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En la Teoría de la aguja hipodérmica se asume que los medios de comunicación, dentro de

su eficiencia, son capaces de manipular a la población (sujetos autómatas) para que adhiera
a ciertas ideologías por medio de mensajes eficientes/específicos. Harold Lasswell fue uno
de los principales defensores. Esta teoría fue rápidamente refutada.
Por medio de autores como Paul Lazarsfeld o Walter Lippmann, se ha demostrado que la
propaganda política es un instrumento utilizado para cambiar o reforzar la opinión pública
(generada por líderes de opinión). Esto, desde una marcada ideología y mediante aparatos
célebremente utilizados; símbolos, medios de comunicación y por supuesto, gobiernos.
“¿Qué es la propaganda, más que el esfuerzo por alterar la imagen ante la que los individuos
reaccionan, con el fin de remplazar un modelo social por otro? “(Lippmann, W., 1923, P.35).
En ese texto, el autor concluye que el conocimiento del entorno es principalmente indirecto
(nos enteramos de lo que pasa, no lo vemos explícitamente), lo que es analogable con el
concepto de pseudo realidad (que describe como la necesidad de crear ficción ante la
incapacidad de relacionarse directamente con el mundo). Se puede afirmar entonces que el
poder, un controlador de la estructura social, cumple su rol de explotador psicológico/sutil
por medio del uso de propaganda, la cual ataca indirectamente la psiquis de la sociedad.
Un medio para satisfacer esta necesidad de crear ficción es claramente el cine, ya que expone
directamente las realidades soñadas por el público y a su vez manipuladas por el emisor. El
film nazi “El triunfo de la voluntad” (1935) es un ejemplo más que claro para demostrar esto.
Por medio de los planos y los encuadres, la autora crea el efecto visual de confianza. De
union entre Hitler y el pueblo. Expone símbolos como los desfiles, los líderes y la belleza
(según Hitler) para desde esta ideología, penetrar en los alemanes. Por otro lado, los planos
cortos que dan la sensación de cercanía entre las caras de los niños y el orador, es una ilusión
creada para generar confianza según los valores de aquella sociedad. Es todo un discurso
basado en la exaltación del nacionalismo y sus valores
La relación medio/consumidor no es utópica (siempre efectiva) como la pensaba Lasswell.
Lazarfeld, P., mediante su estudio expuesto en ambos textos sugeridos, demuestra que solo
un 13% de su muestra cambió de opinión con la propaganda durante la campaña de
Roosevelt. Además, demostró que la propaganda en una elección política no es la razón de
cambios de ideología, y que por el contrario y para romper la cristalización de las opiniones,
es necesario un contacto cercano (cara a cara) entre el candidato y el pueblo. Es decir, la sola
campaña no basta.
Si Lazarsfeld desestima el valor real de la propaganda, entonces, ¿Por qué durante la época
de campaña Nazi, el pueblo alemán se unió y creyó en Hitler?
“Durante los períodos en que gozamos de una moderada seguridad, los símbolos de la opinión
pública están sujetos a revisiones, comparaciones y debates. Este es el motivo de que surjan
y desaparezcan, se fusionen y olviden (…). Después de todo, sólo hay una actividad humana
que permite que toda la población pueda consumar su union sacrée. Ésta se produce durante
esas etapas intermedias de las guerras en las que, antes de que aparezca el desaliento, los
sentimientos de temor, beligerancia y aversión garantizan la completa sumisión del espíritu,
ya sea para aplastar cualquier otro instinto o para dominarlo”. (Lippmann, W., 1923, P.20)

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