Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1
Cfr. FLINN M.W., Orígenes de la Revolución Industrial, p. 21-2.
empresarial los beneficios que inicialmente fueron diseñados para la
propiedad terrateniente, lo que trajo como consecuencia durante la época
en comento, que la industria europea (especialmente la británica) se
desarrollara en un ambiente de amplia libertad, evidenciada en la ausencia
de regulación gubernamental, y de protección institucional y política a las
mencionas “nuevas” formas de propiedad.
2
PÉREZ ARGOS, B., La cuestión social y sus soluciones históricas.
sociales (de familia, de corporaciones y de Estado) relajación que repugna
a la naturaleza humana”3. Entretanto, López entiende que la cuestión
social o el “problema social“ por antonomasia es la situación de injusticia
que se presentó a lo largo del siglo XIX por un injusto reparto de los bienes
que llevó al enriquecimiento desorbitado de unos pocos y a la condición
de miseria de ingentes masas de trabajadores sometidos a condiciones
inhumanas en su trabajo4. Finalmente, James O. Morris5 entiende por
cuestión social “la totalidad de [...] consecuencias sociales, laborales e
ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes: una nueva
forma dependiente del sistema de salarios, la aparición de problemas cada
vez más complejos pertinentes a vivienda obrera, atención médica y
salubridad; la constitución de organizaciones destinadas a defender los
intereses del nuevo “proletariado”; huelgas y demostraciones callejeras, tal
vez choques armados entre los trabajadores y la policía o los militares, y
cierta popularidad de las ideas extremistas, con una consiguiente
influencia sobre los dirigentes de los amonestados trabajadores”.
3
BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 1.
4
LÓPEZ, T., León XIII y la cuestión social (1891-1903), p. 33.
5
Citado en: GREZ TOSO, S., La «Cuestión Social» en Chile. Ideas y Debates
precursores. (1804 - 1902).
causas de la proletarización de los artesanos, antes independientes, para
evitar la completa disolución de esta clase social; tercero, la crisis del
comercio medio y pequeño que se vio expuesto y absorbido por el
comercio en gran escala de las grandes sociedades; finalmente, la
cuestión obrera propiamente dicha, que se ocupa de las causas y
remedios de la penosa situación económica y social de los obreros
asalariados, empleados especialmente empleados en la industria y en la
minería. En adición a esto, valga decir, siguiendo a Biederlack, que la
cuestión a la que nos referimos en general se llama social porque se
relaciona con las circunstancias sociales de los hombres, pero es también
y al mismo tiempo, una cuestión de economía política. Estas dos partes la
social y la económica se compenetran mutuamente y dependen la una de
la otra.
6
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 176- 206.
7
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 251-262.
Valga precisar finalmente sobre este componente de la cuestión
social que acabamos de reseñar, que el autor en estudio señala como
principal causa de la crisis industrial, la libertad de oficios concedida por el
Estado y el abuso que supuestamente se hizo de ella. Nosotros nos
alejamos de esta visión por cuanto consideramos que la libertad de elegir
profesión u oficio guarda una íntima relación con la cláusula general de
libertad individual que, si bien es cierto en algunos temas es susceptible
de ser limitada en función de los intereses generales y de la salvaguarda
de otros bienes jurídicamente tutelables por el Estado, en general debe ser
promovida y respetada. En este sentido, la libertad de desarrollar
actividades económicas en libre concurrencia según las aptitudes, los
intereses y otras condiciones particulares del individuo y de la sociedad de
cada época, enaltece la dignidad humana y promueve además el
crecimiento económico.
8
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 273-278.
importar, además, cuán desventajosas fueran sus condiciones. Y dado,
finalmente, la inseguridad laboral reinante, pues las enfermedades, los
infortunios, la edad, las crisis industriales, entre otros factores, hacían que
no solo unos pocos sino masas enteras de hombres fueran despedidos9.
9
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 207-218.
consideración para con el sexo, la edad o la situación familiar, y
determinado únicamente por la eficiencia con vistas al incremento de los
beneficios. Sumatoria de factores que trajo como consecuencia la división
de la sociedad en dos clases separadas por un abismo profundo.
1.1.1.1. El socialismo
10
PÉREZ ARGOS, B., La cuestión social y sus soluciones históricas.
combinación de los elementos origen a nuevos seres, sino que en su
evolución tiene la propiedad de no retroceder nunca, sino avanzar
constantemente hacia formas cada vez más perfectas. De igual manera,
también el género humano y sus relaciones evolucionan continuamente
hacia las formas más perfectas. Así como el hombre, según la teoría
evolucionista de Darwin, desde los más humildes principios, en fuerza de
la selección y de la lucha por la vida, fue progresando hasta las alturas en
que hoy se encuentra, de igual manera, las condiciones exteriores del
hombre, su cultura material e intelectual, progresan constantemente en
virtud de un desarrollo natural. Entonces, bajo el entendimiento de que la
forma económica colectivista es más perfecta que la forma económica
capitalista, habría de concluirse que el socialismo surge como evolución
natural del sistema económico11.
11
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 90-91.
contrario del positivo12, ya que “Confundir la circunstancia de que el
derecho natural o derecho filosófico es distinto del positivo, con que ambos
sean recíprocamente opuestos y contarios, sería un gran equívoco; más
bien, uno y otro están entre sí en la misma relación que la Instituta con la
Pandectas”13. De esto podemos concluir, como punto de partida, que el
asunto del que se ocupa Hegel es la realidad presente en su esencia
espiritual, en su concepto, en otras palabras, que lo que el filósofo propone
no es la invención de una mera teoría, ni la doctrina de cómo debe ser el
orden jurídico-político, sino la concepción de “lo que es”, de modo que en
su obra encontramos el primer momento de la cosa misma, es decir, de la
realidad presente en su esencia conceptual14.
12
Cfr. CORDUA, C., Explicación sucinta de la Filosofía del Derecho de Hegel, p. 5.
13
HEGEL, G. W. F., Filosofía del Derecho, p. 39-40.
14
DE LA HIGUERA, J., Propiedad y enajenación en la Filosofía del Derecho de Hegel,
p. 25.
15
HEGEL, G. W. F., Filosofía del Derecho, p. 65.
podría soportar en sí nada natural”16. Entonces, dado que “la persona, para
existir como Idea, debe darse una esfera externa de libertad”, es necesario
entender que “la persona tiene, para su fin esencial, el derecho de poner
su voluntad en cada cosa, la que, en consecuencia, es mía; no teniendo
aquella en sí misma un fin semejante, retiene su determinación y anima mi
voluntad; el abstracto derecho de apropiación del hombre sobre todas las
cosas”, de donde resulta que “tener propiedad, aparece como medio
respecto a la necesidad, dada ante todo la existencia de esta; pero la
exacta posición es que, desde el punto de vista de la libertad, la propiedad,
como primera existencia de la misma, es un fin esencial en sí”17.
Esto significa que para Hegel la persona tiene derecho a hacer suya
cualquier cosa, poniendo su voluntad sobre ellas para servir a su fin
sustancial, lo que implica que además de darles un alma, las usa, las
transforma y las destruye según sus propósitos, esto es, les da una
destinación de la cual las cosas carecen por sí mismas. Este es el derecho
absoluto de apropiación que tiene el hombre sobre todas las cosas; sin
embargo, precisa más adelante nuestro autor que existe una diferencia
central entre la posesión y la propiedad. Tener algo externamente en mi
poder constituye la posesión, mientras que la propiedad no depende del
poder que yo pueda tener sino de ciertas relaciones sociales y jurídicas.
La posesión tiene un aspecto particular que reside en el interés que me
lleva a apoderarme de algo. Hago mías las cosas por necesidad natural,
por impulso o porque me da la gana, pero en cuanto soy propietario no soy
ya un mero conjunto de apetitos e intereses arbitrarios sino miembro
reconocido de una sociedad que se gobierna por leyes. Esta última
16
DE LA HIGUERA, J., Propiedad y enajenación en la Filosofía del Derecho de Hegel,
p. 26.
17
Cfr. HEGEL, G. W. F., Filosofía del Derecho, p. 69-72.
condición me da una objetividad que me faltaba antes: me reconozco en
mi propiedad y, en este sentido, es mediante ella que soy, por primera vez,
voluntad actual, efectiva. Por esta razón habría de entenderse que la
propiedad representa una superación de la posesión, o la verdad de esta,
y constituye una institución jurídica en vez de una mera relación de poder.
De lo anterior se desprende que para Hegel lo que de verdad importa es
el punto de vista de la libertad, pues desde éste se concibe a la propiedad
como la primera forma de existencia de la libertad y, en este sentido,
manifiesta ser un fin esencial y no un medio al servicio de otra cosa18.
18
Cfr. CORDUA, C., Explicación sucinta de la Filosofía del Derecho de Hegel, p. 44-5.
19
HEGEL, G. W. F., Filosofía del Derecho, p. 72.
no deben quedar librados al azar o a los intereses particulares sino que
deben estar regulados por instituciones estatales20.
20
Cfr. CORDUA, C., Explicación sucinta de la Filosofía del Derecho de Hegel, p. 45-6.
21
DE LA HIGUERA, J., Propiedad y enajenación en la Filosofía del Derecho de Hegel,
p. 26.
22
Recordemos que, como se ha señalado, en el pensamiento de Hegel la satisfacción
primigenia de las necesidades es el rasgo característico de la posesión, no así de la
propiedad.
Así mismo, continúa explicando el citado autor, esta hegeliana ontología
de la propiedad excluye completamente de su consideración a lo social,
es decir, todo lo que concierna a contingencias como la desigual
distribución de los bienes, o la carencia efectiva de medios para satisfacer
las necesidades, aspecto sobre el que resulta pertinente señalar que la
aproximación marxiana a la filosofía del derecho de Hegel se apoya,
precisamente, en que el carácter especulativo de ésta es solo el espejismo
del orden social presente, esto es, que la crítica del orden existente es al
mismo tiempo la supresión de la filosofía y su realización como praxis
revolucionaria.
23
HEGEL, G. W. F., Filosofía del Derecho, p. 80.
En este orden de ideas, para Hegel en el uso se realiza plenamente y
actualiza el sentido de la propiedad, lo cual parecen adivinarlo quienes
consideran que una propiedad que no es usada ha sido, en verdad,
abandonada y carece de dueño. Tal opinión la hacen valer quienes,
apropiándose ilegítimamente de algo, se justifican diciendo que el
propietario no lo usaba, pero el fundamento sustancial primario de la
propiedad no es el uso sino la libre voluntad del propietario, tal como lo
puntualizamos arriba al señalar que la propiedad era la primera
manifestación de la existencia de la libertad, de donde se desprende que
el uso es una determinación secundaria de la propiedad, en la que la
voluntad propietaria se pone de manifiesto y adquiere un modo particular
de ser, Así, habría que entender entonces que la cosa de que soy
propietario no es más que el conjunto de los usos que hago de ella. Debido
a que las cosas carecen de fines propios y a que su sustancia es su
exterioridad, resulta que dicha exterioridad sin propósito no tiene otra
realidad que el uso que yo, su propietario, le doy, de donde se concluiría
que el uso depende de la propiedad, no ésta de aquel24.
24
Cfr. CORDUA, C., Explicación sucinta de la Filosofía del Derecho de Hegel, p. 55-6.
y jurídica alemana, cuya expresión más noble, más universal, elevada a
ciencia es precisamente la filosofía del derecho especulativo”25.
Habiendo precisado pues de esta forma las razones por las que se
sostiene que el pensamiento de Marx se vio influenciado por el
pensamiento de Hegel, concretamente en lo referente al rol que juega la
propiedad en la configuración de la vida en la Modernidad, pasemos ahora
a escudriñar en qué consiste el socialismo entendido como una de las
respuestas que surgieron frente a la “cuestión social” en el siglo XIX y que
sirvieron para moldear parte importante de la historia política y económica
contemporánea.
25
MARX, K., Introducción para la crítica de la “Filosofía del Derecho” de Hegel, en
HEGEL, G.W.F., Filosofía del Derecho, p. 14.
26
MARX, K. y ENGELS, F., Manifiesto del partido comunista, p. 12.
27
MARX, K. y ENGELS, F., Manifiesto del partido comunista, p. 93.
es uno de los fundamentos de esta doctrina y que se encuentra formulado
de la siguiente manera: “Ciudadanos libres y esclavos, patricios y
plebeyos, señores y siervos, en una palabra, opresores y oprimidos
estuvieron siempre enfrentados entre sí, librando una lucha ininterrumpida,
en ocasiones velada, en ocasiones abierta, una lucha que finalizó en todos
los casos con una transformación revolucionaria de la sociedad entera o
con la destrucción conjunta de las clases en lucha”28.
28
MARX, K. y ENGELS, F., Manifiesto del partido comunista, p. 47-8.
29
Cfr. MARX, K. y ENGELS F., Manifiesto del partido comunista, p. 65-6.
30
MARX, K., Introducción para la crítica de la “Filosofía del Derecho” de Hegel, en
HEGEL, G.W.F., Filosofía del Derecho, p. 21.
abolir una propiedad que presupone como condición necesaria la falta de
propiedad de la inmensa mayoría de la sociedad. Nos reprocháis, en una
palabra, que queramos abolir vuestra propiedad. Eso es, en efecto, lo que
queremos”31.
31
MARX, K. y ENGELS F., Manifiesto del partido comunista, p. 66-7.
productivos, exceptuando únicamente algunos menos importantes, deben
constituir la propiedad común de la futura sociedad32.
32
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 58-61.
33
Cfr. BIEDERLACK, J., La cuestión social Principios fundamentales para su estudio y
solución, p. 74-78.
1.1.1.2. El solidarismo
34
DURKHEIM, E., La división del trabajo social, p. 45-6.
en este apartado) se encuentra íntimamente ligado al Derecho y a las
clasificaciones que se hagan del mismo. Dice Durkheim que no es posible
servirse de las distinciones utilizadas por los juristas para este fin, pues al
ser elaboradas éstas con un fin eminentemente práctico, empírico y
aproximado, no resultan de utilidad para la ciencia (aunque resulten más
cómodas). En este orden de ideas, desestima la extendida división que se
hace del Derecho entre derecho público y derecho privado, según la cual,
el primero tiene por misión regular las relaciones entre el individuo y el
Estado, mientras que el segundo busca hacer lo propio respecto de los
individuos entre sí. Para nuestro autor, todo el derecho es privado en el
sentido de que siempre y en todas partes se trata de individuos, que son
los que actúan; pero, sobre todo, todo el derecho es público en el sentido
de ser una función social, y de ser todos los individuos, aunque a título
diverso, funcionarios de la sociedad. Las funciones maritales, paternas,
etc., no están delimitadas ni organizadas de manera diferente a como lo
están las funciones ministeriales y legislativas, y no sin razón el derecho
romano calificaba a la tutela de munnus publicum (…)”35.
35
Cfr. DURKHEIM, E., La división del trabajo social, p. 79-80.
36
En su tesis doctoral, Durkheim desarrolla extensamente la idea de dos tipos de
solidaridad: la mecánica y la orgánica. La primera corresponde al derecho represivo, la
segunda al derecho restitutivo.
necesariamente un sufrimiento del agente, sino que consisten tan solo en
poner las cosas en su sitio, en el restablecimiento de relaciones
perturbadas bajo su forma normal, bien volviendo por la fuerza el acto
incriminado al tipo de que se había desviado, bien anulándolo, es decir,
privándolo de todo valor social”37. A esta segunda forma, es decir, la
dotada de sanción restitutiva (que él también llama Derecho cooperativo),
pertenecen don diversos grupos de Derecho: “por un lado, los que se
refieren a las relaciones de las personas con las cosas, como la propiedad,
la prenda, la hipoteca, la servidumbre, el usufructo, etc.; por otro lado, los
que se refieren a las relaciones entre personas, y que comprenden el
Derecho familiar, el Derecho contractual, el Derecho mercantil el Derecho
procesal, el Derecho administrativo y el constitucional”38.
37
DURKHEIM, E., La división del trabajo social, p. 80-1.
38
TREVES, R., La sociología del Derecho. Orígenes, investigaciones, problemas, p. 49.
39
Leon Duguit fue alumno de Durkheim, luego fueron colegas en la Universidad de
Burdeos, donde finalmente el primero llegó a ser decano.
40
Cfr. TREVES, R., La sociología del Derecho. Orígenes, investigaciones, problemas,
p. 90-1.
para nuestros efectos, el apartado dedicado a las transformaciones del
derecho de propiedad.
41
Cfr. DUGUIT, L., Las transformaciones generales del derecho privado desde el Código
de Napoleón, p. 167-72.
los derechos naturales e imprescriptibles del hombre (…)”, dentro de los
que se incluye, como se recordará, el derecho de propiedad.
42
DUGUIT, L., Las transformaciones generales del derecho privado desde el Código de
Napoleón, p. 169.
equivocada de las cosas (…). Es un crimen predicar la lucha de clases, y
estimo que marchamos, no hacia el aniquilamiento de una clase por otra,
sino, por el contrario, hacia un régimen de coordinación y de jerarquización
de las clases”43.
43
DUGUIT, L., Las transformaciones generales del derecho privado desde el Código de
Napoleón, p. 172.
44
HERNÁNDEZ GIL, A., Obras completas. Tomo IV. Derechos reales. Derecho de
sucesiones, p. 48.
puede realizar, ya que solo él puede aumentar la riqueza general haciendo
valer el capital que posee y por lo tanto, está socialmente obligado a
realizar esta tarea, y no será protegido socialmente más que si la cumple
y en la media que la cumpla. De esto se concluye que en Duguit, la
propiedad no es pues, el derecho subjetivo del propietario sino la función
social del tenedor dela riqueza.
45
DUGUIT, L., Las transformaciones generales del derecho privado desde el Código de
Napoleón, p. 178-9.
el que la propiedad individual continúa estando protegida contra todos los
atentados, incluso contra los que procedan del poder público, e inclusive,
sostiene el autor, queda más fuertemente protegida que en la concepción
tradicional.
46
Cfr. DUGUIT, L., Las transformaciones generales del derecho privado desde el Código
de Napoleón, p. 185-6.
1.1.1.3. La doctrina social de la Iglesia
47
Considérese que en otros apartados de este documento hacemos otra serie de
comentarios sobre la Doctrina social de la Iglesia.
48
LEÓN XIII, Rerum Novarum.
especialmente en el surgimiento de un “decidido positivismo que arbitraba
un ejercicio del poder, justificado al amparo de un consenso social, que
pretendía una legitimación sin referencia alguna a instancias que
comenzaron a considerarse como no necesarias y, en todo caso,
ilegítimas. Concretamente se rechazaba la doctrina cristiana del origen
divino del poder que –interpretada de una forma u otra- siempre se había
entendido como un límite infranqueable en el ejercicio de la autoridad”49.
49
LÓPEZ, T., León XIII y la cuestión social (1891-1903), p. 30.
50
Recuérdese cómo la Iglesia y la moral cristiana eran señaladas como culpables del
anquilosamiento de las desigualdades sociales propias del Antiguo Régimen.
evidenciaban las graves paradojas y ambigüedades del tan encumbrado
progreso51.
51
Cfr. LÓPEZ, T., León XIII y la cuestión social (1891-1903), p. 31-2.
puntos: el tema de la propiedad, el papel del Estado en la vida económica
y el rechazo de la solución socialista52. Nos centraremos solamente en lo
atinente a la propiedad.
52
Cfr. LÓPEZ, T., León XIII y la cuestión social (1891-1903), p. 39.
53
Cfr. LÓPEZ, T., León XIII y la cuestión social (1891-1903), p. 41.
54
Los comentaristas que venimos estudiando no concuerdan en ver a la Revelación
como un elemento esencial de la Doctrina social de la Iglesia. Así, mientras López
sostiene que “no es correcto afirmar que la fuente primordial de la doctrina es el derecho
natural”, Sols lo ubica como punto de arranque de la misma.
Como advierte Juan Pablo II: “hay que tener presente desde ahora que lo
que constituye la trama y en cierto modo la guía de la Encíclica y, en
verdad, de toda la doctrina social de la Iglesia, es la correcta concepción
de la persona humana y de su valor único”55.
55
JUAN PABLO II, Centesimus Annus.
defiende; no debilita el dominio particular, sino que lo robustece” 56. Esta
segunda característica que venimos exponiendo, es magistralmente
explicada por el papa Juan Pablo II en su Centesimus Annus cuando
recuerda que en el Génesis se señala que el origen primigenio de todo lo
que es un bien es el acto mismo de Dios que ha creado el mundo y el
hombre, y que ha dado a éste la tierra para que la domine con su trabajo
y goce de sus frutos.
56
VALLET DE GOYTISOLO, J., La propiedad en Santo Tomás de Aquino, p. 94.
predica la necesidad de la preocupación recíproca entre los hombres y la
especial atención de los más desfavorecidos. El pensamiento social
cristiano afirma que un buen sistema económico será aquel que no genere
víctimas, y en caso de que no logre evitarlo, que cree sistemas
estructurales de atención especial hacia esas víctimas para que dejen de
serlo57.
57
Cfr. SOLS LUCIA, J., Cinco lecciones del pensamiento social cristiano, p. 79-81.
58
Cfr. HERNÁNDEZ GIL, A., Obras completas. Tomo IV. Derechos reales. Derecho de
sucesiones, p. 48.
es una ideología política. No faltan quienes, contrariamente, quieren
reducir la función social a una pura noción jurídica”59. Rey Martínez con
atino rechaza esta última visión, diciendo que “la cláusula de la función
social, auténtica fractura de la concepción liberal de la propiedad privada,
no tiene una génesis jurídica, sino que más bien emerge en el pensamiento
social y político. Y se representa originariamente como una suerte de
cuerpo extraño respecto de la concepción de las categorías liberales en
torno a los cuales se construyó la sistemática del Derecho privado
moderno”60.
59
HERNÁNDEZ GIL, A., Obras completas. Tomo IV. Derechos reales. Derecho de
sucesiones, p. 48.
60
REY MARTÍNEZ, F., La propiedad privada en la Constitución española, p. 352.