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Javier Ruiz de la Presa.

Síntesis de la Sublimación.
1. Aparece en las cartas a Fliess en el contexto de sus descubrimientos sobre la histeria.
2. El término Sublimierung deriva de sublimieren que significa enaltecer, elevar o ennoblecer. Aparece ya en la
literatura del siglo XVIII. Freud conocía las referencias a lo sublime en las bellas artes, sobre todo a
través de la filosofía Schelling.
3. También Nietzsche empleó el término: “Estrictamente hablando, no hay ni una conducta altruista ni una
egoísta. Ambas son, simplemente, sublimaciones, en las que el elemento básico parece haberse evapo-
rado y descubre su presencia sólo a través de una observación muy sutil.” (Humano, demasiado Humano).
Ese elemento sutil a que se refiere Nietzsche (por influjo de la ciencia de su tiempo, es la química de las
emociones…
4. Freud comprendió muy pronto que con el concepto de sublimación podía abarcar diversas cues-tiones de
gran alcance antropológico: la ética, la religión, la literatura y el conjunto de las bellas artes e, incluso, la
civilización como tal.
5. En un inicio Freud interpretó la sublimación como una forma madura de “mecanismo de de-fensa”
(Abwehrmechanismen), en oposición a figuras menos elaboradas como la “formación reactiva” (compor-
tamiento, actitud o hábito que marcha en dirección opuesta a la de un deseo reprimido). Un mecanismo
de defensa es siempre de carácter inconsciente y su función es reducir la ansiedad. Es provocado (o
inducido) por estímulos potencialmente dañinos o inaceptables.1
6. La sublimación está relacionada con un tema de Tótem y Tabú: después del asesinato del padre viene un
proceso de “deificación del mismo” que coincide con el origen de la Ley. El padre muerto sirve para
establecer reglas de comportamiento (que son reglas de supervivencia).
7. Ya en 1905 Freud relaciona la sublimación con el proceso creativo, de modo particular con la obra
artística. Por este motivo habrá una relación estrecha entre sublimación y estética.
8. Freud intentó desarrollar una teoría completa sobre la sublimación pero no lo consiguió. De modo que
lo que nos ofrece es una teoría fragmentada (en buena parte debido a la multitud de aspectos que implica
la creatividad y que aún hoy desafían a las neurociencias y a las ciencias del comportamiento).
9. Freud se dio cuenta de que la sublimación lo es de la libido o energía sexual: es un proceso inconsciente
en virtud del cual la pulsión sexual es capaz de sustituir un objeto sexual por otro no sexual, con valores
positivos o socialmente reconocidos.
10. Además se trata (dado que es muy antigua la historia de la civilización) de un legado ancestral, aún si no
es compartido por la mayor parte de los hombres. Y en el ámbito ético la interpreta como el deseo de
‘comportarse decentemente’ (aún a riesgo de la propia integridad). Se trataría de una forma de “simpatía”
originaria, innata, hacia los demás hombres. 2

1 Sus consecuencias pueden ser saludables o perjudiciales dependiendo de las circunstancias y la frecuencia con
que se emplea. Y es que a través de él la realidad puede quedar distorsionada o denegada a fin de evitar los
sentimientos de ansiedad. Aquí se incluyen la represión, la identificación (que incorpora un objeto o pensamiento en sí
mismo, o más concretamente: se asimila un aspecto, una propiedad o un atributo de otro y se transforma total o
parcialmente sobre el modelo de éste. La personalidad se constituye mediante una serie de identificaciones pero
éstas, en ocasiones, se producen para no sufrir segregación, desprecio y… angustia) y la racionalización (justificación
de la conducta y las motivaciones propias mediante “buenas razones”
2 Todo ello lo aclara Freud en carta a James Putnam (1915): El acento que se pone sobre las leyes morales en la

vida pública me hace a menudo sentirme incómodo. Lo que he visto de las conversiones ético–religiosas no ha
podido ser menos encantador… Hay un punto, sin embargo, en el que acuerdo con usted. Cuando me pregunto a
mí mismo por qué he deseado siempre comportarme decentemente, a mostrar respeto y simpatía hacia los demás,
siempre que las circunstancias lo han autorizado, siempre que me he preguntado el porqué de esto, aun después
11. No está claro, sin embargo, cómo es que un legado ancestral no es compartido en idéntica medida por
todos los hombres. Y quizá para ver con claridad este punto tendríamos que pensar el problema en
términos de “deriva genética”, noción biológica a la que Freud fue ajeno, incluso en su primera aparición
en la década de los 30. Pero está clara la aspiración de Freud: llegar a estudiar, más tarde o más
temprano, la sublimación desde una psicología natural. La naturalización de lo psíquico es, al fin, un
temprano objetivo (aparece en el Proyecto y reaparece en obras posteriores como Más allá del principio de
placer o Las Pulsiones y sus destinos).
12. La sublimación se encuadra como uno de los cuatro destinos de pulsión, de hecho constituye el
cuarto en la lista de Freud: 1. La transformación en lo contrario (hay pulsiones que transforman su
contenido al ir de la pasividad a la actividad –del amor al odio, del placer al displacer-); 2. La
orientación contra la propia persona (el masoquismo o sadismo contra el propio yo); 3. La
represión (sujeción de una moción de deseo al imperio del inconsciente); y 4. La sublimación.3
13. La sublimación es sumamente plástica. En el manuscrito L se lee: la sublimación de [las sirvien-
tas] en las fantasías, es probable que contenga acusaciones harto inverosímiles contra otras
personas. En otras palabras: también puede ser un recurso onírico que pone en juego la
instancia crítica del superyó. Este ejemplo muestra el trabajo de la sublimación y, también un
aspecto de la sociedad vienesa que se refleja en la personalidad de Freud: es posible que el
sueño exagere la conducta “malvada” de la típica burguesía clasista de la Viena del 900. Pero la
diferencia de clases y el trato más o menos despótico de la servidumbre no es una fantasía. Por
eso no escapa al poder vigilante del superyó, aunque el contenido consciente (debido la
sensación de injusticia) quede hipertrofiado. Así, aparecen los culpables como engendros de
maldad.
14. Freud sostiene que la sublimación es un “mecanismo misterioso”. Se trata de una confesión de lo lejos
que está el psicoanálisis de explicar su origen, sus fuentes primarias. Así, una cosa es saber que la libido
es redireccionada hacia un objeto no sexual; otra, muy distinta, qué sucede realmente en la experiencia
ética (por qué la necesidad de comportarse “decentemente”)…
15. Sin embargo, lo que sí le queda claro desde 1909 es que “la sublimación del terco instinto”, así como la
satisfacción pulsional, son dos condiciones necesarias para el éxito del psicoanálisis. Añade que la
sublimación “religiosa” es la más “cómoda” de todas, pero queda excluida para un bueno número de sus
pacientes por ser ateos. Quizá con un leve dejo de ironía, habla de la suerte que tiene Pfister de llevar a
las almas hacia Dios, con la ventaja de que la fe religiosa “sofoca las neurosis”.
16. La sublimación puede ser paralela y no consecutiva o sucedánea de procesos neuróticos. Esto es lo que
ocurre en el caso ‘Juanito’. De hecho, nos informa Freud: “El padre pudo observar también que
paralelamente a esta represión se desarrollaba en Juanito un proceso de sublimación. A partir de la
emergencia de la angustia, mostró, en efecto, un intenso interés por la música y comenzó a desarrollar
sus dotes musicales hereditarias.”.
17. Como sucederá después en Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, la sublimación aparece como vía
–mediante la creatividad- para la solución de un conflicto interno. Y en esto la obra artística -como la
experiencia religiosa- viene a ejercer el papel de transformador y liberador de la tensión. Más aún: la
sublimación en la obra de arte constituye una vía de retorno, un camino hacia la realidad (la del yo y su
situación vital).

de reconocer que me hacía daño a mí mismo y de que llovían los golpes sobre mí porque el resto de las personas
son crueles y traicioneras, no he sido capaz de responderme, lo que dista de ser razonable. No tuve en mi
juventud ambiciones éticas determinadas, ni me satisface la conclusión de que soy superior a los demás. Quizá sea
usted la primera persona ante quien me jacto de este modo. Podría tomarse mi caso como prueba de lo que usted
afirma: que el impulso a perseguir un ideal supone una porción desmedida de nuestro legado ancestral. ¡Si
pudieran encontrarse mayores porcentajes del mismo en los demás seres humanos!…Creo para mis adentros que
si hubiera una forma de estudiar la sublimación de instintos tan a fondo como su represión, se encontrarían
explicaciones psicológicas totalmente naturales, que harían superflua su humanitaria presunción. Mas, como dije
antes, no sé nada acerca de esto. Por qué yo –y casualmente también mis seis hijos adultos– nos sentimos
inducidos a comportarnos como seres humanos decentes me resulta totalmente misterioso. Lo cual me lleva a
otra reflexión: Si el conocimiento del alma humana es aún tan parcial que yo he logrado tan amplios
descubrimientos, auxiliado por mis mediocres facultades mentales, es indudablemente anticipado tomar posición a
favor o en contra de presunciones como las expuestas por usted.
3 Vid.: Las pulsiones y sus destinos.
18. Por otra parte, mientras la obra de arte opera una catarsis que nos acerca a la realidad (de modo que la
transfiguración del objeto en objeto artístico contribuye al reforzamiento del principio de realidad, en la
religión la sublimación opera como clivaje de los antropomorfismos que caracterizan las manifes-
taciones más tempranas de lo numinoso (depura paulatinamente el objeto religioso). De este modo, la
asociación entre sublimación y religión puede explicar el paso de lo antropomórfico a lo abstracto. Al
menos aquí, Freud -a diferencia de sus contemporáneos- ve más el lado positivo de las religiones que su
lado oscuro. Un ejemplo de ello es la carta a Fliess # 144: “¿Te has enterado de que los ingleses
desenterraron en Creta (Cnosos) un viejo palacio que consideran el laberinto original de Minos? Zeus
parece haber sido primitivamente un toro, y también nuestro viejo Dios habría sido adorado primero
como toro, antes de la sublimación incitada por los persas.”.
19. De modo que es por la sublimación que el hombre pasa gradualmente de representaciones físicas de la
deidad (esto es muy claro entre los griegos y hebreos) a representaciones “inteligibles” despojadas de
antropomorfismos y zoomorfismos. Aunque esto implique gradualidad, como el dios físico de Anaxá-
goras o el henoteísmo de los babilonios que se pueden considerar, ambos, fases intermedias.
20. Por otra parte, han estado íntimamente unidos, desde el punto de vista histórico, lo religioso y lo
artístico. Se trata, por decirlo así, de las dos sublimaciones par excellence. Conviene, pues, hacer un alto
en este punto.

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