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Ejemplo de los tres criterios: defensa del carácter del sufragio secreto
Estos tres sentidos o criterios básicos se han articulado de manera diferente según las
transformaciones que han ido otorgándole densidad histórica.
Estos cuatro contextos diferentes de debate son una muestra de algunas de las
formas de construir y de señalar así campos problemáticos analíticamente
distinguibles. En el primero lo público se asocia a lo político – estatal, mientras que lo
privado se identifica con el interés particular, el mercado y en algunas versiones con la
sociedad civil. En el segundo lo público se asocia con cívico-político, mientras que lo
privado se acerca a la economía, familia y las relaciones personales. En el tercero, el
par público-privado se asocia a formas específicas de sociabilidad, y en el cuarto lo
público se asocia al estado, la sociedad civil y la economía, mientras que lo privado se
identifica con lo domestico familiar.
Huergo “Hegemonía, un concepto clave para comprender la
comunicación”.
Existieron 2 significados:
1º) Se equipara hegemonía con dominio, la fuerza ejercida por los poderoso sobre
los subordinados, la sumisión política en lugar del consenso cultural.
Para Gramsci, una clase ejerce su supremacía mediante el dominio sobre los
grupos antagonistas. Pero también, mediante la hegemonía, en cuanto articula y dirige
a los grupos sociales aliados o neutrales, a través de los aparatos hegemónicos de la
“sociedad civil”.
Las prácticas hegemónicas, para Gramsci, tienen por objeto la formación del
conformismo cultural en las masas: una serie de comportamientos, valores y
pensamientos que permiten a una clase ejercer su supremacía. Este proceso le
permite a los grupos dominantes hacerse también dirigentes de la sociedad. Para esta
finalidad, los grupos dominantes trabajan el interjuego entre hegemonía y consenso a
través de la educación, el derecho, los partidos políticos, la opinión pública, los medios
de comunicación, etc.
La hegemonía entonces tiene que ser visualizada a través de las vinculaciones
entre la cultura y lo político. Barbero, afirma que la cultura misma es un espacio de
hegemonía: la dominación, lejos de ser un proceso de imposición exterior, es un
proceso en el que una clase se hace hegemónica en la medida en que logra
representar intereses diferentes de las clases populares y, además, en la medida en
que los sectores populares se reconocen “adentro” del proceso hegemónico, lo
asumen, lo hacen propio, son conformistas con él. La cultura, se transforma
permanentemente.
Para Laclau, para que exista hegemonía debe existir una práctica de articulación.
La articulación significa que dos elementos (dos identidades, dos culturas) se ponen
en relación, ya la relacionarse cada una contribuye a la formación de una situación
cultural diferente a ambas, que sin embargo no anula a ninguno de los dos elementos
(Virgen de Guadalupe).
Fronteras imaginarias:
Pares binarios:
Conformismo:
Los significados naturalizados, responden a los intereses dominantes y a los
procesos de dominación, a la vez es posible comprender cómo los dominados muchas
veces sumen actitudes conformistas, de modo que colaboran en la reproducción social
del pánico moral y la discriminación. (mi hijo no era un vago, estudiaba y trabajaba, no
tenia vicios, era un buen chico)
Puntos nodales:
Cada uno de los significados se ven articulados al punto nodal, pero triunfará aquel
que sea capaz de articular a todos los demás. Sino los significados, según el momento
histórico, permanecerán en lucha por la hegemonía sobre los otros.
Conclusión:
No todos los elementos de una cultura serán parte de una ideología, sino solo
los que encierran una operación de legitimación de una relación de dominación. El
reconocimiento de una funcionalidad para con la dominación es el elemento que
permite discriminar, dentro de todos los elementos culturales, a aquellos propios de la
ideología en el sentido más ampliado y de este modo criticar la dicotomía” ideología vs
cultura”. La ideología es siempre funcional respecto de alguna relación de dominación
social de un modo no transparente: la lógica misma de legitimación de la relación de
dominación debe permanecer oculta para ser efectiva.
Cuando hablamos de aparatos ideológicos hay que hacer una diferencia entre
aparatos religiosos, escolares, familiares, jurídicos, políticos, sindical, de información
culturales. Los agentes que se encuentran dentro de estos aparatos son
“mediadores”. En la disputa por el sentido común y la construcción de una hegemonía
moral no alcanza con lograr un fuerte control sobre los aparatos productores y
difusores de ideología sino que también es necesario el predominio ideológico sobre
otros mediadores encargados de los procesos de sociabilización primaria,
esencialmente, los padres y también los maestros.
La hegemonía será plena en la medida en que logre que los sujetos de las clases
subalternas piensen que son incapaces de alterar la situación en la que viven.
(IMAGINARIO DE ORDEN)
Los sujetos dominados creen que la realidad es tal cual como la describe la ideología
dominante. De este modo, no se ve la dominación. Los dominadores son concebidos
como una casta aparte, poseedora de cualidades superiores que son cualificaciones
necesarias para dominar y solo los dominadores poseen, derivadas de la
descendencia y la educación.
Toda hegemonía tiene bases vivenciales en las que anclarse. Esta tercera lógica en la
construcción de hegemonía, es aquella que se basa en determinadas formas de vida.
La dinámica social puede transformar las condiciones de vida, tienen claros efectos
sobre los modos de pensar. Y luego existe la posibilidad de que estos cambios en los
modos de pensar tengan un sentido favorable a la hegemonía de la clase dominante.
La hegemonía nace de la fábrica y para ejercerse solo tiene necesidad de una mínima
cantidad de intermediarios profesionales de la política y de la ideología.
Para las nuevas generaciones, estas transformaciones en los modos de vida, al estar
incluidas en los procesos de socialización primaria, tienen efectos muy sólidos en la
construcción de una visión del mundo. Estas prácticas pre-ideológicas debido a la
edad en que ocurren y por no transmitirse como una visión posible, sino como una
descripción sobre como es el mundo e incluso más allá, como una simple “vivencia”.
Entonces, la hegemonía también se construye sobre prácticas individuales que, al
estar constreñidas por las condiciones estructurales de la dominación social, tienen un
efecto reproductor de la hegemonía en tanto limitador de los horizontes de vivencias
posibles.
Para Laclau, la construcción del vínculo hegemónico parte de comprender que todo
elemento que pretenda ser hegemonizado, es contingente en su modo de ser y se
construye entre relaciones inestables de necesidad. “Hay hegemonía solo si la
dicotomía universalidad (NECESARIO) /particularidad (CONTINGENTE) es superada”,
la terceridad (VIRGEN DE GUADALUPE)
“Lo que hay radicalmente nuevo en Gramsci es una ampliación del terreno atribuido a
la recomposición política y a la hegemonía a la vez que una teorización que va mas
allá de la categoría leninista de alianza de clases”.
Discurso y hegemonía
“Llamaremos articulación a toda practica que establece una relación tal entre
elementos, que la identidad de estos resulta modificada como resultado de esta
práctica. A la totalidad estructurada resultante de la práctica articulatoria la llamaremos
discurso. Llamaremos momentos a las posiciones diferenciales, en tanto aparecen
articuladas en el interior de un discurso. Llamaremos elementos a toda diferencia que
no se articula discursivamente”.
Hegemonía es mucho más que un tipo de relación política, es un modo de ser de los
vínculos que constituyen lo social. El intento de localizar un principio organizador que
dé cuenta de los fenómenos de opinión se encuentra en las distintas perspectivas
tradicionales en estudios de opinión pública. Tomar el concepto de hegemonía de
Laclau permite detenerse en las lógicas. De aquí resulta posible analizar los
escenarios sociales de emergencia discursiva para identificar nuevos agentes
sociales, demandas y modos de identificación. El concepto de articulación hegemónica
aporta al reconocimiento de lo social sin excluir los procesos de sedimentación de
sentidos sociales y políticos que constituyen corrientes de opinión.
Frentes culturales - Jorge González
A través de la perspectiva de los frentes culturales que es aquello que
consideramos y vivimos como normal, evidente, verdadero y obvio en cualquier lugar y
tiempo, debe ser entendido como un estado momentáneo de un orden simbólico
colectivo y provisional. Este arreglo está sujeto a interminables contra flujos simbólicos
que generan tensiones entre las instituciones culturales. (médicos y curanderos).
Los contra flujos provienen de las redes de convivencia diaria como los amigos,
la familia y la convivencia primaria. Esta fuerzas centrífugas que escapan de la
atracción centralizadora de aquellas instituciones y pertenecen a fuerzas que
dialogizan y eventualmente pueden hacer cambiar las definiciones naturales o
simbólicamente centralizadas de la vida.
Frentes Culturales:
Identidades:
Hegemonía:
Fronteras y arenas:
Los frentes culturales deben ser entendidos como un concepto abierto, o como
un concepto sistémico. Es decir, que no puede ser aplicado separado de sus
relaciones con otras construcciones: hegemonía, campos, redes ideológicas, discurso
social, formas simbólicas, etc.
También pueden ser entendidos como espacios o arenas de lucha, que son
generadas mediante un trabajo de elaboración discursiva, que traza la dinámica de
diferentes tensiones y conflictos localizados.
Propuesta:
Por una parte, los frentes culturales son estructurales, hechos sobre un
conjunto de relaciones. Por otra, están en constante movimiento y ayudan a construir
una especie de olla en la que se encuentran un estado de ebullición conflictos y
tensiones culturales.
La estabilidad precaria de estos universos simbólicos construidos está
constantemente sujeta a las acciones e interacciones variables de muchas fuerzas
simbólicas y negociaciones.