ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL
Por JUAN CARLOS HITTERS ;
SUMARIO: I. Diyexsiox TRaxswActonat,
a. Proceso: A. La Comunidad Econémica
Europea y la Unién Europea (Derecho Co-
‘munitaria: 1, Influencia del Derecho Comu-
nitario. 2. Caracterfsticas del Derecho Co-
munitario, 8. Organos Comunitarios. El
‘Tribunal de Justicia. B. Bl Sistema Transna:
cional de Proteccidn de los Derechos Huma
nos: 1. Sistema Furopeo. 2. Diferencias
entre el Derecho Comunitario y el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. 8
Sistoma Interamericano. — II. Eu, Denecno
Paoeesal, TRaNsxacional: A. Generalidades.
B. Particularidades del Derecho Procesal
Transnacional: 1. Goneralid.des. 2. Princi-
pios Procesales. 3, Concopto de Parte.
IIL. Concuosiosts: A. Rango Constitucional
de los Pactos sobre Derechos Humanos. B.
El Porvenir del Derecho Procesal Transna-
eional.
I
DIMENSION TRANSNACIONAL DEL
PROCESO
Poco antes de finalizar la Ira. mitad de este
siglo, se configuré en el mundo occidental una
corriente destinada a garantizar los derechos
Nora pe Repaccio: Sobre el tema ver,
los siguientes trabajos publicados en
uo: Bl ordenamiento jurtdico de la
Comunidad Beonémica Buropet, por ALEXANDER
8, Van Dex Avoonr, ED, 142-871; La nueva
agrupacién europea de interés econémico, por
Cunisrian Oscar Zscnocke, ED, 144-789; El
Juez frente al derecho comunitario, por Atos
Kemeiamaer pe Caruuccr, ED, 148-825; La
comunidad de derecho y el tribunal europeo,
por Eve I. Rnsoupt pz Lapwany, ED, 158-972.
fuudamentales del ser humano, a través dela
constitucionalizacién de dichas prerrogativas
(}), utilizando el trdmite de cristalizar en las
cartas magnas ciertas potestades y garantias
que se vieron con.o imprescindibles, algunas
de ellas referidas al debido proceso.
Tal corriente fue considerada por los auto-
res, como la dimensidn constitucional del de-
recho y de la justicia (2), consistente en la
afirmaci6n e individualizacién de los requisi-
tos minimos de equidad (ineluyendo las ga-
rantias judiciales para su defensa) que se
ineorporaron en los estatutos superlegales.
Inmediatamente se advirtié que esa protec-
cién no resultaba suficiente, pues era impres-
cindible la creacién coeténea —sobre todo en
Europa— de Cortes especializadas, para ha-
(1) En este sentido algunos autores piensan
que ese movimiento generé una nueva rama
Jurfdica Hamad Derecho Procesal Constitu-
‘ional, con una cierta autonomfa, por lo
menos pedagégica y cientifica, cuya paterni-
dad ciertos doctrmantes se la atribuyen a
Haws Krisew y otros a Epuarno Courue. En
esta disciplina su contenido apunta a temas
de gran importancia, como: 1) el debido proce-
so legal; 2hlas garantias de las partes; 3) las
categorfas de la jurisdicci6n; 4) las garantfas
Judiciales, etc. (véase Hrrrens, Jua Cantos,
EI Derecho Procesal Constitucional. ED 121°
881; {dem TripanNe, RovouFO ANTONIO, Acerca
del Derecho Procesat Constitucional, ED, 127-
722, Idom, Hrrrers, Juan C., on Estudios de
Derecho Constitucional Panamero, Compila-
dos Jorce Fanneca, Panamé, 1987, p. 865.
@) Capretuerrt, Mauro, Acceso a ta Justicia
Conclusiones de un proyecto de investigacin
juridico-sociolégica, tradueido por Juan Car-
los Hitters, JA, 1981-III-810-814.
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|
|ALGO MAS SOBRE BL PROCI
cer acatar esos derechos; deahfla aparicién en
el viejo mundo de los Tribunales Constitucio-
nales, que con el tiempo llegaron a algunos
pafses americanos.
‘Mas, con posterioridad se eomprendié que
todo ese desarrollo no colmaba las expectati-
vas de la humanidad, pues resultaba posible
‘que no pocos derechos del hombre, cambiaran
de destino con el paso de las fronteras. Se
pens6 por ello en que tales garantfas debfan
gozar de vigencia a-espacial- (y obviamente
también a-temporal),o por expresario de otro
modo, erigirse en operativas en cualquier lu-
gar o territorio donde se encontrara en bene-
ficiario @).
Se pergefié entonces lo que luego dio en
Mamarse la dimensién transnacional del dere-
cho y la justicia con Ja evidente intencién de
queel respeto delas libertades humanas logre
tun nivel metanacional, a través de organis-
mos, preceptos y procesos con vigencia
supranacional (lez universalis).
Estas aspiraciones se concretaron, por un
lado en la Declaracién Universal de los Dere-
chos del Hombre, y los pactos y convenios; y
por otro, —con un angulo diverso, pero conco-
mitante— con la aparicién de la Comunidad
Econémica Europea, primero, transformada
luego en la Unién Europea a través del Trata-
do de Maastricht.
En tal perspectiva, obsérvese que como con
seeuencia de dicha evolucién, el clésico control
de constitucionalidad realizado dentro de los
paises —por érganos centralizados (concen-
trado), o fragmentariamente por cualquiera
de los jueces (difuso)—es a partir de entonces
mucho mds fascinante y abarcador ya que se
Meva acabo por cuerpos transnacionales ejem-
plo la Corte de Luxemburgo, (en el area dela
Comunidad Econémica Europea), 0 por los
‘Tribunales de Estrasburgo, y la de Costa Rica
en el sector de los derechos humanos, que
conformaron lo que se ha lamado, la justicia
transnacional y el proceso supranacional, con
reglas adjetivas propias.
EI pequefio introito que antecede tiene en
miras poner de relieve la importancia que ha
adquirido en los wltimos afios el derecho
transnacional, y la doble influencia que en
@) Vease Hurrens, Juan Cantos, Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, Ediar,
TI, pag. 29.
) TRANSNACIONAL, (e162) 1021
nuestro 4mbito continental tiene el Pacto de
San José de Costa Riea; esto es, por un lado,
por poner en marcha un control metanacional
(a través de la Comision y de la Corte Intera-
mericana); y por otra —y ello es quizé lo mas,
importante— por haber implantado un plexo
normative —por mediacién de un tratado—
que entra en el torrente jurfgeno argentino,
constituyendo un derecho operativo de jerar-
qufa interamericana. Tal Derecho transna-
cional también se observa con el nacimiento
del Mercosur, pese a que este modelo no tiene
todavia un tribunal propio como el de Luxem-
burgo para el sector europeo.
A) La Comunidad Econémica Eurépea y la
Unién Europea (Derecho Comunitario).
1. Influencia del Derecho Comunitario
Particularizaremos ahora el enfoque en el
derecho comunitario, muy suscintamente al
solo efecto de mostrar una de las manifesta-
ciones de la dimensién transnacional, caya
otra cara es el derecho internacional de los
derechos humanos.
‘Todo este desarrollo juridico que como ani
No de Saturno gira alrededor de los Tribuna-
les de Justicia transnacionales, ha creado un
paralelo lo que podrfamos denominar un nue-
vo derecho, tanto fondal como procesal. En lo
que a este tiltimo respecta —que constituye
nuestro especial punto de mira—,repsrese en
que tanto la Corte de Justicia de las Comuni-
dades Europeas como el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, se rigen por estatutos con
caractertsticas propias, que reglan el tramite
ritual desde la demanda hasta los recursos.
Claro est, podré decirse, que tales orde-
namientos en nada difieren de sus similares
nacionales; mas no ser ocioso puntualizar
que aun asf el ritual que nos ocupa tiene
ciertas particularidades que hacen que el
Derecho Procesal que lo gufa goce de algunos
rasgos definidores; eriterios estos que tam-
bién se aplican ala normativa fondal comuni-
taria, que por las particularidades de la mate-
ria ala que se aplica adquiere también una
fisonomfa especial.
De lo brevemonte expresado se colige sin
ambages, siempre con unas aspiracién peda-
g6gica —y sin aislacionismos— que podemos
hablar de un derecho comunitario, que a su
vez se subdivide en el derecho fondal trans-
nacional (los tratados, las constituciones, y
Tas leyes internas de cada pats, a lo que debe
agregarse la doctrina jur’ sprudeneial del pro-t
1022 JUAN CARLOS HITTERS
pio Srgano), y de un derecho procesal trans-
nacional (Los estatutos, regiamentos, y en
general las normas rituales que enmarcan
dicho tipo de juicio).
Este derecho comunitario—embrionarioen
América— ha tenido tal evohucién en el viejo
continente a partir de la formacién de las
Comunidades Europeas, que en la mayoria de
los pafses que la componen se ha erigido como
una asignatura propia de las carreras juridi-
cas; tan es asf que con el ingreso de Espafia a
ese Acuerdo Regional, se han creado ¢atedras
sobre Derecho Comunitario (#), que antes ya
imperaban en Italia, y en otros pafses de ese
continente.
2, Caracteristicas de] Derecho Comunitario
Debemosreconocer que no resultafécil tras-
ladar los principios del derecho interno, al
modelo transnacional, tan es ello asf que ha
sido bastante dificil el amoldamiento de la
Corte de Justicia de las Comunidades Euro-
peas; pues uno de los grandes problemas que
tuvo que afrontar en sus comienzos, fue des-
lindar su propia competencia con ta de los
tribunales de cada pafs miembro.
Otra de las dificultades que se advirtieron
al principio luego de que a los seis paises
originales, se adhirieran otros;fuelade armo-
nizar précticas procesales tan diferentes como
por ejemplo las de la formalista escuela juridi-
ea continental, y el pragmatismo del modelo
anglosajon.
La Corte comunitaria, pese a que tiene una
amplisima competencia en campos realmente
variados, ha conservado su simpleza y senci-
lez, Los preceptos procesales del Estatito y del
Regiamento, son sintéticos, por ello tal Tribu-
nal goza de amplios poderes. En el proceso la
fase escrita prevalece sobre la oral, no obstante
que se actiia bajo los principios de inmediacién
y concentracidn, pautas estas vigentes en la
mayor parte de fos Estados miembros.
3. Organos comunitarios. El Tribunal de
Justicia
(4) Desaxtes Reat, Manust, La competencia
judicial de la Comunidad ‘Europea, Bosch,
Barcelona, afio 1986, p. XXI. En la Facultad
de Ciencias Juridicas y Sociales de la Univer-
sidad Nacional de la Plata, se ha gestado, una
Licenciatura sobre la especialidad, ideada por
Avausto Mario Moteuto y que sin duda es
anticipatoria en América.
Le. .
Como es sabido los Tratados de Paris y
Roma dotaron alas tres Comunidades Buro-
‘peas (5) de instituciones propias, establecien-
do un orden jurfdico nuevo que regula los
poderes, derechos y obligaciones de los Esta-
dos signatarios y de sus habitantes.
Los organismos rectores son los siguientes:
Vel Consejo, compuesto por un representante
por cada una de las naciones que lo forman
nombrado por su respectivo Gobierno, varian-
do su composicién segiin la materia objeto de
la reunién; es este un cuerpo de decisién fun-
damental tanto en el campo legislativo como
en el ejecutivo; 2) la Comision, integrada por
diecisiete miembros designados de comin
acuerdo por los Estados participantes por un
periodo de eaatro aitos ycon esmpetencia, de
contralor, ejecutivas y de gestién; 3) laAsam-
blea (O Parlamento Europeo), formada por
518 diputados elegidos por un sufragio uni-
versal y directo por cada pats signatario, y con
atribuciones de control politico y de participa-
cién en Ia elaboracién de los actos del Consejo
y de la Comisién, y con intervencién en la
Tevisién de los Tratados y en la conclusién de
algunos acuerdos internacionales; y por wlti-
mo, 4) El Tribunal de Justicia (8).
A través del Tratado de Roma (del 25 de
marzo de 1957), se unificaron las normas
rectoras delas tres comunidades, con respecto
al parlamento y al Tribunal o Corte de Justi-
cia; y posteriormente el Convenio de Bruselas
del 27 de setiembre de 1968, fij6 las reglas de
competencia judicial para el cuerpo jurisdic.
ional.
El Tribunal, que no debe confundirse con el
de Estrasburgo, ha ido creando, una impor-
tantejurisprudencia, delineandode ese modo,
su doctrina legal.
EL principio de autonomia qued6 perfecta-
mente dibujado en el caso “Van Gend en Loos”,
donde se expresé que el Derecho comunitario
€5 un nuevo orden juridico, en cuyo beneficio
os Estados signatarios han limilado ciertas
esferas de su soberanfa. Asu vezen el leading
case “Costa vs. E.NEL", dejé sentada la
doctrina dela supremacia de las disposiciones
normativas de la Comunidad,
No obstante ello se deduce de los Tratados,
(8) Rua, José Mania Instrumentos interna-
cionales, Tea, 1976, pp. 517 y sigtes.
(8) Suva DE Larverta, Rosario, ob. eit., pp.
9/3.ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL
que ese érgano no es el tinico encargado de
inspeccionar el principio de legalidad comuni-
tario (control concentrado), ya que los jueces
nacionales también cumplen dicha misién al
aplicar el derecho comunitario (control difu-
30). Ast, a través del recurso prejudicial, los
judicantes locales pueden pedirles directivas
‘la Corte transnacional.
Esta garantiza el equilibrio entre las Insti-
tuciones Comunitarias y los Estados miem-
bros; y también lleva a cabo una responsabili-
dad equiparadora (o equilibradora) entre los
distintos “Poderes” de la organizacién.
B) El sistema Transnacional de Proteccién
de los Derechos Humanos
1) Sistema europeo
La necesidad de una Convencion de que
protegiera las libertades del hombre, y de un
tribunal (7) que vigilara el sistema europeo
fue remareada en el mensaje final, adoptado
jor la Sesién Plenaria del Congreso de La
Haya de 1948. En 1949 sefirmé en Londres el
Estatuto del Consejo de Europa, y el 4 de
noviembre de 1950 se aprobé en Roma el
Convenio Europeo de Derechos Humanos (8).
Este importante instrumento nace en el
‘marco de una Europa preocupada por la de-
mocracia y las garantfas, como respuesta ala
triste experiencia que habfa significado la
Segunda Guerra Mundial. Sus fuentes pririci-
pales fueron, por un lado la Declaracién Uni-
versal, y por otro, los trabajos preparatorios
de los’Pactos de las Naciones Unidas, (que
luego se coneretaron en 1966), y también las
partes dogméticas de las Constituciones que
en aquella época comenzaron a adquirir nue-
vosbrios, poniendo énfasis en las garantfas de
Ia persona (°).
(7) Nila Carta de San Francisco, ni Ia
Declaracién Universal, ni siquiera los Pactos
de la ONU de 1966, hubieran brindado una
proteccién completa cn esta materia sin la
existencia de un cuerpo jurisdiccional especi-
fico (ALCALA Zamora y Castinto, Nicero, La
protecein procesal internacional de los dere-
chos humanos, Civitas [Espana], 1975, p 1).
(8) Orewa, Epuanpo Davw, La Proteccidn
procesal de tos Derechos Humanos, LL, Bole-
tines del 5-12-89 al 6-12-89.
(8) FeRNanpez SAncus2, Panto Axtoxto, Las
Obligaciones de los Estados en el marco del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, Mi-
nisterio de Justicia, Madrid, 1987.
(e162) 1023,
Tal movimiento hacia la proteccién del ser
hhumano, por medio de cuerpos jurisdicciona-
les especializades, se vioreflejade primero en
Ja Cartas magnas, fenémeno que Carreuierm
denoming, “jurisdiccién constitucional de Ia
libertad”; y luego se trasladé al Ambito
transnacional, movimiento que este autor
bautiz6 como, Sjurisdiccién internacional de
las libertades® (10),
El 4 de noviembre de 1950, se reunieron en
Roma los delegados de 13 pases y firmaron el
Convenio Europeo para la Proteccién de los
Derechos Humanos y de las Libertades Fun-
damentales (11), que entré en vigencia el 3 de
(00) Capreuuernt, Mauro, Justicia Constitu-
ional supranacional, on Revista de la Facul-
tad de Derecho de México, t. 28, nim. 110, p.
362.
G}) En julio de 1949 el Comité de Ministros
del Consejo de Europa recibi6 el Proyecto, que
fue preparado por la Seccién Juridica del
Movimiento Europefsta, quien luego lo giré.a
la Asamblea, sugiriéndole que tenia que tener
especial cuidado en la definicién de los dere-
chos que debian protegerse. Esta propuso que
dentro del Consejo de Europa se croara una
organizacién, para promover y defender el
disfrute colectivo de los derechos del hombre.
Le misién Ia evé a cabo el Comité para las
Cuestiones Legales y Administrativas, el que
en ese afio produjo el llamado “Informe
Toigten”, que ha sido la base de la Recomen-
dacién 38 de Ia Asamblea. Uno de los prime-
ros problemas que se plantearon, fue si en el
texto del Convenio tenfan que reconocer los
clésicos derechos y libertades individuales, 0
si se deberfan incluir los econémicos sociales y
culturales; eonereténdose la primera postura,
pues se entendié que estas titimas prorroga-
tivas, debian ingresarse luego de un tiempo, ¥
en un instrumento posterior. Este dltimo
Comité redacté el documento remitiendo una
lista de derechos y libertades, sin definir el
contenido de los mismos. Por ello el Comité de
Ministros rechaz6 dicho anteproyecto, y desig-
n6 un nuevo Comité de expertos, en’noviem-
bre de 1949, con la expresa aclaracién de que
este cuerpo debfa tener en cuenta lo actuado
en esta temética por las Naciones Unidas.
Luego el Comité de Ministros, convocé a una
Conforencia, en la que intervinieron Funcio-
narios de jorarqufa de los pafses signatarios,
que preparé un nuevo proyecto sobre la base
del antes citado, definiendo perfectamente los
derechos protegidos. Este documento luego de
algunos retoques fue presentado a la Asam-1024 JUAN CARLOS HITTERS
setiembre de 1953, cuando en Estrasburgo
(Prancia) se deposité el décimo instrumento
de ratificacién, levado por Luxemburgo.
Actualmente se han adherido al sistema
més de una veintena de pafses, todos —por
supuesto— integrantes del Consejo de Euro-
pa. Cabe sefialar que el 18 de mayo de 1954 el
Comité de Ministros eligié por primera vez a
los miembros de la Comisién Europea de De-
rechos Humanos. Asu vezos jueves del Tribu-
nal Europeo de Derechos Humenos, fueron
nombrados también en aquella ciudad, el 21
de enero de 1950 (12),
Importa destacar que el conyenio, respetuo-
s0 de la autoridades domésticas, no impone
“medios” sin que exige “resultados”. Es por
ells que as habla de obligncones de resultado
03),
Una importante diferencia del instrumento
analizado, con relacién a la Declaracién Uni-
versal del'10 de diciembre de 1948, el modelo
europeo que nos ocupa, no sélo enumera dere-
chos, sino que crea los Srganos encargados de
que éstos sean aeatadas. Por ello, el Presmbu-
Io del Consejo de Europa, decfa que resultaba
imprescindible imponer un mecanismo efecti-
vo de proteccién. Ello no resultaba posible en
el derecho internacional clésico, de ahf la
importancia del derecho internacional de los
derechos humanos.
2. Diferencias entre el Derecho comunitario.
Yel Derecho Internacional de tos Derechos
famanos
El derecho comunitarioylos pactos regiona-
les sobre Derechos Humanos crean un Ambito
de proteccién internacional, de tipo regional,
con organismos judiciales y quasi judiciales,
blea en agosto de 1950, quien lo aprobé el 4 de
noviembre de ese afi, entrando en vigor el 3
de setiembre de 1953 (Come, Pamurrs; La
aplicacién del convenio Europeo de Derechos
Humanos en el orden jurtdico interno, en La
Revista. Comisién Internacional de Juristas,
Ginebra R. IV, nam. 1, primera parte, 1962,
p. 134),
(12) Essen, Manc-Anpré, El Tribunal de
Derechos Humanos, Cuadernos, Civitas, Ma-
arid, 1985.
(3) FernAnpez SAncuez, Pato Antonio, Las
Obligaciones de los Estados en el marca del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, ob.
cit, p. 73.
propios, que en definitiva Hevan a cabo una
especie de control de constitucionalidad
transnacional.
La primera diferencia entre ambos esque-
mas, es que, la Comunidad Econémica, como
su nombre lo dice, fue pergefiada con una
evidente intencién de cuidar este tipo de inte-
Teses, aungue, su campo de accién se fue
extendiendo, y se ocupa actualmente, tam-
bién dela prerrogativas del hombre.
La segunda pauta distintiva radica que en
los tratados de la Comunidad no existe un
catélogo sistematico de derechos y libertades.
Portiltimo, digamos quela tercera variante,
esque, como sefiala CarreLtsrTt(!4),es quelos
Jueces domésticos de los pafses del Consejo de
Europa no han desarrollado—a diferencia del
esquema comunitario— doctrina alguna so-
bre aplicacién directa 0 supremacia, y por
ende cada Estado miembro, usa sus propias
reglas con respecto alos efectos de los tratados
en el ambito interno (18)
3. Sistema Interamericano
Conviene tener presente quela Convencién
Americana sobre Derechos Humanos, deno-
minada vulgarmente “Pacto de San José de
Costa Rica”, se erige como un tratado espect-
fico para la proteccién de los derechos del
hombre. Se trata de un Convenio regional
intergubernamental, concretado en el ano
1969, con vigencia desde 1978, fecha en que lo
atificé el undécimo pats signatario, de confor-
midad con las claustlas pertinentes,
La mayorfa de los Gobiernos de nuestro
continente lo han ratificado (hasta ahora 25),
salvo los Estados Unidos, y alguna nacién
caribefia, Fue incorporado al derecho argenti-
no porla ley 23. SaLEDLA, 1984-22], promul-
gada el 19 de marzo de 1984, lo que significa
(4) Carpsisertt, Mavno, Necesidad y legiti-
midad de la Justicia Constitucional, en Tribu-
nales Constitucionales Europeos y Derechos
Fundamentales. Centro de Estudios Constitu-
cionales, Madrid 1984, ob. cit., pp. 638-641
Idem del mismo autor, Justicia Constitucio-
nal supranacional en, Revista de la Fac. de
Der, de México, t. 28, ntim. 110, pp. 359-365.
(15) Fennanpez SAnciez, Pasto Awtonto, Las
Obligaciones de los Estados en el marco del
Convenio Furopeo de Derechos Humanos, ob.
cit, pp. 52-3.
|ie aaeeee
ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL,
que tiene amplia vigencia en este medio, y a
partir de la reforma de la Constitucién Nacio-
nal del afio 1994, esa Convencién —lo mismo
que algunas otras— poseen jerarquia super-
Tegal (art. 75, inc, 22, Constitucién Nacional).
E] Tratado de marras forma juntamente
con la Carta dela O.E.A.y otras ccnvenciones,
del Sistema Interamericano de proteccién de
los derechos fundamentales dela humanidad,
determinando los deberes de los Estados, 9 los
derechos protegidos. Tavo como antecedente
inmediato el esquema imperante en el viejo
mundo, instaturado por el Convenio de Roma
del afto 1950, que ya analizamos.
La Convencién Americana no sélo crea obli-
gaciones para los Estados, sino también como
no podfa ser de otro modo, pone en vigencia
dos organismos de extrema importancia para
la salvaguarda de los derechos del hombre: la
Comisién, con asiento en Washington, y la
Corte Interamericana, que se halla situada en
Centroamérica, en Ia ciudad de San José de
Costa Rica; ello asf siguiendo el viejo apoteg-
ma de que los derechos sélo tienen vigencia
efectiva sin son controlados por cuerpos espe-
cializados, sobre todo de tipo jurisdiecional,
‘que supervisen su debida operatividad précti-
La Comisién tiene vida desde el afio 1959, lo
que significa que es anterior al pacto de San
José aunque luego éste la incorporé como
Srgane dela Convencién.
Resulta conveniente aclarar que a través de
ella el Hombre tiene posibilidad de acceder a
los cuerpos internacionales, —es decir posee
legitimacién activa— siendo ésta una de las
caracterfstieas de los modernos Tratados
tuitivos de los Derechos Humanos, que lo
consideran como sujeto del derecho interna-
ional (y no eomo objeto).
Reclamando antela Comisiénesposible que
cualquier individuo que considere menospre-
ciadas sus potestades, se presente ante ella,
haciendo valer sus pretensiones. Se trata de
una institucién que no cumple estrictamen-
te funciones jurisdiccionales, pero que actita
—entre otras tareas que ejecuta— como dia-
fragma o antesala en el caso de que la denun-
cia tenga andamiento, girando los anteceden-
tes ala Corte Interamericana, para que proce-
da, Si la Comisién estima que la peticién del
particular (0 de las entidades gubernamenta-
Jes debidamente reconocidas) es infundada la
repele, quedando allf abortada la via cuando
el denunciante no es un Estado.
162 - 33
(t 162) 1025
El trémite ante este organismo, esté regla-
do por la Convencién de marras y por el
Estatuto y el Reglamento de la Comisién, que
ordenan un verdadero proceso transnacional
con similares caracteristicas alas de un pleito
judicial.
La Corte es el Tribunal del sistema inte-
ramericano, y ante ella sélo pueden ser de-
mandados los Estados que han ratificado el
PactodeSan José; ya que para esto se necesita.
una adhesién especial con independencia del
plegamiento a la Convencién. Como es sabido
nuestro pafsha cumplido con todos esos pasos,
por lo que se encuentra sujeto a las decisiones
deaquélla, dondetramitan actualmente algu-
nas causas en su contra,
Dicha entidad que hasta el presenta ha
dictado 14 pronunciamientos de tipo Consul-
tivo (18), (ademas de algunas resoluciones
sobre excepcionespreliminares),ymasdeuna.
decena de sentencias de la Hamada jurisdic-
cién contradictoria, siendo su primer fallo de
naturaleza judicial propiamente dicha, el pro-
nunciado con fecha 29 de julio de 1988, en el
caso “Velazquez Rodriguez” (17), condenando
al Gobierno de Honduras por viclacién de los
(18) La iitima es del 19 de diciembre de
1994, a requisicién de la Comisién Interame-
Ficana. Se trata de la OC-id, denominada
“Responsabilidad Internacional por expedi-
cién y aplicacién de leyes violatorias de la
Convencion (arts, 1y 2 Convenciér. Americana
sobre Derechos Humanos). Se dijo allf “1. Que
la expedicin de una ley manifiestamente
contraria a las obligaciones asumidas por un
Estado al ratificar 0 adherir a la convencién,
constituye una violacién de ésta y, en el caso
de que esa violacién afecte derechos y libertae
des protegidos respecto de individuos determi-
nados, genera la responsabilidad internacio-
nal de tal Estado, 2. Que el cumplimiento por
parte de agentes o funcionarios del Estado de
una ley manifiestamente violatoria, genera
responsabilidad internacional para tal Esta-
do, En caso de que el acto de cumplimiento
constituya per se un crimen internacional,
genera también la responsabilidad internacio-
nal de los agentes o funcionarios que ejecuta-
ron el acto”.
(27) Hrevers, Juan Cantos, La Corte Intera-
mericana y la Condena al Gobierno de Hondu-
ras, publicado en “Lecturas Constitucionales,
Comisién Andina de Juristas, Pert 1988, p.
289. Tdem: Revista Uruguaya de Derecho
Procesal, nim. 3, 1988, p. 158.a
1026 JUAN CARLOS HITTERS
Derechos Humanos. Ese ha sido el leading
case de singular relevancia, y sin ninguna
hesitacién, ejemplificador que a no dudarlo
constituye una afianzamiento del sistema
interamericano de proteccién de las garantias
fundamentales del hombre (18).
(18) En los primeros meses de 1995, 1a Corte
dicté estos importantes pronunciamientos. El
primero de fecha 19 de Enero, Caso “El
amparo contra Venezuela”, condenando a di-
cho pafs por la muerte de 14 personas. Bl
gobierno consintié el fallo, y resta ahora fijar
Ia indemnizacion, que se hard por un trémite
ante la Comisién Interamericana de Derechos
Humanos; el segundo, el Caso “Maqueda
contra Argentina”, admitiendo la “solucién
amistosa. Dicho documento fue firmado por
el Gobierno argentino y los representantes de
Ia alegada victima on este caso, mediante el
cual aquél se comprometia a dictar un decreto
que conmutara la pena que est4 cumpliendo
el sofior Maqueda y que le pormiticra salir en
libertad condicional. La Comision desistié de
la accién dado el cumplimiento del acuerdo
por el Gobierno. La Corte, teniendo en consi-
deracién que la Argentina cumplié con el
recaudo, que el Schor Guillermo Maqueda se
encuentra en libertad condicional y una vez
ofta la opinién de las partes, diet6 resolucién
del 17 de enero de 1995 cuya parte resolutiva
establecié: “1. Admitir el desistimionto de la
accién deducida por la Comision Interameri-
cana de Derechos Humanos en el caso Maqueda
contra la Reptiblica Argentina. 2. Sobreseer el
caso Maqueda. 3. Reservarse la facultad de
reabrir y contimuar la tramitacién del caso si
hubiere en e! futuro un cambio de las circuns-
tancias que dieron Ingar al acuerdo”. Este
caso fue sometido el 25-de mayo de 1994 por
la Comisién Interamericana por los hechos
courridos a partir del 17 de marzo de 1992,
fecha en la cual la Corte Suprema de Justicia
de la Argentina rechaz6 el Recurso de Queja
interpuesto por la vietima, Guillermo José
Maqueda, ante la denegatoria de Recurso
Extraordinario por la Cémara Federal de
Apelaciones de San Martfn, El sefior Maqueda
recurrfa del fallo dictado por dicha Camara
Federal que lo condoné a diez afios de prisién
por considerarlo co-autor del delito de asocia-
cién ilfcita calificada y participe secundario de
los delitos de rebeliGn, usurpacién y otros, lo
gue dio lugar a la tramitacién del caso nro.
11.086, La Comision sostuvo que el Estado
argentino viol6 en porjuicio del sevior Maqueda
los derechos contemplados en los arts. 8.1
(derecho a ser ofdo por un tribunal imparcial).
8.2. (derecho a la presuncién de inocencia),
En efecto, ante el Tribunal regional citado,
tramit6 un expediente que motiv6 el decisorio,
comentado originado en una denuncia de los
familiares de “Velézquez Rodriguez”, un em-
pleado publico que fue secuestrade en la ciu-
dad de Tegucigalpa (Honduras), en 1981 por
un presunto grupo parapolicial. Sus parientes
incoaron las acciones correspondientes ante
su jurisdiccién doméstica, sin éxito, ya que
nunca se pudo saber del paradero de la vieti
ma; tratdndose de un caso t{pico de desapari-
cidn de personas. El gobierno se presenté ante
la aludida Corte, sefialando en su descargo
que nada sabia del asunto y que ademas
ninguna autoridad oficial habfa sido la res-
ponsable del suceso.
Empero, ese Tribunal condené a Honduras,
porhaber violadola Convencién en lo atinente
allos deberes de respeto y garantia del derecho
a la integridad personal reconocido en el art.
5 del Pacto de San José, decidiendo a su vez
que el Gobierno denunciado “esta obligado a
pagarunajusta indemnizacién compensatoria
alos familiares de la victima”, la que se deter-
minaré de comiin acuerdo entre la Comision y
el responsable;y para el caso de que las partes
no leguen a fijar el monto en el plazo de seis
meses, el quantum se determinaré por el pro-
pio Tribunal.
Creemos que el fallo aludido constituye un
hito fundamental para el sistema intera-
mericano de proteccién de los Derechos Hu-
(derecho de recurrir del fallo ante Juez
o tribunal superior) y 25 (garantias judiciales)
de la Convencién Americana sobre Derechos
Humanos, todos en conjuncién con los arts
1.1 (obligacién de respetar los derechos) y 2
(deber de adoptar disposiciones de derecho
interno) de la misma Conveneién.
El tercer asunto fallado por la Corte en este
afio, de focha 19 de enero de 1995, fue el Caso
Neira Alegria y otros contra Pert”, Los juecos
doliberaron sobre este caso, “el cual fue
sometido a la Corte por la Comisién Interame-
Ticana de Derechos Humanos el 10 de octubre
ae 1990. De acuerdo con la denuncia, se
responsobiliza al Estado peruano de las des-
apariciones de Victor Neira Alegria, Edgar
Zenteno Escobar y William Zenteno Escobar
y, por lo tanto, de violar los arts. 1 (Obligacién.
de Respetar los Derechos), 2 (Deber de Adop-
tar Disposiciones de Derecho Interno), 4 (De-
recho a la Vida), 7 (Derecho a la Libertad
Personal), 8 (Garantfas Judiciales) y 25 (Pro-
teceién Judicial) de 1a Convencién Americana
sobre Derechos Humanos”,ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL,
manos, demostrando que lo que en 1969 pare-
cfa una utopia, tiene hoy virtualidad, no s6lo
para la prevencién de las violaciones, sino
para la sancién de los responsables. De este
modo el Hombre resulta en la realidad un
verdadero sujeto del Derecho Internacional,
situacién que no hace mucho le era negada.
El Sistema Interamericano de Derechos
Humanos, tiene su punto de partida, en el afio
1948, con la concrecién de la Declaracién
Americana; culminando dicho periplo —por
ahora—en 1969 con la puesta en marcha dela
Convencién Interamericana sobre Derechos
Humanos.
Tal evolucién demandé mas de dos décadas,
y obviamente todavia no ha coneluido, porque
‘como es sabido, se esté trabajando en modifi-
car y ampliar el Pacto de San José, para ir
adapténdolo alas necesidades actuales;y ade-
més Jas doctrinas que dimanan tanto de la
Comision como de la Corte, van recreando
continuamente —en una interpretacin
mutativa— a ese importante instrumento
gional. Ello sin perjuicio de los nuevos trata-
dos que sobre esta temética estan en continua
gestacién en el Ambito interamericano.
Aunque hay que reconocer que tal oleada
que comenz6 formalmente en 1948, habia
tenido ya principio de ejecucién mucho antes,
y muy especialmente en 1945 en la conferen-
cia de Chapultepec, donde los patses de este
sector continental se adhirieron al sistema
democrético y concibieron 1a posibilidad de
crear un sistema de proteccin internacional
de los derechos humanos. La Resolucién IX
(13) dispuso la elaboracién de un proyecto de
Declaracién de Derechos y Deberes Interna-
cionales del Hombre, tarea que fue encarga-
da —como veremos— al Comité Juridico In-
teramericano,
0
EL DERECHO PROCESAL
TRANSNACIONAL
A) Generalidades
Eltramite anteun érgano jurisdiecional como
la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos implica el ejercicio del derecho de accion
9), con similares caracterfsticas —eunque,
(19) Que en verdad puede considerarse como
la continuacién de la pretensién promovida en
(162) 1027
con ciertas diferencias—al quese lleva a cabo
ante los tribunales domésticos; y el conjunto
de normas que lo reglamenta, que hemos
Mamado derecho procesal supranacional, 0
transnacional (20) —nacido con la finalizacién
de la Segunda Guerra Mundial— tiene por
ende grandes parecidos con el local, no obstan-
te algunos rasgos definidores, que luego estu-
diaremos.
El derecho de accién (0 de accionar) es con-
siderado como un derecho auténomo de cardc-
ter constitucional conforme a la postura de los
grandes procesalistas modernos, como
Canewurti, Aucata, Zamora y CASTILLO,
Couture, Fix Zamupio, ete. Empero, en los
uiltimos tiempos, y debido ala influenciasocial
en el campo jurfdico (21) ha sufrido una gran
transformacién, ya que dej6 de apoyarse en
una base individualista, constituyéndose en
una potestad de los gobernantes. Por ello —
como bien dice Fix Zamvnto (22)— la accién
Brosesal es un derecho humano a ta justia,
fe ah que varias Cartas supremas modernas
(3), la consideren como.un derecho auténomo
¥y por consecuencia, independiente al clasico
de peticién. Esta modificacién se advierte con
nitidez en los actuales documentos interna-
cionales, como por ejemplo, la Convencién
Americana sobre Derechos’ Humanos, que
tipifica un proceso supranacional, lo mismo
que su predecesora europea, de caracterfsti-
cas similares al trémite que se incoa en la
Comunidad Econ6mica y que se canaliza ante
la Corte de Luxemburgo (2),
Puede decirse—como sintesis—que actual-
mente el derecho de accién (25) es considerado
el derecho interno, y continuada ante ta
(20) Véase, Gozaixt, OsvaLpo, El proceso
transnacional, particularidades procesales de
la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, Ediar, Buenos Aires, 1992.
(21) El jarista italiano, Mauro Careauteri,
habla de la dimensién social del derecho y
della justicia (véaso, Acceso a la Justicia, ob,
cit., p. 23).
(22) Fix Zamupio, Los problemas contempo-
réneos del Poder Judicial (UNAM, México,
pp. 3-19).
(23) Loewenstein, Kan, Teorfa de la Consti-
tucién, Ariel, Barcolona, 1988, p, 398,
(4) Hirtens, Juan C., El derecho procesal
constitucional y e control de constitucionali-
dad, ED, 56-56/69.
(25) Este dorecho de accién debe considerar-
se como una especie, del genérico y esencial1028 JUAN CARLOS HITTERS
como un derecho auténomo constitucional,
que muchas Cartas magnas modernas lo han
ineorporado, y que en las ultimas épocas se ha
socializado, dejando de tener una perspectiva
meramente individualista, para convertirse
en lo que ha dado en lamarse, la dimension
social del derecho, principio que al haber sido
receptado por los documentos internacionales
de la époea, nos permite hablar también dela
dimensién supranacional de la justicia (26),
Es dable afirmar, en suma, que el ritual
moderno no es un simple trémite regulado
sélo en los eédigos adjetivos, pues en los alti-
‘mos tiempos comprende ciertas instituciones
procesales, como el derecho a la jurisdiccién,
el amparo, el habeas corpus, ete.; que se han
ineorporado a las Cartas Méximas, 0 por lo
que el pleito se ha convertido en un instru-
mento para realizar uno de los derechos tras-
cendentes del hombre, el derecho a lajusticia,
que no se conereta con la mera posibilidad de
accionar, sino de acceder efectivamente a la
justicia 27),
B. Particularidades del derecho procesal
transnacional
1. Generalidades
‘Hemos destacado el fenémeno que concluy6
con la aparici6n de esta nueva disciplina que
enmarca el procedimiento internacional, dela
de Ia persona, Desde tal perspectiva, se tiends
a “garantizar” y no simplemente a “procla-
mar” las potestades de cada ser humano. Ello
implica la puesta en marcha de un movimien-
to verdaderamente innovador, respecto de lo
gue antes se concebfa como “accién procesal’.
Las Cartas Supremas actuales han tratado ai
derecho a accionar (ejemplo, Brasil, Colombia,
etc.). Todo ello no debe verse —como dice Fx
Zawupio— en forma aislada, ya que esta
vinculado con el derecho de defensa.
(8) Si bien es cierto que —como anticipa-
‘mos— este fenémeno arranea con la finaliza-
cién de la Segunda Guerra Mundial, no lo es
menos que tuvo algiin antecedente cuando so
intenté —con timidez— al concluir la Primera
Conflagracién Universal, proteger ciertas ga-
rantfas minimas a través de las constitucio-
nes, lo que se denominé, el fenémeno de
racionalizacién del poder (véase LoEwestetn,
ob, cit, pp. 110, 149, 45, 26 y 390).
(22) Fix Zemupio, Los problemas contempo-
rdneos det Poder Judicial, Universidad Nacio-
nal Auténoma de México, 1986, pp. 5, 10-y 11.
que—como dice Gros Esprets,(25)—poco seha
escrito, y que es necesario abordar en forma
auténoma, sin dejar de reiterar que ella no se
diferencia esencialmente, de su rama madre,
el derecho procesal, dado que se apontoca en
Jos mismos prineipios, aunque, por supuesto,
con algunas variantes, delas que mas adelan-
te nos ccuparemos.
Esta rama del derecho adjetivo como an-
ticipamos— no recibe una denominacién ini-
ca, yaque algunos autores hablan de “derecho
procesal internacional” (2), mientras que otros
ladenominan, “derecho procesal relativo a los
derechos humanos” (89), y otros —entre los
que nos incluimos— derecho procesal
transnacional 0 supranacional atinente a los
Derechos Humanos.
Lo cierto es que como con toda agudeza
remarea ALCALS Zamora y Castitio, el hecho
de que se hayan puesto en funcionamiento
tribunales internacionales, no autoriza a pen-
sar que los preceptos que lo reglan, tengan
una esencia distinta de los que se ocupan del
Tito local; por ende esta parcela no adquiere
autonomfa, como tampocola posee—por ejem-
plo—la jurisdiceién militar. Ademds los dere-
chos qué custodia tal sistema, son los mismos
que abarca cualquier juicio doméstico. En
todo caso la autonomfa —acota este autor—
estarfa dada porque opera fuera de as fronte-
ras locales ($1),
Con las salvedades apuntadas, hay que
reiterar que si bien pertenece a la rama
nica, el derecho procesal; en el émbito inter-
nacional se notan ciertas particularidades,
‘al cual lo ha dicho la Corte Interamerica-
na—, por desarrollarse ante un érgano
supranacional, y por ocuparse de los dere-
chos humanos (22),
8) Gros Esreut, Héctor, Bl procedimiento
ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en ia Corte Interamericana de
Derechos Humanos, Estudios y Documentos,
TIDE, San José de Costa Rica, p. 67.
(@9) Gros Esp, ob. cit., p. 70
(89) ALCALA ZawoRA y Cxsimio, Nicero, La
proteceién procesal internacional de los dere-
chos humanos, Civitas (Espafia), ob. cit. 1975,
Pp. 33 y 34.
(Bl) AtcAtA Zamora y Castiio, Niceto, ob.
cit., pp. 44-49.
32) Caso, “Velézquez Rodriguez”, sentencia
del 29 de julio de 1988, Corte Interamericana
de Derechos Humanos, parrs. 132, 133, y 135ALGO MAS SOB!
Corresponde saber cusl es la naturaleza del
rito analizado, es decir, si es inquisitive 0
dispositivo. Nosotros consideramos que es tf-
picamente “dispositivo”, pues su puesta en
marcha, como el ofrecimiento de las prucbas,
dependen de las partes —los pafses ola Comi-
sién— aunque obviamente el tribunal actia
como juez director con amplios poderes-debe-
res (98), y siempre con una tesis tuitiva del
hombre.
‘La Corte Interamericanaha dejado en claro
que tal proceso no es de esencia penal, dado
que no tiene por objeto imponer penas a los
culpables de las violaciones, sino tiende a
amparar a las victimas y adisponer larepara-
cidn de los dafios (4).
En sintesis podemos decir que este procedi-
miento es de naturaleza dispositiva, con cier-
ta atenuacién, pues los participantes no “dis-
ponen” libremente de la accién, habida cuenta
de que una vez puesta en marchala misma, no
siempre pueden “desistirla” (art. 43 del Regla-
mento dela Corte), salvo en los casos excepeio-
nales en que sélo estén en juego intereses
meramente patrimoniales. Todo ello sin per-
juicio de reiterar su contenido publicéstico,
donde el tribunal est potenciado para ejercer
ampliamente sus poderes-deberes como juez-
director, sin ningun tipo de impedimentos.
2. Principios procesales
Sogiin anticipamos, rigen los principios pro-
cesales queimperan en el sector local, aunque
con algunas particularidades, pues el legiti-
mado pasivoes siempre un Estado, y por tener
una finalidad tuitiva en relacién alapersona
humana, que resulta la destinataria final y
Ainica de todos los esfuerzos que prodiga el
derecho internacional de los derechos huma-
nos.
En lo que a esto tiltimo respecta, es decirla
especialidad (38) del procedimiento que prote-
(63) Eissen, Manc-Anoné, Bl Tribunal Euro-
peo de Derechos Humanos, Cuadernos Civitas,
ob. eit. p. 48, Aunque este autor confunde la
stica del juez-director, con la esencial
iva, que son dos cosas distintas, pues
el proceso doméstico moderno —ejemplo el
juicio civil— es dispositive, y también allf el
judicante tiene amplios poderes.
(4) Caso, “Velazquez Rodriguez", parr. 134.
(85) Oreza, Eouando Davin, ob. cit, punto
3, y nota 94.
'L PROCESO TRANSNACIONAL,
(162) 1029
ge las libertades del hombre, cabe consignar
que dicha caracteristica se nota con nitidez
cuando el ciudadano demanda a un pats (38),
‘yaquesi se trata deuna acciéninterestatal tal
pauta queda totalmente relativizada. Ese cri-
terio ha sido remarcado por la Corte de
Estrasburgo cuando destacé que la finalidad
del Convencién de Roma, es proteger @ los
individuos, y ello supone que sus cléusulas
procedimeniales deben aplicarse del modo que
‘mejor cumplan ese postulado (37),
Cuando se analizan las reglas adjetivas que
imperan en el rito supranacional, no debe
perder de vista —como principio orientador—
el cardcter subsidiario que tiene este modelo
@5), cireunstancia que impide aeudir directa-
mente a los érganos de! Pacto de San José,
salvo raras excepciones. Por ello estos meca~
nismos supranacionales, sélo entran a funcio-
nar después de haberse agotado los recursos
locales (39).
Como resulta por demés conocido, campean
eneste Ambito los principios de contradiccién,
inmediacién, economfa procesal, oralidad,
Publicidad, ¢ informalismo.
Con respecto al de contradiccién, cabe pun-
tualizar que el mismo tiene vigencia en la
medida queen el pleito existan intereses *con-
tradictorios”, es decir, una “litis” 0 “conflicto”.
Va de suyo que las normas adjetivas del ritual
internacional autorizan alas partes a ejercer
las oportunidades de ataque y defensa, por
ende el menoscabo de dichos actos, implica
indefensién, Las normas del Estatuto de la
(88) Caso de Becker, Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, fallo del 27-3-62.
(7) Caso Klass, Tribunal Buropeo de Dere-
chos Humanos, fallo dol 69-79, Véase, Onsw,
ob. cit,, nota 95,
(8) Que on el 4mbito de la Corte de
Luxemburgo —es decir en la Comunidad
Econdmica Europea— se splica con gran
claridad, pues ese tribunal le ha dado priori-
dad al derecho comunitario sobre el local,
destacando la directa operatividad de aquél.
La Corte Interamericana de Derechos Huma-
nnos también marcé el caréctor operative del
Pacto de San José (véaso Hrrrexs, Jua Can-
os, Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, T. 1, parr. 213).
(68) Casos, Lingutstico Belga, del 23-7.68; y
Hanside, del 7-12-76, Tribunal Buropeo de
Derechos Humanos.1030 JUAN CARLOS HITTERS
Corte, como las del Reglamento, se ocupan de
que estos postulados sean acatados.
La inmediacién se concreta a través del
principio de oralidad, aunque en verdad, éste
no leva un fin en sf mismo, sino-que opera
como vehiculo dela inmediacién (#0). En gene-
ral prevalece en el mundo la idea de que la
oralidad es buena para los litigios donde ten-
gan preeminencia las cuestiones de hecho,
pues para las de derecho, es mejor el pleito
escrito. Enel proceso supranacional, general-
mente tienen mds relevancia los matices
fécticos que los juridicos, pues siempre se
tiende a comprobar —y a’sancionar— la in-
fraccién al Pacto —o a otros instruments
internacionales—por parte de los Estados, por
To que los temas iuris, no son de todos los dias.
En el modelo de Costa Rica —Io mismo que
en el europeo—rige la oralidad, aunque por
supuesto, convengamos que nunca ello es qui-
micamente puro, ya que en todo pieito oral
hay trémites escritos (art. 29 del Reglam.),
tales como la demanda, su réplica, el ofreci-
miento de pruebas, ciertos recursos, ete. (#2),
Parece obvio acotar que la “oralidad” se da
en las audiencias (arts. 14 y 41 del Reglam.)
En este aspecto téngase en cuenta que el
Reglamento de la Corte sefiala que el Presi-
dente debe fijarla apertura del procedimiento
oral, previa consulta con los agentes y delega-
dos.’ Luego de celebrada la vista de causa,
vienen nuevamente los actos escriturarios,
tales como el acta y las resolucionés y senten-
cia,
E] Reglamento de la Corte marca claramen-
te ambos tramos (#2), ya que el art. 29 se ocupa
del escrito, que empieza con la demanda y
termina con la decisién de las excepciones
preliminares (art. 80); mientras que el art. 32
hace referencia al arranque del rito oral, que
prineipia cuando se fija la fecha dela audien-
cia; y finiquita al llegar ésta a su conclusién.
Vale decir, entonces, que ante la Corte, el
(40) Hirrens, Jua Cantos, El juicto Oral (en
Materia Civil'y Comercial). Ediciones Juridi-
cas, pp. 23-48
(41) Acard Zamora y Casto, Nicero, La
proteccién procesal, ob. cit., p. 122.
($2) Aunque por error se refiere al trémite
escriturario a partir de la contestacién de la
demanda (art, 29), cuando también ésta se
incoa por escrito.
esquema es mixto, aunque prevalece la
oralidad (43), dado que el procedimiento tran-
sita por ambos sistemas, en forma sucesiva,
arrancando por la escritura (4),
También hemos destacado que este procedi-
miento es piiblico (45), con m4s raz6n en su
tramo oral.
En tal aspecto el artfculo 14.1 del Regla-
mento dice que “las audiencias serdn publ
cas", aunque el apartado 2, sefiala que la
Corte tiene que deliberar en privado, y tal
actividad debe permanecer secreta,
Otros de los criterios que iluminan este
andarivel, es el de informalidad, que consiste
en darle —en principio— validez a los actos,
aunque posean ciertas deficiencias formales.
Tal esquema ha sido resaltado por la Corte
Europea (#), y reiterado por su similar ame-
ricana, quien enfatizé que en la jurisdiecién
(48) Sostiene ALcaLA Zamora y CASTILLO, que
en el Ambito europeo priva la eseritura, sobre
Ja oralidad. Sin embargo hay que tener en
cuenta que este publicista, cuando hizo esa
aseveracién, se roferfa a todo el proceso
supranacional, incluyendo su trénsito por la
Comision (La proteccién procesal, ob. cit, p.
129).
(44) Veaso Gros Esorei1, Héctor, Bl procedi-
miento, ob. cit. 86. Como bion aclara este
autor, en la Corte siempre se da el sistema
mixto, salvo en el caso “de Viviana Gallardo y
otras” (Nro. g 101/81 Serie A: Fallos y Opinio-
nes), donde no hubo trémite oral, porque la
pretensién fue desestimada por’ cuestiones
formales, ya que el Gobierno de Costa Rica
intenté llegar la Tribunal, sin el paso previo
ante la Comisién,
(45) Essen, Mare-Axoné, El Tribunal Euro-
‘peo de Derechos Humanos, ob. eit, p. 49.
(48) Sofialé on el Caso Reigensen (del 16-7-
71), que “las jurisdiceiones internacionales
han constatado en varias ocasiones que ol
derecho internacional no puede ser aplicado
con ol mismo formalismo que se impone a
veces en la aplicacién del derecho interno...E1
Tribunal sofala, adomés, que las demandas
individuales proceden a menudo de profanos
que, mas de nueve veces sobre diez, escriben
la Comision sin asistencia de un jurista...
Hay que tener en consideracién que este fallo
se refirié al procedimiento ante la Comisién,
por Io que no se puede aplicar @ pie puntillas
para la Corte, aunque -sirve como criterio
orientador.ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL
que nos ocupa, “...a inobservancia de ciertas
formalidades no siempre es relevante, pues lo
esencial es que se preserven las condiciones
necesarias para que los derechos procesales
de las partes no sean disminuidos o desequili-
brados.." (47).
Puede decirse, en sintesis, que en el sendero
supranacional que se leva a cabo ante la
Corte Interamericana, lo mistio que en los
domésticos, eampea el principio de tnformali-
dad, que significa que debe privar la sustancia
sobre las formas, ya que la inobservancia de
ciertas reglas in procedendo no causan la
nuulidad del acto, pies lo que importa es que se
preserven los derechos procesales —y mas
atin los sustanciales— de los litigantes.
De todos modos, parece baladf repetir, que
ellono significa que reine la anarquia, pues en
algunos casos, las formas existen para
apontocar el derecho de defensa en juicio. Por
ejemplo en el Asunto “Viviana Gallardo”, el
‘Tribunal del Pacto de San José puso de resal-
to, par ejemplo, que el paso ante la Comisisn
es insoslayable, lo que significa que no se
puede llegar ala Corte —en el procedimiento
contradictorio— sin transitar primero ante
aquilla (48),
Demis estd decir que estos parametros se
aplican adiario en os pleitos dela jurisdiccién
domeéstica.
8. Concepto de Parte
El concepto de “parte”, ha sido abordado por
la Corte, por primera vezen el caso"Veldzquez
Rodriguez”. Fue uno de los puntos més impor-
tantes y rispidos del pronunciamiento de
marras (con perfiles no sélo procesales sino
también fondales). La cuestién ha sido am-
pliamente debatida en el fallo, y los jueces no
se han puesto del todo de acuerdo, aunque la
mayorfa considera que la victima no es parte.
(47) Caso, “Velazquez Rodriguez” [ED, 130-
646], excepciones preliminares, Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos, parr. 18.
Tdem “Godinéz Cruz” {ED, 132-571], senten-
cia del 20 de enero de 1981, parr. 15. Conf.
caso “Fairon Garbi", parr. 89. Conf. Caso
“Gangaray Panday excepciones preliminares’,
del 4-12-91. Este Criterio del informalismo
también rige en la Corto Internacional de
Justicia (arts. 40.4. y 52.8 de se Reglamento).
(48) Asunto “de Viviana Gallardo y otras”
—Nro. g 101/81— Serie A: Fallos y Opiniones.
(162) 1031
El judicante Piza E,, votando en disidencia,
opina —con razén a nuestro modo de ver—
que los denunciantes, la Comisi6n, y el conde-
nado, debieron intervenir en la conversacién
sobre la fijacién de la cuantfa dela reparacién
por la Corte, Para llegar aesta conclusién
aduna que la Comisién es parte instrumental,
mientras quelavietimaosus familiares gozan
de la condicién de parte material (opinién
disidente parrs. 1-6).
Sin entrar en esta dicotomfa que nos parece
un tanto artificial (49), creemos que esa solu-
cién es la que mas se acomoda a Ja realidad
actual del sistema de proteccién de los dere-
chos humanos, donde cada dfa se le reconoce
al individuo una més amplia legitimacién, a
tal punto que en un Protocolo adicional ‘el
Convenio Europeo sobre Derechos Humanos
se le da ahora al hombre la posibilidad para
demandar y actuar ante la Corte, potestad
esta que con anterioridad solo la tenfan, los
Estados y la Comisién,
Se colige en este voto minoritario, que las
partes en sentido sustancial son, el Estado
comolegitimadopasivo;y el denuncianteacree-
dor. *La Comisién no es parte en ninguin sen-
tido sustancial, porque no es titular de dere~
chos ni de deberes que hayan de ser o puedan
ser declarados 0 constituidos por la
sentencia”...(parr. 4) a mi juicio —agrega el
juez disidente—, lo tinico que la Convencién
Veda al ser Humano es la iniciativa de la
accién (art, 61.1), limitacién que, como tal, es
materia a la luz de los principios, de manera
que debe interpretarse restrictivamente. En
consecuencia, no es dable derivar de esa res-
triccién la conclusion de que también le est
vedado al ser humano su condicién auténoma
de parte enel proceso una vez que éste se haya
iniciado,..En lo que se refiere a la Comisién
Interamericana que debe comparecer en todos
Jos casos ante la Corte...dsta es claramente
una parte puramente procesal, auxiliar de la
justicia, ala manera de un ministerio piblico
del sistema interamericano de proteccién de
Jos derechos humanos...” (50),
Como acabamos de puntualizar, comparti-
(49) Porque la “instrumental”, es siempre en
definitiva una representante 0 mandataria, do
Ja “material”, que si bion por diversas razones
no puede intervenir en juicio, es la destinata-
ria de las actuaciones; como’ por ejomplo, Ios
incapaces en los procesos domésticos.
(60) Considerando 6-6.{
|
1032 JUAN CARLOS HITTERS
mos los fundamentos del voto minoritario en
el sentido de que el denunciante es parte en
estos tipos de pleitos, tanto ante la Comision,
donde no existe duda alguna, como ante la
Corte. Ello sin dejar de reconocer que las
disposiciones vigentes no son claras y admi-
tiendo que la solucién que proponemds surge
de una télesis finalistay abarcadora del mode-
Jo de proteccién internacional de los derechos
humanos, sobre la base de una interpretacisn.
Iumanitari= de esta problemétied, ala que ha
Megado la Corte de Estrasburgo, para asuntos
similares al aquf comentado (°1), apoyandose
en preceptos no del todo diferentes a los de
nuestra Convencién, la que en tal aspecto ha
seguido a pie juntilias al esquema del viejo
continente; por lo que resultard conveniente
tenerlo como gufa (52),
Desde esta vertiente dijo el Tribunal Euro-
peo en el caso Lawless que si bien la Conven-
cién —ahora reformada, como anticipamos—
veda el acceso del individuo en calidad de
parte, no resulta contrario a ese cuerpo pre-
ceptivo reconocerlo como titular de ciertas
sitnaciones procesales que no implican el
conferimiento de un determinade locus standi
en el juicio (53),
Posteriormente, enel caso Los Vagabundos,
ese drgano judicial autoriz6 a los abogados de
la vietima a ineorporarse al pleito, con am-
plias facultades deintexvenir en elmismo(#).
La experiencia de mas de 10 aos, hizo —
como vimos— que en 1982 dicho cuerpo modi-
ficara su Reglamento, permitiéndole al de-
nunciante, participar activamente en el pro-
ceso, con potestades similares a las de la
Comisisny los Estados, salvola posibilidad de
Hevar el temaa la Corte (5), interpretando de
(51) Véase, Lovez Manin Avronto, El recurso
individual ante un érgano internacional. El
caso Nielsen, en Revista Espafiola de Derecho
Internacional, ob. cit. segunda época, vol.
XVIL, nm, 1, 1965, pp. 3 y sigtes.
(2) Nuswex, La proteccidn internacional de
los derechos humanos. Su desarrollo progresi-
vo, Instituto Interamericano de Derechos Hu-
manos, Civitas, Madrid, p. 221, nota 83.
(63) Fallado el 14 de noviembre de 1960.
Véase Gancia De Extenia, y otros, ob. cit., p.
245,
G4) Nuxwen, ob. cit, p. 228.
(65) Nuacex, ob, cit., pp. 225-227. Sostiene
este autor, que “lo cierto es que el vigente
Reglemento de la Corte Europea, después de
esta forma, con un aleance més amplio, el art.
44 dela Convencién europea, que como el 61.1
delanuestra, veda al particularlapotestad de
introducirel caso ante el érganojurisdigcional
del sistema.
Del Reglamento dela Corte Interamericana
puede extraerse la solucién actual que propo-
nemos, ya que el mismo parece darle al indivi-
duo la condicién de parte. Asf por ejemplo, el
art, 43.2habla de “las partes” yde la Comision,
¥ si al individuo no se le reconociera esa cali-
dad, la frase encomillada debié estar en singu-
lar, Tal situacién se repite en el art. 35 (55),
En sfntesis creemos que el ser humano es
parte ante la Corte, y que si bien no esta
potenciado para acudir directamente ante ella
como legitimado activo; una vez que la Comi-
sién (o tn Estado) puso en marcha las actua-
ciones ante el Tribunal del sistema, la vietima
puede intervenir sin ninguin tipo de restriccio-
nes, Tan es asf que el art. 28 del Reglamento
—siguiendo las aguas de su similar europeo—
hace notificar la demanda, al denunciante
original y a la victima o a sus familiares.
Admitimios que esta respuesta no surge
linealmente de los textos aludidos, pero es
—como dijimos—la que més se acomoda a la
interpretacién humanitaria quedebe campear
en este émbito, De todas maneras, y aun
ciniéndonos ala Conveneién Interamericana
sobre Derechos Humanos, convengamos que
su art. 61.1 le niega al denunciante la posibi-
lidad de llegar per se a la Corte, pero no de
actuar como parte (57),
introducido un caso ante ésta, equipara ente.
ramente on todos sus derechos durante el
desarrollo del juicio, al denunciante original
con los Estados litigantes y con la Comisién.
Aun cuando el reglamento parece reservar el
calificativo de parte en el proceso exclusiva-
mente para los Estados que participan en el
mismo —lo cual excluirfa también a la Comi-
sién de esta condicién—, la circunstancia de
que el individuo aparezca investido con pode-
es juridicos suficientes para intervenir on
condiciones de igualdad, en el debate judicial
contradictorio, implica que, por obra del Re-
glamento de la Corte Europea, ha alcanzado
téenicamente la condicién de’ parte en los
procesos que tienen lugar ante ella”
(6) Ver voto del juez Piza E.. Allf se expresa,
que el art, 63.1 de ia convencién, habla de parte
lesionada, cuando se refiere al denunciante.
(67) Hrrvers, Juan Cantos, La Corte Intera-
mericana. Revista Uruguaya de Derecho Pro-
cesal, nro. 3, 1988, p. 239.ALGO MAS SOBRE EL PROCESO TRANSNACIONAL
Reiteramos que la Comisién y los Estados,
son,Jos tinicos que pueden incoar una denun-
cia ante el Tribunal de referencia. Empero
una vez iniciada la misma, la vfctima est en
condiciones de intervenir en el pleito, y debe
ser escuchada como una “parte” mas (),
mM
CONCLUSIONES +
A) Rango Constitucional de los Pactos sobre
Derechos Humanos
La Convencién Nacional Constituyente de
1994, reformé el art. 67 ine. 19 de la Carta
Magna —shora art. 75 ine. 22— y le dio
jerarqufa constitucional a varios tratados s0-
bre derechos humanos, ratificados por el pafs,
entre ellos, el Pacto de San José de Costa Rica.
‘Antes que nada es dable poner de relieve,
que los mismos ya eran derecho positive desde
el momento de surratificacién por el Congreso.
Y adems riuestra Corte Suprema habfa he-
cho ingresar al tiltimo casi a la antesala dela
propia Constitucién, a través de Ios conocidos
fallos, Ekmedkjian ¢. Sofovick (de 1992) [ED,
148-338) y Fibraca (de 1993) [ED, 154-161].
En cuanto a su operatividad nada ha cambia-
do, pues ya era en rigor self executing, es decir
directamente operativos, por regla.
Serfaimportante acotar quela modificacién
implica un verdadero avance, pues nos hemos
puesto a la vanguardia de los grandes movi-
Tientos de los tltimos tiempos, habidacuenta
dé que, salvo algunos paises de América Lati-
na, hasta ahora sélose le han conferidoa tales
Pactos una jerarqufs por encima de las leyes,
pero por debajo de la Constitucién,
Lo cierto es que esta solucién responde a
‘una profunda tendencia on prode los derechos
humanos, tanto a nivel doméstico como inter-
nacional,’ dando nacimiento al denominado
derecho transnacional (69) que se erige —al
decir de Cappelletti—, como uno de los fens-
‘menos més importantes de este siglo. Ello asf
(68) Hirrers, Juan Cantos, Derecho Interna
cional de los Derechos Humanos, Ediar, 1993,
‘T. TL, p. 480.
(8) Repérase on que el art. 75, ine. 24 se
refiere, més bien al Derecho Comunitario o de
integracién (Mercosur) y el art. 75 ine. 22 al
Derecho Internacional de los Derechos Huma-
nos.
(t 162) 1033,
pues las normasjuridicas locales creadas para
tener vigencia dentro delos Estados, se fueron.
“extendiendo” —a través de los tratados—
logrando operatividad més allé de las fronte-
Los pactos y convenciones aquf analizados
poseen ciertas particularidades con respecto a
los clasicos, habida cuenta de que seguin lo ha
destacado la Corte Interamericana, en dos
Opiniones Consultivas (OC-2 y OC-3), tienen
por objeto y fin la tutela de las prerrogativas
del individuo (69),
Por todo ello, la reforma les ha otorgado
jerarqufa constitucional, pasando a “eomple-
mentar” la Carta Magna, sin violentar el art.
81 dela misma.
Esto quiere significar, que en caso de una
eventual contraposicién, con la Constitucién,
prevalocerd feta, pes start. 27,dispone que
los tratados deben mantener conformidad con
los principios de derecho puiblicos establecidos
enella. Portal motivacién el actual art. 75ine.
22 dispone enfaticamente que los convenios
internacionales a los que hemos hecho refe-
rencia, deben entenderse como “complemen.
tarios” de la Carta Magna, no pudiendo dero-
gar, ni contradecir la denominada parte dog-
mética.
En sintesis, los instrumentos que se afiaden
ala Carta Suprema, tienen rango constitucio-
nal, pero no son la Constitucién misma. Este
seré el argumento trascendente que en al
futuro podrén utilizar los judicantes, para
darle prioridad a la Constitucién, sin perder
de vista que la télesis final de los mecanismos
queseincorporarén, es la tutela del serhuma-
no (61).
B, Bl poruenir del Derecho Procesal Trans-
Hemos visto que luego de la finalizacién de
la Segunda Guerra Mundial, y como conse-
cuencia de los oprobios que esa conflagracién
Je produjo a la humanidad, se fue gestando—
en el mundo occidental— un movimiento en
(60) E1 suscripto fue Convencional Nacional
Constituyente en dicha reforma, ocupando el
cargo de Vice Presidente Iro, de la Comisién
de Redaccién.
(61) Véase Hrrrens, Manrivez, Tespesta,
Jerarquia de los Tratados sobre Derechos
Humanos: Fundamentos de la Reforma de
1954. El Derecho, Boletin del 31-10-94.1034 JUAN CARLOS HITTERS ,
defensa de los derechos del hombre, primeroa
nivel nacional, y luego a escala internacional,
dando como resultadola apariciéndel derecho
transnacional
A nivel de la Comunidad Europea se han
puesto también on marcha mecanismos jurf-
licos supranacionales, de tal modo que el ser
humano tiene desde que quedaron conforma-
dos estos pardmetros, una sombrilla protecto-
ra (un Bill of rights), que lo cubre fuera de los
limites de las fronteras en las que normal-
mente habita (lex universalis).
Estamosen presencia de un derecho trans-
nacional, con regulaciones “sustanciales” 0
“fondales” por un lado que nacen a través de
Jos Convenios y Tratados Internacionales;
con “procesales” por otro, surgidos por media-
cidn de los estatutos y los reglamentos, como
el de Luxemburgo —para la Comunidad Eco-
némica Europea—o los de Estrasburgo y de
Costa Rica, para el Ambito de la proteccién de
os derechos humanos.
Lo importante de esta moderna rama es
doble, pues incorpora normas supranacionales
al torrente jurfdico doméstico, que son direc-
tamente operativas (self executing), logrando
una uniformidad continental en la inter-
pretacién del derecho metanacional; ademas,
impone un contralor que est por encima del
Tocal —surpanacional— para que los Estados
y los euerpos internos acaten este derecho,
produciendode tal modo también una unifica-
eign ya que los entes “revisores” —Comision y
Corte—, llevan a cabo una especie de inspec-
cién que produce cierta uniformidad
En lo que hace, el derecho “procesal” trans-
nacional, debe ser estudiado y reelaborado
por los procesalistas, siconsideramos que
como remareaba ALcALa Zamora, la mayorta
de los reglamentos y estatutos que hoy ri-
gen, han sido pergefiados por interna
cionalistas, con magros conocimientos de
las reglas que iluminan el campo adjetivo.
Ademés se trata de una corriente en conti-
nua expansién que precisa de un serio trata-
miento por parte de los especialistas en el
sector del proceso.
A grandes trazos hemos intentado sefialar
eneste trabajo, que en principio, se aplican al
Derecho Procesal Transnacional, las pautas
generales que se ponen en marcha en los
pleitos domésticos, aunque, con cierta especi-
ficidad teniendo en consideracion los intere-
ses que estén en juego.
En el Ambito americano, sea a través del
Mercosur(®),o del Acuerds de Cartagena(®)
0 del sistema continental tuitivo de los dere-
chos humanos, funcionan érganos jurisdiccio-
nales y cuasi jurisdiccionales, de jerarquia
supranacional através de los cuales se resuel-
ven “litigios”. Ello significa que es imprescin-
dible estudiar y sistematizar esta discipli-
na), ylos procesalistas no pueden ser convi-
dados de piedra, debiendo tener un rol
participative.
Estos conceptos se extienden en general a
Jos abogados que se ocupan de representar y
patrocinar en juicio, ya que en Europa, la
especialidad en: los procesos transnacionaies,
constituyen una importante fuente de traba-
Jo.
En suma, estamos en presencia de una nue-
va materia procesal que ha ido ereciendo de
modo “silvestre”, por lo que ya es hora de
abordarla cientfficamente, y por especialistas
ara que esculpan su verdadero rostro.
(62) El Tratado de Asuncién (suscripto ef 26-
8-91), prevé tres sistemas para la solucién do
controversias; uno fijado en el tratado de
origen, otro para regir la transicién (vigente),
y un tercero que ser el definitive. No existe
por ahora una Comision y una Corte, como en
la Comunidad Econémica Europea. Actual-
monte hay dos modelos, uno para las contro-
versias entre partes y otro para las reclama-
ciones de los particulares frente a un Estado
Parte (Protocolo de Brasilia). Véase “El
‘Mercosur, aspectos institucionales y econémi-
cos", A. M. Monstio, Coordinador Librerfa
Editora Plantese S.R.L,
(63) El Tribunal de Justicia del Acuerdo de
Cartagena, fue creado por el Tratado del 25
de mayo de 1979, y comenzé a funcionar en
Quito el 5 de enero de 1984.
(4) Veaso, AnceL Lannoxt Sosa Bl Proceso
Transnacional; Mario Acuumne Govov, EI Pro-
ceso Transnacional; ambos Revista del Insti-
tuto Colombiano de Derecho Procesal Volu-
men II, nro, 16-17, pags. 11 y 33 respectiva-
niente,