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4/4/2018 Cómo el aguacate se convirtió en la fruta del comercio global – Español

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NOTICIAS | NEGOCIOS

Cómo el aguacate se convirtió en la fruta


del comercio global
Por Brook Larmer 2 de abril de 2018

Bajo los volcanes del estado mexicano de Michoacán, los violentos cárteles se
enfrentan para dominar un oscuro y lucrativo mercado. Uno de ellos, llamado la
Familia Michoacana, anunció su presencia hace cerca de una década al arrojar las
cabezas de cinco rivales en una pista de baile en Uruapan. Luego llegaron a hacerle
competencia los Caballeros Templarios, quienes decían tener un código caballeresco
de honor mientras cobraban cuotas, extorsionaban y secuestraban a los granjeros y
usurpaban sus tierras. Las fuerzas de seguridad mexicanas y los terratenientes
locales han tratado de enfrentarlos, pero los combativos cárteles siguen
escindiéndose y proliferando. En marzo, un grupo armado conocido como los
Viagras —al parecer así nombrados por la manera como luce el cabello engomado
hacia arriba de su líder— sembró el caos al incendiar decenas de vehículos y cerrar
con éxito la principal carretera del estado. Un incendio tuvo lugar no muy lejos de
donde un hombre de negocios estadounidense llamado Steve Barnard tiene una
planta empacadora en Uruapan. “Conducir por las carreteras es demasiado
peligroso”, dice Barnard. Los dueños de las granjas “deben tener mucho cuidado
para que no los secuestren”.

El producto precioso que impulsa la economía michoacana y alimenta una


obsesión estadounidense no es ni la marihuana ni las metanfetaminas, sino el
aguacate (o palta en algunos países), que los habitantes han comenzado a llamar
“oro verde”. México produce más aguacates que ningún otro país del mundo —cerca
de un tercio del total mundial— y la mayoría de los cultivos se ubican en el rico suelo

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4/4/2018 Cómo el aguacate se convirtió en la fruta del comercio global – Español

volcánico de Michoacán. Un milagro del comercio moderno es que en 2017, el año


con mayor violencia registrada en México, este estado agobiado por los cárteles haya
exportado más de 771 millones de kilogramos de aguacate hass a Estados Unidos, lo
que ayudó a que el aguacate superara a los plátanos como la fruta de importación
con mayor valor en Estados Unidos. Nueve de cada diez aguacates importados a
Estados Unidos provienen de Michoacán.

Sin embargo, la verdadera maravilla del comercio mexicano del aguacate no es


tanto su volumen, sino la velocidad de su crecimiento repentino. Los aguacates se
han cultivado en México durante cerca de nueve mil años (se dice que cuando los
conquistadores españoles vieron por primera vez esta fruta alargada a principios del
siglo XVI, lo llamaron “aguacate” a partir de la palabra en náhuatl ahuacatl, que
significa testículo). A pesar de esta historia antigua, México exportó muy pocos
aguacates —y no a Estados Unidos— a lo largo de la década de los ochenta, cuando la
empresa de Barnard, Mission Produce, con sede en California, abrió la primera
planta empacadora en Uruapan. Estados Unidos había prohibido los aguacates
mexicanos desde 1914, debido al miedo a infestaciones de insectos y a una
competencia más barata. No obstante, en 1994, México, Canadá y Estados Unidos
suscribieron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y poco después
Estados Unidos levantó la prohibición.

A eso le siguió el auge del aguacate. En 1994, los estadounidenses consumían un


poco más de medio kilo por persona al año, casi todo proveniente de agricultores
californianos, cuya cosecha se da solo en el verano. Hoy en día, esa cifra ha
aumentado a 3,2 kilogramos por persona al año. Alimentada por una creciente
comunidad latina y por estrellas de Hollywood que promueven los beneficios para la
salud de las grasas no saturadas de esta fruta (Miley Cyrus tiene tatuado un aguacate
en el brazo, por ejemplo); la locura estadounidense por el aguacate se ha
intensificado año con año. En las semanas previas al Supertazón se consumió un
estimado de 61 millones de kilogramos de aguacate (el día del campeonato de la NFL
es cuando más aguacate se consume en Estados Unidos, seguido del 5 de mayo). “El
auge nos tomó a todos por sorpresa”, dijo Barnard, cuya compañía es la mayor
distribuidora mundial de aguacate. “En verdad estamos batallando. Crecemos entre
un 10 y un 15 por ciento al año, pero ni así podemos seguir el ritmo de la demanda”.

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A menudo Donald Trump ha despotricado en contra del TLCAN, llamándolo “el


peor acuerdo comercial jamás firmado”. Sin embargo, su enfoque en la pérdida de
empleos de manufactura en EE. UU. —que se ha sentido de manera marcada en las
industrias textil y automotriz— soslaya uno de los beneficios a largo plazo del
tratado: la gran alza que ha provocado en el comercio agrícola y la satisfacción de los
consumidores en los tres países. Con el TLCAN, el flujo de este producto mexicano a
lo largo de todo el año ha llenado los huecos estacionales en los supermercados de
Estados Unidos y ha modificado la forma de comer de los estadounidenses. El auge
del aguacate ha generado daño ambiental —algunos de los bosques de coníferas de
Michoacán se han remplazado con huertos de aguacate—, pero ha sido bueno para
los agricultores mexicanos que, gracias a esto, han podido resistir la tentación de
unirse al narcotráfico o migrar a EE. UU. y para los estadounidenses que han podido
atracarse de guacamole durante el invierno. De acuerdo con un estudio de 2016
encargado por un grupo de mercadotecnia para compradores y productores de
aguacates mexicanos, la cadena de suministro de esta fruta también ha creado cerca
de 19.000 empleos en Estados Unidos y ha añadido más de 2200 millones de dólares
al producto interno bruto.

Incluso los productores californianos, que alguna vez alzaron la voz para
oponerse a las importaciones mexicanas, ahora están contentos con esta situación.
Las tierras y el agua son demasiado escasas como para expandir su cosecha
estacional —que es de cerca del diez por ciento de la producción anual mexicana—,
pero la demanda y los precios en aumento han impulsado sus negocios también.
“Los aguacates son la estrella del TLCAN”, dice Monica Ganley, experta en comercio
para América Latina y fundadora de Quarterra, una consultora con sede en Buenos
Aires. “Pero es importante recordar que los beneficios fluyen en ambas direcciones”.
Con el TLCAN, las exportaciones agrícolas de EE. UU. a México casi se han
quintuplicado, hasta alcanzar los 18.000 millones de dólares por el auge de las
ventas de maíz, soya y lácteos estadounidenses al sur de la frontera de Estados
Unidos. “El comercio multiplica; no es un juego en el que lo ganado por uno es
proporcional a lo perdido por el otro”, dice Ganley. “Tendemos a exagerar cuánto
depende México de EE. UU., pero los productores estadounidenses quizá tengan más
que perder que los mexicanos si el TLCAN desaparece”.

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Trump aún no ha matado al TLCAN, pero mientras las negociaciones sobre un


acuerdo renovado se dirigen a su octava ronda, una guerra comercial se cierne en el
horizonte. La decisión tomada el mes pasado por Estados Unidos de imponer
aranceles al acero y al aluminio a la mayoría de los países acecha a las pláticas, al
igual que las sanciones comerciales planeadas en contra de China. Trump ofreció
excepciones temporales a México y Canadá, pero solo con la condición de que el
TLCAN se rediseñe a su gusto. Incluso en el interior de las conversaciones, a los
productores de aguacate en México y California les preocupa que las nuevas
obligaciones proteccionistas propuestas por EE. UU. puedan llevar a una revancha
de ojo por ojo que podría afectar a ambos bandos. “Una vez que comience”, dice
Barnard, “¿dónde terminará?”.

Sin embargo, el aguacate parece casi inmune a las turbulencias en casa y el


extranjero, pues la demanda global sigue aumentando. La violencia en Michoacán,
por ejemplo, no ha frenado la meta de la industria del aguacate de aumentar las
exportaciones a Estados Unidos un 15 por ciento este año. Tampoco es que los
nuevos aranceles vayan necesariamente a detener las importaciones mexicanas:
Estados Unidos no puede saciar su apetito de aguacates en ningún otro lugar
(ningún otro productor es tan grande) y los mexicanos no tienen ningún otro
mercado tan grande tan cerca. El precio del guacamole y las tostadas de aguacate se
elevarían de nuevo, pero los consumidores ya demostraron el año pasado, durante
un alza marcada en los precios, que podrían estar dispuestos a pagar más. El mayor
efecto podría ser que los productores de aguacate ampliaran sus esfuerzos en otros
mercados en desarrollo, en especial en el de mayor potencial: China.

Cuando vivía en Shanghái, a menudo iba en bicicleta a una tienda de abarrotes


al aire libre que atendía una señora a la que todos conocían simplemente como la
Señora de los Aguacates. Fue una de las primeras tenderas en la ciudad en ofrecer lo
que en chino se conoce como la “fruta de mantequilla”, aunque sus clientes eran en
su mayoría agradecidos estadounidenses como yo o chinos que habían estado en el
extranjero. Incluso en días muy lluviosos o fríos, esta emprendedora tenaz estaba
siempre en la tienda antes del amanecer, en botas de hule y calculando los precios
con un lápiz. Nunca supe su nombre, pero el año pasado, en un gesto innecesario de
mercadotecnia, puso un letrero nada sofisticado que dice “La señora de los
aguacates” al frente de su negocio.

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Hace una década, los aguacates eran prácticamente desconocidos en China. El


país importó solo dos toneladas de ellos en 2010; el año pasado, fueron 32.100
toneladas. La tendencia se aceleró en 2017, cuando KFC condujo una campaña
publicitaria para sus envueltos de aguacate, que decía “El verde se pone rojo” (por lo
picante) y presentaba a una estrella del pop con bigotes de aguacate. Los envueltos
no se vendieron muy bien, pero los anuncios hicieron que los aguacates se
convirtieran en algo de moda entre los milenials chinos.

México era el mayor proveedor de aguacate de China hasta el año pasado,


cuando lo superó Chile (Perú también se está moviendo rápido). En el futuro, la
competencia podría provenir de la misma China. Con el respaldo del gobierno,
algunos hombres de negocios chinos están desarrollando plantaciones de aguacate
en la provincia sureña de Guangxi. Si pueden conseguir un aguacate equivalente a la
variedad latinoamericana a un precio más bajo, el mercado global podría cambiar.

No obstante, por ahora China está ajustándose. La mayoría de los aguacates que
se venden ahí están verdes y muy duros, a menudo generando confusión entre los no
iniciados. Para solucionar este problema, Mission Produce, la empresa de Barnard,
construyó el primer “centro de maduración” chino en Shanghái el año pasado, al que
le seguirá otro en Shenzhen el próximo año. Barnard está soñando en grande: “Si
pudiera poner cuatro trozos de aguacate en cada tazón de sopa de fideos en China”,
cavila, “no tendríamos suficientes aguacates en el mundo”. Solo la producción
mexicana se acercaría a tal demanda. Y ¿quién sabe? Si la política comercial
estadounidense da el bandazo hacia la guerra comercial, los agricultores bajo los
volcanes de Michoacán podrían estar listos para mejor enviar sus cosechas a China.

Brook Larmer es colaborador de la revista.

aguacates, China, Donald Trump, TLCAN

© 2018 The New York Times Company

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