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Unidad 1: En camino a la fe.

Catequesis n° 1 a los Padres:


“La transmision de la fe y el fin del hombre”.

I. Introducción.

CONOCIÉNDONOS.

1. ¿Cómo se llaman mis catequistas?


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2. ¿Quiénes son? ¿A qué se dedican? ¿Cómo llegaron a este servicio?


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3. ¿Qué espero de la Catequesis? ¿Qué me gustaría poder decir al final de este caminar?
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II. Oración inicial.

Catequista: Vamos a dar inicio a nuestro encuentro, invocando la Presencia de Dios entre nosotros, pidiendo a Él
que nos fortalezca en la misión de transmitir la fe a nuestros hijos.

+ En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oremos juntos diciendo:

“Padre Bueno, Tú que eres el Padre de toda la humanidad,


ayúdanos a entender que nuestra paternidad es una
extensión de la tuya, que podamos verte como un Padre
amoroso y comprensivo.
Ayúdanos a estar cercanos a nuestros hijos, a saberlos
escuchar y sobre todo a decirles las palabras justas que
necesiten conforme a su edad y situación, para que ellos se
construyan a sí mismos como las personas que Tú quieres
que sean.
Ayúdanos a entender a nuestros hijos, a amarlos como Tú
los amas. Enséñanos a conducirlos por el camino de la
verdad, la justicia y el amor.
Te pedimos que tu amor de Padre esté en nuestro corazón,
para que podamos amar a nuestros hijos como Tú quieres
que sean amados.
Danos valor para enfrentar las dificultades que la vida
nos presenta y la fortaleza para sostener a nuestros hijos.
Que nuestros hijos, Señor, conozcan a Tu Hijo y que a
través de Él, puedan crecer en sabiduría y sobre todo
hacerse hombres y mujeres de bien.
Te lo pedimos por medio de tu Hijo Jesucristo y por las
manos de María, Madre de la Divina Providencia, nuestra
Madre, que ella nos enseñe a ser padres y madres conforme
a tu corazón. Amén.”

+ En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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III. Catequesis.
1. Catequista: Hermanos, hagamos silencio interior y exterior… (todos oran un instante en silencio). Ahora
nos disponemos a la proclamación de la Palabra de Dios. Es PROCLAMACIÓN y no lectura; es anuncio y
llamado a la conversión. Dichoso el que la escucha y la acoge en su corazón. Cada vez que lo hacemos,
levantamos nuestra mente y nuestro corazón en señal de respeto y escucha atenta… orante.

Del Evangelio según San Lucas.

Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió
los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta. Pasados aquellos días, ellos
regresaron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtieran.
Creyendo que estaría en la caravana, y tras hacer un día de camino, lo buscaron
entre los parientes y conocidos. Pero, al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su
busca.
Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos cuantos le oían estaban
estupefactos, por su inteligencia y sus respuestas. Cuando lo vieron, quedaron
sorprendidos; su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te
hemos andado buscando, llenos de angustia.” Él les dijo: “Y ¿por qué me buscabais?
¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos no
comprendieron la respuesta que les dio.
Jesús volvió con ellos a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Catequista: PALABRA DE DIOS


Respondemos: TE ALABAMOS, SEÑOR.

2. Comentario.

El evangelio de hoy nos invita recordar que Jesús nació y creció en una familia, que ahí aprendió el mundo y la
vida. Sus padres lo acompañaron en este camino. Es por eso que debemos dar gracias a Dios por la dignidad que
Dios le ha otorgado a esta pequeña comunidad que nosotros también hemos decidido formar. La familia es el lugar
donde nuestros hijos aprenderán a ser personas; y la formación integral –si
quiere serlo– incluye la formación espiritual. De esto se desprende:

 Que la Catequesis es una educación en la fe de los niños, por lo tanto la


participación y el compromiso de los padres en este proceso es crucial.
 Que los padres de familia, son los primeros educadores en la fe de sus
hijos.
 Que los hijos, a través del cariño y preocupación de los padres, reciben el
cariño y cercanía de Dios. Por el contrario, el maltrato nos representa una
imagen de Dios distorsionada, fría, amenazante, que no coincide con el
Dios de Jesucristo...
 La experiencia religiosa de la infancia es clave para el resto de la vida.

¿Quién me enseñó a rezar… las primeras oraciones? ¿Qué recuerdos tengo? Compartamos.
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Una vez que nos hemos conocido y sabemos la importancia de nuestro rol de transmitir la fe a nuestros hijos, es
que ahora nos adentraremos en las profundidades del misterio de la fe, partiendo por conocer cuál es el sentido de
nuestra vida, comprendiéndola desde la experiencia del Dios de Jesucristo.

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1. DAR GLORIA A DIOS, CONOCERLO Y AMARLO.

Al nacer, formamos parte de una familia que nos da el nombre y apellidos. En esa familia nacemos, crecemos y
desarrollamos nuestras capacidades naturales. El Bautismo produce en nosotros un segundo nacimiento: esta vez
a la vida sobrenatural de la gracia que nos hace cristianos y nos introduce en la gran familia de la Iglesia. Los
bautizados somos y nos llamamos cristianos. Ese es nuestro nombre. Como los primeros discípulos de Cristo:
Pedro, Santiago, Juan, también nosotros somos discípulos de Cristo.
Del mismo modo como estamos orgullosos de pertenecer a nuestra familia, en donde aprendemos muchas cosas,
hemos de estarlo por pertenecer a la familia de la Iglesia. La Iglesia nos enseña también muchas cosas que
además, son las más importantes; las únicas verdaderamente importantes.

2. ¿PARA QUÉ ESTAMOS EN LA TIERRA?

Hay personas que se preguntan para qué están en la tierra, para qué han nacido, y nadie se lo ha explicado. Los
cristianos, seguidores de Jesucristo, tenemos la suerte de conocer estas cosas. Jesucristo las predicó y la Iglesia
las enseña. La doctrina de Jesucristo o doctrina cristiana da respuesta a las preguntas fundamentales. Y las
preguntas fundamentales que los hombres nos hacemos son: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿hacia dónde voy?...

3. ¿DE DÓNDE VENIMOS?

La doctrina cristiana dice que Dios ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida
bienaventurada: es decir, en su misma felicidad. Cada hombre ha sido creado por Dios con la cooperación de sus
padres. Por eso, a la pregunta de dónde venimos, se contesta: venimos de Dios.
Dios no sólo ha creado al hombre, sino que está con él en todo tiempo y lugar. Dios lo llama y le ayuda a buscarle:
quiere que lo conozca y le ame. Sabemos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y por el
Bautismo los cristianos somos hechos hijos adoptivos de Dios, herederos de su gloria. Por tanto, si nos preguntan
quiénes somos, la respuesta es clara: soy hijo de Dios.

4. ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

Dios ha creado al hombre para manifestar y comunicar su bondad y amor de forma que pueda conocerle y amarle
cada día más y así le sirva libremente en esta vida, gozando después con Él, para siempre, en el cielo. Dios quiere
que seamos felices aquí en la tierra y después eternamente con Él en el cielo. Si nos preguntan a los cristianos
hacia dónde vamos, la respuesta también es clara: al cielo. Si no consiguiéramos esta meta, nuestra vida sería un
fracaso.

5. ¿PARA QUÉ EXISTE EL HOMBRE?

Ahora podemos responder de modo más explícito a esta pregunta que se debe hacer el hombre: yo, ¿para qué
existo?, y tenemos que decir de modo absoluto: para dar gloria a Dios. Es decir, para manifestar la bondad y el
amor del Creador. Dios no tiene otra razón para crear: el hombre es objeto del amor de Dios y responde a Dios
amándole. En eso está la felicidad del hombre.

6. DEBEMOS CONOCER LA DOCTRINA CRISTIANA.

Debemos conocer las enseñanzas de Jesucristo ya que es nuestro Dios, nuestro maestro, nuestro modelo. Sus
enseñanzas nos muestran el camino para conocer y amar a Dios, para ser felices en esta tierra y después
eternamente en la otra.

7. PARTES PRINCIPALES DE LA DOCTRINA CRISTIANA.

Lo primero que hay que saber son las verdades de nuestra fe. ¿Quién es Dios?, ¿quién es Jesucristo?, ¿quién creó
el mundo?, ¿quién es el Espíritu Santo?, ¿quién es la Virgen?, ¿para qué fundó Cristo la Iglesia?, ¿cuál es el
premio o el castigo que nos espera?, etc. Estas cosas las conocemos al estudiar el Símbolo de la Fe o Credo. Si
queremos saber cómo se celebra nuestra fe cristiana, cómo nos hacemos cristianos, cómo se alcanza el perdón de
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Dios, de qué forma Dios nos ayuda para vencer las dificultades que encontramos, lo aprendemos al estudiar la
Liturgia y los Sacramentos. También necesitamos saber lo que Dios quiere que hagamos para ser felices y hacer
felices a los demás y poder llegar al cielo. Cómo vivir en Cristo, lo sabemos al estudiar la moral cristiana y los
mandamientos. Hay que conocer también el estudio y la importancia de la oración en nuestra vida, por eso, la
cuarta parte estudia la oración en la vida cristiana.

¿Qué nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la importancia del rol de los padres en la transmisión de la
fe? Meditemos alguno de estos puntos.

DEBERES DE LOS PADRES.


2221 La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola enriquece las otras
procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a formas de enseñanza de
su educación moral y a su formación espiritual. El papel de los la fe. Los padres tienen la
padres en la educación “tiene tanto peso que, cuando falta, misión de enseñar a sus
difícilmente puede suplirse” (Gravissimum educationis 3). El hijos a orar y a descubrir
derecho y el deber de la educación son para los padres su vocación de hijos de
primordiales e inalienables (cf Familiaris consortio 36). Dios (cf Lumen gentium
2222 Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios 11). La parroquia es la
y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus comunidad eucarística y
hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos el corazón de la vida
mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos. litúrgica de las familias
2223 Los padres son los primeros responsables de la cristianas; es un lugar
educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante privilegiado para la
todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, catequesis de los niños y
el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. de los padres.
La familia es un lugar apropiado para la educación de las 2227 Los hijos, a su vez,
virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad (cf
sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad Gaudium et spes 48, 4). Todos y cada uno deben otorgarse
verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar generosamente y sin cansarse el mutuo perdón exigido por las
las dimensiones “materiales e instintivas a las interiores y ofensas, las querellas, las injusticias y las omisiones. El afecto
espirituales” (Centesimus annus 36). Es una grave mutuo lo sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cf Mt 18, 21-
responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus 22; Lc 17, 4).
hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, 2228 Durante la infancia, el respeto y el afecto de los padres
se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos: se traducen ante todo en el cuidado y la atención que
«El que ama a su hijo, le corrige sin cesar [...] el que enseña a consagran para educar a sus hijos, y para proveer a sus
su hijo, sacará provecho de él» (Si 30, 1-2). «Padres, no necesidades físicas y espirituales. En el transcurso del
exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante crecimiento, el mismo respeto y la misma dedicación llevan a
la instrucción y la corrección según el Señor» (Ef 6, 4). los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente de su razón
2224 La familia constituye un medio natural para la iniciación y de su libertad.
del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades 2229. Los padres, como primeros responsables de la educación
comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de sus hijos, tienen el derecho de elegir para ellos una escuela
de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las que corresponda a sus propias convicciones. Este derecho es
sociedades humanas. fundamental. En cuanto sea posible, los padres tienen el deber
2225 Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres de elegir las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de
han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a educadores cristianos (cf Gravissimum educationis 6). Los
sus hijos. Desde su primera edad, deberán iniciarlos en los poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho de
misterios de la fe, de los que ellos son para sus hijos los los padres y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio.
“primeros [...] heraldos de la fe” (Lumen gentium 11). Desde 2230 Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen
su más tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. el deber y el derecho de elegir su profesión y su estado de
La forma de vida en la familia puede alimentar las vida. Estas nuevas responsabilidades deberán asumirlas en una
disposiciones afectivas que, durante toda la vida, serán relación de confianza con sus padres, cuyo parecer y consejo
auténticos cimientos y apoyos de una fe viva. pedirán y recibirán dócilmente. Los padres deben cuidar de no
2226 La educación en la fe por los padres debe comenzar presionar a sus hijos ni en la elección de una profesión ni en la
desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando de su futuro cónyuge. Esta indispensable prudencia no impide,
los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe sino al contrario, ayudar a los hijos con consejos juiciosos,
mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el particularmente cuando éstos se proponen fundar un hogar.
Evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y
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3. Propósitos de vida cristiana.

¿Qué propósitos de vida cristiana me suscita esta catequesis de hoy? (Anote TRES, bien concretos).

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Nosotros les proponemos:

1. En la noche, los padres bendecir a sus hijos con la señal de la cruz en la frente, diciéndoles: “Que el Señor te
bendiga y te guarde, que ilumine su rostro sobre ti, te muestre Su rostro y te conceda la paz. Amén” Esta oración
está tomada del Libro de los Números, capítulo 6, versículos 22 al 27: “Dijo Yahvé a Moisés: Di esto a Aarón y a
sus hijos: ‘Así habéis de bendecir a los israelitas. Les diréis: Que Yahvé te bendiga y te guarde; que Yahvé ilumine
su rostro sobre ti y te sea propicio; que Yahvé te muestre su rostro y te conceda la paz’. Que invoquen así mi
nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”.

2. El Domingo, ir a Misa. Es pecado no ir porque el tercer mandamiento dice “Santificarás el Día del Señor”. Y como
continuación de la Misa, poner la mesa de manera especial y almorzar juntos, sin el televisor encendido para evitar
distracciones. Bendecir a Dios (dar gracias) por los alimentos y por estar juntos.

3. Rezar con mi esposo (a), y demostrarnos más cariño y capacidad de comprendernos, ya que el amor de los
padres se derrama en los hijos. “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos ha sido dado” (Romanos, 5, 5).

Próximo Encuentro:
Aprender de memoria el CREDO, que es la síntesis de la fe que debemos
enseñar a nuestros Hijos.
TRAER
IV.
BIBLIA. Idealmente la Biblia de Jerusalén.
Oración final.

IV. Oración final.

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra;


Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso;
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
en la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos,
en el perdón de los pecados,
en la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

El icono de "La Trinidad del Antiguo Testamento",


pintura de Andréi Rubliov, comienzos del siglo XV.

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