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“Yo soy el Buen Pastor”, dice el Señor, y explica que “el Buen Pastor

da la vida por sus ovejas”


DAR la VIDA: no hay otro signo de amor e incondicionalidad más
fundamental que éste de “dar la vida”. Si hay algo que como cristiano
no puedes olvidar es que Cristo murió por ti.
Cristo es distinto a cualquier otro maestro, a cualquier otro líder, a
cualquier otro pastor… Cristo es alguien que a la hora de elegir entre
él y tú, entre su vida y la tuya… Elige siempre por ti. Si alguien tiene
que morir, Cristo elige morir él primero, morir él antes que nadie,
morir él por el resto.
En el Evangelio de hoy aparece en cinco ocasiones esto de DAR la
VIDA. Porque, repito, es aquí donde Cristo da cuenta de su AMOR por
nosotros. ¡Cuánto bien nos haría considerar más seguido que alguien
murió por nosotros! Que nosotros fuimos y somos tan importantes
para Cristo que fue capaz de DAR su VIDA por la nuestra.
¡Sí! Tú y yo parece que valemos mucho para Cristo, parece que
valemos mucho para el Buen Pastor. Tanto valemos para él que no
tiene empacho en dar lo más preciado, su vida, por ti y por mí.
Y lo segundo es que hay ovejas de otro corral. Esto será aceptar que
no somos los únicos y que Jesús viene para todos y no es propiedad
de nadie. ¡Cuántos no conocen a Jesús todavía, ni el Evangelio ni el
Reino! Tarea nuestra será la de fascinados por el amor incondicional
del Buen Pastor, descubrir que cada cosa que me pasa en la vida
puede ser una posibilidad de amar, aún en el dolor y el desconsuelo
y atraer a Jesús, por el poder de su gracia, a tantos hermanos con
sed de Dios. En todo, amar y servir. Para que Jesús, Buen Pastor que
no quiere nuestra muerte, viva en los corazones de muchos más
varones y mujeres de nuestro mundo.
Entrada:
hermanos celebramos hoy el 4° domingo de Pascua que lo llamamos “del Buen Pastor”. Es
una celebración muy importante que nos quiere ayudar en la búsqueda de nuestro camino
personal de vida. La Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y con
ella nos invita a cada uno a escuchar el llamado particular que Dios nos hace. Dispongamos
el corazón y cantemos para empezar la Misa.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura. San Pedro resalta la importancia única de Jesús: no existe otro nombre por
el que podemos alcanzar la salvación.
Segunda lectura: El fruto más maravilloso que podemos sacar de este tiempo de Pascua es
que llegaremos a ser “semejantes a Dios”.
Evangelio: Jesús es el buen Pastor que da su vida por sus ovejas, las conoce y las quiere
reunir en un solo rebaño.
Oración de los fieles:
Hoy, con la Iglesia entera, centremos nuestras intenciones en las diversas vocaciones.
Digamos juntos: Señor, que sepamos escuchar tu voz.
- Por el Papa, Obispos, sacerdotes y diáconos, para que sigan respondiendo siempre a la voz
de Jesús que los llamó al ministerio pastoral.
- Por las religiosas y religiosos, para que vivan con plenitud su consagración y sean signos
claros de tu Reino.
- Por los laicos, para que tomen mayor protagonismo en la Iglesia y en la sociedad, siendo
verdaderos discípulos misioneros. –
Por los matrimonios, para que el amor que se tienen refleje el amor de Dios y logren formar
familias donde se viva en paz y alegría
. - Por los niños y jóvenes, para que sepan que Dios tiene una misión especial para cada uno
y así se atrevan a escuchar, discernir y vivir su vocación
Ofrendas:
Como verdaderos hijos de Dios, presentemos nuestras ofrendas y nuestra vida ante el altar
del Señor. Acompañemos este momento cantando.
Comunión:
Dice la Palabra que llegaremos a ser semejantes a Dios porque lo veremos tal cual es.
Mientras caminamos hacia esa meta, Jesús quiere ayudarnos dándonos su Cuerpo y Sangre.
Acerquémonos a comulgar, mientras cantamos.

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