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Entonces ya en 1810 existían trabajos a favor del cambio político en lagunas ciudades del Interior que mantenían
contactos de ciertos dirigentes con el grupo revolucionario porteño; sin embargo, ese proselitismo no fue
suficiente para asegurar el apoyo generalizado a la junta constituida el 25 de mayo. La tesis desarrollada por
Castelli en favor de la retroversión de la soberanía al pueblo por la vacante del trono español (22 de mayo), no
computaba la consulta a las ciudades del virreinato. Bs As deseaba reasumir la soberanía en nombre de todas las
demás. Por eso la perplejidad cuando el fiscal Villota cuestionó ese derecho que se atribuía la capital. Pero con
un argumento audaz la embarazosa situación fue arreglada hábilmente: la consulta se haría a “los pueblos”, pero
“la hermana mayor” tomaba la decisión hasta q se resolviera. Así la consulta a las ciudades fue una concesión
forzada de los dirigentes porteños y no un acto espontaneo de convicción política. Estaban jugados por la causa
del gobierno propio y si bien cautelosamente invocaban la conservación de los derechos de Fernando 7, abrigaban
la decisión de defender su conquista con la razón. Cursaron las circulares a las ciudades para que en cabildo
abierto designaran los diputados. También se decidió él envió de una expedición militar que la Junta Provisional
Gubernativa puso a las órdenes de Francisco Ortiz de Ocampo como argumento disuasorio de cualquier rebeldía.
La previsión fue justificada por los sucesos de Córdoba, cuyas autoridades se pronunciaron desconociendo al
nuevo gobierno y se prestaron para la resistencia armada con Liniers a la cabeza. La disidencia del Dean Funes
fue en ese momento un acto de coraje civil a favor del cambio. A la rebeldía de Córdoba se sumaban la oposición
de Montevideo y la actitud de beligerancia de las intendencias altoperuanas, especialmente Chuquisaca y Potosí.
En ese momento crítico se vio la importancia de los trabajos que venían desarrollando desde 1809 Moldes y el
grupo de abogados subversivos denunciados por el virrey Cisneros al gobernador Isasmendi. Este abogado dice
Manuel Sola, fueron los q en 1810 precipitaron el pronunciamiento de Salta.
En Salta: la noticia llego el 16 de junio con los oficios de la Junta Provisional Gubernativa y del Cabildo Bs As.
El ayuntamiento salteño resolvió tratar el asunto en un cabildo general, el 19 de junio con asistencia del
gobernador intendente, el obispo diocesano, cabildo eclesiástico, jefe de los cuerpos y vecinos caracterizados. Se
leyó las comunicaciones recibidas de Bs. As. y se abrió el asunto a debate:
1. Los votos en contra del reconocimiento de la junta fueron minoría. Era necesario conocer el dictamen de
las ciudades subalternas.
2. La clase de los abogados votó corporativamente adhiriendo al dictamen del Lic. José Gavino blanco,
abogado de las reales audiencias del virreinato, quien manifestó que inmediatamente se nombrase el
diputado q se pedía de la capital
3. El coronel Pedro José Saravia, por sí y en nombre de los oficiales de regimiento de voluntarios, consideró
que era deber de obediencia aceptar los hechos de la abdicación del Virrey e instalación de la junta y se
demostró partidario que ese mismo día se nombrara diputado. Conto con 10 votos de vecinos.
4. El cabildo salteño, encabezado por los alcaldes Matheo Gómez Zorrilla y Antonino Fernández Cornejo,
acordó que coincidentemente con el cabildo de Bs. As., en su lealtad y obediencia a su rey Fernando 7,
se manden diputados q se ordenan, con el poder e instrucción debida.
5. El obispo Nicolás Videla del Pinto, por sí y en nombre del Cabildo eclesiástico, prelados y clero, dijo que
se conformaba con la generalidad de votos de este congreso “leal y amante a su Rey y Señor” y debía esta
capital unirse con la de Bs. As.
6. El gob. Intendente Nicolas Isasmendi, manifestó la aceptación de los asambleístas a las determinaciones
de la capital, lo cual coincidía con las instrucciones que había recibido de la circular. Mandaba también q
se mandarán los oficios a las ciudades subalternas a fin que uniéndose con su capital “presten todo el
mismo acatamiento y adhesión a ella”.
Esta votación del cabildo salteño tuvo influencia para el reconocimiento del cambio político por las ciudades del
Norte, aunque todas creyeron prudente esperar ordenes de la sede gubernativa. En esto hubo coincidencia, pero
no así en la elección de los diputados. En varias ciudades se suscitaron situaciones conflictivas. En Salta por
ejemplo, en la reunión citada para la elección se presentó un grupo de vecinos que no había sido convocado
haciendo petición escrita para que se lo admitiera en los comicios. El gobernador alentó esa aspiración, pero el
cabildo no, ya que consideraban que carecían de personería como vecinos principales por lo tanto ordenaron su
expulsión, considerando además al petitorio como atrevido e injurioso por lo que se comisiono al Alcalde de 2
voto Antonio Fernández Cornejo para la formación de una causa criminal. Esto trajo un serio entredicho entre el
gob. Isasmendi y Cornejo. El gob, le ordeno que sobreseyera dicha causa y como Cornejo no acato fue apresado.
En el empeño de Isasmnedi de cerrar la causa debe verse su implícito reconocimiento de ser el inspirador
ideológico del documento. Lo que estaba en juego era la conservación de su poder. Convoco por si un cabildo
abierto el 29 de junio donde resultó electo Tomas Sánchez que había votado por el reconocimiento de la Junta de
Bs. As. Los regidores desconocieron dicha elección y en sesión del 5 de julio recabaron el dictamen del asesor
letrado por el Dr. Santiago Saravia, quien aconsejo que el único remedio para solucionar el problema y evitar
“actos turbulentos”, era que el cabildo resolviera la cesación del mando político y militar por parte de Isasmendi.
La réplica de este no hizo esperar y tanto el autor del dictamen como el vocero del grupo de abogados Dr. Gabino
Blanco, fueron mandados a prisión.
Isasmendi desplego tropas y artillería en la plaza mayor y envió al cabildo una comisión presidida por el obispo
para procurar un avenimiento. El ayuntamiento resolvió no transigir en sus reclamos de renuncia del intendente.
Este ordenó la prisión del resto de los cabildantes comenzando por el alcalde de 1er voto.
Desde su prisión, los cabildantes hicieron llegar sus quejas a la junta de Bs As y comisionaron para ello a Dr.
Calixto Ruiz Gauna, quien se dirigió a Bs. As. y regreso de allí con el nombramiento de gobernador intendente a
favor de Feliciano Chiclana, Auditor de guerra del Ejercito Auxiliar del Perú que se hallaba en marcha al norte.
El nuevo mandatario ordeno la liberación de los cabildantes y desplazo del cargo a Isasmendi último gob del rey,
quien fue apresado y enviado a bs as para su juzgamiento. El nuevo régimen comenzaba con un nombramiento
hecho desde Bs. As. por la falta de acuerdo de los salteños.
Chiclana atemorizo a los que no se mostraban partidarios del nuevo orden. Por su rotunda convicción de la eficacia
persuasiva del terror quedó demostrado su jacobinismo, política q en la Junta tenía su inspirador a Mariano
Moreno.
Mientras tanto desde Lima el virrey Abascal producía una resolución -13 de julio de 1810- declarando agregadas
al Perú las provincias de Charcas, Potosí, La Paz y Córdoba, con el propósito de rechazar cualquier hostil empresa
de la junta de gob de Bs As. El gral Nieto, presidente de Charcas, había pasado un oficio a Isasmendi, ordenándole
convocar a a los vecinos para que en su nombre les manifestara su error, advirtiéndole de que si eso no se hiciese
se castigaría con todo el rigor de la ley q impone a los traidores.
Instalado Chiclana en el gob, el cabildo convoco a reunión para el 4 de septiembre. Asistieron 75 vecinos y fue
elegido diputado por mayoría de 48 votos el Dr. Juan Ignacio de Gorriti, hombre de prestigio moral e intelectual,
cuyas ideas a favor del gobierno de los criollos, eran notorias. donde fue elegido diputado, quien presenta sus
poderes el 17 de diciembre quedando así incorporado a la Junta Provisional Gubernativa.
En Tucumán se recibieron las notas de la Junta y del Cabildo de Bs. As. Y ello y promovió el cabildo abierto
del 11 de junio que resolvió esperar el pronunciamiento del gobernador intendente de Salta ya q esta era una
ciudad subalterna. Conocida la decisión de la capital. La elección de diputado se llevó a cabo el 27 de junio en la
persona del Dr. Manuel Felipe Molina. Su juramento se dilató hasta noviembre, por impedimentos alegados por
el nombrado.
La entrada de Santiago del Estero en la nueva época fue conflictiva. La elección como diputado de Juan José
Lami, genero la disconformidad de un sector. El capitán Francisco Borges, q estuvo en inteligencia con la predica
revolucionaria de Moldes era el inspirador de la facción descontenta ya q alegaba en su abstención de voto q
varios vecinos principales habían sido excluidos de la convocatoria. Borges envió a Bs as una presentación
acusando a los cabildantes de haber manifestado q la revolución no era más q una “borrachera de cuatro tunantes
q salían de un café y alborotaron al pueblo para su ruina”. Atendiendo esa reclamación la junta solicitó la copia
de la elección. Mariano Moreno dio traslado a la nota de Borges al gob intendente de Salta quien ratifico la
procedencia de la objeción sobre la instancia del clero y de muchos vecinos q no fueron citados y de q había oído
decir q este diputado no era de los más adictos al presente sistema de gobierno.
La junta ordeno una nueva elección que se realizó en marzo de 1811, donde fue electo el cura de Loreto, Pedro
Francisco de Uriarte. Uriarte a pocos días de llegar a bs as se dio con la noticia de la disolución de la junta
conservadora y la creación del 1 Triunvirato el 7 de noviembre de 1811. Así pues, el diputado santiagueño no
llego a tomar ninguna intervención en el Gob. Nacional, La noticia del cambio operado en bs as llego a
Catamarca el 22 de junio. El cabildo donde prevalecía la autoridad de Francisco de Acuña, comandante de armas
y subdelegado de la Real Hacienda, resolvió esperar ordenes de la capital de intendencia. Cuando ya se sabía el
reconocimiento de Salta se convocó al vecindario para elegir representante.
La mayoría de votos recayeron en el comandante de armas y la minoría para el procurador de la ciudad, José
Antonio Olmos. Acuña prestó juramento y en comunicación a la junta Provisional Gubernativa le anunciaba que
había sido elegido diputado, pero que no iría hasta tanto no designe a quien se desempeñe en la tesorería y se le
asigne la dieta correspondiente. Pero el 25 de agosto llego comunicación de la Junta indicando q debía efectuarse
nueva elección pues Acuña no reunía los requisitos de ser americano de nacimiento y no tener empleo rentado
de la corona. El 31 de agosto el cabildo eligió a José Antonio Olmos contra el Dr. Pedro Ignacio Acuña, hijo del
comandante de armas. Olmos se incorporó a la junta el 8 de diciembre, la primera a la que asistieron los diputados
del interior.
En La Rioja, la transición política ya estaba operada. Desde abril de 1809 Domingo Ortiz de Ocampo detentaba
la función de subdelegado de la real Hacienda, desplazando al español Vicente Bustos. El 28 de agosto de 1810
la ciudad eligió diputado al coronel Francisco Ortiz de Ocampo, quien había sido designado por la Junta, jefe de
la división Auxiliar del Alto Perú. La política riojana no puede ser comprendida si no se la correlaciona con las
situaciones de predominio familiar. En La Rioja se había dado la situación de predominio de los criollos, sin
necesidad de estímulo foráneo.
2- Fracaso del Ejercito Auxiliar del Alto Perú: El ejército Auxiliar del Perú y los pueblos del Norte
Cap. 5 “El ejército auxiliar del Perú y los pueblos del Norte” (Bazán)
La carencia de un proyecto político por parte del gobierno criollo hizo de la guerra el principal argumento para
su cimentación. La hostilidad de los realistas de Montevideo adictos al Consejo de Regencia, el retiro del Paraguay
que rehusó acatamiento a Bs. As. y la decisión del virrey del Perú de agregar a su jurisdicción las provincias
altoperuanas preservando en ellas la autoridad real por medio de la fuerza, crearon a la junta Provisional
gubernativa la necesidad perentoria de sostener la causa revolucionaria en el terreno militar.
Terminada la resistencia de Córdoba, el objetivo fue defender la posesión del alto Perú, donde estaban las ciudades
más importantes del virreinato. El 25 de junio, el cabildo de Tarija informaba a la Junta que había procedido a su
reconocimiento y en agosto designó diputado al Dr. José Julián Pérez. En Cochabamba, en cabildo abierto, se
eligió a Francisco del Rivero como gobernador intendente, quien manifestó su reconocimiento al nuevo gobierno
y organizó militarmente las fuerzas para defender el pronunciamiento contra los realistas. Tarija, Cochabamba,
Chuquisaca, La Paz, Tupiza y Oruro fueron reconociendo a la Junta de Bs. As., cabe aclarar que dicho
reconocimiento tuvo lugar después de la victoria de Suipacha, obtenida por el ejército Auxiliar (7 de noviembre),
salvo Tarija y Cochabamba que no esperaron resultados militares para pronunciarse a favor de la revolución.
Fue en los pueblos del alto Perú donde la revolución halló acogida favorable, especialmente en la población
indígena que era inmensa mayoría. Para ellos la revolución fue recibida como un mensaje de liberación social.
El clima altoperuano era óptimo para que esos territorios de las intendencias fueran amparados en su obediencia
por el ejército auxiliar. Desgraciadamente, las cosas sucedieron de otra manera. El ejército auxiliar del Perú
demostró su incapacidad para aferrar es vasta jurisdicción pese a la colaboración en hombres y recursos que le
brindaron sus pueblos. El gobierno criollo mostro su impotencia para defender a los altoperuanos y garantizarles
que su fidelidad revolucionaria no les acarrearía los dolorosos tributos de vidas que debieron pagar frente a la
represión realista.
La guerra de la independencia tuvo un escenario geográfico que abarca desde Tucumán hasta el Desaguero, en
una extensión de 2000 km. Dicho proceso bélico tuvo 2 aspectos: la regular o convencional, sostenida por el
ejército auxiliar contra el ejército del Rey; la guerra de recursos o de guerrillas que se desarrolló a veces
simultáneamente con la convencional, sobre todo en el Alto Perú y más decididamente desde 1815 cuando la
suerte de la Revolución quedo supeditada a la acción de las guerrillas, tipo de acción militar q asumió 2 formas:
la llamada guerra de Republiquetas, en el Alto Perú y la guerra Gaucha, en la provincia de Salta.
En la primera etapa (1810-1815) las fuerzas estaban integradas por criollos y castas (negros y mulatos) y con el
apoyo de las guerrillas lucharon ante el ejército realista dirigido por generales españoles, oficiales peninsulares y
americanos y tropas cuicas, mestizos del Bajo Perú. Después de Sipe-Sipe (29 de noviembre de 1815), el ejército
auxiliar del Perú fue aniquilado, y la responsabilidad militar de sostener la revolución quedo en manos de las
guerrillas.
Durante el periodo de la guerra regular que se inicia en Cotagaita y concluye en Sipe-Sipe, se registran 3 campañas
del ejército auxiliar. La 1ra fue conducida por Juan José Castelli, delegado de la junta, y Antonio González
Balcarce. La dualidad de mando llevo a la confusión e indisciplina. Se inicia con el combate de Cotagaita (27 de
octubre de 1810) donde el ejército patriota tuvo que retirarse. En Suipacha tuvo una victoria decisiva q le permitió
al ejercito ocupar las 4 intendencias altoperuanas y capitalizar el decidido apoyo popular. Castelli se ocupó de los
aspectos políticos y administrativos. Se organizaron los cuerpos, se eligieron autoridades adictas y, cumpliendo
instrucciones de la junta se mandó ejecutar a todos los jefes realistas, como x ej a Francisco de Paula Sanz.
Sirviéndose además de los fondos de las cajas reales de Potosí y de Chuquisaca. El ejército patriota avanzo hacia
Oruro para continuar hacia la Paz. Sobrepasada esta ciudad, instalo su campamento en el pueblo de La Laja, sobre
el Desaguadero. Castelli siguiendo instrucciones, entablo negociaciones con el gral Goyeneche, comandante de
las fuerzas realistas, firmando un armisticio de 40 días “tal pacto fue burlado por ambas partes y mejor
aprovechado por los realistas, ya que en el campamento patriota ocurrió la indisciplina y además se acentuó la
división entre saavedristas y morenistas. En este estado se produjo la batalla de Huaqui (20 de junio de 1811) que
fue un verdadero desastre para el ejército aux. no hubo retirada sino dispersión y fuga, intentaron reorganizarse
en Potosí pero no lo lograron y los resto del ejercito debieron replegarse hasta Jujuy.
Juan Martin de Pueyrredón fue designado nuevo jefe. Goyeneche quedo dueño del territorio dirigiéndose a
Cochabamba, donde había una sublevación patriota encabezada por los caudillos Esteban Arce y Mariano
Antezana. El resto del ejército realista continuo su avance hacia Jujuy al mando del gral Jose Pio Tristán.
Pueyrredón comenzó en Jujuy la ardua tarea de remontar y organizar la tropa, con la ayuda de la gente del pueblo.
Escribió al triunvirato que dadas las condiciones del ejército, resultaba necesario designar un comandante de
mayor conocimiento técnico. El gobierno lo ratifico en su cargo, pero este creyó necesario hacerles saber que la
derrota q se había dado se debía a la admisión en el ejercito de un grupo de oficiales sin honor. El primer gran
impulso revolucionario en el Alto Perú, se había malogrado por la acción de los hombres y no de las circunstancias
fortuitas.
El 26 de marzo de 1812 Pueyrredón hizo entrega del mando a su sucesor doctor Manuel Belgrano a quien las
necesidades de la revolución lo habían convertido en general. En su marcha hacia el norte había creado como
divisa de la Patria naciente la bandera azul y blanca que izo por primera vez en las barrancas de Rosario (27 de
febrero), convencido de q para el triunfo de la causa de la revolución era preciso inflamar de entusiasmo los
sentimientos del pueblo.
En ese momento se recibieron en Jujuy 2 documentos de Goyeneche. Uno estaba dirigido al cabildo de Jujuy
donde se puntualizaban los excesos cometidos por los enemigos del rey q habían enarbolado el estandarte de la
libertad y de la independencia. El segundo documento titulado “Manifiesto de Goyeneche a la América del Sur”,
hacia un resumen de los acontecimientos desde los días de mayo, señalaba los excesos y atropellos cometidos por
las tropas libertadoras y terminaba amenazando con hacer avanzar a las tropas realistas.
Cambios producidos por la guerra en las ciudades del Norte. Política, sociedad y economía (Cap. 6, Bazán)
La guerra de la emancipación origino cambios rotundos en los pueblos norte. Pero a pesar de las condiciones
adversas era necesario sostener el funcionamiento del gobierno civil y expedir los actos administrativos para la
conservación de las ciudades y sus respectivas jurisdicciones. Al iniciarse 1814, la preservación de un gobierno
regular era tanto necesaria cuanto que estaba amenazada la dependencia de esos pueblos en la órbita política de
la incipiente revolución. Un ejército deshecho y desmoralizado por dos derrotas se había replegado a Tucumán y
era urgente la necesidad de ponerlo nuevamente en estado combatiente.
El 8 de abril entro para Tucumán el Gobierno Bernabé Aráoz, propuesto por San Martin, quien trato de auxiliar
con todos los recursos a las tropas que se quería reorganizar. También trato de socorrer la escasez de los
vecindarios, especialmente a las familias emigradas del norte. Por motivo de la invasión realista a Salta y a Jujuy
su jurisdicción se vio recortada territorialmente, y aun después de que dichas ciudades fueron evacuadas, siguieron
sometidas de hecho a las autoridades militares. Su potestad política quedo reducida a las ciudades de Tucumán,
Santiago del Estero y Catamarca. Su influencia en Tucumán fue decisiva, también hallo eficaz, colaboración en
Catamarca, pero no ocurrió lo mismo en Santiago, donde sus actos fueron cuestionados por uno de los grupos que
disputaban la hegemonía lugareña. En esta lucha de facciones hay causas profundas. La conquista del poder local,
cuestión todavía no resuelta en el marco de la nueva situación política nacional, y un sentimiento localista de
rechazo a las intromisiones de ajena jurisdicción fueran de Bs As o de Tucumán.
La situación política santiagueña fue conflictiva desde el momento de la revolución. La elección de diputados a
la junta provisional gubernativa en la persona del bachiller Juan José Lami genero la disconformidad de un sector.
Juan Francisco Borges, candidato a ese lugar, expresó que se abstenía de emitir su voto ya que muchos de los
vecinos habían sido excluidos de la convocatoria. Se adujo que Lami representaba el poder del viejo sistema. El
problema se dirimió cuando un delegado de la Junta precedió en marzo del año siguiente la sesión donde fue
electo el cura de Loreto, Pedro Francisco de Uriarte.
Los partidismos se agudizaron que las quejas ante la gobernación y autoridades nacionales pasaron a ser
frecuentes. Este clima de constante enfrentamientos siguió vigente hasta cuando Bernabé Araoz se recibió de
gobernador. Una exteriorización de ese estado de cosas fue el enfrentamiento del Cabildo con el Tte. Gobernador
Saraza. Y aquí iniciaron los problemas para Aráoz. Para investigar la conducta de Saraza y oír las quejas del
cabildo, el gobernador informo a Posadas que había procedido a nombrar un juez instructor y al mes siguiente
resolvió la separación provisional del Tte. Gobernador nombrando en su lugar a José Manuel Terán para los
asuntos políticos y al ayudante Lorenzo Gonzabat para el mando militar. Pero entonces el Director Supremo le
negó facultades para remover al teniente, ordenándoles que lo repusiera en sus funciones.
En esta lucha de facciones hay un trasfondo más político que lo meramente anecdótico. La conquista del poder
local, cuestión todavía no resuelta en el marco de la nueva situación política nacional, y un sentimiento localista
de rechazo a las intromisiones de ajena jurisdicción fueran de Buenos Aires o de Tucumán.
Mientras estos pleitos transcurrían una seria amenaza ocurrió en la frontera del Chaco. Los indios de la reducción
de abipines, sobre el rio Dulce, invadieron las poblaciones blancas cometiendo atropellos y muertes. Para reprimir
esta sublevación Bernabé Aráoz dispuso la inmediata salida de un contingente al mando del sargento mayor José
Manuel Millán. Pero esta división auxiliar de caballería fue derrotada y fue necesario recurrir al jefe interino del
ejército.
En Catamarca la situación era distinta. El pleito por el poder ya estaba definido a favor del partido que declaro su
adhesión a la causa del gobierno propio. El intento de los realistas de prolongar su influencia había sido
desbaratado en 1810 cuando la Junta Prov. Gubernativa rechazo la elección de Francisco Acuña (español europeo
y comandante de armas del Rey) para representar a la ciudad como diputado y en su lugar nombraron a José
Antonio Olmos miembro, junto a otros vecinos, del partido criollo.
En 1814 la situación era estable y con un grupo adueñado firmemente al poder. Este grupo tenía el control del
cabildo cuyo alcalde de 1° voto era el sargento mayor Bernardino Ahumada y Barros, jefe del contingente
catamarqueño que peleo en la batalla de Tucumán. Desde abril de 1812 desempeñó la función de Tte. gobernador
Domingo Ortiz de Ocampo, riojano que actuó con prudencia en los asuntos internos de Catamarca. Ello
contribuyó a amortiguar los enfrentamientos de la inédita experiencia de los criollos manejando el gobierno
propio. Su hermano Francisco Antonio, que mantenía un largo pleito con el santiagueño Borges, ocupaba en ese
momento a la gobernación intendencia de Córdoba. Permaneció hasta junio de 1814 que fue reemplazado por el
coronel Francisco Pico. Pico quedo solamente 3 meses y su reiterada renuncia dio ocasión a Mota Botello para
acceder a la función. Ese nombramiento afianzo su gravitación política que culminara en 1817 con su designación
como gob. De Tucumán.
Sin perjuicio de conceder atención preferente a los asuntos nacionales y a los auxilios para el ejército, las
autoridades catamarqueñas no dejaron de defender los derechos y conveniencias de los habitantes de su
jurisdicción. Los asuntos útiles y provechosos de la ciudad no fueron descuidados a pesar de las graves urgencias
nacionales. Así vemos al cabildo fomentar la instrucción pública, con la construcción de una nueva aula para la
escuela de primeras letras q funcionaba en el convento franciscano con la construcción de una nueva aula de la
escuela de primeras letras que funcionaba en el convento franciscano y concediendo licencias a Ramón Antonio
Correa para establecer una escuela en El Alto; cuidar el tráfico comercial autorizando la construcción de pozos
de agua en el camino a Córdoba, entre otras cosas.
Una grave cuestión se originó en el intento separatista de vecinos del curato de Belén. Con fecha 21 de abril de
1813, un grupo de vecinos domiciliados en ese curato, que abarcaba una vasta extensión territorial del oeste
catamarqueño, hizo petición al gob. nacional para que dicho territorio fuera desmembrado de Catamarca e
incorporado a la jurisdicción de San Miguel de Tucumán, ambas pertenecientes a la gobernación intendencia de
Salta. La petición estaba firmada por los vecinos de Belén y Andalgalá.
El problema fue tratado por el cabildo en sesión el 30 de junio de 1814. El cuerpo no tenía notificación oficial
del asunto, pero había sido advertido. Conceptuaron los capitulares que esa gestión separatista había sido
promovida cautelosamente y que era deber del ayuntamiento oponerse enérgicamente. Para ello paso oficio al
diputado catamarqueño en la Asamblea General Constituyente pidiendo que vigilara el asunto y estorbara para
cualquier tentativa para su tratamiento y aprobación.
Las autoridades nacionales, pasaron el petitorio a informe de la gob de Salta, cuyo cabildo recabo dictamen del
síndico procurador. El expediente fue elevado por Hilarion de la Quintana, gobernador interino, al Directorio, y
por lo q sabemos no hubo pronunciamiento posterior.
Otra cuestión enojosa estuvo relacionada con el cobro de la contribución nacional extraordinaria de guerra sobre
las propiedades y el dinero dado en préstamo, dispuesto por la Asamblea Gnral. Constituyente el 26 de marzo de
1813.
La dinámica de la guerra había conferido a Tucumán una fisonomía inusitada. La instalación provisional de la
gobernación y el acantonamiento del ejercito generaron multiplicadas y diversas actividades que convirtieron a
la ciudad en el centro neurálgico de la guerra de la independencia. A ella confluían hombres y recursos destinados
a devolver al ejercito su capacidad combativa. Esto también suponía la atención de los heridos, para cuyo menester
fue necesario habilitar hospitales de campaña atendidos por varios cirujanos. Otro ramo que hubo que organizar
la maestranza del ejercito donde funcionaba una fábrica de fusiles y se construían cureñas para cañones. La
preocupación de guarnecer y suministrar a las tropas genero una intensa actividad en orden a las contrataciones
de artesanos y troperos.
Los troperos desarrollaron intensa y lucrativa actividad conduciendo desde Bs. As. Los útiles más diversos que
el gobierno nacional remitía a pedido del jefe del ejército.
Desde el punto de vista administrativo, se comprueba una centralización cada vez mayor del poder político. Hay
avance del poder directoral sobre materias q antes fueron resorte ordinario de las autoridades locales. Como por
ejemplo el recontamiento de las funciones municipales: en lo que respecta a renuncia y designación de alcalde de
1 voto, la exploración de su fondo propio para atender urgencias militares e incluso negando al ayuntamiento una
prerrogativa secular cual era la de fijar los ramos o materias imponibles para sustentar la obra de utilidad pública.
Motivos de emergencia político-militar estaban cimentado el avance del centralismo sobre los antiguos fueros de
las ciudades. Política que afectara también la autoridad de los gobernadores, como ocurrió con las decisiones de
Aráoz. Al parecer en Tucumán, no se registraron reacciones autonómicas como las que prendieron el ánimo de
los dirigentes santiagueños, que hablaban ya del despotismo del gobierno nacional y llamaban usurpadores a los
porteños. Se estaban incubando los gérmenes que habrían de aparecer años después cuando el poder directoral
hubo llegado al límite de su tensión.
De momento, los pueblos del interior siguieron prodigando su fervor patriótico y sus sacrificios para hacer a la
Patria que residía en los sentimientos, pero todavía no era una realidad institucional.
La guerra gaucha
La guerra gaucha fue una concepción distinta de la guerrilla. El gobierno rioplatense le dio reconocimiento oficial,
al considerar q esa guerra era un servicio público q debía ser costeado por la tesorería nacional. Esto lo podemos
apreciar por la abundante correspondencia, mantenida por Güemes con el director supremo, sobre todo a partir
de 1816, luego de la entrevista de Salta donde se acordó q el gobernador salteño, asumiría la responsabilidad de
impedir la invasión del ejército realista.
Distinta fue también la organización militar. Formalmente hubo un general en jefe al cual Güemes estaba
subordinado, el general Belgrano. Güemes informaba, comunicaba, pedía, colaboraba para la marcha del gob nac.
Pero las decisiones concernientes a la guerra y a la marcha política de su provincia eran solo suyas. En lo militar
lo suyo fue un mando extraordinario, y en lo político una dictadura.
Él fue vértice de una estructura militar que se sostuvo con el esfuerzo de todos sus pobladores: arrieros, peones,
labradores, etc. Fueron agrupados en escuadrones con jefes elegidos entre los ciudadanos representativos de cada
lugar. Era el pueblo en armas, ejercito de milicianos. Se componía de 6 mil hombres. En 1817 momento
culminante de la guerra con las invasiones del general José de la Serna, Güemes tenía a sus órdenes coroneles,
tenientes, 6 mil soldados y 270 oficiales.
Ese ejercito mayoritariamente compuesto por mestizos y criollos incorporó también a esclavos a quienes se
premiaba con la libertad tras haber combatido en las guerras. Así se formó el regimiento N°7 de Pardos y morenos.
En compensación de los sacrificios de los gauchos, Güemes, le consiguió el goce de fuero militar, que conllevaba
el derecho de pensión para los inválidos de guerra y el goce del retiro, beneficios que fueron reconocidos por el
gobierno nacional. Además, eximia a los campesinos enrolados del pago de arrendamiento por las tierras que
ocupaban.
Güemes se convirtió en hombre venerado por sus gauchos y el más odiado para la clase dirigente forzada a costear
un proceso bélico que se hacía interminable. “para ese sector no era un patriota era el jefe de unos forajidos”- dice
Bernardo Frías. Güemes tuvo la responsabilidad de enfrentar 7 invasiones realistas desde noviembre de 1816
hasta junio de 1821. La primera fue dirigida por De la serna que traía consigo regimientos de las mejores tropas
peninsulares. Este ocupo Salta en abril. Para atacarlo fue enviado Lamadrid quien logro ocupar Tarija primero y
más tarde Chuquisaca quien obligo a De la Serna a evacuar Salta hacia Jujuy y luego siguió la retirada hasta
Tupiza.
Ese mismo año hubo otra invasión conducida por Pedro Olañeta que en agosto ocupó Humahuaca deseando
avanzar hacia Orán, pero no pudo pasar de Tilcara por la presión que ejercían las milicias gauchas. Convencido
de la imposibilidad de concretar su objetivo Olañeta se retiró a Yavi en 1818. Nuevas invasiones se sucedieron:
Olañeta y Gerónimo Valdés que lograron ocupar Jujuy en 1818, otra conducida por el general Juan Ramírez
Orazco quien avanzo hacia salta y ocupo la ciudad el 31 de marzo de 1820, este tropezó con problemas para
sostener las posiciones alcanzadas, y con el constante hostigamiento de las tropas de Güemes, unida a la noticia
de la expedición de San Martin al Perú lo decidieron replegarse a Tupiza. Esta fue la última invasión concretada
bajo la jefatura de De la Serna. Poco después fue depuesto el virrey Pezuela en 1821 quedando De la Serna a
cargo del virreinato.
Segregación del alto Perú: implicaciones geopolíticas de la guerra de independencia en el alto Perú. (Bazán
cap. 13)
Desde la creación del virreinato del Rio de la Plata las provincias altoperuanas de Potosí y Chuquisaca,
Cochabamba y la Paz fueron incorporadas a la nueva jurisdicción con centro en Bs. As. En esa región estaban las
ciudades más importantes por su población, riqueza y rango civil y eclesiástico. En ellas ocurrieron los primeros
estallidos revolucionarios. En lo económico era el principal mercado para las ciudades del norte.
En el plano político-militar conservar el alto Perú fue el objetivo prioritario de la revolución. Pero las 3 campañas
terminaron en desastre a pesar del apoyo de la población. Huaqui (1811), Ayohúma (1813) y Sipe-Sipe (1815),
fueron derrotas que hicieron perder el dominio desde el desaguadero hasta Tupiza, que se prolongó durante casi
diez años. Producida la derrota, el gobierno directorial, elegido en Tucumán en 1816, definió las siguientes
estrategias: desahucio como objetivo principal el alto Perú para adentrarse en el plan sanmartiniano sobre Chile.
A partir de ese momento, se desarrolla en la frontera norte una guerra defensiva bajo la dirección del gobernador
Martin Güemes. Comienza la etapa de la guerra gaucha, desde 1816 hasta 1821, esa guerra fue exitosa. Güemes
logro la guerra defensiva pero no pudo resolver la misión geopolítica asignada al ejercito auxiliar del Perú que
había sido mantener la integridad territorial del antiguo virreinato.
El gobierno de bs as, en ejercicio de sus poderes, autorizo al gobernador de Salta Juan Antonio Álvarez de
Arenales para operar sobre el alto Perú y procurar buscar la libertad de esa jurisdicción. Arenales, conociendo el
decreto de Sucre, considero un hecho responsable de la libertad de los pueblos y como las instrucciones recibidas
era que las 4 provincias mencionadas queden en absoluta libertad. Se conformó una comisión, cuyo dictamen fue
que las provincias del alto Perú estuvieran unidas a las del rio de la plata por un mismo gobierno. El congreso
argentino integro una nueva comisión para que examinara los antecedentes de la comisión anterior y dictaminase
lo más conveniente. En dicha comisión hay un sentir unánime de sus miembros para dejar en libertad a esa región.
Lo que no habíamos podido conservar por medios militares lo resignamos por un pronunciamiento legislativo que
mutiló la soberanía territorial de las provincias unidas.