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1 Pedro 2.21-23
Introducción:
Ninguna persona en todo el mundo está exenta del dolor. Los filósofos de
todas las épocas lo han reconocido. Los biógrafos, sin importar cuan
superficial sea la obra que produzcan, lo han registrado. La experiencia lo
han confirmado, no hay escape al hecho de que el sufrimiento existe. Este
clava sus colmillos en pobres y ricos; acaudalados y desfavorecidos; salvos
y perdidos.
Excepto por las causas naturales y la guerra, quizá los daños más grandes
han sido infligidos sobre los hombres por sus convicciones religiosas.
Desde el despiadado asesinato de Juan el Bautista, no ha habido descanso
en los ataques dados a los seguidores de Cristo. La historia revela los
espantosos registros del sufrimiento humano que han soportado miles de
discípulos de Jesús.
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no
hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían,
no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente;” 1 Pedro 2.21-23
El versículo 21 empieza con una frase “PUES para esto fuiste llamados”. El
conector pues se refiere a la última parte del verso 20 “Mas si haciendo lo
bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de
Dios. El versículo 21 da la idea al aseverar que los cristianos tienen un
llamado específico a sufrir.
Pedro también dijo; “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un
poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas
pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa
que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en
alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,”
Si nuestro propio Señor tuvo que sufrir para entrar en su gloria futura,
nosotros también deberíamos esperar tener que sufrir. Por eso Pedro dijo;
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 1 Pedro 2.21
La suya fue la ejecución más injusta que jamás haya sido perpetrada a un
ser humano, pero de ella aprendemos, que aunque una persona este
obrando perfectamente obediente y justo al tiempo que gozan del amor
del Señor y tienen grandes dones, es posible que experimente el 4
sufrimiento injusto. Al igual que Jesús puede ser malentendido,
tergiversado, odiado, perseguido e incluso asesinado. Con su muerte,
Jesús fijo la norma de cómo responder a la persecución injusta.
Seguir su patron
Pedro continuo reflexionando sobre lo que dice Isaías 53.7 “Angustiado él,
y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”
Jesús no amenazó.
1 Pedro 3.9 dice que los cristianos no debemos devolver mal por mal, ni
maldición por maldición, sino por el contrario, bendecir: esa fue la actitud
de Jesús: “Encomendaba la causa al que juzga jautamente” 1 Pedro 2.23