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CURSO
DIDÁCTICA
DOCENTE
CICLO
IX
ALUMNO:
INTEGRANTES:
TUMBES-PERU
2018
Albert Bandura y su teoría de aprendizaje social
LOGROS
Bandura fue además presidente de la American Psychological Association en el año 1974. En 1980 es
nombrado presidente de la Western Psychological Association y además en el año 1999 recibió el título
de presidente honorario de la Asociación Psicológica Canadiense.
Una encuesta en 2002 situó a Bandura en el cuarto puesto de los psicólogos más citados de todos los
tiempos, después de B. F. Skinner, Sigmund Freud y Jean Piaget, y es el más citado vivo. Bandura es
reconocido como el más grande psicólogo actual y uno de los más influyentes de todos los tiempos.
Actualmente tiene 90 años.
¿Cómo aprende el cerebro? Una de las teorías más influyentes es la teoría de aprendizaje social, de
Albert Bandura. En este artículo, Patricia Sánchez Seisdedos, psicóloga, responde a todas nuestras
dudas: Quién es Bandura, sus experimentos, fases de la teoría de aprendizaje social o vicario y cómo
podemos aplicar sus enseñanzas al ámbito de la enseñanza o educación.
¿Quién es Bandura?:
Esto quiere decir, que Albert Bandura apoyará un enfoque social-cognitivo. Basando la conducta
humana en la interacción entre el sujeto (interpretaciones) y el entorno (castigos y respuestas).
En relación con esto, Bandura elabora su famosa teoría de aprendizaje social, denominada también
aprendizaje vicario o modelado, que veremos a continuación con mayor detalle.
Teoría del aprendizaje social o aprendizaje vicario de Bandura: El aprendizaje por observación.
Según Albert Bandura: La mayoría de las imágenes de la realidad en la que basamos nuestras acciones,
están realmente inspiradas en la experiencia que adquirimos a través de otras personas (experiencia
vicaria).
Y es que nos pasamos muchas horas del día adquiriendo conocimientos a través de este tipo de
aprendizaje. Cada uno de nosotros tenemos un repertorio de personas a las que tomamos como
referencia en diferentes ámbitos de la vida: Nuestros padres, nuestros profesores, nuestros compañeros
del trabajo, nuestros amigos, personajes públicos que nos “inspiran”, etc.
Casi sin darnos cuenta, repetimos comportamientos que vemos en los demás. Sin embargo, no somos
autómatas. Elegimos el modelo, observamos atentamente, memorizamos y evaluamos si nos compensa
imitarle, o no.
Dentro del aprendizaje vicario, esta evaluación resulta muy importante. De hecho, es lo que diferencia a
la forma de ver el aprendizaje de Bandura respecto a otros modelos, y lo que hará que más tarde, se
reevalue la teoría denominándola aprendizaje cognitivo-social.
Cuando las personas ponemos a funcionar la memoria, ejecutamos imágenes mentales de lo que hemos
visto hacer a nuestro modelo. Utilizamos también, un discurso verbal interno, y recordamos lo que
sucedió en ese momento. A partir de ahí, tomamos decisiones: “si queremos reproducir el
comportamiento aprendido o no”; “si lo hacemos de forma exacta, si innovamos” Incluso lo podemos ir
modificando en función de nuestro objetivo. Entra en juego la motivación de cada persona y el interés
que tiene en realizar la conducta.
De la teoría a la práctica
Para darle una base empírica a su teoría, Albert Bandura, desarrolló el experimento del muñeco bobo.
Trata de conciliar su teoría del aprendizaje por observación con la agresividad. El objetivo, era llegar a
una conclusión sobre la influencia que ejercía la violencia que observaban los niños en modelos (más
adelante se desarrollaría el experimento enfocado a conocer la influencia de la agresividad observada en
televisión).
En el vídeo que adjunto a continuación se ve de forma real, en qué consistió el experimento. Aviso de
antemano que los subtítulos no tienen “ñ”, pero es muy clarificador:
Como se puede ver, el muñeco Bobo era una especie de globo, que tras ser derribado, recupera
automáticamente su posición vertical.
Se utilizaron dos grupos experimentales (GE1 y GE2) y un grupo de control (GC). Cada grupo
experimental estaba formado por 24 niños (igual numero de niños que de niñas) y el grupo de control
por 24 infantes, repartido igualitariamente por ambos sexos.
GE1: 24 niños de ambos sexos. Dividirá el grupo en dos, de 12 niños cada uno.
GE1A: Verá una mujer realizar conductas agresivas dirigidas al muñeco.
GE1B: Verá a un hombre realizar conductas agresivas dirigidas al muñeco.
GE2: Grupo de niños que observa a un modelo interactuar de forma NO agresiva con el muñeco.
GC: 24 sujetos. 12 niños y 12 niñas. Se les presenta el muñeco sin una observación previa de
interacción de ningún modelo.
Resultados
1. GE1 (niños que vieron a un adulto realizar conductas agresivas) tenía más probabilidades de llevar
a cabo conductas agresivas que los otros grupos.
2. Los niños eran mucho más propensos a repetir un comportamiento físicamente violento en que las
niñas. No hubo tantas diferencias significativas en los comportamientos agresivos verbales.
3. Cuando el modelo era mujer, tendría a ser más imitado por niñas que por niños y viceversa
(similitud con el modelo).
Sin embargo, no todo es blanco o negro. Para que una conducta se desarrolle, hacen falta más elementos
que la observación y un modelo que la ejecute.
Es más, para que un modelo sea apropiado, debe “ser atractivo y de interés para la persona
modelada”. Aquí también juega un papel importante la cultura. No cualquier persona servirá de modelo
para cualquier niño en cualquier contexto.
Es cierto que el niño, al observar al modelo realizar conductas agresivas, integra este modo de responder
en su repertorio conductual y esto aumenta la probabilidad de emitir una respuesta de este tipo, pero no
es totalmente determinante.
Las personas tenemos conciencia, capacidad de decisión y potestad para elegir. Por tanto, una vez
adquirido el aprendizaje, el niño debe querer ponerlo en marcha en ese momento. Seleccionar esa
conducta como la más adecuada para ese momento, en función de sus objetivos.
En este experimento, algo que influye en la conducta del niño, es que se enseña como interactuar con un
elemento del que no tienen experiencia previa (el muñeco es nuevo para ellos), por tanto, se restringe la
libertad en cierto modo, ya que se le facilita la conducta. Es decir, será distinto el comportamiento del
niño en función de las posibilidades de elección que tenga para reaccionar ante una determinada
situación.
1. Atención
Resulta totalmente imprescindible que la atención del aprendiz esté focalizada hacia el modelo que
realiza la conducta. Cualquier distractor interrumpiría la tarea de aprendizaje.
2. Retención
La memoria juega un papel muy importante. La persona que está integrando un nuevo comportamiento,
debe almacenarlo en su memoria para reproducirlo a continuación.
3. Reproducción
En este punto, además de la puesta en marcha de la conducta, la persona debe ser capaz de reproducir
simbólicamente el comportamiento. Por ejemplo, por mucho que un niño vea a su tenista preferido
jugar, no quiere decir que vaya a golpear la pelota igual que él, primero tiene que tener la capacidad
motora para realizar esos movimientos. Se integrará el tipo de movimiento y la acción, pero esto
requiere de repetición para realizar la conducta correctamente.
Además, debe haber una capacidad cognitiva para poder poner en marcha todos los mecanismos de
recuperación simbólica. O sea, que el niño necesita obligatoriamente haber llegado a este nivel
de desarrollo cognitivo.
4. Motivación
Aún teniendo las imágenes mentales de la conducta observada, hace falta querer realizarla. Podemos
tener distintos motivos, por ejemplo:
¿Cómo podemos utilizar las estrategias de aprendizaje de Bandura?: Implicaciones educativas del
aprendizaje vicario
En todas las culturas, los niños se fijan en adultos para aprender y modificar patrones de
comportamientos, actitudes… Aprenden a través de personas de referencia. Bandura dice que:
Desde la perspectiva de la teoría cognitiva social de aprendizaje, podríamos aplicarlo al aula en distintas
direcciones. Es aconsejable que los niños perciban al profesor o educador como alguien que presenta
constantemente modelos conductuales, verbales y simbólicos a los alumnos. Su eficacia dependerá de la
consistencia entre los modelos, la adecuación de éstos a las competencias de los alumnos, la valencia
afectiva entre éstos y el propio educador, y la efectividad de los procedimientos que el educador ponga
en juego en la presentación de los modelos. Por otra parte, los alumnos no sólo obtienen oportunidades
de aprendizaje observacional de lo que hacen y dicen los educadores, sino también de sus compañeros.
El empleo sistemático de formas estructuradas de presentación de modelos entre compañeros puede
convertirse en un recurso educativo de gran importancia.
Por ejemplo, algunos padres se preguntan por qué hay profesores con los que los niños se portan siempre
mal y profesores con los que los niños se comportan estupendamente, o “¿por qué no me hace caso hasta
que no me pongo de los nervios?”.
Esto es a causa de las predicciones que los chicos realizan. Por ejemplo, si cada vez que Juan permanece
sentado en su sitio, su profesor “A” no se lo valora (no le dice “muy bien Juan, lo estas haciendo muy
bien”), Juan seguirá haciendo lo que más le interese en cada momento. Ahora bien, si el profesor “B”
grita cada vez que Juan se levanta y ordena que todo el mundo permanezca sentado, además de enseñar
que al levantarse hay una reprimenda, enseñará que hay que sentarse cada vez que el grite. Por
tanto, Juan y los demás niños sabrán que con A, da igual si te sientas o no y con B, cuando grite y
se enfade, hay que sentarse.
Es por esto, que el profesor en el aula, no solo está enseñando a realizar conductas o comportamientos, si
no que, según la teoría del aprendizaje social, crea situaciones y patrones de respuesta.
Por otro lado, las expectativas que integran las personas, en este caso los niños, no tienen que ser
solamente las recibidas en primera persona. Por ejemplo, si el chico más popular de la clase lo es por
llevar a cabo conductas disruptivas o problemáticas, muchos le imitarán para conseguir lo mismo:
popularidad y atención.
Esto es algo muy potente a utilizar en el aula, si se utiliza bien. Pero no es así en la mayoría de los
casos… Lo que sería más eficaz a la hora de enseñar, sería alabar cualquier cosa buena que realice el
niño que actúa como modelo para la mayoría de los alumnos, en lugar prestar atención a las cosas
que no queremos que repita.
Bandura tiene claro aquí que las consecuencias de la conducta (tanto refuerzos como castigos), tienen un
importante grado de influencia para aumentar o disminuir una conducta (respectivamente).
Basándonos en la teoría de aprendizaje social, cuando educamos a niños en las aulas, debemos
explicarles qué se consigue con las cosas que hacen, para qué aprenden y cuáles son los objetivos. Si no,
siguiendo esta teoría, solamente desarrollaran comportamientos carentes de sentido para ellos y serán
autómatas.