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El fallo de La Haya: ¿Triunfo de Nicaragua o cuento chino?

La firma de un contrato entre Nicaragua y China para construir un nuevo

canal interoceánico por 30.000 millones de dólares empieza a revelar

algunas claves de por qué la Corte podría haber emitido semejante decisión

tan arbitraria contra Colombia. Este es un abrebocas de un libro que

publicarán pronto los autores de este artículo.

Así como en 1903 la separación de Panamá hizo que Colombia perdiera 75.400

kilómetros cuadrados, ahora el interés de China de tener su propio canal

en Nicaragua, podría explicar parte del absurdo fallo del Tribunal de

Justicia de La Haya que hace que nuestro país esté en riesgo de perder

arbitrariamente 75.000 kilómetros de áreas marinas y submarinas.

Si el fallo de 16 de noviembre pasado, muy a favor del interés de

Nicaragua, generó un gran desconcierto entre todos los colombianos, este

aumenta aún más al leer y releer el ajurídico texto del fallo que se

constituye en un nefasto precedente, que de no corregirse, será fuente de

infinidad de litigios.

La Corte Internacional de Justicia no solo desconoció la jurisprudencia y

el tratado vigente entre dos naciones, sino que menospreció y olvidó el

valor de la historia, no respetó la geografía y por encima de todo, olvidó

que por centurias, los raizales –respetando absolutamente el medio

ambiente–, vivieron de los frutos que nuestro mar les da. Y por si fuera

poco, su inaceptable fallo desvertebró la arquitectura de un archipiélago

que ha estado unido desde siempre.

Más allá de todo lo que se ha dicho y escrito, el fallo no solo debe

mirarse en el terreno de lo jurídico, sino en un marco más amplio,

centrado en las dimensiones geopolíticas, diplomáticas y estratégicas que

lo rodearon. Y en ese marco está China, potencia mundial con creciente

influencia en América Latina, que como parte de su visión geopolítica

viene desarrollando una sofisticada estrategia de expansionismo económico,

con un evidente trasfondo político.

Hoy cada vez es más claro que la estrategia de Nicaragua, ahora con China

de su lado, lejos de centrarse exclusivamente en lo jurídico, fue el

resultado de una magistral jugada de ajedrez cuyo protagonista, Carlos

Argüello Gómez, la construyó por más de 30 años, largo tiempo en el que se


ha mantenido como líder de la representación diplomática de Nicaragua en

Holanda (esta es una de las claves del éxito de la estrategia

nicaragüense: permanencia y especialización de la misma persona en el tema

jurídico en su calidad de agente, y en los temas político, económico y

comercial, en su calidad de embajador).

Argüello penetró las más altas esferas diplomáticas, económicas y

políticas para lograr una sentencia altamente favorable a las viejas

aspiraciones de Nicaragua. Colombia en ese mismo tiempo tuvo 13

embajadores.

El canal interoceánico, un nuevo hecho en el litigio.

Mientras los abogados y funcionarios de Colombia trabajaban en la

preparación de los últimos alegatos, el gobierno nicaragüense daba las

puntadas finales a un sofisticado plan diseñado desde muchos años atrás,

cuyo objetivo es la construcción de un canal interoceánico.

El 4 de mayo de 2012, seis meses antes de que la Corte anunciara su fallo,

y cuando se cerró la última oportunidad procesal de Colombia en la defensa

de los intereses nacionales frente a las pretensiones de Nicaragua, el

gobierno y el Congreso de ese país comenzaron a tomar decisiones

trascendentales, que hoy permiten desentrañar parte del complejo

rompecabezas que constituye la decisión de la Corte Internacional de

Justicia (CIJ).

El 3 de julio de 2012 el Congreso de Nicaragua, con mayorías controladas

por el presidente Daniel Ortega, aprobó la Ley 800 de 2012, que crea la

Autoridad del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua y autoriza al gobierno

para crear una empresa en la que tendrá una participación del 51 por

ciento de la propiedad de las acciones, mientras que el 49 por ciento

restante serán adquiridas por un aliado estratégico.

De acuerdo con esa ley, el canal deberá estar operando parcialmente en

2019, convirtiéndose en el corredor interoceánico más largo, profundo y

ancho del planeta, con una inversión estimada de 30.000 millones de

dólares.

Como presidente de la Autoridad del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua


fue designado Manuel Coronel Kautz, quien fue vicecanciller de Nicaragua

hasta el 18 de julio de 2012, cargo a través del cual tuvo estrecho y

permanente contacto con el equipo que representó jurídicamente los

intereses de Nicaragua ante la CIJ, una designación que, a todas luces,

demuestra los nexos diplomáticos, estratégicos y económicos de Nicaragua

con respecto al canal interoceánico y su relación con el fallo.

Mientras en Nicaragua se iniciaban los estudios técnicos para la

construcción del canal, y cuando ya Colombia no podía adelantar actuación

procesal alguna, el 15 de agosto de 2012, en declaraciones al oficialista

canal 4 de la televisión de Managua, Carlos Argüello Gómez, en su calidad

de agente de ese país ante la CIJ en La Haya, acusó a los gobiernos de

Costa Rica y Colombia de querer “adueñarse” de cualquier posibilidad de un

canal interoceánico nicaragüense de gran calado.

Sus palabras textuales fueron: “Las pretensiones de Colombia y Costa Rica

tienen un mismo origen y es el deseo de adueñarse de cualquier posibilidad

de un canal por Nicaragua, eso fue el origen de todo esto... La pretensión

de Colombia es cercenar a Nicaragua miles de kilómetros cuadrados de la

plataforma marítima en el Caribe”.

Con esta declaración, que es una confesión, el mismo Argüello involucró el

tema del canal interoceánico como parte del litigio con Colombia. Estando

acordado el canal entre Nicaragua y China contando con aguas en discusión,

el agente nicaraguense, como mínimo debió poner en conocimiento de los

jueces de la Corte este hecho.

Valdría la pena que los encargados del tema en Colombia revisen este

asunto (no el único) frente al artículo 61 del estatuto de la Corte que

establece: “Solo podrá pedirse la revisión de un fallo cuando la solicitud

se funde en el descubrimiento de un hecho de tal naturaleza que pueda ser

factor decisivo y que, al pronunciarse el fallo, fuera desconocido de la

Corte y de la parte que pida la revisión, siempre que su desconocimiento

no se deba a negligencia”.

¿No tendría que explicar el agente de Nicaragua, Carlos Argüello, por qué

razón solo habló de las “supuestas pretensiones de Colombia” para atacar


la construcción del canal interoceánico, cuando ya el gobierno colombiano

no tenía oportunidad procesal para incluir como parte de sus alegatos este

“nuevo hecho” en materia legal, puesto en consideración por el mismo

agente nicaragüense? Hecho que saliéndose de la jerga legal, no tiene nada

de nuevo, pues fue planeado por años incluyendo nuestro mar, como parte

esencial de una estrategia geopolítica.

Ambicioso proyecto

Este es el proyecto que el gobierno de Nicaragua presentó al Congreso en

2012.

Aparece el factor chino

Dos meses antes del fallo, el 11 de septiembre de 2012, el presidente de

la Autoridad del Gran Canal Interoceánico, Manuel Coronel Kautz y el señor

Wang Jing, presidente del gigante de telecomunicaciones Xinwei Telecom y a

la vez presidente de la recién creada HK Nicaragua Canal Development

Investment Company, firmaron en Managua un memorando de entendimiento que

establece que la empresa creada en Hong Kong será la responsable de

administrar y financiar la construcción del canal interoceánico.

De esta forma, China consolidó su presencia como parte interesada y se

convirtió, después de largas y hábiles negociaciones, en dueña del 49 por

ciento de un canal interoceánico que estará ubicado en el peyorativamente

llamado patio de atrás de Estados Unidos, a través del cual no solo podrán

transitar barcos privados de comercio y turismo, sino navíos de bandera

china de cualquier calado, ¡un verdadero triunfo geoestratégico!

Al respecto, llama la atención que apenas en agosto 20 de 2012, unas

semanas antes del anuncio sobre la compañía que construiría el canal, el

señor Wang había creado como único fundador y director, la compañía HK

Nicaragua Canal Development Investment Company, habiéndola inscrito él

mismo en el registro de empresas de Hong Kong. ¿Se tratará entonces de una

“empresa de papel”, constituida para controlar miles de millones de

dólares al antojo de su fundador?

En ningún país del mundo, menos en China, podría pensarse siquiera en la

construcción de una obra de semejante tamaño e importancia geoestratégica,

sin que intervenga el Estado mismo.


Una vez que Nicaragua logró consolidar la alianza con China, poderoso

socio que necesitaba para construir el canal interoceánico, y corriendo

contra reloj, el 19 de noviembre de 2012 la Corte Internacional de

Justicia tomó su decisión en contra de Colombia, la que afectaría más de

75.000 kilómetros de nuestro territorio marítimo.

En la decisión unánime de los 15 jueces que conforman la Corte estaba la

Jueza de nacionalidad china, Xue Hanqin, cuyo impedimento para hacer parte

de dicha decisión debe ser urgentemente valorado, teniendo en cuenta que

los intereses de China requerían de un nuevo mar nicaragüense para poder

construir el canal interoceánico, objetivo que solo podrían conseguir, si

el fallo era favorable a Nicaragua. Con la nueva zona marítima propuesta

por el fallo, la alianza nica-china podría garantizar un mejor acceso al

Caribe por la parte sur de San Andrés sin necesidad de atravesar el mar

Colombiano.

En lo que tiene que ver con el impedimento que pudo haber tenido la jueza

Xue, el mismo estatuto de la Corte, en el artículo 24, establece que si

por alguna razón especial uno de los miembros de la Corte considerare que

no debe participar en la decisión de determinado asunto, lo hará saber al

presidente y que, si este considerara que uno de los miembros de la Corte

no debe conocer de determinado asunto por alguna razón especial, así se lo

hará saber.

Llama poderosamente la atención que la señora Xue, antes de ser jueza de

la Corte Internacional de Justicia, fue embajadora de China ante el

gobierno de Holanda entre 2003 y 2008, lo que significa que fue colega del

embajador Argüello por cinco años. Resulta apenas normal pensar que en

cumplimiento de su deber hubiese tenido conocimiento directo sobre las

pretensiones de Nicaragua y China, con respecto a los planes para la

construcción de un canal interoceánico.

¿Casualidad entonces que después sea nombrada jueza y sea parte del fallo?

Colombia tiene el derecho y el deber de preguntar tanto a la jueza china

Xue Hanqin, como al presidente de la Corte Internacional de Justicia, si

conocían o no de la participación de China y de sus empresas en la

construcción de un canal interoceánico.


No es posible aceptar que un hecho de semejante relevancia pudiera ser

desconocido para la que fuera la embajadora de China y colega de Argüello

por tantos años, y por fin, uno de los jueces que participó del fallo.

Para nosotros, estamos frente a un claro impedimiento de la jueza para

participar en la decisión.

Es además importante recordar que los cinco países que son miembros

permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y los únicos

con derecho a veto en dicho Consejo, entre los cuales está China,

curiosamente y en la práctica, siempre están representados entre los 15

jueces de la Corte.

Lo que viene

Nicaragua continuará adelante en la estrategia para que le sea reconocida

una nueva plataforma continental. Ya lo anunció Carlos Argüello en La

Haya, quien afirmó que su país podría interponer una nueva demanda ante la

CIJ. Para llegar a esta instancia, Nicaragua tendría que agotar, primero,

el paso por la Comisión de Delimitación de la Plataforma Continental de

las Naciones Unidas, institución ante la cual ese país ya envió

información preliminar, orientada a demostrar que su plataforma

continental y por tanto su “pretendida zona económica exclusiva”, puede ir

más allá de las 200 millas.

Aunque Colombia no hace parte de la Convención de las Naciones Unidas

sobre el Derecho del Mar y se acaba de retirar del Pacto de Bogotá,

Nicaragua presentará allí su propia versión de delimitación. Resulta

urgente y entendemos que se está haciendo, que Colombia bloquee ante la

ONU inmediatamente esa pretensión.

Basta comparar el mapa de la zona económica exclusiva de Nicaragua antes y

después del fallo, para observar que los nuevos límites propuestos por la

CIJ, al norte implican ganar para Nicaragua una gran porción de mar,

mientras que los límites de Colombia tanto con Costa Rica como con Panamá,

al sur de San Andrés y Providencia, pretenden con el fallo ser modificados

arbitrariamente y sin competencia alguna de la Corte para el caso en

cuestión, sin respetar los tratados vigentes con dichos países.


Si apreciamos con detenimiento el nuevo mapa, Nicaragua tendría ahora

frontera mucho más amplia con Costa Rica y una “nueva” frontera marítima

con Panamá, cosa que no sucedía antes del fallo y que no fue parte del

litigio. La Corte afectó fronteras con terceros países, lo que está

expresamente prohibido, e irrespetó los tratados de límites marítimos que

Colombia tiene con Costa Rica y con Panamá. Este argumento también debe

ser tenido en cuenta para solicitar la interpretación o la revisión del

fallo.

En conclusión, mucho más allá de la pérdida de más de 75.000 kilómetros de

territorio marítimo, lo cual es inaceptable y doloroso desde todo punto de

vista, lo que se puede apreciar en este caso es el eficiente manejo que le

ha dado el gobierno nicaragüense al asunto desde mucho tiempo atrás –a

través de su hombre en La Haya, Carlos Argüello Gómez–, y la alianza con

un socio estratégico que le permitirá a Nicaragua contar con el más

moderno canal interoceánico del mundo.

Este hecho le abriría a la segunda potencia mundial, la República Popular

China, la posibilidad de expandir su poder real en nuestro hemisferio,

tanto en el terreno económico como en el político y militar.

¿Estaremos frente a un hecho nuevo contemplado en el artículo 61 del

estatuto de la Corte? ¿Se tratará de un hecho cumplido, de un triunfo del

eje China-Nicaragua? ¿O simplemente es un cuento chino? Lo único cierto es

que el ‘por ahora’ merece toda nuestra atención. No es poco lo que la

patria se está jugando y es mucho y urgente lo que nos queda por hacer.

Mayor acceso al nuevo canal

Una de las consecuencias del fallo a favor de Nicaragua es que los barcos

no tendrían que fondear en lo que históricamente han sido aguas

colombianas en el Caribe antes de acceder al futuro canal.

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