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TEXTO 1

Mientras por competir con tu cabello,


oro bruñido, el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

Mientras a cada labio, por cogello,


siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente marfil tu gentil cuello;

Goza cuello, cabello, labio y frente,


antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, marfil luciente,

No sólo en plata o vïola troncada


se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

COMENTARIO
Introducción
A primera vista, podemos apreciar en este poema rasgos inequívocos de una poesía
esteticista, en la que se exalta la belleza juvenil femenina y se invita a disfrutarla antes de
que la hagan desaparecer la vejez y la muerte (tema). Son aspectos característicos de la poesía
barroca de Góngora, en la cual, por un lado se mantienen los temas renacentistas del "Carpe
diem" (Vive el presente) y de la exaltación de una belleza equilibrada, elegante y perfecta, tal
como se puede observar en sonetos de Garcilaso ("En tanto que de rosa y d'azucena / se muestra
la color en vuestro gesto..."), y por otro lado, se introduce una visión sombríamente barroca del
destino mortal del hombre.

Estructura
La estructura del poema es también muy característica de Góngora. Se trata de un soneto
(ABBA ABBA CDC DCD) en el que los dos primeros cuartetos presentan cuatro proposiciones
subordinadas temporales unidas entre sí por coordinación copulativa (mientras...; mientras...;
mientras..., y mientras...), en las que se presenta y exalta la belleza del presente, condicionada por
el paso del tiempo (mientras), pero realzada por su superioridad en la comparación que el poeta
hace con elementos naturales de extraordinaria belleza (oro, sol, lirio, clavel, marfil). Estas
comparaciones aparecen "diseminadas" a lo largo de esos dos cuartetos, con un claro
planteamiento esteticista. En el primer terceto se invita a disfrutar de esa belleza juvenil,
reuniendo en un solo verso las distintas partes del cuerpo exaltadas antes (goza cuello, cabello,
labio y frente), identificadas en el tercer verso del terceto con los elementos nobles que sirvieron

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de punto de comparación, también reunidos en un verso de una forma sintética muy característica
de Góngora; pero ya aparece una conjunción amenazante (antes que) en el segundo verso del
citado terceto, que previene de lo que en el segundo terceto se presenta como destino
irremediable y fatídico: el envejecimiento (no sólo en plata o vïola troncada) y la muerte (más tú y
ello... en tierra... en nada).
En definitiva, podemos concluir que la estructura es cerrada, diseminativa y envolvente,
con un presente fugaz (Mientras...) y un futuro de degradación y envejecimiento primero (no sólo
en plata o vïola troncada), y de muerte después (en tierra... en nada). Es decir, y sintetizando:
Mientras tengas belleza (cuartetos primero y segundo), disfrútala (primer verso del primer
terceto), antes que se degrade (primer verso del segundo terceto) y finalmente muera y
desaparezca (último verso del segundo terceto), lo cual nos lleva al tema del soneto, que ya
establecimos en la introducción.

Análisis del contenido y de la forma


En los dos primeros versos, comprobamos que el poeta recurre a la exageración
(hipérbole), para resaltar el brillo del pelo (el sol relumbra en vano). Al sol se le atribuye además
la capacidad exclusivamente humana de envidiar y competir (personificación). Igualmente, se
identifica el cabello con el oro bruñido (metáfora). Al principio de los versos 1º, 3º, 5º y 7º se
repite "mientras" (anáfora), lo que contribuye a realzar ese presente fugaz.
En los versos 3º y 4º, se personifica la frente, haciéndola "mirar con menosprecio" el lilio
bello. Se da aquí también un artificio conocido como quiasmo, o ruptura del paralelismo en la
estructura de las palabras (blanca frente/lilio bello: adjetivo-sustantivo / sustantivo-adjetivo), lo
que contribuye a poner más de manifiesto ese enfrentamiento. También podemos observar en
estos versos la abundancia de sonidos l y ll, que dan sensación de ligereza y sonoridad
(aliteración).
En los versos 5º y 6º se realiza un símil o comparación entre los labios y el clavel, a la vez
que se hace uso de la metonimia (referencia a la causa por el efecto), cuando dice "siguen más
ojos", en lugar de "más miradas".
En los versos 7º y 8º se vuelve a dar la comparación en forma de "victoria" del cuello
sobre el "luciente marfil". Es a la vez una nueva personificación hacer referencia a "triunfa",
"desdén" referidos al cuello. Se da también una nueva aliteración del sonido nasal n y de líquidos l
y ll, como de vocales e, i, lo que le da al verso una evidente ligereza y musicalidad. En algunas
versiones de este soneto, aparece "cristal", en lugar de "marfil", lo que no modifica ninguna de las
consideraciones que acabamos de hacer. Quizás podemos añadir que el cristal añadiría un matiz
de fragilidad, frente al de materia noble que aporta marfil.
Como ya hemos señalado antes, el verso 9º sintetiza los elementos exaltados antes, ahora
desprovistos de los adjetivos ornamentales o epítetos utilizados antes. El verso va introducido

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por un verbo en imperativo, que resalta la invitación en que consiste todo el poema (optación, o
expresión del deseo de algo positivo para alguien), realzada por el hecho de que se dirige a
alguien (apóstrofe), que en este caso no sabemos quién es y que en el poema sólo aparece
caracterizado por sus cualidades físicas de juventud y belleza.
El verso 10º es un verso de enlace entre el presente pleno y el futuro degradado. El "antes
que" presagia, como ya hemos dicho antes, la pérdida de las cualidades aludidas. Hay una
contradicción con el tiempo del verbo que utiliza. Si efectivamente está invitando a gozar de la
belleza de la juventud, ¿cómo dice lo que "fue" en tu edad dorada? Si fue, ya no es y no puede
gozar, por tanto, de lo que ya ha acabado. Quizás esté resaltando la fugacidad y brevedad de ese
presente feliz, que aquí aparece caracterizado como "edad dorada", lo que constituye toda una
metáfora, por la aparición de esa expresión en lugar de "juventud" y una perífrasis o
circunlocución, es decir, un rodeo para referirse a la juventud, además de una sinestesia, o mezcla
de una cualidad física de carácter cromático con un sustantivo abstracto como edad, al que no le
es aplicable en la lengua ordinaria un adjetivo como "dorada".
El verso 11º está lleno de metáforas: se enumeran los términos imaginarios que la habían
servido anteriormente para exaltar la belleza femenina, pero ahora aparecen concentrados en un
solo verso, en una enumeración sin conjunciones (asíndeton), que abre la serie de elementos a
otros posibles y le da agilidad y rapidez al verso.
El verso 12º presenta el primer paso de la degradación - el envejecimiento- a través de
dos metáforas de gran eficacia: por un lado el pelo rubio -oro- se convertirá en pelo canoso
-plata-; por otro, la flor esbelta que es la belleza juvenil se convertirá en vïola troncada -violeta
tronchada- que es la torpeza de la vejez.
El verso 13º termina el predicado iniciado el verso anterior, con el verbo "se vuelva", en
un encabalgamiento que sirve para hacer la expresión más desencajada, en consonancia con el
tono agrio que va tomando el significado del poema. Continúa el verso, sumando el tú al que se
dirige con sus cualidades ("más tú y ello juntamente"), con lo que se hace más terrible aún el
destino mortal que le espera.
El verso 14º es una nueva enumeración sin conjunciones (asíndeton) de metáforas, pero
ahora de significado terrible: la pérdida creciente de materia es el rasgo más relevante de esta
enumeración. Efectivamente, en el proceso de desaparición, se comprueba que cada nuevo
término de la enumeración tiene menos "cuerpo" que el anterior, hasta llegar a la palabra final
-nada-, que, aparte de su significado absolutamente negativo, presenta una estructura sonora
tremenda plana y carente de promontorios, diríamos que de electroencefalograma plano, muy en
consonancia con su significación. Es decir, el verso último, de sonidos sombríos -vocales
posteriores o, u, consonantes vibrantes r, rr, nasales m, n, oclusivas t, p, b, es, por tanto, una
pura aliteración que resalta terrible, pero maravillosamente, el fin inexorable de la vida. Es, sin
duda, el verso más barroco y pesimista de todo el poema y el que hace inconfundible la
adscripción del soneto a este período de nuestra literatura.

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Conclusión
Como hemos podido ver, la confluencia de elementos temáticos del Renacimiento -Carpe
diem, exaltación de la belleza femenina...-, con otros de carácter formal e ideológico propios del
Barroco -recargamiento de la forma, pesimismo y desilusión- hacen de este poema una
manifestación típicamente gongorina y barroca.

TEXTO 2
Ilustre y hermosísima María,
mientras se dejan ver a cualquier hora
en tus mejillas la rosada Aurora,
Febo en tus ojos y en tu frente el día,

y mientras con gentil descortesía


mueve el viento la hebra veladora
que la Arabia en sus vena ha essora
y el rico Tajo en sus arenas cría;

antes que del edad Febo eclipsado,


y el claro día vuelto en noche oscura,
huya la Aurora del mortal nublado;

antes que lo que hoy es rubio tesoro


venza a la blanca nieve su blancura,
goza, goza el color, la luz, el oro.

COMENTARIO
Introducción
Volvemos a encontrarnos ante un soneto que exalta la belleza femenina en términos
parecidos a los del poema anterior. Se trata indudablemente de una nueva manifestación de temas
literarios como el Carpe diem o la ponderación descriptiva de la belleza juvenil femenina, tan
característicos de la poesía renacentista y barroca. Podemos señalar que el tema del soneto es el
mismo del poema anterior, sólo que aquí se dirige la invitación a una destinataria explícita, María,
lo que contrasta con la indefinición que se manifestaba en aquél. También podemos señalar en un
primer acercamiento, que no encontramos en éste el trágico pesimismo que se manifestaba en el
poema anterior, o al menos, parece más amortiguado y no cierra tan sombríamente el poema,

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como sucedía en "Mientras por competir con tu cabello...". De ello podemos deducir que se trata,
sin duda, de una composición anterior al texto anteriormente comentado, de una época en la que
no parece sacudir tan violentamente al poeta la desilusión barroca.

Estructura
Se trata a primera vista de un soneto, con la siguiente rima: ABBA ABBA CDC EDE.
Como vemos, la distribución de rimas en los tercetos resulta distinta de la del anterior soneto y,
en general, atípica en este tipo de estrofa.
También la estructura general de este poema resulta algo diferente, sobre todo, a partir de
los dos tercetos. Veamos. El primer verso introduce un vocativo precedido de dos epítetos, con
los que nos presenta sintéticamente a la destinataria del poema. Desde el segundo hasta el octavo
versos despliega, igual que en aquel poema, el "mientras" del presente que se trata de retener y
disfrutar, sólo que ahora aparece encabezando sólo dos proposiciones temporales frente a las
cuatro de entonces. Desde el noveno verso al decimotercero se recurre, como allí, al "antes que",
amenazador de envejecimiento y desolación, sólo que aquí, con una anteposición extraña de los
versos más sombríos, los que anuncian la "noche oscura" y el "mortal nublado", frente a los
mucho más suaves tres últimos versos, en los que sólo se refleja el envejecimiento y se invita a
disfrutar del todavía feliz presente.
Resumiendo, "Ilustre..." (Vocativo, primer verso); "mientras se dejan ver... y mientras con
gentil descortesía..." (proposiciones temporales de simultaneidad unidas entre sí por coordina-
ción, que ocupan los versos segundo al octavo); "antes que del edad...; antes que lo que hoy es
rubio tesoro..." (proposiciones temporales de anterioridad, unidas entre sí por yuxtaposición o
falta de conjunción copulativa); "goza..." (imperativo reiterado que recoge el tema central del
"Carpe diem". Sintetizando aún más, "... María, mientras...; antes que..., goza...", lo cual, como
vemos, vuelve a tener la estructura envolvente y cerrada, característica de los sonetos. Del mismo
modo, en la medida en que entre los versos segundo y octavo se enumeran la cualidades
presentes, y entre los versos noveno y decimotercero, se describe la degradación de las mismas,
podemos señalar que la estructura es diseminativa. El último verso reúne y sintetiza lo que se ha
descrito desplegadamente en los ocho primeros versos.

Análisis del contenido y de la forma


El poema empieza en el primer verso con un apóstrofe o invocación a una mujer a la que
se describe sintéticamente con los epítetos ennoblecedores "ilustre y hermosísima", que nos
previenen sobre lo que luego se argumentará, sobre todo, el segundo adjetivo, en grado
superlativo.

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En los versos segundo, tercero y cuarto, se recurre a dos metáforas, que son a la vez
personificaciones (dorada Aurora y Febo), para expresar respectivamente el color rosado de la
piel de la mujer y la luminosidad y brillo de sus ojos. Veamos más detenidamente: la rosada
Aurora, el amanecer, con su tonalidad cálida de crepúsculo que le da el sol, "se deja ver", como si
fuera una persona que permite contemplar su belleza; y lo hace "a cualquier hora", es decir, no
tiene que recurrir a métodos artificiales para cubrir la palidez de determinadas horas del día; sus
mejillas sonrosadas son "permanentes", lo que enaltece aún más esta belleza. Por otro lado, en "la
rosada Aurora" podemos ver, además de la metáfora pura aludida (es pura porque no aparece el
término real "el color rosado" y en su lugar, el término imaginario "rosada Aurora"), una
aliteración de sonidos vocálicos como la o y la a, y consonánticos, como r y rr, que contribuye,
sin duda, a realzar el significado vivo y creciente de este momento del día. También se deja ver
"Febo en tus ojos", es decir, el dios pagano que simboliza el sol y la luz. La metáfora y la
referencia a la mitología, aspectos ambos inequívocamente típicos de la poesías renacentista y
barroca, no pueden ser más eficaces. El último elemento de la enumeración "en tu frente el día"
refleja la claridad y luminosidad de su frente, lo que forma parte también del ideal de belleza de la
época, mujer de tez clara, mejillas sonrosadas, pelo rubio, ojos luminosos, cuello y cuerpo
esbeltos y elegantes. Además, en la enumeración anterior, se introduce una figura llamada
quiasmo, que consiste en la ruptura del paralelismo de los elementos lingüísticos: complemento
circunstancial - sujeto / sujeto - complemento circunstancial / complemento circunstancial - sujeto
(en tus mejillas - la rosada Aurora / Febo - en tus ojos / en tu frente - el día). En este último
elemento - el día-, además , se da una metonimia (la causa por el efecto: el día por la luz o
claridad).
El quinto verso repite el "mientras" (lo que constituye una figura de repetición llamada
anáfora, o repetición de un elemento al principio de varios períodos) para insistir en otro de los
aspectos en que se manifiesta la belleza presente. Sigue a continuación una contradicción o
"paradoja" evidente: la descortesía no puede ser gentil, pues significan justamente ideas opuestas;
pero esta figura refleja "personificadamente", pues el viento no puede ser cortés ni descortés, el
hecho de que el viento comete la "descortesía" de desordenar el pelo de la mujer, pero como el
movimiento del cabello resulta elegante, se le antepone el epíteto gentil, que realza la esbeltez de
lo descrito. Y el viento (sexto verso), lo que mueve es "la hebra veladora", es decir, el cabello se
convierte en hilo largo que con su movimiento, parece velar por la belleza de su dueña (metáforas
puras, y en el caso de "veladora", además, personificación). A continuación (séptimo verso), se
hace proceder esa hebra dorada (de oro) de las vetas ("venas") de oro de Arabia, que tanta fama
de lujo y riqueza han dado a este exótico país.
En el verso octavo se refuerza con una referencia geográfica más cercana la identificación
con este preciado metal. Efectivamente, también puede hallarse en las arenas del Tajo ("el rico
Tajo en sus arenas cría" - metáfora y personificación, tanto en rico como en cría-).
El verso noveno, ya en el primer terceto, supone un cambio radical en el tono del poema.
Se pasa de la más exquisita exaltación de la belleza a la descripción del envejecimiento que espera

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a la misma. Como ya dijimos, el "antes que" que encabeza el verso noveno recoge la terrible
amenaza que gravita sobre la juventud, la belleza y la vida: "del edad Febo eclipsado" nos
presenta al dios Sol (la luz de los ojos, según vimos antes), eclipsado, oscurecido, por la edad,
por la vejez. Igualmente, se anuncia que el claro día (la blanca frente) se convertirá en noche
oscura (la piel, en la vejez, se oscurece). Son, como vemos, una sucesión de metáforas de gran
eficacia. En las últimas, "el claro día vuelto en noche oscura", encontramos, además, otro
quiasmo, es decir, se vuelve a romper el paralelismo sintáctico: claro día / noche oscura (adjetivo-
sustantivo / sustantivo-adjetivo), realzado incluso por un contraste o antítesis (contraposición de
dos realidades opuestas).
El verso undécimo completa el sentido exhortativo del poema: Antes que suceda todo
eso, "huya la Aurora del mortal nublado", es decir, evite la cara oscurecerse, como si fuera eso
posible. Pero la metáfora "mortal nublado" resulta de una extraordinaria calidad poética. Además,
aparece la palabra fatídica, "mortal", que presagia la próxima desaparición total de lo que se está
describiendo.
Los versos duodécimo y decimotercero presentan nuevamente el "antes que" (otra vez
anáfora) precediendo otra amenaza que se cierne sobre las cualidades descritas: "lo que hoy es
rubio tesoro" (metáfora pura = cabello rubio) corre el peligro de ser más blanco que la propia
nieve - versos tremendamente saturados de artificios: hipérbole o exageración, comparación,
personificación (venza), epíteto constante (blanca nieve), derivación (blanca, blancura).
El último verso recoge nueva y reiteradamente (con la reduplicación de "goza, goza...") la
invitación a aprovechar el presente, resumido aquí en los tres rasgos más relevantes de la belleza
descrita y desplegada ("diseminada") a lo largo del poema: el color, la luz, el oro; es decir, la tez,
la mirada y el cabello. Como se puede comprobar, esta serie está enumerada sin conjunciones
(asíndeton), lo que permite mayor rapidez y que la serie de elementos quede abierta.

Conclusión
Como ya hemos visto, se trata, sin duda, de un soneto bastante artificioso, posiblemente
manierista, o de la primera etapa de Góngora, ya que no se da aún, al menos, en los términos tan
sombríos en que se manifestará después, el pesimismo barroco. Este resulta, en cambio, bastante
palpable en el soneto que comentamos anteriormente. La comparación del último verso de ambos
poemas puede resultar muy elocuente sobre lo que acabamos de señalar.

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