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Arte & literatura costarricense

en 2015
SOREN VARGAS·DOMINGO, 27 DE DICIEMBRE DE 2015

Perdimos la sabiduría, la jocosa malicia y la desinteresada bondad del duende. Te


fuiste al río celeste mayor. Guapo, bien guapo, Benedicto. Como un caballero se
merece. Benedicto Víquez Guzmán (09 de octubre de 1943 - 25 de junio de
2015)

«¿Quién va a querer aprender a dibujar o a escribir como un autor ya conocido?


¿No es acaso el estilo propio lo único que nos puede alejar de la mediocridad?»
—María von Touceda

«Se enojó el señor Turrialba por tanta mala poesía» —Yamileth Angulo Rosales

«La gente publica sobre autores que “merecen ser leídos”, pero que ya de por sí
son leídos. ¿Por qué no publican sobre buenos autores que no son leídos?» —
Pablo Aguilar

«—El hierro se afila con hierro —respondió el salmista, cuando le preguntaron


por qué no leía a algunos de sus colegas.» —Alexander Spin-Gotha

Los poetas
I

En Costa Rica todos somos poetas. Sino que lo diga el presidente en su reproche
a Silvio Rodríguez: «Le pido disculpas por decirle “querido” Silvio sin haber
tenido el placer de conocerlo personalmente. Sin embargo, ¿cómo no decirle
“querido” al trovador que ha llenado tantas de mis noches de inspiración y tantos
de mis días de luz? ¿Cómo no decirle “querido” a quien me hizo descubrir,
también a mí, el unicornio azul que habitaba en mi jardín?»

II
Sin embargo no todos nuestros políticos tienen las mismas dotes:

«Hoy en el plenario: Dice una diputada que hace poco escribió una poesía y que
se va a permitir leer UN PÁRRAFO.» —Gabriela Salas

III

Aún así, la Constitución Política de Costa Rica protege los más altos valores
artísticos y occidentales, fundamentados en la libertad de expresión. A menudo,
cuando un lector dice que leyó un mal poema, el poeta lo reta públicamente a los
golpes. Son apasionados para defender su obra de la insana envidia.

IV

«A como va la cosa, la próxima vez que corrija una respuesta equivoca en un


examen va a aparecer un estudiante diciendo que lo hago por odio y envidia.» —
Roberto Carlos Monge Durán

Y es que nuestra producción de poetas es enorme. Todos se enfocan en su obra.


Por eso cuando me asomo a los grupos de poesía en Facebook en busca de un
semillero de artistas, salgo con la visión de un cementerio de solipsistas.

VI

Eso no quiere decir que no se lean ni se comenten. Hoy dijo mi amiga Emilia
Fallas: «A veces los epítetos que usan algunos para referirse a los escritores
amigos me dan la sensación como cuando presentan a una vedette de variedades:
el maravilloso escritor, el mejor de los últimos tiempos, el inigualable...». Yo
agrego dos adjetivos hiperbólicos, casi fuera de órbita, que nunca faltan en los
blogs o grupos literarios criollos: «Titán» y «Obra Colosal».

VII

El tema es que asumen su oficio hasta en Facebook. No son pocos los perfiles
que tienen la leyenda: «Trabaja en Poesía».

¿Dónde quedará eso? ¿Pagarán bien? ¿Se trabaja? ¿Será un bar?


VIII

Otro rasgo característico de nuestros poetas, en palabras de un jurado nacional, es


su afán apocalíptico de ruptura:

—¿Qué haces? —Practico con estas partituras clásicas para mantener mi


agilidad, mejorar mi técnica y de paso aprender sobre la cultura de los maestros.
—Te felicito, sólo así se hacen los grandes músicos.

—¿Qué haces? —Practico versificación, métrica y retórica clásica para mantener


mi agilidad, mejorar mi técnica y de paso aprender sobre la cultura de los
maestros. —¡Qué anticuado! La poesía es libre, ¡estás encajonando tu
creatividad!

IX

Es un afán tan característico que todos lo siguen al pie de la letra. Cuando estuve
leyendo algo de poesía costarricense reciente, se me ocurrió juntar a los poetas en
una obra de teatro titulada 11 atrapados en un mismo estilo.

Este apocalipsis tiene su clímax en el poema pornográfico, explícito y reducido a


la descripción. Son cadáveres de palabras que aplauden quienes ya no saben
usarlas, aunque los dejen. No pueden señalar hacia lo que oculta el lenguaje entre
sus resplandores y sus sombras, el erotismo.

XI

Sin embargo anhelan destacar aunque sea por insistencia:

—Hola, ¿me puede dar su opinión profesional sobre mis poemas? Quiero
posicionarme editorialmente y necesito algunas opiniones, aunque tenga que
pagarlas. —Con gusto, envíame cinco poemas en formato Word, no te cobro
nada. —Se los mando por acá, por mensaje de Facebook. —Mira, si me los
envías por acá la aplicación me los muestra en bloque de párrafo. De la otra
forma los guardo, los leo en un formato adecuado y te devuelvo algunas
observaciones. —¡Qué falta de humildad la suya! —(¿!) Oye, todo escritor debe
tener sus manuscritos ordenados, además no te estoy cobrando. Tampoco le
puedes mostrar tu trabajo a una editorial por «mensajes de Facebook», por
ejemplo. Si no puedes ahora espero a que llegues a casa y me envíes un archivo.
—Pues Alfonso C., Jorge Debravo y Luis Cernuda sí aceptaron leerlos por este
medio, supongo que su profesionalismo es mayor que el de ellos. —(¡?) Yo no
hablo por el trabajo de los demás, pero me alegra mucho que tengas diversas
opiniones, inclusive desde ultratumba. Ya deseara yo la opinión de Cernuda y de
Debravo. —Imaginése muertos y humildes, igual que sus seres cercanos que
manejan sus páginas.

(Bloqueado)

XII

Aunque a veces uno tiene que ceder, especialmente cuando te agarran el teléfono:

Por este medio me disculpo públicamente con la señorita Sofhía Guevara por
haberla ofendido o desestimado hace tres años por este mismo medio. Tanto su
lucidez como su obra poética reciente me han sorprendido de una agradable
manera. El hecho que ella me esté dictando no invalida mis argumentos. Firma:
Tamara, digo yo.

XIII

Pero siempre habrán respuestas razonables para tanto rupturismo:

—¿Cuántos literatos o poetas pensás que son alcohólicos en este país? —


Hombre, la pregunta es al revés. En este país, ¿cuántos alcohólicos piensan que
son literatos o poetas?

(Conversando con mi amigo Dauren Chavarría)

XIV

Jamás dejarán de sorprenderte. En Radio U, radioemisora de la Universidad de


Costa Rica (una de las mejores universidades de América Latina) se les puede
escuchar «explicando» las bondades de fumar mariguana, pero nunca escucharán
a un poeta pedir un espacio para hablar sobre las bondades de dejar las drogas y
estudiar gramática, retórica o lógica. Son tiempos modernos.

Los novelistas
I

¿Cuántas novelas costarricenses no se cerrarían en las primeras cinco páginas si


los escritores tuvieran la misma consideración con el destinatario que tienen en
una conversación normal, para evitar que los dejen hablando solos. Por eso
tenemos tantas obras que hablan solas y no por sí solas.

II

Daniel J. Quirós y Yasdanny Tamayo tienen una teoría. En parte se debe a que
nuestros temas siguen adoleciendo de cierto aldeanismo a la hora de enfocarse en
su público (los lingüistas posmodernos podrían llamarlo «La otredad limitada»).
Juan Rulfo podía universalizar lo local, pero pareciera que el grueso de nuestros
escritores tiene el talento contrario, aunque ubiquen su novela en Saturno. Esto
no quiere decir que sean malos escritores, porque es un problema de enfoque, no
de calidad prosística. Basta una simple prueba para comprobarlo, que nosotros
llamaremos El principio de Tucson: Cambien el nombre de los personajes de
alguna novela local por el de personajes folclóricos, reales o mitológicos, y los
escenarios por un paisaje rural. Como resultado el texto funciona de la misma
forma. Pero si el nuevo personaje se ve incongruente tal fantoche de maizal en
medio de un cuadro de El Bosco, entonces vigilen a su autor, porque ese va por
buen camino y tarde o temprano habrá sangre.

III

Sin embargo persiste la cantaleta por «apoyar al autor nacional». Y es que


tenemos muy poca conciencia a la hora de distinguir entre la valoración de un
esfuerzo como tal y la valoración del trabajo en sí. No todos los esfuerzos
artísticos consiguen aportar algo útil y bello al mundo. Por eso la práctica hace al
maestro. Quien no está dispuesto a pasar largos años trabajando un escritorio y
demostrarlo no puede exigir mayor apoyo. Colarnos una obra mediocre sólo
porque se trabajó mucho en ella es un insulto al trabajo de aquellos que buscan la
excelencia.

IV

PENDER: Quisiera pedirle el mayor favor del mundo... HEMINGWAY: ¿Qué


es? P: ¿Podría leerla? H: ¿su novela? P: Sí, tiene 400 páginas y estoy buscando...
en fin, busco una opinión. H: Mi opinión es que la odio. P: ¡Pero si aún no la ha
leído! H: Si es mala la odio, odio la mala literatura... si es buena la envidiaré y
entonces la odiaré. No le pida su opinión a otro escritor.

Midnight in Paris, citado por José Bocanegra

IV

Pero siempre tendrán la Feria Internacional del Libro para imaginar que esos son
los lectores que no se ven ni en las estadísticas. Una vez que pasa para nuestros
escritores esta borrachera editorial viene la larga resaca de las críticas literarias,
explícitas o sutiles. Estas se resumen en publicidad o defenestración, no hay
término medio. Lo más interesante es que es el único mundillo en donde tanto
amigos como enemigos pueden optar por una u otra.

La crítica
I

Cuando un libro necesita de un escuadrón especializado de rescate, es porque


definitivamente no se defiende solo.

II

Por supuesto vuelve al factor de la «envidia» cuando reciben un mal comentario.


Como me dijo un amigo: «Para muchos escritores de este país, la crítica adversa,
o la mala prensa, es una prueba irrefutable de calidad y trascendencia.»
III

Pero no todos pueden convertir las desgracias en virtudes. Algunos necesitan el


empujoncito de un amigo. Una costumbre entre muchos escritores costarricenses
consiste en hacer una apreciación sobre un escritor o un libro como si su palabra
fuera el último oráculo. Lo que en lógica se conoce como la falacia de autoridad.
Comúnmente utilizan la siguiente fórmula: Estoy leyendo + X obra u autor +
Negación absoluta de la opinión de los otros lectores. Por ejemplo:

«La obra de Pancho es monumental e incuestionable; he dicho» «En mi terraza


leyendo Yo soy yo y mi circunstancia: Historia de un bar; no hay nada más.»
«Terminé El perro muerto de mi prima; el resto no importa.»

¿De dónde saldrá esta mezcla de arrogancia, antipatía e ingenuidad? En que casi
nadie lee y la literatura se toma a la ligera. Y cuando producimos una obra con
valor universal, por alguna extraña razón tiende a esconderse del público.

IV

No obstante, cuando ya es imposible para un crítico salvar a un amigo, y como su


oficio realmente consiste en ejercer de publicistas como escritores compinches,
hacen uso de la fuerza literaria. Uno lee columnas, por ejemplo, donde se
defenestra contra los poetas «predecibles». Pero cuando uno de estos predecibles
es un cuate, argumentan que su obra no es predecible, sino «confiable».

Qué predecibles, qué poco confiables.

La censura
I

«Qué miedo dejar que los niños de hoy lean Cocorí, puede que terminen
haciendo muchas preguntas que no queremos contestar.» —Yamileth Angulo

II
«La literatura casi por definición tiene que incomodar y hasta ofender a alguien,
gracias a (o a pesar de) las intenciones del autor. El que piensa que se lee
literatura para aprender a vivir en armonía como sociedad o para ser mejores,
nunca entendió de qué se trataba el asunto y eso lo desautoriza más para decidir
lo que deben leer los demás. El problema no es Cocorí, el problema es el
precedente que desde el Congreso se decida lo que se debe leer en el sistema
educativo.» —Sergio Arroyo

III

«El problema es que solo cuestionen obras con mérito propio y no cuestionen
obras sin valor literario. Ahí está el problema.» —Guillermo Fernández

IV

¿Cómo es que en el siglo XXI no puede haber un profesor capaz de dirigir una
obra literaria en clase, si precisamente ese es su trabajo y no el del libro?

Los intelectuales
I

«Atrofia de estilo: Hipervaloración de los términos de diccionario que puede


sorprender a lectores impresionables. Para cierto renglón social es la esencia de
la intelectualidad. »Ejemplo, Jacques Sagot.»

— Guillermo Fernández

II

«He llegado a la conclusión de que Jacques Sagot sólo sirve para jugar Scrabble»
—Javier Gomez

III

Se acerca la fecha en donde, de nuevo, no le darán el nobel de literatura a Jacques


Sagot.
El mundillo artístico
I

Nuestros happenings serían más comprensibles si los felices dijeran: «Nuestro


arte es gratuito y sin novedad. Luego nos inventamos la justificación.» Este afán
de sacar significados de la manga se extiende a las galerías, las cuales están
llenas de obras que dicen «resignificar» un objeto cambiándolo de contexto y
llamando al escuadrón semiótico. En otras palabras, transformarlo en postureo y
dinero en un impoluto como retórico espacio sin alma. Pues bien, ¿por qué no
resignificar este arte en el contexto de un vertedero?

II

Luego tenemos a los imitadores locales. Lo creativo es la forma que usamos para
justificarlos. Cuando alguien los detecta y como no son piezas originales, se les
busca un mérito: «Es que fueron los primeros en hacerlo en Costa Rica». En
cualquier caso un mérito histórico no implica un mérito artístico. En esta época
donde es tan fácil enterarse de todo, la piratería no ocupa ningún lugar solemne.

III

Lo tenebroso es cuando estos tentáculos se extienden al espacio público. Hay


cada escultura en nuestros parques que uno se pregunta si son para que coman los
escultores o vomiten los ciudadanos. También tenemos al artista antisistema, tan
cerca del panfleto y tan lejos del gusto.

Síntesis
«En este país pululan comunicadores que no saben comunicar, editoriales que no
saben editar, productores que no saben producir y que se dedican a sacar cantidad
y no calidad. Mientras que quienes tratan de hacer bien su trabajo se quedan atrás
precisamente por eso, porque lo están haciendo bien. Sin embargo, leemos y
escuchamos a esos que sólo producen para que los lean y los escuchen, sin
ningún profesionalismo o sentido de la calidad y de la estética. Yo no soy artista,
pero soy espectadora que se respeta; yo exijo que dejen de estarse tirando
pedradas y se pongan a trabajar como se debe.» —Rebeca Bolaños Cubillo

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