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Eso no quiere decir que no existan buenas Escuelas de Fútbol, las hay y
muchas, unas modestas que salen adelante a base de mucho esfuerzo y
grandes dosis de imaginación por parte de las personas que las dirigen y
otras con muchos más medios, con unos altos niveles de calidad y
exigencia, y con técnicos de gran preparación para dar el mejor
aprendizaje posible a los futbolistas del mañana.
Se podría seguir con más ejemplos, pero los expuestos, son suficientes
para distinguir lo que es de lo que no es, simplemente añadir porque es
algo fundamental sobre lo que debe de ser una verdadera Escuela de
Fútbol, y que corresponde a su parte directiva, ya que una entidad, que
como cualquier otra formada por una gran cantidad de personas que
pertenecen a ella, necesita de una dirección eficaz impulsada sobre todo
por una persona con mentalidad moderna y espíritu participativo que
fomente la aportación de ideas y el trabajo en equipo, que busque gente
con capacidad y con personalidad propia y no individuos poco preparados
pero dóciles y fáciles de manejar. Cuanta más libertad tenga un técnico
para desarrollar sin presiones sus ideas y dar rienda suelta a su
creatividad, dentro de un orden por supuesto, más se enriquecerán los
alumnos que formen parte de la Escuela, porque ellos también
aprenderán a pensar por sí mismos, a tener capacidad de inventiva y en
definitiva podrán desarrollar de manera positiva su imaginación, lo que sin
duda alguna repercutirá de forma muy beneficiosa en su desarrollo
personal y futbolístico, y nada de esto se conseguiría si lo que se aplican
son pedagogías intervencionistas con un alto componente doctrinal que
hoy en día está absolutamente desfasado, aunque muy probablemente
algunos no se hayan enterado por que viven completamente fuera de la
realidad.