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Con la intención de que la nueva institución militar responda a los intereses del pueblo, en
lucha contra las injusticias y los intentos de dominación promovidos por los grandes
centros hegemónicos del poder mundial, en Venezuela se ha planteado dos grandes ejes
teóricos como fundamento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB): el ideario
político-filosófico del Libertador Simón Bolívar, y la visión integral de la seguridad y
defensa consagrada en la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación (LOSNA).
“Defendiendo los derechos de Venezuela contra la España ha desaparecido una gran parte
de nuestra población, y el resto que queda ansía por merecer igual suerte (…) lo mismo es
para Venezuela combatir contra la España que contra el mundo entero si todo el mundo la
ofende” (1818).
La sagacidad del Libertador le permitió manifestar, en carta dirigida a Tomas Revenga, que
“jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros: ya ven
decidida la suerte de las cosas, y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren
lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses” (Bolívar, 1820).
Este conjunto de declaraciones revelan la carga antiimperialista que sostenía el ideario
Bolivariano, que ahora sirve de sustento para la formulación de la FANB como un órgano
patriótico, popular y antiimperialista.
“un soldado no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las
leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad” (1814). La necesaria relación entre el
ejército y las y los ciudadanos, junto con la necesaria participación del pueblo en el
mantenimiento de la seguridad y defensa integral de la nación, se enmarcan hoy en el
nacimiento de la nueva doctrina militar de la revolución venezolana.
La “guerra contra el terrorismo” que se inició en el 2001 luego de los ataques a las torres
gemelas en Nueva York, influye en la posibilidad de una intervención militar a Venezuela.
Desde esa fecha, Afganistán e Irak han sido invadidas y desbastadas por las fuerzas
armadas norteamericanas, alentadas y financiadas por el sector empresarial, vinculado a las
tecnologías militares, que convalida los conflictos en la medida que aumentan sus
ganancias. Ambos países fueron invadidos con pretextos falsos y/o dudosos, irrespetando y
omitiendo las normas del Derecho Internacional. Además, las crecientes amenazas contra el
gobierno legítimo de Irán no hacen más que reforzar la idea de que EEUU representa una
amenaza a la soberanía e integridad de la República Bolivariana de Venezuela.
Si bien es cierto que son claras las diferencias ideológicas y conceptuales que Venezuela
presenta con respecto a países como Irán, Irak y Afganistán, lo es también el hecho de que
estos tres países representan junto a Venezuela puntos geoestratégicos, en particular por los
recursos energéticos que poseen, fundamentales para la política de Seguridad de EEUU.
Derivado de lo anterior, y considerando el gobierno del presidente Hugo Chávez se ha
enfrentado de manera enérgica y sostenida al planteamiento de dominación desplegado por
Washington, la posible intervención norteamericana no se vislumbra como una posibilidad
demasiado lejana. El informe sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU de 2006
(NSS por sus siglas en inglés) plantea que en “Venezuela, existe un demagogo [Chávez]
ahogado en petrodólares, que está socavando la democracia y busca desestabilizar la
región” (NSS, 2006). El mismo documento plantea 3 niveles de acción subsecuentes:
“prevención y resolución de conflictos; intervención en el conflicto; y reconstrucción y
estabilización post-conflicto”.
Estas consideraciones, que se han resumido en la frase la guerra de todo el pueblo están
basadas en experiencias históricas en las que se han enfrentado ejércitos asimétricos con
resultados favorables para aquel en desventaja tecnológica y numérica. Los casos más
ilustrativos de guerra asimétrica o guerra de guerrillas son la guerra de Vietnam (1958 -
1975) que condujo a que EEUU apresurase la firma de un acuerdo de paz, y la actual guerra
en Irak, en la que las fuerzas de resistencia han hecho que las tropas norteamericanas sigan
sin poder controlar enteramente el territorio.
Entre las personalidades que han hecho propuestas con respecto al nuevo pensamiento
militar venezolano y el papel de la FANB se encuentra Alberto Müller Rojas, quien ve el
planteamiento de una nueva doctrina militar “como una reactivación positiva de la
capacidad defensiva del Estado venezolano que se había debilitado para incorporarlos a un
imperio en donde no se reconocen fronteras”. De igual manera, defiende la tesis de la
guerra de resistencia cuando plantea lo siguiente:
Las nuevas concepciones sobre la FANB debe ir complementadas con la renovación del
parque tecnológico-militar. Las recientes adquisiciones de material bélico (Sukhois, Fusiles
AK-47, helicópteros rusos, etc) se han realizado bajo el concepto de transferencia de
tecnología, haciendo que Venezuela cumpla con dos objetivos fundamentales: por un lado,
moderniza su armamento y por el otro, logra la independencia tecnológica. Sin embargo,
esto no debe entenderse ni como el desarrollo de una carrera armamentista con respecto a
nuestros vecinos latinoamericanos, ni como la pretensión de emprender alguna contienda o
conflicto con país extranjero alguno. Por el contrario, el objetivo central es consolidar la
capacidad defensiva de Venezuela. Además, Venezuela podría contribuir, a través de su
modernización armamentista, a la materialización de alguna propuesta de integración
militar para América Latina que pudiera acelerar la conformación de un gran sistema de
seguridad regional que disuada toda aquella pretensión imperialista de dominación.