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Anemia y Buen Gobierno

El gobierno ha planteado como una de sus prioridades la lucha contra la anemia


infantil y eso está muy bien. Es una vergüenza nacional que luego de un par de
décadas de fuerte crecimiento del PBI habiéndose reiteradamente señalado los
grandes logros de la economía peruana, la anemia alcance al 60 por ciento de los
niños de entre 6 y 18 meses de edad, etapa en la que la anemia es más aguda.
Hasta los tres años un 43,6 por ciento de los niños sufre de anemia, porcentaje
que en el campo llega hasta 53,6 por ciento. En total, más de 620 mil niños
peruanos entre 6 meses y 3 años sufren esta enfermedad. Entre las mujeres
embarazadas es de casi 30%, cerca de 170 mil mujeres, las que tienen anemia.
La anemia es la deficiencia de hemoglobina en la sangre. Se presenta en especial
en los niños pequeños, pues en ellos la necesidad de una rápida expansión de los
glóbulos rojos demanda altos requerimientos de hierro, que incluso entre los 6 y
12 meses son mayores que los de un hombre adulto. Se ha estimado que un bebé
debe duplicar sus glóbulos rojos durante el primer año y mucho más aún si es
prematuro o de nacido con bajo peso (http://bit.ly/2x7Qp30).
El problema mayor es que una gran cantidad de estudios internacionales
muestran que los niños con anemia tienen mayores dificultades en el aprendizaje.
Por ejemplo un par de estudios señalan que “los niños con deficiencia de hierro
tienen menos capacidad de atención, son más tímidos y dubitativos, menos
perseverantes, menos alegres y desarrollan menos sus habilidades motrices”
(http://bit.ly/2wFijAz), y que “a los 5 años, los niños que padecieron de anemia
durante sus primeros 12 meses de vida tenían en promedio un coeficiente
intelectual 5 puntos menos que los que no la padecieron”. Los adultos reducen su
productividad en un 17 por ciento cuando tienen anemia. Lorena Alcázar estima
que al 2009 “la anemia cuesta a la sociedad peruana aproximadamente S/. 2 777
millones que representan el 0,62% del PBI”.
Lo peor es que la anemia se ha agravado, habiendo aumentado 2 puntos
porcentuales los últimos cinco años. A pesar del crecimiento económico y la
reducción de la pobreza monetaria, la anemia creció, un hecho que revela que los
problemas sociales no se resuelven automáticamente con un mayor PBI.

¿Qué hacer? Salud y programas sociales


La política del actual gobierno se ha centrado en promover que los niños sean
llevados a un centro de salud, para que ahí se chequee su nivel de hemoglobina y
se le entreguen suplementos nutricionales de ser necesario.

El asunto es que, dado el altísimo nivel de anemia prevaleciente, diera la


impresión que se está pretendiendo enfrentar lo que es una verdadera epidemia
como si fueran casos aislados, cuando existen estrategias y políticas que permiten
enfrentar el problema desde múltiples frentes de una manera más amplia.

Una política fundamental para atacar la anemia debiera ser la fortificación con
hierro de alimentos de consumo masivo. Esta es una estrategia promovida por la
OMS y catalogada por el Consenso de Copenhague como una de las políticas
más costo-efectivas para el desarrollo en el mundo (http://bit.ly/2wF1BBn).
Consiste en incluir una fortificación de hierra en la harina de trigo (y por tanto en
fideos, pan, etc.), en el arroz y en otros productos, lo que tienen la ventaja de
llegar con facilidad a un enorme número de hogares. Por ejemplo, esta es la
política que se sigue en nuestro país con la sal que es obligatoriamente yodada, es
decir, tiene yodo añadido con el objetivo de eliminar el bocio y otras
enfermedades que devienen de la deficiencia de yodo en el organismo (lo que se
ha logrado desde los años 80). Esta política no es desconocida en el Perú y existe
una reglamentación al respecto desde hace dos décadas para la harina de trigo,
pero no hay seguimiento ni evaluaciones de la misma y dada la alta prevalencia
de anemia, pareciera que se respeta poco o que los contenidos de hierro
adicionados son demasiado bajos. Desde luego que exigir al oligopolio de
Alicorp que adicione más hierro a sus harinas les puede costar un poco, pero bien
podrían poner de su parte para enfrentar este serio problema de salud pública que
es la anemia.

Por otro lado, el plan del gobierno considera tanto la entrega de las llamadas
“estrellitas”, un paquete de micronutrientes en polvo, como de sulfato ferroso (en
pastillas o jarabe). Las “estrellitas” tienen la ventaja de que se pueden adicionar
con facilidad a cualquier comida y permiten enfrentar también otras deficiencias
nutricionales como el déficit de vitamina A, vitamina C y zinc. Tampoco la
entrega de paquetes de micronutrientes son una política ajena a la práctica
peruana, ya que hace más de veinte años se inició primero la entrega de
“papillas” reforzadas y luego la entrega de “estrellitas”, las que según UNICEF
(http://uni.cf/2gDY52u)han tenido mayor aceptación que el sulfato ferroso. Este
es un asunto, sin embargo, que requiere mayor evaluación.
Por otro lado, no se ha incluido en el plan diseñado por el gobierno una estrategia
conjunta con el programa Juntos para enfrentar la anemia. Considerando que
Juntos llega ahora a 735 mil familias pobres rurales con 200 soles bimestrales a
condición de que hagan el control de salud de sus hijos menores, debe asegurarse
estos controles y garantizarse que en ellos se entreguen los suplementos
nutricionales y se den las charlas o consejerías nutricionales.
Habiendo varias estrategias adicionales a la priorizada hasta el momento por el
gobierno, quizás la pregunta clave sea: ¿dada la situación crítica de muchos
centros de salud, con largas colas en algunos casos y en otros con deficiencias en
sus laboratorios, y habiendo 620 mil niños con anemia, no habría que considerar
una estrategia que no descanse exclusivamente en los centros de salud sino que
movilice a la sociedad misma? Estrategias de este tipo han sido exitosas en el
pasado, cuando hubo las campañas de vacunación con promotoras de salud y
cuando se establecieron las “unidades de rehidratación oral” que permitieron
reducir enormemente la mortalidad infantil causada por enfermedades diarreicas
agudas

La alimentación es el tema de fondo


Según explica el ministerio de salud: “¿Por qué la anemia es tan elevada entre los
niños peruanos? Porque no consumen alimentos ricos en hierro (y
micronutrientes) desde los 6 meses, especialmente el de origen animal como la
sangrecita, el pescado y el hígado. Además, se ha reducido la lactancia materna
exclusiva” (http://bit.ly/2vJB5JW).
Tiene razón, en particular porque uno de los elementos que puede parecer
paradójico en el aumento reciente de la anemia es que simultáneamente haya
disminuido la desnutrición crónica y haya aumentado el sobrepeso y la obesidad.
¿Cómo puede ser que al mismo tiempo falte hierro pero haya mayor adecuación
calórica-proteica (que define el crecimiento y la desnutrición crónica), e incluso
exceso de calorías? La respuesta, tal cual señala el MINSA, es porque se
consume poco de algunos alimentos que tienen micronutrientes específicos,
aunque habría que añadir que al mismo tiempo “sobran” de otros (al menos en
relación al ejercicio físico realizado).
¿No es entonces obvio que una respuesta central de política debiera ser
precisamente promover que los hogares peruanos coman sangrecita, pescado e
hígado (de los que se absorbe el 25%), y también otros como espinacas o lentejas
(de los que se absorbe solo un 5%), y que consuman en simultáneo los cítricos
que ayudan a la absorción? ¿No debiéramos estar viendo en los programas
televisivos, en las voces de los presentadores de horario estelar, en los “Esto es
Guerra” y “Combate”, mensajes de este tipo?

Una ventaja es, por cierto, que la sangrecita o el hígado no son demasiado caros,
sobre todo si pensamos en que para un niño de 6 meses a 3 años las porciones
son pequeñas. Pero entramos acá a la competencia entre una alimentación
saludable que requiere cocinar en casa y alimentos industrializados, como los
cereales azucarados, muy atractivos para los niños pero que en vez de ayudar a su
salud les pueden generar problemas de obesidad. Así, el asunto es más complejo
que lo planteado por el gobierno, porque al mismo tiempo que enfrentar la
anemia es necesario también enfrentar la obesidad que es la epidemia que se está
expandiendo a mayor velocidad en el Perú, y añadir algunos alimentos debe
implicar retirar un poco de otros

Un enfoque de este tipo exige pensar la salud pública más allá de los hospitales y
centros de salud, poniendo el bienestar de los peruanos por encima de intereses
de industriales y comerciantes. Pero eso es hoy muy necesario pues, concordando
con la prioridad de combatir la anemia, sería mucho más efectivo enfrentar esta
epidemia también movilizando a la sociedad y regulando los mercados, y no sólo
mediante un débil aparato estatal de servicios de salud.

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