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Patogenia
Sus mecanismos patogénicos son mecánicos y líticos. Para el primer caso, debido a que
el parasito posee gran movilidad por sus cilios y es muy grande, al chocar con la pared
intestinal la estimula provocando la aceleración del peristaltismo de forma tal que no hay
tiempo para que se resorba el agua de la luz intestinal y como consecuencia las heces se
eliminan liquidas (diarrea). A nivel lítico, se ha demostrado la presencia de hialuronidasa
en Balantidium coli. La rápida adaptación y reproducción del parasito favorecen la
aparición de síntomas. Es posible que otras enzimas contribuyan a destruir tejidos.
También se observa gran eliminación de moco, y si las lesiones llegan a vasos sanguíneos,
entonces aparece diarrea con moco y sangre (disentería). B. coli produce ulceras en la
mucosa intestinal de manera intensa, las cuales son planas y redondas, con aspecto aftoso
y tamaño variable; esto se explica porque, a diferencia de Entamoeba histolytica, el
ciliado es muy grande y no penetra con facilidad en los vasos sanguíneos, pero causa
sangrado; además, es de cuello ancho y con bordes. Las hemorragias se deben a la
invasión vascular, con bordes edematizados. En la lesión hay escasa infiltración de
neutrófilos, linfocitos y eosinófilos. El parasito permanece de manera indefinida ya que
hay gran cantidad de bacterias para alimentarse. B. coli podría atravesar la pared
intestinal y provocar peritonitis, o también puede cruzar pulmón, hígado, ganglios
mesentéricos y apéndice. Se ha demostrado que los trofozoitos de algunas cepas se
adaptan y reproducen con mayor rapidez y generan más síntomas. Desde luego, es
importante la función del huésped para que se manifieste la balantidiasis. Entre las
condiciones del ser humano que promueven la parasitación se encuentran la aclorhidria
gástrica, infección crónica, desnutrición, alcoholismo y dieta del huésped rica en
carbohidratos y pobre en proteínas.
Epidemiología
La forma infectante para el hombre es el quiste. La puerta de entrada es la vía oral y el
mecanismo de transmisión es la contaminación del agua y alimento con los quistes.
Aparte del cerdo, se han encontrado otros animales naturalmente infectados como el
mono y experimentalmente, otros mamíferos. En el antecedente epidemiológico de las
personas parasitadas, se encuentran datos de contacto directo o indirecto con cerdos. En
áreas de crianza libre de cerdos, los quistes que contaminan el suelo pueden ser
vehiculizados por el agua, el viento y vectores mecánicos como moscas y cucarachas
hasta el alimento humano. En zonas endémicas, el hombre parasitado con malos hábitos
higiénicos se convierte en el principal difusor de la infección. A su vez, la falta de
educación sanitaria, en este caso, relacionado a la crianza higiénica del cerdo, la ausencia
de letrinas en zonas rurales y la pobreza, son factores condicionantes en la epidemiología
de esta parasitosis. En relación con el humano, se ha presentado en sujetos positivos a
VIH y con problemas dentales. También se ha identificado en hospitales psiquiátricos.
Entre los factores que conducen a la balantidiasis humana se encuentran los siguientes:
• Contacto entre cerdos y humanos.
• Deficiente infraestructura sanitaria en las comunidades, así como deposición
inadecuada del excremento de cerdos y humanos, que contaminan el ambiente, las
fuentes de agua y los cultivos agrícolas.
• El calor en climas tropicales y subtropicales favorece la sobrevivencia de los
quistes.
Sin embargo, el parasito también puede sobrevivir en condiciones menos favorables; así,
se han encontrado personas parasitadas en Dinamarca y Polonia, y en general en cualquier
lugar donde se favorezca la ruta oral-fecal. Entre los diversos factores responsables de
brotes de balantidiasis humana se listan los siguientes:
• Problemas fuertes de sanidad (contaminación del medio ambiente).
• Instituciones en las que hay personas asiladas (orfanatos, asilos, etc.) Cabe esperar
que en estos lugares no haya cerdos, pero el personal quizá sea portador no
sintomático, pues si manipula la comida y no tiene la suficiente higiene, puede
enfermar a quienes están asilados mediante el mecanismo patogénico oral-fecal.
• En áreas urbanas, los pacientes son personas inmunosuprimidas (enfermos de
VIH) y la forma de contagio es de un portador asintomático a un individuo
inmunosuprimido. Es importante mencionar que hay cepas patogénicas y no
patogénicas, y estas últimas provocan una baja prevalencia.
Manifestaciones clínicas
Existen algunos factores que favorecen la infección por Balantidium coli, como el estado
nutricional del paciente, aclorhidria, alcoholismo o cualquier enfermedad crónica, así
como la flora bacteriana intestinal y la carga parasitaria. El periodo de incubación varía
de días a semanas. Según Swartzwelder, en la balantidiasis existen tres formas clínicas:
1. Asintomática. Se reconoce con más frecuencia en pacientes psiquiátricos y en
hospitales.
2. Crónica. La diarrea alterna con estreñimiento y las heces muestran moco sin sangre;
hay nauseas, vomito, anorexia, cefalea y astenia.
3. Aguda. Se identifican disentería y múltiples deposiciones de sangre y pus,
acompañadas de nauseas, dolor abdominal, tenesmo y pérdida de peso, pujo, ulceras,
fiebres, malestar general, deshidratación y postración.
En forma fulminante ocurren deshidratación, deterioro del estado general y la muerte. En
los lugares donde existe más balantidiasis predominan las formas asintomática y crónica.
En ocasiones se informa de abdomen agudo quirúrgico por perforación, o apendicitis
aguda que produce la muerte del paciente. También se han observado colitis crónica y
poliposis inflamatoria de recto y sigmoides, y una masa intrapulmonar. El patógeno ha
sido aislado de las vías urinarias de pacientes que padecían uretritis, cistitis y pielonefritis,
e infectados por citología cervico-vaginal. Se estima que los casos fatales representan
30% de los pacientes infectados. La disentería puede ocasionar choque y la muerte. Las
condiciones que hacen más vulnerable al paciente infectado son alcoholismo,
desnutrición, enfermedades crónicas e inmunodeficiencias. Muchas de estas
manifestaciones están acompañadas por pérdida de peso, tenesmo y heces con sangre. En
el intestino se presentan hemorragia y perforación debidas a una enzima proteolítica que
está presente en el parásito. Lo anterior favorece la formación de abscesos, ulceración y
perforación del intestino, presentándose una patogenia similar a las infecciones por
Entamoeba histolytica. Se ha demostrado que pueden secretar cisteína, serina, ácido
aspártico y metaloproteasas, las cuales penetran en las paredes y tejidos subyacentes del
intestino. Las perforaciones y las hemorragias de B. coli son consideradas con
consecuencia fulminante, pues estadísticamente conducen una tasa de defunción de 30%;
en estos casos fatales se ha asociado a sepsis secundaria por infección del intestino. Cabe
mencionar que B. coli puede encontrarse en sitios extra intestinales como el apéndice, y
en raras ocasiones en el hígado y el tracto genitourinario, produciendo infecciones en
vagina, útero y vejiga, así como en la extensión directa del área rectovaginal. Las
infecciones de los pulmones pueden llegar a producir necrosis.
Diagnóstico
B. coli tiene una morfología que le permite ser identificado con facilidad, ya que es de
gran tamaño y además presenta movilidad en espiral que lo caracteriza. Además, en
preparaciones en fresco es fácilmente identificable, con una baja resolución del
microscopio (x100). La colecta de estas muestras se hace de heces diarreicas, las cuales
pueden contener a los trofozoitos. Dicha colecta debe realizarse durante varios días, ya
que la excreción del parasito puede ser errática, y si las heces son sólidas o semisólidas
suelen encontrarse quistes. Es importante reunir los datos clínicos, pues la presencia de
disentería es un signo de gran valor. En el laboratorio se realizan exámenes en fresco de
las heces y cultivos similares a los de E. histolytica. endoscopia y biopsia (como
rectosigmoidoscopia, inmunofluorescencia indirecta y hemaglutinación indirecta) son de
utilidad.
Tratamiento
Los medicamentos más suministrados son la Tetraciclina, Metronidazol y Yodoquinol,
siendo las primeras el antiparasitario de mayor elección. Se utiliza las ciclinas
(tetraciclinas y oxitetraciclina) 500 mg 4 veces al día durante 10 días y en niños mayores
de 10 años40 a 50 mg/kg/día en 4 dosis por 10 días. Se emplea metronidazol, a las dosis
recomendadas para amebiasis; asimismo la paramomicina (cápsula de 250 mg.) 500 mg
3 veces al día por 5 días asociado a las tetraciclinas.
Prevención y control
Para evitar esta infección se requiere mantener apego a las normas básicas de higiene, ya
que el agua potable tiene la cantidad de cloro necesaria para la eliminación de este
microorganismo, aunque se ha observado que no se elimina al quiste de Balantidium.
Asimismo, es conveniente lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, pero
sobre todo después de la manipulación de animales, principalmente cerdos, primates y
roedores. Debe omitirse al máximo el contacto con animales (cerdo y primates), para lo
cual los trabajadores de los rastros y zoológicos deben usar el equipo necesario para
protegerse, tales como batas, guantes, cubrebocas, cofias o gorros. Es necesario que la
gente que vive en poblados pequeños observe condiciones sanitarias adecuadas para la
crianza de los cerdos, no permitiendo que estos estén cerca o en los alrededores de los
ríos, ya que pueden defecar y contaminar las aguas que abastecen poblados o municipios.
Asimismo, los trabajadores de poblaciones pequeñas o zoológicos deben solicitar
estudios coproparasitológicos para descartar la enfermedad. Cabe recordar que este
parasito puede causar disentería, problema que puede tornarse grave. Es importante la
eliminación adecuada de las heces y evitar la defecación a ras del suelo. La gente que se
dedica a la crianza de cerdos debe considerar separar a estos animales de las zonas donde
habita el hombre. La fuente de agua de consumo para el humano debe estar aislada del
lugar donde se encuentren los cerdos. Se recomienda hervir el agua para consumo
humano. Es importante que en las escuelas se indique a los niños las medidas higiénicas
adecuadas. Una mejor infraestructura sanitaria evitara riesgos de infección, así como el
control sanitario para la crianza de cerdos. Es importante mencionar que al estar presente
el parasito en aguas residuales, puede encontrarse en los lodos en forma de quistes.
Conclusiones
La balantidiosis es una enfermedad producida por el protozoo Balantidium coli,
el cual es el único protozoo ciliado que infecta al ser humano.
Balantidium coli presenta dos fases en su ciclo de vida: trofozoíto y quiste, de las
cuales la fase infectante es el quiste y ocurre cuando la persona ingiere alimentos
y bebidas contaminadas. El mecanismo de transmisión es el fecalismo
Los mecanismos patogénicos de Balantidium coli son mecánicos, debido a que el
parasito posee gran movilidad por sus cilios y por su tamaño, al chocar con la
pared intestinal la estimula provocando la aceleración del peristaltismo; y líticos
debido a la presencia de hialuronidasa y puede ingresar a la pared intestinal.
B. coli tiene una morfología que le permite ser identificado con facilidad, ya que
es de gran tamaño y además presenta movilidad en espiral que lo caracteriza.
Además, en preparaciones en fresco es fácilmente identificable.
Los factores dependientes del hombre son fecalismo, transmisión por contacto
fecal-oral (manos, agua y verduras contaminadas con quistes) dieta a base de
carbohidratos. Del parásito: el quiste resiste dos semanas en el agua a temperatura
ambiente; el trofozoito se enquiste en el medio ambiente. Los reservorios son
otros hombres infectados.
Los medicamentos más suministrados son las ciclinas: tetraciclinas y
oxitetraciclina.
Dentro de los factores de prevención y control se recomienda evitar el fecalismo,
lavarse las manos antes de consumir los alimentos, consumo de agua hervida y
potable, educación para la salud.
Bibliografía
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Páginas web
http://www.facmed.unam.mx/deptos/microbiologia/parasitologia/balantidiasis.html