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Cuando todos están más saturados, más urgidos y más ansiosos por lograr
resultados, no queda otro camino para sortear el estrés que cambiar algunos
hábitos en la gestión cotidiana. Los que siguen son algunos consejos que no
cambiarán el mundo, pero ayudarán para que todos ganen un poco de confort en
sus jornadas laborales.
Cuando hay mucho que hacer, las personas tienden a leer aquellos correos
electrónicos que suponen críticos para sus objetivos y postergan, evitan o
simplemente borran el resto.
Actualizar los acuerdos sobre el tema es buena terapia para esta enfermedad.
1
Preparar las reuniones
Quien convoca la reunión carga sobre sus espaldas ese costo y debe utilizarlo
responsablemente. Unas reglas simples pueden ayudar para que todos ganen
eficiencia1:
Una regla de oro es, simplemente, no convocar a reuniones sobre temas que
pueden resolverse en contactos informales, generando acuerdos individuales o
por cualquier otro medio.
1
“Eficacia” es hacer algo correctamente, mientras que “Eficiencia” es hacer algo correctamente con
el menor consumo posible de recursos.
2
Cuidar las delegaciones encubiertas
Muchas personas sin advertirlo, desplazan sobre otras una carga de trabajo que
se ahorran a sí mismas.
Cuando se demora una respuesta sin avisar que habrá retrasos a lo prometido,
empujando a quien espera a la incertidumbre de no saber qué sucede y no poder
imaginar salidas para los problemas que la tardanza provoca.
Suele creerse que esa es la función de los roles de supervisión, pero es un error.
El supervisor debe definir los estándares y entrenar para que las tareas se
cumplan bajo esos estándares. Su tarea no es compensar el tiempo y la
concentración que sus colaboradores se ahorran.