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Los dones espirituales

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Los dones espirituales en la iglesia de hoy


Parte 1: Definición y propósito de los dones espirituales

Por Douglas A. Oss

Esta serie de ensayos será un repaso de los propósitos básicos y de la naturaleza de los dones
espirituales desde una perspectiva pastoral. El presente artículo establece una definición funcional de
los dones espirituales y explica los beneficios primarios corporativos y personales derivados de la
operación de los dones. Además se provee una bibliografía selecta para los lectores que deseen
explorar los asuntos con una mayor profundidad. En artículos venideros se examinarán la unidad
(fuente) y la diversidad (los creyentes individuales) de los dones en la iglesia: dones de conocimiento,
de poder, y de expresión.

Mientras que el derramamiento del Espíritu está trayendo una necesaria renovación de nuestras
congregaciones, es importante dar a la Escritura su correcto lugar como la infalible Palabra de Dios. Al
mismo tiempo, puede ser que Dios continúe recordándonos que “la letra mata, pero que el Espíritu da
vida” (2 Corintios 3:6).1 Aun cuando las palabras de la Biblia son absolutamente veraces, no son ellas
las que por sí mismas imparten vida. Solamente el Espíritu es el que crea dentro de nosotros la
realidad viviente de Jesucristo. Teniendo esto en consideración, examinemos los principios
establecidos en las Escrituras para ayudarnos a considerar lo relacionado con los dones del Espíritu.

DEFINICIÓN DE LOS DONES ESPIRITUALES

Hablando en términos generales, un don espiritual es cualquier habilidad que el Espíritu refuerza para
el ministerio en la iglesia y por medio de ella.2 Esta definición incluye los dones que operan a través de
habilidades naturales: enseñanza, administración, dádivas; como también dones que trascienden los
medios ordinarios: sanidades, profecía, milagros. Las listas de dones que tenemos en el Nuevo
Testamento incluyen ambos tipos (véanse Romanos 12:5-8; 1 Corintios 7:7; 12:8-10,28; Efesios
4:11; 1 Pedro 4:11).3

Es necesario hacer varias aclaraciones en lo concerniente a estas listas de dones.

1. Las listas no son exhaustivas respecto de cada don que Dios da. Por ejemplo, muchas
personas son dotadas y capacitadas por Dios en oración intercesora. Este don no aparece en
las listas del Nuevo Testamento, y sin embargo es un poderoso y eficaz don para derribar
fortalezas. Es importante no limitar a Dios en circunstancias que Él no se limita a sí mismo. En
ninguna parte de las Escrituras aparece Dios restringiéndose de su capacidad de conceder
poder a tan solamente aquellos dones contenidos en las listas.

2. Todos los dones reciben capacitación divina. Un tipo de don no es superior al otro
(ejemplo: dones naturales contra dones sobrenaturales). Aun cuando la operación de un don
pueda aparecer como algo ordinario o natural, es tan dotado del poder del Espíritu como un
don milagroso o sobrenatural. En este sentido, cada aspecto de la vida cristiana requiere de
dotación sobrenatural de poder (1 Corintios 12:13-31).

3. El hecho de contar con un don no es indicio de madurez espiritual. Los dones son
capacitaciones divinas para el ministerio, y Dios los reparte como Él quiere. Por ejemplo, los
corintios estaban altamente dotados (1 Corintios 1:7) pero eran inmaduros de carácter, como
lo evidencian sus actitudes divisionistas y celosas hacia el liderazgo y los dones (1 Corintios
3:1-23; 12-14).

Para los fines de esta presentación, deseamos poner nuestro enfoque en lo que tradicionalmente se
entiende como dones de milagros: aquellos dones que trascienden los medios ordinarios gracias a una
impartición sobrenatural del Espíritu Santo.4 Aun esta categoría es demasiado amplia para esta breve
serie, de modo que nos concentraremos primordialmente en 1 Corintios 12-14 para iniciar la
exposición acerca de los dones espirituales.

PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES

 Dentro del marco de la adoración corporativa, los dones sirven para la edificación de todo el
Cuerpo (1 Corintios 12:7). Por ejemplo, los dones de expresión deben ser entendido por la
congregación, de modo que todos sean edificados por lo que se dice (1Corintios 14:5-19). De
otro modo, el que habla podría estar hablando al aire (1Corintios 14:9).

 También los dones tienen como intención glorificar a Dios (1 Corintios 14:16,17,25). Este
principio está establecido de manera más explícita respecto de los dones de expresión y de
servicio en 1 Pedro 4:10,11. Según este pasaje, estos dones son dados “para que en todo sea
Dios glorificado por Jesucristo” (v. 11).

 En privado, los dones también edifican al individuo (1 Corintios 14:4,18,19). No hay duda de
que este principio se aplica cuando buscamos apartarnos para orar y para la adoración.
Tampoco hay duda de que Dios se comunica personalmente con nosotros fuera del contexto
de la adoración corporativa (Hechos 9:1-19; 13:1-3). Sin embargo, los observadores casuales
de la adoración pentecostal a menudo malinterpretan esta enseñanza del Nuevo Testamento.
Es una práctica común en los cultos de adoración pentecostal dar tiempo para la oración
individual, lo que muchos de nuestros antiguos padres denominaban el “concierto de
oración”.5 En circunstancias en que los creyentes elevan sus voces, todos al mismo tiempo,
ofreciendo alabanzas y peticiones al Señor, puede haber manifestaciones del Espíritu. Aun
cuando el concierto de oración tiene lugar durante la adoración corporativa, es en realidad un
tiempo dedicado a la comunión individual con Dios. En el caso de la adoración individual o del
servicio de altar, no se aplica el principio de inteligibilidad.
Los dones espirituales operan en dos distintos ambientes: en lo corporativo y en privado. El ambiente
sirve para determinar el mayor propósito de los dones. Pero en ambos ambientes, corporativo y
privado, las manifestaciones del Espíritu siempre tienen como fin la edificación. Ya sea por convicción
o por afirmación, a través de sutilezas o de demostraciones sorprendentes del poder de Dios, las
manifestaciones de los dones espirituales nos conducen a la gloriosa imagen de Dios, que es Cristo
Jesús, nuestro Señor, y lo exaltan solamente a Él.

Douglas A. Oss, Ph. D. es profesor en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios en


Springfield, Missouri.
NOTAS:

1. Las citas de las Escrituras son de la Biblia Reina Valera 1960.

2. Wayne Grudem, Systematic Theology (Grand Rapids: Zondervan, 1994), p. 1016.

3. Las listas incluyen los siguientes: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores-maestros,


milagros, sanidades, ayudas, administración, lenguas, interpretación de lenguas, profecía,
discernimiento de espíritus, palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, milagros,
servicio, exhortación, contribución, liderazgo, misericordia, matrimonio, celibato.

4. Ha habido algo de discusión respecto del uso alternativo de carismata y de fanerosis en 1


Corintios 12:4-10, y si ello significa categorías. No hay evidencia de que estas dos palabras
indican distintas categorías, y aparentemente son sinónimas en este contexto (véase a
Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, 584-586).

5. Ralph Riggs, The Spirit Himself (Springfield, Mo.: Gospel Publishing House), p. 113-186.

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Los dones espirituales en la iglesia de hoy


Parte 2: Los dones de palabra

Por Douglas A. Oss

Este capítulo de la serie pondrá su enfoque en los dos dones de «palabra» que se hallan en 1 Corintios
12:8: «palabra de sabiduría» (Sophia) y «palabra de ciencia» (gnosis).

DEFINICIÓN DE LOS DONES DE PALABRA

La palabra de sabiduría y la palabra de ciencia usualmente se definen en uno de dos sentidos básicos.
En un sentido se definen como dones de instrucción y no son milagrosos por naturaleza.1 Estos son
dones de habilidad natural, usados para hablar con perspicacia (sophia) en una situación particular, o
con información (gnosis) obtenida por medio del estudio y de la experiencia. Por ejemplo, aquí se
considera el ministerio de un maestro de Biblia a quien el Espíritu dotó y cuyas habilidades son
consagradas al servicio de la iglesia.

En otro sentido, estos dones son de naturaleza milagrosa y se basan en la revelación especial del
Espíritu, aparte de los medios ordinarios.2 Son manifestaciones espontáneas del Espíritu Santo en un
contexto de adoración. Las palabras de sabiduría (logos sophias) capacitan sobrenaturalmente a una
persona para hablar con la clarividencia que Dios le da o con una perspectiva divina para resolver
alguna situación en la iglesia. La palabra de ciencia (logos gnoseos) provee información factible, que
no se ha adquirido por medios ordinarios, respecto a una situación o individuo en la iglesia. Este
aspecto revelador de alguna manera se sobrepone al don de profecía. Incluso más, es posible que la
palabra de sabiduría y la palabra de ciencia tengan la intención de operar en forma conjunta. El
conocimiento solo envanece (1 Corintios 8:1), pero aplicado con sabiduría, edifica.

El único lugar en el que se mencionan estos dones es en 1 Corintios 12:8. La expresión más cercana
es el «espíritu de sabiduría y de inteligencia» (vg., Isaías 11:2; Efesios 1:17). Por tanto, cualquier
conclusión a la que lleguemos, no será suficientemente firme. Sin embargo, la sabiduría de Dios es
una de las características prominentes de una persona espiritual (vg., Proverbios 4:7; 1 Corintios 2:6-
16). Note que Pablo, que es quien primeramente menciona los dones relacionados con la sabiduría,
coloca la sabiduría de Dios en marcado contraste con la sabiduría humana (1 Corintios 1:18–2:16).
El contexto escritural parece indicar que el Espíritu da los dones de la lista en forma espontánea
cuando la congregación se reúne para una adoración corporativa. Esto no descarta una función
instructiva, ni tampoco descarta la clarividencia milagrosa impartida o la información que se usa para
tratar asuntos previamente irresolubles u ocultos.3 En mi opinión, la instrucción de 1 Corintios 12
indica que los dones de palabra son, con mayor probabilidad, dones sobrenaturales de clarividencia y
de información para el bien común del pueblo de Dios en adoración.

Puesto que no se puede extraer una conclusión absoluta concerniente a la naturaleza de estos dones,
es mejor mantener el enfoque en su función y propósito más amplio. Ya sea instructiva, reveladora o
ambas, la manifestación del Espíritu en estos dones tiene que ver con la enseñanza de las Escrituras.

CONTRIBUCIÓN DE LOS DONES DE PALABRA AL MINISTERIO

Los dones de palabra tienen beneficios específicos en el contexto del ministerio:

 La palabra de sabiduría con frecuencia provee una guía para la aplicación de los otros dones,
tales como profecía y ciencia.

 Las palabras de sabiduría y de ciencia guían al ministro para saber cómo orar por una
persona.

 Cuando una persona o un grupo confronta situaciones difíciles, estos dones ayudan al ministro
a estimular y a fortalecer la fe a medida que él (o ella) usa la perspicacia de origen divino
para hablar acerca de las necesidades específicas.4

 En el ministerio de oración con frecuencia Dios usa una palabra de ciencia o de sabiduría para
provocar arrepentimiento. Estos asuntos se tratan mejor de una forma quieta en el altar o en
recintos privados, el llamamiento público por un supuesto pecado individual no sigue la
enseñanza bíblica de primero aproximarse en privado a un hermano o hermana. No obstante,
cuando las personas reciben una palabra de parte del ministro que no tenían manera de saber
por medios ordinarios, muchos, súbitamente, se sienten quebrantados y humillados delante
de Dios, sus espíritus se abren para recibir perdón, sanidad y renovación de parte del Señor.

Los dones espirituales operan en dos distintos ambientes: en lo corporativo y en privado. El ambiente
sirve para determinar el mayor propósito de los dones. Pero en ambos ambientes, corporativo y
privado, las manifestaciones del Espíritu siempre tienen como fin la edificación. Ya sea por convicción
o por afirmación, a través de sutilezas o de demostraciones sorprendentes del poder de Dios, las
manifestaciones de los dones espirituales nos conducen a la gloriosa imagen de Dios, que es Cristo
Jesús, nuestro Señor, y lo exaltan solamente a Él.

Dios elige vidas rendidas para manifestar su poder. En el contexto del ministerio, el ejercicio de los
dones de palabra será plenamente eficaz solamente cuando estos ocurran a través de ministros que
mantienen una relación de oración íntima y apropiada con Él.
Cuando el Espíritu nos usa en el ejercicio de los dones de palabra, la información puede venir en
diferentes maneras:

 A través de una visión o sueño (a veces visible solamente en nuestro espíritu);

 Al oír la voz de Dios (repito, a veces solo en nuestro espíritu);

 Al sentir lo que el otro está sintiendo (sea algo físico o espiritual);

 Al sentir que el poder del Espíritu viene sobre nosotros como una señal de que Dios desea que
ministremos a alguien que está presente.5

Las palabras de sabiduría y de ciencia se deben estimular en un ambiente de adoración del grupo,
especialmente si se puede consultar a una persona experimentada como una salvaguarda en contra
del uso indiscreto de los dones espirituales. Cuando una palabra se da en público, edificará la fe y
concordará con aquello que el Espíritu ya está haciendo en el servicio de adoración. Una palabra
proveniente de Dios nunca destruirá, derribará ni dejará a la congregación preguntándose cómo eso
concuerda con el ambiente establecido. Aunque una palabra se enfoque en el arrepentimiento, Dios no
condena, Él llama.

LA RECEPCIÓN DE LOS DONES DE PALABRA

Estos mismos principios se aplican para recibir cualquiera de los dones del Espíritu.

1. Dios distribuye soberanamente, de acuerdo a su voluntad, los dones del Espíritu (1 Corintios
12:11).

2. Se nos exhorta a buscar y desear los dones espirituales (1 Corintios 12:31; 14:1) con una
apropiada motivación, de modo que Dios se glorifique por medio nuestro y su iglesia se
estimule.

3. Dios es el único que da dones. Pero Él puede cumplir esto mediante la imposición de manos
de personas ungidas (1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6).

4. Cuando nosotros sencillamente confiamos en Dios y nos dedicamos al ministerio, podemos


recibir los dones que necesitamos para la tarea que hemos de realizar, aunque el don
particular que recibamos sea temporal.

Hay un misterio divino en lo que concierne a la persona que Dios elija para su ungimiento en un
ministerio dado. El principio sencillo y más importante que debemos recordar al recibir los dones es
este: Renuncia a todas las cosas que pertenecen al yo y ríndete en obediencia al Señor Jesucristo.
Solo entonces Dios podrá hacer todo lo que desea a través de nosotros.

CONCLUSIÓN

Hemos observado cómo funcionan los dones de palabra en ambientes tanto privados como públicos y
cómo se deben usar con mayor eficiencia en ambos casos. Estimule a las personas en el uso de estos
dones y guíe a esta gente especialmente dotada con un toque pastoral. Palabras de sabiduría y de
ciencia edificarán al rebaño con creciente fe y testimonio.

Douglas A. Oss, Ph. D. es profesor en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios en


Springfield, Missouri.
NOTAS:

1. Grudem, Wayne, Systematic Theology, Zondervan, Grand Rapids, Michigan, 1994, pp. 1080-
88.

2. Gee, Donald, Concerning Spiritual Gifts ed. rev., Gospel Publishing House, Springfield, Mo.,
1972, p. 30; David Pytches, Spiritual Gifts in the Local Church, Bethany House, Minneapolis,
Minn., 1985, pp. 92-108.

3. Grudem, 1081ff.; Pytches, pp. 92-108.

4. Pytches, pp. 96-97.

5. Gee, 31-41; Pytches, pp. 106-107.

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Los dones espirituales en la iglesia de hoy


Parte 3: Dones de poder

Por Douglas A. Oss

Los dones de poder que se hallan en 1 Corintios 12:9,10 — “fe”, “sanidades”, y “obras de poder” —
generalmente se asocian con las “señales y prodigios” del lenguaje usado en el Nuevo Testamento.

DEFINICIÓN DE LOS DONES DE PODER

• El “don de fe” (pistis) en esta lista no se refiera a la fe salvadora sino más bien a la fe milagrosa que
puede obrar milagros (e.g., fe que puede “mover montañas”1). La fe en este sentido es fundamental
para la obra de cualquier tipo de milagro, pero se diferencia de las sanidades y las obras de poder.
Aquí la fe es impartida divinamente y es una confianza inconmovible en que Dios en efecto obrará en
una circunstancia en particular y demostrará el poder de su gloria por medio de un acto sobrenatural,
totalmente separado de las posibilidades meramente humanas. La fe se diferencia de otros milagros
en el sentido de su definición, pero con respecto a su función, es parte integral de las sanidades y las
obras de poder.

• Los “dones de sanidades” (charismata), en este contexto, se refieren a los milagros de sanidad
físicos. Es cierto que la transformación de la mente y el espíritu, que comienza con el lavamiento de
regeneración (e.g., Tito 3:5–7) y continúa por medio de la renovación (e.g., Colosenses 3:10,11), a
veces se asocia con la idea de sanidad (e.g., 1 Pedro 2:24,25). Pero en este contexto es más probable
que Pablo tenía en mente la clase de señal milagrosa que manifiesta el poder de Dios (e.g., Hechos
10:38). En el griego, tanto “dones” como “sanidades” están en plural, lo cual puede indicar que cada
sanidad es un don específico. La liberación de la enfermedad es la infinita gracia de Dios y su poder
que entra en una creación maldita para mostrar que sólo Él trae una nueva creación a la raza de
Adán. Además, aunque las sanidades físicas son temporales en este siglo, en el siglo venidero la
nueva creación será eterna (e.g., 1 Corintios 15:44–57).

• “Obras de poder” (energemata dunombreon; traducción alternativa: “poderes milagrosos”, “obras


milagrosas”, “señales de poder”) probablemente incluye todas las obras milagrosas que no son
sanidades. En el Nuevo Testamento, lo más común entre éstos es el echar fuera demonios. Como con
las sanidades, las obras de poder son actos del poder infinito de Dios en su creación para manifestar a
la humanidad, en forma tangible y sobrenatural, su gloria y su reino. En el griego ambos estos
términos también están en plural (“obras de poderes”), lo que nuevamente pudiera indicar la
posibilidad de que cada milagro es visto como un don específico.

CÓMO LOS DONES DE PODER CONTRIBUYEN AL MINISTERIO

En nuestros cultos de adoración los dones de poder ahora se manifiestan con más frecuencia, por lo
cual es muy importante la pregunta de cómo éstos contribuyen al ministerio.

1. Los milagros glorifican al Creador (como con todas las obras creativas de Dios, e.g., Salmo
19:1–6). Con respecto al ministerio, las señales de poder captan la atención del observador
con su fuerza asombrosa y abrumadora, atrayendo la atención del observador a la gloria de
Dios y exigiendo una respuesta inmediata. Muchas veces la respuesta del observador o
receptor es de glorificar a Dios (cf. Marcos 2:1–12; Juan 2:1–11; 9:1–41; 1 Corintios
14:24,25), en marcado contraste de la respuesta general de la humanidad hacia el Padre
(e.g., Romanos 1:18–32).
La respuesta de los que presencian la gloria de Dios no es siempre de reconocer que es Dios
que está obrando. Muchas veces, en su rebelión, los religiosos del tiempo de Jesús lo
denunciaban como herético y lleno de poder demoniaco (e.g., John 8:1–9:41), aunque Él
hacía grandes señales y maravillas en medio de ellos, así manifestando estos religiosos su
propio orgullo y ceguera espiritual (John 9:39–41).
2. Las obras milagrosas confirman el evangelio. Los milagros evocan un mayor interés en el
mensaje del evangelio, dando así mayor oportunidad de guiar a las personas al reino de Dios
por medio de la fe en Cristo. Los milagros centran más atención en el Señor Jesús, en cuyo
nombre y para cuya gloria fue hecho el milagro. Por medio del poder del milagro, los
corazones de los inconversos que están presentes se abren para recibir al Espíritu de Cristo.

3. Los milagros animan al pueblo de Dios y edifican la fe de ellos. Los milagros nos aseguran que
Dios obra a favor de nosotros en su capacidad de todopoderoso y soberano Señor del
universo. Somos mucho más conscientes de su presencia entre nosotros en la luz de su
poderosa obra a favor nuestro. Las obras milagrosas nos llenan de gozo, elevan la adoración y
la alabanza, e intensifican nuestro compromiso con Cristo y su evangelio.
CÓMO RECIBIR LOS DONES DE PODER

Los principios comunes presentados en el artículo anterior de esta serie se aplican igualmente a los
dones de poder.2 Además, hay algunas consideraciones que son especialmente importantes para
estos dones en particular. Mientras estuvo en Éfeso, el lugar de los mayores milagros de Pablo, él
aprendió lo que era necesario para que el poder de Cristo se manifieste por medio de Él.

Las lecciones vitales que Pablo aprendió en Asia están resumidas en 2 Corintios 12:7–10. Es necesario
para los que sean usados por Dios en poderes milagrosos que estén rendidos totalmente a Dios (lea 2
Corintios 10–13), que sobre todo busquen conocerlo, y que en todo cumplan su voluntad. Además,
deben permitir que Dios obre en ellos de tal manera que Cristo sea todo en todo y que confíen
únicamente en el poder de Dios (cf. 2 Corintios 1:8–10). Es sólo en debilidad que se manifiesta el
poder de Dios. Cuando nosotros llegamos a ser nada, entonces Él puede obrar poderosamente por
medio de nosotros, porque confiamos solamente en la suficiencia de su gracia y poder.

Hay un precio que pagar para andar en el poder de Dios. El precio es absoluta rendición del yo
personal y del mundo temporal.3 El poder de Cristo se manifiesta únicamente por medio de vasos
rendidos.

CONCLUSIÓN

Dios quiere que su pueblo ande en poder, que predique el evangelio valientemente y con señales que
lo sigan. No hay en el Nuevo Testamento un concepto de la presencia del Espíritu sin la manifestación
del Espíritu en obras de poder. Los cristianos del primer siglo no pudieran haber concebido al Espíritu
aparte de milagros, señales y prodigios; era parte integral de su común experiencia en Cristo (cf.
Gálatas 3:5; Hebreos 2:4). Dios quiere que su pueblo hoy tenga la misma experiencia. Vivimos en los
últimos días, y necesitamos el poder de esos últimos días.

Douglas A. Oss, Ph. D. es profesor en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios en


Springfield, Missouri.
NOTAS:

1. Primera a Corintios 13:2; cf. Colin Brown, ed., The New International Dictionary of New
Testament Theology, vol. 1 (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1981), 601–602.
2. Véase Enriquecimiento, otoño 1997.
3. Recomiendo que lea Absolute Surrender por Andrew Murray.

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Los dones espirituales en la iglesia de hoy


Parte 4: Los dones de palabra

Por Douglas A. Oss

Los dones de palabra mencionados en 1 Corintios 12:10 son: profecía Vea también…
(propheteia), discernimiento de espíritus (diakriseis pneumaton),
diversos géneros de lenguas (gene glosson), e interpretación de  Archivos: El fruto
lenguas (hermeneia glosson). del Espíritu

DEFINICIÓN DE LOS DONES DE PALABRA

La mayoría de eruditos pentecostales o carismáticos consideran que la revelación dada por medio de
los dones de palabra en la iglesia de hoy no se puede igualar en calidad con las Escrituras, por las
siguientes razones: (1) En el contexto inmediato, Pablo exhorta a la iglesia de los corintios a que
juzguen las profecías, aparentemente para ver su exactitud y autoridad (14:29), algo que él nunca
hubiera dicho acerca de las Escrituras. (2) El hablar en lenguas se describe como que el espíritu
humano ora por impulso del Espíritu Santo, sin ninguna mención de “calidad autoritativa” como de las
Escrituras (14:14). (3) El propósito definido de los dones es de edificación, no para producir Escrituras
(12:7; 14:3–5,12,19,31).

PROFECÍA

El uso en el Nuevo Testamento de propheteia indica que la profecía era un acto espontáneo de palabra
inspirada —a diferencia de un estudio preparado de las Escrituras—, pero no inspirada en el mismo
sentido que el canon. El contenido de las expresiones parece haber sido predictivo (véase, Hechos
11:28; 21:10), en una forma que al mismo tiempo era de naturaleza exhortativa (véanse, 1 Corintios
14:20–26; 1 Pedro 1:10–12). El ministerio profético era tan significativo en el Nuevo Testamento, que
los que fueron asignados por el Señor como profetas (véase Efesios 4:11) se mencionan después de
los apóstoles.

La profecía predice acontecimientos en el futuro (Hechos 11:28; 21:10,11) y manifiesta los secretos
del corazón (1 Corintios 14:20–26), con el fin de dar exhortación colectiva o personal.

DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS

El discernimiento de espíritus (diakriseis pneumaton) está estrechamente relacionado con los dones
proféticos y se refiere a la habilidad divinamente impartida de determinar las expresiones proféticas
que son de Dios y las que no lo son (compárese 1 Tesalonicenses 5:19–22). Esto no necesariamente
refleja los motivos del profeta, aunque los falsos profetas asaltan con dudas a los hermanos en la
iglesia y deben ser identificados. Más bien, la necesidad de discernimiento muchas veces simplemente
refleja la percepción falible del profeta. A veces, a pesar de los mejores esfuerzos del profeta, el
mensaje puede ser mal percibido.

Muy claramente implicado en este don está el elemento subjetivo en el don profético. Las profecías no
necesitan ser recibidas sin sentido crítico, como absolutas o vinculantes para el creyente. Se las debe
“escudriñar” (la clase de juicio implicado por diakriseis;por ejemplo, los de Berea en Hechos 17:11).

DIVERSOS GÉNEROS DE LENGUAS

La más clara declaración definitiva acerca de las lenguas (gene glosson) está en 1 Corintios 14:14:
“Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.”
Según este versículo, “lenguas” constituye una clase de oración en que el espíritu humano ora en una
forma que transciende la capacidad de razón humana. Es una comunicación de espíritu a Espíritu.

El contexto amplifica el contenido de las lenguas para que incluya: oración, cantos, alabanza, y acción
de gracias (vv. 15–17). La evidencia del libro de Hechos confirma la naturaleza básica de las lenguas
como alabanza y declaración de las maravillas de Dios (véase, Hechos 2:11; 10:46; 19:6).

Muchas veces se usa 1 Corintios 14:2 en esta discusión para argumentar que las lenguas son
exclusivamente una expresión del hombre a Dios: “Porque el que habla en lenguas no habla a los
hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.” Este versículo
refuerza el contenido del hablar en lenguas como expresión del espíritu humano a Dios; sin embargo,
no necesariamente excluye la verdad de que los mensajes en lenguas pueden ser comunicación de
Dios al hombre.

La declaración “de persona a Dios” de 14:2 puede ser debido a que no hay interpretación de lo que se
trata en el contexto (14:1–17). Si alguien habla en lenguas en un culto de adoración y no hay
interpretación, entonces la persona habrá hablado solamente a Dios, debido a que en ese punto la
congregación no puede comprender lo que se ha dicho.

INTERPRETACIÓN DE LENGUAS

La interpretación de lenguas se refiere a la traducción (hermeneuo y sus cognados) de lo que se ha


hablado en lengua desconocida. Esta traducción expone el contenido del mensaje en un idioma que la
congregación entiende, de modo que todos puedan ser edificados. Si el mensaje no tiene sentido para
los oyentes, entonces no puede haber edificación (1 Corintios 14:1–19).

Con respecto a las lenguas en la adoración, casi siempre consideramos que el contenido de las
interpretaciones es profético; las interpretaciones son virtualmente siempre de Dios al hombre. La
enseñanza de 1 Corintios 14:1–5 indica que la profecía es equivalente a la interpretación de lenguas
en términos de edificación; pero ninguna señala ni implica que el contenido será idéntico. Aunque no
hay garantía bíblica para argumentar que nuestras prácticas tradicionales no corresponden, hay
amplia evidencia en 1 Corintios y los Hechos para sugerir que el contenido de las lenguas puede
también ser expresión del espíritu humano a Dios.

Por consiguiente, por lo menos algunas veces, el contenido de la interpretación será una expresión a
Dios en la forma de una oración, una alabanza, una acción de gracias, o una canción.

LA CONTRIBUCIÓN AL MINISTERIO DE LOS DONES DE PALABRA

El propósito de los dones de palabra es la edificación de la iglesia. Ellos edifican, específicamente


mediante el contenido de lo que se habla. Las profecías pueden ser expresadas a grupos o individuos
en la forma de exhortaciones o predicciones. El grupo o el individuo debe orar por el don profético
compañero de discernimiento, con el fin de evaluar lo que se ha dicho. Los supuestos profetas a veces
han abusado del don, especialmente en el ministerio a individuos.

La constante aplicación del criterio bíblico para la profecía será una ayuda en mantener equilibrio en la
iglesia cuando se manifiesta este don. Cuando una persona es legítimamente dotada con este
ministerio, es una fuente poderosa de estímulo y nunca se debe menospreciar (véase, 1
Tesalonicenses 5:19–22); pero la profecía tiene que ser examinada y pastoreada.

La profecía dada por el Espíritu Santo edifica, nunca derriba. Bendice al pueblo de Dios. Confirma y
renueva pero nunca produce ansiedad o temor. Nunca usurpa la autoridad del pastor concedida por
Dios. Además, este don revela los secretos del corazón de los inconversos y los lleva al
arrepentimiento y a la adoración (1 Corintios 14:20–25). Finalmente, la profecía que está de acuerdo
con la Palabra reflejará los principios del amor expresados en 1 Corintios 13:1–7.

Las lenguas y la interpretación que se manifiestan en conjunto edifican a la iglesia, así como las
profecías. Las lenguas solas no pueden producir esto en un culto de adoración, debido al factor de
comprensión, aunque las lenguas sin interpretación sí edifican al que las habla (1 Corintios 14:1–
5,18,19).

Las lenguas que son interpretadas edifican a la iglesia por medio de oración, alabanza, acción de
gracias, canto, y declaración de las maravillas de Dios, por tanto fungen en relación complementaria
con el don profético.

CONCLUSIÓN

Cada uno de los dones que se han cubierto en esta serie obran en conjunto para edificar a la iglesia, y
ninguno de los dones expresados aisladamente pueden cumplir tanto como todos ellos en conjunto. El
Espíritu otorga los dones según su voluntad con el fin de edificarnos, renovarnos, y guiarnos a toda
verdad mientras Jesucristo va edificando su reino por medio de nosotros.
Douglas A. Oss, Ph. D. es profesor en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios en
Springfield, Missouri.

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