Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
África necesita una estrategia para hacer frente a las consecuencias del
cambio climático. El continente africano es particularmente vulnerable a los
efectos del calentamiento global y a las variaciones de clima debido a múltiples
factores adversos en los que el hombre también es parte implicada.
Los residuos, los niveles de polución ocasionados por los diversos medios de
transportes y la llegada de fábricas son algunos de los principales problemas.
También la pobreza endémica, la debilidad de las instituciones y los conflictos
armados son señalados por Naciones Unidas como principales males
causados por el ser humano en el continente.
Pero sin duda, el mayor desafío que el continente tiene por delante será hacer
frente a las sequías, las inundaciones y las variaciones en las épocas de lluvia
para garantizar la alimentación para sus ciudadanos. El Presidente del Banco
Mundial (BM), Jum Yong Kim, vaticinó hace dos años un futuro poco alentador
para la tierra: "Si la temperatura de la Tierra aumenta en 2°C -lo que puede
ocurrir en 20 o 30 años- ese fenómeno causará situaciones generalizadas de
escasez de alimentos, olas de calor sin precedentes y ciclones más intensos".
Consecuencias que serán aún más graves en las zonas más pobres de Asia y
África.
"Tenemos que soñar con un futuro en el que los niños de África no tengan que
hipotecar sus vidas por las pérdidas ambientales, donde también tengan
puestos de trabajo duraderos con sectores agrícolas transformados en
industrias fuertes que puedan alimentar a una población joven confiada,
emprendedora, ingeniosa e innovadora". Estas palabras pertenecen al discurso
que Fatima Denton, directora de la división especial de la Comunidad
Económica Africana (CEA) llamada ClimDev, dijo durante una cumbre sobre
medio ambiente en Lima.
Muy conscientes de los efectos acumulativos del impacto del cambio climático,
ClimDev se desarrolló con el propósito de llegar a un entendimiento entre los
54 países africanos para desarrollar políticas específicas y acertadas en cada
contexto para poder preservar el medio ambiente. Sin embargo, Denton critica
la ausencia de programas eficaces y sólidos enfocados a la reducción del
riesgo de desastres.
Sequía y cambio de temperatura
Desde 1970, las sequías se han intensificado en algunos puntos del continente
y las zonas del Sahel y el África meridional se han desertificado. La sequía
provoca que la agricultura y ganadería sean prácticamente imposibles, lo que a
su vez genera hambrunas generalizadas y migraciones en masa con el fin de
encontrar un territorio más amable.
También las fuentes de agua potable desaparecen con la sequía, lo cual hace
la vida de muchas personas prácticamente imposible, más aún si carecen de
ingresos para comprar bidones de agua. A causa de las sequías, Naciones
Unidas se atreve a vaticinar que en el año 2020 el rendimiento de las cosechas
en algunos países puede disminuir hasta un 50% y algunas grandes regiones
se verán obligadas a dejar de producir.
En África meridional, los ecosistemas naturales así como los bosques y
pastizales están cambiando, algunas veces a zonas más desérticas y hostiles.
Según investigaciones del Banco Mundial (BM), un calentamiento de entre
1,5°C y 2°C, agravado con la sequía y la aridez, supondrá que los agricultores
pierdan "entre el 40% y el 80% de las áreas de cultivo de maíz, mijo y sorgo en
las décadas de 2030 y 2040".
El informe del BM explica en ese aspecto que "el aumento de los niveles de
dióxido de carbono puede provocar cambios en los sistemas pastorales, por
ejemplo una variación de los ecosistemas de sabanas en que las pasturas sean
sustituidas por plantas leñosas, lo que podría reducir el forraje disponible para
el ganado". Actualmente el 25% de las tierras africanas son sabanas, en 2060
las previsiones son de un 14%.
Esta subida de la temperatura afectará también al nivel del mar, que podrá
pasar a tener 30 centímetros más en 2080 si se alcanza el aumento previsto de
4°C. En el caso de las especies de plantas locales, un 1,5°C más en 2030
ocasionará la desaparición de entre el 41% y el 50% de las plantas local únicas
de Sudáfrica y Zambia . Para la fauna las consecuencias también pueden llegar
a ser desastrosas: el aumento de 2°C en 2040 pondrá a entre el 10% y el 15%
de los animales en peligro de extinción, a no ser que inicien migraciones a
climas que garanticen su supervivencia.
Aires contaminados
Es fácil sentir los altos niveles de polución en las capitales. El tráfico es una
constante: filas de autobuses locales, motocicletas, vehículos, taxis... la mayor
parte de ellos fuera de los estándares de calidad requeridos para no
contaminar. La eliminación de basura también es uno de los mayores desafíos.
La ausencia de infraestructuras y logística para la recogida de residuos junto a
la ausencia de cultura del reciclaje, hace que en la mayor parte de países la
gestión de residuos sea deficiente o inexistente.
Muchos países ya están defendiendo proyectos que demuestran que una vía
de desarrollo bajo el carbono hará que la inversión y los negocios se
desarrollen de mejor manera, y esto es algo que debe concienciarse de manera
integral, ya que los impactos del cambio climático no entienden de fronteras.
Algunos líderes han lamentado que una baja e inadecuada mitigación suponga
que algunos países sigan realizando excesivas emisiones globales más allá del
año 2020, lo que tendrá consecuencias incalculables, especialmente traducidas
en el aumento del calentamiento global y además elevará los costes de la
adaptación y la mitigación.
África está ansiosa por hacer la transición hacia economías verdes y azules
que permitan un desarrollo resistente al clima, pero también significa que hay
que limitar las emisiones que realizan actualmente muchos de los negocios que
se han instaurado. El cambio climático puede jugarle una mala pasada al
continente, que puede ver reducidos sus niveles de desarrollo.
Ruanda, la más concienciada