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Es pertinente iniciar este trabajo con la revisión de tres conceptos básicos y que en
estas tres palabras forman parte del léxico patrimonial multicentenario del castellano, la
nación, cuando difícilmente podría darse este título a otras naciones europeas como
Real Academia Española (DRAE), deriva directamente del latín y comparte raíces con el
del lugar de origen, como sucedía entre los miembros de la nación judía.
En México, hoy, existen varias formas de ser considerado mexicano, tanto desde
adopción y autoadscripción del ser mexicano. Por una parte, se adquiere la nacionalidad
familiar.
Se observa, también, como en otras naciones, que el idioma y el acento con que se
hable identifican la nacionalidad del hablante. Es curioso que al cruzar la frontera del sur
de México, una de las primeras cosas que hacen los agentes mexicanos de migración al
dependiendo del acento piden más papeles o se conforman. En caso de dudas piden se
581] entra al castellano en el siglo XIV y "vino a confundirse con el viejo y castizo
RAÇA 'raleza o defecto en el paño', 'defecto, culpa' " (Guevara 581). Hasta el siglo XIX,
los conceptos de raza y casta podrían considerarse hasta cierto punto intercambiables,
aunque el más utilizado fuera, en realidad, el de casta. El tercer y último término que nos
ocupa es el de género, que en el DRAE se asigna al “conjunto de seres que tienen uno o
Benedict Anderson, y en este sentido, entenderé “nación” como aquel territorio ideal
imaginado, flexible, mutante y mutable, en el cual, sus habitantes están unidos a partir de
difusión del castellano como elemento unificador. Ante la existencia de múltiples núcleos
indígenas con diferentes lenguas, primero el náhuatl –en los siglos XVI y XVII– y
Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), autor de quien nos ocupamos en este trabajo,
mestizo, representado en todas sus obras, pero con mayor énfasis, precisamente, en su
última novela: El Zarco. Altamirano había planteado esta necesidad en 1868 (Literatura
Nacional) a semejanza del gaucho en Argentina, del llanero venezolano, y del guajiro
“Presidente de la República de las Letras” (358), fue uno de los intelectuales más
influyentes del México decimonónico, y fue también (como era costumbre) escritor,
Lo más curioso del caso mexicano es que a pesar de que se conocían los
documentan, entre otros, Silvia Arrom (264) y María Ángeles Cantero (23), no deja de
ser interesante observar la forma en que este fenómeno se realiza en el caso de México, y
obras que no sólo las reflejaron, sino que a su vez influyeron en las decisiones constituvas
postrevolucionario.
precisamente, esos dos pilares ya mencionados. Por una parte lo relativo a la idea de
“una” mujer ideal −mítica y homogénea−, representada por personajes femeninos planos
“deshonra” familiar motivada por la fuga de la hija, lo que atenta contra el pilar de ese
terrible […] en que parece abrir el cielo todas sus cataratas e inundar con ellas el mundo.
por aquel torrente, parecían desgajarse” (El Zarco 40). Al percatarse de la fuga de
sobre el suelo y rompió a llorar dando alaridos que hubieran conmovido a las piedras”
manera: “–Preferiría yo verla muerta a saber que está en los brazos de un ladrón y asesino
Pilar, la mestiza, surge como ejemplo de la mujer ideal, a la que deben semejarse
las mujeres que quieran considerarse decentes. Deben ser virtuosas, valientes y
desinteresadas: “–¡Que me mate –dijo ella– pero que se salve él!” (El Zarco 58).
Manuela, “la muchacha más linda de Yautepec” (El Zarco 53), cuya “carita blanca” era
alabada por todos los habitantes masculinos de Yautepec (El Zarco 12), es desplazada en
quien merece sus atenciones y su amor, y este desplazamiento se da, precisamente, por la
pureza de carácter y los valores morales de la chica: “De manera que él había estado
embriagándose por mucho tiempo con el aroma letal de la flor venenosa, y había dejado
indiferente a su lado a la flor modesta y que podía darle la vida” (El Zarco 58).
alguien dedicado a dicha familia, dispuesta a renunciar a todo por él, el futuro hombre de
la familia.
Manuela es “voluntariosa”, Pilar se mueve “lentamente y como sin voluntad” (El Zarco
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7). Sin embargo, en Clemencia no hay una resolución feliz, porque la preocupación de
Altamirano está centrada en el éxito del proyecto nacional. Por otra parte, en El Zarco,
los intereses individuales también cobran importancia, ahora Altamirano considera que la
de buscar y lograr la felicidad individual. Sin embargo, sería incorrecto afirmar que lo
Hasta cierto punto, podríamos pensar que en el pensamiento liberal de fines del
humano: “The Pursue of Happiness” forma parte integrante del proyecto nacional de los
Estados Unidos, no así en el caso de México. Ello no significa, de ninguna manera, que el
concierne a la pareja que empezaría a constituir el nuevo tipo de familia ideal constitutiva
sociedad para la autodefensa, tanto en contra de los bandidos, como de las autoridades
organizarse en defensa de Nicolás, lo que permite la creación del ambiente necesario para
que la unión de Nicolás y Pilar sea viable. De no haber existido esta organización
unión de razas, representada por nuestros héroes -ambos mestizos- y finalmente la unión
deletéreas de la corrupción […] Las modestas puertas de este templo están cerradas al
mestizos, mientras se disminuye la preferencia por los héroes cuyo fenotipo racial
corresponde al europeo. Nicolás tiene rasgos indígenas, pero no es “indio puro”, ya que
“tenía el tipo indígena bien marcado, pero de cuerpo alto y esbelto” (El Zarco 14).
además, y como su sobrenombre lo indica, tiene ojos azules. Ambos modelos de belleza
belleza más importante a los ojos de Altamirano, es decir: la belleza espiritual, moral y
que representa la fortaleza del carácter y del alma. En este caso, los “buenos de la
película” son los mestizos, mientras los “malos” son los güeritos.
Podríamos concluir que, a fines del siglo XIX, con la novela El Zarco, se
oficializa y se acepta, lo que se venía dando en la realidad, desde el siglo XVI. Esto es, la
consistente en transitar de una casta a otra, como sería el caso de personajes como el
propio Ignacio Manuel Altamirano, buen ejemplo del llamado “indio letrado”; su
siglo XIX.
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Para apoyar lo anterior, nos remitimos a Silvia Marina Arrom, quien documenta la
frecuencia con que los mexicanos del siglo XIX realizaban el tránsito étnico según les
“Because the middle classes were ethnically heterogeneous, and because, of all the
groups, the Castes were the most blurred by intermarriage [...] racial designations were
largely self-declared by 1811, and there is evidence that people changed them as they
rose in status...”(104-105).
Por su parte, John K. Chance en su artículo “On the Mexican Mestizo” abunda en
el carácter altamente flexible (162) de lo que en los Estados Unidos se denomina razas y
En México y otros países latinoamericanos las identidades étnicas van más allá de
los fenotipos biológicos y obedecen a factores más complejos que el simple criterio
referido al color de la piel. En México las identidades sociales de los mestizos y los
indígenas son intercambiables y lo han sido por varios siglos. Y no sólo un indígena puro,
como Benito Juárez, ascendió en la escala social para ser presidente en el siglo XIX, sino
que un mestizo podía ser considerado español, como lo documenta Chance para la región
and rigid social system, but rather as one component of his social identity
Para complementar las citas anteriores, vale la pena mencionar que la división entre
autoadscribían como criollos: “It was knowledge of the country and, above all, loyalty to
the colonial ethic of creole society, rather than place of birth, that defined the criollo” (8).
La situación del mestizo no es sólo una cuestión de discurso. En la vida cotidiana los
indios podían convertirse en mestizos, y éstos en criollos, ya que para mediados del siglo
XVIII:
process of mestizaje had reached a point where [...] the white elite ceased
to view the mestizos as ilegitimate [...] and incorporated them into the
Como confirma Lafaye a este respecto: “Keep in mind, too, that of the creoles described
as “whites” a certain number, difficult to estimate but certainly high, were biologically
fenómeno bastante común desde los inicios de la Conquista, como puede observarse en
indígenas y españoles (Arthur Anderson et al. 61, 63, 67). Esto se debe a varios factores,
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entre los cuales destacan la reducida presencia de mujeres entre los conquistadores y la
política expresa del gobierno español en cuanto al fomento de los matrimonios mixtos,
como se lee en la Real Instrucción del 29 de marzo de 1503, en la cual los Reyes
por él fueren nombradas para tener cargo de las dichas poblaciones, e ansí
mismo los dichos Capellanes, procuren como los dichos yndios se casen
las mugeres cristhianas con algunos yndios, porque los unos e los otros se
Fee Cathólica, e asímismo, cómo labren sus heredades e entiendan que sus
matrimonios entre indígenas y españoles fueron bastante frecuentes. Estas uniones, como
tanto a las costumbres nahuas, como a las españolas. En los documentos consultados por
Carrasco (89, 103) se encuentran pocas menciones directas a las características raciales
riqueza o la clase social, siguiendo tradiciones ya existentes tanto entre las sociedades
habían sido comunes. En las sociedades prehispánicas como estrategia de alianzas entre
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las diferentes naciones indígenas y en España se habían dado entre cristianos y árabes, así
como entre los diferentes reinos de la península, y entre España y otras naciones
europeas.
familia como núcleo social primario y alegórico de dicha nación. En esta “familia” ideal
formación del futuro ciudadano, y por tanto de esa nación imaginada. En palabras de
dijera en “el año de gracia de 1928” (62) en el sentido de que las mujeres sirven de espejo
a los hombres y que si éstos “insisten con tanto énfasis en la inferioridad de las mujeres,
[es] porque si ellas no fueran inferiores, ellos no serían superiores” (42). O, como
recetara Juan Jacobo Rousseau a sus lectores en 1762: “Deci[r] sin cesar: las mujeres