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William Shakespeare, nació en la localidad de Stratford en las orillas de río Avon en 1564.

Dedicado a la actuación y a la escritura de textos dramáticos, vivió la mayor parte de su vida


en Londres. Allí fundó su propia compañía (“Los hombres de chambelán”) y fue copropietario
del teatro El Globo. Llegó a representar algunas de sus obras en el palacio real, ante la reina
Isabel.

Shakespeare murió en 1616 en su ciudad natal.

Su producción, que incluye textos líricos como dramáticos, se divide cronológica y


temáticamente en cuatro grandes periodos; Hasta 1594, se destacan comedias como La media
de las equivocaciones y La fierecilla domada, así como las composiciones líricas Venus y Adonis
o La violación de Lucrecia.

Entre 1594 y 1600, período de las grandes obras inspiradas en la historia de Inglaterra.
Shakespeare escribe algunas de sus tragedias más importantes, como Romeo y Julieta y Julio
César. Dejando de lado el teatro de sus predecesores.

Entre 1600 y 1608, período considerado “de madurez”, que inicia con Hamlet (estrenada en
1601). La cual le siguieron Otelo, El Rey Lear y Macbeth.

Por último, entre 1608 y 1616; este período se caracteriza por obras de carácter exótico y
refinado, ente las que se destaca La tempestad (1611)

Shakespeare y su presencia en la literatura, arte y en general hizo que sea considerado el


centro del canon literario de nuestra civilización.

Hamlet (estrenada en 1602) no es tan solo la historia de una venganza, sino que también
reúne en torno a ese motivo, un conjunto de relatos. Además permite rastrear algunas de las
obsesiones del período barroco, como la representación dentro de la representación misma, la
duda acerca del sentido real, entre muchas otras.

Más que un héroe trágico clásico, se ha visto en Hamlet el paradigma del héroe moderno,
inmerso en una serie de contradicciones y de dudas, y responsable de las situaciones que él
mismo genera. Tal vez este sea el motivo por el que la obra es una de las obras más leídas y
comentadas.

2) Se considera que Shakespeare es el más destacado representante del denominado “Teatro


Isabelino”. La mayor parte de su producción, coincide con el surgimiento y la expansión de las
actividades teatrales impulsadas por Isabel I (Reina de Inglaterra entre 1558 y 1603).

El reinado de Isabel fue fundamental para la consolidación de la monarquía inglesa. En el plano


religioso, el reinado supuso la consolidación de la reforma protestante en las Islas Británicas.
En lo económico, se organizaron grandes compañías encargadas del comercio del reino con el
resto de Europa.

En el ámbito cultural, la reina Isabel protegió a numerosos artistas y escritores. Se considera


este reinado como un período de florecimiento de las artes y de los pensamientos ingleses.
Este florecimiento está encarnado, sobre todo, en dos figuras: el filósofo Francis Bacon y EL
POETA, ACTOR Y DRAMATURGO WILLIAM SHAKESPEARE.

Hasta el reinado de Isabel, el teatro era considerado un género relativamente menor, que
asumía tres grandes modalidades: El teatro religioso, el teatro popular y el teatro humanístico.

La reina protegió la actividad de los autores, los actores y los empresarios teatrales que, en los
años anteriores, no había sido bien vista por las autoridades civiles y religiosas. En el año 1581
se organizó, mediante un decreto, la actividad de los trabajadores teatrales, que se vieron
obligados a organizarse en compañías.

El teatro de la época de Isabel se aparta de los moldes rígidos del clasicismo renacentista. Los
rasgos de la tragedia fueron aceptados solo en parte.

Uno de los aspectos más importantes del teatro de la época de la reina fue la construcción de
edificios de grandes dimensiones, especialmente destinados a los espectáculos teatrales. Se
calcula que, hacia 1600, en Londres, funcionaban ocho teatros regulares. En 1629, la cifra
llegaba a diecisiete. En uno de esos teatros, El Globo, inaugurado en 1598, se representaron
muchas de las obras de Shakespeare, quien fue además uno de los copropietarios del edificio.

Frente al escenario, se abría una especie de patio octagonal, rodeado por tres pisos de
galerías. El escenario estaba compuesto por un proscenio y un fondo, separados entre sí por
dos columnas. La disposición de los espacios del escenario permitía el desarrollo simultáneo de
varias escenas.

El teatro ingles de la época de Isabel constituía un espectáculo deslumbrante, al que asistía un


público heterogéneo. Entre los recursos se hallaban: la música, la danza, los animales, las
armas y la exhibición de la destreza física y de la pericia profesional de los actores. El decorado
era escaso, y las ambientaciones generalmente eran sugeridas por las palabras y por los gestos
de los actores.

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