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LAS ORGANIZACIONES COMO CÁRCELES PSÍQUICAS

Examinando la caverna de Platón


Los humanos tienen el don de quedarse atrapados en la telaraña de sus propias creaciones.
Examinaremos la idea de las organizaciones como prisiones psíquicas. Esta metáfora asocia la
idea de que las organizaciones son un fenómeno psíquico, en el sentido de que están creadas y
alimentadas en última instancia por procesos conscientes e inconscientes, con la noción de
que la gente puede llegar a estar realmente influida o limitada por las imágenes, ideas,
pensamientos y acciones a las cuales estos procesos dan alza. La metáfora nos anima a
comprender que mientras las organizaciones pueden ser realidades socialmente construidas,
estas construcciones suelen ser atribuidas a una existencia y poder en sí mismas que les
permiten ejercer una medida de control sobre sus creadores.

La idea de una cárcel psíquica fue examinada por primera vez en La República de Platón en el
famoso mito de la caverna, donde Sócrates nos habló de las relaciones entre apariencia,
realidad, y conocimiento.
La gente en las organizaciones llega a estar atrapada por formas inducidas del pensamiento.
Las organizaciones pueden llegar a estar atrapadas por procesos inconscientes que prestan a la
organización un significado oculto.
Al pensar en las organizaciones de esta manera, estamos alerta sobre las patologías que
pueden acompañar nuestros modos de pensar. Y nos anima a reconocer la importancia de
probar las fuerzas y debilidades de las suposiciones que configuran la visión y trato de las
organizaciones con su mundo.

La organización y el inconsciente
La metáfora de la prisión psíquica puede dramatizar demasiado cómo llegamos a estar
atrapados por formas favoritas de pensamiento. Pero, ciertamente no dramatiza demasiado la
forma en que las organizaciones y sus miembros llegan a estar atrapados por el inconsciente.
Si el psicoanálisis está en lo cierto, gran parte de la realidad racional, y que damos por
supuesta en la vida diaria, da forma real a preocupaciones e intereses que subyacen bajo el
nivel del conocimiento consciente. Bajo su perspectiva, un entendimiento total del significado
de lo que hacemos y decimos al desempeñar nuestros negocios diarios siempre debe tener en
cuenta las estructuras ocultas y la dinámica de la mente humana.
La base de esta forma de pensar fue sentada por Sigmund Freud, que sostenía que el
inconsciente está creado como represión de los humanos hacia sus deseos íntimos y
pensamientos privados. Creía que para vivir en armonía con los demás humanos deben
moderar y controlar sus impulsos, y que el inconsciente y la cultura eran así en realidad dos
caras de la misma moneda, dadas las formas ocultas y manifiestas de represión que
acompañaron al desarrollo de la sociabilidad humana. Era en este sentido en el que hablaba de
la esencia de la sociedad como represión del individuo y de la esencia del individuo como la
represión de sí mismo.
Esta visión de la civilización tiene interesantes consecuencias; al acentuar el vínculo entre
represión psíquica, cultura, e inconsciente, sugiere que debemos investigar el significado
oculto de nuestras culturas de la organización en los intereses y preocupaciones inconscientes
de aquellos que las crean y sostienen.

Organización y sexualidad reprimida


Desde una perspectiva freudiana, el caso de Taylor presenta un ejemplo clásico de tipo de
personalidad anal compulsiva. Como es bien sabido, la teoría de Freud la personalidad humana
insiste en que los rasgos del carácter en la vida adulta provienen de la experiencia infantil, y
particularmente de la forma en que el niño se las arregla para reconciliar los imperativos de su
sexualidad y las fuerzas de control y limitación externas. La visión freudiana era muy amplia al
abarcar todo deseo y placer libidinales, ya sean orales, anales, fálicos o genitales. Creía que los
niños se desarrollaban a través de estas diferentes fases de sexualidad y que las experiencias
difíciles podrían llevar a varios tipos de represión que resurgen en formas disfrazadas en la
vida posterior. la represión puede sentar las bases de todo tipo de mecanismos de defensa que
sustituyen y redirigen estos esfuerzos inconscientes, de tal forma que aparecen en formas
menos amenazadoras y más controladas.
La psicología freudiana enfatiza cómo se configura la personalidad humana de la misma
manera que la mente aprende a enfrentarse a los impulsos y deseos primarios. Freud creía que
en el proceso de maduración eran puestos bajo el control o confinados en el inconsciente. El
inconsciente llega así a ser una reserva de los impulsos reprimidos y recuerdos y traumas
dolorosos que pueden amenazar con aflorar en cualquier momento. La persona adulta trata
con esta reserva de varias maneras, adoptando distintos mecanismos de defensa para
mantenerlos en jaque.
El taylorismo surtió efecto porque las ideas que fomentaba tenían un mercado preparado:
encajaban perfectamente en los intereses de las organizaciones de su tiempo. De aquí que en
vez de dimitir como un maniático/chiflado, llegara a un tipo de héroe impopular. De la
resolución de su propia lucha interna resulta innovaciones productivas que tuvieron gran
impacto social.
Sin embargo, dicho esto, está claro que hay más que una relación de coincidencia entre la
aproximación a la vida anal-compulsiva de Taylor y el modo de organización abrazada por la
dirección científica.
En términos freudianos, este proceso de adquirir control sobre el cuerpo depende de un
proceso social en el que el tipo de organización y disciplina de la personalidad anal llega a ser
dominante. En efecto, este control institucionaliza una redirección de las energías sexuales,
reprendiendo la sexualidad genital explícita mientras permite y fomenta la expresión del
erotismo anal de forma sublimada. Esta forma sublimada de sexualidad anal ha proporcionado
gran parte de la energía subyacente en el desarrollo de la sociedad industrial.

La organización y la familia patriarcal


Si bien la perspectiva freudiana crea muchas interpretaciones insólitas de la vida de la
organización, para muchos críticos, Freud dependía demasiado de la sexualidad y llevó el
argumento demasiado lejos. Son notables entre estos críticos los miembros del movimiento
feminista contemporáneo que ven a Freud como un hombre que defiende los valores
masculinos y que se halla atrapado por sus propias preocupaciones sexuales inconscientes,
especialmente activas en la moral victoriana de su tiempo. Antes de fundamentar la sexualidad
reprimida como fuerza conductora tras la organización moderna, estos críticos sugieren que
deberíamos intentar entender la organización como una expresión del patriarcado. Desde su
punto de vista, el patriarcado opera como un tipo de prisión conceptual, produciendo y
reproduciendo las estructuras organizacionales que dan supermacía a los varones y a sus
valores masculinos tradicionales.

Organización, muerte e inmortalidad


En su libro “The Denial of Death" (La negación de la muerte), Ernest Becker sugiere que los
seres humanos son "dioses con ano". Entre todos los animales sólo nosotros somos
conscientes del hecho de que vamos a morir, y estamos obligados a gastar nuestras vidas con
el conocimiento de la paradoja de que, mientras podemos ser capaces de una trascendencia
espiritual casi divina más allá de nuestros cuerpos, nuestra existencia depende de una
estructura finita de carne y hueso que en último término se marchitará y desaparecerá. Bajo el
punto de vista de Becker, los humanos gastan gran parte de su vida intentando negar la
inminente realidad de la muerte arrinconando sus temores mórbidos en lo más recóndito de
su inconsciente.

Organización y ansiedad
El trabajo de Klein se basa en la premisa de que desde el comienzo de la vida, el malestar de
las experiencias de la niñez humana se asociaba con el instinto de la muerte y el miedo a la
aniquilación, y que este miedo llega a interiorizarse en forma de "manía persecutoria". Con el
fin de hacer frente a esta ansiedad, los niños desarrollan mecanismos de defensa, incluyendo
la agudeza, introversión y extroversión.
La aproximación de Klein al análisis de las "relaciones objetivas" sugiere que la experiencia
adulta produce defensas contra la ansiedad formada originariamente en la primera infancia,
las técnicas de agudeza, extroversión, introversión, idealización y negación configuran el modo
en que forjamos las relaciones con el mundo exterior. Desde esta perspectiva, es posible
entender la estructura, procesos, cultura e incluso medio ambiente de una organización como
mecanismos de defensa inconscientes desarrollados por sus medios para enfrentarse a la
ansiedad individual y colectiva.

Organización, muñecas y ositos de peluches


De niños, la mayoría de nosotros tenía un juguete blando, manta, ropa u otro objeto especial
preferido en el que centrábamos nuestra atención y del que éramos virtualmente
inseparables. El psicoanalista Donald Winnicott ha desarrollado la teoría kleniana de las
relaciones con los objetos de manera que acentúa el papel clave de tales "objetos transitorios"
en el desarrollo humano. Sugiere que son críticos al desarrollar la distinción entre "yo" y "lo
que no soy yo", creando lo que llama "área de ilusión" que ayudan al niño a desarrollar
relaciones con el mundo exterior. En efecto, estos objetos proporcionan un puente entre los
mundos interior y exterior del niño. Si los objetos o fenómenos favoritos cambian (por
ejemplo, si el osito se lava o se limpia), el niño puede sentir que su propia pertenencia está
siendo amenazada de alguna manera.
Según Winnicott, la relación con tales objetos continua durante toda la vida; la muñeca, el
osito de peluche o la manta van siendo remplazados por otros objetos y experiencias que
median en las relaciones entre el individuo y el mundo y le ayudan a mantener un sentido de
identidad. En la vida posterior una preciada posesión, una colección de cartas, un sueño
estimado o quizá un atributo, habilidad o capacidad valorados, pueden venir a actuar como
sustitutos de nuestra muñeca u osito de peluche, simbolizando para nosotros y
tranquilizándonos acerca de quiénes somos realmente y dónde estamos en el mundo. Si bien
desempeñan un papel crucial vincularnos a nuestra realidad, en ocasiones estos objetos y
experiencias pueden adquirir también el papel de un fetiche o fijación que somos incapaces de
abandonar.
En tales casos el desarrollo adulto llega a ser encajado y retorcido, un rígido compromiso con
un aspecto particular de nuestro mundo haciendo difícil para nosotros el movernos y tratar
con la naturaleza cambiante de lo que nos rodea. En otras palabras, los adultos, como los
niños, pueden llegar a confiarse excesivamente en el confort y seguridad proporcionados por
sus nuevos ositos de peluche disfrazados.
Si Winnicott tiene razón, las teorías de fenómenos transitorios y áreas asociadas de ilusión
explican todavía otro aspecto de cómo defendemos y construimos la realidad social, y del
papel del inconsciente en la configuración y resistencia al cambio.
Esta idea ha sido estudiada en profundidad por Harold Bridger, del Instituto Tavistock, que ha
llevado a cabo numerosos seminarios, examinando el significado inconsciente del fenómeno
transitorio en la vida de la organización. Su perspectiva nos lleva a entender que muchos
arreglos de la organización pueden servir ellos mismos como fenómenos transitorios: Estos
desempeñan un papel crítico al definir la naturaleza e identidad de las organizaciones y sus
miembros, y en la configuración de actitudes que pueden impedir la creatividad, innovación y
cambio.

Organización, sombra y arquetipo


Una de las características más particulares del análisis de Jung es su énfasis en el rol de los
arquetipos. Jung define un "arquetipo" (que literalmente significa "modelo prirnitivo") como el
rol crítico que enlaza al individuo con el inconsciente colectivo y que se presenta con una gran
variedad de formas. En el nivel más básico los arquetipos se definen como modelos que
estructuran el pensamiento y dan un orden al mundo. El uso de los arquetipos de Jung estaba
inspirado en las visiones de imágenes o esquemas de Platón, y Jung habla de ellos de distintas
maneras, por ejemplo, como "ideas vivientes" que constantemente producen nuevas
interpretaciones, y como "proyecciones aguzadas" que dan a la materia de la experiencia una
configuración específica. Para Jung estos arquetipos configuran la manera en que “nos
encontramos a nosotros mismos" en encuentros con el mundo exterior, y son cruciales para la
comprensión de los lazos entre los aspectos conscientes e inconscientes de la psique.
El desafío de comprender el significado del inconsciente en la organización conlleva una
promesa: que es posible liberar la energía atrapada de manera que pueda favorecer una
transformación y cambio creativos y producir/originar relaciones más integradas entre los
individuos, los grupos, las organizaciones y sus entornos. Y esta promesa está en perfecta
armonía con la metáfora de la prisión psíquica. La visión del cautiverio está invariablemente
acompañada de una visión de la libertad. Para Platón, esta libertad descansaba en la
persecución del conocimiento del mundo. Para los psicoanalistas en el conocimiento del
inconsciente y en la capacidad de los humanos para crear un mundo mejor a través de un
conocimiento más perfecto de cómo construimos e interpretamos nuestras realidades y, de
ahí, la habilidad acrecentada para cambiarlas.

Mi reflexión
La metáfora hace que podamos adentrarnos al mundo subjetivo para tener un modo de pensar
o de ver diferente. Esto hace que logremos ver las organizaciones de un modo distinto, como
por ejemplo desde la perspectiva de la las organizaciones como cárceles psíquicas. Esta idea
nos es muy útil para la crítica del pensamiento que nos ayudara a proporcionar soluciones a
muchos problemas que nos podamos encontrar.

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