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ANÀLISIS COMPRENSIVO DE LA OBRA

LITERARIA:
MARIA

I. DATOS DE LA OBRA

Título: “MARÌA”
Autor: Jorge Isaacs

1. Breve Biografía del Autor:

Se sabe poco de su infancia. Su lugar de nacimiento se disputa


entre Quibdó y Cali. Se dice que estudió primero en Cali, luego en Popayán, y por
último en Bogotá, entre 1848 y
1852, durante el gobierno
de José Hilario López.

En su poesía, Isaacs
evoca el Valle del Cauca como el
espacio idílico en que
transcurrió su infancia, y la
marcha a Bogotá debió suponer
para él un paso difícil. Regresó a Cali en 1852, sin haber terminado el Bachillerato.

En 1854, luchó en las campañas del Cauca contra la dictadura del


general José María Melo, por 7 meses. Su familia atravesó por entonces una difícil
situación económica a causa de la guerra civil.

En 1856 se casó con Felisa González Umaña, que contaba por entonces
catorce años, y que le daría abundante descendencia y perseverancia para que se
escudara de ellos fue un famosísimo escritor que atravesó Europa, Asia y África.

Intentó dedicarse al comercio, sin mucho éxito, y probó suerte con la


literatura. Sus primeros poemas datan de los años 1859-1860; en la misma época,
emprende la escritura de varios dramas históricos.

En 1860 tomó de nuevo las armas para combatir al general Tomás Cipriano
de Mosquera, que se había levantado contra el gobierno central, y combatió en la
batalla de Manizales. En 1861 murió su padre; terminada la guerra, Isaacs regresó
a Cali para encargarse de los negocios paternos, llenos de deudas. Tuvo que
desprenderse de las haciendas “La Rita” y “La Manuelita”. Sus desventuras
económicas le llevaron en busca de abogados a Bogotá, donde encontró eco su
actividad literaria. Leyó sus poemas a los miembros de la tertulia “El Mosaico”,
quienes decidieron costear su publicación (Poesías, 1864).

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MARIA

En 1864 supervisó los trabajos del camino de herradura


entre Buenaventura y Cali; durante el año en que desempeñó este trabajo,
comenzó a escribir su novela María. En esta época también, debido a lo insalubre
del clima, contrajo el paludismo, enfermedad de la que terminaría por morir a los
58 años de edad.

Militó al principio en el partido conservador, pero después se unió al


partido radical y, en 1870, fue nombrado cónsul general en Chile. A su regreso,
intervino activamente en la política del Cauca, tanto como editor de periódicos
como representando a su departamento en la Cámara de Representantes. Intervino
de nuevo en las luchas políticas de 1876, en las que tomó de nuevo las armas. Fue
expulsado de la Cámara de Representantes en 1879, a raíz de un incidente en que
Isaacs, ante una sublevación conservadora, se proclamó jefe político y militar de
Antioquia.

Tras este incidente, se retiró de la política, y publicó, en 1881, el primer


canto de un extenso poema que no llegó a concluir, titulado Saulo. Nombrado
secretario de la Comisión Científica, exploró el departamento de Magdalena, en el
norte de Colombia, hallando importantes yacimientos de carbón, petróleo y hulla.

Los últimos años de su vida los pasó retirado en Ibagué (donde había
dejado alojada su familia años antes), departamento del Tolima, proyectando una
novela histórica que habría de ser su obra maestra y que jamás llegó a escribir.
Murió en Ibagué el 17 de abril de 1895, siendo su última voluntad que su cadáver
fuera enterrado en Medellín; no obstante, siempre expresó su amor por el Cauca
(su querido “país vallecaucano”): « ¡Sí, mucho amo al Cauca, aunque es tan ingrato
con sus propios hijos!».

2. Género Literario:

Narrativo (Novela Romántica)

3. Tema y Argumento

3.1. Tema:

Narra el tierno romance entre Efraín y María el cual se trunca por la muerte
de esta. El relato es reconstruido a través del recuerdo. La América de la época
colonial con sus costumbres, su suelo, su lenguaje, su fertilidad y la vida de los
americanos y sus esclavos; dan al libro importancia y belleza.

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3.2. Argumento

María es una joven huérfana, recogida por una familia de colonos rica, en
cuyo hogar vive y comparte con Emma y Efraín, hijo de sus protectores, el
cariño de estos, además de una vida sencilla y patriarcal cuyos únicos goces lo
constituyen la contemplación del paisaje y las labores femeninas.

Desde la infancia, nace entre Efraín y María un amor entrañable. Los padres
de Efraín miran con complacencia estas relaciones, pero temen que los signos
de epilepsia que padeció el padre de María, aparezcan en la muchacha. Para
estar seguros, envían a Efraín a estudiar en Europa, a fin de verificar en el
tiempo que nada malo ocurriría. Parte después de haber jurado amor eterno a
María. Pero la ausencia la afecta tanto, que luego de inútiles y angustiadas
luchas sucumbe, a la enfermedad. La obra tiene un desenlace dramático.

CAPITULO XV

“Cuando salí al corredor que conducía a mi cuarto, un cierzo impetuoso


columpiaba los sauces del patio; y al acercarme al huerto, lo oí rasgarse en los
sotos de naranjos, de donde se lanzaban las aves asustadas. Relámpagos débiles,
semejantes al reflejo instantáneo de un broquel herido por el resplandor de una
hoguera, parecían querer iluminar el fondo tenebroso del valle.

Recostado en una de las columnas del corredor, sin sentir la lluvia que me
azotaba las sienes, pensaba en la enfermedad de María, sobre la cual había
pronunciado mi padre tan terribles palabras. ¡Mis ojos querían volver a verla como
en las noches silenciosas y serenas que acaso no volverían ya más!

No sé cuánto tiempo había pasado, cuando algo como el ala vibrante de un


ave vino a rozar mi frente. Miré hacia los bosques inmediatos para seguirla: era un
ave negra.

Mi cuarto estaba frío; las rosas de la ventana temblaban como si se


temiesen abandonadas a los rigores del tempestuoso viento: el florero contenía ya
marchitos y desmayados los lirios que en la mañana había colocado en él María. En
esto una ráfaga apagó de súbito la lámpara; y un trueno dejó oír por largo rato su
creciente retumbo, como si fuese el de un carro gigante despeñado de las cumbres

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rocallosas de la sierra. En medio de aquella naturaleza sollozante, mi alma tenía


una triste serenidad.

Acababa de dar las doce el reloj del salón. Sentí pasos cerca de mi puerta y
muy luego la voz de mi padre que me llamaba. Levántate, me dijo tan pronto como
le respondí; María sigue mal.

El acceso había repetido. Después de un cuarto de hora hallábase


apercibido para marchar. Mi padre me hacía las últimas indicaciones sobre los
síntomas de la enfermedad, mientras el negrito Juan Ángel aquietaba mi caballo
retinto, impaciente y asustadizo. Monté; sus cascos herrados crujieron sobre el
empedrado, y un instante después bajaba yo hacia las llanuras del valle buscando
el sendero a la luz de algunos relámpagos lívidos. Iba en solicitud del doctor Mayn,
que pasaba a la sazón una temporada de campo a tres leguas de nuestra hacienda.

La imagen de María tal como la había visto en el lecho aquella tarde, al


decirme ese hasta mañana, que tal vez no llegaría, iba conmigo, y avivando mi
impaciencia me hacía medir incesantemente la distancia que me separaba del
término del viaje; impaciencia que la velocidad del caballo no era bastante a
moderar.

Las llanuras empezaban a desaparecer, huyendo en sentido contrario a mi


carrera, semejantes a mantos inmensos arrollados por el huracán. Los bosques que
más cercanos creía, parecían alejarse cuanto avanzaba hacia ellos. Sólo algún
gemido del viento entre los higuerones y chiminangos sombríos, sólo el resuello
fatigoso del caballo y el choque de sus cascos en los pedernales que chispeaban,
interrumpían el silencio de la noche. Algunas cabañas de Santa Elena quedaron a
mi derecha, y poco después dejé de oír los ladridos de sus perros. Vacadas
dormidas sobre el camino empezaban a hacerme moderar el paso.

La hermosa casa de los señores de M…, con su capilla blanca y sus bosques
de ceibas, se divisaba en lejanía a los primeros rayos de la luna naciente, cual
castillo cuyas torres y techumbres hubiese desmoronado el tiempo. El Amaime
bajaba crecido con las lluvias de la noche, y su estruendo me lo anunció mucho
antes de que llegase yo a la orilla.

A la luz de la luna, que atravesando los follajes de las riberas iba a platear
las ondas, pude ver cuánto había aumentado su raudal. Pero no era posible

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esperar: había hecho dos leguas en una hora, y aún era poco. Puse las espuelas en
los ijares del caballo, que con las orejas tendidas hacia el fondo del río y resoplando
sordamente, parecía calcular la impetuosidad de las aguas que se azotaban a sus
pies: sumergió en ellas las manos, y como sobrecogido por un terror invencible,
retrocedió veloz girando sobre las patas. Le acaricié el cuello y las crines
humedecidas y lo aguijoneé de nuevo para que se lanzase al río; entonces levantó
las manos impacientado, pidiendo al mismo tiempo toda la rienda, que le
abandoné, temeroso de haber errado el botadero de las crecientes. Él subió por la
ribera unas veinte varas, tomando la ladera de un peñasco; acercó la nariz a las
espumas, y levantándola en seguida, se precipitó en la corriente.

El agua lo cubrió casi todo, llegándome hasta las rodillas. Las olas se
encresparon poco después alrededor de mi cintura. Con una mano le palmeaba el
cuello al animal, única parte visible ya de su cuerpo, mientras con la otra trataba de
hacerle describir más curva hacia arriba la línea de corte, porque de otro modo,
perdida la parte baja de la ladera, era inaccesible por su altura y la fuerza de las
aguas, que columpiaban guaduales desgajados. Había pasado el peligro. Me apeé
para examinar las cinchas, de las cuales se había reventado una. El noble bruto se
sacudió, y un instante después continué la marcha.

Luego que anduve un cuarto de legua, atravesé las ondas del Nima,
humildes, diáfanas y tersas, que rodaban iluminadas hasta perderse en las sombras
de bosques silenciosos. Dejé a la izquierda la pampa de Santa R., cuya casa, en
medio de arboledas de ceibas y bajo el grupo de palmeras que elevan los follajes
sobre su techo, semeja en las noches de luna la tienda de un rey oriental colgada de
los árboles de un oasis. Eran las dos de la madrugada cuando, después de atravesar
la villa de P…, me desmonté a la puerta de la casa en que vivía el médico.

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ANALISI COMPRENSIVO

1. ¿Quién es el protagonista y en qué situación te encuentra?

EFRAÍN, joven protagonista de la novela, enamorado de María, que luego de


comprometerse en matrimonio con ella a su regreso
de Europa, ve frustradas sus ilusiones al encontrar
que ha fallecido en su ausencia.

2. ¿Qué pensaba Efraín en el corredor?

EFRAÌN estaba en el corredor, el notaba que afuera estaba iniciando una fuerte
tormenta mientras tanto EFRAIN estaba pensando en MARIA y sobre todo su
enfermedad, rodeado de tanta triste serenidad. Luego MARIA sufrió otro ataque y el
salió rápido en su caballo rápido a ir a buscar al doctor, el salió sin pensar en la fuerte
tormenta que estaba haciendo, después de pasar por tantos problemas por fin puedo
llegar al frente de la puerta del doctor en la madrugada.

3. Hay en este trozo un elemento de fatal presagio, ¿Cuál?

Mi cuarto estaba frío; las rosas de la ventana temblaban como si se temiesen


abandonadas a los rigores del tempestuoso viento: el florero contenía ya marchitos y
desmayados los lirios que en la mañana había colocado en él María. En esto una ráfaga
apagó de súbito la lámpara; y un trueno dejó oír por largo rato su creciente retumbo,
como si fuese el de un carro gigante despeñado de las cumbres rocallosas de la sierra.
En medio de aquella naturaleza sollozante, mi alma tenía una triste serenidad.

4. ¿Qué noticia angustiante transmitió su padre a Efraín?

El 30 de enero fecha de partida para el puerto de buena aventura, Efraín se fue y


cuando llego a Londres escribió una carta en la cual decía cuál era su rutina de vida en
Inglaterra. Pasado un año recibió una nota que decía que María estaba enferma y él
debía partir hacia Nueva Granada (Colombia)

5. ¿En busca de quien iba Efraín y para qué?

A buscar al doctor para que vaya a darle atenciones médicas a MARIA que estaba
enferma y había empeorado.

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6. ¿A qué hora ocurren los sucesos?

Estos sucesos se presentan en altas horas de la noche hasta la casi el amanecer del
siguiente día cuando EFRAIN llega a puerta de la casa del doctor

7. ¿Qué tramo del camino fue verdaderamente difícil y como lo salvó?

8. ¿Qué pasaje de este relato te ha conmovido?

Cuando Efraín llegó a la hacienda y María ya había muerto todos estaban de luto y
a ella la iban a enterrar, Efraín sufrió mucho. Pasaron 3 meses después de su muerte y
el visitaba su tumba constantemente y se lamentaba, Efraín no le quedó más que
resignarse.

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