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Editorial
Los talleres en una institución psicoanalítica
Alejandro Willington
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adentro para sacar algo, y vuelve a salir), circular por ese límite o borde institucional
que de ese modo van configurando, para que así el lazo a los otros les resulte soportable.
La etimología de la palabra "taller" es más que interesante, deriva del francés atelier,
antiguamente astelier, “montón de astillas de madera, obra al aire libre del carpintero”.
En un taller psicoanalítico cada astilla importa, e importa la obra de cada sujeto. La
palabra lleva en su campo semántico implícita las nociones de obra y de trabajo. Esta
última no es una noción cualquiera en Psicoanálisis, nos remite al trabajo subjetivo, a la
necesidad de un sujeto de producirse a partir de la palabra, de la articulación de
significantes, significantes que se ponen en juego y se enlazan a partir del encuentro de
un sujeto con otros, con varios. Se trata aquí de la función y el deseo de los practicantes
en formación, del Psicoanálisis, que se ofrecen como partenaires, como soportes de un
encuentro clínico trazado a partir de cada astilla desprendida en el trabajo de los talleres,
de cada singularidad subjetiva allí producida.
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“El sujeto nos cede algo de su sentido gozado. Nos arrastra con ese movimiento de
cesión, y es lo que da el estilo de amor de transferencia que se instala”
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el lugar de no saber, interrogados por la enseñanza de cada encuentro con el sujeto en
un “vez a vez”. Así mismo, cada practicante hace uso de diferentes semblantes, propios
del estilo singular de cada uno, que son pensados para las intervenciones particulares
que se realizan en cada caso, no sin orientarse por la estrategia pensada en el conjunto.
Esto posibilita ubicarse como un Otro diferente, descompleto, que no resulte amenzante
e insoportable para el sujeto psicótico.
Para ello, el practicante aprende la lalengua del sujeto desde una posición de
alumno de aquel que elaboró esta lengua especial, es decir, fundarse de la lalengua que
habla el sujeto psicótico para dejarse aprehender por ella. De esta forma, el saber está
del lado del sujeto y es éste quien guía cada acción.
¿Cómo situar estos espacios? Es aquí donde se abre una doble vertiente a tener
en cuenta. Si bien cada uno de los talleres funciona a través de ciertas pautas generales
para todos -en tanto funda una legalidad-, están orientados por el hacer concreto,
singular de cada sujeto, lo cual posibilita ahuecar dichas reglas según los requerimientos
del tratamiento del uno por uno. Se apuesta, fundamentalmente, a alojar y acoger lo que
cada sujeto deposita de su singularidad, proponiendo un tiempo y un espacio como
intento de regulación frente a lo amenazante e intrusivo del modo en que se presenta el
Otro para el sujeto psicótico. Es por esta vía que algo puede agujerearse en el Otro,
extrayéndole cierta consistencia que lo volvía amenazante, ordenando y regulando lo
caótico del mundo del psicótico.
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posibilita-y a su vez se diferencia- de aquel que se establece hacia la institución, los
directivos, los coordinadores y los practicantes. Pensamos el lazo como una pieza más
del engranaje de la transferencia pluralizada, sostenida fundamentalmente por la
transferencia de los sujetos hacia la institución como tal, independientemente de
aquellos quienes hacen posible que el dispositivo de la práctica entre varios se produzca
y genere efectos. Esta es su esencia.
Esta pregunta surge a raíz de pensar al taller como un lugar privilegiado para que
el sujeto pueda poner a jugar su singularidad, en tanto propicia un espacio vacío para el
despliegue de un decir que sea alojado: un saber que sea escuchado como tal. Esto no es
sin el practicante que, desde su posición en tanto presencia-ausencia ubicado como un
Otro barrado, es quien permite y sostiene ese espacio vacío del taller.
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es este espacio el que da lugar al decir del sujeto, haciéndolo destinatario de los signos
ínfimos de lo real de su la lalengua.
Bibliografía
Miller, J.A (2014).La Psicosis Ordinaria. Buenos Aires, Argentina: Ed. Paidós
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Para el sujeto autista la voz no está regulada por el significante, por lo que la
audición de la palabra se presenta como devastadora. A pesar del rechazo constante que
opera en el sujeto, su interés por melodías, canciones y sonidos resulta remarcable.
Como explica Maleval (2007), la palabra puede interesarles en la medida en que no sea
portadora de la voz, de allí su atractivo por el parloteo vacío y la música de la palabra.
El presente trabajo intenta transmitir de qué manera un taller de música, orientado desde
la práctica entre varios, ofrece un tratamiento del objeto voz con el fin de moderar la
invasión catastrófica de la pulsión invocante en el sujeto autista.
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Esta forma de trabajo permitiría al sujeto autista interponer una barrera frente al
Otro desbordante de goce, y lograr cierto encadenamiento significante, en un ambiente
donde es reconocido como sujeto y no librado a ser mero objeto de goce.
El goce vocal
La voz en tanto objeto a, se diferencia del registro sonoro ya que está por fuera
del sentido, es decir, no se trata de la entonación, ni el timbre o el ritmo como se
despliega en la lingüística (Miller; 1997).
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En consecuencia, no se produce una extracción del objeto a, la voz no se
encuentra como un objeto separado del borde del cuerpo, como un condensador de
goce, por lo que no se podría ceder este goce vocal hacia el goce del Otro sin ser vivido
como una mutilación.
Tomando lo expuesto por Abello (2010), lo que se vuelve intrusivo son los
objetos que presentifican el deseo del Otro, la mirada y la voz. Por lo tanto, el sujeto
autista rechaza el goce asociado al objeto voz. En ocasiones, a través de la música como
un tratamiento posible, el sujeto se protege de la presencia angustiante de éste.
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Viñeta Clínica
Bibliografía
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Bassols, M. (2012). La voz del objeto a. En Desecrits de psicoanálisis lacaniana,
fuente AMP Blog.
Maleval, J-C. (2011). Más bien verbosos los autistas. En Psicoanálisis Aplicado:
clínica del autismo y las psicosis (pp. 13-35) Traducción: Eduardo Abello. Fundación Avenir.
Colección Invenciones. Córdoba, Argentina.
Miller, Jacques Alain. (1997). Jacques Lacan y la voz. En Freudiana 21, Paidós,
Barcelona.
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“Todo Arte se caracteriza por un cierto modo de organización alrededor de ese vacío."
Jacques Lacan.
Nicolás Bailo
Roberto J. Cordero
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Talleres
En primer lugar, un taller es una posibilidad de trabajo que se instala como una
serialidad: se lleva a cabo semana a semana, el mismo día, a la misma hora. Así mismo,
es una modalidad de trabajo que convoca a varios concurrentes al mismo tiempo. Sin
embargo, lejos está de ser un trabajo grupal. Más bien, cada sujeto allí produce desde su
singularidad, de acuerdo a cómo opera para cada uno el taller como invitación al
trabajo.
Otra función que posibilita un taller tiene que ver con permitir cierta cesión de
goce. Allí, cada sujeto pone en juego su forma de gozar, pero de una manera distinta. En
el marco del taller, se aloja esta modalidad de goce, pero con determinadas condiciones
que permiten condensarla en una producción. En este espacio, la producción circula, y
esto alivia al cuerpo del exceso de goce.
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Un relato salvaje
Para poner esto en relieve tomaremos el caso de Q., quien hace lazo a la
institución por medio de la queja desregulada, “este taller está mal”, “aquel paciente es
un tonto”, “los directivos no dan respuesta”. Sin embargo, este sujeto espera con ansias
los días martes para actuar.
En este caso, el taller de teatro operaría como un marco que permite al sujeto
separarse de su queja, dando un respiro a la certeza. Él esqueja en cuanto se encuentra
como objeto del Otro gozador (los directivos, la institución, los concurrentes). A través
de este marco, Que puede posicionarse de otro modo, depositando la queja en el
personaje, haciendo reír a los demás.
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De esta manera, el taller, constituido como simple gancho recubierto por un
encuadre, permitiría al sujeto psicótico apaciguar al Otro malévolo, e introducir una
versión de un Otro que le da lugar, y lo reconoce.
Bibliografía
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Victoria Palloni
Yesica Oyarzabal
El taller en psicoanálisis se rige por la política del uno por uno. Operamos allí en
una estratagema en tanto esperamos atentos el momento adecuado para actuar. La
cuestión reside en la posibilidad del uso del semblante como apoyo para el acto analítico
en cada taller, que es un recorte en el tiempo y en el espacio institucional.
Taller es el nombre que toma ese señuelo y el concurrente se pone al trabajo bajo
algo que los convoca en términos generales. Una vez allí, la orientación es otra.
Cada taller tiene su lógica, introduce cierto orden posible según la temática. Se
ofrece un artificio que, en la repetición, va estableciendo una regularidad, una serie
posible de la que nos servimos para hacer un borde.
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posible algún tratamiento del goce. “(…) Es en los intersticios de la serialidad
significante (…) donde un sujeto alcanza a ubicar ese afuera que no es un no adentro
en el que cediendo algo del goce que lo enajena logra habilitarse un nuevo lugar para
su singularidad” (Laurent, 2007, pp. 150).
¿Qué hacemos con ese goce que el concurrente puede ir cediendo en su trabajo?
En primer lugar, que el goce no quede suelto como mera descarga. Se trata de localizar
algo del orden del rasgo más particular de cada uno. Es un borde al goce, donde lo que
se recorta no queda suelto. Miller señala que el sujeto psicótico se las tiene que arreglar
con el traumatismo de lalengua en el cuerpo sin el auxilio de los discursos establecidos,
se ve por ello obligado a inventar un discurso como auxilio y apoyo para poder
arreglárselas con su cuerpo, que en cierto modo pasa todo fuera-de-cuerpo.“(…) Para
cada uno se plantea la cuestión de encontrar la función del órgano-lenguaje, de hacer
algo con ello” (Miller, 2007, pp. 6). ¿No es esto lo que dirige un taller? Poniendo a
funcionar el discurso psicoanalítico, que es posible por la transferencia y el lazo a la
institución -sostenidos en la práctica entre varios-, para el concurrente el trabajo por la
vía de la invención, pequeños puntos de capitón orientados a la invención de un
sinthome.
¿Cuál es la posición que conviene a cada quien para que el taller sea un espacio
que convoque al trabajo psicoanalítico? La pregunta nos lleva a distinguir de entrada lo
real en juego allí. De lo que se trata es de tomar el detalle que marca la singularidad del
goce en cada momento, en cada movimiento.
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Entonces, la posición del practicante implica ser testigo de una pérdida, función de
secretario que “(…) se hace testigo, que suscribe, acusa recibo de las marcas que el
sujeto no puede escribir (…)” (Laurent, 2007, pp. 169), aunque no se agota en ello.
Mientras que el trabajo día a día en los talleres va por la vía de la táctica, incluir al
taller en la dirección de la cura nos permitiría ubicar al sinthome como estrategia a largo
plazo.
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Bibliografía
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Roberto J. Cordero
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escriben la canción que querrán escuchar, y luego lo depositan en un bowl junto a
las canciones de los demás.
Antes de cada canción se anuncia cuál será, y quién la eligió. Cuando finaliza, se
pregunta -a quien la eligió- por el motivo de su elección.
A. elige canciones de "rock pesado" para "aturdir" a los demás. Hablar con
verborragia de su elección le posibilita ubicar cierto gusto por lo "pesado" y los
efectos que provoca en los otros. Para A. éste es el modo de poner en juego el rasgo
perverso de su goce desregulado, que entra en función al relacionarse con un Otro
gozador que lo "atormenta".
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O., quien se nombra a sí mismo como "calladito", y que puede permanecer toda
la jornada sumergido en un pantano de goce mudo, semana a semana deja en el
taller las canciones que extrae del cofre de los "cassettes de mi [su] papá", que
fueron "robados por un ladrón", y que a él le gustan porque "son lindas". O. cede a
cuentagotas su mutismo, y trabaja para reinventar ese elemento paterno perdido para
siempre, acompañado por un Otro que lo aloja con un aplauso.
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Rosa Yurevich
Si consideramos las dos operaciones que Lacan nos plantea en el seminario 11,
alienación y separación -tanto para psicosis como para neurosis- la respuesta es clara.
En la primera el rasgo uniano, en la segunda, el rasgo unario.
Este sujeto es barrado por un significante que escapa del campo del Otro del
lenguaje. Lacan dice ¨en el principio era el Verbo¨ porque ese instante es mítico, ese
instante es el “hubiere sido”.
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En ese punto nosotros ubicamos, al igual que Freud, la represión originaria, la
identificación primordial. Algo existió, pero el primer S1 cayó y se perdió para siempre.
Sólo sus briznas nos tocan.
¿Qué sucede entonces en el autismo? ¿Es la misma lógica o sostiene una lógica
distinta a la de las psicosis? Las elaboraciones de Rosine y Robert Lefort conducen a
algunas conclusiones.
Retomando estos aportes, Maleval explica que el Otro del autista sería un Otro
real, sin agujero, al cual no se le puede extraer ningún objeto. Esta condición del Otro
dificultaría la relación transferencial, ya que el autista apuntaría a la división del Otro y
no a su completud, como en el caso de las psicosis.
El primer punto coincide con los Lefort. El segundo no, porque permite
considerar la posibilidad de una relación transferencial. Las defensas y la transferencia
podrían ser diferentes a la propuesta de los Lefort.
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Por último, respecto a los tratamientos posibles del autismo, evocamos la tesis
sostenida por los Lefort–con la que he coincidido durante un tiempo- acerca de la
psicosis como salida posible del autismo. Pero Maleval y otros son muy claros: el
autista seguirá siendo autismo. Y recuerdo esta expresión de Asperger: “lo esencial
permanece invariable” desde la niñez hasta la adultez.
Bibliografía
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Ezequiel Orozco
En 2015, la institución estuvo marcada por una contingencia. Durante ese año,
el ingreso de nuevos pacientes que se podrían pensar dentro del espectro autista, nos
dejó frente a un real difícil de cernir. El encuentro con ese real dio lugar a nuevas
invenciones: por un lado, el grupo de estudio sobre Autismo, lugar en el que pudimos
trabajar las preguntas sobre esta clínica que nos interroga. Por otro lado, la apuesta de
un taller específico como intento de respuesta a estas preguntas, una oferta posible
del trabajo entre varios.
Los talleres
“Los talleres son inventos, producciones que nacen del deseo de los analistas
en el intento de tratar con lo real de esta clínica. El encuentro entre el sujeto y el
analista despierta, en este último, un saber en falta y una ajenidad con lo real que
operan como causa del deseo de investigar y trabajar preguntas que ponen en
marcha un posible tratamiento. Si bien esta oferta no es demandada de entrada por
el sujeto, existe la suposición que –a su tiempo y bajo el modo en el que le sea
posible- hará uso de ese recurso que originalmente fue del analista” (Revista
Entreunos, 2014, p.36).
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ubicar algo de lo sintomático en la producción de un objeto, sea este una pintura, una
opinión, un gol, una planta, un poema. No se trata entonces, de privilegiar la
producción de un objeto guiados por los ideales de lo bueno o lo bello, ni de ofrecer
un saber sobre cómo producir dicho objeto, sino de ¨ubicar ese afuera que no es un
no adentro¨ (Kleiban, et al, en Laurent Psicoanálisis y psiquiatría, 2007).
Considerando las particularidades del objeto autístico, podemos pensar qué tipo
de trabajo con el objeto se realizaría en un taller con sujetos autistas. Con Laurent
(2013) aprendimos que el objeto autístico en cierto punto del espectro se presenta
como una horma, permitiendo establecer un circuito que es dotado de función de
borde. En otro punto del espectro autístico, el objeto elude a la captación del registro
de la forma y el cuerpo, presentándose como un sin forma. Un exceso de goce
amorfo que se impone y del cual el sujeto autista intenta liberarse produciendo un
agujerosobre el propio cuerpo mediante una automutilación, la extracción de las
heces, o la cesión de la voz mediante gritos. El objeto sin forma y su tratamiento en
el autismo son parte de una pregunta que todavía sigue abierta. Intuimos que un
posible tratamiento apuntaría a la producción de un objeto que sirva para crear un
borde, de manera que la extracción de goce amorfo se realice en el borde y no en el
cuerpo del paciente.
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el neo borde, generando un espacio que no sea ni del sujeto ni del Otro, y que
posibilite intercambios de un nuevo tipo con un Otro menos amenazador.
Bibliografía
Dispositivos Clínicos Los talleres. (2014). Revista Virtual Entreunos, 0(1), 37-76.
Recuperado de https://issuu.com/entreunos/docs/revista_entreunos
Laurent, É, Furman, M., Scheinkestel, A., Skiadaressis, R., Yellati, N., Carofile,
A., &Stagnaro, J. (2007). Psiquiatría y psicoanálisis Diagnostico, Institución, Psicofármaco en
la clínica actual (pp. 133-169). Grama Ediciones: Bs. As.
Tendlarz, S., (2012). Niños autistas. Revista Virtualia, año XXI (No. 25).
Recuperado de http://virtualia.eol.org.ar/025/template.asp?Estudios/Ninos-autistas.html
TENDLARZ, S.: "Autismo generalizado", presentación en el CICBA, 2009. Inédito.
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