. Cada gran tarea se
puede dividir en varias pequeñas. Por ejemplo, elaborar un informe para
el jefe en una semana puede dividirse en:
buscar los datos
recabar la información de las personas adecuadas
conseguir cifras comparativas
escribir
corregir
anexar documentos
establecer conclusiones
d) El entorno
Sea físico o humano, el entorno, que muchas veces escapa a nuestro
control, también es frecuente motivo de frustraciones.
Los compañeros de trabajo no son materia de elección, pero sí lo son las
relaciones que establezcas con ellos. A cada uno se le debe conocer en
sus puntos fuertes y débiles y saber hasta dónde confiar o pedir.
Recuerda: la última de las libertades del hombre es poder elegir qué
actitud adoptar.
Si convives con el compañero sabiendo hasta dónde llega y qué puedes
esperar, sin intimar ni dejarte llevar por comentarios maliciosos, vas
por buen camino. Busca y encuentra el lado positivo que todos tienen.
En cuanto al entorno físico, alégralo con buena luz, si es natural mejor,
aire puro, plantas, prohibición de fumar; procura que las paredes tengan
un buen color motivador.
Finalmente, adorna tu espacio con objetos o fotos motivadores. Tu familia
en fotos, el premio que te otorgaron, el dibujito de tu hijo, pueden
motivarte cuando te sientas frustrado. Te recordarán por qué y por quién
trabajas.

Superar la frustración

Los pasos siguientes a la sensación de frustración han sido objeto de


estudio de diversas corrientes psicológicas. A modo de resumen, podemos
decir que son:
1. Negación. Es tal la incredulidad, que te niegas a aceptar los hechos.
No parece sucederte a ti; no son ciertas las críticas al trabajo ni la
eliminación de la lista de ascensos. Se disparan los conocidos
pensamientos automáticos: sólo me pasa a mí, cómo puede ser, es el final
de la carrera, fulano me traicionó, etc. Sólo se supera con la aceptación
y la búsqueda del lado positivo, que toda situación posee.
2. Ira. Una vez aceptado, se apodera de ti la ira: esto es injusto, me
voy a vengar, ya sabrán de qué soy capaz. Es el momento de aplicar todo
lo aprendido para el control de las emociones. No se gana nada pensando
en la venganza.
3. Deseo de retroceder. Hacer de cuenta que nada ocurrió, culpar a los
acontecimientos de las consecuencias. Si el jefe no te hubiera pedido el
informe fuera de horario, hubieras llegado a tiempo. Algún día deberás
abandonar la idea de tener un pasado mejor. Las cosas son como son y hay
que actuar en consecuencia.
4. Abatimiento. En algunos casos, depresión. Las personas se preguntan de
dónde sacarán las fuerzas para seguir adelante, con qué cara enfrentarán
nuevamente los problemas. La frustración total se proyecta desde el
pasado al futuro.
5. Aceptación. Lo peor ya pasó y ahora sólo queda avanzar. Conectarte con
la naturaleza, con personas positivas y optimistas, resulta de gran
ayuda. "Es lo que hay" y veré cómo salgo de ésta.
6. Esperanza. Salir adelante se convierte en la meta y se actúa poco a
poco, analizando cada paso.
7. ¡A la acción! La energía renace nuevamente; las motivaciones resurgen
y te pones manos a la obra para reparar lo que sea necesario y eliminar
la amarga sensación de frustración.

Cuando juzgar es tu deber


He referido cómo reaccionar inteligentemente frente a una crítica,
veremos ahora cuál debe ser el comportamiento para que el juicio que
debes emitir, sea beneficioso para todos. Ya conocemos que el ideal es no
juzgar porque nunca se sabe toda la verdad o todos los detalles de la
historia, pero en infinidad de ocasiones debes hacerlo para que todo
funcione: la corrección de un examen, una calificación de un empleado,
una crítica de arte, la elección de un funcionario, por sólo mencionar
algunos.
1. Identifica el comportamiento que juzgas. Separa el comportamiento de
la persona y de tu valoración.
2. Evalúa específicamente qué lo convierte en un problema.
3. Busca la forma adecuada de expresar el juicio. Ten en cuenta la
personalidad del otro y la tuya, la calidad del vínculo, las necesidades
futuras, mutuas. Busca eliminar todo lo que resulte ofensivo. Adapta las
palabras al mensaje deseado.
4. Resalta expresamente que se trata de "MI opinión". Esta actitud evita
molestias y ofensas, porque el hecho de no contar con todos los elementos
posibles para juzgar, convierte el propio juicio en algo también parcial.
Se trata de tu forma de ver la situación, seguramente discrepante con la
visión que tiene la otra persona.
5. Mantén una argumentación positiva. Es muy bueno comenzar la crítica o
juicio negativo, destacando algo positivo en la persona. "Afortunadamente
terminaste en plazo el informe, pero me parece que la conclusión II debió
ser más profunda".
6. Elige las palabras y gestos al hablar. Todo puede ser dicho de muchas
formas, y obviamente la simpatía y las palabras cálidas disminuyen el
efecto de un juicio negativo. Los gritos y las palabras fuertes, sólo
empeoran la situación.
7. NO pierdas de vista la complejidad de la cuestión. El
juicio puede parecer aislado, pero seguramente está inserto en una
compleja situación que no debe descuidarse. Mañana y pasado mañana
tendrás, en la mayoría de los casos, que seguir tratando con la persona;
mejor hacerlo en buenos términos para evitar rencores en ambas partes.
8. Detecta la reacción del otro. A medida que hablas, debes ir
sintonizando con la expresión del rostro, la postura corporal y cualquier
otra señal. Irás pautando el efecto de tu comentario a través de sus
cambios físicos.
9. Busca alternativas posibles. De qué otra forma se puede hacer el
trabajo, quiénes podrían colaborar, qué otros estudios serán necesarios.
10. Finaliza con un comentario positivo. Las personas y la relación entre
ellas, son mucho más que los errores que cometen. Se debe establecer un
diálogo que permita mantener abierta la puerta de la comunicación e
inalterada la confianza.
Paso a paso frente a un juicio negativo

Ya mencionamos las críticas y autocríticas como motivo de frustración;


veamos ahora las formas de hacer frente a un juicio negativo concreto
hacia ti.
1. Escucha antes de contestar. Se trata de actuar y no de reaccionar. Ser
el dueño de las respuestas es un patente signo de Inteligencia Emocional.
2. Sintoniza con tus sentimientos: culpabilidad, humillación, vergüenza.
Es mejor saber qué estás sintiendo.
3. Respira hondo lentamente varias veces. Baja la actividad cardíaca y te
prepara mejor para la respuesta.
4. Asume la responsabilidad. Por malo que te resulte, es posible que
hayas cometido un error. No caigas en la
necedad de creerte perfecto o infalible. Como dice el refrán: "Al mejor
cazador se le escapa un tiro".
5. Elimina cualquier actitud defensiva. Si en lugar de oír libremente,
escuchas de brazos cruzados y puños cerrados, en actitud de defensa,
escucharás parcialmente.
6. Demuestra empatía. El que te juzga, a veces lo hace a su pesar.
Entender que, quizás, esté pasando un mal trago pero debe hacerlo como
parte de su responsabilidad. El también tiene superiores que lo
controlan.
7. Haz un resumen desapasionado de lo que te dijeron. Al enfriar el
lenguaje haces un reencuadre de la situación. Lo dices con tus palabras,
resumiendo lo expresado por la otra persona y mitigando el dolor y la
ofensa. Por otra parte, sirve para evitar malentendidos.
8. Estate dispuesto a cambiar o a hacer la tarea nuevamente. Es obvio,
pero la terquedad no sirve en el trabajo y es enemiga de la Inteligencia
Emocional.

Los remedios infalibles

Toda situación tensa, difícil, "estresante", de cualquier ámbito, puede


subsanarse con dos remedios infalibles: el sentido del humor y la
relajación física y mental. No hay nada, pero realmente nada, que merezca
tomarse tan severamente. En el área laboral todo es muy relativo y
aquello que hoy te acongoja, mañana será un mal recuerdo. En la faceta
personal, muy pocas cuestiones pueden tomarse tremendamente
(enfermedades, propias y ajenas, fallecimientos) pero todo, con el
tiempo, se supera. Todo tiene un costado divertido, si lo buscas; llevar
al ridículo algunas situaciones es, también, un muy buen recurso. La
relajación física y mental, que comienza con una respiración honda y
lenta, llenando todo el cuerpo de aire puro, es otra técnica excelente.
Si te ríes de ti mismo y de las situaciones y respiras como lo hace
un bebé, te aseguro que no encontrarás demasiados motivos para estar
crispado. En el peor de los casos, cuando el problema te supere y no
puedas, en el momento, más que reaccionar, recurre cuanto antes a estas
dos técnicas infalibles:
Cuando el jefe te llame a su despacho y sepas que viene en camino una
observación o una crítica, retrasa unos segundos la visita y dedícate a
hacer unas inspiraciones profundas que, lentamente, calmen tu ansiedad y
lleven serenidad a tu ritmo cardiaco. Si pones la punta de la lengua
sobre el paladar, la sensación de calma aumentará y disipará todo temor.
Ahora, ya fortalecido, puedes ir a ver al jefe más furioso.

Indagación apreciativa

Cada vez con más fuerza se abre camino en las instituciones y las
personas una nueva disciplina denominada Indagación Apreciativa. La
Indagación Apreciativa (AI), también conocida como "investigación
apreciativa" o "diálogos apreciativos" (en Inglés: Appreciative Inquiry)
es una metodología de gestión del cambio y desarrollo organizativo que se
basa en las investigaciones y prácticas desarrolladas durante más de
veinte años en la Weatherhead School of Management de Case Western
Reserve University (Cleveland, USA) bajo el liderazgo de sus co-
creadores: David Cooperrider y Ronald Fry. Este método se ideó porque al
observar el sistema educativo y cultural en Occidente se percibió que
enseña a retener los eventos pasados como "problemas" que se deben
"resolver". Pero, así sólo se generan más problemas. Esto nos precipita
en un círculo vicioso y negativo, lo que destruye nuestro entusiasmo y
nos desmoraliza. En realidad, el pasado se conforma de eventos objetivos
a los cuales las personas les otorgan contenido. Si se los percibe de
forma positiva, y se los usa como experiencias educativas generarán la
energía necesaria para construir un futuro mejor. Uno de los aspectos más
significativos de la Indagación Apreciativa
es su enfoque positivo. Pues desde sus primeros pasos, esta metodología
ha sido concebida como una aproximación alternativa a la gestión del
cambio y al desarrollo organizativo tradicional basado en deficiencias.
Si bien la mayoría de las iniciativas de cambio organizativo surgen
cuando existen o se anticipan problemas, la Indagación Apreciativa
propone un enfoque radicalmente opuesto al conocido y practicado hasta
ahora. Esta filosofía ya se trasmite en el propio término que da nombre a
la práctica por el marcado carácter positivo que tiene la acción de
indagar o buscar fortalezas y la de apreciar aquello que se encuentra
relevante o favorable. Es decir que la metodología, tan en auge por estos
tiempos, aúna las bondades de la Inteligencia Emocional con las de una
actitud positiva imprescindible para encarar cualquier emprendimiento.
Más que detenerse en las carencias, las organizaciones y sus integrantes
deben focalizarse en las fortalezas para lograr cambios sostenibles. La
Indagación Apreciativa utiliza las preguntas que se hace la organización
para determinar si está en el camino del crecimiento o de la involución.
Pero también es importante prestar atención a las respuestas brindadas.
Resumiendo, el material de estudio está formado por: las preguntas que se
formula la organización y sus integrantes, la forma en que se las
plantea, las respuestas que se obtienen y qué se hace con ellas. Las
interrogantes deben ser positivas y tender al logro de un equipo
integrado y cooperativo.
Frente a una crisis, se puede observar lo que está mal y buscar
corregirlo, o rescatar las fortalezas que ayudaron a salir en otras
ocasiones. Para el primer caso solo se procura mejorar lo que está mal
para llegar al nivel de normalidad. En el segundo, se descarta lo que es
error para centrarse en las bondades de la empresa y sus integrantes que
la llevaron hasta donde está. Se intenta elevar el nivel de excelencia
parcial a la totalidad de la institución.
Este proceso se logra a través de cuatro pasos:
1. Descubrimiento de excelencia y realización. La idea es entender que
cada persona percibe la historia de una forma única y diferente. Se
pregunta a las personas sobre sus recuerdos positivos de la organización
y se construye la historia institucional con los datos escondidos en el
subconsciente de sus integrantes. Permite aflorar un sentimiento de
orgullo existente pero suprimido. La realidad se puede construir
escuchando a las personas que integran la organización. Los aspectos
negativos que surjan no se evitan sino que se dejan momentáneamente de
lado para fortalecer las coincidencias positivas.
2. Sueño de una organización ideal. Se sueña con un futuro ideal basado
en los aciertos del pasado. Se describe el futuro deseado con la
creatividad surgida del hemisferio derecho del cerebro.
3. Diseñar nuevas estructuras y procesos. A través de originales ideas se
intenta llegar al consenso para lograr las metas a corto y largo plazo.
Son ideas inusuales para el tipo de organización o de producto.
4. Implementar el sueño. Los integrantes del grupo a través de juegos y
dinámicas, desarrollan roles que contribuyan a implementar el sueño.
Al tratarse de individuos cada uno actúa como lo siente y mientras que
algunos se entusiasmarán con la dinámica propuesta, otros se negarán a
colaborar. El resultado óptimo depende de la cantidad de personas
comprometidas. Dada su versatilidad y flexibilidad siempre es un acierto
pero se logran mejores resultados si los integrantes de la organización
están dispuestos a participar. No hay que perder de vista que los
diálogos negativos son difíciles de cambiar y que el resultado final está
determinado por los
temas abordados. Una buena forma de comenzar es eliminando las palabras
"no" y "pero" del diálogo cotidiano y sustituirlas por "sí" e "y". Estas
segundas unen mientras las otras separan.

EPÍLOGO

Paz: la emoción más buscada

Para finalizar, es necesario tener en cuenta que ninguno de los temas


tratados se agota en esta exposición y que con cada lectura que hago de
ella, se me ocurre agregar algún detalle más. Pero todo debe tener un
punto final. No atino a pensar en un mejor final que hablar de la paz.
Por lo tanto, no puedo concluir este texto sin mencionar a esa sensación
que todos buscamos durante toda la vida.
Paz: ¿una necesidad?, ¿una búsqueda?, ¿una emoción?, ¿una meta? Quizás la
reunión de todo. Cada palabra que escribí hasta aquí lleva
inexorablemente al encuentro de la paz.
Si reitero la definición de emoción como reacción física a determinados
estímulos, no caben dudas de que la paz es una de ellas. Es el cuerpo en
su totalidad que reacciona con calma a la paz.
La paz lo abarca todo. No solamente una parte del cuerpo físico
reacciona, como sucede con todas las emociones, sino que además lo hace
en su totalidad: los músculos se distienden, la presión sanguínea está en
los niveles adecuados, la mirada adquiere un brillo especial, los órganos
del aparato digestivo cumplen sus funciones sin alteraciones; cada
órgano, cada función está en sus niveles de perfección, en total armonía.
Si atendemos al cuerpo etéreo percibimos que la energía que emana de
nosotros es buena, con excelentes vibraciones y todo se ilumina a nuestro
alrededor. Los que tienen la capacidad de visualizar el aura de otros
humanos perciben que alguien en paz tiene sus colores brillantes,
definidos, nítidos.
Si focalizamos las actitudes de la persona en paz, veremos que son
armónicas, amorosas, pacíficas; que estos seres tienen un equilibrio
perfecto entre lo que sienten, piensan y hacen.
Pero debemos estar de acuerdo en que la paz es escurridiza y frágil.
Cuando reina la armonía interior algo de afuera la puede sacudir y
lesionarse. Y también a la inversa. La paz conduce a la felicidad, o
quizás son la misma cosa. La persona tiene paz cuando busca y encuentra
el amor en todas sus formas, cuando es capaz de dar y de recibir, de
merecer y de perdonar; cuando pierde el miedo, domina la ira, encuentra
la alegría. ¿No son estos, acaso, los temas tratados a lo largo de estas
páginas?
Pero atención: el camino a la paz comienza desde el interior y no puede
lograrse sin una decisión personal. No hay instructor, docente,
psicólogo, terapeuta, comunicador o amigo que pueda darle paz a otra
persona. Podrá enseñarle técnicas que la ayuden a descubrir su paz. Podrá
acompañarla en la búsqueda, podrá iluminar el camino, pero la libertad
interior es personal, y si alguien le promete que le dará la paz que le
hace falta está mintiendo; se está atribuyendo un poder que no tiene.
Nadie puede darte lo que es tuyo por nacimiento. Solamente podrá ayudarte
a desarrollar ese poder interior. En algunas ocasiones se encuentra
velado por experiencias desagradables y sus consecuencias, por el sistema
de creencias que aprisionan. Para que se produzca el corte y la
liberación del poder interior de tu paz, debe existir en ti la previa
voluntad de hacerlo. Ninguna persona extraña puede otorgarte la voluntad
de desentrañar tu propio misterio.
Es importante que tengas en cuenta que nadie te puede dar lo que ya
tienes. Si alguno promete darte paz, darte poder interior, es porque ya
le concediste el poder a él.
No creas en nadie que te prometa cambios en tu interior sin tu voluntad y
tu participación. El único dueño de tu
vida eres tú, y por medio del poder de tu voluntad podrás encaminarte
(con la ayuda de alguien, si es que lo deseas y necesitas) a encontrar la
paz. Pero la persona ajena a ti solamente te ayudará, te guiará en la
tarea de desarrollar, de revelar lo que ya existe. Ahora sí, sin tu
voluntad no hay trabajo posible. No creas que mágicamente y desde el
exterior vendrá la paz. Algún día, deberás asumir la libre
responsabilidad de vivir en paz.
Libertad-responsabilidad: dos caras de la misma moneda; dos actitudes
imprescindibles si de gozar la paz se trata.
Adelante, entonces, con tu trabajo personal, arduo y a tiempo completo.
La tarea realizada te ofrece un mundo nuevo donde todas las posibilidades
se concretan, donde adquieres la certeza de que eres parte del universo,
de que te pertenece a la vez que no puede existir sin tu participación.
Como verás, la recompensa a ese trabajo personal, arduo y a tiempo
completo, es la paz, y si la conoces sabes que bien vale la pena poner
manos a la obra.
Algunas pautas te pueden ayudar.
1. Es un trabajo personal.
2. Es posible aunque no fácil.
3. Te pertenece.
4. No viene de afuera.
5. Nadie te la puede dar aunque te la prometa.
6. Ayuda orar y tener fe en algo superior.
7. Meditar es una buena herramienta.
8. El perdón y la alegría son llaves útiles.
9. Agradecer y dar de forma generosa contribuyen.
10. Es un redescubrimiento y desarrollo de algo que ya te pertenece desde
el nacimiento.

Un cuarto de segundo que hace la diferencia

Para llegar a esta ansiada paz, se debe aplicar, como quedó dicho, la
Inteligencia Emocional. Pero, ¿de qué forma puede esta intervenir en el
proceso cerebral que va desde la percepción de los sentidos a las
amígdalas y de estas a la corteza cerebral?
En cada instancia hay un momento en que se puede elegir la forma de
percibir el mundo. Esta capacidad de alterar las consecuencias de una
percepción es una de las facultades humanas más sorprendentes. El
hipotálamo recibe la percepción y la envía a las amígdalas y de allí al
neocortex pre-frontal. Pero mientras que las amígdalas reaccionan
inmediatamente haciendo que el cuerpo manifieste de diferentes formas esa
reacción (sudoración, palpitaciones, coloración de la piel, nudos en la
garganta, o el estómago, etc), el neocortex se detiene a considerar la
percepción. El tiempo que media entre el impulso de actuar y la acción en
sí es un cuarto de segundo. Este espacio que fuera del cerebro no
contaría, en él es una eternidad. Es un tiempo suficiente para elegir
interpretar de manera diferente lo que llega por las percepciones de los
sentidos y adoptar una actitud reflexiva. En definitiva, no es que
percibimos el mundo como es, sino que, para cada uno de nosotros, el
mundo es como lo percibimos.
En cada situación de la vida podemos optar entre dos posibilidades:
reaccionar automáticamente y quedarnos con eso, o aprovechar este cuarto
de segundo para elegir la actitud más adecuada.
Cuando la gente no usa ese tiempo y reacciona en forma automática,
estalla, pierde los estribos, sufre ataques de ira o persigue a alguien
con obsesión, dice lo que no piensa, se deprime fácilmente o es presa de
crisis de ansiedad. En muchas oportunidades, pasado el momento, la
persona ni siquiera sabe qué fue lo que pasó ni por qué reaccionó de esa
forma. Se suele decir que lo dominó la ira, que no sabe por qué fue y que
era la rabia la que hablaba, no la persona.
Este cuarto de segundo fue descubierto hace muchos años por el
neurocirujano Benjamín Libet. En ocasión de algunas intervenciones
quirúrgicas cerebrales en las que el paciente permanecía despierto y
lúcido, les pedía que movieran un dedo mientras él observaba
electrónicamente la actividad cerebral en los monitores. Descubrió de
esta forma que hay un retardo entre el impulso de mover un dedo y el
movimiento propiamente dicho. Este tiempo es un cuarto de segundo: el
tiempo que puede hacer la diferencia entre morir de un infarto
proveniente de un ataque de ira o contar hasta diez antes de reaccionar.
Usemos, entonces, esa fracción de segundo y hagamos de cada oportunidad
una opción positiva. Pongamos el acento en lo que podemos hacer.
Destaquemos las sanas posibilidades de elegir, en lugar de centrarnos en
las enfermas limitaciones. De esta forma estaremos usando la inteligencia
del siglo XXI, la Inteligencia Emocional.

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18/96

Roma
Bettoni
1/4 de segundo
inteligencia
emocional
Ira, tristeza, amor, miedo, preocupación... emociones que sentimos todos;
pero ¿cómo se gestan? ¿qué estímulos son necesarios para que las sientas?
¿en qué zona del físico se te presentan sus consecuencias? ¿eres de los
que reacciona o actúa? ¿es posible conocer esos estímulos, saber con
anticipación de qué forma te afectarán y poder prevenir sus efectos? ¿se
puede educar a niños y jóvenes para que vivan emociones y vínculos sanos?
Estas y otras muchas interrogantes tienen respuesta en la disciplina
denominada Inteligencia Emocional: conocimiento y manejo inteligente de
las emociones. Se puede aprender a cualquier edad y sin ninguna
distinción cultural ni de género.
Roma Bettoni, especialista en Inteligencia Emocional, Ley de Atracción y
Técnicas Mentales, te acerca, en esta edición actualizada, el
conocimiento teórico y las herramientas prácticas que marcan la
diferencia entre las inteligencias intelectual y emocional. En el siglo
XXI ya no es suficiente con tener un alto nivel intelectual; para ser
felices se necesita un buen manejo de las emociones propias y un
conocimiento de las ajenas.

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