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Lo anterior no significa que la vida bien vivida deje por esa razón de ser una vida
agradable y en todos los casos una gran vida.
El hombre que ¨vive bien ¨ es el que vive obedeciendo a sus inclinaciones más
íntimas, no así el ¨Buena vida ¨ que no obedece sus inclinaciones más íntimas sino
que actúa a merced de su capricho.
Pero como sucede con la obra, el éxito porque una vez que este termina ya no se
tiene, y segundo, porque el éxito, aunque si bien llena algo en el hombre, sin
embargo no lo colma plenamente.
Veamos otro ¨Buena vida ¨; nos tocó a un hombre que hace de su cuerpo un
instrumento de placer sensible, toma licor hasta embriagarse, busca la manera de
perpetuar la sensación de placer, se entrega con pasión desenfrenada a todo
aquello que le proporcione un bienestar fisiológico y el sentido de su vida lo fija en
su locura; pero el cuerpo humano, sensible como es, se vuelve contra la persona y
se convierte en fuente de dolor cuando se ha sobrepasado sus límites.
Vivir siguiendo los impulsos inmediatos se asemeja más a vivir como animal que
como humano.
Es una realidad, por ejemplo, que el hombre necesita comer para poder subsistir;
el hombre debe, en consecuencia, extraer su conducta de esa realidad, es decir,
debe comer todo lo que necesita para mantenerse en la existencia; pero si el
hombre, por capricho, por gula, come más de lo que necesita para mantenerse en
la existencia, excediéndose en la cantidad de alimentos, en consecuencia
irrespetando la exigencia de la realidad, lo que está provocando en definitiva es su
propia aniquilación o destrucción.
La Ética enseña a ¨vivir bien¨ porque se funda en realidad y tiene su principio en el
conocimiento de ella, permitiendo así el conocimiento de las acciones que se
ajustan a la realidad, constituyéndose por tanto en fuente de salud para el hombre
en todo sentido de la palabra.