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LAS HOJAS DEL OTOÑO:

ANCIANOS Y VIUDOS DEL SIGLO


XVIII NEOGRANADINO
Pablo Rodríguez. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia.1

J unto a la infancia, la ancianidad y la viudez


constituyen dos estados de indudable significa-
ción para toda sociedad. Tanto desde el punto
de vista biológico como cultural, cada sociedad
trado su capacidad iluminadora sobre procesos so-
ciales, económicos y culturales más amplios.2

En nuestro caso, no existe ningún estudio pu-


concibe unas imágenes ideales de estos tres blicado que haya intentado siquiera considerar al-
momentos de la vida de cada persona. guno de estos tres estados en la historia del Nuevo
Paradójicamente, son a su vez estos tres estados Reino de Granada. El propósito del presente artícu-
los que mayor desamparo e indefensión lo es el de describir los rasgos más sobresalientes de
representaron para cada individuo en el pasado. Al la vida de los ancianos y los viudos neogranadinos
acercarnos a indagar sus peculiaridades cada uno en el siglo XVIII. Asimismo, intentaré establecer
de estos estados nos revela una historia compleja las relaciones pertinentes entre las formas y las
en consideraciones, vivencias y realizaciones. estructuras familiares y las características sociales de
estos dos grupos.
En la historiografía moderna hasta hace pocos
años había pasado desapercibida la dimensión del 1. LOS ANCIANOS
contenido cultural de estos estados. Fue el conjunto No deja de resultar llamativo que fuera Simone
de la obra de Philippe Aries la que sugirió y nombró de Beauvoir la que nos recordara recientemente la
el conjunto de nociones creadas y reelaboradas en historicidad de la vejez. El precario conocimiento
distintos momentos históricos por la sociedad eu- que tenemos de los viejos del pasado no obedece
ropea para concebir la infancia, la juventud, la ma- solamente a que constituyen un tema sombrío y
ternidad, la viudez y la vejez. En España y América triste, sino a una extraña resistencia nuestra a en-
Latina estos estudios empiezan a suscitar el interés contrar en ellos trazas de significación vital. Los
de los investigadores. La historia colonial hispanoa- ancianos dado que no constituyen una fuerza eco-
mericana probablemente por su carácter violento y nómica, en las sociedades contemporáneas son con-
caótico hacía impensable una historia de los infan- siderados como una carga, como gente que debe ser
tes, los ancianos y los viudos. A ojos de muchos, aún "arrumbada". En el plano personal la gente joven ve
hoy, esta historia debe parecer exótica. No obstante, la vejez como algo que no le tocará, los adultos se
los primeros resultados investigativos sugieren un esfuerzan por simular su advenimiento y los ancia-
panorama prometedor como también han demos- nos tratan de sobrellevar el anonimato de su exis-
tencia. Es este silencio, este olvido de los ancianos

1. El autor expresa su gratitud con Ana Isabel Arenas de la FES en Cali y con la Universidad del Valle por el apoyo recibido para las primeras
consultas de archivo de esta investigación. De Colciencias y la Universidad Nacional también ha recibido un conveniente respaldo
institucional.
2. Simone de Beauvoir, La vejez, México, Editorial Hermes, 1983; Philippe Aries, "Une histoire de la vieillesse?" en Communications 37,
número dedicado a la vejez, París, 1983; Georges Minois, Historia de la Vejez desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, Madrid, Editorial
Nerea, 1989.
como realidad social, histórica y cultural el que ha derantemente a los grupos mayoritarios de la po-
motivado en los últimos años nuevas actitudes de blación, es decir a los mestizos y mulatos, secunda-
intelectuales y académicos.3 riamente al grupo de los blancos y de los negros.
Los esclavos y los indígenas en muy contadas oca-
Sin embargo, la vejez no es una realidad fácil- siones alcanzaban los sesenta años.
mente definible. Sin duda es biológica, con sus con-
secuencias físicas y sicológicas. También es cultural. Sin embargo, los ancianos del siglo XVIII vivían
Si bien hay unos cambios en el aspecto exterior en con mucha frecuencia un estado civil poco acorde
todos los individuos que marcan su envejecimiento, con su fragilidad. Los ancianos casados conforma-
las sociedades le asignan a su vez un lugar y un ban apenas entre un 20% y 30% de las ciudades
papel al anciano con base en su posición, su expe- estudiadas, con excepción de Medellín donde al-
riencia y su impotencia. Cada sociedad ha produci- canzaban un 51%. Cabe indicar que el grupo de
do un modelo ideal de anciano con el que valora a ancianos casados era principalmente de varones
cada individuo al llegar a la vejez, exaltándole o que habían contraído segundas o terceras nupcias,
marginándole. o, también que mantenían una diferencia notable de
edad con sus esposas. Por el contrario, los ancianos
Pero, ¿cuándo una persona se hace vieja? ¿a los solteros y viudos eran básicamente mujeres, que en
sesenta, sesenta y cinco o setenta años? Nada más su número casi cuadriplicaban al de los hombres.
confuso que los contornos de la vejez, complejo Debe advertirse, también, que los ancianos solteros
físico-sicológico. Minois ha llegado a preguntarse si podían haber tenido hijos naturales de una o varias
tiene uno la edad de sus arterias, de su corazón, de relaciones.
su cerebro, de su moral o de su estado civil4. En
ausencia de unos rituales de passage que señalen a Pero, ¿cuál era la posición de los ancianos en sus
los ancianos de nuestro siglo XVIII, su estudio hogares, qué cambios imponía la vejez en los pape-
resulta sumamente difícil. Conviene iniciar les domésticos? A saber por los registros de empa-
indicando que las personas de más de sesenta años dronamiento de estas poblaciones las personas ca-
constituían un grupo muy reducido en cada sadas de más de sesenta años normalmente
ciudad. Pequeña minoría con visible mayoría conservaban su jefatura en el hogar. No sólo cuando
femenina. convivían con sus hijos solteros o casados, sino
cuando daban albergue a otros parientes o inquili-
En la ciudad de Medellín este grupo constituía nos. Resulta llamativo que un número considerable
apenas el 3.6% de la población, en Cali el 4.4%, en de ancianos de ambos sexos encabezara hogares
Cartagena el 4.8% y en Tunja el 6.9%. La expectativa con inquilinos.
de vida en estas ciudades con seguridad no se situa-
ba por encima de los 50 años y a partir de los 60 años Asimismo, el bajo número de personas de más
las personas vivían una ganga. No quiere esto decir de sesenta años que convivían exclusivamente con
que no se presentaran casos de personas que en su cónyuge de similar edad alude probablemente a
forma sorprendente alcanzaban los 85 y aún los 90 una diferencia sustancial con las sociedades con-
años5. En términos de sexos parecería que la longe- temporáneas. Al extenderse en el siglo XX la expec-
vidad favorecía positivamente a las mujeres. En tativa de vida para hombres y mujeres, y efectuarse
Cali mientras los varones eran 86, las mujeres eran sus nupcias con edades cercanas, el número de
195; en Cartagena los varones eran 148 y las mujeres parejas que podían compartir su vida conyugal
301 y en Tunja los varones 32 y las mujeres 78. De entre los sesenta y los ochenta y cinco años aumentó
manera llamativa en Medellín los grupos de hom- considerablemente.
bres y mujeres de más de sesenta años estaban
compuestos por un número bastante reducido, 55 y Los ancianos casados parecerían gozar de una
62 respectivamente. condición de privilegio en sus hogares. Esto es posible
observarlo en el hecho de que no se veían obligados a
Arribar a la vejez no era privativo de la minoría vivir bajo el techo de sus hijos, parientes o vecinos. Sin
blanca del Nuevo Reino de Granada. Desde el pun- embargo, esta circunstancia cambiaba substancial-
to de vista racial los ancianos pertenecían prepon-

3. El escribano José Antonio Benítez que llevó un diario de los hechos notables de Medellín desde mediados del siglo XVIII reseña la muerte de Don Valentín de
Rodas a los 100 años y de Doña Agustina Guerra Peláez con 104 años. Carnero y Miscelánea de varias noticias, antiguas y modernas de esta villa de Medellín,
Trascripción y prólogo de Roberto Luís Jaramillo, Medellín, Ed. Secretaría de Educación y Cultura, 1988, pp. 265 y 371.
4. Archivo Histórico de Antioquia, Escribanos, 1793, fol. 46v.
5. Archivo Histórico de Boyacá, Notaría 1a., 1788, fol. 347.
rriente. Sus hijos casados debían segura-
mente intentar construir un hogar fuera
de casa. La compañía de estas ancianas
era con mayor frecuencia la de sus hijas
mujeres, consecuencia de la soltería ex-
tendida entre ellas. Pero, también, la
vida de estas mujeres con su prole debía
desenvolverse junto a otros inquilinos y
huéspedes.

La circunstancia precaria de los an-


cianos del siglo XVIII se reflejaba princi-
palmente entre este grupo de viudas y
solteras. Normalmente vivían en cuartos
de inquilinato, en los que, es difícil pre-
cisarlo, pagaban alguna renta. Su estado
miserable o la condición de limosnero
que enseñaban hace pensar que en mu-
chas de estas casas encontraban un refu-
gio de caridad.

En ausencia de instituciones de cari-


dad que acogieran a los pobres y en este
caso a los ancianos, la comunidad mani-
festaba su espíritu cristiano brindándoles
albergue. Otros legaban en sus testa-
mentos partidas para los pobres y los
ancianos. Y aunque en las últimas déca-
das del siglo ya se advertía la necesidad
de fundar instituciones de caridad, fueron
los nacientes hospitales de San Juan de
Dios los que buscaron socorrer a los
desvalidos. No obstante, el funciona-
miento de estos sanatorios en sus primeros
tiempos fue muy conflictivo y carente de
recursos, por lo que su establecimiento
real se retardó hasta mediados del siglo
xix.

El desgarramiento del mundo fami-


liar del siglo XVIII puede apreciarse tam-
bién en el hecho de que una proporción
significativa de los ancianos terminaba
viviendo solos. De nuevo eran las ancia-
nas viudas y solteras las que con mayor
frecuencia veían concluir sus días sin
quién las asistiera. Las ancianas blancas y
FUENTE: Padrones de Población de Tunja 1777, Medellín 1786 y
con algún capital se favorecían de la
Cartagena 1777. compañía y servicio de indígenas y esclavas.
Mientras que las blancas pobres, las mestizas y las
mente en el caso de los viudos y los solteros. Su mulatas, vivían su desamparo en su único
estado de indefensión se hacía agudo; aunque no patrimonio, un ranchito de paja en los barrios
tanto para los hombres como para las mujeres. humildes de estas ciudades.

Para las ancianas viudas o solteras la compañía De esta orfandad era de la que tal vez buscaban
de sus hijos e hijas solteros era un hecho casi co- salvarse las ancianas que otorgaban la libertad a sus
esclavas a condición de que les sirvieran hasta el de los patrones. Sentimientos que con suerte podían
final de sus días. En sus últimos años estas mujeres y favorecer a estas ancianas.
sus esclavas entablaban un afecto auténtico. Los
legados de libertad, prendas de vestir, ganado y, en Pero la vejez del siglo XVIII no equivalía a impro-
ocasiones, algún terrenito para sus esclavos más ductividad, inhabilidad. Los ancianos continuaban
próximos eran más que una muestra de gratitud. desempeñándose en sus oficios de manera regular a
Otras ancianas no ocultaban en sus testamentos su pesar de sus achaques. Al efectuarse el inventario de
aprecio y cariño hacia hijas, sobrinas o ahijadas que las oficios de la población de Tunja se encontró que los
habían asistido en los achaques de la vejez. Algunas ancianos cumplían una gama sumamente variada de
reconocían incluso los gastos que sus enfermedades oficios, algunos bajo el título de maestro y otros tan
habían ocasionado a sus hijos. En algunos casos los doméstica y cotidiana como el de cargador de agua.
hijos velaban directamente de la asistencia de sus Conviene observar que estos oficios conservados
padres ancianos. En Medellín el presbítero José por los ancianos debían variar de una ciudad a otra.
Antonio Martínez, próximo a la muerte, legó sus En Tunja el peso de las labores texti-leras es apenas
bienes a su sobrina Josefa del Pino "...con la calidad de evidente en el número de mujeres que lo realizaban.
que ha de vivir con mi padre y le ha de cuidar y Igualmente la chichería, actividad con rasgos
alimentar atendiéndole en cuanto se le ofrezca".6 similares a los de la pulquería, tenía en las mujeres de
edad sus mejores administradoras. En Cartagena de
Sin embargo, en otros casos los ancianos no Indias, uno de los principales puertos del Caribe, los
ocultan las muestras de desencanto con hijos legítimos distintos oficios en la Armada, en el comercio
o adoptivos que les habían abandonado en sus últimos interoceánico y en el préstamo de dinero eran más
años. Como Doña Antonia Guarín, vecina de Tunja, socorridos. En Medellín, por el contrario, debido a
quien registra en su testamento: su fundamento agrario eran las labores del campo
las que se cumplían casi con exclusividad. En el
"...declaro haber criado a un niño llamado José caso de estas últimas dos ciudades, aunque
Antonio a quien vestí y cuidé mirándolo con carecemos de un registro de oficios para las
todo amor y caridad, pero luego él que se vio mujeres, por otras fuentes conocemos su
vestido manifestando su ingratitud en tiempo en desempeño como cigarreras, pulperas, tenderas,
que pudiera haberme servido de algún alivio se planchadoras, lavanderas, cocineras, parteras, re-
ausentó sin que jamás hubiese vuelto a la casa;
pero no obstante esta ingratitud quiero se le den
100 pesos en dinero y también todo el ajuar de
cama, pabellón y colchón, sábanas, almohada,
frazada y sobrecama para que éste lo goce con la
bendición de Dios y tenga presente que si a lo
menos me hubiese acompañado podía haber
logrado algo más".7

Un caso distinto lo constituye el de las ancianas que se


desempeñaban en el servicio doméstico de un hogar
prestante. Carentes de todo recurso, encontraban su
sustento y su amparo en otro techo. Su propia
historia familiar se difumina a toda pretensión de
inventario del historiador. Es probable que el calor de
este hogar adoptivo compensara su propio desarraigo.
Más no podría olvidarse que el ritmo de las tareas
diarias debían tallar hondo en las frágiles fuerzas de las
ancianas. A su vez, una combinación de resentimiento
por alguien que empezaba a ser una carga y de
gratitud por la persona que había servido toda su vida
debía asistir a la familia

6. José Antonio Benítez, op. tít, p. 201.


7. Archivo Histórico Municipal de Cali, Escribanos, Testamento de Don Bartolomé Martínez, 1780, fol. 68v.
sanderas y servidoras domésticas. Oficios que en ra y su hora incierta para cuando llegue la mía
muchos casos realizaban a domicilio. quiero y es mi voluntad estar prevenido"9. Cabe
agregar que en distintos casos dos o tres hermanos
La vejez no implicaba pues un retiro forzoso de que se habían conservado célibes registraban ante
las labores y el confinamiento doméstico. En algu- notario en un mismo día sus testamentos, señalán-
nos casos personas con mucho más de los sesenta dose mutuamente como herederos en caso de morir
años desempeñaban tareas agotadoras. Sobre un uno u otro primero. Gestos postreros de fidelidad,
anciano de Medellín, Javier Hernández, que tenía de gratitud, de comunidad.
112 años dice con admiración el cronista José Anto-
nio Benítez: Las enfermedades de los ancianos de este Anti-
guo Régimen tenían que ver sin duda con las pecu-
"...daba gusto ver sus fuerzas, entereza y robus- liaridades del trabajo campesino y minero. Más que
tez; pocos días antes de morir me encontré con a accidentes, los ancianos que se encontraban en la
él que venía con su azadón al hombro de trabajar condición de baldado, tullido o lisiado debían su
de esas lomas de San Lorenzo; no caducó y era enfermedad a malformaciones óseas o a hernias
muy noticioso y sabía muchas cosas antiguas de discales provocadas en sus labores. Se conoce tam-
esta Villa y por eso lo llamaban siempre a testi- bién que las enfermedades de la piel eran frecuentes
ficar en juicios en ambos tribunales, Eclesiástico y mortales. Particularmente, los insectos y parásitos
y Secular".8 que atacaban los pies podían dejar a una persona
"baldada" o "tullida".10
Los ancianos del siglo XVIII no sólo conserva-
ban su vigencia en el trabajo, sino que eran a la vez, Menos discernibles son las enfermedades men-
como nos lo recuerda el cronista Benítez, la memo- tales de los ancianos coloniales. Para empezar las
ria de sus comunidades. En las sociedades agrarias expresiones de fatuo, bobo, loco son bastante im-
y de escasa difusión de la escritura, el anciano con precisas. Un poco más reconocible, tal vez por su
su cúmulo de conocimientos legado de sus antepa- carácter coloquial, es la alusión al "anciano cho-
sados y de las experiencias de su vida se convertía cho".11
en un ser tutelar, en una fuente. Era quien conocía
de linderos, de títulos, de genealogías, de fechas La ceguera, por el contrario, merece un comen-
memorables y de hechos olvidables. tario aparte. En la época no existía absolutamente
ningún conocimiento médico que librara de afec-
Sin embargo, la vejez también era arruinamien- ciones corrientes como las cataratas, la miopía, la
to. De manera inexorable las enfermedades, por presbicia y el astigmatismo. El anciano tenía en su
leves que fueran, anunciaban el llamado de Dios. pérdida de visión una de sus más terribles e inevi-
Muchos de los testamentos del Nuevo Reino de tables taras. Cabe recordar que en la Edad Media al
Granada no fueron dictados al escribano por mori- igual que en el Siglo de Oro la imagen del ciego era
bundos en el lecho de muerte, sino por personas equivalente a la de anciano12. Numerosos testa-
sanas y robustas que entraban a una edad en la que mentos de la época tienen una nota explicativa que
convenía disponer el alma para cualquier eventua- indica que un testigo firma a pedido del testador
lidad. Tal vez se consideraba que a esta edad cual- dado su impedimento de visión. La posesión y
quier enfermedad resultaba fatal. O como consig- utilización de anteojos parece haber sido algo exó-
naba alguno al final de su testamento: "...temeroso tico. En la revisión detallada de los objetos persona-
de la muerte como es natural a toda viviente criatu- les de los individuos que testaron en estas ciudades

8. Lawrence Stone ha recordado recientemente en su profundo estudio sobre la historia de las relaciones afectivas en Inglaterra que pocas
personas adultas eran saludables y atractivas. Las personas de ambos sexos sufrían largos periodos de enfermedades que los lisiaban y los
incapacitaban por años o definitivamente. Llega incluso a afirmar que: "Aun cuando estuvieran relativamente sanos, a menudo sufrían de
desórdenes que hacían que el sexo fuera doloroso para ellos o desagradable para sus parejas. Las mujeres sufrían de una serie de desórdenes
ginecológicos, en particular leucorrea, pero también de úlceras vaginales, tumores, inflamaciones y hemorragias que a menudo hacían
que la relación sexual fuera desagradable, dolorosa o imposible. Las personas de ambos sexos deben haber tenido con mucha frecuencia
mal aliento por dientes podridos y constantes desórdenes estomacales que se pueden encontrar documentados en muchas fuentes, mientras
que eran extremadamente comunes las úlceras supurantes, el eczema, las costras, las llagas abiertas y otras asquerosas enfermedades de la
piel, que a menudo duraban años". Familia, sexo y matrimonio en Inglaterra, 1500-1800. México, F.C.E., 1990, p. 247.
9. J.A. Benítez comenta que: "El viejo Isaza si chocheaba y estaba sordo", op. cit., p. 201.
10. Según Simón de Beauvoir, en la Antigüedad y la Edad Media, el viejo ciego poseía una visión iluminada, op. cit., ps. 68-70.
11. Archivo Histórico de Boyacá, Notaría 1a. 1795, fol. 287v.
12. J.A. Benítez, op., cit., p. 201.
sólo he encontrado "dos pares de anteojos con sus arcos de Inglaterra y Europa se ocuparon del tema.
plata, los tinos en una cajita de los mismo", que heredó Doña Recientemente, cuando Ida Blom quizo efectuar
María Ignacia de Hinestrosa de su hermano Juan José en la un balance de esta literatura para el Journal of
ciudad de Tunja13. En Medellín, al menos el cronista Benítez Family History halló que las preocupaciones de los
debía conocerlos, pues en un comentario de los hechos céle- investigadores eran muy diversas, las maneras de
bres de la ciudad alude a los "...Hombres viejos que conocí y efectuar sus análisis muy distintos y sus
leían sin anteojos. Don José Antonio de Isaza Atuesta, padre resultados cubrían muchos matices.17
de la primera Priora del Carmen. Fernando de Adarve, maestro
albañil y Javier Hernández"14. Es probable que en Santafé de No cabe duda de que estos países han vivido en
Bogotá, sede de la audiencia y de la más alta jerarquía las últimas décadas una revolución en la expectati-
eclesiástica, fuera más apreciada la utilidad de los anteojos por va de edad de su población y en el surgimiento de
el uso que le daban los oidores y religiosos de edad madura. un grupo de edad de más de sesenta años. Sin
embargo, no habría aparentemente una explicación
Finalmente, en cada ciudad del Nuevo Reino de Granada plausible al abandono del tema de la viudez entre
existía un grupo de mujeres que vestía con traje rústico a la los investigadores, cuando los cálculos sobre su
manera de las religiosas y hacía voto de pobreza y de dimensión en el pasado han sido alarmantes. Las
castidad. Las beatas eran generalmente mujeres viudas o investigaciones se han centrado prioritariamente
solteras que en su edad adulta radicalizaban su sentimiento en los ciclos de vida, en la infancia y en el matrimo-
religioso. Vivían dedicadas al rezo y a la caridad. Lamenta- nio. Es posible que la mayor influencia para disua-
blemente, en la mayoría de los casos la existencia de las beatas dir a muchos investigadores del estudio de la viu-
ancianas transcurría entre la miseria y una profunda soledad. dez sea el estereotipo que le ha caracterizado. Al
La mayoría vivía en cuartos de inquilinato socorridas por la menos en Occidente, el matrimonio y la mujer han
piedad de los vecinos y las más prestigiadas en sus casitas tenido funciones básicamente reproductivas, mien-
junto a alguna esclava15. Los conventos sirvieron en muchos tras que la viudez posee unos papeles no reproduc-
casos de refugio a ancianas solitarias que poseían algún tivos.
patrimonio y hacían donaciones a la comunidad. Otras, se
encontraban allí en condición de donadas, que eran como En América Latina el tema de la viudez ha sido
damas de compañía o sirvientes.16 menos socorrido por los investigadores. Tal vez el
único estudio detallado sobre el tema ha sido el
2. LOS VIUDOS ensayo de Bob McCaa, quien en forma justa llegó a
Fue Peter Stearn quien por primera vez advirtió a los comentar que "La viuda común ha sufrido malos
historiadores de la mujer y de la ancianidad el significado tratos no sólo en vida a mano de sus maridos sino
especial que para sus investigaciones tenía la viudez. En su también en la muerte a mano de los historiado-
memorable ensayo de 1980, insistió, además, en que los res"18. Al tratar de descifrar las reglas del mercado
principales cambios de edad y en la condición de las mujeres matrimonial, que McCaa prefiere llamar "feria nup-
afectaban de manera más determinante a los viudos. Los recla- cial", éste mismo encontró que el modelo demográ-
mos investigativos de Sterns fueron recogidos por un número fico de la Nueva España tendía por su propia dina-
sorprendente de estudiosos que desde Estados Unidos,

13. En 1790, el presbítero caleño Don Tomás Ruiz de Salinas dejó un legado testamentario para asistir a las beatas de la ciudad. Con el capital y el rendimiento de su mina
Sayja pedía que: "...Josefa Navarrete como recogida que se halla en el beaterío sea la sindica de él y de las beatas que en él existan por cuya mano se han de
distribuir todo lo que entrare y fructificaren las minas de Sayja para que con arreglo a la pobreza de cada una les contribuya tanto con el vestuario como con los
alimentos arreglándose como recogidas...". Archivo Histórico Municipal de Cali, Escribanos, 1790, fol. 67. Este beaterío estaba dedicado al culto del Señor
Sacramentado, tenía su propia capilla, la imagen de bulto del Señor vestía esplendorosos adornos donados por sus fíeles y las misas eran acompañadas por la
música y cantos del negro José que recibió la libertad a condición de servir durante su vida a dicha capilla.
14. Pilar Jaramillo de Zuleta, En olor de santidad: aspectos del convento colonial, 1680-1830. Santafé de Bogotá, Iglesia Museo Santa Clara, 1992, pp. 14-16.
15. Peter Stearns, "Oíd Women: Some Hístorical Observations", en Journal of Family History 5(1): 44-57; Ida Blom, "The History of Widowhood: a Bibliographic
Overview", en Journal of Family History 16(2): 191-210.
16. Robert McCaa, "La viuda viva del México borbónico: sus voces, variedades y vejaciones", en Familias Novohispanas, s. XVI-XIX. Pilar Gonzalbo y Cecilia
Rabell (compiladoras), México, El Colegio de México, 1991, p.300.
17. Archivo Histórico de Boyacá, Tunja, Escribanos, 1790, libro 201, fol. 91 v, y 1782, libro 195, fol. 91.
18. Archivo Histórico de Boyacá, Escribanos, 1788, Libro 200, fol. 179.
mica a generar abundante viudez y, siempre, más Muchas mujeres recién se desposaban quedaban
viudas que viudos. Y que las viudas, reales o ficti- viudas y comprometidas con el sustento de uno o dos
cias, aguantaron duro su pobreza y pagaron cara su hijos.
honra en aras de sobrevivir.
Ciertamente, la viudez femenina estaba muy
Los rasgos que definen los contornos de la viu- relacionada con la maternidad y con un núcleo
dez en el Nuevo Reino de Granada parecerían no familiar. En cada ciudad, la mitad, cuando no las dos
diferir substancialmente de los de la Nueva España. terceras partes de las viudas habían alcanzado a
En Cartagena, Cali y Tunja los viudos constituían conformar una familia. En promedio las viudas
entre el 6% y el 7% de sus poblaciones. En Medellín tenían entre dos y tres hijos, y con bastante frecuencia
de manera peculiar sólo alcanzaban el 3%. Según eran las responsables de sus hogares. Por ejemplo, en
sus sexos en Cartagena los viudos conformaban el el barrio Las Nieves de Tunja había 23 viudas, 6 no
2% de todos los hombres y las viudas el 10% de las tenían hijos, 8 tenían 1, 4 tenían 2, 3 tenían 3, 1 tenía
mujeres, en Cali los viudos constituían igualmente 4 y 1 tenía 5. Quince de estas mujeres eran las jefas de
el 2% de los hombres y las viudas el 9.4% de las sus hogares. Casi todas se dedicaban a la hilandería, a
mujeres, en Tunja los viudos reunían el 1.3% de los excepción de una chichera, una sirvienta y tres que
hombres y las viudas el 9.2% de las mujeres y, eran sostenidas por sus familiares.
finalmente, en Medellín los viudos constituían el
0.7% de los varones y las viudas el 4.5% de todas las De las cifras del cuadro anterior llama la atención
mujeres. el número de viudas y viudos sin hijos. Esta
proporción contradice la idea habitual de la pro-
Como se puede observar por estas cifras la pensión de las madres solteras a registrarse como
viudez era un fenómeno preponderantemente fe- viudas. Claro está, muchos de estos viudos apa-
menino. El número de viudas excedía en mucho recen sin hijos por haberlos perdido o porque se
al de viudos de cada ciudad. En Tunja había 8 separaron de ellos una vez crecieron. Otros per-
viudas por cada viudo, en Cartagena 7, y en Cali dieron a su esposo o esposa sin haber logrado
y Medellín 6. Esta diferencia tan notable puede procrear. Como Pedro Vicente Muñoz que perdió a
explicarse por el mayor número de mujeres exis- su esposa María Luisa Velandia en el parto de su
tente en cada población, por la diferencia de edad primer hijo, o Don Juan Antonio de Torres que tuvo
entre los cónyuges y por la mayor facilidad con un primer matrimonio durante 22,años con Doña
que los viudos contraían segundas nupcias. Efec- Juana Rita de Brastos sin tener hijos, al enviudar
tivamente, uno de los factores que con mayor contrajo segundas con Doña Rafaela de
frecuencia podía dejar a un número mayor de
mujeres, aún siendo jóvenes, en estado de viudez
era el hábito de contraer nupcias con diferencias
de edad superiores a los 15 años. Mujeres que ape- VIUDEZ SEGÚN SEXO Y NÚMERO DE HIJOS
nas cumplían 35 o 40 años entraban en la viudez
con la pérdida de sus maridos de 55, 60 o más
años. Asimismo, un conjunto de factores
demográficos, económicos y culturales actuaba en
favor de los varones para concertar sus segundas
y hasta terceras nupcias.

Por su edad, las viudas diferían mucho de su


estereotipo. En muchos casos no se trataba
exclusivamente de mujeres ancianas. En Cartagena,
Tunja, Medellín y Cali el 55% de las viudas tenían
menos de 50 años. De éstas al menos el 25% tenía
menos de 40 años. Por distintas causas en cada
ciudad se presentaban casos de viudez prematura.
En Cartagena y Cali, por ejemplo, había 7 y 5
viudas de menos de 20 años.
Fuente: Padrones de Población de Cali 1797, Medellín 1786, Tunja 1777 y Cartagena 1777.
Torres que murió unos meses después en estado de viudez no era de uso corriente, o, al menos, no se le registra de
embarazo19 manera frecuente entre los bienes de las viudas. Así, entonces,
el período de viudez para muchos no era definitivo.
De otro lado, existía una diferencia notable en
el número de hijos que mantenían los viudos y las Una situación distinta vivían las viudas de bienes cortos y las
viudas. Muy pocos viudos convivían con más de ancianas. La situación económica y la edad debían actuar de
tres hijos. Mientras que un número muy crecido de manera compleja para decidir la posibilidad de un segundo
viudas continuaba su vida junto a su crecida prole. matrimonio de las viudas. Una viuda pobre y cargada de hijos
Esto en parte es explicable porque las diferencias de con seguridad no se hacía ilusiones de un nuevo matrimonio.
edad entre los cónyuges y la propia dinámica de- Una viuda joven y con uno o dos hijos, podía con alguna suerte
mográfica colonial hacían que los maridos sucum- encontrar cónyuge entre los varones de su propio grupo. Pero
bieran primero. Pero, también ocurría un hecho era obvio que las viudas quedaban sumidas en un estado de inde-
muy significativo: las viudas con una prole nume- fensión. Ciertamente, uno de los hechos que demuestra esta
rosa tenían mayores limitaciones para contraer circunstancia es el de que los hijos naturales de las viudas
unas segundas nupcias. llegaban después de enviudar o entre las dos nupcias.
Desamparadas y en la ansiedad por remediar su estado se
Las segundas nupcias o "la segunda cama" pa- aventuraban en amores y tratos ilícitos que con mucha
recen haber sido más corrientes de lo que en ocasio- frecuencia tenían poco éxito. Robert McCaa, en su ensayo sobre
nes presuponemos. Al menos para los viudos que las viudas novohispanas ya citado, describió de manera magistral
no importando su edad tuvieran una condición la fragilidad de la vida sentimental de las viudas.
modesta. Las viudas, por el contrario, que tuvieran
una dote y un patrimonio personal podían explorar De la que concluyó, que las viudas generalmente encontraban
con alguna ventaja un nuevo matrimonio, incluso "poca sombra" en los hombres, fuesen solteros o viudos.
con alguien más joven. Mujeres para las que viudez y pobreza resultaban una
lamentable combinación.
Tal vez la diferencia de opción para contraer
segundas nupcias entre viudos y viudas se observe Otra diferencia sustancial parecería existir en las
mejor si los comparamos por sus registros de archi- motivaciones que tenían viudos y viudas para contraer nuevas
vo. Al revisar los testamentos de Tunja entre 1780 y nupcias. ¿Qué buscaban unos y otros al establecer un nuevo
1800 encontré que 20 viudos contrajeron segundas vínculo matrimonial? Aunque no es muy fácil estimar el hecho
nupcias y 5 celebraron una tercera velación; mien- parecería que los viudos no apetecían contraer nupcias con
tras que sólo 5 viudas contrajeron un segundo ma- otros viudos. Es probable que los viudos buscaran inicialmente
trimonio. En Medellín 7 viudos y 2 viudas contraje- remediar la ausencia de sus esposas con la ayuda de las mujeres
ron segundas nupcias, y en Cali 5 viudos y 4 viudas de la familia o contratando a alguna mujer para los oficios
celebraron un segundo matrimonio. domésticos21. Sin embargo, la mayoría de los viudos buscaban sus
segunda nupcias y lo hacían con mujeres menores que ellos. De
No se piense que entre la muerte del cónyuge y esta manera los viudos reemplazaban el trabajo de su última
el nuevo matrimonio debía transcurrir un tiempo esposa. Un viudo con una prole para criar encontraba en una
largo. Unos meses bastaban para que se efectuaran nueva esposa la
la nuevas nupcias. La preocupación del tunjano
Don Miguel Buitrago y Gómez por consignar en su
testamento que luego del fallecimiento de su prime-
ra esposa se había mantenido cinco años en "viudez
y soltería", tenía que ver más con la libranza de los
bienes adquiridos en esos años que con el registro
de un momento de su vida20. El propio traje de

19. Pedro Ignacio Niño, también de Tunja, contrajo segundas nupcias con María Gerónima Leal tres meses después de haber fallecido su primera esposa Juana
Gertrudis de Torres. Como motivación para sus nuevas nupcias dijo que '...por haberse salido mi hija María Rita de mi casa y casadose contra mi voluntad por lo
que debía ser desheredada me volvía a casar". Archivo Histórico de Tunja, Escribanos, 1784, Libro 196, fol. 10v. Por su explicación uno pensaría que Pedro
Ignacio Niño tenía en María Rita el reemplazo de su esposa para las labores de la casa; al perderla decidió casarse.
20. Este hecho podría explicar el fenómeno de que muchos segundos matrimonios no engendraran hijos Por ejemplo, en Tunja de los 25 viudos y viudas que
contrajeron segundas nupcias, 13 no tuvieron hijos en su nuevo matrimonio. Probablemente, como explicación, además de las cargas de una prole numerosa de dos
matrimonios deba añadirse la edad de los cónyuges. Como en el caso de Juan José Vela que tuvo su primer matrimonio con Doña María de Medina y Rojas
durante 52 años y 8 meses, al fallecer ésta casó de nuevo con Doña María Lucía de Torres. Dos años después aún no tenían hijos. Archivo Histórico de Boyacá,
Escribanos, 1784, Libro 196, fol. 110
De todos modos, sí surge la consideración de que la
viuda en la época colonial no debía representar la
persona que le cuidaba los hijos y la casa mientras imagen de un ser negativo, sombrío y misterioso. La
continuaba administrando sus negocios. No obstante, viuda era una persona común de la sociedad colonial, en
los nuevos hijos con su segunda esposa sumados a los cada ciudad muchas se encontraban en este estado, y sus
de su primer matrimonio crecían de manera agobiante papeles se desempeñaban en muy diversos escenarios.
las cargas del hogar. Las viudas, por el contrario, antes Probablemente la imagen negativa de las viudas haya
que compañía y asistencia debían buscar en sus surgido en una época posterior, cuando disminuyó el
segundas nupcias un soporte económico. La percepción número de viudas. De otro lado, la habitual idea de la
de los estados emocionales, afectivos y sicológicos de la "viuda feliz" parecería ser una ficción. El común de las
viudez es difícil de lograr debido a la ausencia de una viudas eran mujeres adultas agobiadas por las cargas y
documentación más íntima que permita observarlos. El la pobreza.
hallazgo de diarios, cartas o autobiografías facilitaría
correr el velo que oculta su existencia.
ATROPELLADA

(1975). En esta obra Manrique es directo. El verdadero cuerpo de la universitaria Maria Elvira Lópera yace muerto.
La causa, Ernesto Brigard López conductor y hombre de negocios, por "comerse" un semáforo la ha atropellado.
El caso dada la prestancia y buenas conexiones del directo implicado fue distorsionado por los medios de
comunicación. Los comunicadores aprovecharon la coincidencia de una pelea de la fallecida con su novio el
mismo día del suceso, para atribuirle a ella la mayor parte del "descuido" que condujo a su muerte. El caso, por
supuesto, no paso a mayores. La visión de la virgen se ve obstaculizada por una cómoda silla, ¿pertenecerá dicho
mueble a la clase acomodada?.

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