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La ocurrencia de un incidente delictivo expone qué tan bien una organización está
preparada para asimilar estas situaciones.
Imagine que su empresa sufre un evento delictivo ¿puede continuar funcionando tal
como lo venía haciendo cotidianamente? Si, por ejemplo, el incidente tuvo por
resultado la destrucción o el robo de la computadora que tiene el sistema de
facturación, o el sistema de stock, o el servidor que coordina la comunicación con
alguna otra u otras sucursales, ¿puede retomar sus actividades a la mañana
siguiente? ¿Y si se robaron dos camiones o dos cisternas, tiene unidades de
respaldo? Y así podemos hacer listas interminables.
El sentido común le indica que lo adecuado es tener preparado, sencillamente, un plan
de continuidad operativa que indique qué hacer frente a una situación probable, cómo
y con qué rapidez su empresa puede retomar las operaciones normales, en qué lugar
continuaría funcionando tanto las unidades centrales, la dirección o el área de
producción o comercialización propiamente dichas y quién o quiénes participarían en
las operaciones que restauren la continuidad perdida.
El objetivo que perseguimos en seguridad es que este plan asegure una recuperación
operativa lo más brevemente posible: el tiempo es dinero y cada minuto que se pierde
es irrecuperable.
Todo plan de continuidad se hace viable si se definen con claridad los aspectos clave
que garantizan su efectividad. El aspecto fundamental es el de mejora continua, muy
semejante a tener una norma ISO 9000 pero más específica, centrada en los activos,
ya que la empresa cambia, evoluciona, las amenazas también y los riesgos son
diferentes año tras año.
Comunicarse no se refiere a atender un teléfono sino por comprender sin duda alguna
el mensaje que el responsable del funcionamiento de la empresa está indicando y
saber interpretar el plan literalmente “de memoria” y saberlo comunicar a los
colaboradores.
Planificar, actualizar el plan, practicarlo, entrenarlo (tal como se hacen los simulacros
de emergencias en el área de seguridad industrial), repasar el plan constantemente y
comunicar cualquier duda que pudiera surgir, se transforman en factores
imprescindibles luego de que el incidente se produjo. La participación de la empresa
de ingeniería en seguridad es clave ya que puede mitigar cualquier contingencia y
anticiparse a los incidentes, previniéndolos.
Esto no significa ser fatalista, es una ley de mercado. Salvo que la empresa sea un
monopolio, único proveedor de determinados productos o insumos, la competencia
aprovechará muy rápidamente esta situación, al igual que los clientes que recurrirán a
otros proveedores para cubrir sus requerimientos cotidianos.
En síntesis: el plan de continuidad es parte de todo plan de seguridad, sin él, todo
descansa en el sistema de seguridad física que evite el 100% de los incidentes,
internos y externos y que, por supuesto, se puede diseñar, pero que, generalmente,
resulta ser extremadamente costoso, como por ejemplo el sistema de seguridad física
de una entidad bancaria.
Podemos concluir que lo mejor es: (1) Invertir en un plan de continuidad operativa para
que la empresa determine qué hacer y cuánto debe invertir en cada tipo de incidente y
(2) contar siempre con un presupuesto actualizado acorde con lo indicado por el plan
de continuidad para que la empresa continúe funcionando como lo hace habitualmente
en el menor tiempo posible.