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I. Introducción.
CONOCIÉNDONOS.
3. ¿Qué espero de la Catequesis? ¿Qué me gustaría poder decir al final de este caminar?
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II. Oración inicial.
Catequista: Vamos a dar inicio a nuestro encuentro, invocando la Presencia de Dios entre nosotros, pidiendo a Él
que nos fortalezca en la misión de transmitir la fe a nuestros hijos.
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III. Catequesis.
1. Catequista: Hermanos, hagamos silencio interior y exterior… (todos oran un instante en silencio). Ahora
nos disponemos a la proclamación de la Palabra de Dios. Es PROCLAMACIÓN y no lectura; es anuncio y
llamado a la conversión. Dichoso el que la escucha y la acoge en su corazón. Cada vez que lo hacemos,
levantamos nuestra mente y nuestro corazón en señal de respeto y escucha atenta… orante.
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió
los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta. Pasados aquellos días, ellos
regresaron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtieran.
Creyendo que estaría en la caravana, y tras hacer un día de camino, lo buscaron
entre los parientes y conocidos. Pero, al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su
busca.
Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos cuantos le oían estaban
estupefactos, por su inteligencia y sus respuestas. Cuando lo vieron, quedaron
sorprendidos; su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te
hemos andado buscando, llenos de angustia.” Él les dijo: “Y ¿por qué me buscabais?
¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos no
comprendieron la respuesta que les dio.
Jesús volvió con ellos a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
2. Comentario.
El evangelio de hoy nos invita recordar que Jesús nació y creció en una familia, que ahí aprendió el mundo y la
vida. Sus padres lo acompañaron en este camino. Es por eso que debemos dar gracias a Dios por la dignidad que
Dios le ha otorgado a esta pequeña comunidad que nosotros también hemos decidido formar. La familia es el lugar
donde nuestros hijos aprenderán a ser personas; y la formación integral –si
quiere serlo– incluye la formación espiritual. De esto se desprende:
¿Quién me enseñó a rezar… las primeras oraciones? ¿Qué recuerdos tengo? Compartamos.
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Una vez que nos hemos conocido y sabemos la importancia de nuestro rol de transmitir la fe a nuestros hijos, es
que ahora nos adentraremos en las profundidades del misterio de la fe, partiendo por conocer cuál es el sentido de
nuestra vida, comprendiéndola desde la experiencia del Dios de Jesucristo.
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1. DAR GLORIA A DIOS, CONOCERLO Y AMARLO.
Al nacer, formamos parte de una familia que nos da el nombre y apellidos. En esa familia nacemos, crecemos y
desarrollamos nuestras capacidades naturales. El Bautismo produce en nosotros un segundo nacimiento: esta vez
a la vida sobrenatural de la gracia que nos hace cristianos y nos introduce en la gran familia de la Iglesia. Los
bautizados somos y nos llamamos cristianos. Ese es nuestro nombre. Como los primeros discípulos de Cristo:
Pedro, Santiago, Juan, también nosotros somos discípulos de Cristo.
Del mismo modo como estamos orgullosos de pertenecer a nuestra familia, en donde aprendemos muchas cosas,
hemos de estarlo por pertenecer a la familia de la Iglesia. La Iglesia nos enseña también muchas cosas que
además, son las más importantes; las únicas verdaderamente importantes.
Hay personas que se preguntan para qué están en la tierra, para qué han nacido, y nadie se lo ha explicado. Los
cristianos, seguidores de Jesucristo, tenemos la suerte de conocer estas cosas. Jesucristo las predicó y la Iglesia
las enseña. La doctrina de Jesucristo o doctrina cristiana da respuesta a las preguntas fundamentales. Y las
preguntas fundamentales que los hombres nos hacemos son: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿hacia dónde voy?...
La doctrina cristiana dice que Dios ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida
bienaventurada: es decir, en su misma felicidad. Cada hombre ha sido creado por Dios con la cooperación de sus
padres. Por eso, a la pregunta de dónde venimos, se contesta: venimos de Dios.
Dios no sólo ha creado al hombre, sino que está con él en todo tiempo y lugar. Dios lo llama y le ayuda a buscarle:
quiere que lo conozca y le ame. Sabemos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y por el
Bautismo los cristianos somos hechos hijos adoptivos de Dios, herederos de su gloria. Por tanto, si nos preguntan
quiénes somos, la respuesta es clara: soy hijo de Dios.
Dios ha creado al hombre para manifestar y comunicar su bondad y amor de forma que pueda conocerle y amarle
cada día más y así le sirva libremente en esta vida, gozando después con Él, para siempre, en el cielo. Dios quiere
que seamos felices aquí en la tierra y después eternamente con Él en el cielo. Si nos preguntan a los cristianos
hacia dónde vamos, la respuesta también es clara: al cielo. Si no consiguiéramos esta meta, nuestra vida sería un
fracaso.
Ahora podemos responder de modo más explícito a esta pregunta que se debe hacer el hombre: yo, ¿para qué
existo?, y tenemos que decir de modo absoluto: para dar gloria a Dios. Es decir, para manifestar la bondad y el
amor del Creador. Dios no tiene otra razón para crear: el hombre es objeto del amor de Dios y responde a Dios
amándole. En eso está la felicidad del hombre.
Debemos conocer las enseñanzas de Jesucristo ya que es nuestro Dios, nuestro maestro, nuestro modelo. Sus
enseñanzas nos muestran el camino para conocer y amar a Dios, para ser felices en esta tierra y después
eternamente en la otra.
Lo primero que hay que saber son las verdades de nuestra fe. ¿Quién es Dios?, ¿quién es Jesucristo?, ¿quién creó
el mundo?, ¿quién es el Espíritu Santo?, ¿quién es la Virgen?, ¿para qué fundó Cristo la Iglesia?, ¿cuál es el
premio o el castigo que nos espera?, etc. Estas cosas las conocemos al estudiar el Símbolo de la Fe o Credo. Si
queremos saber cómo se celebra nuestra fe cristiana, cómo nos hacemos cristianos, cómo se alcanza el perdón de
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Dios, de qué forma Dios nos ayuda para vencer las dificultades que encontramos, lo aprendemos al estudiar la
Liturgia y los Sacramentos. También necesitamos saber lo que Dios quiere que hagamos para ser felices y hacer
felices a los demás y poder llegar al cielo. Cómo vivir en Cristo, lo sabemos al estudiar la moral cristiana y los
mandamientos. Hay que conocer también el estudio y la importancia de la oración en nuestra vida, por eso, la
cuarta parte estudia la oración en la vida cristiana.
¿Qué nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la importancia del rol de los padres en la transmisión de la
fe? Meditemos alguno de estos puntos.
¿Qué propósitos de vida cristiana me suscita esta catequesis de hoy? (Anote TRES, bien concretos).
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1. En la noche, los padres bendecir a sus hijos con la señal de la cruz en la frente, diciéndoles: “Que el Señor te
bendiga y te guarde, que ilumine su rostro sobre ti, te muestre Su rostro y te conceda la paz. Amén” Esta oración
está tomada del Libro de los Números, capítulo 6, versículos 22 al 27: “Dijo Yahvé a Moisés: Di esto a Aarón y a
sus hijos: ‘Así habéis de bendecir a los israelitas. Les diréis: Que Yahvé te bendiga y te guarde; que Yahvé ilumine
su rostro sobre ti y te sea propicio; que Yahvé te muestre su rostro y te conceda la paz’. Que invoquen así mi
nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”.
2. El Domingo, ir a Misa. Es pecado no ir porque el tercer mandamiento dice “Santificarás el Día del Señor”. Y como
continuación de la Misa, poner la mesa de manera especial y almorzar juntos, sin el televisor encendido para evitar
distracciones. Bendecir a Dios (dar gracias) por los alimentos y por estar juntos.
3. Rezar con mi esposo (a), y demostrarnos más cariño y capacidad de comprendernos, ya que el amor de los
padres se derrama en los hijos. “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos ha sido dado” (Romanos, 5, 5).
Próximo Encuentro:
Aprender de memoria el CREDO, que es la síntesis de la fe que debemos
enseñar a nuestros Hijos.
TRAER
IV.
BIBLIA. Idealmente la Biblia de Jerusalén.
Oración final.