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CAPÍTULO II - CONTRATO DE FACTORING.

POR EDUARDO BARBIER

SUMARIO: 1. Introducción.— 2. Las normativas aplicables.— 3. Clasificación.— 4. Comparación con otros


contratos.— 5. Funciones conexas en el contrato de factoring.— 6. Modos de extinción.

1. Introducción

La génesis de este contrato con las modalidades propias que la han traído hasta la actualidad, se remonta a
fines del siglo XVIII, cuando en pleno auge de la colonización europea en América los empresarios ingleses (en
especial, los industriales textiles), ante la necesidad de conquistar nuevos mercados, enviaban a las colonias de
ultramar factors (agentes), para colocar sus productos en la plaza.

El industrial europeo podía vender sus productos en América, eliminando los riesgos de quien vende a crédito
sin conocer la solvencia de sus compradores, y percibiendo el precio sin tener que esperar el vencimiento del plazo
otorgado para el pago. Posteriormente, estos factors comenzaron a agruparse, dando así origen a las "sociedades
de factoring", las que comenzaron a operar en la forma descripta con los industriales de su propio país, adquiriendo
los créditos otorgados por la venta de mercaderías y asumiendo los riesgos relativos a la cobranza de dichos
créditos.

Es así que estos agentes, sobre la base del conocimiento que adquirían de la situación patrimonial de cada uno
de los potenciales compradores, comenzaron a otorgarles facilidades para que puedan pagar los productos,
haciéndose cargo de los riesgos relativos a la cobranza y remesando a sus patronos el importe total (al momento de
la venta, y antes del vencimiento del plazo otorgado para el pago), previa deducción de una comisión remunerativa
y en previsión de posibles créditos incobrables.

En cuanto al concepto descriptivo del contrato transcribimos la definición de Furno: "Convenio de efectos
permanentes, establecido entre el contratante y el factor, según el cual el contratante se compromete a transferir al
factor todas o parte de las facturas que posee de terceros deudores, y a notificarles esa transmisión; en
contrapartida, el factor se encarga de efectuar el cobro de estas deudas, de garantizar el resultado final, incluso en
caso de morosidad del deudor, y de pagar su importe, bien por anticipado, a fecha fija, o mediante deducción de sus
gastos de intervención".

El profesor Linares Bretón ha definido al factoring de la siguiente manera: "Contrato por el cual, una entidad
financiera (banco comercial o compañía financiera) se obliga frente a una empresa a adquirirle todos los créditos
que se originen normalmente durante un período de tiempo expresamente convenido, pero pudiendo reservarse la
facultad de seleccionar esos créditos y abonar por los mismos un precio fijado mediante una proporción establecida
sobre sus importes, y a prestar determinado servicio, quedando los riesgos de cobrabilidad a cargo de la entidad
financiera".

De ambas definiciones podemos extraer el siguiente concepto del factoring: es aquel contrato bancario o
financiero que se perfecciona entre un banco o entidad financiera (sociedad de factoring) y una empresa, por el cual
la primera de las partes se obliga a adquirir todos los créditos que se originen por el giro comercial de la otra parte
contratante durante un determinado plazo, pudiendo asumir la primera el riesgo derivado de tales cobros y
percibiendo por ello una comisión sobre el monto total de los créditos en concepto remunerativo.

El factoring adquirió gran importancia en las últimas décadas en Europa y en los Estados Unidos, y tomó
diferentes matices según el país donde se desarrolló. Así, mientras en los Estados Unidos la mayor importancia de
este contrato está dada por asumir los riesgos derivados de los créditos por ventas de mercaderías por parte de las
entidades dedicadas con exclusividad al factoring, en Alemania el objeto principal de esta figura consiste en la
asistencia técnica, contable y administrativa que brindan los bancos, que son quienes celebran estos contratos, sin
exclusividad operativa.

La falta de tipificación del factoring en nuestro ordenamiento legal ha hecho que el factor, al adquirir los créditos,
no cuenta con un título ejecutivo que le permita accionar judicialmente con agilidad, sino que se ve obligado a
proveerse de suficientes elementos probatorios para acreditar en juicio su derecho. Por otra parte, la complejidad
del mecanismo de utilización de este contrato, la ausencia en nuestro medio de conocimientos técnicos y de la
experiencia necesaria para su aplicación, son causas que también obstaculizan el crecimiento del factoring.

Es contrato atípico que, si bien reconoce como eje de su naturaleza jurídica a la cesión de derechos, desarrolla
efectos y obtiene finalidades que exceden los de dicho contrato.

El factoring consiste en una venta de créditos perfeccionada entre una "empresa" o "cliente" y una entidad
financiera, "sociedad de factoring" o "factor". Su atipicidad radica en la falta de regulación como figura autónoma, ya
que persigue una finalidad económica concreta que no puede ser alcanzada por un contrato previsto en la
normativa de fondo, siendo éste un contrato que cumple una función de cooperación en las actividades
empresariales modernas.

2. Las normativas aplicables

El contrato de factoring, por ser prácticamente desconocido en nuestro mercado, no ha merecido recepción
legislativa, carece de una regulación jurídica propia.

Sin embargo, tiene una gran difusión en los mercados europeo y norteamericano; puede brindar servicios de
utilidad a las empresas comerciales y, además, constituir un productivo negocio para las entidades financieras.

A consecuencia de lo antedicho, y por pedido expreso de la Cámara Argentina de Compañías Financieras, fue
incorporado al anteproyecto de ley de instituciones de crédito, redactado en 1967 por la comisión creada al efecto
por el Banco Central de la República Argentina.

Con posterioridad fue incorporado a la ley 18.061 de entidades financieras que autorizaba, en los arts. 17, inc.
e), y 20, inc. e), a los bancos comerciales y compañías financieras, respectivamente, a "otorgar anticipos sobre
créditos provenientes de ventas, adquirirlos, asumir sus riesgos, gestionar su cobro y prestar asistencia técnica y
administrativa". La parte dispositiva de la mencionada ley no asigna un nombre a esta operación; se limita a
describir el contenido jurídico y económico del negocio en cuestión. Sin embargo, en la exposición de motivos,
cuando se refiere a la operación descripta en la norma, destaca que "otra de las nuevas actividades es el complejo
de operaciones conocido como factoring", dando un nombre a este contrato.

La ley de entidades financieras 21.526, en su art. 24, al referirse a las operaciones permitidas a las compañías
financieras transcribe exactamente el enunciado de los arts. 17, inc. e), y 20, inc. e), de la derogada ley 18.061. Esto
lleva a que algunos autores sostengan que las compañías financieras son las únicas autorizadas para celebrar
contrato de factoring. Pero, sin embargo, como entiende Di Ció, también pueden hacerlo los bancos comerciales, en
virtud del régimen permisivo amplio que, para ellos, contiene el art. 21 de la ley 21.526.

El contrato de factoring es, entonces, en nuestro derecho, una operación innominada y atípica, pues la ley
21.526 se limita a describir la operación y autorizar a las entidades financieras a celebrarlo. Pero lo dicho no obsta a
que él pueda ser celebrado lícitamente conforme al principio de autonomía de la voluntad previsto en el art.
1197 del Cód. Civil.

En razón de que el objeto vendido es un crédito, para la mayoría de la doctrina se aplicarían analógicamente
(art. 16, Cód. Civil) las normas del contrato de cesión de créditos. De entenderse como válida esta asimilación, se
presentarán una serie de complicaciones prácticas, ya que resultaría necesario notificar mediante acto público al
deudor cedido o vendido para que este contrato surta efectos con relación a terceros (arts. 1459 y 1467, Cód. Civil).
Dicha dificultad constituye un obstáculo para la agilidad requerida por este tipo de negocios, además de encarecer
notablemente los costos.

La entidad financiera, o factor, se obliga a adquirir todos los créditos que se originan en la empresa factoreada o
cliente, durante un determinado lapso, asumiendo los riesgos de la imposibilidad de cobranza de dichos créditos,
además de comprometerse a brindar una serie de servicios adicionales (p. ej., asesoramiento técnico
administrativo) a favor de la otra parte, que variarán según cada contrato en particular que se celebre. La otra parte
contratante (empresa) se obliga a transferir a la entidad financiera o factor, todos los créditos que se originen a
consecuencia de su giro comercial. Es decir que en el contrato de factoring podemos distinguir las siguientes partes
o centros de interés:

El contratante que se compromete a la adquisición de todos los créditos a sus titulares originales, asumiendo el
riesgo de su cobranza, y prestando además a la empresa factoreada una serie de servicios (a los que
posteriormente se hará referencia).

Persona física o jurídica, titular originario de los créditos cuya venta constituye el objeto de este contrato.

Se encuentran como terceros ajenos —los deudores cedidos— a la celebración de este contrato, pero con
significativa importancia debido al mecanismo de funcionamiento y aplicación de éste.

3. Clasificación

El contrato de factoring no es idéntico en todos los mercados donde se lo practica; por ello no es posible dar un
concepto uniforme de este instituto financiero. De allí la utilidad de clasificar al contrato de factoraje según la forma
en que se desarrolla en los diferentes países y poder apreciar de esta manera cuáles de sus modalidades
operativas son las que se adaptan más a nuestro mercado, y que ha de tomar en cuenta el legislador ante una
futura regulación del contrato.

En primer lugar podemos diferenciar el denominado factoring a la vista. El cliente recibe del factor el pago
inmediato de los créditos cedidos, independientemente de la fecha de vencimiento de las respectivas facturas,
percibiendo intereses por ese financiamiento. La adopción de esta modalidad favorece a la liquidez de las
empresas, que pueden con estos fondos cancelar sus obligaciones, permitiéndole al factoreado pagar
anticipadamente a sus propios proveedores y obtener de éstos mejores condiciones de contratación; además, al
hacerse de efectivo pueden reponer inmediatamente su stock de mercaderías.

En segundo lugar el denominado factoring sin vencimiento. Esta modalidad presenta, a su vez, dos variables: El
factor se compromete a pagar las facturas por ventas sólo en la medida en que los deudores de la empresa
factoreada cancelen sus deudas en los plazos convenidos. El factor no asume aquí el riesgo de cobrabilidad y la
otra modalidad es cuando el factor se compromete a pagar por los créditos adquiridos un importe fijado en el
contrato, al vencimiento de ellos o en una fecha determinada, con independencia de que los deudores del cliente
cancelen o no sus deudas. La entidad de factoring acepta la transferencia de los créditos con sus riesgos.

El factoring sin financiamiento carece de uno de los propósitos concretos que constituyen la finalidad del
negocio, cual es la obtención por el cliente del pago inmediato de los créditos cedidos para favorecer la liquidez de
su empresa. Entendemos que la existencia de financiación constituye un requisito esencial tipificante del contrato; y
su ausencia reduce la función de este negocio a la mera prestación de servicios de asistencia técnica y
administrativa. Al faltar en esta forma de contratación (en cualquiera de sus dos variantes) la función económica
concreta que caracteriza al factoring, nos está indicando que no se trata de una modalidad operativa, sino, más
bien, de una figura contractual distinta.
Podemos también caracterizarlo según su ejecución. Teniendo en cuenta el hecho de que se notifique o no a los
deudores cedidos la transmisión de los créditos a la sociedad de factoring.

El cliente debe dejar constancia (notificación) en toda factura enviada, de la transmisión del crédito al factor, que
será en adelante el único legitimado a recibir el pago. La adopción de esta modalidad operativa determina: a) que,
para liberarse, los deudores deberán abonar el importe de sus facturas al factor, y b) que el cliente debe rechazar
todo pago que se le pretenda hacer, y si por algún motivo lo hubiese recibido tiene la obligación de remitirlo al
factor.

El cliente no comunica (sin notificación) a los deudores la transmisión de los créditos, razón por la cual continúa
siendo acreedor. El pago debe efectuársele a él, en los respectivos vencimientos, debiendo reintegrar el importe de
ellos al factor en el plazo estipulado en el contrato. En esta variante, la sociedad de factoring va a responder por los
deudores incobrables.

"Procede el cobro de las diversas facturas reclamadas por la cesionaria, si la notificación al deudor cedido hizo referencia a un contrato
de factoring global celebrado entre aquélla y la cedente —cuya copia recibió el demandado— por el cual todas las facturas emitidas a cargo de la
Jurisprudencia
accionada le debían ser abonadas a la actora, aunque en la comunicación se haya hecho mención de algunas facturas en particular". CNCom., sala C,
23/4/02, "Heller Sud Servicios Financieros S.A. c. Polisur S.A.", LA LEY 2002-E, 761, 104.403.

Una tercera caracterización tiene que ver con los riesgos asumidos. Depende de que el factor asuma o no los
riesgos de cobrabilidad. Si la entidad acepta asumirlos, estarán a su cargo la realización de trámites judiciales y
extrajudiciales necesarios para lograr el cumplimiento de los deudores cedidos. La asunción de riesgos por parte del
factor generalmente irá acompañada de cláusulas que le permitan seleccionar los créditos antes de adquirirlos,
pudiendo rechazar los que presuma incobrables; o de estipulaciones que restrinjan la facultad del cliente de otorgar
créditos, p. ej., exigiendo la previa conformidad del factor. Si, en cambio, la entidad no asume los riesgos, tendrá
siempre acción de regreso contra el cliente. Algunos autores entienden que al faltar el seguro de crédito no existe
contrato de factoring.

Es también importante la zona asignada geográficamente, así puede ser interna donde el cliente y deudor tienen
su domicilio legal o sede administrativa en el mismo país; internacional donde el cliente y deudor residen en
distintos países. Esta modalidad presenta dos variantes: a) factoring de exportación, en el cual el cliente y el deudor
residen en un mismo país; y los deudores cedidos, en el extranjero. Esto presenta al factor la dificultad de conocer
la solvencia de los deudores; para contrarrestar ese riesgo se han constituido (principalmente en Estados Unidos)
cadenas de factoring que se brindan recíprocamente informaciones acerca de la idoneidad moral y financiera de los
deudores a nivel internacional; b) factoring de importación, según el cual el cliente reside en un país distinto del
factor, por lo que decide transmitirle todos los créditos originados en el giro normal de sus negocios que tuviere
contra deudores domiciliados en el país del factor.

El contrato de leasing, es consensual; bilateral; oneroso; formal; nominado (pues es regulado por la ley de
entidades financieras); conmutativo; de tracto sucesivo; normativo; puede ser en determinadas ocasiones intuitu
personae; de empresa; comercial y fundamentalmente constituido mediante una estructura de adhesión.

4. Comparación con otros contratos

Con el contrato de operación de descuento. El contrato de factoring, al igual que el descuento bancario, trata de
satisfacer las necesidades de crédito que tiene el comercio actual. Pero estos institutos tienen marcadas
diferencias. Siguiendo a Linares Bretón podemos decir que en el factoring hay una venta lisa y llana de los créditos
otorgados por las empresas comerciales en razón de la venta de sus productos. De manera que, siendo una venta,
el factoreado no se constituye en deudor del factor y, a su vez, deja de ser acreedor del deudor cedido. En la
operación de descuento, en cambio, el cedente se constituye en deudor del banco, mientras el deudor cedido no
haya satisfecho el crédito; son ambos solidariamente responsables.
Con el contrato de cesión de derechos. Como expresan Barreira Delfino y Boneo Villegas, "la cesión de créditos
constituye la espina dorsal de la construcción técnica del factoring". Sin embargo, no es posible identificar
plenamente ambos contratos, puesto que el contrato de factoring tiene sus propias finalidades y los efectos de una y
otra figura difieren sustancialmente. Los caracteres distintivos son:

La cesión de derechos puede ser onerosa o gratuita; el factoring, en cambio, es siempre oneroso. La cesión de
derechos es un contrato de ejecución instantánea, mientras que el factoring es un contrato de tracto sucesivo.

La forma en el contrato de cesión es exigida para su validez (forma solemne relativa); en el factoring sólo se
requiere a los efectos probatorios.

El interés práctico de la cesión de créditos reside en la necesidad de dinero que puede tener el titular de un
crédito sujeto a plazo (cedente), por lo que transmite dicho crédito a otra persona (cesionario) que obtiene una
compensación por haberlo recibido. El interés práctico del contrato de factoring consiste en la ayuda para las
empresas, las cuales pueden dedicar todo su esfuerzo a cumplir su objeto, recibiendo por sus ventas dinero seguro
y en forma inmediata para invertirlo en el área de los negocios que consideren más conveniente o necesaria.

En la cesión de créditos, el cedente de buena fe no garantiza la solvencia del deudor cedido (art. 1476, Cód.
Civil). En el contrato de factoring, sin asunción de riesgos por el factor, el cliente debe reintegrar a éste el importe de
los créditos incobrables.

En el contrato de factoring, el factor se obliga, además, a la prestación de servicios de asistencia técnica y


administrativa, lo que no sucede en la cesión de créditos.

5. Funciones conexas en el contrato de factoring

En el contrato de factoraje, la entidad de factoring asume la obligación de prestar determinados servicios, que
podemos clasificar en: "servicio de financiamiento" y "servicio de gestión de cobranzas", sin olvidarnos de otros
"servicios adicionales" a que el factor puede obligarse.

Las modalidades operativas de esta figura, expresamos que la actividad de financiamiento constituía un
elemento estructural del contrato. A igual conclusión podemos arribar con relación a los servicios de gestión, si
tenemos en cuenta que el factoring consiste en una actividad de cooperación empresaria que tiende no sólo a
superar apremios económicos a corto plazo (a través de los servicios de financiamiento), sino también a favorecer la
racionalización y modernización de las empresas asistidas. Confirma el carácter esencial de este elemento la
descripción que la ley 21.526 ha hecho de esta operación, cuando prescribe: "prestar asistencia técnica y
administrativa". Sin embargo, en sus orígenes, el factoring consistía básicamente en la adquisición por el factor de
las facturas de su cliente (factoring tradicional).

La prestación de estos servicios traduce el contenido económico de este contrato.

Consisten en la conversión de las ventas a crédito que realiza el cliente en ventas al contado mediante el pago
inmediato, por el factor, del precio convenido para la adquisición de las facturas. También el factor puede obligarse
a conceder anticipos a cuenta de futuras ventas, lo que otorga mayor liquidez a las empresas. Estos anticipos se
cancelan con la posterior transferencia por parte del factoreado de los créditos que se originan en su giro por venta
de mercaderías (por compensación).

Las ventajas que proporciona la prestación de este servicio son las siguientes: a) se reducen los costos
financieros, ya que, al favorecerse la liquidez empresaria (convierte en "disponibilidades" los "créditos por ventas"),
permite la pronta cancelación de las deudas que tiene el cliente con sus propios proveedores y la posibilidad de
obtener de éstos mejores condiciones de contratación; b) evita el incremento de precios, al posibilitar la reposición
inmediata de los stocks, y c) se reducen los costos de los departamentos contenciosos al obtener un seguro total
del crédito.

El factor toma a su cargo todo lo concerniente a la cobranza de los créditos. Lleva la contabilidad de los
deudores, el control de los créditos, se encarga de los reclamos a deudores morosos, de cumplir con los
mecanismos necesarios (judiciales o extrajudiciales) a fin de hacer efectivo el pago de las facturas.

Lo mencionado brinda a la empresa factoreada las siguientes ventajas entre otras: simplificación de la
contabilidad, en cuanto se reducen las numerosas cuentas correspondientes a los deudores por ventas a una
cuenta única en la que se registran las operaciones con el factor; eliminación de las complicaciones derivadas de
los aumentos de sus carteras de morosos, lo que permite destinar sus esfuerzos a actividades que resulten más
productivas para el ente asistido; disminución de los gastos administrativos, al desentenderse el comerciante de las
funciones que transfiere al factor (p. ej., cobranza judicial de deudores morosos); racionalización de la empresa, a
través de una adecuada división de tareas que permite destinar las energías ahorradas a los objetivos comerciales,
etcétera.

El factor puede, además, proporcionar al cliente otros servicios que si bien no hacen a la naturaleza del contrato,
pueden resultar de gran utilidad. La tendencia moderna, en la contratación de factoring, es la de incorporar en él
prestaciones accesorias. Mencionaremos, a título ejemplificativo, algunos servicios adicionales.

Las compañías de factoring tienen a su disposición el uso de sistemas de computación que les posibilitan brindar
a sus clientes información en forma rápida y completa.

En aspectos contables, jurídicos, administrativos, impositivos, etc., asesoramiento (p. ej., a través del aporte de
cuadros profesionales). Estudios de mercado, investigación de la clientela, etc., Establecidos por un porcentaje
determinado de las ventas realizadas en ejercicios anteriores.

El derecho creditorio es vendido y transferido a cambio de un precio cierto en dinero. El precio de venta se
calcula según el importe total de las facturas, al que se le deben deducir los siguientes porcentajes: el que sea
suficiente para asegurar la rentabilidad del capital invertido por el factor. Debe estar establecido en el contrato y se
determina teniendo en cuenta el tiempo que tarda el factor en recuperar su capital mediante el pago de los
deudores.

El porcentaje a deducir se relaciona directa y proporcionalmente con el número de cuotas concedidas a los
deudores para cancelar sus débitos; es decir, a mayor número de cuotas, mayor será el porcentaje a fijarse o aquel
necesario para cubrir las pérdidas por deudores incobrables.

Uno en razón de la comisión que cobra la entidad de factoring por la prestación de los servicios (de financiación,
de gestión, asistencia técnica y administrativa, y otras prestaciones adicionales a las que se puede haber obligado
el factor).

Puede deducirse, también, el que cubra los intereses que debe abonar el factoreado en razón de eventuales
anticipos hechos por el factor.

6. Modos de extinción

Podemos señalar básicamente los siguientes: a) Por vencimiento del plazo (expreso o tácito) convenido por las
partes; b) Cuando se haya fijado un monto tope, al momento de haber adquirido el factor facturas por esa cantidad;
c) Por muerte o incapacidad sobreviniente del factoreado que no siempre provoca la extinción; si los herederos o
representantes prosiguen la empresa con igual responsabilidad y eficiencia, el factor no tiene motivo razonable para
darlo por concluido; d) Por disolución de la sociedad cliente, aunque algunos autores consideran que puede
continuar durante el período de liquidación; e) Por transmisión del fondo de comercio; f) Por quiebra o concurso
preventivo de cualquiera de las partes; g) Por alteración de las circunstancias que se tuvieron en cuenta al contratar.
Por ejemplo, si se trata de una persona de existencia ideal: su transformación, el cambio de domicilio, del objeto
social, reducción del capital social, etcétera; h) Por la simple voluntad de una de las partes, si así se hubiera
estipulado en el contrato; i) Por mutuo disenso (rescisión); j) Por las demás causales comunes a los contratos
comerciales. Es de aplicación el art. 216 del Cód. de Comercio.

"Corresponde confirmar el sobreseimiento del escribano que certificó, en el marco de la celebración de un contrato de factoring, la entrega de
facturas originales, cuando tales facturas revestían el carácter de "duplicados", toda vez que las distinciones que efectúa la res. 3419/91 de la Dirección
General Impositiva entre originales y duplicados se refieren a cuestiones contables y en modo alguno inciden en el perfeccionamiento del mencionado
Jurisprudencia
contrato, razón por la cual la omisión de aclarar que se trataba de un duplicado no configura una maniobra dolosa subsumible en el delito previsto en
el art. 293 del Cód. Penal, por cuanto las facturas otorgadas cumplían con los requisitos necesarios para hacer valer en sede judicial los derechos
cedidos". CNPenal, sala V, 15/8/03, "O., M.", LA LEY 2004-C, 449, 107.252.

El contrato de factoraje como lo denomina el Cód. Civil y Com. de la Nación se encuentra incluido en los
contratos bancarios en el art. 1421: "Hay contrato de factoraje cuando:

a) una de las partes, denominada factor, se obliga a adquirir por un precio en dinero determinado o determinable
los créditos originados en el giro comercial de la otra, denominada factoreado,

b) pudiendo otorgar anticipo sobre tales créditos

c) asumiendo o no los riesgos".

En cuanto a los servicios determina el art. 1422: "La adquisición puede ser complementada:

a) con servicios de administración y gestión de cobranza,

b) asistencia técnica, comercial o administrativa respecto de los créditos cedidos".

En cuanto a la cesión de qué tipos de créditos se pueden ceder, dispone el art. 1423: "Son válidas:

a) las cesiones globales de parte

b) o todos los créditos del factoreado, tanto los existentes como los futuros, siempre que estos últimos sean
determinables".

En cuanto a los requisitos del contrato señala el art. 1424: "El contrato debe incluir:

a) la relación de los derechos de crédito que se transmiten,

b) la identificación del factor y factoreado

c) y los datos necesarios para identificar los documentos representativos de los derechos de crédito, sus
importes y sus fechas de emisión y vencimiento

d) o los elementos que permitan su identificación cuando el factoraje es determinable".

En cuanto a los requisitos señalados como a y b son innecesarios en este artículo pues son las partes de
cualquier contrato y lo atinente al objeto de la prestación de la obligación del contrato se repiten los arts. 957 y 1003
de este Código.

En cuanto a los efectos del contrato señala el art. 1425: "El documento contractual es título suficiente de
transmisión de los derechos cedidos".
Es otra obviedad porque repite lo relativo al instrumento de la contratación que está en la parte general de los
contratos, y se trata de un título circulatorio.

En cuanto a las garantías dispone el art. 1426: "Las garantías reales y personales y la retención anticipada de un
porcentaje del crédito cedido para garantizar su incobrabilidad o aforo son válidos y subsisten hasta la extinción de
las obligaciones del factoreado".

En situaciones muy particulares debe coordinarse con la LDC 26.361.

En cuanto a la imposibilidad de cobro del crédito cedido se establece en el art. 1427: "Cuando el cobro del
derecho de crédito cedido no sea posible por una razón que tenga su causa en el acto jurídico que le dio origen:

a) el factoreado responde por la pérdida de valor de los derechos del crédito cedido,

b) aun cuando el factoraje se haya celebrado sin garantía o recurso".

En cuanto a la necesidad de notificación en la cesión se establece en el art. 1428: "La transmisión de los
derechos del crédito cedido debe ser notificada al deudor cedido por cualquier medio que evidencie razonablemente
la recepción por parte de éste".

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