Vous êtes sur la page 1sur 15
ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL Por JUAN CARLOS HITTERS ; SUMARIO: I. Diyexsiox TRaxswActonat, a. Proceso: A. La Comunidad Econémica Europea y la Unién Europea (Derecho Co- ‘munitaria: 1, Influencia del Derecho Comu- nitario. 2. Caracterfsticas del Derecho Co- munitario, 8. Organos Comunitarios. El ‘Tribunal de Justicia. B. Bl Sistema Transna: cional de Proteccidn de los Derechos Huma nos: 1. Sistema Furopeo. 2. Diferencias entre el Derecho Comunitario y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. 8 Sistoma Interamericano. — II. Eu, Denecno Paoeesal, TRaNsxacional: A. Generalidades. B. Particularidades del Derecho Procesal Transnacional: 1. Goneralid.des. 2. Princi- pios Procesales. 3, Concopto de Parte. IIL. Concuosiosts: A. Rango Constitucional de los Pactos sobre Derechos Humanos. B. El Porvenir del Derecho Procesal Transna- eional. I DIMENSION TRANSNACIONAL DEL PROCESO Poco antes de finalizar la Ira. mitad de este siglo, se configuré en el mundo occidental una corriente destinada a garantizar los derechos Nora pe Repaccio: Sobre el tema ver, los siguientes trabajos publicados en uo: Bl ordenamiento jurtdico de la Comunidad Beonémica Buropet, por ALEXANDER 8, Van Dex Avoonr, ED, 142-871; La nueva agrupacién europea de interés econémico, por Cunisrian Oscar Zscnocke, ED, 144-789; El Juez frente al derecho comunitario, por Atos Kemeiamaer pe Caruuccr, ED, 148-825; La comunidad de derecho y el tribunal europeo, por Eve I. Rnsoupt pz Lapwany, ED, 158-972. fuudamentales del ser humano, a través dela constitucionalizacién de dichas prerrogativas (}), utilizando el trdmite de cristalizar en las cartas magnas ciertas potestades y garantias que se vieron con.o imprescindibles, algunas de ellas referidas al debido proceso. Tal corriente fue considerada por los auto- res, como la dimensidn constitucional del de- recho y de la justicia (2), consistente en la afirmaci6n e individualizacién de los requisi- tos minimos de equidad (ineluyendo las ga- rantias judiciales para su defensa) que se ineorporaron en los estatutos superlegales. Inmediatamente se advirtié que esa protec- cién no resultaba suficiente, pues era impres- cindible la creacién coeténea —sobre todo en Europa— de Cortes especializadas, para ha- (1) En este sentido algunos autores piensan que ese movimiento generé una nueva rama Jurfdica Hamad Derecho Procesal Constitu- ‘ional, con una cierta autonomfa, por lo menos pedagégica y cientifica, cuya paterni- dad ciertos doctrmantes se la atribuyen a Haws Krisew y otros a Epuarno Courue. En esta disciplina su contenido apunta a temas de gran importancia, como: 1) el debido proce- so legal; 2hlas garantias de las partes; 3) las categorfas de la jurisdicci6n; 4) las garantfas Judiciales, etc. (véase Hrrrens, Jua Cantos, EI Derecho Procesal Constitucional. ED 121° 881; {dem TripanNe, RovouFO ANTONIO, Acerca del Derecho Procesat Constitucional, ED, 127- 722, Idom, Hrrrers, Juan C., on Estudios de Derecho Constitucional Panamero, Compila- dos Jorce Fanneca, Panamé, 1987, p. 865. @) Capretuerrt, Mauro, Acceso a ta Justicia Conclusiones de un proyecto de investigacin juridico-sociolégica, tradueido por Juan Car- los Hitters, JA, 1981-III-810-814. | | | ALGO MAS SOBRE BL PROCI cer acatar esos derechos; deahfla aparicién en el viejo mundo de los Tribunales Constitucio- nales, que con el tiempo llegaron a algunos pafses americanos. ‘Mas, con posterioridad se eomprendié que todo ese desarrollo no colmaba las expectati- vas de la humanidad, pues resultaba posible ‘que no pocos derechos del hombre, cambiaran de destino con el paso de las fronteras. Se pens6 por ello en que tales garantfas debfan gozar de vigencia a-espacial- (y obviamente también a-temporal),o por expresario de otro modo, erigirse en operativas en cualquier lu- gar o territorio donde se encontrara en bene- ficiario @). Se pergefié entonces lo que luego dio en Mamarse la dimensién transnacional del dere- cho y la justicia con Ja evidente intencién de queel respeto delas libertades humanas logre tun nivel metanacional, a través de organis- mos, preceptos y procesos con vigencia supranacional (lez universalis). Estas aspiraciones se concretaron, por un lado en la Declaracién Universal de los Dere- chos del Hombre, y los pactos y convenios; y por otro, —con un angulo diverso, pero conco- mitante— con la aparicién de la Comunidad Econémica Europea, primero, transformada luego en la Unién Europea a través del Trata- do de Maastricht. En tal perspectiva, obsérvese que como con seeuencia de dicha evolucién, el clésico control de constitucionalidad realizado dentro de los paises —por érganos centralizados (concen- trado), o fragmentariamente por cualquiera de los jueces (difuso)—es a partir de entonces mucho mds fascinante y abarcador ya que se Meva acabo por cuerpos transnacionales ejem- plo la Corte de Luxemburgo, (en el area dela Comunidad Econémica Europea), 0 por los ‘Tribunales de Estrasburgo, y la de Costa Rica en el sector de los derechos humanos, que conformaron lo que se ha lamado, la justicia transnacional y el proceso supranacional, con reglas adjetivas propias. EI pequefio introito que antecede tiene en miras poner de relieve la importancia que ha adquirido en los wltimos afios el derecho transnacional, y la doble influencia que en @) Vease Hurrens, Juan Cantos, Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Ediar, TI, pag. 29. ) TRANSNACIONAL, (e162) 1021 nuestro 4mbito continental tiene el Pacto de San José de Costa Riea; esto es, por un lado, por poner en marcha un control metanacional (a través de la Comision y de la Corte Intera- mericana); y por otra —y ello es quizé lo mas, importante— por haber implantado un plexo normative —por mediacién de un tratado— que entra en el torrente jurfgeno argentino, constituyendo un derecho operativo de jerar- qufa interamericana. Tal Derecho transna- cional también se observa con el nacimiento del Mercosur, pese a que este modelo no tiene todavia un tribunal propio como el de Luxem- burgo para el sector europeo. A) La Comunidad Econémica Eurépea y la Unién Europea (Derecho Comunitario). 1. Influencia del Derecho Comunitario Particularizaremos ahora el enfoque en el derecho comunitario, muy suscintamente al solo efecto de mostrar una de las manifesta- ciones de la dimensién transnacional, caya otra cara es el derecho internacional de los derechos humanos. ‘Todo este desarrollo juridico que como ani No de Saturno gira alrededor de los Tribuna- les de Justicia transnacionales, ha creado un paralelo lo que podrfamos denominar un nue- vo derecho, tanto fondal como procesal. En lo que a este tiltimo respecta —que constituye nuestro especial punto de mira—,repsrese en que tanto la Corte de Justicia de las Comuni- dades Europeas como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se rigen por estatutos con caractertsticas propias, que reglan el tramite ritual desde la demanda hasta los recursos. Claro est, podré decirse, que tales orde- namientos en nada difieren de sus similares nacionales; mas no ser ocioso puntualizar que aun asf el ritual que nos ocupa tiene ciertas particularidades que hacen que el Derecho Procesal que lo gufa goce de algunos rasgos definidores; eriterios estos que tam- bién se aplican ala normativa fondal comuni- taria, que por las particularidades de la mate- ria ala que se aplica adquiere también una fisonomfa especial. De lo brevemonte expresado se colige sin ambages, siempre con unas aspiracién peda- g6gica —y sin aislacionismos— que podemos hablar de un derecho comunitario, que a su vez se subdivide en el derecho fondal trans- nacional (los tratados, las constituciones, y Tas leyes internas de cada pats, a lo que debe agregarse la doctrina jur’ sprudeneial del pro- t 1022 JUAN CARLOS HITTERS pio Srgano), y de un derecho procesal trans- nacional (Los estatutos, regiamentos, y en general las normas rituales que enmarcan dicho tipo de juicio). Este derecho comunitario—embrionarioen América— ha tenido tal evohucién en el viejo continente a partir de la formacién de las Comunidades Europeas, que en la mayoria de los pafses que la componen se ha erigido como una asignatura propia de las carreras juridi- cas; tan es asf que con el ingreso de Espafia a ese Acuerdo Regional, se han creado ¢atedras sobre Derecho Comunitario (#), que antes ya imperaban en Italia, y en otros pafses de ese continente. 2, Caracteristicas de] Derecho Comunitario Debemosreconocer que no resultafécil tras- ladar los principios del derecho interno, al modelo transnacional, tan es ello asf que ha sido bastante dificil el amoldamiento de la Corte de Justicia de las Comunidades Euro- peas; pues uno de los grandes problemas que tuvo que afrontar en sus comienzos, fue des- lindar su propia competencia con ta de los tribunales de cada pafs miembro. Otra de las dificultades que se advirtieron al principio luego de que a los seis paises originales, se adhirieran otros;fuelade armo- nizar précticas procesales tan diferentes como por ejemplo las de la formalista escuela juridi- ea continental, y el pragmatismo del modelo anglosajon. La Corte comunitaria, pese a que tiene una amplisima competencia en campos realmente variados, ha conservado su simpleza y senci- lez, Los preceptos procesales del Estatito y del Regiamento, son sintéticos, por ello tal Tribu- nal goza de amplios poderes. En el proceso la fase escrita prevalece sobre la oral, no obstante que se actiia bajo los principios de inmediacién y concentracidn, pautas estas vigentes en la mayor parte de fos Estados miembros. 3. Organos comunitarios. El Tribunal de Justicia (4) Desaxtes Reat, Manust, La competencia judicial de la Comunidad ‘Europea, Bosch, Barcelona, afio 1986, p. XXI. En la Facultad de Ciencias Juridicas y Sociales de la Univer- sidad Nacional de la Plata, se ha gestado, una Licenciatura sobre la especialidad, ideada por Avausto Mario Moteuto y que sin duda es anticipatoria en América. Le. . Como es sabido los Tratados de Paris y Roma dotaron alas tres Comunidades Buro- ‘peas (5) de instituciones propias, establecien- do un orden jurfdico nuevo que regula los poderes, derechos y obligaciones de los Esta- dos signatarios y de sus habitantes. Los organismos rectores son los siguientes: Vel Consejo, compuesto por un representante por cada una de las naciones que lo forman nombrado por su respectivo Gobierno, varian- do su composicién segiin la materia objeto de la reunién; es este un cuerpo de decisién fun- damental tanto en el campo legislativo como en el ejecutivo; 2) la Comision, integrada por diecisiete miembros designados de comin acuerdo por los Estados participantes por un periodo de eaatro aitos ycon esmpetencia, de contralor, ejecutivas y de gestién; 3) laAsam- blea (O Parlamento Europeo), formada por 518 diputados elegidos por un sufragio uni- versal y directo por cada pats signatario, y con atribuciones de control politico y de participa- cién en Ia elaboracién de los actos del Consejo y de la Comisién, y con intervencién en la Tevisién de los Tratados y en la conclusién de algunos acuerdos internacionales; y por wlti- mo, 4) El Tribunal de Justicia (8). A través del Tratado de Roma (del 25 de marzo de 1957), se unificaron las normas rectoras delas tres comunidades, con respecto al parlamento y al Tribunal o Corte de Justi- cia; y posteriormente el Convenio de Bruselas del 27 de setiembre de 1968, fij6 las reglas de competencia judicial para el cuerpo jurisdic. ional. El Tribunal, que no debe confundirse con el de Estrasburgo, ha ido creando, una impor- tantejurisprudencia, delineandode ese modo, su doctrina legal. EL principio de autonomia qued6 perfecta- mente dibujado en el caso “Van Gend en Loos”, donde se expresé que el Derecho comunitario €5 un nuevo orden juridico, en cuyo beneficio os Estados signatarios han limilado ciertas esferas de su soberanfa. Asu vezen el leading case “Costa vs. E.NEL", dejé sentada la doctrina dela supremacia de las disposiciones normativas de la Comunidad, No obstante ello se deduce de los Tratados, (8) Rua, José Mania Instrumentos interna- cionales, Tea, 1976, pp. 517 y sigtes. (8) Suva DE Larverta, Rosario, ob. eit., pp. 9/3. ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL que ese érgano no es el tinico encargado de inspeccionar el principio de legalidad comuni- tario (control concentrado), ya que los jueces nacionales también cumplen dicha misién al aplicar el derecho comunitario (control difu- 30). Ast, a través del recurso prejudicial, los judicantes locales pueden pedirles directivas ‘la Corte transnacional. Esta garantiza el equilibrio entre las Insti- tuciones Comunitarias y los Estados miem- bros; y también lleva a cabo una responsabili- dad equiparadora (o equilibradora) entre los distintos “Poderes” de la organizacién. B) El sistema Transnacional de Proteccién de los Derechos Humanos 1) Sistema europeo La necesidad de una Convencion de que protegiera las libertades del hombre, y de un tribunal (7) que vigilara el sistema europeo fue remareada en el mensaje final, adoptado jor la Sesién Plenaria del Congreso de La Haya de 1948. En 1949 sefirmé en Londres el Estatuto del Consejo de Europa, y el 4 de noviembre de 1950 se aprobé en Roma el Convenio Europeo de Derechos Humanos (8). Este importante instrumento nace en el ‘marco de una Europa preocupada por la de- mocracia y las garantfas, como respuesta ala triste experiencia que habfa significado la Segunda Guerra Mundial. Sus fuentes pririci- pales fueron, por un lado la Declaracién Uni- versal, y por otro, los trabajos preparatorios de los’Pactos de las Naciones Unidas, (que luego se coneretaron en 1966), y también las partes dogméticas de las Constituciones que en aquella época comenzaron a adquirir nue- vosbrios, poniendo énfasis en las garantfas de Ia persona (°). (7) Nila Carta de San Francisco, ni Ia Declaracién Universal, ni siquiera los Pactos de la ONU de 1966, hubieran brindado una proteccién completa cn esta materia sin la existencia de un cuerpo jurisdiccional especi- fico (ALCALA Zamora y Castinto, Nicero, La protecein procesal internacional de los dere- chos humanos, Civitas [Espana], 1975, p 1). (8) Orewa, Epuanpo Davw, La Proteccidn procesal de tos Derechos Humanos, LL, Bole- tines del 5-12-89 al 6-12-89. (8) FeRNanpez SAncus2, Panto Axtoxto, Las Obligaciones de los Estados en el marco del Convenio Europeo de Derechos Humanos, Mi- nisterio de Justicia, Madrid, 1987. (e162) 1023, Tal movimiento hacia la proteccién del ser hhumano, por medio de cuerpos jurisdicciona- les especializades, se vioreflejade primero en Ja Cartas magnas, fenémeno que Carreuierm denoming, “jurisdiccién constitucional de Ia libertad”; y luego se trasladé al Ambito transnacional, movimiento que este autor bautiz6 como, Sjurisdiccién internacional de las libertades® (10), El 4 de noviembre de 1950, se reunieron en Roma los delegados de 13 pases y firmaron el Convenio Europeo para la Proteccién de los Derechos Humanos y de las Libertades Fun- damentales (11), que entré en vigencia el 3 de (00) Capreuuernt, Mauro, Justicia Constitu- ional supranacional, on Revista de la Facul- tad de Derecho de México, t. 28, nim. 110, p. 362. G}) En julio de 1949 el Comité de Ministros del Consejo de Europa recibi6 el Proyecto, que fue preparado por la Seccién Juridica del Movimiento Europefsta, quien luego lo giré.a la Asamblea, sugiriéndole que tenia que tener especial cuidado en la definicién de los dere- chos que debian protegerse. Esta propuso que dentro del Consejo de Europa se croara una organizacién, para promover y defender el disfrute colectivo de los derechos del hombre. Le misién Ia evé a cabo el Comité para las Cuestiones Legales y Administrativas, el que en ese afio produjo el llamado “Informe Toigten”, que ha sido la base de la Recomen- dacién 38 de Ia Asamblea. Uno de los prime- ros problemas que se plantearon, fue si en el texto del Convenio tenfan que reconocer los clésicos derechos y libertades individuales, 0 si se deberfan incluir los econémicos sociales y culturales; eonereténdose la primera postura, pues se entendié que estas titimas prorroga- tivas, debian ingresarse luego de un tiempo, ¥ en un instrumento posterior. Este dltimo Comité redacté el documento remitiendo una lista de derechos y libertades, sin definir el contenido de los mismos. Por ello el Comité de Ministros rechaz6 dicho anteproyecto, y desig- n6 un nuevo Comité de expertos, en’noviem- bre de 1949, con la expresa aclaracién de que este cuerpo debfa tener en cuenta lo actuado en esta temética por las Naciones Unidas. Luego el Comité de Ministros, convocé a una Conforencia, en la que intervinieron Funcio- narios de jorarqufa de los pafses signatarios, que preparé un nuevo proyecto sobre la base del antes citado, definiendo perfectamente los derechos protegidos. Este documento luego de algunos retoques fue presentado a la Asam- 1024 JUAN CARLOS HITTERS setiembre de 1953, cuando en Estrasburgo (Prancia) se deposité el décimo instrumento de ratificacién, levado por Luxemburgo. Actualmente se han adherido al sistema més de una veintena de pafses, todos —por supuesto— integrantes del Consejo de Euro- pa. Cabe sefialar que el 18 de mayo de 1954 el Comité de Ministros eligié por primera vez a los miembros de la Comisién Europea de De- rechos Humanos. Asu vezos jueves del Tribu- nal Europeo de Derechos Humenos, fueron nombrados también en aquella ciudad, el 21 de enero de 1950 (12), Importa destacar que el conyenio, respetuo- s0 de la autoridades domésticas, no impone “medios” sin que exige “resultados”. Es por ells que as habla de obligncones de resultado 03), Una importante diferencia del instrumento analizado, con relacién a la Declaracién Uni- versal del'10 de diciembre de 1948, el modelo europeo que nos ocupa, no sélo enumera dere- chos, sino que crea los Srganos encargados de que éstos sean aeatadas. Por ello, el Presmbu- Io del Consejo de Europa, decfa que resultaba imprescindible imponer un mecanismo efecti- vo de proteccién. Ello no resultaba posible en el derecho internacional clésico, de ahf la importancia del derecho internacional de los derechos humanos. 2. Diferencias entre el Derecho comunitario. Yel Derecho Internacional de tos Derechos famanos El derecho comunitarioylos pactos regiona- les sobre Derechos Humanos crean un Ambito de proteccién internacional, de tipo regional, con organismos judiciales y quasi judiciales, blea en agosto de 1950, quien lo aprobé el 4 de noviembre de ese afi, entrando en vigor el 3 de setiembre de 1953 (Come, Pamurrs; La aplicacién del convenio Europeo de Derechos Humanos en el orden jurtdico interno, en La Revista. Comisién Internacional de Juristas, Ginebra R. IV, nam. 1, primera parte, 1962, p. 134), (12) Essen, Manc-Anpré, El Tribunal de Derechos Humanos, Cuadernos, Civitas, Ma- arid, 1985. (3) FernAnpez SAncuez, Pato Antonio, Las Obligaciones de los Estados en el marca del Convenio Europeo de Derechos Humanos, ob. cit, p. 73. propios, que en definitiva Hevan a cabo una especie de control de constitucionalidad transnacional. La primera diferencia entre ambos esque- mas, es que, la Comunidad Econémica, como su nombre lo dice, fue pergefiada con una evidente intencién de cuidar este tipo de inte- Teses, aungue, su campo de accién se fue extendiendo, y se ocupa actualmente, tam- bién dela prerrogativas del hombre. La segunda pauta distintiva radica que en los tratados de la Comunidad no existe un catélogo sistematico de derechos y libertades. Portiltimo, digamos quela tercera variante, esque, como sefiala CarreLtsrTt(!4),es quelos Jueces domésticos de los pafses del Consejo de Europa no han desarrollado—a diferencia del esquema comunitario— doctrina alguna so- bre aplicacién directa 0 supremacia, y por ende cada Estado miembro, usa sus propias reglas con respecto alos efectos de los tratados en el ambito interno (18) 3. Sistema Interamericano Conviene tener presente quela Convencién Americana sobre Derechos Humanos, deno- minada vulgarmente “Pacto de San José de Costa Rica”, se erige como un tratado espect- fico para la proteccién de los derechos del hombre. Se trata de un Convenio regional intergubernamental, concretado en el ano 1969, con vigencia desde 1978, fecha en que lo atificé el undécimo pats signatario, de confor- midad con las claustlas pertinentes, La mayorfa de los Gobiernos de nuestro continente lo han ratificado (hasta ahora 25), salvo los Estados Unidos, y alguna nacién caribefia, Fue incorporado al derecho argenti- no porla ley 23. SaLEDLA, 1984-22], promul- gada el 19 de marzo de 1984, lo que significa (4) Carpsisertt, Mavno, Necesidad y legiti- midad de la Justicia Constitucional, en Tribu- nales Constitucionales Europeos y Derechos Fundamentales. Centro de Estudios Constitu- cionales, Madrid 1984, ob. cit., pp. 638-641 Idem del mismo autor, Justicia Constitucio- nal supranacional en, Revista de la Fac. de Der, de México, t. 28, ntim. 110, pp. 359-365. (15) Fennanpez SAnciez, Pasto Awtonto, Las Obligaciones de los Estados en el marco del Convenio Furopeo de Derechos Humanos, ob. cit, pp. 52-3. | ie aaeeee ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL, que tiene amplia vigencia en este medio, y a partir de la reforma de la Constitucién Nacio- nal del afio 1994, esa Convencién —lo mismo que algunas otras— poseen jerarquia super- Tegal (art. 75, inc, 22, Constitucién Nacional). E] Tratado de marras forma juntamente con la Carta dela O.E.A.y otras ccnvenciones, del Sistema Interamericano de proteccién de los derechos fundamentales dela humanidad, determinando los deberes de los Estados, 9 los derechos protegidos. Tavo como antecedente inmediato el esquema imperante en el viejo mundo, instaturado por el Convenio de Roma del afto 1950, que ya analizamos. La Convencién Americana no sélo crea obli- gaciones para los Estados, sino también como no podfa ser de otro modo, pone en vigencia dos organismos de extrema importancia para la salvaguarda de los derechos del hombre: la Comisién, con asiento en Washington, y la Corte Interamericana, que se halla situada en Centroamérica, en Ia ciudad de San José de Costa Rica; ello asf siguiendo el viejo apoteg- ma de que los derechos sélo tienen vigencia efectiva sin son controlados por cuerpos espe- cializados, sobre todo de tipo jurisdiecional, ‘que supervisen su debida operatividad précti- La Comisién tiene vida desde el afio 1959, lo que significa que es anterior al pacto de San José aunque luego éste la incorporé como Srgane dela Convencién. Resulta conveniente aclarar que a través de ella el Hombre tiene posibilidad de acceder a los cuerpos internacionales, —es decir posee legitimacién activa— siendo ésta una de las caracterfstieas de los modernos Tratados tuitivos de los Derechos Humanos, que lo consideran como sujeto del derecho interna- ional (y no eomo objeto). Reclamando antela Comisiénesposible que cualquier individuo que considere menospre- ciadas sus potestades, se presente ante ella, haciendo valer sus pretensiones. Se trata de una institucién que no cumple estrictamen- te funciones jurisdiccionales, pero que actita —entre otras tareas que ejecuta— como dia- fragma o antesala en el caso de que la denun- cia tenga andamiento, girando los anteceden- tes ala Corte Interamericana, para que proce- da, Si la Comisién estima que la peticién del particular (0 de las entidades gubernamenta- Jes debidamente reconocidas) es infundada la repele, quedando allf abortada la via cuando el denunciante no es un Estado. 162 - 33 (t 162) 1025 El trémite ante este organismo, esté regla- do por la Convencién de marras y por el Estatuto y el Reglamento de la Comisién, que ordenan un verdadero proceso transnacional con similares caracteristicas alas de un pleito judicial. La Corte es el Tribunal del sistema inte- ramericano, y ante ella sélo pueden ser de- mandados los Estados que han ratificado el PactodeSan José; ya que para esto se necesita. una adhesién especial con independencia del plegamiento a la Convencién. Como es sabido nuestro pafsha cumplido con todos esos pasos, por lo que se encuentra sujeto a las decisiones deaquélla, dondetramitan actualmente algu- nas causas en su contra, Dicha entidad que hasta el presenta ha dictado 14 pronunciamientos de tipo Consul- tivo (18), (ademas de algunas resoluciones sobre excepcionespreliminares),ymasdeuna. decena de sentencias de la Hamada jurisdic- cién contradictoria, siendo su primer fallo de naturaleza judicial propiamente dicha, el pro- nunciado con fecha 29 de julio de 1988, en el caso “Velazquez Rodriguez” (17), condenando al Gobierno de Honduras por viclacién de los (18) La iitima es del 19 de diciembre de 1994, a requisicién de la Comisién Interame- Ficana. Se trata de la OC-id, denominada “Responsabilidad Internacional por expedi- cién y aplicacién de leyes violatorias de la Convencion (arts, 1y 2 Convenciér. Americana sobre Derechos Humanos). Se dijo allf “1. Que la expedicin de una ley manifiestamente contraria a las obligaciones asumidas por un Estado al ratificar 0 adherir a la convencién, constituye una violacién de ésta y, en el caso de que esa violacién afecte derechos y libertae des protegidos respecto de individuos determi- nados, genera la responsabilidad internacio- nal de tal Estado, 2. Que el cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una ley manifiestamente violatoria, genera responsabilidad internacional para tal Esta- do, En caso de que el acto de cumplimiento constituya per se un crimen internacional, genera también la responsabilidad internacio- nal de los agentes o funcionarios que ejecuta- ron el acto”. (27) Hrevers, Juan Cantos, La Corte Intera- mericana y la Condena al Gobierno de Hondu- ras, publicado en “Lecturas Constitucionales, Comisién Andina de Juristas, Pert 1988, p. 289. Tdem: Revista Uruguaya de Derecho Procesal, nim. 3, 1988, p. 158. a 1026 JUAN CARLOS HITTERS Derechos Humanos. Ese ha sido el leading case de singular relevancia, y sin ninguna hesitacién, ejemplificador que a no dudarlo constituye una afianzamiento del sistema interamericano de proteccién de las garantias fundamentales del hombre (18). (18) En los primeros meses de 1995, 1a Corte dicté estos importantes pronunciamientos. El primero de fecha 19 de Enero, Caso “El amparo contra Venezuela”, condenando a di- cho pafs por la muerte de 14 personas. Bl gobierno consintié el fallo, y resta ahora fijar Ia indemnizacion, que se hard por un trémite ante la Comisién Interamericana de Derechos Humanos; el segundo, el Caso “Maqueda contra Argentina”, admitiendo la “solucién amistosa. Dicho documento fue firmado por el Gobierno argentino y los representantes de Ia alegada victima on este caso, mediante el cual aquél se comprometia a dictar un decreto que conmutara la pena que est4 cumpliendo el sofior Maqueda y que le pormiticra salir en libertad condicional. La Comision desistié de la accién dado el cumplimiento del acuerdo por el Gobierno. La Corte, teniendo en consi- deracién que la Argentina cumplié con el recaudo, que el Schor Guillermo Maqueda se encuentra en libertad condicional y una vez ofta la opinién de las partes, diet6 resolucién del 17 de enero de 1995 cuya parte resolutiva establecié: “1. Admitir el desistimionto de la accién deducida por la Comision Interameri- cana de Derechos Humanos en el caso Maqueda contra la Reptiblica Argentina. 2. Sobreseer el caso Maqueda. 3. Reservarse la facultad de reabrir y contimuar la tramitacién del caso si hubiere en e! futuro un cambio de las circuns- tancias que dieron Ingar al acuerdo”. Este caso fue sometido el 25-de mayo de 1994 por la Comisién Interamericana por los hechos courridos a partir del 17 de marzo de 1992, fecha en la cual la Corte Suprema de Justicia de la Argentina rechaz6 el Recurso de Queja interpuesto por la vietima, Guillermo José Maqueda, ante la denegatoria de Recurso Extraordinario por la Cémara Federal de Apelaciones de San Martfn, El sefior Maqueda recurrfa del fallo dictado por dicha Camara Federal que lo condoné a diez afios de prisién por considerarlo co-autor del delito de asocia- cién ilfcita calificada y participe secundario de los delitos de rebeliGn, usurpacién y otros, lo gue dio lugar a la tramitacién del caso nro. 11.086, La Comision sostuvo que el Estado argentino viol6 en porjuicio del sevior Maqueda los derechos contemplados en los arts. 8.1 (derecho a ser ofdo por un tribunal imparcial). 8.2. (derecho a la presuncién de inocencia), En efecto, ante el Tribunal regional citado, tramit6 un expediente que motiv6 el decisorio, comentado originado en una denuncia de los familiares de “Velézquez Rodriguez”, un em- pleado publico que fue secuestrade en la ciu- dad de Tegucigalpa (Honduras), en 1981 por un presunto grupo parapolicial. Sus parientes incoaron las acciones correspondientes ante su jurisdiccién doméstica, sin éxito, ya que nunca se pudo saber del paradero de la vieti ma; tratdndose de un caso t{pico de desapari- cidn de personas. El gobierno se presenté ante la aludida Corte, sefialando en su descargo que nada sabia del asunto y que ademas ninguna autoridad oficial habfa sido la res- ponsable del suceso. Empero, ese Tribunal condené a Honduras, porhaber violadola Convencién en lo atinente allos deberes de respeto y garantia del derecho a la integridad personal reconocido en el art. 5 del Pacto de San José, decidiendo a su vez que el Gobierno denunciado “esta obligado a pagarunajusta indemnizacién compensatoria alos familiares de la victima”, la que se deter- minaré de comiin acuerdo entre la Comision y el responsable;y para el caso de que las partes no leguen a fijar el monto en el plazo de seis meses, el quantum se determinaré por el pro- pio Tribunal. Creemos que el fallo aludido constituye un hito fundamental para el sistema intera- mericano de proteccién de los Derechos Hu- (derecho de recurrir del fallo ante Juez o tribunal superior) y 25 (garantias judiciales) de la Convencién Americana sobre Derechos Humanos, todos en conjuncién con los arts 1.1 (obligacién de respetar los derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de derecho interno) de la misma Conveneién. El tercer asunto fallado por la Corte en este afio, de focha 19 de enero de 1995, fue el Caso Neira Alegria y otros contra Pert”, Los juecos doliberaron sobre este caso, “el cual fue sometido a la Corte por la Comisién Interame- Ticana de Derechos Humanos el 10 de octubre ae 1990. De acuerdo con la denuncia, se responsobiliza al Estado peruano de las des- apariciones de Victor Neira Alegria, Edgar Zenteno Escobar y William Zenteno Escobar y, por lo tanto, de violar los arts. 1 (Obligacién. de Respetar los Derechos), 2 (Deber de Adop- tar Disposiciones de Derecho Interno), 4 (De- recho a la Vida), 7 (Derecho a la Libertad Personal), 8 (Garantfas Judiciales) y 25 (Pro- teceién Judicial) de 1a Convencién Americana sobre Derechos Humanos”, ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL, manos, demostrando que lo que en 1969 pare- cfa una utopia, tiene hoy virtualidad, no s6lo para la prevencién de las violaciones, sino para la sancién de los responsables. De este modo el Hombre resulta en la realidad un verdadero sujeto del Derecho Internacional, situacién que no hace mucho le era negada. El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, tiene su punto de partida, en el afio 1948, con la concrecién de la Declaracién Americana; culminando dicho periplo —por ahora—en 1969 con la puesta en marcha dela Convencién Interamericana sobre Derechos Humanos. Tal evolucién demandé mas de dos décadas, y obviamente todavia no ha coneluido, porque ‘como es sabido, se esté trabajando en modifi- car y ampliar el Pacto de San José, para ir adapténdolo alas necesidades actuales;y ade- més Jas doctrinas que dimanan tanto de la Comision como de la Corte, van recreando continuamente —en una interpretacin mutativa— a ese importante instrumento gional. Ello sin perjuicio de los nuevos trata- dos que sobre esta temética estan en continua gestacién en el Ambito interamericano. Aunque hay que reconocer que tal oleada que comenz6 formalmente en 1948, habia tenido ya principio de ejecucién mucho antes, y muy especialmente en 1945 en la conferen- cia de Chapultepec, donde los patses de este sector continental se adhirieron al sistema democrético y concibieron 1a posibilidad de crear un sistema de proteccin internacional de los derechos humanos. La Resolucién IX (13) dispuso la elaboracién de un proyecto de Declaracién de Derechos y Deberes Interna- cionales del Hombre, tarea que fue encarga- da —como veremos— al Comité Juridico In- teramericano, 0 EL DERECHO PROCESAL TRANSNACIONAL A) Generalidades Eltramite anteun érgano jurisdiecional como la Corte Interamericana de Derechos Huma- nos implica el ejercicio del derecho de accion 9), con similares caracterfsticas —eunque, (19) Que en verdad puede considerarse como la continuacién de la pretensién promovida en (162) 1027 con ciertas diferencias—al quese lleva a cabo ante los tribunales domésticos; y el conjunto de normas que lo reglamenta, que hemos Mamado derecho procesal supranacional, 0 transnacional (20) —nacido con la finalizacién de la Segunda Guerra Mundial— tiene por ende grandes parecidos con el local, no obstan- te algunos rasgos definidores, que luego estu- diaremos. El derecho de accién (0 de accionar) es con- siderado como un derecho auténomo de cardc- ter constitucional conforme a la postura de los grandes procesalistas modernos, como Canewurti, Aucata, Zamora y CASTILLO, Couture, Fix Zamupio, ete. Empero, en los uiltimos tiempos, y debido ala influenciasocial en el campo jurfdico (21) ha sufrido una gran transformacién, ya que dej6 de apoyarse en una base individualista, constituyéndose en una potestad de los gobernantes. Por ello — como bien dice Fix Zamvnto (22)— la accién Brosesal es un derecho humano a ta justia, fe ah que varias Cartas supremas modernas (3), la consideren como.un derecho auténomo ¥y por consecuencia, independiente al clasico de peticién. Esta modificacién se advierte con nitidez en los actuales documentos interna- cionales, como por ejemplo, la Convencién Americana sobre Derechos’ Humanos, que tipifica un proceso supranacional, lo mismo que su predecesora europea, de caracterfsti- cas similares al trémite que se incoa en la Comunidad Econ6mica y que se canaliza ante la Corte de Luxemburgo (2), Puede decirse—como sintesis—que actual- mente el derecho de accién (25) es considerado el derecho interno, y continuada ante ta (20) Véase, Gozaixt, OsvaLpo, El proceso transnacional, particularidades procesales de la Corte Interamericana de Derechos Huma- nos, Ediar, Buenos Aires, 1992. (21) El jarista italiano, Mauro Careauteri, habla de la dimensién social del derecho y della justicia (véaso, Acceso a la Justicia, ob, cit., p. 23). (22) Fix Zamupio, Los problemas contempo- réneos del Poder Judicial (UNAM, México, pp. 3-19). (23) Loewenstein, Kan, Teorfa de la Consti- tucién, Ariel, Barcolona, 1988, p, 398, (4) Hirtens, Juan C., El derecho procesal constitucional y e control de constitucionali- dad, ED, 56-56/69. (25) Este dorecho de accién debe considerar- se como una especie, del genérico y esencial 1028 JUAN CARLOS HITTERS como un derecho auténomo constitucional, que muchas Cartas magnas modernas lo han ineorporado, y que en las ultimas épocas se ha socializado, dejando de tener una perspectiva meramente individualista, para convertirse en lo que ha dado en lamarse, la dimension social del derecho, principio que al haber sido receptado por los documentos internacionales de la époea, nos permite hablar también dela dimensién supranacional de la justicia (26), Es dable afirmar, en suma, que el ritual moderno no es un simple trémite regulado sélo en los eédigos adjetivos, pues en los alti- ‘mos tiempos comprende ciertas instituciones procesales, como el derecho a la jurisdiccién, el amparo, el habeas corpus, ete.; que se han ineorporado a las Cartas Méximas, 0 por lo que el pleito se ha convertido en un instru- mento para realizar uno de los derechos tras- cendentes del hombre, el derecho a lajusticia, que no se conereta con la mera posibilidad de accionar, sino de acceder efectivamente a la justicia 27), B. Particularidades del derecho procesal transnacional 1. Generalidades ‘Hemos destacado el fenémeno que concluy6 con la aparici6n de esta nueva disciplina que enmarca el procedimiento internacional, dela de Ia persona, Desde tal perspectiva, se tiends a “garantizar” y no simplemente a “procla- mar” las potestades de cada ser humano. Ello implica la puesta en marcha de un movimien- to verdaderamente innovador, respecto de lo gue antes se concebfa como “accién procesal’. Las Cartas Supremas actuales han tratado ai derecho a accionar (ejemplo, Brasil, Colombia, etc.). Todo ello no debe verse —como dice Fx Zawupio— en forma aislada, ya que esta vinculado con el derecho de defensa. (8) Si bien es cierto que —como anticipa- ‘mos— este fenémeno arranea con la finaliza- cién de la Segunda Guerra Mundial, no lo es menos que tuvo algiin antecedente cuando so intenté —con timidez— al concluir la Primera Conflagracién Universal, proteger ciertas ga- rantfas minimas a través de las constitucio- nes, lo que se denominé, el fenémeno de racionalizacién del poder (véase LoEwestetn, ob, cit, pp. 110, 149, 45, 26 y 390). (22) Fix Zemupio, Los problemas contempo- rdneos det Poder Judicial, Universidad Nacio- nal Auténoma de México, 1986, pp. 5, 10-y 11. que—como dice Gros Esprets,(25)—poco seha escrito, y que es necesario abordar en forma auténoma, sin dejar de reiterar que ella no se diferencia esencialmente, de su rama madre, el derecho procesal, dado que se apontoca en Jos mismos prineipios, aunque, por supuesto, con algunas variantes, delas que mas adelan- te nos ccuparemos. Esta rama del derecho adjetivo como an- ticipamos— no recibe una denominacién ini- ca, yaque algunos autores hablan de “derecho procesal internacional” (2), mientras que otros ladenominan, “derecho procesal relativo a los derechos humanos” (89), y otros —entre los que nos incluimos— derecho procesal transnacional 0 supranacional atinente a los Derechos Humanos. Lo cierto es que como con toda agudeza remarea ALCALS Zamora y Castitio, el hecho de que se hayan puesto en funcionamiento tribunales internacionales, no autoriza a pen- sar que los preceptos que lo reglan, tengan una esencia distinta de los que se ocupan del Tito local; por ende esta parcela no adquiere autonomfa, como tampocola posee—por ejem- plo—la jurisdiceién militar. Ademds los dere- chos qué custodia tal sistema, son los mismos que abarca cualquier juicio doméstico. En todo caso la autonomfa —acota este autor— estarfa dada porque opera fuera de as fronte- ras locales ($1), Con las salvedades apuntadas, hay que reiterar que si bien pertenece a la rama nica, el derecho procesal; en el émbito inter- nacional se notan ciertas particularidades, ‘al cual lo ha dicho la Corte Interamerica- na—, por desarrollarse ante un érgano supranacional, y por ocuparse de los dere- chos humanos (22), 8) Gros Esreut, Héctor, Bl procedimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en ia Corte Interamericana de Derechos Humanos, Estudios y Documentos, TIDE, San José de Costa Rica, p. 67. (@9) Gros Esp, ob. cit., p. 70 (89) ALCALA ZawoRA y Cxsimio, Nicero, La proteceién procesal internacional de los dere- chos humanos, Civitas (Espafia), ob. cit. 1975, Pp. 33 y 34. (Bl) AtcAtA Zamora y Castiio, Niceto, ob. cit., pp. 44-49. 32) Caso, “Velézquez Rodriguez”, sentencia del 29 de julio de 1988, Corte Interamericana de Derechos Humanos, parrs. 132, 133, y 135 ALGO MAS SOB! Corresponde saber cusl es la naturaleza del rito analizado, es decir, si es inquisitive 0 dispositivo. Nosotros consideramos que es tf- picamente “dispositivo”, pues su puesta en marcha, como el ofrecimiento de las prucbas, dependen de las partes —los pafses ola Comi- sién— aunque obviamente el tribunal actia como juez director con amplios poderes-debe- res (98), y siempre con una tesis tuitiva del hombre. ‘La Corte Interamericanaha dejado en claro que tal proceso no es de esencia penal, dado que no tiene por objeto imponer penas a los culpables de las violaciones, sino tiende a amparar a las victimas y adisponer larepara- cidn de los dafios (4). En sintesis podemos decir que este procedi- miento es de naturaleza dispositiva, con cier- ta atenuacién, pues los participantes no “dis- ponen” libremente de la accién, habida cuenta de que una vez puesta en marchala misma, no siempre pueden “desistirla” (art. 43 del Regla- mento dela Corte), salvo en los casos excepeio- nales en que sélo estén en juego intereses meramente patrimoniales. Todo ello sin per- juicio de reiterar su contenido publicéstico, donde el tribunal est potenciado para ejercer ampliamente sus poderes-deberes como juez- director, sin ningun tipo de impedimentos. 2. Principios procesales Sogiin anticipamos, rigen los principios pro- cesales queimperan en el sector local, aunque con algunas particularidades, pues el legiti- mado pasivoes siempre un Estado, y por tener una finalidad tuitiva en relacién alapersona humana, que resulta la destinataria final y Ainica de todos los esfuerzos que prodiga el derecho internacional de los derechos huma- nos. En lo que a esto tiltimo respecta, es decirla especialidad (38) del procedimiento que prote- (63) Eissen, Manc-Anoné, Bl Tribunal Euro- peo de Derechos Humanos, Cuadernos Civitas, ob. eit. p. 48, Aunque este autor confunde la stica del juez-director, con la esencial iva, que son dos cosas distintas, pues el proceso doméstico moderno —ejemplo el juicio civil— es dispositive, y también allf el judicante tiene amplios poderes. (4) Caso, “Velazquez Rodriguez", parr. 134. (85) Oreza, Eouando Davin, ob. cit, punto 3, y nota 94. 'L PROCESO TRANSNACIONAL, (162) 1029 ge las libertades del hombre, cabe consignar que dicha caracteristica se nota con nitidez cuando el ciudadano demanda a un pats (38), ‘yaquesi se trata deuna acciéninterestatal tal pauta queda totalmente relativizada. Ese cri- terio ha sido remarcado por la Corte de Estrasburgo cuando destacé que la finalidad del Convencién de Roma, es proteger @ los individuos, y ello supone que sus cléusulas procedimeniales deben aplicarse del modo que ‘mejor cumplan ese postulado (37), Cuando se analizan las reglas adjetivas que imperan en el rito supranacional, no debe perder de vista —como principio orientador— el cardcter subsidiario que tiene este modelo @5), cireunstancia que impide aeudir directa- mente a los érganos de! Pacto de San José, salvo raras excepciones. Por ello estos meca~ nismos supranacionales, sélo entran a funcio- nar después de haberse agotado los recursos locales (39). Como resulta por demés conocido, campean eneste Ambito los principios de contradiccién, inmediacién, economfa procesal, oralidad, Publicidad, ¢ informalismo. Con respecto al de contradiccién, cabe pun- tualizar que el mismo tiene vigencia en la medida queen el pleito existan intereses *con- tradictorios”, es decir, una “litis” 0 “conflicto”. Va de suyo que las normas adjetivas del ritual internacional autorizan alas partes a ejercer las oportunidades de ataque y defensa, por ende el menoscabo de dichos actos, implica indefensién, Las normas del Estatuto de la (88) Caso de Becker, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, fallo del 27-3-62. (7) Caso Klass, Tribunal Buropeo de Dere- chos Humanos, fallo dol 69-79, Véase, Onsw, ob. cit,, nota 95, (8) Que on el 4mbito de la Corte de Luxemburgo —es decir en la Comunidad Econdmica Europea— se splica con gran claridad, pues ese tribunal le ha dado priori- dad al derecho comunitario sobre el local, destacando la directa operatividad de aquél. La Corte Interamericana de Derechos Huma- nnos también marcé el caréctor operative del Pacto de San José (véaso Hrrrexs, Jua Can- os, Derecho Internacional de los Derechos Humanos, T. 1, parr. 213). (68) Casos, Lingutstico Belga, del 23-7.68; y Hanside, del 7-12-76, Tribunal Buropeo de Derechos Humanos. 1030 JUAN CARLOS HITTERS Corte, como las del Reglamento, se ocupan de que estos postulados sean acatados. La inmediacién se concreta a través del principio de oralidad, aunque en verdad, éste no leva un fin en sf mismo, sino-que opera como vehiculo dela inmediacién (#0). En gene- ral prevalece en el mundo la idea de que la oralidad es buena para los litigios donde ten- gan preeminencia las cuestiones de hecho, pues para las de derecho, es mejor el pleito escrito. Enel proceso supranacional, general- mente tienen mds relevancia los matices fécticos que los juridicos, pues siempre se tiende a comprobar —y a’sancionar— la in- fraccién al Pacto —o a otros instruments internacionales—por parte de los Estados, por To que los temas iuris, no son de todos los dias. En el modelo de Costa Rica —Io mismo que en el europeo—rige la oralidad, aunque por supuesto, convengamos que nunca ello es qui- micamente puro, ya que en todo pieito oral hay trémites escritos (art. 29 del Reglam.), tales como la demanda, su réplica, el ofreci- miento de pruebas, ciertos recursos, ete. (#2), Parece obvio acotar que la “oralidad” se da en las audiencias (arts. 14 y 41 del Reglam.) En este aspecto téngase en cuenta que el Reglamento de la Corte sefiala que el Presi- dente debe fijarla apertura del procedimiento oral, previa consulta con los agentes y delega- dos.’ Luego de celebrada la vista de causa, vienen nuevamente los actos escriturarios, tales como el acta y las resolucionés y senten- cia, E] Reglamento de la Corte marca claramen- te ambos tramos (#2), ya que el art. 29 se ocupa del escrito, que empieza con la demanda y termina con la decisién de las excepciones preliminares (art. 80); mientras que el art. 32 hace referencia al arranque del rito oral, que prineipia cuando se fija la fecha dela audien- cia; y finiquita al llegar ésta a su conclusién. Vale decir, entonces, que ante la Corte, el (40) Hirrens, Jua Cantos, El juicto Oral (en Materia Civil'y Comercial). Ediciones Juridi- cas, pp. 23-48 (41) Acard Zamora y Casto, Nicero, La proteccién procesal, ob. cit., p. 122. ($2) Aunque por error se refiere al trémite escriturario a partir de la contestacién de la demanda (art, 29), cuando también ésta se incoa por escrito. esquema es mixto, aunque prevalece la oralidad (43), dado que el procedimiento tran- sita por ambos sistemas, en forma sucesiva, arrancando por la escritura (4), También hemos destacado que este procedi- miento es piiblico (45), con m4s raz6n en su tramo oral. En tal aspecto el artfculo 14.1 del Regla- mento dice que “las audiencias serdn publ cas", aunque el apartado 2, sefiala que la Corte tiene que deliberar en privado, y tal actividad debe permanecer secreta, Otros de los criterios que iluminan este andarivel, es el de informalidad, que consiste en darle —en principio— validez a los actos, aunque posean ciertas deficiencias formales. Tal esquema ha sido resaltado por la Corte Europea (#), y reiterado por su similar ame- ricana, quien enfatizé que en la jurisdiecién (48) Sostiene ALcaLA Zamora y CASTILLO, que en el Ambito europeo priva la eseritura, sobre Ja oralidad. Sin embargo hay que tener en cuenta que este publicista, cuando hizo esa aseveracién, se roferfa a todo el proceso supranacional, incluyendo su trénsito por la Comision (La proteccién procesal, ob. cit, p. 129). (44) Veaso Gros Esorei1, Héctor, Bl procedi- miento, ob. cit. 86. Como bion aclara este autor, en la Corte siempre se da el sistema mixto, salvo en el caso “de Viviana Gallardo y otras” (Nro. g 101/81 Serie A: Fallos y Opinio- nes), donde no hubo trémite oral, porque la pretensién fue desestimada por’ cuestiones formales, ya que el Gobierno de Costa Rica intenté llegar la Tribunal, sin el paso previo ante la Comisién, (45) Essen, Mare-Axoné, El Tribunal Euro- ‘peo de Derechos Humanos, ob. eit, p. 49. (48) Sofialé on el Caso Reigensen (del 16-7- 71), que “las jurisdiceiones internacionales han constatado en varias ocasiones que ol derecho internacional no puede ser aplicado con ol mismo formalismo que se impone a veces en la aplicacién del derecho interno...E1 Tribunal sofala, adomés, que las demandas individuales proceden a menudo de profanos que, mas de nueve veces sobre diez, escriben la Comision sin asistencia de un jurista... Hay que tener en consideracién que este fallo se refirié al procedimiento ante la Comisién, por Io que no se puede aplicar @ pie puntillas para la Corte, aunque -sirve como criterio orientador. ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL que nos ocupa, “...a inobservancia de ciertas formalidades no siempre es relevante, pues lo esencial es que se preserven las condiciones necesarias para que los derechos procesales de las partes no sean disminuidos o desequili- brados.." (47). Puede decirse, en sintesis, que en el sendero supranacional que se leva a cabo ante la Corte Interamericana, lo mistio que en los domésticos, eampea el principio de tnformali- dad, que significa que debe privar la sustancia sobre las formas, ya que la inobservancia de ciertas reglas in procedendo no causan la nuulidad del acto, pies lo que importa es que se preserven los derechos procesales —y mas atin los sustanciales— de los litigantes. De todos modos, parece baladf repetir, que ellono significa que reine la anarquia, pues en algunos casos, las formas existen para apontocar el derecho de defensa en juicio. Por ejemplo en el Asunto “Viviana Gallardo”, el ‘Tribunal del Pacto de San José puso de resal- to, par ejemplo, que el paso ante la Comisisn es insoslayable, lo que significa que no se puede llegar ala Corte —en el procedimiento contradictorio— sin transitar primero ante aquilla (48), Demis estd decir que estos parametros se aplican adiario en os pleitos dela jurisdiccién domeéstica. 8. Concepto de Parte El concepto de “parte”, ha sido abordado por la Corte, por primera vezen el caso"Veldzquez Rodriguez”. Fue uno de los puntos més impor- tantes y rispidos del pronunciamiento de marras (con perfiles no sélo procesales sino también fondales). La cuestién ha sido am- pliamente debatida en el fallo, y los jueces no se han puesto del todo de acuerdo, aunque la mayorfa considera que la victima no es parte. (47) Caso, “Velazquez Rodriguez” [ED, 130- 646], excepciones preliminares, Corte Intera- mericana de Derechos Humanos, parr. 18. Tdem “Godinéz Cruz” {ED, 132-571], senten- cia del 20 de enero de 1981, parr. 15. Conf. caso “Fairon Garbi", parr. 89. Conf. Caso “Gangaray Panday excepciones preliminares’, del 4-12-91. Este Criterio del informalismo también rige en la Corto Internacional de Justicia (arts. 40.4. y 52.8 de se Reglamento). (48) Asunto “de Viviana Gallardo y otras” —Nro. g 101/81— Serie A: Fallos y Opiniones. (162) 1031 El judicante Piza E,, votando en disidencia, opina —con razén a nuestro modo de ver— que los denunciantes, la Comisi6n, y el conde- nado, debieron intervenir en la conversacién sobre la fijacién de la cuantfa dela reparacién por la Corte, Para llegar aesta conclusién aduna que la Comisién es parte instrumental, mientras quelavietimaosus familiares gozan de la condicién de parte material (opinién disidente parrs. 1-6). Sin entrar en esta dicotomfa que nos parece un tanto artificial (49), creemos que esa solu- cién es la que mas se acomoda a Ja realidad actual del sistema de proteccién de los dere- chos humanos, donde cada dfa se le reconoce al individuo una més amplia legitimacién, a tal punto que en un Protocolo adicional ‘el Convenio Europeo sobre Derechos Humanos se le da ahora al hombre la posibilidad para demandar y actuar ante la Corte, potestad esta que con anterioridad solo la tenfan, los Estados y la Comisién, Se colige en este voto minoritario, que las partes en sentido sustancial son, el Estado comolegitimadopasivo;y el denuncianteacree- dor. *La Comisién no es parte en ninguin sen- tido sustancial, porque no es titular de dere~ chos ni de deberes que hayan de ser o puedan ser declarados 0 constituidos por la sentencia”...(parr. 4) a mi juicio —agrega el juez disidente—, lo tinico que la Convencién Veda al ser Humano es la iniciativa de la accién (art, 61.1), limitacién que, como tal, es materia a la luz de los principios, de manera que debe interpretarse restrictivamente. En consecuencia, no es dable derivar de esa res- triccién la conclusion de que también le est vedado al ser humano su condicién auténoma de parte enel proceso una vez que éste se haya iniciado,..En lo que se refiere a la Comisién Interamericana que debe comparecer en todos Jos casos ante la Corte...dsta es claramente una parte puramente procesal, auxiliar de la justicia, ala manera de un ministerio piblico del sistema interamericano de proteccién de Jos derechos humanos...” (50), Como acabamos de puntualizar, comparti- (49) Porque la “instrumental”, es siempre en definitiva una representante 0 mandataria, do Ja “material”, que si bion por diversas razones no puede intervenir en juicio, es la destinata- ria de las actuaciones; como’ por ejomplo, Ios incapaces en los procesos domésticos. (60) Considerando 6-6. { | 1032 JUAN CARLOS HITTERS mos los fundamentos del voto minoritario en el sentido de que el denunciante es parte en estos tipos de pleitos, tanto ante la Comision, donde no existe duda alguna, como ante la Corte. Ello sin dejar de reconocer que las disposiciones vigentes no son claras y admi- tiendo que la solucién que proponemds surge de una télesis finalistay abarcadora del mode- Jo de proteccién internacional de los derechos humanos, sobre la base de una interpretacisn. Iumanitari= de esta problemétied, ala que ha Megado la Corte de Estrasburgo, para asuntos similares al aquf comentado (°1), apoyandose en preceptos no del todo diferentes a los de nuestra Convencién, la que en tal aspecto ha seguido a pie juntilias al esquema del viejo continente; por lo que resultard conveniente tenerlo como gufa (52), Desde esta vertiente dijo el Tribunal Euro- peo en el caso Lawless que si bien la Conven- cién —ahora reformada, como anticipamos— veda el acceso del individuo en calidad de parte, no resulta contrario a ese cuerpo pre- ceptivo reconocerlo como titular de ciertas sitnaciones procesales que no implican el conferimiento de un determinade locus standi en el juicio (53), Posteriormente, enel caso Los Vagabundos, ese drgano judicial autoriz6 a los abogados de la vietima a ineorporarse al pleito, con am- plias facultades deintexvenir en elmismo(#). La experiencia de mas de 10 aos, hizo — como vimos— que en 1982 dicho cuerpo modi- ficara su Reglamento, permitiéndole al de- nunciante, participar activamente en el pro- ceso, con potestades similares a las de la Comisisny los Estados, salvola posibilidad de Hevar el temaa la Corte (5), interpretando de (51) Véase, Lovez Manin Avronto, El recurso individual ante un érgano internacional. El caso Nielsen, en Revista Espafiola de Derecho Internacional, ob. cit. segunda época, vol. XVIL, nm, 1, 1965, pp. 3 y sigtes. (2) Nuswex, La proteccidn internacional de los derechos humanos. Su desarrollo progresi- vo, Instituto Interamericano de Derechos Hu- manos, Civitas, Madrid, p. 221, nota 83. (63) Fallado el 14 de noviembre de 1960. Véase Gancia De Extenia, y otros, ob. cit., p. 245, G4) Nuxwen, ob. cit, p. 228. (65) Nuacex, ob, cit., pp. 225-227. Sostiene este autor, que “lo cierto es que el vigente Reglemento de la Corte Europea, después de esta forma, con un aleance més amplio, el art. 44 dela Convencién europea, que como el 61.1 delanuestra, veda al particularlapotestad de introducirel caso ante el érganojurisdigcional del sistema. Del Reglamento dela Corte Interamericana puede extraerse la solucién actual que propo- nemos, ya que el mismo parece darle al indivi- duo la condicién de parte. Asf por ejemplo, el art, 43.2habla de “las partes” yde la Comision, ¥ si al individuo no se le reconociera esa cali- dad, la frase encomillada debié estar en singu- lar, Tal situacién se repite en el art. 35 (55), En sfntesis creemos que el ser humano es parte ante la Corte, y que si bien no esta potenciado para acudir directamente ante ella como legitimado activo; una vez que la Comi- sién (o tn Estado) puso en marcha las actua- ciones ante el Tribunal del sistema, la vietima puede intervenir sin ninguin tipo de restriccio- nes, Tan es asf que el art. 28 del Reglamento —siguiendo las aguas de su similar europeo— hace notificar la demanda, al denunciante original y a la victima o a sus familiares. Admitimios que esta respuesta no surge linealmente de los textos aludidos, pero es —como dijimos—la que més se acomoda a la interpretacién humanitaria quedebe campear en este émbito, De todas maneras, y aun ciniéndonos ala Conveneién Interamericana sobre Derechos Humanos, convengamos que su art. 61.1 le niega al denunciante la posibi- lidad de llegar per se a la Corte, pero no de actuar como parte (57), introducido un caso ante ésta, equipara ente. ramente on todos sus derechos durante el desarrollo del juicio, al denunciante original con los Estados litigantes y con la Comisién. Aun cuando el reglamento parece reservar el calificativo de parte en el proceso exclusiva- mente para los Estados que participan en el mismo —lo cual excluirfa también a la Comi- sién de esta condicién—, la circunstancia de que el individuo aparezca investido con pode- es juridicos suficientes para intervenir on condiciones de igualdad, en el debate judicial contradictorio, implica que, por obra del Re- glamento de la Corte Europea, ha alcanzado téenicamente la condicién de’ parte en los procesos que tienen lugar ante ella” (6) Ver voto del juez Piza E.. Allf se expresa, que el art, 63.1 de ia convencién, habla de parte lesionada, cuando se refiere al denunciante. (67) Hrrvers, Juan Cantos, La Corte Intera- mericana. Revista Uruguaya de Derecho Pro- cesal, nro. 3, 1988, p. 239. ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL Reiteramos que la Comisién y los Estados, son,Jos tinicos que pueden incoar una denun- cia ante el Tribunal de referencia. Empero una vez iniciada la misma, la vfctima est en condiciones de intervenir en el pleito, y debe ser escuchada como una “parte” mas (), mM CONCLUSIONES + A) Rango Constitucional de los Pactos sobre Derechos Humanos La Convencién Nacional Constituyente de 1994, reformé el art. 67 ine. 19 de la Carta Magna —shora art. 75 ine. 22— y le dio jerarqufa constitucional a varios tratados s0- bre derechos humanos, ratificados por el pafs, entre ellos, el Pacto de San José de Costa Rica. ‘Antes que nada es dable poner de relieve, que los mismos ya eran derecho positive desde el momento de surratificacién por el Congreso. Y adems riuestra Corte Suprema habfa he- cho ingresar al tiltimo casi a la antesala dela propia Constitucién, a través de Ios conocidos fallos, Ekmedkjian ¢. Sofovick (de 1992) [ED, 148-338) y Fibraca (de 1993) [ED, 154-161]. En cuanto a su operatividad nada ha cambia- do, pues ya era en rigor self executing, es decir directamente operativos, por regla. Serfaimportante acotar quela modificacién implica un verdadero avance, pues nos hemos puesto a la vanguardia de los grandes movi- Tientos de los tltimos tiempos, habidacuenta dé que, salvo algunos paises de América Lati- na, hasta ahora sélose le han conferidoa tales Pactos una jerarqufs por encima de las leyes, pero por debajo de la Constitucién, Lo cierto es que esta solucién responde a ‘una profunda tendencia on prode los derechos humanos, tanto a nivel doméstico como inter- nacional,’ dando nacimiento al denominado derecho transnacional (69) que se erige —al decir de Cappelletti—, como uno de los fens- ‘menos més importantes de este siglo. Ello asf (68) Hirrers, Juan Cantos, Derecho Interna cional de los Derechos Humanos, Ediar, 1993, ‘T. TL, p. 480. (8) Repérase on que el art. 75, ine. 24 se refiere, més bien al Derecho Comunitario o de integracién (Mercosur) y el art. 75 ine. 22 al Derecho Internacional de los Derechos Huma- nos. (t 162) 1033, pues las normasjuridicas locales creadas para tener vigencia dentro delos Estados, se fueron. “extendiendo” —a través de los tratados— logrando operatividad més allé de las fronte- Los pactos y convenciones aquf analizados poseen ciertas particularidades con respecto a los clasicos, habida cuenta de que seguin lo ha destacado la Corte Interamericana, en dos Opiniones Consultivas (OC-2 y OC-3), tienen por objeto y fin la tutela de las prerrogativas del individuo (69), Por todo ello, la reforma les ha otorgado jerarqufa constitucional, pasando a “eomple- mentar” la Carta Magna, sin violentar el art. 81 dela misma. Esto quiere significar, que en caso de una eventual contraposicién, con la Constitucién, prevalocerd feta, pes start. 27,dispone que los tratados deben mantener conformidad con los principios de derecho puiblicos establecidos enella. Portal motivacién el actual art. 75ine. 22 dispone enfaticamente que los convenios internacionales a los que hemos hecho refe- rencia, deben entenderse como “complemen. tarios” de la Carta Magna, no pudiendo dero- gar, ni contradecir la denominada parte dog- mética. En sintesis, los instrumentos que se afiaden ala Carta Suprema, tienen rango constitucio- nal, pero no son la Constitucién misma. Este seré el argumento trascendente que en al futuro podrén utilizar los judicantes, para darle prioridad a la Constitucién, sin perder de vista que la télesis final de los mecanismos queseincorporarén, es la tutela del serhuma- no (61). B, Bl poruenir del Derecho Procesal Trans- Hemos visto que luego de la finalizacién de la Segunda Guerra Mundial, y como conse- cuencia de los oprobios que esa conflagracién Je produjo a la humanidad, se fue gestando— en el mundo occidental— un movimiento en (60) E1 suscripto fue Convencional Nacional Constituyente en dicha reforma, ocupando el cargo de Vice Presidente Iro, de la Comisién de Redaccién. (61) Véase Hrrrens, Manrivez, Tespesta, Jerarquia de los Tratados sobre Derechos Humanos: Fundamentos de la Reforma de 1954. El Derecho, Boletin del 31-10-94. 1034 JUAN CARLOS HITTERS , defensa de los derechos del hombre, primeroa nivel nacional, y luego a escala internacional, dando como resultadola apariciéndel derecho transnacional A nivel de la Comunidad Europea se han puesto también on marcha mecanismos jurf- licos supranacionales, de tal modo que el ser humano tiene desde que quedaron conforma- dos estos pardmetros, una sombrilla protecto- ra (un Bill of rights), que lo cubre fuera de los limites de las fronteras en las que normal- mente habita (lex universalis). Estamosen presencia de un derecho trans- nacional, con regulaciones “sustanciales” 0 “fondales” por un lado que nacen a través de Jos Convenios y Tratados Internacionales; con “procesales” por otro, surgidos por media- cidn de los estatutos y los reglamentos, como el de Luxemburgo —para la Comunidad Eco- némica Europea—o los de Estrasburgo y de Costa Rica, para el Ambito de la proteccién de os derechos humanos. Lo importante de esta moderna rama es doble, pues incorpora normas supranacionales al torrente jurfdico doméstico, que son direc- tamente operativas (self executing), logrando una uniformidad continental en la inter- pretacién del derecho metanacional; ademas, impone un contralor que est por encima del Tocal —surpanacional— para que los Estados y los euerpos internos acaten este derecho, produciendode tal modo también una unifica- eign ya que los entes “revisores” —Comision y Corte—, llevan a cabo una especie de inspec- cién que produce cierta uniformidad En lo que hace, el derecho “procesal” trans- nacional, debe ser estudiado y reelaborado por los procesalistas, siconsideramos que como remareaba ALcALa Zamora, la mayorta de los reglamentos y estatutos que hoy ri- gen, han sido pergefiados por interna cionalistas, con magros conocimientos de las reglas que iluminan el campo adjetivo. Ademés se trata de una corriente en conti- nua expansién que precisa de un serio trata- miento por parte de los especialistas en el sector del proceso. A grandes trazos hemos intentado sefialar eneste trabajo, que en principio, se aplican al Derecho Procesal Transnacional, las pautas generales que se ponen en marcha en los pleitos domésticos, aunque, con cierta especi- ficidad teniendo en consideracion los intere- ses que estén en juego. En el Ambito americano, sea a través del Mercosur(®),o del Acuerds de Cartagena(®) 0 del sistema continental tuitivo de los dere- chos humanos, funcionan érganos jurisdiccio- nales y cuasi jurisdiccionales, de jerarquia supranacional através de los cuales se resuel- ven “litigios”. Ello significa que es imprescin- dible estudiar y sistematizar esta discipli- na), ylos procesalistas no pueden ser convi- dados de piedra, debiendo tener un rol participative. Estos conceptos se extienden en general a Jos abogados que se ocupan de representar y patrocinar en juicio, ya que en Europa, la especialidad en: los procesos transnacionaies, constituyen una importante fuente de traba- Jo. En suma, estamos en presencia de una nue- va materia procesal que ha ido ereciendo de modo “silvestre”, por lo que ya es hora de abordarla cientfficamente, y por especialistas ara que esculpan su verdadero rostro. (62) El Tratado de Asuncién (suscripto ef 26- 8-91), prevé tres sistemas para la solucién do controversias; uno fijado en el tratado de origen, otro para regir la transicién (vigente), y un tercero que ser el definitive. No existe por ahora una Comision y una Corte, como en la Comunidad Econémica Europea. Actual- monte hay dos modelos, uno para las contro- versias entre partes y otro para las reclama- ciones de los particulares frente a un Estado Parte (Protocolo de Brasilia). Véase “El ‘Mercosur, aspectos institucionales y econémi- cos", A. M. Monstio, Coordinador Librerfa Editora Plantese S.R.L, (63) El Tribunal de Justicia del Acuerdo de Cartagena, fue creado por el Tratado del 25 de mayo de 1979, y comenzé a funcionar en Quito el 5 de enero de 1984. (4) Veaso, AnceL Lannoxt Sosa Bl Proceso Transnacional; Mario Acuumne Govov, EI Pro- ceso Transnacional; ambos Revista del Insti- tuto Colombiano de Derecho Procesal Volu- men II, nro, 16-17, pags. 11 y 33 respectiva- niente,

Vous aimerez peut-être aussi