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De la misma forma que distinguimos dos sentidos de la cultura (uno amplio y otro
restringido), podemos distinguir dos sentidos de la muerte:
Como hemos estudiado, a partir del Paleolítico superior con el hombre de Cro-magnon
(homo sapiens) puede hablarse ya de autoconciencia o conciencia de uno mismo: los
miembros de la colectividad descubren entonces su valor como individuos y no meramente
como miembros del grupo. Dado que la muerte es siempre individual, la conciencia de la
propia mortalidad permitió al ser humano adquirir conciencia de sí como individuo único,
singular e irremplazable. Así, individualidad y conciencia de la muerte se encuentran
estrechamente relacionadas.
Los restos de sepulturas hallados en los yacimientos arqueológicos de los primeros homo
sapiens indican un primer desarrollo de la autoconciencia del ser humano. El hombre primitivo
usaba la sepultura como un instrumento con dos funciones precisas:
En primer lugar les sirve para evitar el horror que producía la descomposición del
cadáver. El temor que produce el cadáver descompuesto es el miedo a la pérdida de la
individualidad, rasgo distintivo del ser humano costosamente adquirido después de
todo el proceso de evolución humana.
En segundo lugar les sirve para evitar el retorno del muerto. El cadáver, una vez
enterrado, “descansa en paz”, se respeta su memoria y no vuelve para vengarse de los
vivos. Cuando al muerto no se le entierra de forma apropiada, retorna en forma de
espectro con el rostro desfigurado de cadáver para acusar a los vivos. Los vivos han de
respetar la memoria de la individualidad de los muertos para evitar enojarlos.
Así pues, el ser humano inventa la sepultura para protegerse del horror que produce en él
la pérdida de la individualidad tanto en él como en sus semejantes. La muerte es en este
sentido un trauma que el ser humano nunca podrá resolver. Produce obsesiones y temores
(miedo al retorno de los muertos, a la pérdida de la propia individualidad…). Este trauma es
causa de una conciencia realista del mundo y frente a él el ser humano opone su aspiración a
la inmortalidad. Estos dos elementos (conciencia realista y aspiración a la inmortalidad)
conforman la contradicción básica que se halla en el núcleo de la autoconciencia.
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I.E.S ISBILYA FILOSOFÍA 1ºBACHILLERATO
Al contrario que los seres humanos, los animales están perfectamente adaptados a la
muerte. No se preocupan por ella y no la temen a distancia porque no son conscientes de ella.
O bien luchan por la supervivencia de manera instintiva o bien se entregan directamente a la
muerte (como hace el gato que intuye su fin y se va a un rincón tranquilamente a morir).
Como animal, el ser humano está adaptado a su condición de mortal, como individuo, la
muerte es un trauma para él y nunca está completamente adaptado a ella. Llamaremos a esta
doble condición complejo de adaptación e inadaptación del ser humano pero de tal manera
que entendamos que la inadaptación es el elemento predominante del complejo.
El ser humano no se adapta bien a la muerte del mismo modo que como animal no está
bien adaptado a la naturaleza. El proceso de hominización eliminó en él los órganos específicos
de ataque y defensa (colmillos, garras), protectores (pelaje, piel gruesa) y atrofió sus instintos.
Solo gracias a la humanización que hizo posible esa misma hominización desarrolla el ser
humano toda la cultura como un medio para adaptarse a la muerte (ya sea viviendo más
tiempo o bien inventando un más allá).
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Dando muerte a los otros. De este modo los dueños del mundo antiguo se liberan de la
angustia de la muerte que acompaña a toda individualidad descargándola sobre un
tercero. Matando pretenden tener un control sobre la vida: al menos, la muerte los
encontrará a ellos los últimos.
Arriesgando su vida. De este modo planta cara a la muerte y la desprecia. Al arriesgar
la vida el ser humano vive su individualidad de la manera más intensa posible.
La clase dominante del mundo antiguo organizaba guerras para afirmar su individualidad
matando y arriesgando su propia vida. De ahí que se embarcaran en continuas campañas
militares contra otros pueblos. Y si salían victoriosos en la guerra nuevos esclavos trabajarían
para ellos. Las guerras entre distintos pueblos y los nuevos esclavos resultantes de ellas fueron
el motor de la historia en el mundo antiguo. Son lo que determinarán en buena medida el
desarrollo de los acontecimientos históricos (surgimiento y caída de los grandes imperios, la
extinción de pueblos enteros, cambio de las fronteras en el mapa político…)
A través del trabajo. En el trabajo, el esclavo aprende que es él y no el amo quien tiene
el poder de transformar el mundo. Mientras que el amo se limita a dar órdenes, es el
esclavo quien sabe cómo funcionan efectivamente las leyes de la naturaleza porque
trabaja con ellas diariamente. El esclavo usará este poder para afirmarse como
individuo.
Al tener al amo como ideal. El esclavo lucha para alcanzar el estatus del amo. Sin
embargo se encontrará con la oposición persistente de sus amos. De aquí surgirá la
lucha de clases.
La lucha de clases terminó aboliendo la esclavitud. Tras los esclavos en el mundo antiguo
vinieron los siervos de la gleba en la Edad media y después los proletarios en la Edad Moderna.
En la actualidad la antigua división amos y esclavos está difuminada. La sociedad se ha ido
democratizando y con ello todos sus miembros han accedido a la individualidad. Ha tenido
lugar un desarrollo de la autoconciencia y una extensión a todos los seres humanos
especialmente a partir de la Ilustración (s.XVIII). Pero con ello se ha democratizado también la
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