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33 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La detención de la dialéctica

En esta oportunidad trabajaremos con una serie de citas pertenecientes al texto Intervención sobre la

transferencia23, que es el resultado de una conferencia pronunciada por Lacan en el Congreso de

Psicoanalistas de Lengua Romance en el año 1951 –tres años más tarde que el escrito que

revisamos en nuestra primera sesión-. En este texto Lacan propone una lectura dialéctica para

explicar los fenómenos propios de la clínica y utiliza como ejemplo el caso de la señorita Dora

publicado por Freud en 1905. La propuesta se organiza en planteamientos de la verdad por parte del

paciente e inversiones dialécticas establecidas por el analista, y conlleva una profunda crítica al

manejo transferencial de Freud en el caso.

Les propongo que comencemos nuestra articulación con una cita que podrán encontrar en la

página 210 del texto:

23
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, págs. 209-219, Ed. Siglo XXI, México,

2009.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 34

“En un psicoanálisis, en efecto, el sujeto, hablando con propiedad, se constituye por un

discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta, antes de toda intervención, la

dimensión del diálogo”24

Desde esta primera cita podemos notar cuestiones sumamente relevantes que habría que comenzar

a señalar de a poco. En primer lugar, se hace presente una noción que no ha generado dentro del

ámbito del psicoanálisis lacaniano el debate que amerita, y es la noción de sujeto. Ustedes pueden

haber leído distintas definiciones, haber escuchado distintas formas de aproximarse al concepto,

pero conocen bien cuál es la mía. La mía surge de mi lectura de Alfredo Eidelsztein y de su forma

de entender este concepto. Para mí, sujeto significa tres cosas distintas en los Escritos de Lacan, es

decir, una misma palabra que, dependiendo del contexto en el cual se encuentra inmersa, puede

tener tres significados diferentes. La primera sería sujeto en equivalencia con persona, por ejemplo:

«Un sujeto femenino de treinta y cinco años». La segunda, sujeto como adjetivo, es decir, alguien o

algo que está sujetado a alguna otra cosa, por ejemplo: «La promoción está sujeta a disponibilidad». Y

la tercera, que es la que quisiera destacar aquí –porque es la forma en la que quiero proponerles

leer la cita-, es la tercera acepción que encontrarán en el diccionario si buscan la palabra sujeto. Una

acepción mucho más común en francés -sujet- o en inglés -subject-, en la que sujeto significa tema,

asunto o materia sobre la que se habla o escribe. Si ustedes aceptan esta forma de leer la cita, lo que

Lacan sostiene es que en un psicoanálisis, el sujeto –es decir, el tema, el asunto- se constituye por

un discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta la dimensión del diálogo.

Ahora bien, dejando de lado la cuestión específica del concepto de sujeto, la cita es sumamente

importante porque además insiste en la idea del psicoanálisis como un diálogo. Lo recalco porque

hay muchos colegas que sostienen fervientemente que el psicoanálisis no es un diálogo sino, más

bien, un monólogo. Creo que esa lectura es pertinente debido a que Freud gustaba de pensar al

psicoanálisis como un monólogo del paciente, pero quisiera puntualizar cómo el tema está

establecido de diferente manera en Lacan. Cualquiera que lea esta afirmación podría cuestionar:

¿Cómo es posible que el psicoanálisis sea un diálogo si el analista no dice nada? La duda surge de la

frecuente confusión de suponer que únicamente podría ser un diálogo aquella situación en la que

ambos participantes hablen, y allí reside la clave de la cita: es la mera presencia del analista, incluso

antes de que diga alguna palabra, la que inaugura la dimensión del diálogo. Lacan parece afirmar

24
Ibíd., pág. 210
35 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

que el sólo hecho de que haya otro introduce una dimensión de diálogo, aunque este otro

permanezca en silencio o hable poco. Con esto Lacan comienza a desmarcarse de la conclusión a la

que fue posible llegar la semana pasada, puesto que en el sistema establecido por Freud no

hallamos un diálogo como tal, lo que encontramos es, a lo sumo, a un paciente que habla y que

proyecta cosas sobre el analista, pero no un diálogo. Continúo articulando otra cita en el mismo

sentido:

“El psicoanálisis es una experiencia dialéctica, y esta noción debe prevalecer cuando se

plantea la cuestión de la naturaleza de la transferencia”25

Entonces, para continuar el argumento, si concebimos al psicoanálisis como diálogo, como una

experiencia dialéctica, esto también debe ser tenido en cuenta al plantear la problemática de la

naturaleza de la transferencia. Por ende podría sostenerse que la idea de Lacan sobre la

transferencia plantea un quiebre frente a Freud si se la entiende como una experiencia dialéctica,

puesto que en la propuesta freudiana nunca podría serlo: con la abstinencia el psicoanalista está

impedido para introducir cosas al dispositivo y, por ende, aunque éste cuenta con la presencia de

dos personas, el analista funciona únicamente como espejo. Si uno de aquellos participantes no

introduce nada, entonces es imposible afirmar la existencia de un diálogo, porque es únicamente

uno quien habla y el otro se abstiene, la escena es más parecida a la de un monólogo con un

espectador.

La noción de transferencia que podía encontrarse en el texto que trabajamos la clase anterior tenía

mucho más que ver con la idea de un personaje: el psicoanalista no como una persona, sino como

un personaje que representaba a alguien para el paciente. Es más, para Freud, la transferencia no

depende del analista, el analista únicamente se sienta allí, presta el cuerpo, y el paciente deposita

sobre él todo aquello inconsciente propio de vínculos anteriores. Pero no es necesario que el

psicoanalista haga algo, de hecho el analista tiene por orden no hacer nada. En esta cita, Lacan

parece estar sosteniendo algo diferente: la naturaleza de la transferencia es dialéctica y esto ya

implica un papel activo del analista y, por ende, un giro fundamental en comparación con la

noción que encontrábamos tanto en Freud como en el mismo Lacan del año 1948.

25
Ibídem.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 36

Para continuar, deberíamos cuestionarnos por qué Lacan elige el caso de la señorita Dora para

exponer su trabajo sobre transferencia. Les leo la siguiente cita:

“Fundaré mi demostración en el caso de Dora, por representar en la experiencia todavía

nueva de la transferencia el primero en que Freud reconoce que el analista tiene en ella

su parte”26

Yo no creo que esta afirmación de Lacan sea necesariamente cierta. Si ustedes leen el texto

publicado por Freud, verán que él nunca reconoce haber tenido su parte en la aparición de la

transferencia. Lo que acepta es que cometió un error. Pero, ¿cuál fue tal error? No alcanzar a ver

cómo la transferencia se aproximaba hacia él como una ola gigante dispuesta a aplastarlo, acaso no

preverlo y dejarse aplastar, nada más.

De todas maneras es relevante que Lacan lo exponga de esa manera, porque es posible empezar a

observar cómo irá desprendiéndose lentamente de Freud. En el texto que trabajamos la semana

pasada se mantenía una lógica casi estrictamente freudiana, pero aquí la idea parece distanciarse.

¿Por qué el caso Dora? Porque allí Freud reconoce –en todo caso así gusta de pensarlo Lacan- que

el analista también tiene su parte en lo relacionado a la transferencia. Continúo con otra cita en el

mismo tenor:

“Es la primera vez que Freud da el concepto del obstáculo contra el que ha venido a

estrellarse el análisis bajo el término de transferencia”27

Creo que esa afirmación sí es más acertada, el caso Dora es el caso en el que Freud descubre -

¿podríamos acaso decir inventa?- la transferencia. Si ustedes se adentran, por ejemplo, en los

Estudios sobre la histeria28, no van a encontrar nociones propiamente transferenciales, porque éstas

surgen y se articulan en 1901 y son publicadas en 1905 con motivo del caso clínico. Es en aquella

época cuando a Freud se le presenta la transferencia como el primer obstáculo con el cual el

psicoanalista tropieza en la cura, y quizás eso da cuenta de la razón por la que Lacan retoma el caso

Dora para su Intervención sobre la transferencia.

26
Ibíd., pág. 211
27
Ibíd., pág. 212
28
Freud, Sigmund. Estudios sobre la histeria en Obras Completas, Tomo II, Ed. Amorrortu, Buenos Aires,

2003.
37 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Permítanme plantear una aclaración, y es que tanto Freud como Lacan sostienen que en el caso de

Dora existió un error, sólo que no hay coincidencia en cuál fue aquel error. Pongo esto sobre la

mesa rápida y casi irresponsablemente, pero lo retomaré más adelante. Si ustedes revisan el texto

de 1905 -publicado en el tomo VII de la edición de Amorrortu29-, podrán observar cómo, desde la

perspectiva de Freud, su error consistió, básicamente, en no percatarse del surgimiento de la

transferencia. ¿Qué significa esto? La idea de Freud consiste en pensar que la señorita Dora lo

coloca transferencialmente en un lugar similar al del señor K. y, por ende, puede suponer que ella

abandona el tratamiento tal y como abandona al Sr. K. Imagino que pensarlo de esta manera no

genera ninguna dificultad para ustedes: Dora sostuvo inicialmente un vínculo con un objeto

primordial/arcaico que es su propio padre, posteriormente aquel vínculo se recrea con otra

persona en su lugar, el Sr. K y, por último, el mismo vínculo se reactiva con el analista. Pienso que

hasta aquí no hallamos ninguna dificultad ¿Cuál es el error, entonces, de Freud? El error de Freud

–desde su propio punto de vista- consistió en no percatarse de que la paciente lo estaba ubicando

justamente en ese lugar transferencial. A raíz de este caso, Freud plantea la existencia de algo que

él mismo denomina neurosis de transferencia, en la que el paciente revive los vínculos primarios con

y sobre la figura del analista. Justamente por eso puede observarse un fenómeno particular en el

cual los síntomas del paciente fuera del dispositivo clínico remiten claramente, pero el vínculo con

el analista se ve afectado por la problemática neurótica. Ahora bien, la pregunta que aun quedaría

pendiente por responder, y en torno a la que les propongo analizar todo lo que articularé a

continuación, es: ¿cuál es el error de Freud, según Lacan?

Quisiera leerles una cita más. Recuerden que durante el texto Lacan analiza las afirmaciones de la

paciente y las intervenciones de Freud en una correlación dialéctica, pero sostiene que la

inteligencia de Freud le permitió, únicamente, efectuar dos de esas inversiones dialécticas. Es

precisamente la ausencia de una tercera la que interrumpe el desarrollo y, como consecuencia, el

tratamiento. Pero, ¿cuál habría sido para Lacan aquella tercera inversión que faltó pronunciar? Les

comparto la cita:

29
Freud, Sigmund. Fragmento de análisis de un caso de histeria, Tomo VII, Ed. Amorrortu, Buenos Aires,

2003.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 38

“Si Freud en una tercera inversión dialéctica hubiese pues orientado a Dora hacia el

reconocimiento de lo que era para ella la señora K…, obteniendo la confesión de los

últimos secretos de su relación con ella, ¿qué prestigio no habría ganado él mismo (no

hacemos sino tocar aquí la cuestión del sentido de la transferencia positiva), abriendo

así el camino al reconocimiento del objeto viril? Ésta no es mi opinión sino la de

Freud”30

Cuando el analista interviene de forma correcta, genera una cierta transferencia positiva. Quizás lo

que Lacan está tratando de decir es que si Freud se hubiera dado cuenta y hubiera reorientado a

Dora hacia comprender qué era realmente lo que se tornaba tan atractivo para ella de la Sra. K.,

hubiera quedado muy bien, hubiera generado una transferencia positiva. Sin embargo no pudo

hacerlo, claro está. Continúo un poco más:

“Pero el hecho de que su falla fuese fatal para el tratamiento, lo atribuye a la acción de la

transferencia […], al error que le hizo posponer su interpretación”31

Acaso esta sea la razón por la cual la transferencia resulta tan relevante para Freud en el caso Dora,

porque le orilla a fallar y esto desemboca en la interrupción del tratamiento. De hecho, el auténtico

título de publicación del caso Dora es Fragmento de análisis de un caso de histeria, y es un fragmento

porque nunca se completó. ¿Qué más hubiera querido Freud que publicar un caso completo? ¡Él

parecía tener una fascinación por publicar! Pero le fue imposible debido a la interrupción de la

paciente. Sin embargo, el gran descubrimiento que Dora le deja a Freud –“descubrimiento”, entre

comillas, por supuesto- es que la aparición del fenómeno transferencial puede resultar en la

interrupción de un análisis.

Les propongo ahora que recuperemos la cita en la que Freud mismo sostiene que su gran error fue,

justamente, no reparar en la aparición de la transferencia. Error que, insisto, no es el mismo que

señala Lacan. La cita es un poco extensa32 pero pueden encontrarla en el Tomo VII de las Obras

Completas editadas por Amorrortu. Cito textual de Freud:

30
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, pág. 216, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
31
Ibídem.
32
Freud, Sigmund. Obras Completas, Tomo VII, págs. 103-104, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
39 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Me vi obligado a hablar de la trasferencia porque sólo este factor me permitió

establecer las particularidades del análisis de Dora. Lo que constituye su ventaja y lo

hizo parecer apto para una primera publicación introductoria -su particular

trasparencia- guarda íntima relación con su gran falla, la que llevó a la ruptura

prematura. Yo no logré dominar a tiempo la trasferencia; a causa de la facilidad con que

Dora ponía a mi disposición en la cura una parte del material patógeno, olvidé tomar la

precaución de estar atento a los primeros signos de la trasferencia que se preparaba en

otra parte de ese mismo material, que yo todavía ignoraba. Desde el comienzo fue claro

que en su fantasía yo hacía de sustituto del padre lo cual era facilitado por la diferencia

de edad entre Dora y yo”

¿Con cuántos años contaba Dora cuando llegó al consultorio de Freud? En la historia clínica se

afirma que Dora tenía dieciséis años, y Freud contaba ya con cuarenta y dos. Es decir, es claro que

tranquilamente podría haber sido su hija.

“Y aun me comparó conscientemente con él; buscaba angustiosamente asegurarse de mi

cabal sinceridad hacia ella, pues su padre «prefería siempre el secreto y los rodeos

tortuosos»”

Freud intenta dejar extremadamente claro el desplazamiento transferencial. Es como si Dora le

dijese: «Usted se parece a mi padre Dr. Freud, ojalá usted no me mienta como mi padre me miente». ¿Por

qué supondría Dora que Freud puede mentirle? Por transferencia pura.

“Después, cuando sobrevino el primer sueño, en que ella se alertaba para abandonar la

cura como en su momento lo había hecho con la casa del señor K., yo mismo habría

debido tomar precauciones, diciéndole: «Ahora usted ha hecho una trasferencia desde el

Señor K. hacia mí. ¿Ha notado usted algo que le haga inferir malos propósitos,

parecidos (directamente o por vía de alguna sublimación) a los del Señor K.? ¿Algo le ha

llamado la atención en mí o ha llegado a saber alguna cosa de mí que cautive su

inclinación como antes le ocurrió con el Señor K.?»”

¿Se alcanzan a entender las preguntas de Freud? Él mismo propone lo que tendría que haber

hecho: ahondar en el problema transferencial, avanzar directamente y atacar frontalmente la


LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 40

transferencia. No trata de maniobrar para no abordarla, y es justamente lo que él aconseja hacer en

estas situaciones.

“Entonces su atención se habría dirigido sobre algún detalle de nuestro trato, en mi

persona o en mis cosas, tras lo cual se escondiera algo análogo, pero

incomparablemente más importante, concerniente al Señor K. Y mediante la solución

de esta trasferencia el análisis habría obtenido el acceso a un nuevo material mnémico,

probablemente referido a hechos”

En la cita que acabo de leer puede observarse la solución que propone Freud para el problema

transferencial. En un primer momento, en el momento del descubrimiento, la transferencia se le

presentó a Freud como un obstáculo técnico, pero en un segundo momento parece entenderla,

más bien, como una herramienta. Es decir, si aquel obstáculo se analiza y ese análisis brinda nuevo

material mnémico en las asociaciones, entonces la transferencia pasa de ser un obstáculo a una

herramienta de trabajo.

“Pero yo omití esta primera advertencia; creí que había tiempo sobrado, puesto que no

se establecían otros grados de la trasferencia y aún no se había agotado el material para

el análisis. Así fui sorprendido por la trasferencia y, a causa de esa x por la cual yo le

recordaba al Señor K., ella se vengó de mí como se vengara de él, y me abandonó, tal

como se había creído engañada y abandonada por él. De tal modo, actuó un fragmento

esencial de sus recuerdos y fantasías, en lugar de reproducirlo en la cura. No puedo

saber, desde luego, cuál era esa x: sospecho que se refería a dinero, o eran celos por otra

paciente que tras su curación siguió vinculada a mi familia. Cuando en el análisis es

posible replegar tempranamente las transferencias, su curso se vuelve más oscuro y se

retarda, pero su subsistencia queda mejor asegurada frente a resistencias repentinas e

insuperables”

Bien, hasta aquí la cita. Creo que ya expuesta de este modo, la opinión de Freud queda bastante

clara: para él su falla fue no haberse percatado de la transferencia de Dora.

Les propongo volver al texto de Lacan. Quisiera retomar una cita en la que, a mi parecer, queda

esclarecido cuál es el error que Lacan sostiene que Freud cometió:


41 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Es por haberse puesto un poco excesivamente en el lugar del Sr K... por lo que Freud

esta vez no logró conmover al Aqueronte”33

Es justamente en estas palabras donde puede observarse una diferencia clave entre Freud y Lacan:

el problema para Freud es la transferencia y el problema para Lacan es la contratransferencia.

Freud sostiene que su error fue no alcanzar a ver el surgimiento de la transferencia, pero el error

para Lacan va mucho más allá. Consiste en colocarse en un lugar, haberse puesto un poco

excesivamente en ese lugar. La diferencia entre ser puesto -se entiende que de forma pasiva- por la

paciente, y haberse puesto –de forma activa-, plantea una posición radicalmente distinta. Él se puso

allí, no fue que ella lo pusiera allí. En cierto sentido, el hecho de que la paciente lo hubiera puesto

en el lugar del Sr. K. –de forma tan claramente transferencial- es incluso esperable, pero el hecho

de que él se haya colocado allí, no lo es tanto, y para Lacan ese parece ser el error. Continúo con

otra cita en ese mismo tenor:

“Freud en razón de su contratransferencia vuelve demasiado constantemente sobre el

amor que el señor K... inspiraría a Dora y es singular ver cómo interpreta siempre en el

sentido de la confesión”34

Quien revise el texto podrá observar a Freud increpando constantemente a Dora con frases que

sugieren que ella está enamorada del Sr. K. Pienso que la hipótesis de Freud es que Dora, en

realidad, gusta de aquella situación de acoso por parte del Sr. K., e insiste una y otra vez

interpretando en ese sentido. ¿Recuerdan la escena sucedida en la tienda del Sr. K.? Recordarán

que el Sr. K. arrincona a Dora para besarla, y cuando ella le cuenta el suceso a Freud, le explica que

lo vivió con mucho asco. Freud pregunta por qué, y ella responde que debido al olor a cigarro que

tenía el Sr. K. Freud no se muestra muy convencido por esa idea, y afirma que lo que seguramente

había sucedido es que en ese momento el Sr K. tenía una erección y ella sintió en el abdomen la

presión del pene, que eso le agradó y, por ende, le dio asco. No será este el lugar ni el momento

para discutir si Freud está o no en lo correcto, pero lo que parece quedar claro es que su tesis sería

33
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, pág. 217, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
34
Ibídem.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 42

que Dora está enamorada del Sr. K. De hecho, existen varios momentos del texto en los que da la

sensación de que Freud desearía que Dora confiese estar enamorada del Sr. K.

Ahora bien, Lacan da un paso más allá y propicia otra vuelta de tuerca: no es que Dora realmente

estuviera enamorada del Sr. K., sino que debemos adjudicarle esta idea a la contratransferencia de

Freud. ¡Ésta parece ser la hipótesis de Lacan! Sigan el planteamiento lógico: Tenemos dos

personajes iniciales, Dora y el Sr. K., ¿Cuál es la hipótesis de Freud? Que Dora está enamorada del

Sr. K. Posteriormente surge en Freud otra hipótesis, una de orden transferencial ¿Cuál es? Que por

obra de la transferencia el lugar que en la mente de Dora ocupaba el Sr. K. vino a ser ocupado por

Freud. Entonces, ¿Cuál es el la conclusión? ¡Freud piensa que Dora está enamorada de él!

¿Cuál es la aclaración que, con este escrito, Lacan trata de introducir? Que, en realidad, se trata de

los deseos inconscientes del propio Freud puestos en Dora. Entonces queda tácitamente planteada

una pregunta, y es: ¿Quién está enamorado de quién?

En el Seminario 8 sobre la transferencia, Lacan prácticamente comienza su argumento diciendo: “Al

comienzo de la experiencia analítica, recordémoslo, fue el amor”,35 acaso parafraseando a los textos

sagrados. Pero ¿A qué se refiere? Quizás se refiera a que la experiencia inicial del movimiento

psicoanalítico fue la del amor. Cualquiera podría llegar a pensar que se está haciendo referencia a la

señorita Anna O. y al hecho de su enamoramiento del doctor Breuer, pero Lacan afirma

claramente otra cosa:

“El accidente inaugural, que hizo desistir al eminente Breuer de permitir la

continuación de la primera experiencia, no obstante sensacional, de la talking cure, es

muy evidente que era una historia de amor. Esta historia de amor no existió sólo por

parte de la paciente, de esto tampoco cabe duda […] Está claro que Breuer amó a su

paciente”36

La historia oficial que Freud relata en la biografía escrita por Jones sostiene que la paciente se

enamoró de su médico, pero quizás habría que resaltar no únicamente que Anna O. estuviera

35
Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 8: la transferencia, pág. 12, Ed. Paidós. Buenos Aires,

2009.
36
Ibíd., págs. 216.
43 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

enamorada de Breuer, sino también a la inversa: si allí existió amor, éste no provenía de un sólo

lado. Creo que lo que Lacan deja entrever en el análisis Freud/Dora parece ser una situación

similar. Pero por lo pronto, y si no quisiéramos ahondar más en este tema, al menos tendríamos

que aceptar que lo que está planteando abiertamente es que la cuestión de que Freud se pusiera en

la posición del Sr. K., tiene que ver más con Freud que con Dora.

Fue necesario introducir todas estas cuestiones preliminares para poder comenzar a trabajar la

noción de transferencia que podemos encontrar en este texto. Continúo con otra cita para

profundizar de lleno en el tema:

“Así la detención del proceso dialéctico arroja como saldo un aparente retroceso...”37

Lacan se refiere a la detención del proceso dialéctico que, en este texto en particular, podría

describirse así: Dora postula un primer desarrollo, «Mi padre me entrega a otro hombre, a modo de

intercambio, para poder sostener su amorío con la esposa de dicho hombre». A esta primera afirmación,

Freud opone una primera inversión dialéctica. Ahora bien, a esta inversión dialéctica se le

presenta una segunda afirmación de la verdad, a la cual Freud opone una segunda inversión

dialéctica. Luego del tercer desarrollo de la verdad efectuado por Dora, el análisis se vio

interrumpido. Pero –al menos desde la perspectiva de Lacan- si Freud hubiera podido plantear una

tercera inversión dialéctica nos hubiera sido revelado el valor real del objeto que era la Sra. K. para

Dora ¿Cuál es éste? No un individuo, no una persona, sino un misterio, el misterio de la

femineidad: ¿Qué es una mujer?38

Es justamente a esto a lo que Lacan llama el movimiento dialéctico que se genera dentro del

análisis: cuando se postula una hipótesis, una antítesis y una síntesis, a la cual se le opone,

posteriormente -puesto que esa síntesis termina convirtiéndose en una nueva hipótesis-, otra

antítesis. Es decir, quizás tendríamos que entender dialéctico en el sentido en que podrán hallarlo

en la obra de Hegel y no en el sentido que encontrarán en Platón.

Continúo con una cita en la que pienso que Lacan postula su idea de transferencia:

37
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, pág. 218, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
38
Ibíd., págs. 212-214.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 44

“¿Qué es finalmente esa transferencia de la que Freud dice en algún sitio que su trabajo

se prosigue invisible detrás del progreso del tratamiento y cuyos efectos por lo demás

‘escapan a la demostración’? ¿No puede aquí considerársela como una entidad

totalmente relativa a la contratransferencia […]?”39

Y aquí ya podemos encontrar un quiebre. Freud no habló nunca de contratransferencia en sus textos

publicados, solamente lo hizo en su correspondencia epistolar. El concepto de contratransferencia es

un concepto creado por Freud, pero trabajado, extensa y fundamentalmente, por los

postfreudianos y los kleinianos.

Acaso sea pertinente tomarnos un momento para analizar el concepto de contratransferencia. ¿Qué

significa contratransferencia dentro del paradigma clásico psicoanalítica de la IPA de los años treinta

o cuarenta? ¿Por qué se llama contratransferencia para empezar? Justamente por ser la contraparte

de la transferencia. Para decirlo todo, la contratransferencia es aquello que siente el analista debido a

la transferencia del paciente. Es decir, supongamos que un paciente se ubica siempre en la posición

de ser odiado, y por ende su analista descubre, un día, que lo odia ¡Eso es contratransferencia! Lo

que el paciente hace sentir al analista debido a su forma de transferencia. Lo que trato de preguntar

es qué sucedía antes de la publicación de este texto, cómo se concebía la noción de

contratransferencia. En realidad, si somos estrictos, y al menos en su concepción clásica, la

contratransferencia no tiene nada que ver con el analista. De hecho, al asistir a congresos de

psicoanalistas no lacanianos podrán observar que el paradigma que allí se sostiene propone que si

el psicoanalista tiene sueño durante la sesión eso proviene del paciente, si el analista siente hambre

eso proviene del paciente, si el analista se aburre durante la sesión eso proviene del paciente ¿La

contratransferencia siempre proviene del paciente? ¡Al parecer sí! Porque la contratransferencia es

relativa a la transferencia, es únicamente el efecto de lo que el paciente deposita sobre el

psicoanalista.

De esta manera es fácil comprender cómo comienza a utilizarse la contratransferencia como una

herramienta de trabajo: puesto que lo que yo siento habla de él por ser relativo a él, yo puedo saber

sobre él a partir de eso que siento. No encontrarán un psicoanalista de aquella época que pudiera

afirmar: «Yo sentí esto o lo otro por mis ideas o prejuicios», «Yo sentí sueño porque anoche no dormí bien».

39
Ibíd., pág. 218.
45 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La contratransferencia es posible puesto que trabajan con la noción freudiana de encuadre, y si

siempre se mantiene el encuadre, uno es igual con todos los pacientes. La idea sería: «con todos los
pacientes me comporto igual, por ende, si con alguno me comporto de forma diferente debe ser que hay algo
de ese paciente implicado» ¿Se alcanza a ver la idea que está de fondo? Que la contratransferencia es

relativa a la transferencia. Es más, ¿cuál surge primero? La transferencia, allí no hay duda: el

paciente transfiere primero sus complejos inconscientes -generalmente edípicos- sobre la figura

del analista y, como efecto de eso, el analista comienza a pensar o sentir cosas. Lo que el analista

siente contratransferencialmente, surge de lo que el paciente siente transferencialmente. Quisiera ser

muy claro en una cuestión, esta concepción específica genera una ética y una técnica específicas, una

cierta posición por parte del analista.

Por eso quise compartirles esta cita, porque a mí me parece una bomba que Lacan coloca en el

centro de la IPA: «¿Qué es la transferencia?, ¿No puede aquí considerársela como una entidad totalmente

relativa a la contratransferencia?» ¡Lacan invierte los términos! En lugar de suponer que la

contratransferencia surge de la transferencia, propone lo contrario: ¿No será que, en realidad, la

transferencia surge de la contratransferencia? Es diametralmente opuesto. Pero quizás lo más

fuerte de la cita sea la forma en que va a definir contratransferencia, continúo leyendo textualmente:

“¿No puede aquí considerársela [a la transferencia] como una entidad totalmente

relativa a la contratransferencia definida como la suma de los prejuicios, de las pasiones,

de las dificultades, incluso de la insuficiente información del analista en determinado

momento del proceso dialéctico?”40

Parece que la contratransferencia es el conjunto de una serie de cosas terribles. Vamos a analizarlas

por partes. Los prejuicios del analista como las formas predispuestas de aproximarse hacia las

cuestiones que envuelven la clínica. Sus pasiones, a las que habría que entender en el sentido, por

ejemplo, de La pasión de Cristo; no como algo que al analista le gusta o le atrae, sino como lo que le

apasiona en el sentido del pathos griego, aquello de lo que padece, de lo que sufre. Cuando Lacan

dice dificultades o insuficiente información está dando un golpe bajo, porque lo que está señalando

son las dificultades intelectuales y la ignorancia que observa en los analistas.

40
Ibídem.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 46

Volvamos al ejemplo de Freud. Si el error contratransferencial de Freud fue ponerse demasiado en

el lugar del Sr. K. ¿Podríamos decir que aquella contratransferencia surge como un efecto de los

prejuicios, las pasiones, las dificultades y la insuficiente información de Freud? Tiene sentido. Lo

que Lacan sostiene es que si Freud no se hubiera puesto en ese lugar, nunca hubiera visto surgir la

transferencia en Dora. Esta es la propuesta radicalmente novedosa de Lacan.

Me interesa que observen el desarrollo de esta inversión fundamental. Si la aparición del

contenido contratransferencial genera una detención en el proceso dialéctico y, por ende, la

aparición de la transferencia, la responsabilidad por esa detención recae sobre el analista. Este

simple hecho –estén o no ustedes de acuerdo con él- coloca ya al analista en una posición distinta.

La lectura de la situación ya no es la misma, varía mucho de aquella posición que podría sostener

que si el paciente interrumpe el tratamiento es debido a que tiene mucha pulsión de muerte, o una

compulsión a repetir, o mucho goce mortífero. Desde esta perspectiva, si el paciente interrumpe

estamos técnicamente obligados al menos a cuestionarnos si no hay algo relativo a nosotros puesto

en juego. Ya no podemos evaluar igual las apariciones transferenciales del paciente. Cuando Dora

interrumpió su análisis, ¿había allí algo de Freud en juego? Para Lacan, sí.

Continúo con la cita para dejar clara la idea de transferencia:

“Dicho de otra manera, la transferencia no es nada real en el sujeto, sino la aparición, en

cierto momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes

según los cuales constituye sus objetos”41

Si Freud hubiera escuchado que la transferencia no es nada real en el sujeto, probablemente hubiera

expulsado a Lacan del movimiento psicoanalítico. Pero el planteamiento es sumamente interesante.

Imaginen el trabajo clínico: el paciente sostiene una cosa, el analista introduce otra y esto les lleva

automáticamente a algo diferente. Si el paciente llega y expone un planteamiento de la verdad, lo

esperado será que el analista genere una inversión dialéctica y ésta, a su vez, desencadene otro

planteamiento. Ese es el movimiento dialéctico. Pero si el paciente establece un tercer

planteamiento de la verdad y el analista no dice nada, ¿qué sucederá con el desarrollo dialéctico? Se

interrumpe.

41
Ibíd., pág. 219.
47 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Claramente, el siguiente paso debería consistir en plantearnos por qué en este desarrollo dialéctico

el analista no agregaría otra inversión. Quizás por prejuicioso, por apasionado, por tonto o

ignorante. Lo que está claro es que si no se plantea otra inversión se interrumpe el proceso

dialéctico. ¿Y qué sucede cuando se interrumpe el proceso dialéctico? ¿Qué surge aquí antes de la

interrupción del análisis? Lo que surge es la transferencia.

Cuando se detiene el proceso, cuando se interrumpe el movimiento, cuando el análisis se estanca,

el analista nota el cambio, la situación se torna pantanosa. Un análisis que venía bien, en el que el

paciente asociaba y en el que había movimiento, de pronto comienza a volverse tedioso, pantanoso,

y uno tiene la sensación de que algo no anda bien. Incluso es en ese momento cuando el analista

llama al supervisor. Algo no camina, la cosa parece atorada. Es en ese contexto en el que vemos

surgir cuestiones transferenciales que se tornan muy incómodas, sobre todo para los analistas

jóvenes. ¿Por qué es incómoda la transferencia? Tan sólo imaginen esta situación: Ustedes

atienden a un paciente cuyo análisis va muy bien, asocia libremente, habla de su madre, de su

padre y luego de su novia. Pero de pronto, un día, aparentemente de la nada, el paciente les dice:

«¡Ay doctora! Qué bonita se ve hoy»; o podría decirles: «¿Sabe qué doctora? Hoy llegué diez minutos antes

y me quedé esperándola en la puerta. Noté que llegó un poquito tarde, ¿Por qué?» Comienzan a surgir

cosas que antes ustedes no escuchaban en el discurso de ese paciente, cosas que no se habían

presentado. Él comienza a hablar sobre si ustedes son bonitas, o son feas, sobre si llegan tarde,

sobre el porqué de la posición del diván, sobre si el techo está sucio. Y eso, a nosotros, que nos han

entrenado para tratar de mantenernos fuera del dispositivo, nos es incómodo. A medida que la

transferencia se hace presente, el analista comienza a verse cada vez más involucrado en el discurso

del paciente.

¿Qué sucede, entonces, cuando se estanca la dialéctica propia del análisis? Aparecen los modos

permanentes según los cuales el paciente constituye sus objetos. Es precisamente eso lo que

observó Freud, por eso se le hizo patente la repetición, la estrecha relación entre este vínculo y los

vínculos primarios. El paciente no se quejará de cualquier cosa, cada paciente se quejará de cosas

que le sean relevantes, y serán o no relevantes dependiendo de la forma en que constituye sus

objetos.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 48

Si destaco esto es porque queda clara la razón por la cual Freud entiende como transferencia el

hecho de que el paciente vea al analista como si fuera alguien perteneciente a su propia historia,

porque lo que se transfiere es una forma particular de constituir objetos, una forma particular de

amar, para decirlo en otros términos. Es cierto que el analista observará un cierto modo de

constitución de objetos, pero no porque esto sea algo real, dice Lacan. En realidad, si la

transferencia surge se debe a que un error fue cometido.

Esta es la hipótesis de este texto sobre la transferencia. En el año 1951, la hipótesis podría

resumirse en esta frase: Si hay transferencia, hay error. Lacan lo expondrá más adelante: la

transferencia funciona como una forma de ver cómo vamos, como una brújula o un indicador.

Quizás por eso, la pregunta por la transferencia es importante en la supervisión. Aunque, de todas

maneras, allí tenemos un problema grave. Y es que el psicoanalista –en general- sólo recurre a la

teoría y a la supervisión cuando las cosas van mal.

Continúo un poco más en esta misma línea:

“¿Qué es entonces interpretar la transferencia? No otra cosa que llenar con un engaño el

vacío de ese punto muerto. Pero este engaño es útil, pues aunque falaz, vuelve a lanzar

el proceso”42

Creo que el planteamiento es sumamente claro: La transferencia, ¿es algo real en el sujeto? No. ¿Es

útil? Sí. ¿Por qué? Porque en un momento de estancamiento vuelve a echar a andar el proceso

dialéctico. Para Lacan, la interpretación transferencial es un engaño, es señalar un punto que en

realidad no es nada, pero con esta interpretación –que es esencialmente falaz- se vuelve a lanzar el

proceso.

¿Qué será entonces interpretar la transferencia en el dispositivo? ¡Un engaño! Útil, quizás, pero un

engaño al fin. Imagino que Freud no hubiera estado de acuerdo con este planteamiento, quizás

porque para Freud el análisis tenía una cierta relación con la verdad. Ustedes recordarán que él

sostenía que el analista no debía mentir al paciente, por dos razones fundamentalmente. La

primera, porque así como se exige que el paciente diga todo, la posición correspondiente para el

analista es la de la veracidad. Y, en segundo lugar, porque si por alguna situación descubriese que

42
Ibídem.
49 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

le mentimos, la confianza necesaria para el establecimiento del dispositivo se vería afectada. Esa

era la idea de Freud.

Pero, ¿qué está diciendo Lacan aquí? Pareciera proponer al engaño como una posibilidad técnica,

¡Técnica! No ética. Es decir, si fuera técnicamente necesario, el analista puede engañar al paciente.

Si para volver a lanzar el proceso es necesario engañarlo interpretando la transferencia, entonces

engáñenlo. Interpreten la transferencia aunque ésta no sea veraz.

Quisiera insistir en este punto: si el analista no hubiese cometido inicialmente un error, el paciente

nunca se hubiera enfrentado al surgimiento de la transferencia –lo explicaré en un momento-.

Pero una vez cometido aquel error, es posible interpretar dicha transferencia para volver a

propiciar la cadencia dialéctica propia de la situación analítica.

La posición de Lacan frente al engaño es curiosa, porque Freud –y probablemente una gran

cantidad de psicoanalistas- no estarían de acuerdo en obrar de ese modo. Pero quizás lo debamos al

hecho de que para Lacan esas interpretaciones transferenciales no son otra cosa que llenar con un

engaño el vacío de aquel punto muerto surgido en el dispositivo. Entonces este engaño es útil,

porque aun cuando es realmente falaz, vuelve a lanzar el proceso dialéctico.

Si nosotros estableciéramos un corte en el desarrollo del concepto de transferencia en Lacan

situándonos en el año 1951, podríamos decir que la transferencia se presenta como un error

técnico. Acaso deberíamos decir que funciona, cuando menos, como un indicador del error: si no

hay error, no hay transferencia. Es cierto que la transferencia conlleva algo de repetición, y que

aquello que se repite es el modo permanente de constitución del objeto, pero no se hará presente si

no existe una detención del proceso dialéctico. Cualquiera podría entonces preguntarse: ¿Uno

podría atravesar todo un análisis sin la aparición de cuestiones transferenciales en el dispositivo?

No puedo responder a esa pregunta, pero sí podríamos decir que -insisto, al menos en este

momento- la transferencia surge como reflejo de un error del analista y es de índole

contratransferencial,

“Así la transferencia no remite a ninguna propiedad misteriosa de la afectividad, e

incluso cuando se delata bajo un aspecto de emoción, éste no toma su sentido sino en

función del momento dialéctico en que se produce. Pero este momento es poco
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 50

significativo puesto que traduce comúnmente un error del analista, aunque sólo fuese el

de querer demasiado el bien del paciente cuyo peligro ha denunciado muchas veces

Freud mismo”43

Si no conlleva per se ninguna propiedad misteriosa relacionada con lo afectivo, aun cuando se

presente bajo el aspecto de emoción, la esencia de lo transferencial y su sentido particular

dependen exclusivamente de en qué momento se interrumpa el proceso, el sentido puede leerse

únicamente en ese contexto. Momento en el cual se produce un error por parte del analista,

aunque el error sea el de querer demasiado el bien del paciente, que es un error ya señalado por

Freud: Furor Sanandis ¿Recuerdan? Desear demasiado el bienestar del paciente puede orillar al

analista a cometer errores técnicos.

Técnicamente, la relevancia de la transferencia es su función de brújula, cuando el analista

comienza a verla presente en el dispositivo puede intuir que algo no va bien. Aquí puede

observarse una relación estrecha y clara con la idea inicial de Freud sobre la transferencia como

resistencia. El valor resistencial de la transferencia puede verse incluso cuando ésta sea positiva: si

el paciente destina toda la sesión a divagar sobre cuán inteligente es su analista esto es tan

resistencial como si hablara de cuánta inteligencia le falta; la clave está en cómo se utiliza para

resistir. Les comparto una última cita:

“Creemos sin embargo que la transferencia tiene siempre el mismo sentido de indicar

los momentos de errancia y también de orientación del analista y el mismo valor para

volvernos a llamar al orden de nuestro papel: un no actuar positivo con vistas a la

ortodramatización de la subjetividad del paciente”44

Justamente a eso me refiero con que la función de la transferencia pareciera similar a la de una

brújula, pareciera que va a dar cuenta de momentos en los que el analista puede estar

equivocándose y momentos en los que no, según su presencia o su ausencia. Y también puede

leerse en ella una invitación ética y técnica -porque nuestra ética es técnica, al fin y al cabo-, que es

la de llamarnos a nuestro papel como analistas. Lo señalo porque la pregunta por nuestro papel es

una pregunta muy recurrente. Es común que la gente pregunte qué hace un psicoanalista, y quizás

43
Ibídem.
44
Ibíd., pág. 220.
51 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

lo más preocupante no es que la gente lo pregunte sino que los analistas casi nunca sepamos qué

responder. Es un problema que Lacan trabajó muchísimo. Los invito a que piensen si no es algo

grave que hacia el interior de una disciplina, sus miembros, quienes ejercen un papel, desconozcan

cuál es ese papel y cómo se ejerce.

Y, sinceramente, no creo que toda esta idea actual sobre el psicoanálisis como una disciplina oscura,

intrincada, artística o misteriosa, nos ayude a salir del problema. A veces pienso que es más una

forma de ocultar nuestra ignorancia sobre lo que realmente hacemos que una verdadera definición

de lo que el análisis es. Pienso que un verdadero conocedor, alguien que entiende y manipula con

fluidez los conceptos y los lineamientos técnicos de su disciplina debería poder explicar la esencia

de dicha disciplina a un chico de ocho años y que éste le entienda. Es un tanto sectaria y fanática la

postura que sostiene que uno sólo puede entender cómo funciona el psicoanálisis si asiste a un

tratamiento psicoanalítico o si gusta de esta disciplina. A mí me gusta pensar que es posible

transmitir racionalmente lo que el psicoanálisis es, incluso, si la otra persona no está de acuerdo.

Uno puede entender cómo funciona el psicoanálisis y, posteriormente, concluir que es una

disciplina infértil.

En esta cita hay una noción de lo que un psicoanalista hace, ahora trataremos de explicar cuál es.

¿Qué es un no actuar? Claramente un no hacer ¿Y qué significa positivo? Lo pregunto porque la cita

se refiere a un no actuar positivo. Para tratar de aclarar un poco la situación, piensen que si cualquier

persona se sienta frente al panadero y comienza a contarle sobre el pesar que le genera el hecho de

que su familia no lo quiera, el panadero podría darse la media vuelta e irse. Ese también es un no

actuar. Por eso es pertinente preguntar qué es un no actuar positivo. Creo que Lacan se refiere a un

no hacer activo, a que uno elige activamente no hacer algo. No es que uno no lo haga porque no le

da la gana, o porque simplemente no le interesa. Si alguien se sentara en un café y le dice a la

persona de al lado: «Disculpe, ¿le puedo contar algo? Es que estoy un poco triste», la otra persona podrá

responder: «No, estoy trabajando en mis cosas». E, insisto, ese también es un no hacer, pero no un no

hacer positivo, es decir activamente no hacer. A lo que me refiero es que uno puede activamente

decidir no actuar, y esto sería un no actuar positivo. Pero, ¿con vistas a qué? ¿No actuar en función

de qué? Sería la siguiente pregunta obligada. ¡En función de la ortodramatización subjetiva del

paciente! Entonces es un no actuar positivo con vistas a ésta forma en la que se dramatiza el sujeto
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 52

del paciente, es decir, la forma regia mediante la cual se despliega, para el paciente, un escenario en

el cual hay personajes. Frente a eso el analista no actúa.

¿Recuerdan la noción freudiana de La novela familiar del neurótico45? En la novela familiar de un

neurótico, él es uno de los personajes pero hay otros. La sesión pasada destacábamos cómo es que

el paciente pretende que el analista forme parte de aquella novela, que represente a un personaje:

quien lo ama, quien lo odia, quien lo desprecia, algún personaje. Esta representación dramática es

algo que se alcanza a ver muy claramente en las constelaciones familiares –tan populares en este

último tiempo-. Hay gente que cree que las constelaciones implican algo en el orden de lo mágico,

nosotros, en psicoanálisis, hace cien años que las hacemos. La única diferencia es que nosotros, al

no tener un prejuicio sustancialista, no requerimos que los personajes estén representados por

gente de carne y hueso. Pero, al fin y al cabo, el sujeto del psicoanálisis es una constelación.

Entonces, a modo de resumen de lo expuesto el día de hoy podríamos decir que la idea general del

texto propone a la transferencia como una suerte de indicador que refleja el curso del análisis. Si se

hace presente la transferencia puede inferirse que se detuvo el movimiento dialéctico -que en este

momento es lo más importante para Lacan-. Surge la transferencia, la figura del analista es

construida según el modo permanente de constitución de los objetos por parte del paciente y, por

ende, la intervención debe apuntar a generar que el analista regrese a su papel. A diferencia de lo

que sucedió con Freud en el caso de la señorita Dora, el analista deberá regresar a su papel ¿Cuál es

su papel? Un no actuar positivo en función de la ortodramatización que depende, a su vez, del

sujeto de cada caso. Pero el papel es justamente el no actuar. Actitud que es diametralmente

opuesta a la noción de contratransferencia, puesto que en ella lo que mueve al analista a actuar son

sus prejuicios, pasiones, dificultades, y su falta de información.

Una falta de información que puede analizarse desde el aspecto más básico. Si algún analista llegase

a enamorarse de su paciente, pero previamente ha leído a Freud, lo más probable es que piense que

está cometiendo un error técnico. ¿Cómo lo sabe? ¿De dónde lo aprendió? Lo dice aquí, uno lo

aprende leyendo el libro. Pero si aquel analista no ha leído a Freud y se enamora de su paciente, ¿Es

posible que aquella contratransferencia provenga de su ignorancia? La pregunta es si deberíamos

45
Freud, Sigmund. La novela familiar del neurótico en Obras Completas, Tomo IX, Ed. Amorrortu, Buenos

Aires, 2003.
53 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

juzgar igual el caso de un psicoanalista que se casa con su paciente al de un psicólogo que hace lo

mismo. Quizás el psicólogo siente amor, pero el analista estaría obligado a sospechar de eso que

siente como amor. Les recomiendo la lectura de la tesis doctoral de Lacan,46 el caso Aimé. A Lacan

le sucedió algo sorprendentemente similar a lo que le sucedió a Breuer con Anna O, y a Freud con

Dora, no puede ser casualidad.

46
Lacan, Jacques. De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires,

2006.

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