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Varoufakis : Los Bancos Globales, México y la periferia de la Eurozona                                                                    www.sinpermiso.

info,  8  septiembre  2013  

Yanis Varoufakis

Los Bancos Globales como exportadores de estrangulamiento crediticio


permanente: los casos de México y la periferia de la Eurozona, comparados

´En la era post-­2008 hay una comprensible conminación a creer dos cosas a la vez. Que
los bancos causaron un enorme lío, del que no hemos conseguido salir todavía, y,
simultáneamente, que la banca se ha repuesto y anda ahora navegando de proa por los
vastos océanos de las finanzas. Ambas creencias son profundamente erróneas. Los
bancos no fueron los causantes del lío, aun cuando jugaron un gigantesco papel en su
desencadenamiento. Y no, ¡las finanzas NO se han repuesto! Condenar a los bancos
luego del desplome de 2008 por su ultrajante codicia, por su propensión a estafar de
consuno a accionistas, contribuyentes y clientes y por su grosera incompetencia puede
resultar gratificante y, desde luego, no es totalmente injusto. Sólo que arroja poca luz
sobre las causas profundas del problema, y no digamos sobre lo que debe hacerse.µ

La conferencia que sigue fue pronunciada el pasado 29 de agosto de 2013 en el ITAM de México,
D.F., en el contexto de un simposio sobre las reformas financieras que se planean en México
organizado por el IMEF (Instituto Mexicano de Ejecutivos Financieros) en colaboración con la
UNFIM (una confederación de entidades financieras de propiedad mexicana). [Para un audio de la
conferencia en inglés: voice-­0021.m4a.]

1 Introducción
³1R SXHGHV UHPRYHU XQD IORU VLQ FRQPRYHU D XQD HVWUHOOD´ GHMy FHOHEpUULPDPHQWH GLFKR
Francis Thompson. La interconectividad aquí sugerida resulta aún más pertinente en nuestra
economía global financiarizada que en los más extremados vestigios de no-linearidad
detectables en la Madre Naturaleza.

Esa es al menos mi excusa para aceptar esta amable invitación y hablarles a ustedes del
asunto de la banca y, en particular, de la banca en el contexto de los debates actualmente en
curso en México sobre las reformas financieras venideras, el propósito de las cuales es,
ostensiblemente, revertir el estrangulamiento del crédito a los negocios mexicanos. Porque si
sajar una flor conmueve a una estrella, el fracaso del sector bancario chipriota o la

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problemática recapitalización bancaria española a través del Mecanismo Europeo de


Estabilidad (MEE) resulta con toda certeza de la mayor importancia para vuestras reflexiones
sobre el sector financiero mexicano.

Permítanme, antes de proseguir, expresar mi agradecimiento a los organizadores,


señaladamente a Adalberto Palma, y por supuesto a esta ilustre sede de aprendizaje, el ITAM,
por el gran honor y el considerable privilegio con que me han obsequiado al permitirme
hablarles hoy aquí a ustedes.

Habrán oído que ando aquejado de cierta aflicción que en nuestros días se considera más bien
grave, especialmente entre las gentes del común, pero también en el mundo de las finanzas
SULYDGDVVR\«JULHJR/DVEHOODVDOPDVWHUVDVHVWiQ\DDVLQWLHQGRFRQODFDEH]DKHQFKLGDV
de simpatía con mi mal. Las más hirsutas, menos prontas a la empatía, se estarán preguntado
qué demonios hace un economista griego hablándoles aquí, en México, de finanzas, banca, la
crisis global, etc.

Déjenme decirles que Grecia está en hoy en todos los espejos. Y como advierten muchas
YHFHV ORV HVSHMRV UHWURYLVRUHV GH ORV DXWRV ³ORV REMHWRV UHIOHMDGRV HQ HO Hspejo están más
FHUFD GH OR TXH SDUHFH´ (Q HIHFWR HPSH]DUp SRU GHFLUOHV TXH 0p[LFR \ *UHFLD WLHQHQ
demasiadas cosas en común. Y no me estoy refiriendo a nuestras exitosas Guerras de
Independencia en las dos primeras décadas del XIX, no; me estoy refiriendo a flujos violentos
de capital, a crisis bancarias, a reestructuración de la deuda, al inexorable aumento de la
pobreza, a la incorporación a un bloque comercial integrado por vecinos septentrionales más
grandes y más potentes. Y por supuesto, al mucho malestar político y social causado por todo
eso.

En 2009, luego del Desplome de 2008, Grecia pasó a ser insolvente y a caer bajo la protección
del FMI y de nuestros socios europeos. Entretanto, México experimentaba su propio encuentro
en la tercera fase, asegurándose una gigantesca línea de crédito del FMI (por razones no
demasiado diferentes). Me permitirán que sugiera lo siguiente: si ustedes carecieran de Banco
Central propio; si no pudieran devaluar un 25% como hacían antes; si Europa hubiera inundado
su sector bancario con montañas de derivados tóxicos (atrayéndolos hacia los bancos
europeos y soltándolos luego en los bancos mexicanos); y si ustedes tuvieran prohibido
declararse en quiebra, entonces México no sería hoy muy distinto de la pila de escombros en
que se ha convertido Grecia.

Mis amigos y colegas mexicanos me cuentan que a México le está resultando ahora difícil
esquivar los escollos de la Crisis. Que el crecimiento se ha vuelto negativo y hay escasez de
crédito. Vistos los datos, parecen estar en lo cierto. Sin embargo, la ventaja de tener ante
ustedes a un griego es que yo puedo mirarles legítimamente a los ojos y decirles: amigos míos,
caísteis en un pozo, a cuyas cotas más bajas nosotros y nosotras, griegos, portugueses,
españoles, italianoVLUODQGHVHV« ¡aspiramos a subir!

Dejemos por el momento Grecia y Europa. Es hora de atender a una imagen más amplia, a los
desafíos, primero, globales y, luego, nacionales, que presentan las reformas bancarias en la
era post-2008. En lo que viene, me propongo lo siguiente:

Primero, me plantearé la cuestión que Lawrence Olivier, en su papel de abominable Ángel


Blanco, le planteó a Dustin Hoffman cuando le estaba torturando con una fresa de dentista en
esa gran película que fue The Marathon Man  ³¢9DPRVELHQ"´$VtSXHV¢YDELHQDKRUD
el sector financiero, va al menos significativamente mejor que antes de 2008?

Luego KDEODUp EUHYHPHQWH GHO MXHJR ³&XOSD D ORV %DQTXHURV´ SDUD VRVWHQHU XQD LGHD PiV
refinada de la cuestión de la ética y las prácticas bancarias.

En tercer lugar, avanzaré mi propia interpretación de lo que ocurrió en 2008: por qué ocurrió y
cómo cambió nuestra realidad.

Avanzada esa visión global, buscaré, en cuarto lugar, echar luz sobre las SIFIs (Instituciones
Financieras Sistémicamente Importantes, por sus siglas en inglés), más con ánimo de
comprender que de emitir juicios de valor.

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Por último, plantearé la inevitable cuestión: ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cómo tenemos que
reformar nuestro sector financiero? ¿Qué lecciones podemos sacar de eso para México?

2 ¿Vamos bien?
¿Vamos bien? ¿Andan bien las finanzas tras la ronda de supuestas reformas sucesivamente
introducidas luego de la calamidad de 2008?

³(QODHUDSRVW-2008 hay una comprensible conminación a creer dos cosas a la vez. Que los
bancos causaron un enorme lío, del que no hemos conseguido salir todavía, y,
simultáneamente, que la banca se ha repuesto y anda ahora navegando de proa por los vastos
océanos de las finanzas. Ambas creencias son profundamente erróneas. Los bancos no fueron
los causantes del lío, aun cuando jugaron un gigantesco papel en su desencadenamiento. Y
QR£ODVILQDQ]DV12VHKDQUHSXHVWR´

Condenar a los bancos luego del desplome de 2008 por su ultrajante codicia, por su
propensión a estafar de consuno a accionistas, contribuyentes y clientes y por su grosera
incompetencia puede resultar gratificante y, desde luego, no es totalmente injusto. Sólo que
arroja poca luz sobre las causas profundas del problema, y no digamos sobre lo que debe
hacerse.

No es necesario ser un miembro bona fide del movimiento Occupy para creer que nuestros
sistemas bancarios constituyen un peligro claro y presente para nuestras economías sociales.
El pasado 19 de junio, Mervyn King pronunció su última conferencia como Gobernador del
Banco de Inglaterra:

³/DHQRUPHGLPHQVLyQ\FRPSOHMLGDGGHORVEDQFRVJOREDOHV´GLMR³KDQWUDtGRFRQVLJRIDOORVGH
gobernanza. Los gobiernos, los reguladores, los fiscales y los directores no ejecutivos, todos
han tenido que lidiar con empresas que suponen un riesgo para los contribuyentes, pero que
no pueden ser perseguidas a causa de su importancia sistémica y que resultan difíciles de
gestionar a causa de sus dimensiones y de su complejidad. No es de nuestro interés tener
bancos que son demasiado grandes para caer, demasiado grandes para acabar entre rejas o,
VLPSOHPHQWHGHPDVLDGRJUDQGHV´

Dada la estructura fuertemente oligopólica del sector bancario mexicano, yo creo que ustedes
necesitan tomar nota del tiro de salida del señor King. Pero especialmente de su conclusión:

³5HVROYHUHVRVSUREOHPDVHVWDUHDGHXQDJHQHUDFLyQ´

Andrew Haldane, el director ejecutivo de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra, se


atrevió a decir hace ya varios años lo que sigue, a cuenta del desplome de 2008:

³+D\XQDGLIHUHQcia clave entre la actual situación y la de la Edad Media. Entonces, el mayor


riesgo al que se enfrentaban los bancos venía del Soberano. Hoy, tal vez el mayor riesgo al
TXHVHHQIUHQWDODVREHUDQtDYLHQHGHORVEDQFRV6HKDLQYHUWLGRODFDXVDOLGDG´

Así pues, en resolución, no; no vamos bien, si pensamos que las finanzas globales han sido
domesticadas y que los bancos ha logrado pasar página. Como dejó dicho Mervyn King, se
necesitará una generación para eso. Erraríamos, sin embargo, si nos dejáramos arrastrar al
juego del Culpa a los Bancos que invisibles las causas, más profundas, de los fallos
individuales y colectivos de la banca.

3 Mas allá del juego del Culpa a los Bancos: el Minotauro en la recámara
¿Por qué se permitió a los bancos crecer a tal punto y desarrollar tamaña complejidad e
incrementar su capacidad de búsqueda de rentas desde los 70? La mera observación de que
crecieron en términos de poder y relevancia no entraña la explicación del fenómeno. La codicia
nunca fue causa de nada; sólo un producto lateral. Dígase lo mismo de los exacerbados

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privilegios de los banqueros. ¿Pero un producto lateral de qué? Un producto lateral del cada
vez mayor ascendiente de lo que en un libro reciente he dado en llamar un Minotauro Global.
(Ya ven ustedes que este griego que les habla no puede pasarse sin metáforas mitológicas.)

Desde comienzos de los 70, los EEUU comenzaron a absorber una gran parte de los productos
industriales excedentes del resto del mundo. A su vez, los beneficios ingresados por los
empresarios de las naciones excedentarias regresaban diariamente a Wall Street, ávidos de
mayores rentabilidades. Wall Street iba entonces a servirse de ese aflujo de capital exterior con
tres propósitos: a) para el suministro de crédito a los consumidores norteamericanos; b) para la
inversión directa en las grandes corporaciones empresariales estadounidenses (lo que
contribuyó a una ulterior globalización); y por supuesto c) para la compra de bonos del Tesoro
estadounidense (es decir, para financiar el déficit público norteamericano).

En este Mecanismo de Reciclaje del Excedente Global (MREG) que yo he comparado con un
Minotauro Global resultaban esenciales los déficits gemelos norteamericanos /RV ³WULEXWRV´
procedentes del resto del mundo fluían a Wall Street en forma de flujos netos de capital por un
montante medio de entre 2 y 5 mil millones de dólares diarios (el equivalente actual al tributo
que la subalterna Atenas tenía que enviar regularmente a la Creta Minoca para festín del
Minotauro). A cambio, el déficit comercial norteamericano generaba la demanda de que
dependían las fábricas japonesas, alemanas, holandesas, del sureste asiático y, luego, de
China. Sin esos dos déficits gemelos noUWHDPHULFDQRV QR KDEUtD SRGLGR ³FHUUDUVH´ HO IOXMR
global circular de bienes y capital, lo que habría redundado en la desestabilización de la
economía global. (Del mismo modo que la Creta Minoica, a cambio del tributo recibido, ofrecía
paz, tranquilidad y el contexto para un comercio saludable en todo el orbe conocido).

Ese sistema de reciclaje quebró porque Wall Street se aprovechó de su posición de ventaja ±
exorbitantemente priviliegiada² para construir colosales pirámides de dinero privado a partir
de los beneficios netos que afluían a los EEUU procedentes del resto del mundo. El proceso de
acuñación de dinero privado por parte de los bancos de Wall Street ±también conocido como
financiarización² infundió mucha energía al esquema de reciclaje, insuflando enormes
bocanadas de renovada vitalidad financiera y, así, alimentando un nivel más y más acelerado
de demanda en los EEUU, en Europa (cuyos bancos no tardaron en subirse al carro de la
acuñación privada de dinero) y Asia. Sólo que eso trajo también consigo el traspaso de ese
esquema de reciclaje de excedente.

México sufrió mucho antes el colapso que ahora está experimentando la Eurozona. Y por
partida doble. En efecto: una en los 80, con la crisis de deuda que siguió al desastroso
experimento de pesos ligados al dólar (un experimento del mismo cuño que la lógica básica de
la Eurozona), y luego, con el colapso bancario que siguió a los flecos de la inauguración del
NAFTA (Acuerdo de Libre Comercio de los Países de la América del Norte, por sus siglas en
inglés). Habiendo optado por vincularse plenamente a la economía estadounidense y
desacoplarse del resto de América Latina, México experimentó enormes aflujos de capitales,
resultantes tanto: a) de fugas de capitales ingresados en os EEUU a causa de la mencionada
dinámica de Minotauro; como b) de sucesivos escapes de dinero tóxico acuñado en Wall Street
en el marco del impulso financiarizador que arrancó en los 80. Cuando las burbujas de activos
generadas por esos flujos parecieron a punto de estallar, la salvaje evasión de capitales
ocasionada por esa percepción no sólo precipitó el estallido de esas burbujas, sino que lo que
todo esto trajo de forma evidente consigo ±sobrecostes de la deuda, quiebras bancarias, grave
recesión, drástico incremento de las cifras de pobreza absoluta y grave desestabilización
política² estuvo a punto de llevarse por delante toda la economía social mexicana.

En este sentido, México 1995-95 fue un preludio de las actuales cuitas y tribulaciones de los
países peritéricos de la Eurozona luego de que los aflujos de capitales que absorbimos
pusieran en riesgo a nuestros bancos y a nuestros Estados. En un cierto sentido, lo ocurrido en
1994 les protegió a ustedes de una catástrofe en 2009 que habría sido mucho, mucho peor que
la que experimentaron. Esa es la razón de que nosotros, los europeos, aspiremos ahora a
DXSDUQRVDORTXHSDUDXVWHGHVIXHURQ«EDMDVFRWDV

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4 Entender las instituciones financieras sistémicamente importantes (SIFI)


Ese flujo circular de excedentes ±y en su corazón, los déficits norteamericanos² proporcionó
el marco en que los bancos crecieron hasta convertirse en SIFIs: en bancos que, de acuerdo
con Andrew Haldane, siguen representando una amenaza clara y presente a la civilización tal y
como la conocemos.

El problema más importante con esos bancos es simple: ¡no les gusta ni les interesa el
préstamo! La causa de que crecieran tanto, convirtiéndose en SIFIs, es que se sirvieron de
una combinación de opciones y derivados, por un lado, y de apalancamiento, por el otro, a fin
de tomar préstamos con el lado de los pasivos contables y apostar con el lado de los activos.
Cuanto mayor el apalancamiento empleado, tanto mayores los beneficios dimanantes de esas
actividades, resultando todo ello en un crecimiento exponencial de sus activos, sus beneficios
y, ni que decir tiene, sus bonificaciones.

Por consecuencia, el grueso de los préstamos de los SIFIs a los clientes terminó por
representar una ínfima porción de su negocio (de sus activos totales). Desde la perspectiva de
las SIFIs ±para las que todo lo que cuenta es ganar tanto dinero como sea posible², nosotros,
los clientes, somos un estorbo; un grupo de gente que nos creemos importantes y al que se
finge tomar en serio cuando lo que en realidad se desea es no perder un segundo con
nosotros.

En los buenos tiempos, nosotros, los clientes, nos beneficiamos de la generosidad de los
bancos en un ambiente global de tasas de crecimiento alimentadas por el crédito, reflejo de la
fuga de capitales hacia los EEUU, una fuga que financiaba los déficits estadounidenses, los
cuales, a su vez, creaban la demanda agregada a escala planetaria necesaria para las
exportaciones netas de los exportadores netos. Lo que pasa es que, entretanto, el mundo de
las finanzas se desacopló del mundo en que se producen los bienes tangibles producidos por
los trabajadores para los consumidores.

Cuando la pirámide de derivados de papel ±una forma de dinero privado que Friedrich von
Hayek ni siquiera pudo imaginar (y que jamás habría aplaudido, si hubiera alcanzado a
concebirla)² estalló en llamas y quedó reducida cenizas, todo el edificio se desplomó.
Llegados a ese punto, con reguladores públicos demasiado timoratos para plantar cara a unos
banqueros que ±hay que decirlo² eran todos viejos colegas y, muchos, compañeros de
campos de golf, los SIFIs llegaron a vivir un sueño hecho realidad: así como estuvieron en
condiciones de incrementar exponencialmente sus beneficios en el ciclo alto, ahora, en el ciclo
bajo, se hallaban en condiciones de conseguir rescates por montos no menos exponenciales
financiados por los contribuyentes.

¿Por qué, de repente, habría de inflamárseles el corazón ante la perspectiva de ofrecernos


prestamitos de pacotilla a ustedes y a mí? Una partida terminaba, pero comenzaba otra,
asistida y guiada por varias ondas expansivas de flexibilización cuantitativa. El único peligro
divisable en el horizonte era una regulación más estricta. Para evitarla, se sirvieron de tácticas
terroristas contra la mano que les acababa de dar de comer.

Para ver en el más vivo Technicolor lo poco que se preocupan las SIFIs del crédito a la gente,
vale la pena prestar atención a los esfuerzos realizados por el gobierno británico para que los
grandes bancos (¡incluidos los de propiedad pública!) se avinieran a dar más crédito. Es
razonable preguntarse: ¿por qué no se limitó el ministro de finanzas británico a ordenar a los
ejecutivos de los bancos nacionalizados por el gobierno tras el desplome de 2008 que aflojaran
las riendas y empezaran a dar préstamos con mayor liberalidad a las pequeñas y medianas
empresas? ¿Por qué tuvo que cocinar el gobierno toda una serie de incentivos para conseguir
que hicieran lo que podría simplemente haberles ordenado hacer? ¿Es que el sufrido
contribuyente no había ya pagado bastante para rescatarles?

Y son cuestiones ciertamente pertinentes, desde luego, pero caen fuera del núcleo de mi
argumento aquí. Lo central es el resultado del esquema puesto en práctica por el gobierno
británico ±UHVSRQGH DO QRPEUH GH ³)XQGLQJ IRU /HQGLQJ´ >)LQDQFLDU SDUD 3UHVWDU@² a fin de
incrementar la oferta de crédito bancario al sector privado. En substancia, el dicho esquema
posibilitaba que los bancos tomaran préstamos a ínfimo interés, siempre y cuando prestaran

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los dineros así obtenidos a empresas y familias. A ese efecto, se proporcionaron a los bancos
cerca de 17 mil millones de libras esterlinas.

¿Y qué pasó? En el cuarto trimestre de 2012, el crédito cayó en unos 2,4 mil millones de libras.
(O5R\DO%DQNRI6FRWODQGWRPySUHVWDGRVPLOORQHVGHOLEUDVGHOHVTXHPD³)LQDQFLDUSDUD
3UHVWDU´\VHODVDUUHJOySDUDUHGXFLUHOPRQWRWRWDOGHVXVSUpVWDPRVHQXQRVPLOPLOORQHV
HBOS tomó prestados 3 mil millones y redujo el YROXPHQGHVXVSUpVWDPRVHQ«PLOPLOORQHV

Recapitulando: las SIFIs constituyen un problema por varias razones. Me permitirán que me
centre en dos. En primer lugar, como todos los oligopolios, lo que hacen es maximizar
beneficios restringiendo las cantidades para subir los precios (esto es, para aumentar los
diferenciales en su provecho). En segundo lugar, porque cuanto más grandes son, más se
benefician de tomar a préstamo sobre el lado del pasivo contable y apostar sobre el lado de los
activos; un peligroso juego que les va bien a los bancos y muy mal al resto de la sociedad, y
que se juega por medio del cabildeo político: consiguiendo que ningún político se avilante a
plantarles cara.

Que no se me malinterprete. Esto no es una crítica ética de los dirigentes bancarios ni de los
negociantes de productos financieros y gestores medios situados por debajo de aquellos. Yo
no tengo la menor duda de que todos y cada uno de ellos lo han hecho lo mejor que han
podido trabajando en organizaciones complejas que no habrían tenido el menor reparo en
despedirles, si lo hubieran hecho de otro modo. No es una cuestión de ética. Es más
importante que eso. Si ustedes quieren, la situación asemeja más a una tragedia antigua
griega, al Edipo Rey, pongamos por caso, en donde todos los personajes lo hacen lo mejor que
pueden en circunstancias que no han elegido, pero todos y cada uno de ellos ponen sin
advertirlo su granito de arena en la preparación del desastre colectivo que asoma en el
horizonte.

Lo que tenemos que entender es que los grandes bancos globales que han llegado a crecer
hasta alcanzar un grado de complejidad que rebasa ciertos umbrales no son empresas
capitalistas. Son entidades feudales. O como lo dejó dicho el antropólogo Karel Williams, de la
Universidad de Manchester, las SIFIs se han convertido en vagas confederaciones de
buscadores de renta en busca de franquicias. Williams (citado por John Lanchester en un
artículo reciente que pasaba revista a estos temas en la London Review of Books) cuenta que
un analisWD GH ULHVJRV KDEOD GH VX EDQFR FRPR GH XQD ³QDFLyQ HQ SHUSHWXD JXHUUD FLYLO´
PLHQWUDV TXH XQ QHJRFLDQWH GH YDORUHV ILQDQFLHURV VXHOWD ³7LHQH XVWHG TXH HQWHQGHUOR
HVWDPRVFRQWUDODSDUHG´

Las bardas y los mecanismos regulatorios no son para ellos otra cosa que otros tantos
irritantes a esquivar y a los que hay que privar de mordiente. Si los negociantes de derivados
financieros y los analistas no lo consiguen, sus jefes se verán obligados a prescindir de ellos,
so pena de ver también su cargo en peligro. Es un grave error imaginar que las SIFIs son
entidades de negocios bien definidas dirigidas por astutos banqueros que saben lo que se
traen entre manos y hacen lo que hacen sabiendo cómo hay que hacerlo. Astutos, puede que
lo sean. Pero no tienen una idea clara de lo que pasa en su reino y, lo que acaso resulta más
significativo, sólo están en condiciones de controlar partes ínfimas de la confederación feudal
que supuestamente supervisan. Lo cierto es que esa confederación ±las SIFIs² sigue, como
movida por voluntad propia, su propio guión, que no es otro que el de la interminable búsqueda
de rentas económicas cada vez más desacopladas de la mundana tarea de suministrar crédito
a los negocios.

Desde una perspectiva macroeconómica, las SIFIs constituyen un problema porque se


benefician del préstamo volátil: excesivo, cuando lo crucial son las restricciones; insuficiente,
cuando lo que se precisa es impulsarlo. En una palabra: las SIFIs son una suerte de máquina
generadora de volatilidad provista en su cúspide de un campo magnético que irradia aridez
crediticia en derredor.

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5 Por qué la presente realidad bancaria de México es fuente de preocupaciones


Por lo que he leído y oído ±ya me corregirán los expertos en banca mexicana, si me
equivoco², diríase que los bancos mexicanos son una fuente de buenas y malas noticias.
Buena noticia es que tengan una saneada estructura de capital y un bajo volumen de malos
activos. También la rápida ejecución de los acuerdos Basilea III es una fuente de orgullo y un
reflejo, acaso, de la conminación de los reguladores mexicanos a evitar las pifias del pasado:
todavía se acuerdan de 1994. Sin embargo, la mala noticia es que el crédito parece demasiado
escaso en un momento en que la economía agoniza por falta de crédito y se disparan los
embargos.

Me temo que hay más malas noticias. El cumplimiento de Basilea III puede sonar a cosa
excelente pero, en realidad, significa muy poco. Lehman Brothers, Wachovia y Citigroup en los
EEUU, Bankia, Dexia, así como los bancos griegos y chipriotas en Europa se consideraban
bien capitalizados de acuerdo con los criterios de Basilea III el día mismo en que quebraron.
¿Se dan ustedes cuenta? Habrían pasado con un excelente el examen de Basilea III instantes
antes de estirar la pata.

Lo que se dio, huelga decirlo, fue el colapso sistemático que amenaza siempre a cualquier
sector bancario que, como el mexicano, sea oligopólico y esté muy concentrado. En el caso de
Lehman Brothers, fue un cara o cruz lo que acabó determinando qué ficha de dominó caía
primero arrastrando tras de sí a un sector cargado con tanto combustible, que la explosión
resultó irrepresable. En el caso de los bancos europeos que acabo de mencionar, aun cuando
ninguno era una SIFI, en conjunto resultaban tan peligrosos sistémicamente como la Deutsche
Bank.

Nunca deberíamos perder de vista que cuando golpea una Crisis ±con mayúscula²,
particularmente cuando golpea a una economía periférica, los bancos globales ponen tierra de
por medio. Aun cuando posean filiales en la nación golpeada, se largan. El hecho de que las
SIFIS de este país, México, coincidan con las SIFIs globales es como para preocuparse muy
mucho.

Cuando se da un shock financiero, cosa que ocurre periódicamente, cuanto mayor es la tasa
de concentración del sector bancario y cuanto más global es el sector bancario local, mayor es
la proporción de activos bancarios que se agostan. Por ende, tanto mayor la tendencia del
capital y de los bancos globales a huir de la desdichada nación periférica: como una marea en
retirada que no dejara tras de sí más que unos cuantos cascarones vacíos e ingentes
volúmenes de limo.

Ahora bien; si la exposición de los bancos globales a los riesgos de la periferia les resulta
amenazante, HQWRQFHV LQHYLWDEOHPHQWH OD ³0HWUySROLV´ LQWHUYHQGUi 1R GHMDUi GH DSDUHFHU OD
caballería al rescate, pero sólo para salvar a los propios bancos globales de la Metrópolis,
cualesquiera que sean los costes la economía local. Esa fue vuestra experiencia con los bonos
Brady y, más tarde, con el rescate de 50 mil millones de dólares de James Rubin [el ministro de
finanzas de Clinton] luego del desplome bancario de 1994. Y desde luego fue nuestra
experiencia en los llamados euro-rescates: cínicos intentos de sacar pérdidas tóxicas de los
libros de contabilidad de Deutsche Bank y BNP-Parisbas y cargarlas a las espaldas de los
contribuyentes griegos, alemanes y franceses.

No comentamos aquí un error que cuesta muy caro: la Metrópolis no se detendrá ante nada
cuando se trate de evitar unas quiebras que, irónicamente, prescribe, no la izquierda, sino la
nueva derecha hayeckiana: quiebras, dicho sea de paso, que habrían resultado menos
costosas para la economía en su conjunto, y no digamos para el inocente ciudadano que está
en Babia.

Siempre que estudiemos el grado de solidez de algún sector bancario, es imperativo ir más allá
del sector bancario y pensar en términos macroeconómicos. Los problemas del México de
1994 eran parcialmente sistémicos, pero debidos en gran parte a una caída de la demanda
agregada consiguiente a la recesión registrada en EEUU, Canadá y Europa. Como lo fueron
los problemas de los bancos griegos en 2010. Ninguna reforma bancaria puede defender a un
sector bancario de una recesión macroeconómica seria.

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Y aquí está el quid de la cuestión. Si mi análisis de las causas profundas tras el desplome de
2008, si mi cuento del Minotauro anda en lo cierto, tenemos mucho de lo que preocuparnos: el
déficit comercial estadounidense ha regresado y el resto del mundo sigue comprando bonos
del Tesoro estadounidense. Sin embargo ±£XQ JUDQ ³VLQ HPEDUJR´², la capacidad de
Norteamérica de generar demanda agregada para el resto del mundo ha disminuido
tendencialmente en un 30% comparada con la era pre-2008, mientras que el flujo de capitales
del resto del mundo hacia los EEUU ya no es capaz de suministrar financiación esencial a las
grandes empresas estadounidenses. En una palabra: se están fraguando de manera cada vez
más consolidada en nuestros países, también en México, las condiciones que determinan una
demanda agregada baja y volátil.

6 ¿Qué debería hacer México?


Mirando retrospectivamente a los 90, vale la pena percatarse de que la desregulación en las
finanzas, especialmente cuando viene en la estela de otras formas de
desregulación/liberalización, dispara el auge del crédito oligopolístico. Aparecen grandes
jugadores globales que operan como conductos de enormes aflujos de capital que llevan con
precisión matemática a un shock futuro. Al propio tiempo, esa desregulación remueve los
amortiguadores de shocks, de modo que, cuando llega el shock, el impacto del mismo es
ciclópeo. Ni los mercados monetarios ni, en general, la macroeconomía disponen de
mecanismos de defensa capaces de responder a la eventualidad.

Fue un distinguido alumno de esta institución, el señor Agustín Carstens, entonces en el Banco
de México, quien contó lo que sigue a nuestro colega ±hoy jubilado² de la Universidad de
7H[DV6LGQH\:HLQWUDXE³(QDSRVWDPRV DTXH ORV shocks serían pasaMHURV´6yORTXH
eso no eran juegos de apuestas. Tampoco lo eran, en 2010, las estrategias de rescate en la
Eurozona del FMI y de Europa. Eran palos de ciego. Un poco como apostar a que aparecerá
una luz al final del túnel cuando tú estás cayendo a plomo hacia el centro de la Tierra.

Es obvio que algo ha de hacerse para reducir los riesgos sistémicos a que están expuestas
economías como la mexicana, economías cuya crecimiento sostenible no es importante por
razones triviales, sino porque no disponen de otra arma para combatir la abyecta pobreza y la
exclusión social.

¿Puede Basilea III hacer el milagro? No, no puede. Ya tuve ocasión de mencionar los bancos
que pasaban todos los exámenes. Basilea III es mejor que Basilea II en lo que hace a la
definición y a la métrica del capital, que es el numerador en las razones de capitalización. Pero
el demonio anda agazapado en la bobarrona modelización del denominador, con su arbitraria
ponderación de riesgos de los activos.

¿Barreras protectoras y compartimentación al estilo [John] Vickers, según se está ensayando


en el Reino Unido? No, eso es un chiste y mis colegas británicos están empezando a darse
cuenta. Lo único que lograrían las barreras protectoras es retrasar unos días la acción de los
funcionarios de las SIFIs, hasta que encontraran acomodo por una vía rodeada.

¿Funcionaría una Ley Glass-Steagall? Realmente, no. Piénsese en Northern RockHQ+%26«


O en nuestros bancos en Grecia. No disponían de ramas importantes dedicadas a la inversión,
no eran banca casino. Y sin embargo de lo cual, fueron las entidades que quebraron.

Así pues, ¿qué hacer? ¿Desistir, acaso? ¡Claro que no!

Avanzo mi propuesta de doble vertiente: necesitamos exigir mínimos muy elevados de capital
propio a las SIFIs y necesitamos políticas activas que animen, nutran, motiven y asistan a
entidades pequeñas, locales ±no SIFIs², que se sirvan de nuevos métodos para movilizar
localmente los recursos ociosos y dirigirlos hacia la inversión productiva en PYMES.

Una elevada capitalización mínima, según sugirieron mi colega Anat Admati y su colaborador
Martin Hellwig para los grandes bancos, de modo que se vieran éstos forzados a substituir el
grueso de sus negocios con derivados de riesgo presentes en sus activos por aburridos
préstamos a empresas y familias. Además:

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Varoufakis : Los Bancos Globales, México y la periferia de la Eurozona                                                                    www.sinpermiso.info,  8  septiembre  2013  

El desarrollo de políticas que desbaraten el monocultivo de las SIFIs, fomentando el desarrollo


±a la sombra de las SIFIs² de un rico ecosistema de instituciones crediticias localmente
arraigadas, lo que entonces favorecería la tan necesaria competencia con las grandes. Por
ejemplo, introduzcan las recomendaciones de Basiles III mucho más lentamente en el caso de
las entidades locales, mexicanas, pequeñas, no-SIFIs, pero dejen meridianamente claro que, si
fracasan, no serán rescatadas..

Lo que necesitamos, en otras palabras, son reglas simples que:

- eliminen, no tanto la megadimensión de los bancos, cuanto la complejidad de sus


mecanismos regulatorios y su apego a prácticas contables basadas en modelos;

- permitan que florezcan mil flores en materia de suministro crediticio por parte de instituciones
liliputienses que, colectivamente, pueden llenar el hiato de financiación generado por las SIFIs
e introduzcan, además, en la macroeconomía los necesarios amortiguadores de shocks.

Dicho con palabras sencillas: háganles la vida difícil a las SIFIs y nutran a los BMF (los Bancos
de las Mil Flores).

Epílogo
Es hora de recoger. Si mi análisis anda en lo cierto, y espero que no, la economía global se
halla en un estado harto depresivo, y así seguirá hasta que aparezca un nuevo diseño de algún
mecanismo global de reciclaje del excedente. Mientras tanto, la vida económica estará
rebosante de tensiones y aquejada de volatilidad.

En este contexto global , una economía como la mexicana necesita una reforma financiera
valiente que no la deje a merced de unas SIFIs que tienen todos los incentivos del mundo para
subvertir los procesos de reforma del sector financiero, a fin de extraer grandes rentas a
expensas de una economía social estrangulada por falta de crédito.

La buena noticia es que mucha gente en todo el mundo, los productores de bienes tangibles en
particular, se están hartando de las SIFIs, de sus cabilderos y de las restricciones de crédito
que generan donde quiera vayan. Hay, en efecto, un movimiento real a favor de una banca en
directa sintonía con la comunidad de PYMES: una banca local más pequeña, con elevados
requisitos de capitalización y un capital base inamovible

Diríase que México está bendecido por un floreciente sector de este tipo. Un rimero de
pequeños suministradores de crédito, bancos o no, cuya oferta de crédito ha seguido creciendo
aun en los peores trimestres de la era post-2008. Yo propongo este acrónimo para ellas: los
BMF, los Bancos de las Mil Flores: auguremos que las autoridades mexicanas los protegerán y
los nutrirán. Y el modo más fácil de hacerlo es abstenerse de imponer idéntica regulación a las
SIFIs globales y a los suministradores locales no-SIFis de servicios financieros; no tratar por
igual a los desiguales.

Los BMF, es decir, las entidades financieras ±bancarias y no bancarias² pequeñas y locales,
difieren de las SIFIs en un respecto: carecen de capacidad para torcer el espíritu de Basilea III
haciendo trampas con el denominador de la tasa de capitalización. En este sentido, son amigos
naturales del regulador. No tienen capacidad para usar los instrumentos de que se sirven las
SIFIs para sortear Basilea III (su capacidad para, por ejemplo, emitir instrumentos como CoCos
[bonos contingentes convertibles] es muy limitada).

Apremiar al cumplimiento de Basilea III no es, así pues, buena cosa: no hace menos peligrosas
a las SIFIs y perjudica a los bancos más pequeños que están prestando un buen servicio a la
economía social mexicana. Solución: como sugiere Anat Admati, impongan una tasa mínima de
capitalización de entre el 10% y el 15% a los bancos con volúmenes de activos que rebasen
cierto umbral. Y permitan una mayor holgura para los bancos pequeños de propiedad
mexicana, en el bien entendido de que si se van a pique, se les dejará quebrar.

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Varoufakis : Los Bancos Globales, México y la periferia de la Eurozona                                                                    www.sinpermiso.info,  8  septiembre  2013  

Huelga decir que esta sugerencia provocará una cacofonía de protestas por parte de las SIFIs.
Me acusarán de no comprender la complejidad de la banca moderna, de no entender sus
contribuciones a la innovación financiera.

La respuesta de Paul Volcker a la acusación de no haber comprendido la importancia de las


innovaciones financieras de las SIFIs fue decir que la única innovación que él echaba de ver
HUDQ«ORVFDMHURVDXWRPiWLFRV

Inspirado por el formidable Volcker, mi respuesta al argumento de que la banca es demasiado


complicada para que yo ±y no digamos el ciudadano de a pié² la entienda en términos de
tasas de capitalización es que si sus modelos de ponderación del riesgo son demasiado
intrincados para el sentido común, también son entonces demasiado intrincados para que se
les permita el acceso a una parte crucial del mercado crediticio de una economía como la de
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apuestas.

Yanis Varoufakis  es  un  reconocido  economista  greco-­australiano  de  reputación  científica  internacional.  Es  profesor  
de  política  económica  en  la  Universidad  de  Atenas  y  consejero  del  programa  económico  del  partido  griego  de  la  
izquierda,  Syriza.  Actualmente  enseña  en  los  EEUU,  en  la  Universidad  de  Texas.  Su  último  libro,  El  Minotauro  
Global,  para  muchos  críticos  la  mejor  explicación  teórico-­económica  de  la  evolución  del  capitalismo  en  las  últimas  6  
décadas,  acaba  de  ser  publicado  en  castellano  por  la  editorial  española  Capitán  Swing,  a  partir  de  la  2ª  edición  
inglesa  revisada.  Una  extensa  y  profunda  reseña  del  Minotauro,  en  SinPermiso  Nº  11,  Verano-­Otoño  2012.    

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench  


   
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