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1 Entiéndase como conjunto de esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos
perciben el mundo y actúan en él. Esquemas conformados a lo largo de la historia del agente
dentro de tal o cual campo al cual el agente se incorpora. Asimismo sus actividades culturales
están directamente relacionadas como criterio seleccionador, en cuanto a reconocimiento
social y capital simbólico dentro del campo, sea de ejemplo: aquella persona que bebe buen
coñac está provisto de un capital simbólico que le facilita el acceso como agente de prestigio
dentro de un campo en que tal lujo le dota de una imagen favorable, que al mismo tiempo se
traduce en capital económico
Marco teórico Alfabetización Académica (avance)
Jesús Alegría en una de sus investigaciones, instaura que aquello que determinará entre el
aprendiente que sabe leer y el que no, será la atribución de sentido preciso a cada una de las
palabras escritas. Para lograr esto, se debe “hacer hablar” las palabras escritas, lo cual
supondrá un proceso psicolingüístico complejo y con un alto componente fonético y
semántico, en el que es necesario dominar la oralidad, es decir, la pronunciación de los
fonemas (unidad básica del lenguaje) de la lengua.
En primer lugar, se tiene una visión pasiva respecto del aprendiz, el cual es visto como un
agente que recibe información, dado que muchas veces se ignora su contexto cultural o
social. De esta forma, al momento de alfabetiza, se utiliza una enseñanza estándar, que no
vincula las experiencias lingüísticas del aprendiz con lo que está aprendiendo, sino que las
invisibiliza. Esta práctica, permite abrir otra característica del método de alfabetización que
es la exposición de sus prácticas como únicas y válidas, es decir, no permite que el aprendiz
desarrolle un pensamiento crítico en relación a lo que está aprendiendo. El aislamiento al
momento de enseñar se vincula a la falta de interacción entre el academicismo y lo social
(en especial en la enseñanza de otras lenguas). En ese sentido, al alfabetizar a una persona,
se conforma una mentalidad escasa de identidades, tomándose a esta mente como una
esponja que sólo absorbe lo que el maestro le enseña, sin la capacidad de cuestionarse esto.
En segundo lugar, también existe una visión generalizada del docente a cargo de alfabetizar,
y en ese sentido, se enfrenan las disyuntivas a las que este debe enfrentarse al momento de
educar. Por un lado, debe decidir si gastar más tiempo en la alfabetización misma, en lo que
implica su concepto acerca de la buena preparación del aprendiz. Sin embargo, de igual
manera está el desarrollo de un pensamiento crítico, más allá del ejercicio de analizar lo
expuesto en clases. Apuntando a eso, algunos teóricos han sugerido que, “El docente,
entonces, ha de ser un mediador que lleve a los alumnos a establecer relaciones entre el
conocimiento que ya poseen y la información nueva entregada por el texto, a formular
hipótesis y confirmarlas a través de la lectura” 2. Esto se refiere a que el docente no debe
descuidar su labor alfabetizadora imponiendo su visión cultural a los estudiantes, sino que,
al contrario, debe fomentar que cada uno desarrolle una visión propia.
2 (Cisneros, 8)
Cuando hablamos de alfabetización académica, nos referimos a los requisitos de lectura y
escritura universitaria dentro de la cultura discursiva. Se entiende que la diferenciación
entra la alfabetización impartida en los colegios a una temprana edad y la alfabetización
académica es abismal en términos de estrategias y conceptos o contenidos que pueden
abarcar los textos académicos. Las estrategias enseñadas en el proceso de alfabetización
permiten a los estudiantes poder enfrentar tanto textos como preguntas u objetivos exigidos
por las distintas disciplinas. Se entiende también por alfabetización académica según
Patricia Frausin como “La alfabetización académica cuestiona la tendencia a considerar que
la alfabetización es un estado básico que se logra de una vez y para siempre, un
conocimiento que se tiene o no se tiene como el resultado del tránsito por la escuela
primario y secundaria. Si dicha alfabetización es una competencia, que ya debe estar
adquirida, un estado ideal, aquel que no la posea al ingresar a la universidad está perdido,
pues el problema es solo de él. Este estado no alcanzado es “su carencia personal”. Si
consideramos que la alfabetización es un proceso, un saber que se desarrolla en contacto
con los distintos contextos y por ello varía, entonces es posible pensar acciones desde el
aula y la institución universitaria, pues el problema es también nuestro y se vincula con la
didáctica del nivel superior”