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Código: U00028391
Anatomía patológica
Manifestaciones clínicas
Las manifestaciones clínicas de la ALS pueden variar, según sean las neuronas
cortico-espinales o las neuronas motoras inferiores del tallo encefálico y de la
médula espinal las que más se afecten. De manera característica, cuando se
produce una disfunción de las neuronas motoras inferiores con denervación
temprana, el primer signo de la enfermedad es una pérdida de fuerza
asimétrica de desarrollo gradual, que suele comenzar en la zona distal de una
de las extremidades. A menudo, una anamnesis clínica detallada revela la
reciente aparición de calambres al hacer movimientos voluntarios, sobre todo
durante las primeras horas de la mañana (p. ej., al estirarse en la cama). La
pérdida de fuerza secundaria a la desnervación se acompaña de una atrofia
progresiva de los músculos y, sobre todo en las fases iniciales de la
enfermedad, a contracciones espontáneas de las unidades motoras o
fasciculaciones. En las manos, es muy frecuente que la pérdida de fuerza sea
mayor para la extensión que para la flexión. Cuando la desnervación inicial
afecta más a la musculatura bulbar que a la de las extremidades, los primeros
síntomas consisten en dificultad para deglutir, masticar y hacer movimientos
con la cara y la lengua. La afección precoz de la musculatura respiratoria
puede provocar la muerte antes que la enfermedad haya podido progresar en
otras zonas del cuerpo. Cuando predomina la afección corticoespinal, hay
hiperreflexia y, a menudo, aparece una resistencia espástica a la movilidad
pasiva de las extremidades afectadas. Los pacientes con hiperreflexia se
quejan de rigidez muscular que no suele ser proporcional a la pérdida de
fuerza. La degeneración de las proyecciones corticobulbares que inervan el
tallo encefálico ocasiona disartria y una exageración de la expresión motora de
la emoción. Esta última provoca la aparición involuntaria de llanto o risas
exagerados (afección seudobulbar).
Aspectos epidemiológicos
ALS familiar
Otros trastornos tratables que en ocasiones pueden parecerse a una ALS son la
intoxicación crónica por plomo y la tirotoxicosis. Ambos pueden deducirse de
los antecedentes sociales o laborales del paciente o por la presencia de signos
clínicos no habituales. Cuando los antecedentes familiares son positivos,
también deben descartarse trastornos enzimáticos como los déficit de SOD1,
hexosaminidasa A o glucosidasa alfa. Todos ellos son fácilmente identificables
mediante las oportunas pruebas de laboratorio. Las fasciculaciones benignas
son a veces motivo de preocupación, porque en la inspección recuerdan las
contracciones fasciculares que acompañan a la degeneración de las neuronas
motoras. La ausencia de pérdida de fuerza, atrofia o desnervación en la
exploración clínica y electrofisiológica permite descartar por lo general la ALS y
otros trastornos neurológicos graves. Los pacientes que se han recuperado de
una poliomielitis pueden presentar un deterioro tardío de las neuronas motoras
que se manifiesta por pérdida de fuerza progresiva, atrofia y fasciculaciones.
Su causa se desconoce, pero se cree que refleja una lesión previa, que no llega
a ser subletal, de las neuronas motoras por el poliovirus. Raras veces se
observan en la ALS otras manifestaciones concurrentes que hagan suponer que
la degeneración neuronal es más amplia. Así, algunos pacientes conuna ALS,
que por lo demás es típica, presentan trastornos del movimiento de tipo
parkinsoniano y demencia. No se ha aclarado si ello es un reflejo de la poco
probable ocurrencia simultánea de dos enfermedades o si se trata de un
defecto primario que desencadena dos formas de degeneración neuronal. La
observación de que hay enfermedades neurodegenerativas multidiseminadas
hereditarias apoya esta última posibilidad. Por ejemplo, en los pacientes que
sufren un trastorno del movimiento sugerente de parkinsonismo y alteración
de la conducta se ha descrito la presencia de una amiotrofia notoria que se
hereda con carácter dominante; hoy en día, muchos de estos casos se explican
por mutaciones que alteran la expresión de isoformas de la proteína tau en el
cerebro. En otros casos, la ALS se acompaña de una llamativa demencia
frontotemporal. Estos trastornos pueden coheredarse con carácter dominante;
en algunas familias, este rasgo aparece ligado a un locus del cromosoma 9q,
aunque aún no se conoce el defecto genético subyacente.
Patogenia
Tratamiento
En raras ocasiones, los enfermos con FSP muestran una afección simultánea de
otras regiones del sistema nervioso. De este modo, se ha descrito relacionada
con amiotrofia, retraso mental aislado o retraso mental con engrosamiento
cutáneo, atrofia óptica y neuropatía sensitiva. En algunos casos, se encuentra
pérdida de fibras de los cordones posteriores y de las vías espinocerebelosas,
hallazgos que recuerdan a la ataxia de Friedreich. Estas formas complicadas de
FSP vienen a hacer más patente la necesidad de una clasificación de los
trastornos neurodegenerativos; puede haber un considerable solapamiento de
los fenotipos clínicos en enfermedades que por clasificación son distintas. Por
fortuna, es muy probable que el hecho de que dispongamos cada vez de un
mayor número de pruebas genéticas permita resolver estas dificultades
nosológicas.
BIBLIOGRAFIA