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REFORMISTA

El judaísmo reformista se funda en Alemania a principios del siglo XIX, como resultado
de la emancipación que sacó a los judíos del gueto y les dio igualdad de derechos. La
primera sinagoga reformista se fundó en Seesen, Alemania en 1810 y en Estados Unidos fue
en Charleston en 1836.
Desde sus inicios, el judaísmo reformista clásico eliminó la observancia obligatoria de
los mandamientos. Considera al judaísmo como una revelación en constante evolución,
donde sus aspectos éticos son más importantes que los aspectos rituales. Le dan más
importancia a que sus miembros tengan una experiencia espiritual personal, que el cumplir
con una serie de creencias y ritos establecidos. El judío reformista dialoga con la tradición,
la escucha y después practica su judaísmo a su manera. Esta postura altamente individualista
resultó en una falta de definición de principios claros que rigieran la conducta general de sus
miembros, lo que permitió una gran diversidad de rituales en sus templos.

Introdujeron el rezo al unísono en el idioma del país, el uso del órgano y de un coro, los
sermones semanales, la vestimenta del rabino y del jazán que imitaba a los pastores cristianos
y fomentaron el servicio de los viernes en la noche, para permitir a sus miembros seguir con
sus ocupaciones el sábado. Consideran las enseñanzas de los profetas bíblicos como
la parte central del judaísmo, por lo que Tikun Olam, el mejorar el mundo, es central en
su actividad comunitaria. Rechazaban el concepto del judaísmo como un pueblo, se
consideraban ciudadanos de religión judaica, por lo que se opusieron al movimiento sionista.
A raíz de la tragedia del Holocausto, del establecimiento del Estado de Israel, de la situación
del judaísmo soviético en su tiempo y especialmente del efecto que la Guerra de los Seis Días
tuvo en todo el mundo judío, el movimiento cambió. El nuevo judaísmo reformista ahora
acepta que son parte de una comunidad judía global, por lo que participan y apoyan a
Israel en todos los campos. También proponen un “regreso a la tradición,” reintroduciendo
costumbres que tenían valor sentimental, como la ceremonia de Bar Mitzvah o usar más
hebreo en el rezo, aunque sus miembros y congregaciones tienen la última palabra.
Promueven una completa igualdad en cuestión de género y de preferencia sexual. Su
programa Outreach busca atraer a matrimonios mixtos, con el objeto de integrar a la pareja
no judía. En 1983, reconoció que el judaísmo podía transmitirse tanto a través de la madre
como del padre, siempre y cuando los hijos reciban una educación de alguna forma judía. Su
postura plural atrajo nuevos miembros, convirtiéndolo en el movimiento judío más grande
en los Estados Unidos.
En 1999 adoptaron en Pittsburgh la “Declaración de Principios del Judaísmo
Reformista” que fue aprobada después de una acalorada discusión entre los delegados. Aun
así, cada comunidad y cada miembro del judaísmo reformista tiene la libertad de seguir esos
principios o no. Las recomendaciones de los órganos que rigen el movimiento reformista no
son obligatorias. Eugene Borowitz nos dice: “Los judíos reformistas pueden escoger para
ellos mismos no solo en lo que creen sino cómo deben actuar como judíos. Esta libertad de
escoger es poco usual en la religión, porque casi la mayoría de las religiones enfatizan la
disciplina y la obediencia”. En el movimiento reformista cada quien puede diseñar su propio
judaísmo como un traje a la medida.
Bibliografía: Explainig Reform Judaism, por Eugene B. Borowitz y Naomi Patz, y otras
fuentes.
https://www.enlacejudio.com/2016/06/08/el-judaismo-reformista-un-traje-a-la-medida/
CONSERVADOR

Durante siglos, dentro del judaísmo predominó una corriente ortodoxa unánimemente
aceptada y respetada. Pero, en 1789, la Revolución Francesa con sus postulados de igualdad,
libertad y fraternidad, trajo aparejadas profundas transformaciones en todos los niveles. Las
comunidades judías de Europa occidental se vieron afectadas por las nuevas ideas que
reclamaban un status equitativo para todos los individuos y que enfatizaban el predominio de
la razón por encima de la fe. La ortodoxia tradicional exigía la observancia estricta de todos los
preceptos religiosos sobre la base de la Torá o Biblia judía. Para muchos judíos, la esencia se
mantenía incólume ante el paso del tiempo, pero el ritual y las costumbres debían adecuarse a
los tiempos modernos.

Aparece, así, el movimiento Reformista el cual pretendía adaptarse a las condiciones de la


época, y el que interpretó la religión a la luz de las investigaciones científicas, rechazando las
implicaciones nacionalistas del judaísmo.
Es en este contexto cuando surge el movimiento Conservador que representa el punto
intermedio entre el tradicionalismo estricto de la ortodoxia y la modernidad racionalista del
reformismo. Los conservadores reconocen la importancia y autoridad de la Torá y de las leyes
rituales. Al mismo tiempo, aunque aceptan la necesidad de cambios en la interpretación de
estas leyes, exigen que tales modificaciones se realicen dentro del espíritu y el carácter de la
religión judía tradicional.

HISTORIA
El movimiento conservador -como una respuesta religiosa adicional a la condición
moderna- surgió a mitad del siglo XIX en Estados Unidos, con la creación del Seminario
Teológico de Nueva York en 1885. Los que se identificaron con esta corriente creían en la
emancipación, en la secularización del estado y en la occidentalización del judío. Aceptaban
que era inevitable el que se dieran cambios en los hábitos religiosos, y pusieron énfasis en el
hecho de que el pueblo judío era un organismo que renovaba su espíritu al responder
creativamente a los nuevos retos.
Esta actitud fue representada en este país por el rabino Isaac Leeser. Pionero en la
introducción del inglés en el servicio religioso, Leeser propuso modificaciones en el ritual.
Intentó cooperar con los líderes del movimiento reformista para organizar la Unión Rabínica y
Congregacional en la que las distintas fuerzas podrían cooperar en la creación de un cuerpo
religioso americano unificado.
Sin embargo, estos esfuerzos no tuvieron éxito. Las figuras rabínicas que arribaban
procedentes de Europa eran, en su mayoría, reformistas y luchaban contra la imposición de
antiguas restricciones o la creación de una nueva autoridad. El reformismo alcanza gran éxito,
y para fines del siglo XIX, un 88% de las sinagogas se identificaban con esta corriente. Pero,
muchos de los que se negaron a participar en el movimiento reformista cooperaron con los
conservadores. En Nueva York, el rabino Sabato Morris comenzó a presionar para que se
organizara una escuela rabínica dedicada al conocimiento y a la práctica del judaísmo
tradicional, como se ordena en la Ley de Moisés. En 1887 se organizó el Seminario Teológico
Americano (STA) en respuesta a lo que se consideraba un exceso racionalista y antihalájico
de los reformistas: (La Halajá es el cuerpo de leyes que rigen el comportamiento judío).
A principios del siglo XX, el STA recibió un gran impulso, gracias a la figura de Solomon
Schechter (1850-1915). Este consideraba que el judaísmo se moldeaba de acuerdo a los
cambios en las condiciones sociales y económicas, así como por su propia dinámica interna.
Por ello, para sobrevivir, el judío tendría que absorber parte de la civilización en la que vivía, y
a la vez, establecer sus propios valores culturales. La mezcla de la tradición y la sociedad
moderna constituía la base del judaísmo conservador.
Para 1920, muchas congregaciones se autodenominaban conservadoras e intentaban
hacer una síntesis entre el judaísmo como religión y como cultura. El movimiento conservador
creció y con el tiempo, se convirtió en una de las principales fuerzas religiosas.

SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS
Los conservadores se basan en la observancia de la Halajá con algunas modificaciones en
el estilo de vida. Los exponentes de este movimiento aceptan toda la estructura rabínica
tradicional. No obstante, permiten la interpretación de la ley de acuerdo a sus necesidades y
convicciones.
Los conservadores se caracterizan principalmente por:
- La observancia limitada de las leyes dietéticas. A diferencia de los ortodoxos que son
muy estrictos en la preparación de los alimentos y de los reformistas, que no proponen ningún
ajuste en la práctica de este ritual, los conservadores mantienen la observancia limitada
del kashrut o leyes dietéticas judías.
-La mezcla de hombres y mujeres. En las sinagogas conservadoras como las
reformistas, y a diferencia de las ortodoxas, no existe separación entre hombres y mujeres.
-La observancia del shabat. Mientras que los ortodoxos prohiben totalmente la utilización
del automóvil en shabat, y los reformistas lo permiten, los conservadores indican que se puede
viajar en coche para cumplir con los preceptos religiosos como lo es el de asistir a la sinagoga.
-La postura de la mujer dentro del ritual. Los conservadores como los reformistas,
permiten una mayor participación de la mujer; por ejemplo, pueden llevar el rezo y decir el
Kadish u oración en honor de un fallecido.
Los conservadores no se comprometen a una plataforma definida de principios y dogmas, y
mantienen una relativa apertura en los rituales y creencias de sus miembros. En la práctica,
pretenden perpetuar la tradición, cultivar la educación y encontrar la unidad entre los judíos.
Porque, a diferencia del movimiento reformista que enfatiza la idea de Dios, y de la ortodoxia
que se basa en la Torá, el judaísmo conservador subraya la importancia del pueblo judío e
intenta hacer una síntesis entre el judaísmo como religión y sus aspiraciones nacionales y
culturales.

BIBLIOGRAFÍA

Ausbel, Nathan The Book ot Jewish Knowledge Crown Publ. Inc., USA, 1964

Barylko, Jaime Introducción al Judaísmo Fleishman & Fischbein, Argentina, 1977

Enciclopaedia Judaica Keter Publ. House, Israel, 1981

Klein, Yekutiel Anatomía del Judaísmo B. Costa-Amic, México, 1971

Siegel, Richards & Rheins, Carl The Jewish Almanac Bantam Books, USA, 1980

Valores del Judaísmo Keter Publ. House, Israel, 1981

Wouk, Herman This is my God Touchstone Book, USA, 1970

https://www.tribuna.org.mx/judaismo/626-el-judaismo-conservador.html

El movimiento masortí considera que el judaísmo está en constante evolución. El


mismo Talmud revela la pasión de los rabinos por las discusiones abiertas y la
voluntad de presentar varias opiniones sobre un tema, con la condición de que tengan
sus raíces en las mitzvoth, el amor a Dios, el aprendizaje y la razón.
MARCOS GOJMAN
Tanto el judaísmo conservador o masortícomo el ortodoxo, consideran la observancia de
la halajá, como algo fundamental. Ambos sostienen que la ley judía, la halajá, está definida
por la Torá, la Mishnah, el Talmud, los códigos y la responsa rabínica. Los dos creen que
los mandamientos o mitzvoth reflejan la voluntad divina y derivan del pacto entre Dios y el
pueblo de Israel.
¿Cuál es entonces la diferencia? La diferencia no está en qué mitzvot cumplimos, (son las
mismas para ambos), sino cómo las aplicamos. Un rabino masortí entiende el mundo de
manera diferente que un rabino ortodoxo. Por principio, el judaísmo masortí reconoce el valor
de los avances de la ciencia, por lo que trata de interpretar la tradición judía a la luz de esos
postulados. Sostiene que la razón para seguir una tradición, es porque esa tradición está
basada en la verdad.
Otra diferencia es la postura al cambio. Nuestra sociedad se caracteriza por constantes
cambios sociales. Una sociedad que no se adapta a los cambios de su entorno se vuelve
irrelevante. Para el judaísmo masortí, el cambio sólo se da cuando es definitivamente
necesario. La historia de la halajá está llena de ejemplos de cambios que se han hecho en
cada generación. Hoy uno de esos cambios es el papel de la mujer en el judaísmo. Las
mujeres hoy en día, están integradas completamente a la sociedad, están educadas, ocupan
puestos importantes en la política, en las instituciones sociales y económicas y gozan de
igualdad de derechos con los hombres. Entendemos que la halajá se desarrolló en una época
donde esto no era así, pero eso ha cambiado. El judaísmo masortí otorga igualdad de
derechos a ambos sexos.
El movimiento masortí considera que el judaísmo está en constante evolución. El mismo
Talmud revela la pasión de los rabinos por las discusiones abiertas y la voluntad de presentar
varias opiniones sobre un tema, con la condición de que tengan sus raíces en las mitzvoth, el
amor a Dios, el aprendizaje y la razón. La ley judía se presta a más de una interpretación.
Nuestros sabios combinaban su compromiso con la tradición, con el valor de adecuarla a un
nuevo entorno. No dudaron en presentar nuevas visiones o reglas que contrastaron con
prácticas establecidas.
Salomón Schechter, uno de los grandes ideólogos del judaísmo conservador, decía que
finalmente la máxima autoridad en el judaísmo reside en el consenso del pueblo judío,
quien con su práctica es el que verdaderamente decide que es válido o no. Los estudiosos de
la Biblia han demostrado que la Torá tiene una historia, por lo que es difícil aceptar el que
literalmente nos fue entregada completa en un momento determinado. El movimiento masortí
entiende la entrega de la Torá de forma metafórica y ve al pueblo judío no como un simple
recipiente pasivo de sus mitzvoth, sino creador de ellas bajo la guía e inspiración de Dios.
Es muy satisfactorio saber que observamos la tradición de la misma manera que lo hicieron
nuestros padres y abuelos. Una postura demasiado abierta al cambio, corre el riesgo de
perder toda esa herencia histórica. Pero una postura cerrada, corre el riesgo de volverse
anacrónica. El judaísmo masortí es el balance entre ambas. La diferencia no está en el qué,
sino en el cómo.
Bibliografía: Artículos de Masorti Olami y otras fuentes.
https://www.enlacejudio.com/2016/04/06/judaismo-masorti-la-diferencia-no-es-el-que-sino-el-
como/

ORTODOXO
http://www.esacademic.com/dic.nsf/eswiki/666876
MUJER EN EL JUDAISMO

"Ama a tu esposa como a ti mismo y hónrala más que a ti mismo". (Yevamot 62-b: Talmud)

El papel de la mujer judía en la vida actual no se puede definir sin conocer los preceptos
históricos y raíces que lo nutren. Sin embargo, es difícil generalizar sobre la condición
femenina a lo largo de la historia, ya que se deben tomar en consideración los diferentes
estilos de vida a través de las épocas y la enorme variedad de circunstancias a las que las
mujeres se tuvieron que adaptar, condición universal no privativa a la mujer judía.

En los tiempos bíblicos la sociedad hebrea, como muchas otras, era patriarcal. La mujer
tenía una posición subordinada al hombre; debía sujetarse a la autoridad paterna hasta que
contraía matrimonio, momento en que pasaba a ser propiedad del esposo. Esta costumbre se
encuentra ilustrada en la Biblia en la historia de Jacob y Raquel, en la cual él tuvo que trabajar
siete años para casarse con ella.
Durante esta época se establecieron distinciones legales muy claras entre los sexos,
mismas que marginaban a la mujer en lo referente a su participación en las actividades
religiosas y comunitarias; así por ejemplo, una mujer no podía dar testimonio legal ni servir
como jurado. A pesar de esto, los judíos también decretaron leyes que prohibían el abuso y el
maltrato a la mujer. Muchos relatos bíblicos, como el de Dina y Tamar (Génesis 34) indican
que el honor de la mujer era salvaguardado y protegido por encima de todo.
Aunque la legislación bíblica más antigua presuponía que la mujer era un ser pasivo cuyo
destino estaba controlado por el hombre, la narrativa habla de mujeres con mucho poder como
Rebeca, independientes como Raquel, y profetas y líderes como Miriam y Débora, ya que a
pesar de ser una sociedad patriarcal, en la sabiduría, refranes, proverbios y música judías, la
mujer y la imagen materna ocupan un lugar preponderante. Surgen así las cuatro madres del
pueblo judío: Sara, Rebeca, Raquel y Lea, pilares de toda una nación.
A pesar de que la mujer judía se veía restringida por ciertas limitantes, estaba obligada a
cumplir con mandamientos de importancia, lo que le permitía participar en la vida comunitaria.
Era considerada esencial en la transmisión de la identidad religiosa en el medio familiar. Como
raíz espiritual de la educación, la madre es responsable de que los valores se transmitan de
generación en generación. Es por ello que es considerado judío aquel que nace de madre
judía.
La madre se consagra a prender las velas que santifican el sábado e iluminan los hogares
judíos durante otras festividades, ya que desde el punto de vista cabalístico la luz representa
la unidad y la armonía. En los tiempos post-bíblicos y talmúdicos el status de la mujer judía
fue mejorando. Se le permitió tener mayores derechos sobre su propiedad privada y se
estableció el contrato matrimonial a través del cual el hombre prometía mantener, honrar y
apoyar a su esposa.
Sin embargo, el status de la mujer permaneció virtualmente sin cambios hasta el siglo XI
e.c. cuando el rabino Gershom de Mainz, convenció a un grupo de eminentes sabios de que
se estableciera una legislación que prohibiera al hombre ser bígamo o divorciarse sin el
consentimiento de su esposa. Esta ley significó un cambio fundamental para la vida de la
mujer judía.
En 1846, en una conferencia en Breslau, Alemania, varios rabinos reformistas otorgaron la
igualdad religiosa a la mujer, pero no fue sino hasta 1972 cuando el Seminario Reformista del
Hebrew Union College ordenó a la primera mujer rabino; para 1984 había ya 72 de ellas.
El movimiento conservador, a pesar de aspirar a la igualdad, no otorgó esta concesión sino
hasta 1984 en su Seminario Teológico Judío. La corriente ortodoxa aún se niega a aceptarlo.
De acuerdo a la tradición judía, la mujer, a diferencia del hombre, no se ve obligada a
cumplir con los preceptos religiosos que se establecen para determinadas horas o días. El
objetivo de esto es liberar a la mujer de observar mandamientos que interfieran con sus
labores en el hogar y con la familia y especialmente en la atención a los hijos.
Como la mujer no tenía que estar inmersa en las prácticas religiosas no necesitaba recibir
educación formal, por lo que se limitaba a escuchar las lecciones que se impartían a los niños.
Con el paso del tiempo, diversas autoridades religiosas sugirieron que la mujer debía
recibir instrucción ya que tiene la responsabilidad de fomentar la educación en el hogar. Poco
después de la Primera Guerra Mundial, el judaísmo ortodoxo reconoció que la mujer debía
recibir una educación formal. Fue así como en 1917 se organizó en Cracovia, Polonia, la
primera escuela para mujeres, principio del sistema educativo femenino conocido como Beth
Yaacov, que aún existe.
Actualmente, el papel de la mujer en el mundo ha evolucionado y ésta ha llegado a
participar activamente en distintas vertientes del quehacer humano. La mujer judía no se ha
quedado a la zaga: las feministas continúan impulsando el cambio en una lucha constante
porque las mujeres compartan con los hombres los mismos derechos y obligaciones con el fin
de construir una mejor sociedad.

https://www.tribuna.org.mx/judaismo/610-la-mujer-en-el-judaismo.html

El mundo de la mujer judía va desde el éxito empresarial del alto Manhattan o


de Tel Aviv a la sumisión absoluta de Williamsburg, en pleno Brooklyn
neoyorquino, o en Mea Shearim en Jerusalén. Recorrer estos barrios es viajar
por un mundo de contrastes tan abismales que cuesta creer que todas ellas
pertenezcan a una misma religión, aunque sea desde puntos de vista
distintos. Se salta del siglo XIX al XXI en cuestión de minutos.

Pasamos de la independencia y autonomía de las mujeres que ocupan altos


puestos, tanto en Estados Unidos como en Israel, a la ausencia de vida
propia, dirigida sólo a obedecer, trabajar y procrear en el micromundo de las
ultraortodoxas de ambos países.

Paseando por el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, puede uno pensar que


está en el barrio de los ultraortodoxos de Jerusalén, Mea Shearim. Las
mujeres visten igual, austeras, de oscuro, falda larga y con todo el cuerpo
tapado. Las casadas se rapan la cabeza para no atraer a los hombres y se
cubren su calva con pelucas, pañuelos (el tichel que pueden tener diversos
colores) o sombreros. No tener hijos se considera una catástrofe social. En
ese caso el marido podrá divorciarse ya que se considera que su mujer
"tiene el vientre cerrado".

Son la espina dorsal de la familia, pues paren de seis a siete hijos de media,
se ocupan de la casa, del marido e incluso algunas trabajan dentro del
barrio, la mayoría como maestras. Su formación es muy elemental. Mientras
tanto, los hombres meditan, estudian la Torá y algunos de ellos se dedican
al comercio del diamante en el East Side de Manhattan, negocio y cuyo
centro de actuación está en el triángulo Nueva York-Jerusalén-Amberes.

En Williamsburg, los judíos ultraortodoxos, siempre vestidos con levitas


negras, sombrero negro forrado de terciopelo entre semana y de piel en el
Sabath, tienen como vecinos en Brooklyn a jóvenes de la cultura hipster, la
Meca de los modernos y bohemios que jamás se mezclarán con los ultras
judíos. Comparten una zona del barrio de Brocklyn y nada más. Jamás se
mezclarán. Los ultraortodoxos tienen sus propias escuelas, sus centros de
salud y sus sociedades de préstamo gratuito, además de utilizar los niños
autobuses diferenciados para ir a la escuela. Son amarillos pero con las
inscripciones en hebreo.
Un autobús para ultraortodoxos en el barrio de Williamsburg

Y por si alguien se desvía, tienen a laShomrin, patrullas del vecindario para


vigilar posibles irregularidades en la conducta de algún miembro de la
comunidad religiosa. La comunidad judía de Estados Unidos alcanza sólo
un 2% de la población mientras que su representación parlamentaria es del
8%.

A los tres años, los niños haredim o hasidim (son conceptos muy similares
pero todos son ultraortodoxos) empiezan a dejar crecer los payos
(tirabuzones laterales) y a usar el tzitzit y la kippah, un pequeño casquete
redondo que cubre parte de su cabeza.

En los alrededores de la estación de tren de Brooklyn, estos judíos


ultraortodoxos continúan regentando tiendas de productos kosher (los
alimentos tienen un cortado especial y no se pueden mezclan productos
cárnicos con lácteos), hablando yidish y comportándose como habitantes de
un gueto. Los sábados, fiesta del sabath, es un clásico ver a los hombres
acompañados de sus hijos varones caminar hacia la sinagoga.

Pero apenas se ven mujeres. Estas esperan pacientemente a sus padres,


hermanos o maridos en casa. El día anterior lo han cocinado todo y han
dejado la casa preparada para la fiesta semanal. Una vez reunidas las
familias, bajo una tenue iluminación, charlan, comen, pero
desgraciadamente las mujeres opinan poco o nada. Sus maridos son
elegidos por los padres y siempre con el visto bueno de los rabinos. Un
matrimonio se puede concertar con haberse visto tan solo un par de veces.

Una vez casadas tendrán relaciones sexuales siempre sin preservativo. La


semana que tienen la menstruación y la siguiente no pueden ser rozadas por sus
maridos. Una vez finalizado el sangrado la mujer debe sumergirse en un
baño o mikvah antes de reanudar relaciones con su esposo. El mikvah se
utiliza tradicionalmente para limpiar a una persona de las impurezas, es un
ritual de purificación. Pero lo peor que le puede pasar a una mujer es
quedarse soltera, ya que está condenada al ostracismo.

Una mujer no puede cantar delante de los hombres ni tampoco mezclar


entre su ropa lino y algodón. De hecho, la empresa española Zara tuvo que
pedir disculpas en 2007 a la comunidad ortodoxa judía por haber incurrido
en lo que esta considera un grave pecado: mezclar algodón y lino en una
misma prenda. Esta mixtura está terminantemente prohibida por el
judaísmo, al ser considerada un "híbrido" que va contra natura. De acuerdo
a esta interpretación religiosa, los hombres no deben tocar a una mujer ni
sostener su mano, aunque sean de su propia familia, ya que les puede
llevar a la excitación sexual.

Una pareja ultraortodoxa en Mea


Shearim

Recientemente el doctor David Ribner, terapeuta sexual, publicó Guía del


recién casado a la intimidad física. El libro viene en un sobre cerrado y en la
parte trasera hay tres diagramas de posiciones sexuales básicas.
"Queríamos dar a la gente un sentido de no sólo dónde colocar sus órganos
sexuales, sino donde poner sus brazos y piernas," afirma Ribner, que fue
ordenado rabino ortodoxo en Nueva York y comenzó a aconsejar a
pacientes judíos sobre sexo. El libro se vende básicamente on line, ya que la
mayoría de las librerías ultraortodoxas se niegan a tenerlo en sus
estanterías.

Las mujeres ultraortodoxas se sienten muy orgullosas de tener maridos


“sabios” que se dedican al estudio de la Torá y a la meditación. Son, como
dicen muchas de ellas, su “alimento espiritual”. Sólo se pueden divorciar si
su marido y su rabino lo permiten. Si lo hacen por su cuenta y tienen hijos,
éstos serán “bastardos” y en un futuro sólo se podrán casar con otros
“bastardos”.
Estas costumbres y forma de vida servil es igual en Williamsburg que enMea
Shearim. Tan sólo se diferencian en que el barrio de Jerusalén es más
austero y las paredes de sus casas están invadidas de cárteles en donde se
exige a los visitantes, que nunca son bien recibidos, a vestir decentemente.
A una servidora la echaron a pedradas simplemente por no llevar medias en
pleno verano a unos 40 grados. La radio, televisión o internet apenas
existen y solo algunos hombres utilizan teléfonos móviles.

Un cartel pide que no se entre en el


barrio con ropa "inmodesta"

Gila Adahan, abogada de Jerusalén especializada en divorcios, explica que


las separaciones se rigen por las leyes delTalmud, de los siglos IV y V. “Sólo
el hombre puede conceder el divorcio y tiene que entregárselo por
escritopersonalmente a la mujer”. Esa cláusula da lugar a un fenómeno
denominado como“mujeres ancladas”(agunot), que no logran el divorcio si el
marido no quiere.

La solución, explica la letrada, pasa por una larga espera, ya quela media
para lograr el divorcio en Israel es de diez años, según las ONG, y de dos, según
el Gobierno. Hay chicas que se buscan una solución intermedia:pagan a sus
esposos para que les dejen separarse. “No es extraño que renuncien a la
vivienda o a la manutención de los hijos por lograrlo. Llegan a una
verdadera desesperación”, añade la abogada Adahan. Según la Israel
Women's Network(IWN, una de las principales organizaciones feministas ),el
42% de las mujeres ultraortodoxas reciben golpes de sus maridos, y un 24%
sufre violencia sexual.

Mea Shearim significa cien puertas en hebreo. El barrio fue construido a lo


largo del siglo XIX pero cuando se fundó el Estado de Israel, se tuvo en
cuenta las características de este grupo ultrarreligioso consintiendo que
viviesen en un barrio apartado, pero con los mismos derechos que el resto
de los judíos, ya fuesen moderados o laicos.
No se relacionan con sus conciudadanos. Representan el 10% de la
población de Israel. Hasta hace pocos meses nunca se habían planteado
servir en el Ejército (para el resto de los ciudadanos es obligatorio para
hombres y mujeres), no pagan impuestos, viven de las subvenciones del
Estado y de organizaciones judías y de los grandes negocios que hacen
otros miembros de su comunidad con la compra-venta de diamantes.

La intolerancia y el hermetismo llegan a tal extremo que un veintena de


mujeres de rabinos escribieron hace un par de años una carta pública
pidiendo a las mujeres judías que no tuviesen ningún contacto con hombres
árabes residentes en Israel. Les alertaban de que si se casaban con un
árabe israelí quedarían “atrapadas en sus aldeas sufriendo humillaciones”.
En realidad eso es lo que les pasa a ellas.

El pasado 31 de julio, la policía israelí arrestó a un judío ultraortodoxo que


exigía que una mujer se sentase a la parte de atrás del autobús,
provocando protestas en la que los manifestantes terminaron por destruir
los vehículos. Eso también ocurre en Williamsburg, hecho que ha causado
enormes dolores de cabeza al exalcalde de Nueva York, el judío Michael
Bloomberg. El objetivo de esta segregación es no rozarlas.

Si alguna de estas mujeres desea abandonar su comunidad ultraortodoxa lo


tiene realmente difícil, sin embargo en Jerusalén existe una organización sin
ánimo de lucro, Hillel, que ayuda a los jóvenes que han salido de la
comunidad ultraortodoxa y que les prepara para vivir en una sociedad
abierta: “Hay que enseñarles desde relacionarse con los demás hasta hacer
gestiones en el banco”, comenta una de sus monitoras.

Protesta de mujeres en el Muro de las


Lamentaciones, por Uriel Sinai (Getty)
En los últimos meses, los enfrentamientos entre las mujeres judías
moderadas de Israel y los ultra ortodoxos han ido en aumento. El grupo
denominado Las Mujeres del Muro reivindican poder asistir los sábados a
orar ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, al igual que hacen los
hombres, en el mismo espacio y al mismo tiempo, pero los ultras se niegan
tajantemente. Las acusan de blasfemar, les tiran tazas de café caliente, las
agreden mientras ellas, cubiertas con su manto blanco al igual que los
hombres, persisten en su reivindicación.

En el lado opuesto a las mujeres ultraortodoxas nos encontramos a esas judías


liberadas y con gran éxito en sus carreras profesionales que han sabido triunfar
desde el distrito financiero de Nueva York hasta los grandes puestos
económicos y políticos en Israel.

En este grupo podemos encontrar a Karnit Flug, gobernadora del Banco de


Israel, o Lilach Asher-Topilsky, directora generaldel Bank Discount, el tercer
banco más grande del país. Un tercio de los ministerios de dicho país está
encabezado por mujeres. Incluida Yael Andorn, la directora general del
influyente ministerio de Finanzas.

Karnit Flug, gobernadora del Banco


Central de Israel
El nombramiento de Flug fue ampliamente recogido en los telediarios
estrella de las tres grandes cadenas de televisión que presentan tres
mujeres: Yonit Levy (Canal 2), Tamar Ish Shalom (Canal 10) y Geula Even
(canal público). Karnit Flug fue felicitada por las cuatro ministras del
Gobierno (Tzipi Livni, Limor Livnat, Sofa Landver y Yael German), la jefa de
la oposición, la laborista Shelly Yachimovich y la líder del partido de
izquierdas Meretz, Zahava Gal-On.

En los últimos años, hay un aumento de rabinas a pesar de las presiones


machistas. Como también de mujeres en puestos importantes de sectores
como el empresarial, inmobiliario, publicidad o el cine.

Dos carismáticas jóvenes lideraron en las calles las históricas protestas de


los indignados en el 2011. Una de ellas es hoyla diputada más joven del
Parlamento. Las mujeres siguen siendo la cara, la voz y el motor de los
movimientos que luchan contra la ocupación en Cisjordania,supervisan
los chekpointsmilitares,denuncian cada casa que se construye en los
asentamientoso defienden los derechos de los inmigrantes ilegales en
Israel.

Las mujeres de éxito en Jerusalén viven en barrios de lujo como la Moshava,


como se le conoce popularmente, dividido en dos por la calle Emek Refaim,
una avenida bordeada de tiendas de moda, restaurantes y cafés. En Tel
Aviv las encontramos en barrios como Ramat Aviv Gimmel o incluso en
algunas casas de la Ciudad Blanca, considerada patrimonio de la humanidad.

En Estados Unidos ocurre algo similar. Recientemente el presidente Obama


ha nombrado a Janet Yellen, de 67 años, primera presidenta de la Reserva
Federal y sucesora de Ben Bernanke, para cuyo nombramiento jugó un
papel importante el lobby femenino del partido.
Janet Yellen, nueva presidenta de la
Reserva Federal

“La doctora Yellen, nacida en Brooklyn de padres judíos, Anna y Julius


Yellen, ha demostrado un conocimiento único del impacto que las políticas
de la Reserva Federal tienen en las clases medias”, afirman sus
compañeras del Partido Demócrata. Entre este grupo de mujeres también
podemos encontrar a Amy Beth Pascal, Presidenta de Sony y de la
Columbia Pictures o Suzanne Nossel, actual directora del Pen American
Center, que engloba a escritores y periodistas, ex directora de Amnistía
Internacional y mujer de confianza de Hillary Clinton. La lista podría ser
infinita.

Las judías de éxito neoyorquinas viven en el el barrio Upper East Side, junto a
Central Park. Son poderosas y libres, no tienen problemas con su forma de
vestir ni necesitan cortarse el pelo al casarse. Y pueden ser atendidas por
los mejores ginecólogos de la ciudad para controlar su maternidad.
Seguramente algunas preferirán comprar sus joyas en Tyffany's pero si
vamos al Lower East Side de Manhattan, “distrito de los diamantes y las
sinagogas”, podríamos verlas también en las numerosas joyerías cuyos
propietarios son judíos.

La industria de diamantes de Israel es de las más importantes del mundo en


lo que refiere a la producción de diamantes cortados en bruto.
Aproximadamente la mitad de estos, de calidad gema, sale de Israel, que
solo en el año 2004 vendió más de 16.300 millones de dólares americanos
en diamantes pulidos, aunque en los últimos años han comenzado a
aparecer serioscompetidores indios.

El negocio del diamante ha permitido formar grandes fortunas personales,


contribuir a sostener un Estado en Oriente Medio y financiar a unas
comunidades religiosas que perciben numerosos subsidios desde la
fundación del Estado de Israel, con Ben Gurion a la cabeza.

Los lobbies judíos son realmente importantes en Estados Unidos. Quizás el


más conocido sea AIPAC pero no es el único. Por su parte, las mujeres
suelen reunirse en organizaciones como el Consejo Internacional de Mujeres
Judías, que el año pasado cumplió 100 años. Dicha organización cuenta en
estos momentos con 48 países afiliados, y abarca a cerca de dos millones
de mujeres en todo el mundo. Tiene estatus consultivo como ONG en el
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, así como Unicef y
Unesco, el Congreso Judío Mundial o el Parlamento Europeo. En
España esta organización fue creada hace 34 por Ruth Rothschild.

A pesar de pertenecer todas ellas a una misma religión, son más cosas las que
las separan que las que las unen. Pasear por Nueva York o por Jerusalén lo
constata. Todo depende del barrio.

https://elpais.com/elpais/2014/01/15/mujeres/1389762000_138976.html

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