aque son muchas veces pura consecvencia de la reprducsin
SBiagmce y que carecen de slides fundamen epstemalg
SSS Ea ete de conve lo que esa misea no eonsttye una
psa sencil; no ferasamente pork mucha pocacomple-
ad del Tenémeno ens sna sobre odo pore muchos dels
seeseshumanos de que dsponemes para hacer y conebi
Inn n so en 9 ules ure os que tenemos
iu pensar soe ello inencar entender, La piedia que se
Tina nuesto camino ye aparamen con un cetero golpe
Ge pie es ficlmente anaiable en ma consistence fea de
stodons abjetia en el bortorio. La misia, no obstante y
Tempe ques queramos entender como algo que a mas allt de
Si'insecs propiedad actos, ba suiido de mess
Sucre pensaieno, las miss al fin Ya eabo con las
She inentamos analiza, Por ello 0 resulta siempre fii el
trend conocer este medio en el cul nos MEVEMOS Y Pot
Eiitono os tene que extafar en absoluo que sea a tavés de
ti dic Imeedicpinaia la manera ms inca de hae.
20
IL, Musicologfas”
Hace pocos aos, Bruno Netty Philip V. Bohlman eda
ron una publicacién bajo el titulo de Muscologte comparada y
antropologa de la misice. Ensayo sobre la historia de a etnomusce-
‘ogfa B1 ideo ecoge bisicamente las sportaciones presentadas
€en un simposio sobre ideas, coneprosy personaidades en la historia
dela etnomusicolgia realizado en 1988 en la loalidad norteame-
ricana de Urbana. Tal como podemos apreciar, en el eiulo de
ese libro se mezelan sin demasiado rubor tes diferentes deno-
minaciones académicas que en realidad forman parte de un
mismo conglomerado de prieticas y saberes relacionadas con el
estudio de la misica, El téimino de musicolgia eomparada per-
tenece hay dia ya pricticamente a la histori habiendo sido
reemplazada por el de eeomasiologla que, de hecho, convive
también con el de aniropolgia de fa mica. Este shtimo concep
to pose, en realidad, una doble valencia. Cuando nos servimos
de él dentro del émbito antropoldgico tiene un valor neutro: de
la misma manera que se habla de antropologta de la alimentaiéa
‘ode la medina, por ejemplo, se habla también de antrpologta de
4a masia. Bn estos casos los €rminos hacen referencia a una
‘concrecién de Ambitos sin mas implicaciones. BI hecho es dife-
rente, en cambio, evando hablamos de antropologia de fa mica
dentro de a esfera musicol6gica El témmino hace referencia a
tuna visién 0a una percepeién diferenciada del hecho musical, y
aconfigura, por tanto, dentro de la musicologfa una estrategia de
investigaci6n claramence contrastada de la tradicional. La adop-
cién del término por parte de algunos musieslogos es sencilla
mente un reflejo de la necesidad de superar una visién discpli-
naria del fenémeno musical que resultabainsatsfactoria: aquel
‘ipo de investigacién etnomusicol6giea que basicamente conce-
bia ta misiea como un sistema cerrado y explicable po sf mismo.
Dando mucha més importancia al producto musical que # los
procesos, la actividad etnomusicolégica se basaba en muy buena
parte a recoger canciones, ranseibrls,clasficarlas, determinar
su escalas, publicarcancioneros y llevar a cabo comparaciones
cent las diferentes cultuas segdn e esprit inical de la mus:
cologia comparada. En la ancropologia de la misica, en cambio,
se toman en cuenta todos aquellos fatores de orden sociocultu-
ral sin los cuales serfa imposible entender cualquier tipo de
manifestacién musical. Pero nada impide que esta concepcién
mis culturalista del hecho musical se reflejeasimismo en cieras
maneras de entender la modea etnomUsicologia, denomins
‘idn de uso habitual y mayoritario hoy da,
EI rérmino emomusicolgia cuenta ya con vna vadicién de
algo mas de medio siglo. Es difeil poder decir quién lo us6 por
primera vez. BI musicélogo polaco Lucjan Kamienski, por ejen
plo, ya se habia servido de él (enomuzyéologia) en los aos trein-
ta, aunque fue sobre todo Jaap Kunst quien con su libro Eihno-
imusicolog contsibuyé decididamente a difundislo, Con este
‘éemino se susttuy6 la vieja denominaclin de musioloia compa
‘ada, dsciplina sobre la que, considerada como parte integrante
‘dela musicologa, se definieton en el fo 1885 sus objtivos como
la comparacin con propésitos einogrifieos de las obras musicales
especialmente las canciones tradicionales~ de los diferentes
pueblos dela tera, y su clasifcacién sean sus diversas formas.”
Pero el cérmino de musiologa comparada fue pronto cri-
‘icado. El mismo Robert Lach, en el ibro que publicé en 1924
sobre las métodos y problemas de la disciplina, lo decia clara
‘mente: el término resulta, a la vez, demasiado amplio y dema-
22
siado estrecho. Demasiado amplio porque son muchas ote las
dliscipinas que también se valen de la comparacién como méto-
do; demasiado estrecho porque no es el tinico método de inves-
tigacidn del que se sirve le musicologia comparada.*
La susttuci6n del viejo término por el de etvomasicologta
en fos aos cincuenta no fue debida tan soo als eritias al epi-
{eto de comparada por su escaso valor definitoro sino que era si-
mismo sintométiea por la pérdida reltiva de relevancia de los
mérodos musicolégicos mis formalistas a favor de laimporancia
siempre mayor que iba adquiriendo la orientacin metodoligica
antropolégico-cultural
En Espana, no fue hasta hace pricticamente dos décadas
atcés que el término emomusicologia pas6 a set de uso habia
ddentzo de la pricticacienttia de la musicologia de pals. Josep
Caivillé hablaba explicitamente de “etmomusicologia" en los
alos setenca,* aunque en algunos medios, como en los conser=
vatorios, no se adoptariaofcialmente esta denomnacn hasta el
aio 1995 en el que reemplazara el sino de folklore musical
No obstante, el gran desarrollo que han experimentado
los estudios etnomusicolégicos en las tltimas déeadas hace que
nos tengamos que cuestionar seriamente el valor que ain pose
€l término de etsomusiologa. No estan s6lo debide alas conno-
taciones claramente eanocéntricas que sugiere y que ya han sido
‘denunciadas por diversos especialistas, sino sobre rodo porque
tanto sus actuales objerivos como el euadeo conceptual y meto-
‘doldgico han perdido la unidad que en un principio presenta
|4 musicologia comparada de la cual es heredera, Por todas esas
razones, la cuestién hoy no es ya si debemas reemplazar la
‘denominacién ctnonusiologia por otra mis adecuada sina si
resulta realmente pertinente querer aunar bajo un misma e
queta diferente a la de musiologa un conjunta de procederes
cientficas que lo nico que poseen en comin es el estudio de
Jas pricticas musiales de la humanidad.
‘Si debemos conceder una ciers importanca al rema no
fs por un mero fetichismo de nomenclaturas. Aunque muy’
23cexcepcionalmente, en el Ambito germano hablante, por ejemplo,
fain se mantiene el eérmino de musiolgia comparada, con los
mismos contenidos que en otros lugares se otorgan ala ernormu-
sicologia,* de la misma manera que en Espafa hay quien se
siente més eémodo con la denominacién de folbloe musical para
actividades que muy bien podsfan ser denominadas etnomusico-
légicas. Esto noes al fin yal cabo algo que determine de mane
‘2 absolut el valor de la investigacin, Pero someter este tema a
discusién conduce foreasamente reflexionar sobte aspectas
‘mucho més importances como es la relacidn entre las diferentes
subdisciplinas de la musicologta
Esta cuestién terminolégiea ya fue planteada décadas
aris. Solo hace falta recordar, por ejemplo, las opiniones mani
festadas al respect por los musicélogos Charles L. Seeger 0
Gilbert Chase. Seeger abogaba por abandonar el término amo-
sicologta a favor del de masicologia," y Chase, entendiendo que
|i etnomusicologia también deberta ocuparse de la musica ocei-
dental y no can s6lo de las exicas, encufé incluso el cérmino
Imusicologla cultural para sustvuir el de etomasicologia® Pero
ddado que la problematica ain se mantiene, y que el reciente
desarrollo de la etnomusicologfa no hace sino dar ain més razo-
nes ala inconveniencia de conservar el término, creo oportuno
tratar también la cuestién en estas piginas intoductorias.
Una de las principales extieas que se han efectuado al
término ervomusicologia recae en el hecho de que sugiere una
‘oposicién con el de musizlogia en raxén de Ambicos de estudio:
‘usicologia para la misica cula occidental y etnomusicologia
para todas las otras posibles manifestaciones musicales del pl
neta, ya se trate de Ia misiew de los pigmeos centroafricano, a
rsice de las sofisticadas cules musicales ascieas @ de los
cantos de los campesinos espafioles. No es tan s6lo que cl tér-
ino etromascologiasugiera esta oposicin. La realidad es que el
tus inapropiado de mucicolzgfa en el sentido restingido de musi-
log Bérica es de uso cortience, evando de hecho deberfamos
considera a musicologia como englobadora de una serie de sub-
2
discipline, entre las cuales se hallarfan tanto a exnomusicologts,
tal como se la entiende actualmente, como la musicologia hist6-
Dentro de una musieologia con vocacién universal, no
hay ningén argumento cientfico que pueda sostener Ia necesi-
{dad de mantener dos subdisciplnas separadas segin la oposi-
cin entre musica culea occidental y todas las dems misicas det
planeta, tal como sareésticamente expres6 la. musiedloga Kay
Kaufman Shelemay: *..musieslogos que estudian el Occidente
yy exnomusiedlogos que escudian todo lo restance”.” Se tata de
‘una articulacién surgida de una visién claramente etnocéntrica
del fenémeno musical, como también lo es el azonamiento que
la pretende justfiear: "La misica occidental es demasiado dife-
rente de las otis misica, y su contexto cultural es también
‘demasiado diferente de los otros contextos culeurales™." Como si
‘sto-no puidiese afirmarse de cualquier otra cultura musical
En ocasiones, se ha intencado aligrar I clara coneepeion
‘etnocénttica del concepto de cnomasiologtaesprimiendo el argu
mento de que la eenomusicologfa seria sencillamente el estudio
se otras culturas musicales diferentes alas nuestra, Pero en este
«e180, ado que actualmente la musicologia no estan slo algo que
predcupe al investigador occidental, nos encontrariamos con la
divertda paradoja de que un musicélogo japonés que investigara
sobre la obra de Cabeasn tendila que ser considerado etnomusi-
céloge mientras que el aficano que tabaja sobre su propia cul-
tura serla musiedlogo. Y esto, evidentemente,no tiene sentido."
En este caso, el érmino einomaicoagta ya no serla condenable
por un implicza ernacentrisma pera sila seria por su inefieaia:
bajo la misma eriquera denominariamos cosis diferentes, 0 bien
realizactamos una misma actividad bajo diversas xiquecas. El t
ino seria contradictaio.
‘Crea que no es dif! dejar de apercibirse que el término
‘énvicn,aplicado a a musica, sugiee la existencia de formas supe-
Fiore e inferiores;* de la misma manera que lo implica el adjet
vv anirepoligie: "No queremos hacer misica ancropolégica", ha
2s