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PARA MEMORIZAR
Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni soy hijo
de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres. Y Jehová
me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo
Israel (Amós 7:14-15).
OBJETIVO
Reconocer en el llamado que Dios hizo a
Amós, nuestro propio llamado o el juicio que
nos descubre como opositores a la palabra de
Dios, por nuestra conducta hacia los demás.
NARRACIÓN
Los vecinos de Israel en el tiempo de Amós eran religiosos, como
la mayoría del mundo antiguo, paganos, idólatras, pero, sobre
todo, crueles con sus enemigos y prisioneros. Judá e Israel, con
la auténtica religión, con una búsqueda de Dios dirigida a través
de sus sacerdotes, profetas y reyes, una búsqueda guiada por
los líderes que Él levantaba para guiar a su redil. No obstante,
también había un conjunto de personas que se dejaban guiar por
la misma rebeldía egoísta de sus vecinos, escondida en la liturgia,
festividades y sacrificios y que, en lo cotidiano, no tenía problemas
para oprimir a los más débiles.
Amós no pertenecía a los profetas «profesionales» contratados
por el rey. Era un hombre religioso como todos los de su tiempo,
pero que no estaba al servicio del poder, ni buscaba recibir algún
pago por su labor. Tampoco tenía como misión adivinar el futuro.
Era un hombre llamado por Dios para descubrir y denunciar la
verdadera situación que el pueblo vivía: los fuertes abusaban de
ANÁLISIS
I. Dios no eligió a su vocero entre los profetas (Amós 1:1)
1. ¿Por qué cree usted que Dios escogió a una persona que
no era profeta para trasmitir su mensaje? ¿Amós se entregó
tanto a su llamado que hizo suyas las palabras de Dios?
¿Los profetas del Rey tendrían la misma actitud? Comparta
su opinión.
2. ¿Por qué cree que Amós fue enviado al reino del norte
(Israel) si él vivía en el reino del sur (Judá)?
3. Compare Zacarías 14:5 con Amós 1:1 y diga: ¿qué suceso
natural está tomado como referencia para su profecía?
¿Esto significaría que finalmente los poderosos no oyeron
a Amós?
APLICACIÓN
A. El juicio de Dios sobre las injusticias de este mundo solo puede
ser visto por los que escuchan su Palabra. A la gente que hace
el mal le tiene sin cuidado lo que diga Dios y no hay forma de
que cambie su conducta. Ante esto, ¿qué valor se necesita para
hacer de la Palabra de Dios la palabra del creyente? ¿sólo un
experto en profecía puede hacerlo?
B. Amós no se movía por intereses monetarios ni de poder, sólo
le preocupaba hablar en nombre de Dios. ¿Qué se necesita
hacer para tener esta actitud? ¿Qué tipo de obstáculo puede
encontrar alguien que quiere hablar lo que Amós habló? Los
profetas no siempre fueron escuchados, pero hablaron. ¿Vale
la pena hablar y actuar contra la injusticia?
C. Es necesario escoger entre el ejemplo de Amasías y el de
Amós. ¿Cómo sabemos cuál de los dos seguimos? A nivel
personal, de familia, de congregación y de Iglesia nacional,
¿qué tenemos que modificar para ser portadores dignos del
mensaje de Amós en este mundo donde cada día hay más
pobres?
CONCLUSIÓN
Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién
no profetizará? (Amós 3:8). Las condiciones en la sociedad y en
la iglesia son propicias y el llamado de Dios es claro. ¿Estamos
listos para profetizar?
CREYENTES O NO,
Amós 1:3-2:5
MISMO MAL (1ª PARTE)
PARA MEMORIZAR
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no
revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no
guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos
de las cuales anduvieron sus padres (Amós 2:4).
OBJETIVO
Tomar conciencia de la importancia que tiene para Dios
la responsabilidad que tenemos personal y colectiva-
mente, sobre el bienestar de aquellos que son menos
favorecidos que nosotros, como evidencia de nuestra fe.
NARRACIÓN
Dios juzga a las naciones vecinas de Israel: Damasco, Gaza, Tiro,
Edom, Amón, Moab, por la forma tan cruel con que trataron a sus
enemigos de guerra. Pero, lo que más llama la atención es que,
junto con estas despiadadas naciones que no tenían la ley de Dios,
el Señor juzgó a Judá y a Israel, pero no porque no la tuvieran o
porque ignoraran su significado, sino porque no la obedecieron.
A primera vista parece que no obedecer la ley de Dios es lo
mismo que no tenerla o ignorar que existe: pero, viendo más de
cerca el juicio de Dios, queda claro que es más grave no obedecer
la ley que no tener la ley. Consideremos los juicios que anuncia
Amós para ver esta realidad.
Para establecer esta diferencia, los juicios utilizan un esquema
muy parecido:
a) Inician con la expresión: Así ha dicho Jehová. El profeta está
del lado del Señor y no del lado de los poderosos que oprimen
al pobre.
ANÁLISIS
I. La religión de los pueblos no ponía freno a su crueldad
Los motivos para juzgar a los pueblos vecinos de Israel no
surgieron tanto de sus cultos paganos, como de la crueldad
con la que trataban a sus prisioneros.
Comente y considere la siguiente información: «Los trillos de
hierro eran pesadas plataformas sobre ruedas de afilados dien-
tes tiradas por bueyes que se hacían pasar sobre el trigo de la
era. Los sirios literalmente pasaron estas máquinas sobre los
cuerpos de los indefensos prisioneros» [de Galaad] (W. Padilla)
(v. 3) Compare con 2 Reyes 13:3, 7 y 22.
(v. 6) «Los filisteos se habían dedicado a la caza de poblaciones
enteras con el fin de venderlas como esclavas a Edom,
que a su vez las comerciaba con Arabia. Era el más ver-
gonzoso tráfico humano con fines de lucro» (W. Padilla).
(v. 1) «El que una persona no recibiera sepultura era una de las
peores cosas que podía sucederle» (W. Padilla). Eso explica
la acción de los valientes judíos al rescatar y sepultar los
cuerpos de Saúl y sus hijos. (Vea 1 Samuel 31:8-13).
APLICACIÓN
A. Es malo que haya personas y naciones que actúen con crueldad
contra los que no se pueden defender. Sin embargo, lo peor es
que muchas de ellas se definen como creyentes y no reciben
castigo porque tienen el poder de las leyes en sus manos.
¿Esto terminará algún día? Los incrédulos son responsables
de sus pecados ante Dios, aunque no lo tomen en cuenta.
Pero, mucho más responsables somos quiénes sí conocemos
la voluntad de Dios y no tratamos con respeto a los débiles.
¿Necesitamos a alguien que nos diga: Así ha dicho Jehová con
la firmeza con la que lo hizo Amós?
B. ¿Cómo podemos llegar a ser mensajeros dispuestos a decir:
Así ha dicho Jehová sin que esta misma palabra se vuelva
contra nosotros?
CONCLUSIÓN
El justo juicio de Dios es lo más importante para quién quiere serle
fiel. Yo, su Dios, pregunto: ¿Ya no me quieren obedecer? ¿Ya no
me tienen respeto? Fui yo quien le puso límite al mar y aunque sus
olas se pongan bravas y hagan mucho ruido, no van más allá de la
playa (Jeremías 5:22, TLA). ¿Estamos preparados para oír y decir:
Así ha dicho Jehová?
PARA MEMORIZAR
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no
revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre
por un par de zapatos (Amós 2:6).
OBJETIVO
Considerar que tener la religión correcta
no es un privilegio sino una responsa-
bilidad sobre la que Dios no admite
una piedad combinada con crueldad.
NARRACIÓN
Llegamos a la parte más importante de los juicios que Amós
profetiza al inicio de su actividad. Recordemos que los primeros
seis juicios son para naciones paganas, el séptimo fue para Judá,
que de alguna manera sirvió de entrada para el juicio sobre Israel.
Con este orden se nos da a entender que el pecado del pueblo
de Dios, precisamente por ser propiedad de Dios, resulta exhibido
en toda su crudeza y crueldad.
Esto podemos ilustrarlo imaginando a una joven que huye de
su casa por la violencia que ahí sufre y, en el refugio, el asistente
abusa de ella. En lugar de protección encontró una cámara de
tortura; pero lo peor no es sólo el dolor físico sino el espiritual,
pues se queda sin esperanza y sin ilusiones. Si en las naciones
juzgadas, antes que Judá e Israel, la gente sufre, en el pueblo de
Dios deberían encontrar seguridad, paz y justicia; pero encuentran
lo mismo: injusticias, abusos y opresión. Por eso, si comparamos
los pecados de Israel y los pecados de sus vecinos, podemos ver
algunas diferencias que agravan el juicio que recibe:
a) Los crímenes de las naciones paganas eran contra extraños y
enemigos; los de Israel fueron contra sus propios hermanos.
ANÁLISIS
I. El pecado de Israel: Abuso del pobre (Amós 2:6-8)
Tome un tiempo breve para comentar cada apartado de este
párrafo que describe el pecado de Israel, de manera que su
gravedad nos llame la atención sobre nuestra conducta.
1. Vendieron por dinero al justo (v. 6). Se trata del soborno a
los jueces que los poderosos hacían para ganar juicios a
gente inocente, pero empobrecida.
2. Los pobres que no podían pagar sus deudas, aun las más
pequeñas, eran vendidos como esclavos. Las sandalias
eran prendas de escaso valor comercial. (Compare 2 Reyes
4:1-7 con el verso 6).
3. (v. 7) Humillar a los que menos tienen.
4. Y tuercen el camino de los humildes (v. 7). Los poderosos
manipulan a los que menos tienen aprovechándose de su
gran necesidad.
5. Y el hombre y su padre entraron a la misma moza, profa-
nando mi santo nombre (v. 7). El patrón y su hijo abusan
sexualmente de la sirvienta pobre.
6. Y sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier
altar (v. 8). Vea Éxodo 22:26. No le entregaban su prenda,
se quedaban con ella y era usada como cama en las fiestas
religiosas.
APLICACIÓN
A. En nuestra sociedad también existe el soborno, la usura, el
desprecio, la prepotencia, la manipulación de los humildes,
el abuso sexual contra las mujeres y los niños, sobre todo de
los pobres. ¿Usted ha visto casos dónde la maldad con que
alguien trató a otros, es la misma que él sufre después? ¿Pue-
de ocurrir esto en la iglesia? No basta conocer la voluntad de
Dios, es necesario hacerla para enfrentar este pecado dentro
y fuera de la iglesia. ¿Qué tan importante es nuestra conducta
con nuestro prójimo en esta observancia?
B. Ante una sociedad destrozada por la opresión y la injusticia, la
iglesia tiene que ser una comunidad diferente. Muchas veces
nuestra diferencia sólo es a nivel doctrinal. Sin embargo, la
diferencia tiene que ser también en cuanto al trato y respeto
de la gente, sobre todo a aquella que tiene menos.
Comente este párrafo tomando en cuenta alguna experiencia
que sirva de ejemplo y de edificación.
CONCLUSIÓN
Tenemos la bendición de conocer la voluntad de Dios y su reino
presente; de haber recibido su misericordia en los tropiezos y
dificultades que hemos tenido. Que esto nos dé la guía y la fuerza
para tratar a los demás como hemos sido tratados por nuestro
Padre que está en los cielos. Nuestro Señor regresará para realizar
plenamente la frase «Así ha dicho Jehová».