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El Fedón es uno de los diálogos de la época central de Platón, junto con El Banquete, Fedro, y La República.

En él se cuenta la última noche de Sócrates en la cárcel; a la mañana siguiente, al amanecer debe beber la
cicuta, y permiten que los amigos pasen con él hablando esa última noche. Sorprende la serenidad de
Sócrates frente a la falta de ella de los amigos, que llegan a llorar al final, como Critón.

Los temas que tratan son la muerte, la filosofía la inmortalidad del alma y el dominio de las pasiones como
caminos de purificación.

El diálogo comienza cuando se encuentran Ecquécrates y Fedón; éste último estuvo en la celda de Sócrates
la última noche y fue testigo de su muerte, y se lo relata a Ecquécrates. Fedón destaca la serenidad y alegría
que siente al haber podido participar de este acontecimiento y de los pensamientos y las reflexiones que
hizo el filósofo. Relata que todos los amigos iban a visitarlo en prisión mientras duró la condena y se ejecutó
la sentencia. Ese último día también estaba la mujer de Sócrates, Jantipa, a la que Sócrates echa, pues se
pone a llorar y Sócrates comienza diciendo que no es motivo de llanto la muerte, sino de alegría y serenidad,
pues está convencido de pasar a una situación mejor que la de la vida terrena. Sócrates no es partidario del
suicidio, puesto que hay que esperar lo que la divinidad nos mande, pero envidia a todo aquel que muere, ya
que el filósofo desea liberarse de la tortura del cuerpo.

Para Sócrates – y Platón – la muerte es la liberación del alma que está aprisionada en el cuerpo, que es el
barro, lo temporal y la maldad. En la filosofía platónica el alma es inmortal, y su lugar natural es hallarse
alrededor del mundo de las Ideas, contemplando estas verdades eternas e inmutables; el nacimiento supone
una caída de esta felicidad y quedar atrapado en la suciedad y el barro, y el alma, olvidando todo lo que
contempló queda “atontada” en esta realidad, pero quiere liberarse.

Esa liberación o purificación vendrá, desde la filosofía platónica, por tres vías – que más tarde se expondrán
en este diálogo y los otros de madurez arriba citados – que son: AMOR, MUERTE Y FILOSOFÍA. El cuerpo y lo
material tiene en Platón un sentido tan negativo porque introduce la temporalidad, y ésta significa
destrucción, degeneración y estar sometidos a las pasiones, que nos distraen de nuestro objetivo, que es
cultivar el alma para que pueda volver a “tener alas” y ascender de nuevo a la contemplación de las Ideas o
Formas Suprasensibles.

Sócrates, en el diálogo que nos ocupa, afirma que el hombre que ha dedicado su vida a la filosofía no teme
morir, ya que muere con la esperanza de que “a partir de esta vida disfrutará de goces sin fin”;

la vida del filósofo es entendida, así como una preparación para la muerte. La MUERTE es la separación del
cuerpo y el alma, y el filósofo no se preocupa en exceso del cuerpo y por gozar las “voluptuosidades del
cuerpo”, pues ello significa estar cerca de la muerte.

El cuerpo es entendido también como un obstáculo para la adquisición de la ciencia, porque los
sentidos nos llevan al error. El alma alcanza las verdades universales, el verdadero conocimiento y la justicia
a pesar de los sentidos, superando los sentidos, que embrollan al alma y suponen un obstáculo para alcanzar
su objetivo. El cuerpo demuestra también Sócrates que es malo, pues intentar contentarlo, darle cosas
materiales y placeres es el origen de guerras y combates. Por todo ello, demuestra Sócrates que LA MUERTE
ES UNA PURIFICACIÓN DEL ALMA, Y COMO TAL LA DESEA. Es así que esta purificación es la tarea de la vida
del filósofo, y sería una contradicción intentar regirla en el momento que llega, pues demostraría que sólo se
interesa por el cuerpo y no por el alma. “La verdadera virtud es la purificación de toda clase de pasiones”.

Interviene entonces Cebes, apostillando que el miedo a la muerte viene de pensar que el alma se disgrega y
desaparece al morir. Responde Sócrates con una demostración acerca DE LA NATURALEZA DEL ALMA: El
alma permanece en algún lugar tras la muerte del cuerpo, y preparándose para otras reencarnaciones; el

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alma contempla las Ideas mientras está ahí, y por ello, cuando llega al mundo de los sentidos es capaz, con
las técnicas y el control adecuado, de RECORDAR lo que ya vio en el mundo de las Ideas;

por ello EL CONOCIMIENTO ES SOLO REMINISCENCIA, recuerdo de lo que el alma ya había visto, y no
conocimiento nuevo, construido y adquirido en la vida sensible. Sócrates demuestra la inmortalidad del alma
de esta manera: si sabemos interrogar a alguien, llegaremos a descubrir las verdades escondidas dentro de
su alma. Sócrates lo ilustra con la idea de igualdad, que no aprendemos por la experiencia, y por ello, no
queda más que admitir que es algo que ya está en nuestra alma previamente. Lo que sucede es que, al nacer
y contaminarnos de materia, olvidamos tales conocimientos.

(El método de Sócrates se asemeja a la hipnosis consciente, que permite recordar el pasado)

Las cosas sensibles desaparecen; las Ideas o esencias permanecen. El hombre es cuerpo y alma en una
misma realidad (a esta afirmación se la conoce como DUALISMO ANTROPOLÓGICO). Cuando ambos están
unidos el alma manda sobre el cuerpo; luego el cuerpo se disuelve y el alma continúa existiendo.

La SABIDURÍA es una preparación para la muerte, para ver las cosas divinas, y solo alcanzará esa visión
cuando se haya liberado del cuerpo; el que se deje guiar por él, se reencarnará en algo peor (“cuerpos de
asnos o algo semejante”). Los filósofos renuncian a los placeres del cuerpo y a los honores. El alma del
filósofo sale de la oscuridad de los sentidos para acercarse al mundo inteligible.

Sócrates habla de los cisnes, animales de Apolo y adivinatorios; según él, cantan cuando contemplan las
excelencias del mundo divino.

Simmias le dice a Sócrates que no considera suficientes las pruebas que ha dado sobre la inmortalidad del
alma: si el cuerpo es armónico, a esa armonía se puede llamar alma, y no está en ningún lado; por ello, al
romperse el cuerpo, aquella desaparece. Cebes continúa: si el alma transmigra de un cuerpo a otro, ¿no se
estropea de tanto pasar? Sócrates responde: ¿Están todos de acuerdo en que el conocimiento es
reminiscencia? Si es así, la idea de armonía es previa a la armonía sensible, producida por el cuerpo (su
argumento anti inmortalidad). Pero esa armonía la produce el alma al someter al cuerpo.

Sócrates contesta a Cebes. Cebes se había referido al alma en la METEMPSÍCOSIS o transformación,


temiendo que ésta se estropease. A ello le contesta Sócrates que al conocimiento de las verdades no se llega
por el conocimiento sensible, pero que el camino a seguir es largo y podemos quedar cegados por las
verdades que alcanzaremos. Sócrates comenzará la demostración de que “existe algo bueno, bello y grande
por sí mismo”. Si existe la belleza es porque participa de la Belleza, no porque la compongan los ojos y los
nervios; existe la idea, y lo demás participa de ella. Y esas Ideas no nacen ni perecen; de ellas nace lo
sensible. Lo que hace vivir al cuerpo es el alma, que es el alma, que es inmortal, pues no admite lo contrario
a ella, que es la muerte. Por ello hay una tarea ética: cuidar del alma apartándola de las pasiones,
alimentándola de templanza y pureza. Este es el camino de la purificación, y por ello acepta con serenidad
cuando llega el Sirviente de los Once a darle la cicuta. Sócrates acepta las indicaciones que el carcelero le da
para tomar adecuadamente el veneno, se despide de sus amigos, toma el veneno y muere tranquilamente,
no sin antes recordar a Critón que lleve a Asclepio el gallo que le tenía prometido.

El Fedro
Los temas discutidos son básicamente los siguientes: el Alma, el Amor, la Belleza, la Teoría de las Ideas, la
Retórica y la Dialéctica. Hacia el final del libro, se intenta una síntesis para poder relacionar todos estos
conceptos. Esquemáticamente, la obra consta de seis (6) partes:

1. Compara el Amor con la locura. 2. Habla sobre el Alma y su inmortalidad.

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3. Explica el alma recurriendo al Mito del Tiro Alado. 4. Habla de la Teoría de las Ideas.

5. Habla sobre la Belleza. 6. Conjunción o síntesis sobre los conceptos anteriores incluyendo aquí
también referencias a la retórica y la dialéctica.

EL AMOR

Platón habló mucho sobre el amor. En “Sofistas” compara el amor con la caza (quizás por esto se parezcan
tanto “cazamiento” y “casamiento”). En otros libros compara el amor con un dios poderoso, y finalmente en
“Fedro” lo compara con la locura.

Hay dos formas de locura: 1) la locura como enfermedad psíquica; y 2) la locura como posesión divina, y esta
es la que aquí nos interesa, y que también se llamará manía o delirio.

La locura como posesión divina puede adoptar cuatro formas distintas:

1. La adivinación (en relación al dios Apolo) (el adivino es un loco)

2. El delirio religioso o místico (Dios Dionisios), propio de las iniciaciones y purificaciones. (El místico se
volvió loco).

3. Inspiración poética o delirio de las Musas (todo poeta está loco).

4. Locura Amorosa (Diosa Eros y diosa Afrodita) (estar loco de amor).

Por lo tanto, el Amor es una forma de locura.

Hay varias clases de amor: hay un amor terrenal, pero también un amor celeste (de aquí lo de amor
platónico) que lleva al conocimiento, a la contemplación del mundo de las Ideas. El amor terrenal, carnal, es
para Platón malo, salvo que esté acompañado por el amor celestial.

En “El Banquete” y en “Fedro” el amor supremo es el que se manifiesta en el deseo del bien. Todo amor es
siempre amor a algo (a una persona, a un objeto, etc.), pero el amor no es posesión (si no, no habría amor).
Tampoco en el amor se está completamente desposeído del objeto amado (si no, no lo amaría), de aquí que
en el amor se da una situación de oscilación entre poseer y no poseer, tener y no tener al mismo tiempo.

EL ALMA

En FEDRO se explica que todo cuerpo que recibe de afuera su movimiento es inanimado, mientras que el
cuerpo que lo recibe de adentro es animado: posee, en este último caso, un alma. En esto radica la esencia
del alma: es algo que otorga animación, movimiento al cuerpo desde dentro. En “Fedón” y “Fedro” Platón
discrimina alma de cuerpo: el cuerpo es mortal, y el alma es inmortal y puede separarse del cuerpo, cuando
éste muere, migrando a otro cuerpo. Instalada en un nuevo cuerpo, el alma puede recordar (reminiscencia)
su vida anterior.

El alma tiene tres funciones, cada una de las cuales está relacionada con distintas partes del cuerpo. Las
funciones son:

1. Apetitiva (vientre) - 2. Pasional (pecho) - 3. Racional (cabeza)

En “Fedro”, Platón recurre al mito del “tiro alado” para explicar con mayor claridad qué es alma y cuál es su
modo de operar.

El tiro alado es un carro que puede volar (tiene alas), que es tirado por un par de caballos y conducido por un
“auriga”.

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El alma puede asemejarse a una fuerza natural que mantiene unidos al carro y su conductor (el auriga). Los
caballos de los dioses son buenos, pero los mortales tienen un carro conducido por un caballo bueno y otro
malo, lo cual hace difícil la conducción del carro.

El alma perfecta tiene sus alas intactas y vuela libremente por los cielos, pero cuando pierde las alas se
arrastra sobre la tierra hasta que se apodera de un cuerpo inanimado, dotándolo de vida: surge así un nuevo
ser viviente, mortal. ¿Por qué pueden perderse las alas? Lo que provoca esto es lo malo, lo vergonzoso, que
es lo que consume las alas y las hace perecer. En cambio, todo lo divino, lo sabio y lo bueno alimenta las alas
y las hace crecer, de aquí que el ser mortal, el hombre, debe alimentar sus alas, perfeccionar su alma.

LA TEORÍA DE LAS IDEAS

Discrimina aquí Platón dos mundos o regiones: el mundo sensible (imperfecto, temporal), y el mundo de las
Ideas (perfecto, eterno).

Las Ideas está en este mundo último, el mundo de las Ideas, también llamado supraceleste o “topos uranos”.
La reminiscencia justamente consiste en el acto por el cual el alma accede a la visión de estas ideas que
había ya contemplado en su anterior estado cuando estaba deligada del cuerpo.

El lugar supraceleste es la realidad verdadera (y no la apariencia, que sería el mundo sensible), y sólo puede
ser contemplado con la inteligencia (no con los sentidos). Así, se contemplan las ideas de belleza, justicia,
etc. Los dioses, con sus carros alados, recorren libremente el mundo supraceleste siguiendo movimientos
circulares. Las almas que ingresan a los cuerpos de los mortales, los hombres, encuentran dificultad para
volar libremente, y caen hacia la tierra (aquí se ve en Platón una interpretación del origen del hombre como
una caída). El hombre común no puede seguir el viaje circular, el cortejo de los dioses.

Se entiende aquí ahora la ley de Adrastea, que dice que toda alma que habiendo estado en el cortejo de un
dios haya visto algo de lo verdadero, queda exenta de pruebas hasta la siguiente revolución (pues realiza un
movimiento circular). Pero puede ocurrir que un alma no pueda seguir a los dioses, en cuyo caso no ha visto
la verdad, y se llena de olvido y de maldad, se hace pesada, pierde las alas y cae a tierra.

El alma que cayó se implanta en un cuerpo humano: puede ser un rey, un guerrero, un político o negociador,
un gimnasta, un médico, un adivino, un versificador, un artesano, un campesino, un sofista, un demagogo o
un tirano (este orden es decreciente, o sea va de la vida mejor a la vida peor, siendo el primer grado, el
mejor, el sabio o filósofo, que está antes que el rey). En todas estas clases de hombres el que haya llevado
una vida justa obtiene en otra vida, en recompensa, una vida mejor, y quien haya llevado una vida injusta,
tendrá un destino peor. Por ejemplo, el guerrero que haya tenido una vida justa pasará a ser luego rey, etc.

Cada existencia nueva dura 1.000 años, o sea que, si uno es tirano y quiere llegar a filósofo, tiene que hacer
buena letra más o menos unos 1.000 años. Por otro lado, si algún alma perdió las alas, éstas tardan en crecer
de nuevo 10.000 años, salvo que uno haya sido filósofo durante tres vidas consecutivas, en cuyo caso al
cumplirse esos tres ciclos (3.000 años) vuelve a tener alas. Las demás almas, una vez que terminaron su
primera existencia, deben someterse a un juicio, del cual pueden salir condenadas (y van a cumplir su prisión
debajo de la tierra), o bien con una sentencia aligerada, y entonces van a parar a algún lugar del cielo donde
llevan una vida más digna de la que llevaron en la tierra.

Recordemos que cada 1.000 años se cumple un movimiento circular por el cielo (se cierra el círculo), y es el
momento en que cada alma elije su segunda existencia de acuerdo a cómo se haya portado anteriormente.
El refrán podría ser entonces “Dime cómo te has portado y te diré cómo te reencarnarás”.

Todo este mito del carro alado tiene relación con la teoría de las Ideas: cuando el filósofo asciende desde el
mundo sensible al mundo de las Ideas, cuando va de lo efímero a lo eterno, de las numerosas sensaciones a

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la Idea única, no está sino haciendo una reminiscencia de aquello que en otro tiempo contempló su alma
cuando marchaba en compañía de los dioses.

El filósofo es el único que sabe servirse de tales recuerdos, y por tanto el único hombre perfecto, pero como
se aparta de las ocupaciones terrenales consagrándose a lo divino, el vulgo lo reprende, lo trata de loco sin
darse cuenta que es una locura divina, está poseído por los dioses. Esta forma de locura es la suprema.

LA BELLEZA

En “Hipias el Mayor” Platón busca averiguar qué es la belleza a partir de la discusión entre Hipias (empirista
y relativista) y Sócrates (racionalista y absolutista). CONJUNCIÓN DE LAS DOCTRINAS DE LA LOCURA, EL
ALMA, EL AMOR Y LA BELLEZA.

Para Hipias lo bello se capta con los sentidos, por ejemplo lo bello es una muchacha hermosa. Para Sócrates
la belleza es una Idea, se contempla con la inteligencia (la belleza es lo que hace que las cosas terrenales u
otras sean bellas). Hipias atiende a la apariencia, pero Sócrates dice que debe discriminarse apariencia de
esencia, pues algo puede “parecer” bello y no serio.

En “Fedro” dice Platón que la Idea de Belleza tiene un privilegio sobre las demás Ideas: por ejemplo dice
que mientras en la tierra no hay imágenes de la Sabiduría, sí las hay de la Belleza. Las cosas bellas pueden
apreciarse con la vista como sentido, las cosas sabias no.

La justicia, la templanza y todas las demás Ideas o contemplaciones supra-empíricas no tienen un reflejo en
imágenes en este mundo. La Belleza en cambio brilla y la captamos mediante el más claro de los sentidos: la
vista.

Quien ha contemplado las realidades del mundo suprasensible (justicia, belleza, etc.), al ver un rostro que
imita bien la belleza verdadera primero siente un estremecimiento, luego lo venera como a una divinidad y,
si no temiera pasar por un loco exaltado, ofrecería sacrificios a su amado, como a una imagen santa.

El alma se vuelve loca al contemplar las cosas bellas, y las ama. Esta oración puede resumir las relaciones
entre alma, locura, belleza y amor. Cuando el alma, entonces, contempla algo bello experimenta una ola de
deseo, se reanima, alivia sus sufrimientos y experimenta alegría. En cambio, cuando el alma está separada
de la cosa bella amada, enloquece de dolor (aunque su recuerdo también la alegra). Hay entonces una
mezcla de sentimientos opuestos, característicos de este estado de locura.

En presencia de lo bello, el alma se obnubila, se olvida de todo, aún de su madre y amigos. El alma, en este
estado, además de la veneración que siente por el poseedor de la belleza, encuentra en él el remedio para
sus penas. Esta es la condición que los hombres llaman amor.

Todas estas tragedias y alegrías las sufre quien tuvo el privilegio de contemplar la Belleza como Idea, o sea el
iniciado. En cambio. el no iniciado, al contemplar la cosa bella, no siente veneración por ella y procura una
satisfacción sensorial (por ejemplo, fecundar), y no siente ni miedo ni vergüenza de sumirse en un placer
contrario a la naturaleza.

Los hombres se conducen en la tierra según el dios a cuyo cortejo perteneció su alma, acomodándose al
carácter de ese dios en su trato y relaciones con los objetos y personas amadas y los demás. Por ejemplo los
que son del dios Zeus investigan si el ser amado es filósofo o director por naturaleza y si es así, se enamoran
de él y hacen todo lo posible para que llegue a serlo efectivamente, ya que Zeus rige las actividades del
filósofo y del director.

RETÓRICA Y DIALÉCTICA Al comienzo de “Fedro” Platón critica a la retórica como método de


los sofistas, como método de la persuasión. La retórica busca por la persuasión convencer al otro de su

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verdad, y por tanto no hay verdades únicas. Así, la retórica sofista o pseudo-retórica se da más importancia a
la forma de decir algo que al contenido mismo de lo dicho.

Hacia el final de “Fedro”, Platón habla de la verdadera retórica, o arte de conducir a la verdad (y no a la
persuasión del otro). La oratoria, como instrumento de la retórica, entonces puede estar al servicio de la
retórica sofística o bien de la retórica de la verdad, esta última a la que tiene que aspirar el filósofo.

El fundamento de la retórica es la dialéctica. La dialéctica, al conducir a la verdad, conduce también a la


felicidad (aquí coincide Platón con Aristóteles en cuanto a entender la filosofía como el logro de la felicidad
por la vía del conocimiento).

La dialéctica es el método filosófico por excelencia, puesto que por la dialéctica el filósofo va de lo múltiple
(mundo sensible) a lo único (mundo de las Ideas), encontrando en este último el fundamento de lo primero.
Por ejemplo, como ascenso, la dialéctica implica ir de la multiplicidad a la unidad, de la aprehensión sensible
de muchos caballos concretos, a la Idea de caballo.

Además de la oratoria (lo hablado) plantea Platón lo escrito (los libros) como instrumentos retóricos, pero
privilegia el lenguaje hablado: lo escrito está muerto, petrificado, y para que las ideas escritas revivan deben
ser habladas, es decir, otro hombre debe reproducir en su persona, en su individualidad, en su situación vital
las ideas escritas. Sólo entonces puede decirse que las frases del libro han sido entendidas y que el decir
pretérito se ha salvado.

“LA REPÚBLICA” DE PLATÓN

-LIBRO PRIMERO.

Céfalo dice que la vejez es un estado de reposo y libertad respecto de los sentidos. Cuando la violencia de las
pasiones se ha relajado y se ha amortiguado su fuego, se ve uno libre de una multitud de tiranos. Con
cordura y buen humor, la vejez es soportable. Las riquezas son un gran auxilio porque a ellas se debe en gran
parte el no haberse expuesto a hacer daño a tercero. Sócrates y Polemarco comienzan a discutir sobre la
justicia. Polemarco dice que la justicia es dar a cada uno lo que se le debe, lo que a cada uno le conviene. H
Hacer bien a los amigos y mal a los enemigos. Sócrates dice que el verdadero amigo es el hombre de bien y
el verdadero enemigo es el hombre malo. Pero a los hombres a los que se causa mal se hacen más injustos,
luego no es propio del hombre justo el dañar, ni a su amigo, ni a nadie.

Luego, Trasímaco dice que la justicia es lo que le es provechoso al más fuerte. En cada Estado, la justicia no
es más que la conveniencia del que tiene la autoridad en sus manos, del más fuerte. El que gobierna no se
engaña, lo que ordena es siempre lo mejor para él.

Sócrates dice que las artes gobiernan y dominan aquello sobre lo que se ejercen, por consiguiente, todo
hombre que gobierna jamás examina ni ordena lo conveniente para él sino para el sujeto gobernado, sobre
el que ejerce su arte. Al menos el que gobierna realmente.

Trasímaco dice que se habla mal de la injusticia no porque se tema cometerla, sino porque se teme ser
víctima de ella.

Sócrates dice que el justo quiere tener ventaja sobre el injusto, pero el injusto quiere tener ventaja sobre
todos. Aquel que es bueno y sabio no quiere tener ventaja sobre su semejante, sino sobre su contrario. Por
tanto, el injusto es ignorante y malo. Luego el justo es dichoso y el injusto es desgraciado.

-LIBRO SEGUNDO.

La justicia es un bien que se debe amar por sí mismo y por sus consecuencias, según Sócrates.

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Glaucón expone que hay algunos que creen que la justicia ocupa un lugar intermedio entre el mayor bien,
que es poder ser injusto impunemente, y el mayor mal, que es padecer la injusticia. El gran mérito de la
injusticia consiste en parecen justa sin serlo.

Para indagar en la injusticia y la justicia en los Estados, Sócrates comenzará a inventar un Estado ideal. Lo
que da origen al Estado es la impotencia de cada hombre para bastarse a sí mismo. La mayor de nuestras
necesidades es el alimento, la segunda es una habitación, y la tercera es el vestido. Será necesario para esto
que uno sea labrador, otro constructor, y otro tejedor. Además habrá también algún artesano. Cada uno
debe limitarse a su oficio. Harán falta personas que creen las herramientas, y enviados para negociar con
otros Estados. Se necesitan guardianes del Estado. El guardián debe ser fogoso y filósofo. Comenzaremos su
educación por la música y los discursos. Se escogerán los mitos convenientes y se desecharán los demás. No
se debe decir que Dios es malo, la divinidad no es autora de todas las cosas, solo de las cosas buenas.

Además, es simple y no cambia de forma.

-LIBRO TERCERO

Los hombres que deben formar la República son los hombres cuyo principal fin debe ser honrar a los dioses y
a sus padres, y mantener la amistad. Se les ha de hacer valientes, y para ello hay que suprimir el Hades.
Tampoco debemos permitir que se nos presente a los dioses dominados por una risa incontenible. Debemos
desarrollar en ello la templanza. No deben estar ansiosos de riquezas.

Hay tres tipos de narración: la simple, en la que el narrador habla en su nombre; la imitativa, en la que el
narrador habla en nombre de otro; y la mixta. La mixta y la simple son las narraciones que hace el hombre
bueno. El hombre malo es imitativo.

Las armonías permitidas serán la dórica y la frigia. Los instrumentos permitidos serán la lira, la cítara y la
siringa.

El amante tratará al amado como un padre a su hijo. Se formará a los jóvenes en una gimnasia sencilla y
moderada. Los jueces deben ser ancianos. Los ancianos deben ser gobernantes y los jóvenes gobernados.

A los mal constituidos físicamente se los dejará morir. Hay que convencer a todos de que la tierra es su
madre y nodriza, y deben defenderla. Los guerreros no deben tener nada suyo, deben ser bien alimentados.
Les estará prohibido tocar el oro y la plata.

-LIBRO CUARTO.

Adimanto cree que Sócrates no hace a los guardianes hombres dichosos, porque los priva de todas las
ventajas de la sociedad, no poseyendo ni tierras ni casas.

Sócrates dice que, al formar el Estado, no se han propuesto como fin la felicidad de unos pocos, sino la del
Estado entero. Si queremos buenos guardianes, debemos ponerlos en la imposibilidad de dañar en lo más
mínimo a la comunidad.

La riqueza y la pobreza dañan a las artes y a los que las ejercen. Se deben evitar. Todas las cosas deben ser
comunes entre los amigos. La educación debe permanecer pura y no debe haber innovaciones irregulares
en ella.

El resto de leyes no son necesarias dictarlas porque se siguen de una buena educación, como la propuesta.
Nuestro Estado es perfecto, por tanto, es prudente, valeroso, templado y justo. Su prudencia se debe a
aquellos que mandan.

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La posesión y práctica de lo que a cada uno corresponde será la justicia. La injusticia es el crimen más grande
contra el Estado. Hay en el alma de cada hombre las mismas partes que en el Estado y en igual número. Cada
uno de nosotros será justo y cumplirá su deber cuando cada una de las partes de sí mismo realice su tarea.

Nuestro gobierno será una aristocracia o una monarquía.

-LIBRO QUINTO.

Si esta forma de gobierna es la buena, las demás son malas. Y son cuatro. Sócrates se dispone a hablar sobre
las formas de gobierno, pero Adimanto la pide que explique mejor cómo será esa comunidad de mujeres e
hijos.

Todo debe ser común entre los sexos, hay igualdad de sexos, pero teniendo en cuenta la mayor debilidad
física de las mujeres. Hay que darles la misma educación. Las mujeres de los guerreros serán comunes todas
y a todos; ninguna cohabitará en particular con ninguno de ellos; los hijos serán comunes y los padres no
conocerán a sus hijos ni éstos a sus padres. Hay que unir sexualmente a los mejores para que tengan hijos.
Ellos no deben saber que esto está preparado. A los hijos de los peores y a los deformes se les ocultará en un
lugar secreto.

La procreación debe tener lugar en la flor de la edad: las mujeres de entre veinte y cuarenta años y los
hombres de entre su “momento de mayor ímpetu” hasta los cincuenta y cinco años. Cuando ambos sexos
pasen la edad pueden tener relaciones con quien quieran, excepto con sus nietos, hijos, padres o abuelos.
Los hermanos y hermanas podrán tener relaciones. Pero de todas estas relaciones no deben nacer hijos y si
nacen no se les alimentará.

No deben hacerse esclavos griegos en la guerra. Las batallas entre griegos no son guerras, son disputas. No
hay que despojar a los muertos. No se deben devastar ni quemar los territorios griegos.

No habrá Estados perfectos hasta que el que gobierne sea filósofo. El filósofo es el que ama la sabiduría,
tiene buena disposición para todas las ciencias, y gusta de contemplar la verdad. La opinión no es ciencia ni
ignorancia, está en un término medio.

-LIBRO SEXTO.

El filósofo ama la ciencia y tiene horror a la mentira. Gusta de los placeres del alma, y desecha los del
cuerpo. Es templado, es extraño a la avaricia. Es mesurado.

Sólo a ellos, perfeccionados por la educación y la experiencia, se debe confiar el gobierno del Estado.

Los filósofos son tratados mal porque los Estados actuales son malos. Tiene buena memoria, facilidad para
aprender, valor y grandeza de alma. Pero las almas mejor nacidas, se convierten en las peores con una mala
educación. Es imposible que el pueblo sea filósofo, por tanto, ha de despreciar a los que se dedican a la
filosofía. Hay pocos verdaderos filósofos. Éste, es un plan difícil de ejecutar, pero no imposible.

La idea principal es la idea del bien. Las cosas múltiples son vistas, pero no concebidas; las ideas son
concebidas, pero no vistas.

(AQUÍ VENDRÍAN EL SÍMIL DEL SOL Y EL DE LA LÍNEA, LOS SUPRIMO PORQUE ESTÁN EXPLICADOS EN
MUCHOS OTROS SITIOS)

-LIBRO SÉPTIMO.

(AQUÍ VENDRÍA EL MITO DE LA CAVERNA)

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La enseñanza más importante, después de las que ya hemos dicho es la matemática. El que se dedica a la
dialéctica, renunciando en absoluto al uso de los sentidos, se eleva, sólo mediante la razón, hasta lo que es
cada cosa en sí, y si continúa sus indagaciones hasta que haya percibido el bien en sí, ha llegado al término
de los conocimientos inteligibles.

Los guardianes deben dedicarse a la gimnasia. A los veinte años deben conocer la naturaleza del ser. A los
treinta, se dedicarán a la dialéctica durante cinco años. Después descenderán a “la caverna” durante quince
años, dedicándose a oficios normales. A la edad de cincuenta años, los mejores gobernarán.

-LIBRO OCTAVO.

Las demás formas de gobierno son malas por este orden: timocracia, oligarquía, democracia, y tiranía.

De la aristocracia a la timocracia se pasa porque nacen niños indebidos incapaces de gobernar bien. Domina
la fogosidad, sobresalen la ambición y la sed de honores. El timócrata es ambicioso, obstinado, sin talento
para la palabra, dulce con los hombres libres, y respetuoso con los gobernantes. De la timocracia a la
oligarquía se pasa porque cada vez se dejan dominar más por las riquezas. Se hacen codiciosos y avaros.

Solo gobiernan los ricos. Este Estado encierra dos Estados: el de los ricos y el de los pobres. En todo Estado
que haya pobres, habrá malvados y delincuentes.

De la oligarquía a la democracia se pasa por una revolución. Los pobres ganan a los ricos. Tienen plena
libertad. El demócrata es insolente, anarquista, desenfrenado y desvergonzado. No distingue los placeres
superfluos de los necesarios. Vive al día. La sociedad se divide en tres clases: los políticos, los ricos y los
pobres. El exceso de libertad lleva a la tiranía, al totalitarismo y a la falta absoluta de libertad. De los
protectores del pueblo en la revolución, nace el tirano.

-LIBRO NOVENO.

El hombre tiránico está dominado por las pasiones, está tiranizado por ellas. Desprecia las leyes. No es amigo
de nadie. Es el más malo de los hombres y por tanto el más desgraciado. La condición de un hombre
tiranizado por sus pasiones es la misma que la de un Estado oprimido por un tirano. La tiranía es la peor
forma de gobierno y la aristocracia es la mejor. El más desgraciado es el más injusto y el más feliz es el justo.

-LIBRO DÉCIMO.

Aquí se expone la teoría de las ideas. Las cosas participan de las ideas. Las cosas sensibles no son reales, solo
son copias de las ideas que son reales. No se debe tomar en serio la poesía.

Las cosas son destruidas por su mal connatural, el del alma es la injusticia, y como la injusticia no destruye al
alma, debemos decir que el alma es inmortal.

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