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LA INSTITUCIÓN DE LA QUIEBRA EN LA LEGISLACIÓN PERUANA Y SU INCORPORACIÓN

EN LA LEY GENERAL DEL SISTEMA CONCURSAL

CONTENIDO: A manera de antecedente. La quiebra en la legislación peruana. I. Código de


Comercio de 1902.- II. Ley Procesal de Quiebras de 1902.- III. Ley Procesal de Quiebras de
1932.- IV. La Ley Reestructuración Empresarial.- V. La Ley de Reestructuración Patrimonial.-
Aspectos Penales.- VI. La Ley General del Sistema Concursal.- VII. El tratamiento de la quiebra
en la Ley Generald del Sistema Concursal.

El presente trabajo tiene como objetivo analizar históricamente la institución jurídica de la


quiebra dentro del Derecho Concursal Peruano y su incorporación a la recién promulgada Ley
Nº 27809, Ley General del Sistema Concursal.

A MANERA DE ANTECEDENTE.

La quiebra es una antigua institución jurídica del Derecho Concursal y está asociada a éste
desde sus origines, habiendo sufrido una serie de variaciones en su concepción y aplicación.

La quiebra siempre ha sido un fenómeno de carácter jurídico económico(1), consecuencia de


lo que la doctrina denomina suspensión de pagos o incapacidad del acreedor de hacer frente a
sus obligaciones.

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(1) GARRIGUES, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil, Editorial Temis, Colombia, Tomo V, pág.
5.

El antecedente histórico de la institución de la quiebra se ubica en el derecho romano con la


ejecución contra la persona, con la coacción o amenaza de afectar su integridad física para el
pago del total de obligaciones, procedimiento al que la Ley de las XII Tablas denominó minus
inectio . Si el deudor no pagaba u ofrecía el pago, o si un tercero no lo hacía, el acreedor tenía
todo el derecho de someter al deudor como prisionero, y de no satisfacer el cobro de sus
obligaciones podía venderlo como esclavo o finalmente ejecutarlo y distribuirse las partes de
su cuerpo en caso que exista pluralidad de los acreedores.

La secuencia histórica de la imposibilidad de pago continúa en normas romanas como la Lex


Poetia(2) que limita y suprime ese derecho excesivo del acreedor sobre el deudor, pasando de
la aprehensión de la libertad y de la vida a la aprehensión y desapoderamiento del patrimonio
en forma total.

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(2) Al respecto puede consultarse GÓMEZ LEO, Osvaldo. Introducción al Estudio del Derecho
Concursal, Ediciones Depalma, Buenos Aires 1992, pág. 146.

Dentro de la evolución de la situación de la suspensión de pagos en el derecho romano existen


figuras como la “ pignus in causa iudicati captum ” que es un procedimiento especial
introducido para la ejecución sobre los bienes en vez de la ejecución corporal del deudor,
luego de lo cual y con la venta de los mismos se hacía el cobro respectivo.
Posteriormente en el mismo derecho romano la “ bonorum distractio ”, incorporó la ejecución
colectiva de bienes, y es que éstos eran vendidos en detalle y con su producto se pagaba a los
acreedores a prorrata.

En el derecho estatutario(3), la institución de la quiebra adquiere otras connotaciones, ya que


esta institución jurídica aparece regulada como tal en ésta época; el procedimiento tiene como
presupuesto la fuga, la ocultación o simplemente la cesación de pagos del deudor;
conduciendo el procedimiento una autoridad pública en la persona de un magistrado
especializado; quedando el deudor luego de la declaración de quiebra privado de la
administración de sus bienes, confiándose ésta a un síndico o un curador.

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(3) El Estatuto era la regulación de las ciudades Estado de la Italia antigua como Pisa, Venecia,
Siena, etc.

En la edad media existía un acto público denominado la piedra del deshonor(4), en la que se
hacía sentar allí a los deudores insolventes expuestos a los sarcasmos de sus acreedores.

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(4) BASTIN, Jean. De la Insolvencia al Incumplimiento de Pago, en Themis Revista de Derecho,


Segunda Epoca, Nº 31, 1995, pág. 50.

LA QUIEBRA EN LA LEGISLACIÓN PERUANA.

• CÓDIGO DE COMERCIO DE 1902.

La quiebra en el Código de Comercio de 1902 se encuentra regulada en el Libro IV referido a


suspensión de pagos, quiebras y prescripciones, específicamente en la Sección Primera que
trata la suspensión de pagos y quiebras en general en los artículos 883º al 952º.

La declaración judicial de suspensión de pagos del comerciante, era realizada debido a que
éste no tenía bienes suficientes para cubrir su pasivo o cuando no podía pagar una obligación y
transcurridas las cuarenta y ocho horas que la obligación se encontraba vencida. Ya en la etapa
en la que el acreedor no estaba en capacidad de declarar bienes libres de gravamen el
acreedor o el propio deudor podían solicitar se declare el estado judicial de quiebra.

Igualmente se podía solicitar la quiebra del comerciante cuando se había fugado u ocultado,
declaración que iba acompañada del cerrajamiento de sus escritorios, almacenes o
dependencias, sin que haya dejado persona que en su representación dirija o cumpla sus
obligaciones.

De igual manera la norma establecía que una vez declarada la quiebra, el quebrado quedaba
inhabilitado para la administración de sus bienes, quedando nulos todos los actos posteriores a
tal declaración.
Un aspecto interesante de dicha norma eran las consideraciones del Título III en el que se
trataban las clases de quiebra como la insolvencia fortuita, la insolvencia culpable y la
insolvencia fraudulenta.

La quiebra fortuita del comerciante, estaba referida a la sobrevinencia de infortunios casuales


a los comerciantes que actuaban en el orden regular y prudente de la buena administración
mercantil y por lo cual su capital se reducía al extremo de no poder satisfacer en todo o en
parte sus obligaciones.

La quiebra culpable estaba referida a la responsabilidad en el actuar del comerciante,


definiendo la norma cuáles eran los actos o hechos que hacían que una quiebra del
comerciante se considerara culpable, éstos eran: gastos domésticos excesivos y
desproporcionados con relación al haber líquido; pérdidas sufridas en cualquier especie de
juego, que excedan de lo que normalmente se solía gastar en éste tipo de entretenimientos;
pérdidas sufridas como consecuencia de apuestas imprudentes y cuantiosas o por
compraventas que tenían por objeto dilatar la quiebra. Si el comerciante vendía durante los
seis meses siguientes a la declaración de quiebra y por debajo del precio corriente, bienes
adquiridos al crédito; o cuando el comerciante quebrado tenía deudas directas equivalentes al
doble del haber líquido resultante de su último inventario.

El antiguo Código también consideraba quiebra culpable (salvo excepciones en donde se


demostraba lo contrario), cuando el comerciante no llevaba libros de contabilidad conforme
los requisitos establecidos; la quiebra no hecha manifiesta en el término de la norma y la
ausencia del comerciante durante su declaración de quiebra o durante el juicio de la misma y
que no se haya presentado ante el juez como fijaba la ley.

De otro lado la quiebra fraudulenta era reputada a los comerciantes cuando concurrían
elementos como la desaparición de todos o parte de sus bienes; incluía en su documentación
balances, memorias, libros, créditos, deudas, etc. no ciertas; no llevaba libros o llevándolos no
eran asentados en el tiempo o lugar correctos; alteraba los libros en perjuicio de terceros;
ocultaba el balance, dinero, créditos o derechos; consumía o aplicaba para beneficio y
negocios propios, fondos ajenos.

El Código materia de revisión contemplaba la quiebra de los agentes mediadores de comercio


y la calificaba como fraudulenta cuando hacían por su cuenta o en nombre propio o ajena
operaciones de tráfico o giro.

Igualmente la norma hacía precisiones en cuanto a los denominados cómplices de quiebras


fraudulentas que eran aquellos que ingresaban a supuestos como el auxilio al lanzamiento de
bienes del quebrado; confabulaban contra él simulando la existencia de créditos a su favor;
mejoraban su calidad acreedores en forma simulada en perjuicio de otros acreedores; que
auxiliaban al quebrado para ocultar bienes; tenían en posesión bienes del quebrado y una vez
conocida su situación de quiebra los entregaban a éste y no a los administradores de la masa
patrimonial; negaban la pertenencia del quebrado existente en su poder; admitían endosos del
deudor después de quebrado y los agentes mediadores de comercio que intervenían en
operaciones de tráfico o giro luego que el deudor era declarado quebrado.
Adicionalmente a las condenas por los actos punidos o penalizados por parte de los cómplices
de los quebrados, éstos eran sancionados a perder cualquier derecho sobre la masa de la
quiebra y a reintegrar a la masa los bienes materia de sustracción.

Pero el artículo 907º del Código de Comercio de 1902, establecía que el delito de quiebra era
juzgado siempre y cuando ésta haya sido previamente declarada y clasificada por el juez como
quiebra fraudulenta y quiebra culpable, adicionalmente se contemplaba la posibilidad de que
la quiebra fortuita sea calificada como acto delictivo siempre y cuando hubieran existido en
ésta indicios de hechos considerados punibles por el Código Penal de la época.

Finalmente al el quebrado al ser inhabilitado por declaración del juez, podía ser rehabilitado
según la norma, una vez este cumplía con el convenio celebrado con sus acreedores; a partir
de lo cual cesaban todas las interdicciones legales que producía la declaración de quiebra.

II. Ley Procesal de Quiebras de 1902.

La norma desarrollaba lo tratado en el Código de Comercio en lo que se refiere a la declaración


judicial de quiebra, precisando que solo los comerciantes podían ser declarados en quiebra,
siendo esta declaración de responsabilidad del juez de primera instancia de los asuntos civiles
del domicilio del deudor.

Esta declaración judicial de quiebra se realizaba mediante un auto de carácter judicial que
debía contener la designación del síndico, la fijación para que los acreedores presenten los
títulos justificativos de su crédito, la definición de la fecha para la junta de graduación y
verificación de créditos, la orden de detener la correspondencia del quebrado, la orden de
arresto del deudor si no cumplía con presentarse en estado de quiebra o en caso que fugase o
se ocultase.

En el caso de quiebra de sociedades mercantiles el arresto se hacía a los administradores de la


sociedad o a los gestores de la misma; la detención podría ser suspendida con la presentación
de una fianza de cárcel.

Igualmente la declaración de quiebra generaba la prohibición de realizar pagos posteriores a la


declaración de la misma, se desapoderaban todos los bienes del quebrado o fallido y se
ordenaba la anotación de la declaración de quiebra en el registro de la propiedad inmueble.

III. Ley Procesal de Quiebras de 1932.

Esta norma deroga los artículos pertinentes a la quiebra del Código de Comercio de 1902,
incorporando una posición novedosa(5) para la época por parte del legislador, la regulación en
un solo proceso de la quiebra judicial del comerciante y del deudor común.

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(5) GARCÍA CALDERÓN, Manuel. Código de Comercio Edición No Oficial, Lima 1967, pág. 469.

La Ley procesal de quiebras de 1932, contiene conceptos mucho más claros y desarrollados
que las normas anteriores, precisando que la quiebra produce para el fallido y sus acreedores
un estado indivisible que comprende todos los bienes del primero y todas las obligaciones. La
quiebra era solicitada por los acreedores, el Ministerio Fiscal (órgano de recaudación) o el
propio deudor sea o no comerciante.

De igual modo se contemplaba la quiebra en forma independiente de la mujer casada que


efectuaba actos de comercio, cuya declaración comprendía la integración en una masa
patrimonial de los bienes propios, sin perjuicio de las responsabilidades del marido en la
sociedad conyugal, según el caso.

Un tema interesante es el referido a la quiebra de los incapaces, ya que podían ser declarados
en quiebra como deudores no comerciantes y únicamente a causa de las obligaciones
contraídas a su nombre por parte de sus representantes legales o curadores. Sin embargo las
inhabilitaciones, consecuencias o efectos de la quiebra; inclusive las medidas de carácter
preventivo o penas, recaían en los representantes legales que habían intervenido en los actos
jurídicos, contratos, etc., que originaban la declaración de quiebra.

También esta norma contemplaba la declaración judicial de quiebra del fallecido, siempre que
la causa de la declaración se hubiera presentado con anterioridad al fallecimiento.

Con respecto a las sociedades mercantiles la Ley Procesal de Quiebras precisaba la


consecuencia de la declaración de quiebra hacia las sociedades en comandita, ya que la misma
hacía extensiva tal declaración a los socios solidarios que la componían, no incluyéndose
dentro de la declaración o extensión de la declaración de quiebra a los socios comanditarios.

La norma expresamente regulaba los elementos que debía contener el auto que declaraba la
quiebra, siendo sus elementos los siguientes; la precisión si el deudor es o no comerciante; la
orden de retención de correspondencia del deudor; la orden de acumulación de todos los
juicios del deudor; la fijación de la fecha para que los acreedores del fallido presenten todos
los títulos donde se acredite el crédito; la intimación para el quebrado y terceros para la
entrega del acervo documentario del fallido y la publicación de la situación de quiebra.

Además, si la quiebra se declaraba como consecuencia de la ocultación o fuga del deudor, en


el auto de declaración, el juez, designaba un defensor o representante del deudor prófugo u
oculto.

La declaración judicial de quiebra generaba una serie de efectos, como la privación del fallido o
deudor para poder administrar sus bienes, salvo los que sean inembargables; el
desapoderamiento de los bienes del deudor, es decir la incapacidad para poder disponer de
sus bienes; la administración de los bienes del fallido por parte del síndico. El quebrado
solamente podía ejercitar las acciones referidas exclusivamente a su persona y que tengan por
objeto los derechos inherentes a ella.

El período de sospecha (6) en la Ley Procesal de Quiebras de 1932, era de seis meses ulteriores
a la fecha de declaración judicial, siendo nulos los gravámenes, resoluciones y hechos que
afectaran el patrimonio del fallido. Igualmente eran nulos y de ningún valor a la masa
patrimonial, los actos o contratos ejecutados o celebrados por el deudor comerciante desde
los diez días anteriores a la fecha de cesación de pagos y hasta el día de la declaración de
quiebra.
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(6) Se define al período de sospecha como el tiempo que transcurre entre la fecha en que se
ha exteriorizado la cesación de pagos y la fecha de declaración de quiebra. En: RIVERA, Julio
César. Instituciones de Derecho Concursal Tomo II, Rubinzal Culzoni Editores, Bs. As., 1994,
pág. 112.

En la Ley Procesal de Quiebras de 1932, se contemplaba la calificación de la quiebra y el


sometimiento del fallido a la vigilancia de la policía sin perjuicio de otras medidas que podía
tomar el juez de la quiebra. El síndico estaba obligado a constituirse en parte civil en la
investigación criminal.

Luego, tanto el agente fiscal como el juez instructor evacuaban un informe donde se hacía
mención expresa si la quiebra era o no fortuita y en caso que no lo sea, hacían la calificación
que merecía.

Cuando la quiebra era fraudulenta, el deudor perdía cualquier derecho que tenía en la masa y
quedaba obligado a reintegrar a la masa los bienes, derechos y acciones materia de la
sustracción sobre la que tenía responsabilidad, así como la obligación de pagar la
indemnización por los perjuicios causados en la masa.

La norma regulaba la participación del cónyuge y sus ascendientes o descendientes del


quebrado en función a su intervención en el fraude efectuado. En el caso que hubiera existido
sustracción de bienes, no se les calificaba cómplices de la quiebra sino que eran sancionados
exclusivamente desde el punto de vista penal, al tipificarse dicho accionar como delito de
hurto.

Tratándose de los gerentes, directores o administradores de una sociedad anónima o de una


sociedad de responsabilidad limitada declarada en quiebra (originada en el fraude), eran
sancionados (sin perjuicio de la responsabilidad civil que les podía haber afectado) como reos
de quiebra culpable o fraudulenta , cuando en la dirección de los negocios sociales y
conociendo la situación habían realizado actos u omisiones respecto a los bienes de la masa
patrimonial.

Igualmente la conducta de los administradores era tipificada como delito de quiebra


fraudulenta, si habían repartido dividendos a los socios, a propuesta del directorio, a sabiendas
que no correspondía tal reparto, adicionalmente era agravante del delito si la distribución
originaba la quiebra.

En el caso de los representantes del quebrado, éstos eran sancionados como autores de
quiebra culpable o fraudulenta, si actuaban en representación del principal o mandante, con
conocimiento de la situación del deudor o ejecutaban sin orden, actos que afectaban la masa
patrimonial del deudor.

En lo que respecta al deudor o fallido comerciante, era de aplicación directa la normatividad


penal del código vigente en esa época, en caso obviamente que la quiebra hubiera sido
fraudulenta o en todo caso, el deudor se ocultaba o fugaba.
Como se precisa en el párrafo anterior, la quiebra del deudor comerciante podía ser calificada
al igual que en las legislaciones anteriores, como quiebra fortuita, culpable o fraudulenta. En
primer término la quiebra era calificada culpable cuando el deudor había pagado a un
acreedor en perjuicio de los demás después del estado de cesación de pagos.

La quiebra era calificada culpable en el caso que los gastos domésticos hubieran sido
excesivos, teniendo en cuenta los capitales, rango social y número de personas que integraban
la familia del deudor. Si el deudor hubiera perdido fuertes sumas de dinero en cualquier clase
de juegos o apuestas cuantiosas o en operaciones ficticias de bolsa, si el deudor no solicitaba
su quiebra en la oportunidad debida o quince días después de que ingresó en cesación de
pagos, si el deudor era declarado en quiebra por segunda vez, sin haber cumplido las
obligaciones que contrajo en un convenio precedente, si el deudor se ausentaba o no
comparecía al tiempo de la declaración de quiebra o durante el juicio o se negara a dar
información al síndico, si el deudor prestaba fianza o contraía por cuenta ajena obligaciones
desproporcionadas a la situación que tenía cuando las contrajo sin garantía suficiente, si el
deudor hacía donaciones desproporcionada a su situación económica al momento de hacerlas,
si el deudor no llevaba libros o inventarios con la regularidad exigida y si no conservaba las
cartas que le dirigía en relación a sus negocios.

Finalmente la quiebra era fraudulenta si el deudor ocultaba bienes, si el deudor reconocía


deudas supuestas, si el deudor simulaba enajenaciones en perjuicio de los acreedores, si el
deudor incluía en sus negocios bienes recibidos en depósito comisión o administración en el
desempeño de un cargo de confianza, si luego de la declaración de quiebra el deudor percibía.

• LA LEY DE REESTRUCTURACION EMPRESARIAL (7).

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(7) La Ley de Reestructuración Empresarial, establecía las normas aplicables a la


reestructuración económica financiera, la liquidación extrajudicial y la quiebra de empresas.

En ese sentido se consideraban empresas las establecidas o constituidas en el país al amparo


de cualquiera de las modalidades contempladas en la legislación nacional.

Esta norma fue promulgada en el Diario Oficial El Peruano bajo el Decreto ley Nº 26116, de
fecha 30 de diciembre de 1992, publicándose su Reglamento en el Diario Oficial El Peruano el
día 23 de marzo de 1993, mediante Decreto Supremo Nº 044-93-EF.

La ley marcó un hito importante en el Derecho Concursal Peruano, ya que a partir de este
momento se desjudicializó el procedimiento concursal; la institución jurídica de la quiebra
pasó de ser el elemento fundamental del proceso concursal a una institución relativa o
alternativa dentro de las decisiones a que los acreedores podían llegar con respecto al
patrimonio del deudor; ya que se incorporó la situación de insolvencia como el punto de
partida de los procesos concursales, momento a partir del cual se generaba un estado de
protección legal del patrimonio de la empresa deudora, se activaba la inexigibilidad de
obligaciones, se convocaba a los acreedores, que luego de ser verificados como tales ya no por
el poder judicial ni el síndico de quiebras, sino por la Comisión de Acceso y Salida del mercado
del INDECOPI (como órgano funcional que administraba dichos procesos) y reunidos en Junta,
tomaban decisión sobre el destino de la empresa, pudiendo optarse por tres caminos:

• Decidir la continuación de las actividades de la Empresa, por lo que se ingresaba a una etapa
de reestructuración empresarial(8).

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(8) El reglamento de la Ley de Reestructuración Empresarial establecía que el auto de


declaración judicial de quiebra individualizaba la persona de la fallida, ratificaba a la entidad o
banco que ejercía las funciones de administración y realización de activos, en caso de
ocultamiento de bienes de la fallida, se designaba un defensor que la represente, la orden para
que la entidad o banco incautase los bienes, la orden para que las instituciones de correos
retengan la correspondencia, la orden de acumulación de procesos judiciales, la orden de
entrega de documentos de la fallida, la orden de publicación del auto de quiebra en Diario
Oficial El Peruano, la orden de inscripción de la quiebra en los Registros Públicos.

• Acordar la disolución y liquidación extrajudicial del patrimonio de la empresa deudora o.

• Solicitar la declaración judicial de quiebra de la empresa deudora.

Esta norma contempla pues, tres posibilidades que los acreedores tenían para decidir sobre el
destino del patrimonio del deudor, pero qué implicaba la declaración judicial de quiebra
referida y regulada en la Ley de Reestructuración Empresarial y su Reglamento?.

Esta institución operaba en el caso que la Junta de Acreedores decidía la quiebra de la


empresa y la disolución de la patrimonio, a partir de lo cual el Presidente de la Junta de
Acreedores solicitaba al Juez Especializado en lo Civil de Turno la declaratoria de quiebra.

El Juez expedía un auto que declaraba la situación de quiebra de la empresa, el que, generaba
una serie de efectos consecuentes a la misma, como el estado indivisible entre la fallida y sus
acreedores. La norma contemplaba la administración a cargo de un banco administrador que
era ratificado por el juez, el que administraba los bienes objeto de desapoderamiento.

La declaratoria de quiebra producía la nulidad de los gravámenes, transferencias y demás


actos que afectaban el patrimonio del deudor dentro de los seis meses al acuerdo de quiebra
por parte de la junta de acreedores.

El reglamento de la Ley de Reestructuración Empresarial establecía que el proceso de


liquidación de quiebra no podría exceder de dos años de la fecha posterior a la declaración de
la quiebra, salvo que la Junta aprobase la prórroga de dicho plazo.

En la citada norma también se regulaba el sobreseimiento(9) de la quiebra, en forma temporal


o definitivo; el primero dejaba subsistente el estado de quiebra restituyendo el derecho de los
acreedores de ejecutar sus obligaciones en forma individual frente a la empresa fallida.

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(9) El sobreseimiento es el cese de un procedimiento, pudiendo ser éste, temporal o definitivo.
Al respecto puede verse: OSORIO, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales, Editorial Heliasta, Buenos Aires, 1984, pág. 713.

El sobreseimiento podía ser suspendido cuando la empresa que administraba la quiebra o


entidad liquidadora solicitaba tal decisión por parte del juez, una vez se detecten activos por
parte de la fallida para seguir con el proceso.

El sobreseimiento definitivo se producía cuando los acreedores reunidos en junta acordaban


desistirse de la quiebra o remitir sus créditos; cuando la fallida o un tercero cumplía con la
satisfacción de los créditos; y finalmente cuando los créditos no alcanzaban a pagarse con el
productos de la realización de los bienes de la deudora, y haya transcurrido el plazo de dos
años desde la fecha de declaración judicial de quiebra.

Uno de los aspectos tratados en la norma materia de revisión es la clausura de la quiebra, que
se originaba cuando todos los créditos eran pagados, o el activo era agotado, por lo que el juez
expedía la resolución de sobreseimiento definitivo, que a la vez generaba la extinción de la
empresa , cancelándose por tanto las inscripciones del registro público; pero en el caso que los
bienes se hayan realizado, pagándose los créditos y hubiera existido un sobrante de la
liquidación, el remanente era entregado a los accionistas o socios de la empresa fallida.

La norma en mención no contemplaba algunos aspectos de la legislación anterior como era el


caso de las inhabilitaciones, ya que se presumía en primera lugar que la actividad empresarial
estaba a cargo de personas jurídicas, sin embargo era de aplicación el concepto económico de
empresa, que está referido a cualquier unidad en el que converjan el capital, el trabajo y la
actividad productiva o servicio de intermediación, por lo tanto podía ser considerada como
empresa la persona natural que ejercía actividades de producción o intermediación de bienes
y servicios.

• LA LEY DE REESTRUCTURACION PATRIMONIAL.

sta norma fue el resultado de la evolución del Decreto Ley Nº 26116, y en donde se
incorporaron temas interesantes y más completos desde el punto de vista del derecho
concursal, inclusive, la norma ya tenía un marco ideológico con respecto a lo que significaba la
necesidad de protección del crédito en el ámbito administrativo.

Esta norma incorporó además de la desjuidicialización de los procesos concúrsales, la


posibilidad de someter a los deudores con actividad empresarial a procesos como el de
declaración de insolvencia, el de concurso preventivo y el proceso simplificado.
Adicionalmente se reguló con mucha más claridad la insolvencia de la persona natural y
sociedad conyugal con actividad empresarial y la persona natural sin actividad empresarial.

Con respecto a la regulación de la quiebra(10) la norma es distinta a la anterior en el sentido


que la quiebra regulada por el Decreto Ley 26116, tenía carácter liquidatoria es decir, que una
vez declarada la quiebra judicial de la empresa fallida, se realizaban los activos a través de una
empresa financiera o liquidador autorizado.

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(10) Según la Exposición de Motivos del Decreto Legislativo Nº 845, Ley de Reestructuración
Patrimonial, publicada el sábado 21 de diciembre de 1996, en el Diario Oficial El Peruano, los
procesos de quiebra eran lentos en la etapa judicial, habiéndose sumado un alto número de
empresas en éste régimen.

En cambio, la Ley de Reestructuración Patrimonial(11), incluía un proceso de carácter


sumarísimo destinado a que previa la verificación de la extinción de la empresa luego de un
proceso de disolución y liquidación, el juez especializado en lo Civil, declaraba la quiebra del
deudor, la extinción de la empresa deudora y la incobrabilidad de las obligaciones.

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(11) Exposición de Motivos del Decreto Legislativo Nº 845, Ley de Reestructuración


Patrimonial, publicada el sábado 21 de diciembre de 1996, en el Diario Oficial El Peruano, pág.
142801.

Con respecto a la quiebra, la norma en mención diferenciaba la quiebra de empresas y la


quiebra de la persona natural. Con respecto a la primera, la demanda o solicitud era
presentada por el liquidador de la empresa deudora, ante el juez de turno, una vez verificado
que luego de realizar los pagos correspondientes producto de la realización de los bienes
pertenecientes a la masa de la empresa, el patrimonio estaba extinto.

Luego, el juez dentro de los treinta días hábiles siguientes a la presentación de la solicitud de
quiebra y luego de verificada la extinción del patrimonio a partir del balance de la liquidación ,
declaraba la quiebra de la empresa insolvente y en el mismo acto, la extinción de la empresa y
la incobrabilidad de las deudas, por lo que el auto de declaración de quiebra era publicado en
el Diario Oficial El Peruano y era inscrito por el Liquidador en los Registros Públicos,
concluyendo de esta manera el proceso concursal.

Como se desprende del párrafo anterior, en la Ley de Reestructuración Patrimonial, la


institución de la quiebra era absolutamente residual, ya que en el caso de procedimientos de
insolvencia de empresa, la declaración judicial de quiebra era el corolario de la imposibilidad
de seguir pagando a los acreedores y el fin de la empresa como persona jurídica.

En lo referente a la quiebra del insolvente persona natural, la norma contemplaba que, en caso
que en el transcurso de un proceso de insolvencia de persona natural, el Administrador
Especial verificaba el agotamiento del patrimonio del deudor sin haberse cancelado todas las
obligaciones reconocidas por el Indecopi y se debía solicitar la declaración judicial de quiebra
del deudor persona natural.

El juez, dentro de los treinta días hábiles siguientes a la presentación de la solicitud de quiebra
y luego que verificaba la extinción del patrimonio a partir del informe del Administrador
Especial , declaraba la quiebra del deudor persona natural, y en el mismo acto, la
incobrabilidad de las deudas, por lo que el auto de declaración de quiebra era publicado en el
Diario Oficial El Peruano e inscrito en el Registro Personal. Luego de ejecutoriada la resolución
que contenía el auto de declaración de quiebra, concluía el procedimiento y el juez ordenaba
el archivo del proceso.
ASPECTOS PENALES.

Adicionalmente la Octava Disposición Final de la norma, modificó los artículos 209º al 213º del
Código Penal. En ese sentido la Ley de Reestructuración Patrimonial, incorporó conceptos
claros como la quiebra como final de la actividad económica del deudor, ya sea empresa o
persona natural y también con la modificación al Código Penal, precisó los tipos penales dentro
de los procesos concursales.

Es así que el artículo 209º del Código Penal, modificado por la disposición final citada, impuso
penas no menores de tres ni mayores de seis años al deudor, persona que actuaba en su
nombre, al administrador, o al liquidador, que en un procedimiento concursal ocultaba bienes,
simulaba la adquisición o realización de dudas, enajenaciones, gastos o pérdidas; realizaba
actos de disposición patrimonial o generaba obligaciones, destinadas a pagar a uno o varios
acreedores ; también sancionaba con la misma pena al acreedor que actuaba en connivencia
con el deudor.

La norma penal(12), hacía referencia a las inhabilitaciones como consecuencia de la comisión


de tales delitos, y así el juez disponía la inhabilitación de cuatro a cinco años; lo que generaba
impedimento para obtener mandato , cargo, empleo o comisión de carácter público e
incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero, profesión, comercio
arte o industria que debían de ser especificadas en la sentencia.

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(12) En ese sentido, el artículo 209º del Código Penal Modificado, hacía referencia directa a las
inhabilitaciones contempladas en los puntos dos y cuatro del artículo 36º del mismo cuerpo
legal.

Complementariamente se tipificaba como delitos, la obtención de la protección legal del


patrimonio e inexigibilidad de obligaciones mediante uso de información, documentación
falsas o simulación de obligaciones o pasivos.

• LA LEY GENERAL DEL SISTEMA CONCURSAL.

La Ley General del Sistema Concursal, publicada en el Diario Oficial El Peruano el día 08 de
agosto de 2002, y vigente desde el 08 de octubre de 2002, supera las deficiencias detectadas
en las normas anteriores del andar del Sistema Concursal como son la Ley de Reestructuración
Empresarial y el Texto Unico Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial.

Dentro de los objetivos claros de dicha norma se encuentran la eficiencia como fin último,
maximizar el valor del negocio, permitir a los comprometidos tomar las decisiones y asumir sus
consecuencias, protección del crédito (riesgo de incumplimiento y costos de recupero), rol
redistributivo, intereses de la comunidad (estatales, sociales), velar por los intereses de los
trabajadores.

Según la Ley General del Sistema Concursal se busca la permanencia de la unidad productiva,
la protección del crédito, la protección del patrimonio de la empresa. Esta norma busca
contravenir el problema de la excesiva demora de los procedimientos concursales anteriores,
además que, según el legislador proyectaban confusión en el diseño de procedimientos
concursales, generándose elevados costos de uso y administración del Sistema Concursal con
el coadyuvante para la ineficiencia de las pocas capacidades de control de acreedores y
autoridad concursal.

Asimismo se ha concluido que ha existido un u so y abuso del Sistema por entidades


liquidadoras, acreedores y deudores así como distorsiones en el tratamiento de la acreencia
laboral y sobreposición de facultades y conflicto de competencias entre Indecopi y el Poder
Judicial.

La norma pretende regular adecuadamente el procedimiento administrativo estableciendo


plazos perentorios, reduciendo los procedimientos, estableciendo una clara distinción entre
uno y otro, además de racionalizarse la participación Indecopi delimitándose las atribuciones
de los acreedores y de las juntas de acreedores.

La norma también establece ma yores facultades de supervisión y sanción para el Indecopi,


incorporando una regulación especial del tratamiento de la deuda laboral. Se determinan las
competencias de la autoridad administrativa y de la judicial.

Los procedimientos se reducen a dos: Procedimiento Concursal Ordinario (antes


procedimiento de insolvencia) y Procedimiento Concursal Preventivo (antes concurso
preventivo)

VII• EL TRATAMIENTO DE LA QUIEBRA EN LA LEY GENERAL DEL SISTEMA CONCURSAL.

La quiebra está regulada en el Título III de la Ley, a partir del artículo 99º y hasta el 102º. Como
mencionamos cuando hicimos el comentario de la quiebra a partir del cambio de paradigma
del sistema concursal, es decir el paso de un sistema judicializado a un proceso administrativo
a cargo del Indecopi, en ésta norma también la quiebra es una institución de carácter residual
como producto de la imposibilidad del deudor de seguir pagando a los acreedores en un
escenario de liquidación de sus activos a cargo de un liquidador designado.

En ese sentido la norma hace clara precisión en el artículo 99,1º al expresar que “cuando en
los procedimientos de disolución y liquidación se verifique la extinción de patrimonio del
deudor quedando acreedores pendientes de ser pagados, el acreedor deberá de solicitar bajo
responsabilidad en un plazo no mayor de treinta días la declaración judicial de quiebra, de lo
que dará cuenta al Comité, o al Presidente de la Junta y a la Comisión”.

Desde el punto de vista procesal podemos afirmar que el trámite de la quiebra se inicia
justamente con la demanda presentada al Juez Especializado en lo Civil por parte de
liquidador; luego dentro de los treinta días siguientes a la presentación de la misma , y previa
verificación del agotamiento de la masa patrimonial del deudor, mediante la presentación del
balance de liquidación declarará la quiebra del deudor y la incobrabilidad de las obligaciones,
mediante un auto que declara tal situación y la extinción del patrimonio del deudor. Este auto
deberá ser publicado en el Diario Oficial El Peruano por dos días consecutivos.

Una vez que el auto que declara la quiebra del deudor quede consentido concluye el
procedimiento y el juez ordena el archivo de los antecedentes, luego el liquidador procederá a
la inscripción de la extinción del patrimonio del deudor, y la emisión de los certificados de
incobrabilidad para los acreedores impagos.

Conforme la norma, los certificados de incobrabilidad pueden ser emitidos por la Comisión
cuando el acreedor lo solicite una vez que se acuerde o disponga la disolución y liquidación del
deudor, éstos certificados tienen los mismos efectos que los expedidos por el juez que declara
la quiebra.

EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE QUIEBRA, SANCION E INHABILITACIÓN. RETORNANDO AL


PASADO.

Un tema crítico con respecto a la declaración de quiebra en la Ley de Procedimientos


Concursales, son los efectos de la misma, y es que en esta norma la regulación ha sido mucho
más clara y específica. Sin embargo esta claridad y especificidad no dejan de ser criticables
debido a cómo se han concebido.

Y es que la quiebra es una institución que se ha transformado, pasando de ser una sanción por
incumplimiento de obligaciones a una situación económica que es tratada justamente con este
carácter.

La ley en su artículo 100º establece que el quebrado, mientras dure su estado, está impedido
de:

• Constituir sociedades, o personas jurídicas en general o de formar parte de las ya


constituidas.

• Ejercer cargos de director, gerentes, apoderado o representante de personas jurídicas en


general.

• Ser tutor, curador o representante legal de personas naturales.

• Ser administrador o liquidador de deudores en los procedimientos regulados en la ley.

La ley extiende los efectos de la quiebra al Presidente del Directorio de la empresa concursada
así como al titular de ésta y le aplican los mismos efectos del numeral primero del artículo
100º.

Como vemos la norma actual defiere tanto de la Ley de Reestructuración Empresarial como de
la Ley de Reestructuración Patrimonial en que los efectos e inhabilitaciones de la quiebra en
las dos normas anteriores son consecuencia de la responsabilidad siempre y cuando se hayan
incurrido en conductas dolosas por parte del quebrado.

Sin embargo la norma actual precisa que los efectos e inhabilitaciones consecuencia de la
quiebra son de aplicación para todos aquellos que sean declarados en tal situación. Aquí,
consideramos que la norma ha involucionado, teniendo en cuenta que en la legislación
comparada la quiebra no tiene efectos sancionadores salvo cuando las conductas sean
punibles, ya que el resultado de la gestión empresarial puede ser producto no solamente de
malos manejos por parte de los administradores, sino que normalmente son consecuencia de
conyunturas económico financieras de orden externo e interno.
EXTENSIÓN DE LA QUIEBRA ?

El artículo 100,3º de la Ley de Procedimientos Concursales, aplica los efectos de la declaración


judicial de quiebra a los administradores o directores de la empresa concursada. Ello significa
que justamente los efectos de la quiebra son extendidos a éstos funcionarios simplemente por
haber intervenido en la gestión de la empresa participando en los órganos de administración
de la misma.

Esta extensión generalizada de la quiebra proyecta varios riesgos a la actividad empresarial, ya


que se estaría inhabilitando a los funcionarios de una empresa quebrada sin mediar causales
de responsabilidad penal o civil originadas en la mala gestión o en la falta de diligencia por
parte de los miembros de los órganos de la administración.

La extensión de la quiebra forma parte del Derecho Concursal comparado(13), pero está
inspirada en el accionar doloso e irresponsable de los funcionarios que están a cargo de la
gestión empresarial.

----------------------------------------

(13) En la legislación Argentina y en los países del MERCOSUR, la extensión de la quiebra se


decreta a toda persona que hubiere actuado bajo la apariencia o utilización de la fallida en su
propio interés o cuando hubiera confusión patrimonial entre ésta y el quebrado .

Al respecto puede verse Kleidermacher Arnoldo, La Quiebra en el MERCOSUR, Artículo


Presentado en el Seminario Internacional, El Rol Promotor del Sistema de Reestructuración
Patrimonial, organizado por INDECOPI y llevado a cabo en Lima del 13 al 16 de junio de 2000.

En los proyectos de la legislación concursal europea(14) se consideró en el presentado en el


año de 1968, la posibilidad de incorporar a las legislaciones concursales la extensión de la
quiebra de los dirigentes de la empresa, que dio lugar a una redacción del artículo 11º de dicho
documento en el sentido que los jueces del Estado que declara la quiebra de una sociedad o
persona jurídica tienen competencia exclusiva para conocer sobre acciones de responsabilidad
por la gestión social interpuestas contra dirigentes de la sociedad o persona jurídica para
reparar el perjuicio sufrido por la masa de acreedores o cuando la ley del Estado en cuestión lo
consienta.

-----------------------------------

(14) PONSSA DE LA VEGA, Miguens. La Responsabilidad Patrimonial de los Concursos de


Grupos de Sociedades en el Ambito de la CEE., Revista Española de Derecho Comercial y
Bancario, Madrid 1997, pág. 157.

Igualmente el proyecto de 1970(15), permite extender la quiebra de una sociedad o persona


jurídica en determinados casos a sus dirigentes de hecho o de derecho, que hubieran sido
condenados con ocasión de su gestión a resarcir a la sociedad o persona jurídica o asumir total
o parcialmente las cargas del pasivo y no hubiera cumplido con esta obligación.

---------------------------------
(15) Miguens Ponssa De la Vega, op.cit., pág. 158.

En el caso de la doctrina y jurisprudencia norteamericana(16), existe la llamada doctrina de la


subordinación, relacionada con la extensión del concurso, pero solamente en caso de la
existencia de grupos de empresas vinculadas en los cuales una de las integrantes del grupo es
incertada a un proceso concursal o de quiebra, por efecto de la decisión y afectación de
patrimonio por gestión de una empresa subordinante. Es decir que existe un análisis de la mala
fe o mala conducta por parte de los administradores de la empresa matriz hacia la empresa
subordinada.

--------------------------------------------------

(16) A Positive Theory of Chapter 11, Kevin A. KORDANA and Eric A. POSNER, THE LAW SCHOOL
THE UNIVERSITY OF CHICAGO, 2001, pág. 13.

Por ello se debe de decir que la extensión de la quiebra, o en el caso de la legislación peruana a
través de la Ley de Procedimientos Concursales, que la extensión de los efectos de la quiebra
debe de ser un remedio extraordinario pensado sólo para casos extremos de simulación
absoluta o fraude a los acreedores o a terceros, ya que el elemento fraudulento no se
encuentra intrínsicamente presente en la gestión de los administradores de una empresa
liquidada como consecuencia de un proceso concursal ordinario y que tiene insuficiencia
patrimonial para seguir pagando a los acreedores, por lo que incurre en las causales de ser
declarada en quiebra.

Como vemos, los desincentivos para la actuación de los directores y gerentes de una empresa
son bastante grandes, porque esta norma les coloca un “cinturón” que no les permitirá actuar
con la agresividad y competitividad que debe imponer un puesto de estas características, ya
que un resultado deficitario que pudiera existir durante la gestión (así no haya sido originado
por ellos) podría conducir a la quiebra de la empresa y la consecuente inhabilitación de los que
participaron en la administración de la misma en forma diligente, sin mediar actitud dolosa o
fraudulenta alguna se verán perjudicados en su desempeño futuro.

En este punto consideramos que la norma debe de ser modificada teniendo en cuenta que la
legislación concursal debe de ir a tono con las exigencias del sistema económico, es decir, que
la norma debe de ser un mecanismo de tutela del crédito y dinamización de la economía en
todas sus etapas; y la inhabilitación de funcionarios obviamente sería un freno a la actividad y
dinamismo económico.

LA REHABILITACIÓN DEL QUEBRADO.

La ley concursal vigente establece que para la rehabilitación del quebrado es necesario el
transcurso de cinco años, contados desde la fecha de expedición de la resolución que declara
la quiebra, así los créditos no se hubieran pagado; esta rehabilitación se activa si es que el
deudor quebrado no ha incurrido en alguna de las conductas punidas por el código penal en
sus artículos 209º al 213º.

Para rehabilitar al quebrado, es necesario solicitar la cancelación de las inscripciones del auto
de declaración judicial de quiebra del registro de personas. Este levantamiento de
inscripciones puede ser solicitado por cualquier persona, presentando simplemente la
constancia expedida por la autoridad competente en este caso el Registro de Condenas del
Poder Judicial, en donde se precise que el deudor no haya sido condenado por ninguno de los
delitos previstos en los artículos mencionados en el párrafo anterior; de igual forma no debe
existir proceso penal abierto por los mismos delitos.

En el caso que el deudor haya sido condenado por los delitos, el deudor solo podrá ser
rehabilitado del estado de quiebra, cuando haya cumplido con la condena impuesta.

LA QUIEBRA Y EL CODIGO PENAL.

A diferencia de las dos anteriores normas concursales, la Ley General del Proceso Concursal no
modificó ninguna disposición del Código Penal, por lo tanto la regulación penal de la quiebra
continúa siendo la misma a la que estaba referida la modificación al Código Penal dispuesta
por la Octava Disposición Transitoria del Texto Unico Ordenado de la Ley de Reestructuración
Patrimonial.

Como mencionamos en puntos anteriores, el delito de quiebra fraudulenta se encuentra


regulado por el artículo 209º al 213º del Código Penal. Es importante tomar en cuenta qué
bien jurídico es que el que tutela el Estado al tipificar este delito. Al respecto se debe precisar
que existen posiciones distintas en este tema, ya que unos plantean que el bien jurídico
protegido es el crédito y para otros el sistema crediticio.

Sin embargo consideramos que estas posiciones nos se enfrentan ya que parte del sistema
crediticio es el crédito es decir la posibilidad de que cualquier acreedor tenga la posibilidad de
cobrar una obligación frente a su deudor.

Desde el punto de vista de la tipicidad, es importante hacer notar que solamente puede ser
autor de este tipo de delitos el deudor sometido a un proceso concursal (sujeto activo)
mientras que el sujeto pasivo es la comunidad a través de los acreedores o de terceros.

Pero para que se configure el delito de quiebra es necesario que coexistan elementos descritos
por el artículo 209º del Código Penal, como “el ocultamiento de bienes, la simulación,
adquisición o realización de deudas, enajenaciones, gastos o pérdidas y la realización de actos
de disposición patrimonial o generador de obligaciones, destinados a pagar a uno o varios
acreedores, preferentes o no, posponiendo el pago del resto de acreedores”.

Es importante precisar que la anterior versión del artículo 209º del Código Penal establecía que
el delito de quiebra se configuraba cuando un deudor era declarado en quiebra(17) y en esa
situación comportaba conductas ilícitas como la simulación de deudas, la ocultación o
sustracción de bienes y la concesión de ventajas indebidas a un acreedor.

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(17) Puede Consultarse, BRAMONT ARIAS TORRES, Luis Alberto y GARCÍA CANTIZANO, María
del Carmen. Manual de Derecho Penal, Parte Especial, 4ta Edición, Editorial SM, Lima, 1998,
pág. 403.
La redacción de ese artículo hacía referencia a que el autor del delito estaba condicionado a
una situación específica, que sea un comerciante declarado en quiebra, es decir que
concurrían dos calificaciones para el sujeto, en primer lugar que se trate de un comerciante, y
en segundo lugar que haya sido declarado en quiebra.

Sin embargo la última modificación de éste artículo a través de la ley Nº 27146 que
posteriormente fue integrada al Decreto Legislativo Nº 845, a través del Decreto Supremo Nº
014-99-ITINCI, Texto Unico Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial precisa que en
el caso del delito de quiebra fraudulenta, basta que el sujeto activo sea un deudor, o la
persona que actúe en su nombre o un liquidador , que un proceso de declaración de
insolvencia, concurso preventivo o procedimiento simplificado, realizaran en perjuicio de los
acreedores la ocultación de bienes, la simulación de créditos o la realización de actos de
disposición del patrimonio.

Por lo tanto la legislación penal actual, no incluye como supuesto para la tipificación de delito
de quiebra que el deudor sea comerciante y declarado en quiebra, sino que el sujeto activo es
justamente el deudor, el que actúa en su nombre o simplemente el liquidador; es decir, que
los sujetos activos pueden ser tres.

En ese sentido para que el delito de quiebra fraudulenta sea imputado no es necesario que el
deudor sea un quebrado, sino que simplemente esté sometido a un procedimiento concursal,
cualquiera que esté regulado por la ley concursal. Y en ese orden de ideas justamente la Ley de
Procesos Concursales no ha modificado en forma directa el Código Penal, sino que
simplemente a efecto de actualizar la norma penal con los conceptos de la ley concursal, ha
establecido en la Tercera Disposición Complementaria, que las referencias legales al
Procedimiento de Declaración de Insolvencia, se entienden hechas al Procedimiento Concursal
Ordinario y las referencias hechas al Concurso Preventivo, se entienden efectuadas al
Procedimiento Concursal Preventivo, que son los nuevos y únicos procesos concursales
actuales.

Se puede concluir entonces que el delito de quiebra en el artículo 209º del Código Penal
Vigente, considera un concepto distinto al de la declaración judicial de quiebra de la norma
concursal, ya que el delito se configura y tipifica simplemente con las conductas ilícitas
desarrolladas durante un Procedimiento Concursal Ordinario en todas sus etapas o en un
Procedimiento Concursal Preventivo en todas sus etapas.

En lo relativo a las penas, la norma establece que éstas son de privación de la libertad no
menor ni mayor de seis años, con una inhabilitación(18) de tres a cinco años para poder
ejercer mandato o cargo, empleo o comisión de carácter público e incapacidad para ejercer
por cuenta propia o por intermedio de un tercero, profesión, comercio, arte o industria que el
juez deberá de especificar en la sentencia.

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(18) Para esta inhabilitación, el artículo 209º del Código Penal, hace referencia a los numerales
2º y 4º del artículo 36º del mismo cuero legal, en donde se regulan las inhabilitaciones.
El mismo artículo establece penas de no menos de cuatro ni más de ocho años cuando si el
agente realiza las conductas tipificadas es decir de simulación de obligaciones, ocultamiento
de bienes o disposición del patrimonio, en el momento que se haya activado la protección
legal del patrimonio y la inexigibilidad de obligaciones en un procedimiento concursal. Es decir
que el agente haya cometido el delito luego que el Indecopi haya hecho público su
acogimiento en un proceso concursal mediante un aviso publicado en el Diario Oficial El
Peruano, fecha a partir de la cual se protege el patrimonio y los acreedores están impedidos de
afectar el patrimonio del deudor, como así lo disponen los artículos 18º y 32º de la Ley Nº
27809, Ley General del Sistema Concursal.

El artículo 210º del Código Penal tipifica el delito de quiebra culposa en relación a las
conductas ilícitas a que se refiere el artículo 209º pero en forma culposa, reduciéndose los
límites mínimos y máximos de la pena a la mitad de lo establecido en el artículo antes citado.

LA QUIEBRA Y LA LEY GENERAL DE SOCIEDADES.

La Ley General de Sociedades establece en su artículo 147º que durante la liquidación de una
sociedad mercantil se extinga el patrimonio de la misma y no se haya terminado de pagar a los
acreedores, la Junta General de Accionistas deberá de informar tal situación, sin perjuicio de
solicitar la declaración judicial de quiebra de la empresa, con arreglo a la ley de la materia.

En ese sentido la ley de la materia, es decir la ley concursal ha precisado en el artículo 102º
que en caso se produzca el supuesto descrito en el párrafo anterior, el Juez competente
tramitará la declaración de quiebra de conformidad con lo dispuesto por el artículo 99º y
siguientes de ésta ley.

La variación del proceso de quiebra en la Ley General de Sociedades es importante, ya que el


Texto Unico Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial, hacía referencia a la
necesidad de iniciar un proceso de declaración de insolvencia para luego culminar con la
quiebra cuando la sociedad en liquidación de acuerdo al artículo 147º antes mencionado, haya
agotado su patrimonio y no se hayan pagado a la totalidad de los acreedores.

En cambio ahora, la quiebra será solicitada al Juez en forma directa, sin más trámite que la
decisión de la Junta General de Accionistas, sin necesidad de pasar por un proceso en este caso
el Proceso Concursal Ordinario, facilitándose de esta manera las gestiones conducentes a dar
por extinguida la sociedad y su personería jurídica.
Malas decisiones o turbios manejos, las grandes quiebras desde 1990

EMPRESAS

Especial 25 años de Gestión. La petrolera brasileña OGX presentó en el 2013 la mayor


bancarrota corporativa en la historia de América Latina”.

Lehman Brothers anunció en setiembre del 2008 la que es hasta ahora la mayor quiebra
empresarial de la historia.

Lehman Brothers anunció en setiembre del 2008 la que es hasta ahora la mayor quiebra
empresarial de la historia.

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María del Pilar Olivo

molivo@diariogestion.com.pe

Una mala decisión, falta de innovación, algún revés en los mercados o manejos turbios en sus
finanzas son algunas de las razones por las que empresas multinacionales se vieron obligadas a
declararse en bancarrota en los últimos 25 años.

La palabra innovación sentenció el quiebre de dos grandes empresas en el rubro tecnológico


que precisamente no aprendieron a caminar al mismo ritmo que pedía el mercado:
Blockbuster y Kodak.

El 19 de octubre de 1985 nació Blockbuster en Dallas, Texas, y para el 2004 ya tenía alrededor
de 9,000 tiendas en todo el mundo. Sin embargo, la era digital superó al alquiler de películas y
fue en el 2013 cuando la empresa cerró definitivamente sus operaciones. Hoy en día, la
Internet , la piratería y recientemente el streaming han copado este mercado.

¿Quién no tuvo un “momento Kodak” en alguna etapa de la vida? Fundada en 1889, el gigante
de la fotografía supo cómo inmortalizar los momentos más importantes de la vida de millones
de personas. En la década del 90, Kodak logró una capitalización bursátil de US$ 25,000
millones, pero en el 2012, ante el avance de la tecnología y la falta de un productor innovador,
la firma se declaró en quiebra.

Para Percy Marquina, director de Centrum Futuro, Kodak decidió concentrarse y afianzar su
liderazgo en los productos de su portafolio en los que era líder de mercado, pero no tuvo la
visión de reconocer y anticipar la tendencia hacia la fotografía digital. “El otro error fue
dormirse en sus laureles”, sentencia.

El sector automotor también ha vivido grandes caídas. Con una deuda de US$ 10,000 millones,
Daewoo Motor fue protagonista de lo que es considerada la mayor quiebra producida en
Corea de Sur. Tras la bancarrota en 1999, el presidente surcoreano Kim Dae-jung desmanteló
el grupo y vendió sus filiales a distintas empresas para evitar un colapso económico. El
fundador de la empresa, Kim Woo-choong, fue condenado a 10 años de cárcel por fraude
contable y evasión de capitales.

Otra gran caída la vivió General Motors. Creada en 1908, la empresa llegó a alcanzar en 1965 el
54% del mercado mundial de automóviles. Sin embargo, el panorama fue sombrío cuando en
el 2009 ,en medio de la crisis en EE.UU., tuvo que declararse en quiebra. Años después, y
gracias a la inyección de fondos de Washington, la automotriz logró recuperarse.

Un caso especial es lo que aconteció con Enron. La empresa, que tenía entre sus negocios la
compra y venta de gas y electricidad, se declaró en bancarrota en diciembre del 2001, tras
haber figurado entre las 10 empresas más grandes de Estados Unidos.

La firma con activos por US$ 63,400 millones se valió de turbias operaciones contables que le
permitieron declarar ganancias cuando en realidad acumulaba pérdidas. Según el director
académico del Campus Monterrico de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC),
Paul Lira, la quiebra de Enron puso en evidencia los vacíos en la legislación bursátil
estadounidense. “El apalancamiento de Enron se disfrazó a través de vehículos de propósito
especial, que estaban fuera del balance e hizo que el mercado no conozca la situación real de
la firma”, precisa.

El catedrático destaca además que la caída de Enron desveló el alto nivel de relación que se
observaba desde 1985 entre las autoridades del Gobierno y políticos de todos los sectores y
Enron. “La mezcla de política y una empresa poco seria es, siempre, una mezcla explosiva”,
afirma.
Otra gran caída fue la que registró Worldcom. La firma de telecomunicaciones fue la
protagonista en el 2002 de la mayor quiebra de Estados Unidos hasta ese entonces, cuando
una auditoría interna reveló que habían contabilizado de forma irregular más de US$ 4,000
millones en gastos. Sus accionistas perdieron cerca de US$ 180,000 millones y 20,000 personas
se quedaron sin empleo.

Uno de las quiebras más recientes fue la que registró Lehman Brothers, cuyo desplome en
setiembre del 2008 es considerado como el detonante de la crisis financiera mundial. La
entidad con un valor de US$ 425,000 millones de activos quebró el 15 de setiembre del 2008, y
es la mayor bancarrota de la historia.

Según Luis Manuel Ordóñez Ruiz, Head of Equity Research de Inteligo, “la principal lección es
claramente que el mercado necesita una adecuada regulación y supervisión para evitar
eventos de alto riesgo como una crisis financiera”.

América Latina no ha estado exenta de estos desplomes. La petrolera OGX, del alguna vez
octavo mayor millonario del mundo, Eike Batista, anuncio en el 2013 su quiebra, tras haber
registrado un valor de US$ 40,000 millones. Esa es hasta ahora la mayor bancarrota en la
región.

A 20 años de CLAE: la estafa


económica más grande que se
perpetró en el Perú
La institución fundada por Carlos Manrique Carreño logró mover cientos de
millones de dólares sin rendir cuenta a nadie y engañó a más de 200 mil personas
“En 1991 decidí ahorrar en CLAE. Deposité los 35 mil soles que cobré de mi liquidación
por trabajar 28 años en la mina de Cobriza, en Huancavelica. Lo perdí todo”, afirma con
nostalgia Sósimo Porras Raymundo, un obrero jubilado de 62 años. Su infeliz y lamentable
historia es una de las más de 200 mil que se produjeron en los años noventa del siglo
pasado, gracias a la seudo financiera fundada por el cusqueño Carlos Manrique Carreño.
Un día como hoy hace 20 años, el Estado intervino la entidad y desveló la estafa más
recordada de las últimas décadas en el país.

Con un capital social de 100 mil soles, Manrique Carreño constituyó en febrero de 1978 el
Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), una empresa que debía
brindar servicios de asesoría, consultoría y administración de empresas, pero que en la
práctica se dedicó a la intermediación financiera en el ámbito de la banca paralela,
informal.

Si bien en sus inicios CLAE no salió de su campo de acción, las ganancias que generaba
por sus servicios de asesoría eran escasas o nulas, por lo que a mediados del 1980 su
fundador decide dar un giro y entra al negocio de la captación de dinero ofreciendo altos
retornos. Sin embargo, esto último no fue la única razón para que la empresa de
Manrique alcance un éxito sin precedentes, sino también el contexto económico fue
propicio para que así fuera.

“Con el [primer] gobierno de Alan García la inflación alcanzó niveles astronómicos, las
tasas de interés estaban controladas y ahorrar en un banco significaba perder
dinero porque el interés que se ofrecía siempre resultaba negativo en cualquier plazo.
Esto fue clave para que la aventura de CLAE avance”, explica Carlos Contreras Carranza,
profesor de Historia Económica de la PUCP.

Con el cambio de ciclo económico entre el gobierno aprista y el primero de Alberto


Fujimori, añade, la situación se mantuvo igual en medio del temor y la desinformación
entre las ciudadanos. En efecto, de acuerdo con la investigación del sociólogo Luis
Pflúcker Moreno, los años de brillo de CLAE fueron entre 1989 y 1992, periodo en el
que la empresa de Manrique ya no suscribía decenas de contratos por depósitos, sino
miles hasta llegar a concentrar cientos de millones de dólares que representó en un
momento el 40% de la liquidez del sistema financiero peruano.

SISTEMA PERNICIOSO
La banca de esos tiempos no significaba una competencia para CLAE, pues la institución
ofrecía un interés de 100% por los ahorros. Así jubilados, cesantes, miembros retirados
de las fuerzas armadas y policiales, políticos, empresarios, artistas, futbolistas, empleados,
obreros y hasta amas de casa vieron una oportunidad en la empresa de Manrique y
metieron su dinero allí. CLAE tenía 20 locales a nivel nacional (17 en Lima y tres en
Chiclayo, Tacna y Trujillo).

CLAE cumplía con el pago puntual de los intereses de los depósitos a través de letras
o pagarés, lo que contribuyó a que se corra la voz entre el público sobre este “eficiente y
beneficioso” sistema. Sin embargo, el nivel de ingresos y contratos fueron
incrementándose tan rápido (captaba en promedio US$200 millones cada año), y llegó un
momento en que los nuevos ahorros resultaban insuficientes para pagar los altos intereses
a los anteriores depositantes.
Pese a que Manrique invertía el dinero de los claeístas en la bolsa, empresas o los
prestaba a terceras personas, su institución no podía reunir las exorbitantes sumas para
cancelar los pagarés de sus más de 200 mil inversionistas: su sistema de pirámide
había colapsado.

“CLAE afronta una realidad técnica de quiebra, al no poder pagar los intereses ni devolver
los capitales de sus ahorristas”, opinaban economistas en esos años.

¿Y LA REGULACIÓN?
Entre los años de 1985 y 1990, la Superintendencia de Banca y Seguros ya había
identificado una treintena de casos de estafa por la captación de dinero de parte de la
banca informal (uno muy sonado fue el de REFISA), pero era poco lo que podía hacer
porque las normas no alcanzaba a estas entidades.

De esta manera, CLAE logró mover hasta más de US$640 millones sin rendir cuenta a
nadie. No obstante, con un cambio en el marco normativo durante el gobierno de Alberto
Fujimori, la Superintendencia a través de su jefe Luis Cortavarría buscó tardíamente
formalizar a la institución en 1992. Manrique Carreño no pudo demostrar el estado real de
las finanzas de su entidad ni cumplir con los requisitos que se le pedía, y el 29 de abril de
1993 el Gobierno decidió intervenirla para posteriormente disolverla el 16 de mayo de 1994
por orden de la Corte Suprema.

En esos casi 13 trece meses que duró la intervención estatal, en los que solo se
encontraron cerca de US$36 millones en las bóvedas de la entidad, fueron pocos los
claeístas, como la señora Vilma Álvarez quien había depositado unos US$4.000, que
lograron recuperar parte de su capital. Carlos Manrique fugó a los Estados Unidos, fue
capturado y la justicia peruana lo condenó a prisión efectiva por la estafa perpetrada.

Pese a todo ello, asociados o agremiados en organizaciones como la Asociación Nacional


de Claeístas o Unaclae, miles de ahorristas continuaron con sus reclamos hasta los
primeros años de este siglo. Lo cierto, sin embargo, es que nunca se supo con certeza a
dónde fue a parar el dinero y hasta el momento nadie ha podido recuperar ni un sol.

¿Tú o tu familia fue víctima de CLAE? Cuéntanos tu caso

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