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Aforismo

Aforismo (del griego ἀφορίζειν, ‘definir’) es una declaración u oración que pretende
expresar un principio de manera concisa, coherente y en apariencia cerrada.1

Historia[editar]
Heráclito de Éfeso fue un filósofo presocrático que usó el aforismo en su libro "Acerca de la
naturaleza", del cual solo quedan fragmentos. El aforismo usado por este filósofo,
considerado uno de los Siete sabios, fue una influencia de la tradición gnóstica
(ver Gnosis) que reflejaron los escritores Esquilo y Pindaro. Heráclito influenció a
Hipócrates y a Demócrito.2 Hipócrates utilizó los aforismos como una serie de
proposiciones relativas a los síntomas y al diagnóstico de enfermedades. El concepto fue
aplicado después a la ciencia física y, posteriormente, generalizado a todo tipo de
principios.
En la actualidad se considera que, gracias a Twitter y otros servicios de microblogs, con su
limitación de espacio para escribir, este estilo de escritura está viviendo un inesperado
renacimiento.34

Aforismos y axiomas[editar]
Conviene distinguir entre «aforismo» y «axioma». Los aforismos son el resultado de la
experiencia, mientras que los axiomas son verdades obvias que no requieren una
comprobación. Los aforismos han sido utilizados frecuentemente en aquellas disciplinas
que carecían de una metodología de estudio o un método científico, como la agricultura, la
medicina, la jurisprudencia, la política y el diseño de experiencia de usuario.
El aforismo es un tipo de paremia, como el axioma.

El aforismo y sus sinónimos[editar]


Se suele llamar aforismo a una sentencia breve y doctrinal, por lo que comparte
características con otros dichos y sentencias que también pueden considerarse aforismos
y que provienen de distintas épocas y culturas:

 Adagio: Sentencia breve, de origen popular que suele tener un significado moralizante.
 Apotegma: Dicho breve y sentencioso proferido o escrito por algún personaje ilustre o
famoso.
 Máxima: Frase que expresa brevemente una regla de enseñanza o principio moral
generalmente admitido.
 Proverbio: Sentencia de origen popular que expresa un consejo, enseñanza o crítica.
 Refrán: Dicho de tradición popular que contiene una enseñanza moral o consejo.
 Sentencia: Dicho o expresión breve que contiene una opinión, juicio o parecer sobre
una cosa; suele encerrar doctrina o moralidad.

Véase también[editar]
 Apotegma
 Greguería
 Paremiología

Publicaciones[editar]
 Gernaert Willmar, Lucio R. R. (2000). Diccionario de aforismos y locuciones latinas de
uso forense. Buenos Aires: Lexis Nexis (Abeledo-Perrot). ISBN 950-20-1273-9.
 Ríos, Emilio (2006). Los mil mejores aforismos de Juan Ramón Jiménez. Bilbao:
Ediciones Beta III milenio. ISBN 84-89212-11-2.
 Sevilla Muñoz, Julia (1988). Hacia una aproximación conceptual de las paremias
francesas y españolas. Madrid: Editorial Complutense. ISBN 84-7491-270-9.

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ También se define como: Una sentencia breve y doctrinal que se propone
como regla en una ciencia o arte. Fuente: [1]
2. Volver arriba↑ BERNABÉ, ALBERTO. DE TALES A DEMÓCRITO. MADRID: ALIANZA.
p. 113-114 |página= y |páginas= redundantes (ayuda).
3. Volver arriba↑ «Pienso, luego tuiteo». El País. 17 de abril de 2011. Consultado el 17 de
abril de 2011.
4. Volver arriba↑ «Gracias a Twitter reviven los aforismos». La Nación. 16 de abril de 2011.
Consultado el 15 de julio de 2011.

Comentario sobre Aforismos, de Hipócrates

Descripción
La tradición médica griega sobrevivió mucho tiempo después de la caída del mundo
helenístico gracias a la labor de los traductores y comentaristas árabes, que conservaron
los descubrimientos teóricos y prácticos de los médicos griegos en traducciones al árabe.
La traducción de textos médicos griegos al árabe fue realizada principalmente por los
califas abasíes y, en particular, en el círculo de intelectuales relacionados con Ḥunayn ibn
Isḥāq (circa 809–873). Entre los médicos griegos, Hipócrates siempre ha sido considerado
un personaje ejemplar, el símbolo del verdadero y escrupuloso médico, en especial gracias
a la alta consideración que Galeno y otros médicos muestran en sus obras hacia esta
figura fundacional. Los Aforismos (dichos) de Hipócrates recibieron muchísimos
comentarios tanto en el mundo griego como en el islámico. El presente manuscrito es un
claro ejemplo de esta tradición, ya que consiste en una copia fragmentaria del siglo XIV de
un comentario del siglo XI sobre los Fuṣul (Dichos) de Hipócrates, realizado por el médico
persa ibn Abī Ṣādiq al-Nīsābūrī. Las traducciones de los aforismos de Hipócrates al árabe
están subrayadas en tinta roja, mientras que el resto del texto conserva el comentario de
al-Nīsābūrī. Hay una interesante nota en inglés sobre la propiedad de la obra, que se
encuentra en el folio apertura del manuscrito e indica que fue un obsequio del Dr. Franz
Pruner, que trabajó como jefe médico del hospital de El Cairo después de 1838, al cirujano
estadounidense Valentine Mott. La portada registra a varios propietarios anteriores, desde
el siglo XV hasta el XVIII. El manuscrito quizás se remonte al siglo XIV.
Gracias a Twitter, reviven los
aforismos
Las máximas inundan la Web y las librerías
16 de abril de 2011
MADRID (Diario El País).- "He construido castillos en el aire tan
hermosos que me conformo con sus ruinas", escribió Jules Renard
en 1890. Una frase que cabría maravillosamente en un mensaje de
la red social Twitter. El límite de 140 caracteres que fija ese
popular servicio de mensajería pública e instantánea en Internet,
en el que cada día se vuelcan 65 millones de textos ("tuits", en la
jerga), ha insuflado nueva vida a un género filosófico y literario de
larga tradición: el aforismo.
Si, como sostiene Nicholas Carr en su obra Superficiales , Internet
causa que la "lectura profunda" se convierta en un esfuerzo, los
aforismos parecen la vía ideal para alcanzar honduras filosóficas
sin quemarse las pestañas.

Un síntoma de este renacer: Samuel Johnson murió en 1784, pero


tiene más de 30.000 seguidores en esa red social. El interés que
suscitan sus "tuits" llevó a que se reeditara en el Reino Unido un
libro con sus máximas.

"Este fenómeno contribuye a despejar el malentendido de que hay


que elegir entre las tradiciones del pasado o los formatos del
presente. Es una señal más de que las nuevas tecnologías no sólo
son un instrumento de amnesia. Es dignísimo que aforismos
clásicos se cuelguen en Twitter", dice Andrés Neuman, novelista,
autor del libro de aforismosEl equilibrista y dueño de un blog en
el que publica razonamientos breves.
Otro síntoma: las novelas de tres líneas del anarquista
francés Félix Fénéon. Sus microrrelatos verídicos, subidos a
Twitter por la New York Review Books, llevan ya más de 1400
seguidores ( twitter.com/novelsin3lines ).
Antonio Jiménez Morato, usuario de esta red social, es escéptico
sobre el papel de Twitter: "El aforismo requiere reflexión y
síntesis. La razón fundamental del triunfo de los «tuits» es la
rapidez y la inmediatez, tanto de redacción como de contenido, y
no sé yo si eso coincide con un buen aforismo".

El escritor mexicano Juan Villoro lleva menos de 15 días


utilizando Twitter, donde ofrece sus propios aforismos. En ese
corto período ha logrado más de 11.000 seguidores. Otro síntoma
del interés del público, por lo breve pero intenso.
Mientras tanto, se multiplican las ediciones de libros. "Hay un
renacimiento, porque el aforismo es un híbrido de filosofía, poesía
y pensamiento moral", afirma el editor José Luis Gallero.

Aforismo: definición y
ejemplos
Baltasar Gracián, tal vez, la cima de nuestro aforismo.
13 de octubre de 2017. Alonso W. Wright

Qué: ¿Qué es un aforismo?

Un aforismo es, según nos dice la RAE, una sentencia breve y doctrinal
que se propone como regla en alguna ciencia o arte. Del latín aphorismus,
y este del griego ?φορισμ?ς (definir), un aforismo es una declaración breve
que pretende expresar un principio de una manera concisa, coherente y
en apariencia cerrada.

Parece que el término aforismo fue utilizado por primera vez por Hipócrates.
Y fue posteriormente aplicado a la ciencia y, finalmente, a todo tipo de
principios.

He aquí unos ejemplos de aforismos:

Lo que no te mata, te hace más fuerte. - Friedrich Nietzsche

El tiempo perdido nunca se vuelve a encontrar. - Benjamin Franklin

A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada
uno se disfraza de aquello que es por dentro. - Chesterton

La duda es uno de los nombres de la inteligencia. - Jorge Luis Borges

Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la


felicidad. - José Martí

Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con


lo inepto, sino voluntad de bien. - Antonio Machado

El futuro nos tortura, el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos
escapa el presente. - Gustave Flaubert

Pero, tras estos aforismos famosos, hoy nos queremos detener en Baltasar
Gracián (1601-1658), nuestro escritor español del Siglo de Oro, como máximo
exponente de la creación de aforismos. Gracián construyó a partir de frases
breves un estilo muy personal, contundente y concentrado, con gran
capaciadad para jugar con las palabras y relacionarlas con ideas.

He aquí tan sólo dos ejemplos de sus aforismos:

"Atención a no errar una, más que acertar ciento. La censura popular


no tendrá en cuenta las veces que se acierte, sino las que se falle. Los
malos son más conocidos por murmuraciones que los buenos por
aplausos. Todos los aciertos juntos no bastan para desmentir un solo y
mínimo error". Baltasar Gracián.

"La realidad y las formas. Los malos modos todo lo estropean, hasta la
justicia y la razón. Los buenos todo lo remedian: doran el no, endulzan
la verdad y hermosean la misma vejez. En las cosas tiene gran parte el
cómo. Lo más estimado en la vida es un comportamiento cortés. Un bel
portarse resuelve singularmente cualquier situación. Señorío en el decir
y en el hacer". Baltasar Gracián.

Releyendo a Gracián y sus aforismos uno se pregunta: ¿fue Baltasar Gracián


quien escribió los primeros libros de autoayuda?

PREMIO INTERNACIONAL JOSÉ


BERGAMÍN DE AFORISMOS
Fallo del V Premio Internacional José Bergamín de Aforismos

Un jurado, compuesto por los escritores Álvaro Salvador, Juan Varo Zafra y Miguel Ángel
Arcas, ha determinado conceder por mayoría el Quinto Premio Internacional
José Bergamín de Aforismos, entre un total de 40 textos presentados, al libro titulado Tirar
la piedra, con el seudónimo Daniel Noguera, cuyo autor ha resultado ser Gabriel Insausti.

Adagio (lingüística)
Para otros usos de este término, véase Adagio.
Un adagio es una frase muy corta pero fácil de memorizar, y que contiene y expresa algún
elemento de conocimiento o experiencia importante, considerado cierto por mucha gente,
y/o que ha ganado cierta credibilidad a través de su uso continuado.
Los adagios pueden ser observaciones interesantes, guías éticas prácticas, o
comentarios pesimistas sobre la vida en general o alguno de sus aspectos. Algunos
adagios son producto de la sabiduría popular, que intenta resumir alguna verdad básica;
este tipo se conoce generalmente como proverbio o refrán. Y si describe una regla general
de conducta, se conoce como máxima.
Por su parte, una expresión no necesariamente muy hermosa o graciosa, pero que goza
de una especial profundidad o un buen estilo, se conoce como aforismo, mientras que una
con humor o ironía recibe el nombre de epigrama. A través del uso excesivo, un adagio
puede convertirse en un cliché o un lugar común.

En la actualidad[editar]
Los adagios empleados pueden recibir nombres propios y ser llamados "leyes", en una
imitación humorística de las leyes físicas, o principios. Algunos adagios, como la Ley de
Murphy, son formulados de manera informal y luego reciben un nombre, mientras que
otros, como el Principio de Peter, tienen nombres ya desde su misma formulación; se
puede argumentar que el segundo tipo no constituye un adagio "verdadero", pero ambos
tipos suelen ser difíciles de distinguir.

Usos[editar]
Los adagios formulados en obras de ficción populares suelen derivar hacia la cultura
popular, especialmente cuando existe una subcultura devota del género que corresponda,
como es el caso de las novelas de ciencia ficción. Muchas profesiones y subculturas crean
sus propios adagios, que pueden entonces ser considerados como una especie de jerga;
ese tipo de adagios pueden llegar a ser empleados por el público en general, a veces
siendo alterados en el proceso. Las comunidades virtuales como las que se desarrollan
en foros o grupos de noticias de internet, también suelen crear sus propios adagios.

Enlaces externos[editar]

 Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre adagio.


 The 2004 Edge Annual Question: What's Your Law?: Colección de adagios modernos
de varias personalidades científicas recogida por John Brockman en Edge (en inglés)

Apotegma
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación
acreditada.
Este aviso fue puesto el 18 de septiembre de 2017.

Apotegma (del griego αποφθεγμα / apophthegma; -plural: apophthegmata- a través


del latín) es una sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral
aleccionador.
La primera mención latina de este helenismo aparece con Cicerón: "cosas agraciadas y
donosas como aquellas que recopiló el viejo Catón las cuales se llaman Apothegmas".
A sentencias también dichas con gracia y pocas palabras se las llama donaire, facecia,
chiste, gracia y sal; si bien no aportan la enseñanza moral de los apotegmas.

Ejemplos de apotegmas[editar]
Tomados de Juan Rulfo[editar]

 Una dama hermosa y sin señal de corta vista, traía unos anteojos por lo cual se le dijo:
otras los traen por ver más y vuestra merced por ser más vista. (Anteojos, gafas)
 Había en Nápoles un sastre que se llamaba fulano Evangelista, al cual dijo: "mudad
oficio o nombre; porque sastre y evangelista no puede ser". (El oficio de sastre era
propio de judíos).

Ejemplos en títulos de libros[editar]


Apotegmas a propósito del marxismo, Agustín García Calvo (París: Ruedo Ibérico, 1970).
Apotegmas de sabiduría antigua, Erasmo de Róterdam (Editorial EDHASA, 1998).

Apotegmas políticos[editar]
En política se encuentran varios ejemplos, por ejemplo el expresidente argentino Juan
Domingo Perón creó el apotegma que describe al peronismo: «Los peronistas somos
como los gatos, cuando parece que nos estamos peleando es que nos estamos
reproduciendo». Un célebre y docto opositor de Perón, el escritor Jorge Luis Borges, dijo
por su parte: «los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles».

Los Padres del Desierto[editar]


El Apophthegmata Patrum es una colección de apotegmas y documentos sobre la vida de
los monjes cristianos en Egipto de los siglos IV y V llamados Padres del Desierto. Un
ejemplo típico de apotegma que se encuentra en el Apophthegmata Patrum es el Nº17:
Una vez que llegó a los patriarcas el viejo padre Antonio, y entre ellos estaba José el Viejo. Antonio
quería ponerlo a prueba, Antonio tomó una palabra de las Escrituras, y comenzó preguntando a los
más jóvenes, ¿qué significaba esa palabra?. Cada uno de ellos respondió, según sus medios. El
anciano Antonio dijo a todos: " Todavía no han encontrado la respuesta"; por último le dijo al anciano
José: "¿Qué es lo que dices, qué significaría esta palabra?" La respuesta del anciano José
entonces, fue "no sé". Y el Viejo Antonio dijo: "En verdad, el pastor José ha encontrado el camino,
diciendo: yo no sé". (17)

Proverbio
Para el libro del Antiguo Testamento, véase Proverbios.

Proverbio chino: Bing feng san chi, jue fei yi ri zhi han. Tres palmos de hielo no se hacen en un día
de invierno.

El proverbio (del latín proverbium) es un tipo de paremia, un enunciado sentencioso.


Otros enunciados sentenciosos son: refrán, adagio, máxima, sentencia, aforismo, frase
proverbial, apotegma. El estudio de los refranes y los proverbios se enmarca dentro de
la paremiología.

Historia[editar]

Prouerbios de don Yñigo López de Mendoça, 1525.


Los proverbios flamencos, cuadro de Pieter Brueghel el Viejo.

Las más antiguas colecciones de proverbios son:

 el Libro de los Proverbios atribuido al rey israelita Salomón


 el Panchatantra de la India
 los de Pilpai, de la India (versión del anterior)
 la Gnómica poesía de la antigua Grecia
 los Dísticos latinos de Dionisio Catón, que vivió en el siglo III
 el Hávamál de los escandinavos
 las Tríadas galesas, de Bretaña.
Durante la Edad Media se publicaron muchos proverbios siendo famosos los de don Sem
Tob, durante el reinado de Pedro I de Castilla y los de fray Anselm Turmeda en catalán. En
el siglo XVI se publicaron los de Apostolio y los Adagios de Erasmo.
Han publicado colecciones de proverbios:

 Españoles, Pinciano
 Italianos, Cornazzano
 Holandeses y alemanes, Gruter
 Ingleses, Howell, Ray, Fielding y Kelly
 Franceses, Leroux de Linay1

El refrán[editar]
En la lengua española, la denominación refrán ha conocido una gran difusión hasta el
punto de arrinconar a proverbio que se asocia a una paremia culta como los proverbios
bíblicos, frente al refrán, paremia popular o popularizada.
Refrán es una palabra con un origen etimológico que nos remite a la lengua francesa y al
vocablo refrain, que quiere decir 'sentencia corta'.
Miguel de Cervantes, en Don Quijote de la Mancha, nos define lo que es un refrán: "los
refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros
antiguos ancianos". Seguirá diciendo Don Quijote sobre la utilidad de los refranes:
"cualquiera de los que has dicho [, Sancho,] basta para dar a entender tu pensamiento"
(Segunda parte, capítulo XVII).
Los refranes son sentencias breves, habitualmente, de autor desconocido, que, según
Felipe C. R. Maldonado, "señalan qué actitud conviene adoptar en cada situación, define la
razón de una determinada conducta, o extrae las consecuencias de una circunstancia,
entrañando en cualquier caso un fin didáctico y aleccionador y convirtiendo la anécdota
humana en tema de reflexión".2 No obstante, muchas frases literarias y bíblicas han
pasado a formar parte del refranero popular. La mayoría de los refranes son observaciones
acuñadas por la experiencia colectiva a lo largo del tiempo, con temas que van desde la
meteorología hasta el destino invariable y fatalista de existencia. Constituyen el bagaje
cultural del pueblo en tiempos en los que la tradición oral pasaba la sabiduría popular de
una generación a otra.
Su estructura suele ser pareada y recurren tanto a la prosa y verso como a figuras
literarias (antítesis, elipsis o paralelismo) para facilitar su perpetuación oral.
Ediciones de refraneros[editar]
La primera colección conocida de refranes se atribuye a don Íñigo López de Mendoza,
marqués de Santillana, bajo el título de Refranes que dizen las viejas tras el fuego. El
racionero de la Catedral de Toledo Blasco de Garay escribió después dos Cartas en
refranes (Toledo, 1541) que carecen del propósito exhaustivo de una compilación pero
pretenden ser un agradable pasatiempo cortesano. La primera era exclusivamente de
refranes y la segunda de sentencias, pero en posteriores ediciones se añadieron otras dos
anónimas, una de Juan Vázquez de Ayora y otra, sumamente deturpada, que provenía de
un impreso sevillano. Así aparecieron junto al Processo de cartas de amores de Juan de
Segura y el Diálogo de mujeres de Cristóbal de Castillejo, recortado y moralizado, por
cierto, por Blasco de Garay.
Pedro de Vallés imprimió la tercera colección, Libro de refranes copilado por el orden A. B.
C. (Zaragoza, Juana Millán, 1549. Después vinieron tres cuyo carácter era profundamente
humanístico. La cuarta fue realizada por el Comendador griego, es decir, Hernán
Núñez (1478-1553) catedrático de Salamanca, Refranes o proverbios en romance,
Salamanca, Juan de Canova, 1555, con un prólogo de León de Castro. El sevillano Juan
de Mal Lara, discípulo de ambos, publicó otra, La Philosophia vulgar, Sevilla, Hernando
Díaz, 1568. Por otra parte, Sebastián de Horozco, quien también estudió en Salamanca,
escribió una Recopilación de refranes y adagios, que consta de 8.311 ordenados
alfabéticamente, pero cuyo manuscrito ha perdurado acéfalo, falto de aquellos que debían
reunirse en las letras A, B, C y D. Lo que queda fue impreso en 1916 con el título
de Teatro universal de los proverbios. Por último, Gonzalo Correas reunió en un largo
manuscrito que tituló Vocabulario de refranes y frases proverbiales un verdadero tesoro
idiomático que no llegó a comentar debidamente ni se vio impreso hasta siglos más tarde.
Ya en el siglo XVII publicaron otros refraneros eruditos como Juan Sorapán de
Rieros y Jerónimo Martín Caro y Cejudo, entre otros.
En los últimos años, se están elaborando importantes corpus de paremias, como
el Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes, coordinado por Mª I. Teresa
Zurdo y Julia Sevilla Muñoz (Universidad Complutense de Madrid);3 o el BADARE,
coordinado por José Enrique Gargallo Gil (Universidad de Barcelona).4

Bibliografía[editar]
 JUNCEDA, Luis (1997). Diccionario de refranes. Madrid: Espasa Calpe. ISBN 8423987841.

 Sevilla Muñoz, Julia (1988). Hacia una aproximación conceptual de las paremias
francesas y españolas. Madrid: Editorial Complutense. ISBN 84-7491-270-9.

 Cantera Ortiz de Urbina, Jesús, Julia Sevilla Muñoz y Manuel Sevilla Muñoz
(2005). Refranes, otras paremias y fraseologismos en Don Quijote de la Mancha.
Vermont: The University of Vermont. Proverbium, vol. 17. ISBN 0-9710223-9-9.

 Sevilla Muñoz, Julia y Jesús Cantera Ortiz de Urbina (2002). Pocas palabras bastan.
Vida e interculturalidad del refrán. Salamanca: Centro de Cultura Tradicional Ángel
Carril. ISBN 84-87339-66-2.

Notas[editar]
1. Volver arriba↑ Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914)
2. Volver arriba↑ Cf. Refranero clásico español, edición de Felipe C. R. Maldonado, Madrid:
Taurus, 1966, 2.ª ed., p. 10.
3. Volver arriba↑ «Presentación del Refranero multilingüe». Refranero multilingüe. Madrid:
Instituto Cervantes. Consultado el 13 de julio de 2016.
4. Volver arriba↑ Gargallo Gil, José Enrique. «BADARE, una herramienta multidisciplinar».
Consultado el 13 de julio de 2016.

Greguería
Las greguerías son textos breves semejantes a aforismos, que generalmente constan de
una sola oración expresada en una sola línea, y que expresan, de forma aguda y original,
pensamientos filosóficos, humorísticos, pragmáticos, líricos, o de cualquier otra índole. Se
considera un género creado por Ramón Gómez de la Serna.1

Definición y antecedentes[editar]
Ramón Gómez de la Serna planteó la fórmula de la greguería de la siguiente manera:

Siendo ésta una sentencia ingeniosa y en general breve que surge de un choque
casual entre el pensamiento y la realidad.
El propio Gómez de la Serna, en su prólogo a Total de greguerías (1955), citó como
antecedentes de la greguería a parte de la obra de autores como Luciano de
Samosata, Horacio, Shakespeare, Lope de Vega, Quevedo, Jules Renard, Saint-Pol
Roux, George Santayana, entre otros.2 3 La imagen en que se basa la greguería puede
surgir de forma espontánea, pero su formulación lingüística es muy elaborada, pues ha de
recoger sintética, ingeniosa y humorísticamente la idea que se quiere transmitir.
El efecto sorpresivo se obtiene a través de:

1. La asociación visual de dos imágenes: «La luna es el ojo de buey del barco de la
noche».
2. La inversión de una relación lógica: «El polvo está lleno de viejos y olvidados
estornudos».
3. La asociación libre de conceptos ligados: «El par de huevos que nos tomamos
parece que son gemelos, y no son ni primos terceros».
4. La asociación libre de conceptos contrapuestos: «Lo más importante de la vida es
no haber muerto».

Obras[editar]
El principal promotor de la greguería fue el propio Gómez de la Serna, quien dedicó a lo
largo de su vida numerosos libros a este nuevo género, que cultivaba asiduamente en
secciones fijas de los periódicos y lo consagraría como uno de los escritores más
conocidos de las letras españolas: Greguerías (1917), Flor de greguerías (1933), Total de
greguerías (1955), etc. Este género, de hecho, sirvió para renovar la anquilosada idea de
la metáfora y de la imagen poética que poseía la estética literaria española y anticipó
el Surrealismo.

Ejemplos[editar]
Algunos ejemplos de greguería:

 El primer beso es un robo.


 El cometa es una estrella a la que se le ha deshecho el moño.
 El arco iris es la cinta que se pone la naturaleza después de haberse lavado la cabeza.
 La lagartija es el broche de las tapias.
 El vapor es el fantasma del agua.
 La escalera de caracol es el ascensor a pie.
 La leche es el agua vestida de novia.
 El etc., etc., etc. es la trenza de lo escrito.
 La cabeza es la pecera de las ideas.
 La gasolina es el incienso de la civilización.
 El más pequeño ferrocarril del mundo es la oruga.
 La O es la I después de beber.
 El agua se suelta el pelo en las cascadas.
 Las latas de conserva vacías quedan con la lengua de hojalata fuera.
 La escritura china es un cementerio de letras.
 Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.
 El estanque es una isla de agua.
 El psicoanálisis es el sacacorchos del inconsciente.
 La letra b es un caracol que sube la pared

Véase también[editar]
 Aforismo
 Apotegma
 Cadáver exquisito
 Haiku
 Nonsense

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Ortiz, a quien le importa (29 de octubre de 2009). «Diccionario Literario:
greguería» (en español). Madrid, España: WeblogsSL. Consultado el 16 de
septiembre de 2015.
2. Volver arriba↑ Gómez de la Serna, Ramón (1955). «Prólogo». Total de
greguerías (en español) (primera edición). Aguilar. Archivado desde el original el 16 de
septiembre de 2016. Consultado el 12 de agosto de 2011.
3. Volver arriba↑ José de la Colina (noviembre de 2003). «Ramón, o el juego con el
mundo». Letras Libres (en español). Consultado el 11 de agosto de 2011.

Paremia

Los proverbios flamencos


La paremia es un enunciado breve, sentencioso e ingenioso que transmite un mensaje
instructivo, incitando a la reflexión intelectual y moral. Hay muchos tipos de paremias,
como los adagios, aforismos, axiomas, proverbios, refranes y dialogismo o wellerismo. El
tipo más común es el refrán. El refrán, a su vez, comprende varios tipos, como los refranes
morales, meteorológicos, supersticiosos, geográficos, etc.
Etimología
La palabra paremia, proviene de la voz griega paroimia, compuesto por el prefijo "para-"
que significa "junto a" o "de parte de" y de la palabra "oimos", que significa "camino". Por lo
tanto, una definición partiendo de su etimología sería como las cosas que se dicen a lo
largo del camino.
Paremiología
El estudio de las paremias se denomina paremiología y la paremiografía es la disciplina
científica que se dedica a recopilarlas en repertorios, diccionarios o corpus. En los últimos
años, se están elaborando importantes corpus de paremias, como el Refranero
multilingüe coordinado por M. I. Teresa Zurdo y Julia Sevilla Muñoz (Centro Virtual
Cervantes, Instituto Cervantes [1]), BADARE coordinado por José Enrique Gargallo
(Universidad Central de Barcelona).
En la actualidad, muchos grupos de investigación se dedican al estudio de las paremias
compaginándolo con la investigación fraseológica, como PAREFRAS (Universidad
Complutense de Madrid), PHASEONET (Universidad Complutense de Madrid), FRASEMIA
(Universidad de Murcia)

Véase también[editar]
 Apotegma

Enlaces externos[editar]
 Revista Paremia [2]
 Paremias Filosóficas [3]
 Grupo de Investigación UCM 930235 Fraseología y Paremiología (PAREFRAS) [4]
 Biblioteca fraseológica y paremiológica [5]

Referencias[editar]
 Pedrosa, José Manuel y Nieves Gómez López (2003). Las voces sin fronteras:
didáctica de la literatura oral y de la literatura comparada. Almería: Universidad de
Almería. ISBN 84-8240-682-5.

 Sevilla Muñoz, Julia (1988). Hacia una aproximación conceptual de las paremias
francesas y españolas. Madrid: Editorial Complutense. ISBN 84-7491-270-9.

 Corpas Pastor, Gloria (1996). Manual de fraseología española. Madrid: Editorial


Gredos. ISBN 84-249-1829-0.

Paremiología
La paremiología (del griego paroimía ‘proverbio’, y logía ‘compilación’, ‘colecta’) es la
disciplina que estudia los refranes, los proverbios y demás enunciados cuya intención es
transmitir algún conocimiento tradicional basado en la experiencia. La paremiología
comparada establece relaciones entre los refranes y demás enunciados sentenciosos de
diferentes idiomas y culturas.
La paremiología aprovecha para extraer de los proverbios la información acumulada a
través de cientos de años de historia. Esta información puede ser de muchos tipos:
sociológica, gastronómica, meteorológica, histórica, literaria, zoológica, cinegética,
toponímica, lingüística, lexicográfica, religiosa, agronómica... Con frecuencia
un refrán nace como condensación de un chascarrillo o cuentecillo tradicional, y expresa
las creencias y supersticiones populares con más fidelidad que otras formas literarias. En
otras ocasiones, por el contrario, posee un origen culto que deriva de los sermones que
durante la Edad Media se pronunciaban en lengua vernácula. Posee una
particular retórica, en la que se cruzan el ritmo, el paralelismo, la antítesis, la elipsis y
los juegos de palabras.

Los estudios paremiológicos en España[editar]


En España son muy antiguos los compendios de refranes. Aparecen en el siglo XV, como
muestra del interés del Humanismo por la cultura popular que pretenden ennoblecer al
ponerlo en paralelo con los apotegmas grecolatinos. Erasmo de Róterdam hizo una
colección de adagios latinos, y del siglo XV español se conserva un Seniloquium y una
colección de refranes atribuida a don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana:
los Refranes que dicen las viejas tras el fuego.
En el siglo XVI Pedro de Vallés escribió un Libro de refranes compilado por el orden del
ABC, en el cual se contienen quatro mil y trezientos refranes (Zaragoza, 1549). El
riojano Juan de Espinosa trabajó una colección de seis mil proverbios vulgares, que no dio
a la imprenta; Blasco de Garay publicó en el siglo XVI una extensa carta en refranes. Juan
de Mal Lara imprimió su Philosophia vulgar en 1568. Hernán Núñez de Toledo, el gran
humanista conocido como «el Comendador Griego», escribió sus Refranes o proverbios en
romance que nuevamente coligió y glosó el comendador Hernán Núñez de
Guzmán (Salamanca, 1555). Juan Lorenzo Palmireno compuso dos refraneros bilingües.
Los refranes esmaltan además la lengua de La Celestina y el habla de Sancho en las dos
partes de Don Quijote, correspondientes ya al siglo XVII.
En el siglo XVII destacan especialmente Sebastián de Covarrubias con su Tesoro de la
lengua castellana o española (1611), diccionario que incluye la explicación de muchos
refranes y frases hechas, y el maestro Gonzalo Correas o Korreas con su Vocabulario de
refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana. También
es muy importante Jerónimo Martín Caro y Cejudo con su Refranes y modos de hablar
castellanos. En 1616 Juan Sorapán de Rieros, médico de Cáceres, coleccionó 254
refranes sobre higiene y los explicó con ingenio.
En el siglo XIX destacan especialmente Joaquín Bastús y su La sabiduría de las naciones
o Los Evangelios abreviados (Barcelona, 1862-1867) y el clérigo José María Sbarbi y
Osuna, que se consagró exclusivamente a este menester, dejando cuatro obras
magistrales sobre el tema y otros muchos opúsculos: el Florilegio o ramillete alfabético de
refranes y modismos de la lengua castellana (1873), El refranero general español (1874-
1876), Monografía sobre los refranes, adagios y proverbios castellanos (1891), para
terminar con el póstumo Gran diccionario de refranes de la lengua española (Buenos
Aires, 1943).
En el siglo XX dedicaron sus esfuerzos al refranero español Luis Martínez Kléiser, que
compiló un formidable refranero temático con decenas de miles de refranes, el Refranero
general ideológico español (Madrid, 1953). José Gella Iturriaga estudió el refranero del mar
y el alusivo a temas italianos. Gabriel María Vergara Martín compiló los refranes referidos
al clero en Cantares, refranes, adagios referentes a curas, monjas, frailes y sacristanes,
publicado en Madrid en 1929 bajo el seudónimo de Ganevar. Luis Montoto y
Rautenstrauch publicó un erudito Personas, personajes y personillas que corren por las
tierras de ambas Castillas (Sevilla, 1921 tomo I, 1922 tomo II), y escribió además en
1888 Un paquete de cartas de modismos, locuciones, frases hechas, frases proverbiales y
frases familiares. José María Iribarren realizó varios trabajos, del cual el más valioso es
quizá El porqué de los dichos, sucesivamente ampliado desde su primera edición de 1954
hasta la cuarta. Francisco Rodríguez Marín dedicó a la paremiología tres o cuatro títulos
de su caudalosa bibliografía. En la actualidad, existe una revista, Paremia, creada por Julia
Sevilla Muñoz en 1993 y consagrada sólo a este tipo de estudios.
En los últimos decenios, la Paremiología española ha sufrido una gran renovación y está
viviendo una época de desarrollo y esplendor iniciada en torno a 1980 especialmente por
los filólogos Pedro Peira Soberón, Jesús Cantera Ortiz de Urbina y Julia Sevilla Muñoz.
Desde hace algunos decenios es muy elevado el número de publicaciones, tesis
doctorales y reuniones científicas dedicadas a las paremias. A partir de 2004 se crean
grupos de investigación conforme a la normativa universitaria, como el Grupo de
Investigación UCM 930235 Fraseología y paremiología (PAREFRAS, UCM), dirigido por
M.ª I. Teresa Zurdo y Julia Sevilla Muñoz; FRASEONET (Universidad de Santiago de
Compostela), dirigido por M.ª Isabel González Rey; FRASEMIA (Universidad de Murcia).
En el curso 2005-2006 se inició un Doctorado en fraseología y paremiología en la
Universidad Complutense de Madrid. Pese a haberse extinguido en 2016, está dando muy
buenos resultados: una nueva generación de investigadores con publicaciones novedosas.
Entre las revistas dedicadas exclusivamente a las paremias, se encuentran la
revista Proverbium (Universidad de Vermont, Estados Unidos) y la
revista Paremia (Asociación Cultural Independiente e Instituto Cervantes de Madrid).
Son también dignos de destacar los trabajos en euskera de Gotzon Garate, que impulsó la
recopilación de paremias en euskera, y en el área del catalán los de Maria Conca, tanto en
el ámbito teórico como de recopilación.

Véase también[editar]
 Dicho
 Paremia
 Proverbio
 Refranero

Referencias[editar]
Bibliografía[editar]
 Sevilla Muñoz, Julia (1996, 3, pp. 641-672). "Sobre la Paremiología española",
Euskera. Bilbao: Euskaltzaindia, Real Academia de la Lengua Vasca.

Enlaces externos[editar]

 Wikcionario tiene definiciones, derivados y traducciones sobre paremiología.


 Wikcionario tiene explicaciones para refranes en diferentes idiomas.
 La colección más completa de refranes, poemas y dichos.
 Revista Paremia.
 Grupo de Investigación Fraseología y Paremiología.
 Refranero multilingüe.
 Javier Pérez Escohotado (2008). Chascarrillos, dichos y decires en el habla de la
Rioja. Ediciones Emilianenses. ISBN 978-84- 612-3502-5.
Axioma

A veces se compara a los axiomas con semillas, porque de ellas surge toda la teoría de la cual son
axiomas.

Un axioma es una proposición asumida dentro de un cuerpo teórico sobre la cual


descansan otros razonamientos y proposiciones deducidas de esas premisas.
Introducido originalmente por los matemáticos griegos del período helenístico,
el axioma se consideraba como una proposición «evidente» y que se aceptaba sin
requerir demostración previa. Posteriormente, en un sistema hipotético-deductivo, un
axioma era toda proposición no deducida de otras, sino que constituye una regla general
de pensamiento lógico (por oposición a los postulados).1 Así en lógica y matemáticas,
un axioma es solo una premisa que se asume, con independencia de que sea o no
evidente, y que se usa para demostrar otras proposiciones. Actualmente se busca qué
consecuencias lógicas comportan un conjunto de axiomas, y de hecho en algunos casos
se opta por introducir un axioma o bien su contrario, viendo que ninguna de las dos parece
una proposición evidente. Así, si tradicionalmente los axiomas se elegían de entre
«afirmaciones evidentes», con el objetivo de deducir el resto de proposiciones, en la
moderna teoría de modelos un axioma es solo una asunción, y en modo alguno se
considera que la verdad o falsedad de los axiomas dependa del sentido intuitivo que se le
pueda atribuir, o se recurre a que puedan ser autoevidentes.
En lógica un postulado es una proposición no necesariamente evidente: una fórmula bien
formada (planteada) de un lenguaje formal utilizada en una deducción para llegar a
una conclusión.
En matemática se distinguen dos tipos de proposiciones: axiomas lógicos y postulados.

Etimología[editar]
La palabra axioma proviene del sustantivo griego αξιωμα, que significa «lo que parece
justo» o, que se le considera evidente, sin necesidad de demostración. El término viene del
verbo griego αξιοειν (axioein), que significa «valorar», que a su vez procede de αξιος
(axios): «valioso» o «digno». Entre los filósofos griegos antiguos, un axioma era lo que
parecía verdadero sin necesidad de prueba alguna.

Legado helénico[editar]
Uno de los grandes frutos de los matemáticos griegos fue la reducción de asertos
matemáticos y teoremas, en forma racional y coherente, a una pequeña cantidad de
postulados o axiomas muy simples, los bien conocidos axiomas de la geometría, o bien las
reglas de la aritmética, que presiden relaciones entre unos pocos objetos básicos, tales
como los números enteros y los puntos geométricos. Los objetos matemáticos se
generaron como abstracciones o idealizaciones de la realidad física. Los axiomas, ya sea
aceptados como "evidentes" desde un punto de vista filosófico o bien meramente como
abrumadoramente plausibles, se aceptan sin demostración; sobre ellos se ha erigido la
cristalizada estructura de las matemáticas.2

Lógica[editar]
Artículo principal: Lógica proposicional

La lógica del axioma es partir de una premisa calificada de verdadera por sí misma (el
axioma), y de ésta inferir otras proposiciones por medio del método deductivo, de lo cual
se obtienen conclusiones coherentes con el axioma. A partir de los axiomas, y de reglas de
inferencia, han de deducirse todas las demás proposiciones de una teoría dada.
Axioma lógico[editar]
Los axiomas son ciertas fórmulas en un lenguaje formal que son universalmente válidas,
esto es fórmulas satisfechas por cualquier estructura y por cualquier función variable. En
términos coloquiales son enunciados verdaderos en cualquier mundo posible, bajo
cualquier interpretación posible, con cualquier asignación de valores. Comúnmente se
toma como axioma un conjunto mínimo de tautologías suficientes para probar una teoría.
Ejemplo 1[editar]
En cálculo proposicional es común tomar como axiomas lógicos todas las fórmulas
siguientes:

1.

2.

3. ,

donde , ,y pueden ser cualquier fórmula en el lenguaje.


Cada uno de estos patrones es un esquema de axiomas, una regla para generar un
número infinito de axiomas. Por ejemplo si p, q, y r son variables proposicionales,

entonces y son instancias del esquema 1 y por lo tanto son axiomas.


Puede probarse que, con solamente estos tres esquemas de axiomas y la regla de
inferencia modus ponens, todas las tautologías del cálculo proposicional son
demostrables. También se puede probar que ningún par de estos esquemas es suficiente
para demostrar todas las tautologías utilizando modus ponens. Este conjunto de esquemas
axiomáticos también se utiliza en el cálculo de predicados, pero son necesarios más
axiomas lógicos.
Ejemplo 2[editar]

Sea un lenguaje de primer orden. Para cada variable la fórmula es


universalmente válida.

Esto significa que, para cualquier símbolo variable , la fórmula puede


considerarse axioma. Para no incurrir en vaguedad o en una serie infinita de «nociones
primitivas», primero se necesita una idea de lo que se desea expresar mediante ,o

definir un uso puramente formal y sintáctico del símbolo . De hecho sucede esto en
Lógica matemática.
Otro ejemplo interesante es el de «instanciación universal» , mediante el cuantificador

universal. Para una fórmula en un lenguaje de primer orden , una

variable y un término sustituible por en , la fórmula es válida


universalmente.
En términos informales este ejemplo permite afirmar que si se sabe que cierta

propiedad se cumple para toda y que si es un objeto particular en la

estructura, se estaría en capacidad de afirmar .

De nuevo se afirma que la fórmula es válida. Esto es, se debe ser capaz de aportar
una prueba de este hecho, o -mejor expresado- una metaprueba. En efecto, estos
ejemplos son metateoremas de la teoría de lógica matemática, ya que la referencia es
meramente al concepto demostrativo en sí. Además se puede extender a una
generalización existencial utilizando el cuantificador existencial.

Esquema axiomático. Para una fórmula en un lenguaje de primer orden , una

variable y un término sustituible por en , la es universalmente


válida.

Matemáticas[editar]
En matemáticas para que una afirmación sea considerada válida debe o bien estar
contenida dentro de una base de afirmaciones de partida, los denominados axiomas, o
debe poder demostrarse a partir de los mismos. Los axiomas son por tanto los pilares
fundamentales de toda rama de las matemáticas, y a partir de ellos, mediante las
demostraciones matemáticas, se deduce la veracidad de cualquier afirmación.
Los axiomas serán, por tanto, afirmaciones que se aceptan como verdaderas y que su
veracidad no puede ser demostrada a partir de otros axiomas. Un axioma no se
caracteriza por si resulta una afirmación trivial o intuitiva, siendo el axioma de elección un
ejemplo de un axioma que no resulta trivial.
El otro tipo de afirmaciones a las que se hace referencia son los teoremas. Estas
afirmaciones deben ser demostradas usando los axiomas u otros teoremas ya
demostrados. Una consecuencia inmediata de un teorema se llamará corolario.
Muchas partes de la matemática están axiomatizadas, lo que significa que existe un
conjunto de axiomas de los cuales es posible deducir todas las verdades de esa parte de
la matemática. Por ejemplo, de los axiomas de Peano es posible deducir todas las
verdades de la aritmética (y por extensión, de otras partes de la matemática).
El formalismo surgido como consecuencia de la crisis fundacional de principios del siglo
XX dio lugar al llamado programa de Hilbert. Dicho programa abogaba por la formalización
de diferentes ramas de las matemáticas mediante un conjunto de axiomas explícitos, en
general formulados en lenguajes formales de primer orden. Eso significa que junto con los
axiomas lógicos ordinarios de una teoría de primer orden se introducían símbolos
extralógicos (para constantes, funciones y predicados) y ciertos axiomas matemáticos que
usaban dichos signos que restringían su comportamiento. Cada teoría matemática
necesita un conjunto diferente de signos extralógicos, por ejemplo la aritmética de primer
orden requiere la función «siguiente» y una constante que designe al primer de los
números naturales (a partir de esos dos signos nuevos una constante y una función, son
definibles la suma, la multiplicación, la relación de orden «menor o igual» y todas las
nociones necesarias para la aritmética).
El programa de Hilbert hizo concebir la posibilidad de unas matemáticas en que la propia
consistencia de axiomas escogidos fuera verificable de manera relativamente simple. Sin
embargo, el teorema de incompletitud de Gödel y otros resultados mostraron la inviabilidad
del programa de Hilbert para los fines con los que fue propuesto.

Limitaciones de los sistemas axiomáticos[editar]


A mediados del siglo XX, Kurt Gödel demostró sus famosos teoremas de incompletitud.
Estos teoremas mostraban que, aunque un sistema de axiomas recursivos estuvieran bien
definidos y fueran consistentes, los sistemas axiomáticos con esos sistemas de axiomas
adolecen de limitaciones graves. Es importante notar aquí la restricción de que el sistema
de axiomas sea recursivamente enumerable, es decir, que el conjunto de axiomas forme
un conjunto recursivamente enumerable dada una codificación o gödelización de los
mismos. Esa condición técnica se requiere ya que si el conjunto de axiomas no es
recursivo entonces la teoría ni siquiera será decidible.
Con esa restricción Gödel demostró, que si la teoría admite un modelo de cierta
complejidad siempre hay una proposición P verdadera pero no demostrable. Gödel prueba
que en cualquier sistema formal que incluya aritmética puede generarse
una proposición P mediante la cual se afirme que este enunciado no es demostrable.

Véase también[editar]
 Sistema axiomático
 Axiomas de Zermelo-Fraenkel
 Postulado
 Principio
 Dogma
 Sistema formal
 Regla de inferencia
 Teorema
 Axiomas de Peano
 Teoremas de incompletitud de Gödel
 Axiomas de Hilbert

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Definición de axioma en Symploke.
2. Volver arriba↑ R. Courant c/ F. John. Introducción al cálculo y al análisis matemático.
VolI ISBN 968-18-0634-5

Bibliografía[editar]
 Sagan, Carl (1997). El mundo y sus demonios. Barcelona: Planeta. ISBN 84-08-02043-9.

Axioma
(Griego ἀξίωμα: proposición admitida.) Tesis (proposición) que en la estructuración de una
teoría científica se toma como inicial e indemostrable en la teoría dada; de ella (o de un
conjunto de proposiciones del mismo carácter) se infieren todas las demás proposiciones de la
teoría aplicando reglas de deducción fijadas de antemano. Desde la Antigüedad clásica hasta
mediados del siglo XIX, los axiomas eran considerados como proposiciones que resultaban
evidentes por intuición o que eran apriorísticamente verdaderas, con la particularidad de que no
se tomaba en consideración el hecho de estar condicionadas por la actividad práctica y
cognoscitiva multisecular del hombre. Lenin escribió que la actividad práctica del hombre tuvo
que conducir miles y miles de veces la conciencia del individuo a repetir distintas figuras lógicas
para que tales figuras pudieran alcanzar el significado de axiomas. La concepción moderna
de método axiomático no postula la evidencia apriorística del axioma. Los axiomas han de
cumplir sólo un requisito: de ellos, y sólo de ellos, han de deducirse todas las demás
proposiciones de la teoría dada. El problema relativo al carácter verdadero de los axiomas
elegidos de este modo se resuelve hallando las interpretaciones (Interpretación y modelo) del
sistema de que se trate: si tales interpretaciones se dan o, por lo menos, son admisibles en
principio, hay que considerar los axiomas como verdaderos (compárese Postulado).
Diccionario filosófico · 1965:34-35

Axioma

(griego: tesis aceptada.) Afirmación (proposición) de partida de una u otra teoría científica,
que se toma como no sujeta a demostración en la teoría dada y de la que (o del conjunto de las
cuales) se deducen las demás proposiciones de la teoría en correspondencia con las reglas de
conclusión adoptadas en ella. (cfs. Postulado). A partir de la Antigüedad hasta mediados del
siglo 19, los axiomas se consideraban como proposiciones intuitivamente evidentes o
auténticas a priori. Pero se perdía de vista su condicionamiento por la actividad práctica y
cognoscitiva del hombre. Al repetirse millones y millones de veces, la actividad práctica del
hombre se consolida en su conciencia en forma de figuras lógicas, las cuales, en virtud de esta
repetición, se convierten en axioma. La comprensión moderna del método axiomático exige del
axioma que cumpla sólo una condición: ser tesis de partida para deducir, con ayuda de las
reglas lógicas aceptadas, las demás proposiciones (teoremas) de la teoría dada. El problema
de la veracidad del axioma se resuelve en el marco de otras teorías científicas o al encontrarse
interpretaciones (Interpretación y modelo) del sistema dado: la realización de un sistema
axiomático formalizado en una u otra esfera material es testimonio de la autenticidad de los
axiomas aceptados en dicho sistema.
Diccionario de filosofía · 1984:33

AXIOMA

AXIOMA (del gr. άξίωμα, dignidad, autoridad; de άξιος, digno): m.


Principio, sentencia, verdad inconcusa, proposición tan clara y evidente por sí
misma que, no necesitando de demostración alguna, se halla al alcance de
todo el mundo.
Por eso es AXIOMA inconcuso en materia de economía doméstica, que
toda Ama de llaves que sea tan santurrona es muy cara de carbón en Madrid:
etc.
HARTZENBUSCH.
– AXIOMA: Filosofía. Aristóteles ha introducido en el lenguaje filosófico
la palabra axioma, que etimológicamente significa proposición cierta o que
tiene valor propio, proposición evidente por sí misma y que no necesita
demostración. La tradujo Cicerón, aunque sin satisfacerle, por la
palabra pronuntiatum. El principio o base de la demostración, tal es el
sentido más constantemente dado por Aristóteles a la palabra axioma, sin
limitarla, como después se ha hecho, a las verdades primeras de las
matemáticas. No están conformes todos los pensadores, aunque muchas de
sus divergencias impliquen distinciones verbales más que oposición de
concepto, acerca del sentido y significación de la palabra axioma. Refería
Aristóteles con gran penetración los axiomas a los principios o categorías de
identidad y contradicción (V. CATEGORÍA, IDENTIDAD y CONTRADICCIÓN).
Después de Aristóteles los estoicos han concebido también los axiomas como
verdades necesarias. Bacon acepta igual significado y distingue los axiomas en
generales y menos generales o especiales. Semejante sentido se conserva
también en todo el cartesianismo (Descartes, Malebranche, Wolf, etc.), y
Spinoza exagera la aplicación de los axiomas a la moral, pretendiendo
construir esta ciencia como todas las demás con el rigor formalista del
método matemático (more geometrico). Kant ha empleado el nombre de
axiomas para designar los principios que sirven de base a las ciencias
matemáticas. Consisten los axiomas, según Kant, en juicios totalmente
independientes de la experiencia, de evidencia inmediata y que tienen como
origen común la intuición pura del espacio y del tiempo. Los
denomina axiomas de la intuición y también juicios sintéticos a priori.

Procuremos fijar los caracteres propios de los axiomas, que reconocen


todos los pensadores, siquiera después disientan entre sí en todo lo que toca a
su origen y a su naturaleza racional o empírica. Son los axiomas
juicios evidentes por sí mismos, que no necesitan ser demostrados. Cuando se
intenta su demostración, se observa que incurre el pensamiento en un
sofisma, el de la petición de principio, porque la demostración supone la
verdad del axioma o la conclusión es más clara y más cierta que las premisas.
La evidencia de los axiomas no excluye la reflexión acerca de ellos, pues
como son verdades generales que sirven de base a otras en las cuales se ven
las primeras explícitas y explicadas, a medida que más pensamos en los
axiomas más relieve adquiere su evidencia, siquiera la prueba de ellos sea
inútil e imposible. La evidencia de los axiomas es necesaria (constituyen los
axiomas leyes necesarias del pensamiento, que puede no ejercitarse; pero si
se ejercita ha de ser siguiendo aquellas leyes), sin que podamos concebir que
las cosas sean de otro modo.

Esta necesidad es lógica y no metafísica; porque resulta de


nuestra misma constitución intelectual, que se contradiría negando
los axiomas. Este carácter de necesidad lógica distingue los axiomas
de todas las proposiciones evidentes que no son necesarias. «Es de
día», «dos superficies que coinciden en todos sus puntos son iguales»:
de estas dos proposiciones, sólo la última es un axioma; ambas
expresan verdades evidentes, pero la axiomática es además
necesaria, porque la contraria es inconcebible.
El axioma, más que consecuencia, es una aplicación de los principios
evidentes o categorías, es la afirmación de las leyes fundamentales de todo
pensamiento, y cuando se pone de manifiesto la evidencia de la verdad que
encierra por el llamado principio de lo inconcebible (que no es lo
inimaginable), no se hace más que aplicar el principio de contradicción al de
identidad o la fórmula negativa del primero a la positiva del segundo, es
decir, la relación de dos proposiciones contrarias (el sí y el no). En este
sentido los axiomas más parecen juicios analíticos que sintéticos, contra lo
que opina Kant (sin caer en el error de Locke que los estima como simples
tautologías).
Los axiomas (V. CATEGORÍA) difieren de las verdades generalizadas de
experiencias en ellas resumidas (contra lo que opinan los que le atribuyen
origen exclusivamente empírico, es decir, los positivistas y criticistas) en que
están subordinados a las categorías de identidad, contradicción y continuidad,
ligando el pensamiento y su enlace al orden real o supuesto de los objetos. Así
es que los axiomas rigen de modo inflexible las ciencias formales y
deductivas, que tienen como base los principios de identidad y de
contradicción (las matemáticas y la lógica formal).
Por extensión se aplica después el nombre de axioma y de principios
axiomáticos a todas las fórmulas que resumen observaciones o condensan
reglas de conducta (como los llamados axiomas de la Ética de Spinoza,
axiomas de política, de ciencia social, etc., que algunos pretenden
enumerar). En general, es axiomática toda proposición evidente que no se
puede rechazar sin caer en contradicción, que no exige ni puede ser
demostrada, y que expresa una verdad necesaria, que se comprueba en todos
los ejemplos a que se aplica, aunque no se necesita de ellos para concebirla
como cierta e indudable.
St. Mill y Bain han hecho estudios minuciosos de los axiomas (V. St.
Mill, Système de la Logique y Bain, Logique deductive et inductive), y han
pretendido simplificar el número de ellos en las matemáticas; pero todos sus
razonamientos están grandemente influidos por el empirismo que domina la
concepción general de sus sistemas filosóficos. La cuestión más importante,
pues no es sólo lógica, sino metafísica, es la que se refiere al origen de los
axiomas. Viene este problema, que es en general el del origen de todo
conocimiento, mal puesto en la historia del pensamiento y examinado siempre
según el dualismo (empíricos e idealistas) que de tiempo inmemorial divide y
separa las concepciones lógicas y metafísicas de todos los pensadores, quizá
porque, aun después del análisis profundo de Kant en sus dosCríticas, la de la
Razón pura y la de la Razón práctica, no se pone jamás ante la consideración
de cada cual el tema del conocimiento y la obligada distinción (aunque no
separación) del orden lógico y del orden real con toda la discreta reflexión
que requiere la síntesis primitiva de toda percepción. Es cierto que las
categorías son realidades empíricas (la identidad no existe más que en los
objetos idénticos: no es ella por sí entidad plástica) y que al concebirlas, lo
hacemos como abstracciones y generalidades de nuestro pensamiento (sin las
cosas pensadas, aunque no contra ellas), correctivo que viene preparado por
toda la Edad Media con su célebre cuestión de los Universales y que opone de
modo definitivo el positivismo moderno al idealismo a priori. Pero a estas
categorías hay necesidad de añadir un elemento intelectual, racional o ideal,
que si después comprueba la experiencia, previamente lo concibe el
pensamiento como nota que caracteriza a toda verdad axiomática, a saber, la
de que la proposición contraria a la axiomática es inconcebible, de donde
procede la necesidad y evidencia de los axiomas. Si algunos pretenden
explicar el principio de lo inconcebible por experiencias acumuladas, otra vez
este origen empírico, que se supone, aplaza, pero no resuelve la dificultad,
que quiere diluir en la indefinición del tiempo. También se opone a este
elemento de carácter ideal que se debe reconocer en los axiomas (y en último
término en todo conocimiento, que siempre es empírico-ideal) la objeción de
que la necesidad con que los concebimos (sin poder dejar de pensarlos, a no
ser contradiciendo y negando el pensamiento mismo), es puramente lógica y
subjetiva, sin que posea nada absoluto, pues se refiere sólo a nuestra
constitución mental, que si variase, podría hacer que cesara esta aparente
necesidad. Ésta no es objeción, ni como tal puede resolverse; cualquier cosa
que concebimos, no podemos concebirla sino con nuestra inteligencia, y con
ella también su naturaleza (es decir, la de la inteligencia misma). Pero el
carácter subjetivo que se atribuye por los empíricos a este elemento ideal no
es exclusivamente tal, pues se observa que las proposiciones de certeza
supuestamente subjetiva se confirman en la realidad exterior y se imponen a
las cosas como al pensamiento.

Algo que es inherente a este elemento ideal del axioma queda


reconocido por los mismos empíricos cuando hablan de la naturaleza de los
conocimientos matemáticos, que no son únicamente producto de la
abstracción y de la generalización. Ya St. Mill les niega el carácter de
inductivos, porque en cada teorema todo es conocido y porque, según afirma,
se procede en su formación por paridad de raciocinio (que implica la
categoría de la identidad). Delbœuf (V. Essais de Logique scientifique),
reconoce una geometría teórica, producto de una experiencia ideal. A pesar
de la continuidad homogénea del espacio, podemos afirmar que el hecho
individual percibido es la ocasión o la condición de la idea general que
concebimos racionalmente, pero no es el principio de la concepción;
la sugiere, pero no la contiene. Así es que del fondo complejo de lo empírico
surge la concepción intuitiva y directa, sin esfuerzo inductivo o dialéctico,
como sucede con los conceptos de las paralelas, de lo infinitamente pequeño,
etc. En la síntesis compleja de lo real no existe lo ideal puro, ni lo
exclusivamente sensible. «Sepámoslo o no, dice Evelin (V. Infini et Quantité),
debe entrar y entra en efecto algo subjetivo en la experiencia; y por otra
parte la razón no puede ejercitarse sino sobre algo objetivo.» Así queda
demostrado que el axioma tiene, aun en las matemáticas, el carácter no de
experiencia acumulada, como quiere el positivismo, sino do verdad evidente y
necesaria, con carácter empírico ideal

La historia en aforismos
Con demasiada frecuencia la historia es más para explicar el
futuro que para comprender el pasado
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JORGE WAGENSBERG
31 MAR 2017 - 17:07 CEST
'La rendición de Breda', de Velázquez, narra un suceso histórico. MUSEO DEL
PRADO

La historia es irreversible. Está plagada de bifurcaciones. Desmond Morriscuenta


un buen ejemplo. Cuando la sabana avanzó y el bosque retrocedió, ciertos
primates se encontraron ante un dilema: ¿bajamos o nos quedamos en los
árboles? Poner pie a tierra significa competir con los grandes carnívoros, como
los leones, o con los grandes herbívoros, como los rinocerontes. Los árboles en
cambio son más seguros y tienen alimento fácilmente accesible. Nosotros,
los Homo sapiens descendemos de los que apostaron por la sabana. Los que
decidieron quedarse en los árboles aún están en los árboles. Una bifurcación
marca un punto de no retorno. La agricultura, por ejemplo, quizá fuera un error,
como afirma Yuval Harari, pero ya no se puede volver atrás. Sin embargo, entre
bifurcación y bifurcación todo parece más estable. Los hechos históricos ocurren,
se olvidan, se repiten, se conocen, se reconocen… La historia debería
ser objetiva para que el observador y lo observado no contaminen el proceso
mismo de la observación; debería ser inteligible para que nos pueda servir a la
hora de elegir el futuro; y debería ser dialéctica para que las contradicciones nos
alerten de comprensiones fallidas. La historia debería ser todo eso para ser una
disciplina científica. ¿Lo es?

1. La historia de la humanidad es la historia de unos pocos intentando vivir a


costa de unos muchos.
La historia es la más literaria de las disciplinas científicas y
los aforismos el más científico de los géneros literarios

2. Con demasiada frecuencia la historia es más para explicar el futuro que para
comprender el pasado.

3. La historia tiende a emular la historia y a disimular la sangre que chorrea bajo


las banderas.

4. Cuando el sol agote su combustible no quedará ni la historia.

5. El conocimiento de la historia da un paso de gigante cada vez que el yo o el


nosotros se desplaza un milímetro del centro del escenario.

6. Muchos museos de historia empiezan con la llegada a la región del primer


grupo de homínidos y terminan con los últimos humanos que han pagado el
museo.

7. La historia es la más literaria de las disciplinas científicas y los aforismos el


más científico de los géneros literarios.

8. Se puede cambiar el sentido de la historia sin decir una sola mentira; nótese
por ejemplo que la única víctima inocente de la historia de la Caperucita Roja es
el lobo feroz.

9. Las disciplinas científicas pueden ser de dos clases: las que pretenden
reconstruir la historia, como la geología, la evolución, la arqueología, la
paleoantropología, la cosmología…, y las que pretenden anticipar el futuro, como
la física, la química, la ingeniería, la cosmología…

10. La mentira se inventó por el primero que quiso mejorar la historia.

11. Para decir que el futuro ha cambiado siempre hay que invertir mucho talento
y poder de seducción, para decir que ha cambiado la historia a veces basta con
decirlo.

12. Una persona es joven mientras su historia pese menos que su futuro.
13. Cuando la historia estimula al futuro se llama experiencia, cuando lo frena se
llama tradición.

Cuando la historia estimula al futuro se llama experiencia,


cuando lo frena se llama tradición

14. Muchos ciudadanos no salen de viaje sin incluir la piedra de tropezar dos
veces en su equipaje.

15. Las leyes de la moral se cambian más fácilmente que las historias de la
historia, por eso los 10 mandamientos son leyes protegidas con un fino
revestimiento de historia.

16. Un naufragio es una tragedia humana, pero un regalo impagable para la


reconstrucción de la historia.

17. La historia es una ficción de la realidad, como cualquier ciencia.

18. La grandeza del lenguaje humano es que con él se pueden explicar historias,
o sea, se pueden compartir vivencias con quienes no las han vivido.

19. El prehistoriador es al historiador lo que un veterinario a un médico: no


cuenta con declaraciones directas de sus pacientes, solo con una interpretación
indirecta de sus males.

20. Las historias de la historia se amalgaman con pasta de ideología.

21. La historia se repite, pero, curiosamente, la historia no anticipa la historia.

https://elpais.com/cultura/2017/03/30/babelia/1490873552_416552.html

10 de los mejores libros de aforismos y


reflexiones de la historia
Siempre está bien volver a los mejores escritores y pensadores.
Desde Buda hasta Galeano, pasando por las mentes de Séneca, Lao
Tse, Nietzsche u Oscar Wilde. Esta es la selección de IberLibro en la que pretendemos
recopilar siglos de sabiduría humana. En estos libros de máximas, aforismos y reflexiones
se esconde un auténtico tesoro de vida y aprendizaje.
A lo largo de toda la historia han existido mentes lúcidas que han iluminado con su
pensamiento. La sabiduría nunca pasa de moda, el conocimiento nunca deja de ser
útil. En estos tiempos modernos de tecnología y rápido progreso, es importante no olvidar
las ciencias de la vida, de cómo manejarse con uno mismo y con el entorno que nos rodea.

1. Dhammapada – Buda Gautama


Procedente del siglo V a.C., Buda es el máximo representante de la sabiduría oriental.
Sus enseñanzas todavía hoy gozan de popularidad y continúan ayudando a la
consecución de la felicidad a millones de personas en el mundo. Aunque no se conservan
textos escritos del propio Buda Gautama, sus enseñanzas fueron recogidas en siglos
posteriores en el “Dhammapada”. Fruto de la experiencia de su propia vida, el Buda llegó a
las cuatro verdades y al camino medio entre la sensualidad y el asceticismo, que
proporciona una existencia placentera al ser humano.
2. Tao Tse King – Lao Tse
De la verdadera existencia de Lao Tse no se tiene testimonio verificado. Los
investigadores discuten sobre si realmente vivió o si el origen del Tao Tse King sería una
recopilación de proverbios y sabidurías taoístas realizada posteriormente. De existir, Lao
Tse habría vivido entre los siglos VI o IV a.C. Independientemente de la persona, lo cierto
es que las enseñanzas del Tao Tse King tuvieron una amplia difusión hasta hoy en día.
¿Quién no conoce la famosa figura del yin-yan? La filosofía taoísta propone una comunión
entre todos los elementos de la realidad, en la que las fuerzas contradictorias son capaces
de coexistir y conciliarse en una general armonía.

3. Tesoro de máximas, avisos y observaciones – Lucio Anneo Séneca

Este filósofo cordobés vivió entre los siglos I a.C. y I d.C., y convertido en consejero del
emperador Nerón, fue uno de los sabios más respetados en la Roma Imperial, y pasaría a
la historia como uno de los máximos exponentes del pensamiento estoico.
El estoicismo se trata de la filosofía de la fuerza de voluntad y de control de uno mismo.
En las máximas de Séneca encontraremos valiosos consejos sobre cómo preservar el
control de nuestra vida frente a los ataques, externos e internos que sufrimos.

4. Oráculo manual y arte de prudencia – Baltasar Gracián


Baltasar Gracián fue un filósofo y escritor español que vivió en el siglo XVII. En plena crisis
de la sociedad barroca hizo un enorme esfuerzo por difundir las enseñanzas de una vida
moral y provechosa. A veces, las complejidades no nos dejan ver el camino de la verdad.
Este libro de aforismos comentados da cuenta de innumerables situaciones de la vida
cotidiana y cómo afrontarlas con sabiduría. Tuvo enorme influencia en posteriores
filósofos, y recientemente alcanzó gran éxito de ventas traducido al inglés y presentado
como manual para ejecutivos. Y es que a veces, muy de vez en cuando, los seres
humanos parecemos recordar que la sabiduría es una cuestión de total practicismo.

5. Los caracteres o las costumbres de este siglo – Jean de La Bruyère

En la Francia del XVII Jean de La Bruyère trabajó como profesor particular en la residencia
de los duques de Borbón. Cuando su labor como docente terminó, el duque le permitió
permanecer en la residencia y le asignó un salario, como gentilhombre de letras y
sabiduría que enriquecía la convivencia del lugar. De este modo, el escritor se encontró
en una situación idónea para la escritura y el pensamiento, cosa que resultó en este
libro de reflexiones y aforismos, en los que refleja a la sociedad de su época y aporta
interesantes comentarios. Es de señalar que, debido a su situación de dependencia, debía
soportar el carácter a veces caprichoso de los nobles. Quizá en el libro de Los caracteres
se encuentra una pequeña, silenciosa y duradera venganza.

6. Máximas y pensamientos – Napoleón Bonaparte (Compendiados por Honoré de

Balzac)
¿Quién puede negar que la experiencia de vida de Napoleón Bonaparte lo coloca en una
posición privilegiada para la observación de la realidad y la producción de reflexiones
sobre ella? Por si fuera poco, el encargado de navegar entre toda la producción escrita del
famoso gobernante y militar es nada más y nada menos que Honoré de Balzac. El escritor
elabora esta antología de máximas y reflexiones y las ordena de acuerdo a su plan. De
este modo, a lo largo de este libro transitamos gran parte de la historia de la Europa del
siglo XIX, adornada con interesantes reflexiones sobre el gobierno, las masas, la ley, la
moral, y demás cuestiones…

7. Obras completas – Friedrich Nietzsche


No podríamos elegir una sola de las obras de este filósofo. Considerado uno de los
mejores genios del siglo XIX, sus ideas pusieron de patas arriba toda la historia del
pensamiento desde la antigüedad clásica. Fue probablemente el pensador más valiente,
rocoso y combativo, criticando y polemizando sobre todos los puntos de la filosofía. Optó
siempre por el aforismo y el estilo sentencioso, ofreciendo así una lectura clara y
desahogada. Eso sí, sus frases cortas caen como martillos haciendo saltar en pedazos
las ideas. Puede que alguna astilla afilada nos alcance.

8. Aforismos – Oscar Wilde


Oscar Wilde sobresalió como dramaturgo, poeta y novelista. Fue verdaderamente una
de las personalidades del Reino Unido victoriano. Su vida estaría cargada de una fuerte
polémica. Fue condenado a cárcel por su homosexualidad, y por mantenerla al salir de
prisión tuvo que vivir al margen de la sociedad convencionalizada. Fue un genio de la
estética que no dejaba a nadie indiferente con su pluma elegante y ácida. Sus aforismos
son de una gran sagacidad, cargados de ese punzante sentido del humor que hace
saltar las alarmas de lo políticamente correcto. Una joya de auténtico ingenio.
9. Libro del desasosiego – Bernardo Soares (Fernando Pessoa)

Fernando Pessoa fue un hombre gris que llevaba una existencia tranquila, mientras en lo
privado de su escritura cavó más profundo que nadie hacia las profundidades del alma.
Nadie ha llegado tan lejos como él asomándose a las aguas abisales del uno mismo. Llegó
a crear heterónimos con sus propias biografías y estilos de escritura. En su mundo interior,
florecía en la imaginación un refugio vital que le aportaba tanto placer como la vida
misma. Si escribir tiene algo que ver con la imaginación, Pessoa fue el más grande
escritor de todos los tiempos. Compuesto bajo el nombre de Bernardo Soares, el libro
del desasosiego es un viaje a lo trascendental, a la contemplación iluminada de uno
mismo a través de pequeños fragmentos de longitud variable. Una de las piezas de
literatura más importantes del siglo XX, y tal vez de toda la historia.

10. Espejos – Eduardo Galeano


A medio camino entre el periodismo, la filosofía, la historia y la literatura, Galeano nos
presenta esta deliciosa pieza, compuesta por pequeños textos, fáciles de leer. Espejos es
un repaso a lo largo de toda la historia de la humanidad, aplicando la lupa del buen
observador para rever capítulos olvidados, repensar hechos asentados en la imaginación
de forma errónea, y en general aportar una nueva visión sobre la sabiduría general y el ser
humano. Imperdible para comprender e

Georg Christoph Lichtenberg


Georg Christoph Lichtenberg
Información personal

Nacimiento 1 de julio de 1742


Ober-Ramstadt, Alemania

Fallecimiento 24 de febrero de 1799 (56 años)


Gotinga, Electorado de Brunswick-Luneburgo

Nacionalidad Alemana

Educación

Alma máter Universidad de Gotinga

Supervisor
Abraham Gotthelf Kastner
doctoral

Información profesional

Ocupación Físico, astrónomo, escritor, científico, profesor


universitario y moralista

Área Física
Empleador  Universidad de Gotinga

Miembro de Royal Society


 Academia de Ciencias de Gotinga

Distinciones Miembro de la Royal Society

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Georg Christoph Lichtenberg (Ober-Ramstadt, 1 de julio de 1742 - Gotinga, 24 de


febrero de 1799) fue un científico y escritoralemán. Fue profesor de la Universidad de
Gotinga, donde a su vez en su juventud tuvo en su misma función a Gotthelf Kästner.
Dirigió misiones astronómicas en Hannover y en Osnabrück. Como científico fue el primer
profesor de física experimental de Alemania.
Durante sus estancias en Inglaterra (1770, 1774-1775) frecuentó a la familia real y también
todos los ambientes científicos. Estaba en contra de todo espíritu religioso y conservador,
además de oponerse a los jóvenes pertenecientes al Sturm und Drang. En sus Aforismos,
publicados de forma póstuma desde 1800 a 1806, se puede notar su
contundente escepticismo, satírico, anglófilo y con una distinguida ironía. A los Aforismos
se refería el autor como "waste books", usando la terminología inglesa.

Vida[editar]
Lichtenberg fue el más joven de 17 hermanos, hijo de un pastor protestante de idéntico
nombre que fue ascendiendo en la jerarquía eclesiástica hasta convertirse en
superintendentente de Darmstadt. Al contrario de lo habitual en un religioso de la época,
su padre disponía de grandes conocimientos científicos. Georg Christoph Lichtenberg fue
educado en la casa de sus padres hasta la edad de 10 años en que ingresó en la
escuela latina de Darmstadt. Su inteligencia se puso rápidamente en evidencia. Pretendía
estudiar matemáticas pero su familia no alcanzaba a pagar los estudios por lo que
en 1762 su madre, Katharina Henriette Lichtenberg, nacida en Eckhard (1696-1764) se
dirigió a Luis VIII de Hesse-Darmstadt, que le concedió a Lichtenberg una beca anual de
200 gulden. En mayo de 1763 dejó Darmstadt para estudiar
hasta 1766 matemáticas, historia natural y astronomía en la Universidad de Gotinga.
Su minusvalía física (escoliosis) y su propensión a padecer enfermedades probablemente
hicieron de él una persona extremadamente curiosa y observadora.
Tras sus estudios realizó dos largos viajes a Inglaterra, el primero en 1770 como tutor de
dos estudiantes ingleses en que causó una gran impresión al Rey Jorge III de Inglaterra
y Hannover que lo recomendó para ocupar una plaza de profesor de filosofía. En los años
siguientes hasta 1774 realizó observaciones astronómicas en el antiguo Observatorio
de Gotinga. En el segundo de sus viajes de 1774 a 1775 conoció a integrantes de la
expedición que dio la segunda vuelta al mundo de Cook y a otras personalidades de la
época como James Watt o Joseph Priestley. En 1777 realizó experimentos fotográficos
con alta tensión, esparciendo licopodioen polvo sobre una placa altamente electrizada,
estudiando las ramificaciones de las descargas eléctricas. Posteriormente esas figuras en
las imágenes se llamaron figuras de Lichtenberg.
En 1770 había obtenido plaza de profesor de física, matemáticas y astronomía en la
Universidad de Gotinga, aunque no impartió clases hasta 1776.
En 1777 estuvo relacionado con Maria Dorothea Stechardt (1765-1782). Desde 1780 hasta
su fallecimiento fue profesor (Ordinarius) de física. En 1782 conoce a Margarethe Elisabeth
Kellner con quien comienza otra relación análoga a la matrimonial. En 1793 fue nombrado
miembro de la Royal Society de Londres.
Obras literarias[editar]
Desde 1764 Lichtenberg fue anotando en libretas una innumerable cantidad de
apuntes, aforismos o ideas rápidas, que fueron objeto de publicación mucho tiempo
después de su fallecimiento. En ellos se descubre su tendencia al escépticismo y su ironía.
Ejemplos:
El americano que descubrió a Colón hizo un pésimo descubrimiento.
Quien sólo entiende de química, tampoco la entiende.

Eponimia[editar]
 El cráter lunar Lichtenberg lleva este nombre en su memoria.1
 El asteroide (7970) Lichtenberg también conmemora su nombre.

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ «Lichtenberg». Gazetteer of Planetary Nomenclature (en inglés).
Flagstaff: USGS Astrogeology Research Program. OCLC 44396779.

Un siglo de aforismos
mexicanos
1 DICIEMBRE, 2010

Javier Perucho
A propósito del centenario de la aparición del libro de aforismos
de Francisco Sosa, Breves notas tomadas en la escuela de la
vida, publicado en 1910 (Imprenta de Antonio García Cubas),
expondré un horizonte del aforismo, la redención literaria del
género, simpatías y diferencias con otras arquitecturas
narrativas que recurren a la brevedad literaria —microrrelato,
apotegma, sentencia, máxima— y a la tradición popular —
leyenda, adivinanza, proverbio, chiste— para su concreción
artística. Asimismo, apuntaré una demografía autoral y un
inventario de esta musa menor cuya presencia en las letras
nacionales es seductora, indocumentada y marginal. Presencia
que dispone de al menos un siglo, si partimos para su
documentación probada del libro de Francisco Sosa, capital
para el aforismo, pues este volumen puede considerarse punto
de partida para establecer la historiografía literaria del aforismo.
Así pues, el origen, desarrollo y continuidad de este género en
México tiene su encrucijada en Breves notas tomadas en la escuela
de la vida.

Horizontes
del aforismo

El aforismo es una de las musas menores


que tiene una presencia escondida en las
letras nacionales, muy dilatada,
insólitamente indocumentada y soterrada
en los túneles de los acervos literarios. No
es usual su enseñanza en los centros
educativos, tampoco su recensión en la
crítica literaria que se acostumbra en la
tertulia periodística y su historiografía muere de inanición por la
falta de materiales con que nutrirla, ya que no se han
sistematizado sus fuentes, tampoco se ha emprendido una
bibliografía esmerada que pudiera dar noticia franca de los
libros cuyos autores han cultivado el género en México,
Hispanoamérica o Europa. Excepcionalmente, en España se
impulsa una colección aforística, por la editorial Edhasa, que
procura la difusión del aforismo universal, en particular el
acuñado en español tanto en la península como en
Latinoamérica, donde encontramos lo mismo las máximas de
Lichtenberg, los razonamientos sublimes de Nietzsche, la obra
precursora de Karl Kraus o el pensamiento americanista de
Augusto Roa Bastos.

Verdehalago, una empresa editora de bajo presupuesto, desde


hace unos lustros se dedica a la publicación, traducción y
selección de la obra aforística de literatos mexicanos y
europeos. En su serie Fósforos han aparecido lo mismo el
pensamiento gregario de sor Juana, las máximas políticas del
Benemérito de las Américas, la contemplación urbana de
Fernando Curiel, que el género en sus vertientes anglosajonas
en voz de Gottfried Benn, G. K. Chesterton, William Blake y
Oscar Wilde, además del pensamiento iluminado francés y
alemán, importados al español mexicano por la diestra mano
traductora de nuestros escritores. La traducción del aforismo
iniciaría en México con la publicación de los “Aforismos” de
Maximiliano de Habsburgo, integrados al tomo dos de
sus Recuerdos de mi vida. Memorias de Maximiliano, en traducción
de José Linares y Luis Méndez (México, F. Escalante Editor,
1869).

Inauditamente, el lector contemporáneo no dispone de una


antología sobre el aforismo nacional, regional o universal en
español; apunto esta lengua pues en inglés sí se disponen de
sendos florilegios sobre el género (Louis Kronenberger, The
Viking Book of Aphorisms; John Gross, The Oxford Book of
Aphorisms). Hasta el momento nuestro lectorado carece de un
estudio que le explique los pormenores del género o facilite la
redención literaria de esta singular arquitectura narrativa. Las
antologías pioneras de Irma Munguía Zatarain y Gilda Rocha
Romero (Aforismos [Una selección libre] y Diccionario antológico
de aforismos) ofrecen la salvedad a este injustificado hoyo negro
en la literatura mexicana. Como resultado de esa indolencia, no
se dispone de una demografía autoral o un inventario libresco
que faciliten un acercamiento maduro al lector interesado en el
aforismo, su estructura, historia y
crítica.

Mi libro Escrituras privadas, lecturas


públicas. El aforismo en México. Historia
y antología, facilita entre sus propósitos
de realización los documentos
necesarios para su comprensión, las
herramientas para la elaboración de su
historia regional, sus vasos
comunicantes con otras tradiciones literarias por la importación
de títulos emblemáticos para el género por la mano diestra de
autores nacionales; en resumen, procura elaborar el primer
acervo bibliográfico y un censo inicial con sus principales
autores para certificar la presencia en nuestra cultura literaria
de un género frecuentado apasionadamente por sus
cultivadores, terriblemente desconocido para el resto de sus
potenciales lectores e ignorado en los patrimonios culturales de
los que procede. Quizá la primera antología del aforismo
mexicano encuentre ahí su espacio natural de expresión.

La redención del género será su primer acercamiento; el


segundo, mostrará las simpatías y diferencias con otros
géneros de la brevedad inquisitiva; el tercero expondrá un
escolio a Breves notas tomadas en la escuela de la vida, que en
septiembre de 2010 cumplió el centenario de su aparición en
las letras mexicanas y, finalmente, ofrecerá una fría y seca
demografía autoral para llamar la atención en los nombres,
plumas y afanes aforísticos de los escritores mexicanos que
entre los siglos XIX, XX y la primera década del presente han
labrado en los fértiles espacios de la escritura aforística.

Simpatías y diferencias

Además del aforismo, estos son los géneros narrativos que


recurren a la brevedad literaria —microrrelato, apotegma,
sentencia, máxima— y a la popular —leyenda, adivinanza,
proverbio, chiste— para su concreción artística. De ellos sólo
explicaré la naturaleza cuentística del microrrelato, pues con el
aforismo suele confundírsele habitualmente. Como paso previo,
baste apuntar que tales formas populares, folclóricas, tienen de
común su carácter anónimo, pertenecen al dominio público,
obedecen a un tiempo cíclico, se adaptan a las condiciones
culturales o sociales de una época, resumen la idiosincrasia y
sabiduría de una comunidad y sirven para instruir a su
parvulario. Por lo general, éstas son las características básicas
de la leyenda, la adivinanza, el proverbio y el chiste. Estos
mismos rasgos pueden aplicarse a las restantes formas con
que una nación sintetiza en el folclor su arraigo en la tierra.
Tienen la función social de conservar su saber, transmiten su
experiencia de vida y educan a sus integrantes en las
modalidades de la Naturaleza, acoplan al grupo y los dota de
herramientas que les permiten la sobrevivencia en un medio a
veces hostil, otras paradisíaco.

Así planteados sus rasgos distintivos, regreso al microrrelato,


forma eminentemente escritural, a diferencia de las folclóricas,
ágrafas, que carecen de escritura, naturalmente pertenecientes
a la tradición oral.

Emergido de una robusta cultura literaria, el microrrelato, a


pesar de los recientes acosos analíticos en la academia y la
tertulia literaria, no dispone de una definición general y
literariamente aceptada. En Barcelona, Bogotá, Buenos Aires o
México, entre otros centros productores de su creación artística
como de las perquisiciones que tratan de ceñirlo, cada escritor
o analista literario ha lanzado un concepto que postula su
definición. Uno por uno plantean una verdad literaria; cada
concepto blandido aloja su refutación. Estos balbuceos no
escapan a tal naturaleza. En consecuencia, expongo que el
microrrelato obedece a la pertinaz manía del ser humano de
compulsar su estancia en esta tierra, domeñar su carácter,
soliviantar su vida doméstica, anhelar la carne próxima,
ensoñar otras vidas, recrear sus ocios, maldecir al prójimo. Al
contar, registra las cimas de sus afanes y el infierno de su
tiempo. Ahí, en ese microcosmos se encuentra la memoria de
su estancia por el mundo.

Estrictamente, un microrrelato sigue las reglas de composición


aristotélicas. Se apega a una trama cuyo héroe vivirá o
planteará un conflicto, en un escenario único, donde
ambientará sus acciones durante un tiempo perentorio, donde
acaso se tope con una doncella o su némesis, con quien
ralentizará en su conclusión abierta o cerrada una epifanía. El
curso de sus acciones sigue la estela de una flecha al
perseguir la nuez de una diana.

El aforismo y sus linderos

Por su naturaleza, el aforismo se sitúa en un punto equidistante


entre los géneros tradicionales como la adivinanza, el chiste, la
leyenda y el refrán, entre otros soportes vernáculos, pues son
los formatos de una tradición oral que, por su condición, exigen
el anonimato, la creación colectiva y el dominio público, que
son justamente los rasgos contrarios a los géneros literarios.
En los géneros de tradición oral su soporte yace en la memoria
de la colectividad, su vehículo de transmisión y recreación. Por
otra parte, el aforismo también suele lindar con el microrrelato,
la fábula, la greguería e incluso la
parábola.

En la adivinanza, el chiste, la leyenda


y el refrán se funden la picardía, el
ingenio de un pueblo, su sabiduría,
idiosincrasia e historia colectiva. Estos
soportes de la tradición popular tienen
como propósitos enseñar, divertir,
conservar, aleccionar a los integrantes
de una comunidad viva. Cada una de
estas formas expresivas se sujeta a la rueca del tiempo:
aparecen, se olvidan y vuelven a surgir desaletargadas por las
circunstancias sociales, cuyos requerimientos a su vez
actualizan los contenidos latentes; por esta condición efímera,
la fijación del “texto oral” es una tarea imposible.

La parábola conserva un ascendiente bíblico que obliga a


recapitular las acciones emprendidas por el ser humano bajo
una circunstancia específica; además, por su naturaleza
evangélica pretende una enseñanza religiosa o una lección de
vida, nunca cívica, lección que sí puede desprenderse de su
contraparte el microrrelato o la fábula, ésta con un inevitable
didactismo y un carácter moral. Por la tradición literaria que
forjan, ninguno es cíclico; es decir, no se sujetan a los procesos
de reciclaje a que están sometidas las formas orales
tradicionales. Por supuesto, las tres arquitecturas (aforismo,
fábula y microrrelato) exigen su fijación textual.

Para avanzar en esa historia y en la formación de un repertorio


aforístico, propongo una definición complementaria que
circunda la noción de aforismo, lo caracteriza en sus contornos
pero, sobre todo, la divulgo como mera hipótesis de trabajo.
Para lograr ese propósito, adelanto este apunte que
circunscribe al género en acecho: Es el género por excelencia
de la madurez tanto del hombre como del literato, la oración de
los escritores veteres; se trata de una expresión de sabiduría
que condensa los saberes de una vida. Para su enunciado se
vale de una oración simple o una frase. Siempre es un fulgor,
una revelación. Un relámpago de saber. Es un género más
allegado a la reflexión del pensamiento filosófico que a la
invención literaria. Junto con la máxima y el apotegma, el
aforismo pertenece al mismo orden ideológico de las formas,
excepto que no comparte con ellos el arquetipo religioso. En
los tres, la mímesis mandata.

La narratividad es otra de las características intrínsecas de este


género, aunque los aforismos de Gerardo Deniz asentados
en Letritus rompen con esa regla de oro del viejo pacto de la
representación prosística, establecida luego de aparecer los
aforismos hipocráticos.

En su condición de médico, Hipócrates acuñó el único género


no fundado por un literato, desde entonces es habitual que las
más diversas tribus de profesionales publiquen su aforística:
arquitectos, políticos, historiadores, libreros, filósofos y literatos,
al menos en México; de este modo han dado continuidad a una
tradición que se remonta a la cultura y civilización
grecorromanas.

Concluyo este apartado con una definición operativa: un


aforismo es un argumento controvertible aunque veleidoso, que
soporta una experiencia empírica, un saber positivo expresado
en una definición conceptual, un pensamiento educado por el
libre albedrío. Jamás narra una historia, eventualmente
fomenta una lección cívica o moral; por historia y tradición no
profesa dogmas, aunque las creencias obtienen su rédito
durante la concepción; sus dominios también circundan la
estética de las artes, la biografía, los credos, además de ceñir
las idiosincrasias y las tradiciones. La prosa es su soporte
habitual, regla de oro que admite las excepciones
contemporáneas. Nunca es epifánico, pero sí confesional. La
experiencia y el dominio de un saber o una técnica, así como el
empirismo subyacen en el género, por ello el escritor veter es
quien más lo ha frecuentado, según los indicios y las
evidencias documentales que sustentan este comentario; en
consecuencia, es el género de la madurez literaria.

Censo y demografía

Juana Inés de la Cruz: Aquellas cosas que no se pueden decir,


es menester decir siquiera que no se pueden decir, para que se
entienda que el callar no es no saber qué decir, sino no saber
en las voces lo mucho que hay que decir.

Benito Juárez: Los lobos no se muerden, se respetan.

Maximiliano de Habsburgo: Dos cosas son necesarias al hombre


de Estado, el instinto y el tacto: aquél para discernir; éste para
ejecutar. Saber gobernar es un talento innato, que no se
adquiere, y al que, como a las aptitudes naturales, lo más que
puede hacerse es pulirlas.

Mariano Silva y Aceves: El bien más cierto de que somos


deudores a los hombres es el bien de la lectura, y encontrar el
libro que conviene a cada edad, equivale a encontrar el mayor
tesoro de un pueblo, mayor todavía que la Constitución o la
moneda.

Francisco Sosa: El que revela los favores de una mujer, confiesa


así que es indigno de obtenerlos.

Alfonso Reyes: Los niños de aquella familia se disputaban dos


tesoros: los besos de la institutriz y la “pepita del chayote”. Así
se empieza.

Carlos Díaz Dufoo Jr.: Hubiese dado cualquier cosa por una
creencia elemental, por una afirmación biológica, por un
pequeño refugio, animal y seguro.

Julio Torri: El mundo ha perdido su voluntad, y ya no es sino


representación (con excusas para los manes de
Schopenhauer).

Max Aub: En los documentos nunca hay hijos de puta. Y Dios


sabe que son incontables.

Enrique Jardiel Poncela: Nadie está en


mayor peligro de muerte como aquel que
ha hecho testamento a favor de los que lo
rodean.

José Bergamín: Hay monederos falsos de


las ideas, sobre todo, de las ideas
estéticas. Lo peor de los simuladores, en
pintura como en poesía, como en música,
en filosofía y en religión, no es que
comercien y trafiquen con el misterio sino con el secreto
profesional de sus clandestinos falsificadores. Con moneda sin
cuño.

Octavio Paz: Al leer o escuchar un poema, no olemos,


saboreamos o tocamos las palabras. Todas esas sensaciones
son imágenes mentales. Para sentir un poema hay que
comprenderlo; para comprenderlo: oírlo, verlo, contemplarlo —
convertirlo en eco, sombra, nada. Comprensión es ejercicio
espiritual.

Luis Cardoza y Aragón: La imaginación es memoria arrebatada.


La amnesia, sordo huracán de las sombras.

Mariana Frenk-Westheim: La vejez es una de esas cosas que les


pasan a los jóvenes.

Sergio Golwarz: La modestia es la más incómoda de las


virtudes, porque no se puede alardear de ella.

Gerardo Deniz: Cuando musitan que así no, deduzco que antes,
cuando menos cierta vez, dijeron sí —y a mí no fue.

Augusto Monterroso: Unir esfuerzos. En San Blas muchos


políticos esencialmente estúpidos o ladrones sólo esperan el
momento de alcanzar el poder para combinar estas dos
cualidades.

Raúl Renán: Esto es el silencio, imposible sin alguno de los


sonidos que lo forman.

Gabriel Zaid: No hay ensayo más breve que un aforismo.

Salvador Elizondo: La tortura sólo es tal si su fin no es la muerte.


Un supliciado a muerte es, inequívocamente, la más alta
torpeza del verdugo.
José de la Colina: No seas hipócrita y confiesa que para ti el
momento histórico de los años cincuenta fue el descubrimiento
de Tongolele.

Carlos Monsiváis: Antes, un cortesano típico respondía a la


pregunta. “¿Qué horas son?”, con un: “Las que usted quiera,
Señor Presidente”; ahora, un cortesano típico, ante la misma
pregunta, comenta: “Las que se puedan, Señor, en vista de la
gravedad de las circunstancias”.

Juan Carbajal: El hombre es polvo. Ésa es una sabiduría aquí


nacida. Por eso el desierto es sagrado. Es el lugar más
colmado de humanidad virtual de la tierra.

José Emilio Pacheco: Nadie ha vivido como nosotros la


experiencia de la evanescencia. Por primera vez desde que se
instaló la idea de progreso sentimos el porvenir como
amenaza. Perdemos todo: ideas, creencias, costumbres,
ciudades, afectos…

Francisco Hernández: Guardan entre sus piernas el abierto


candado de la felicidad.

Jaime Moreno Villarreal: La única caricia obscena que


conservamos es la lengua en sus humedades.

Adolfo Castañón: Sé que dije muchas mentiras. También sé que


fui aplaudido por quienes sabían que estaba mintiendo.

Nedda G. de Anhalt: La bendición de los espíritus críticos es la


ironía.

Andrés Virreynas: Las frases de mi mano izquierda son breves y


directas, ligeramente banales. La mano derecha, en cambio,
descontenta ante la idea de sólo expresar un pensamiento, se
enreda y desorienta, siente la tentación de perderse en cada
vez más enrarecidos circunloquios. Con asombro primero, y en
estos últimos días ya con abierta condescendencia, he notado
el impulso de ambas por convertirse en la mano contraria: por
ocupar el espacio imposible de su especular reverso. El
ademán natural que producen es el de un intranquilo
cruzamiento de brazos.

Marco Antonio Campos: Desde una perspectiva general veo una


infancia libre y feliz, pero si recuerdo momentos en que la
pobreza me humillaba y disminuía (puede humillar y disminuir
de tantas maneras), el dolor o la tristeza me dejan a punto del
llanto.

Raúl Aceves: El no saber quién soy es mi principal certeza, el


resto son especulaciones.

Tomás di Bella: Una pierna de mujer siempre será una escala


para llegar al edén o un tobogán que cae hasta el fondo del
misterio.

Miguel Kolteniuk: Descubrí que soy un escritor sin escritura;


sólo cuento con el aforismo.

Alberto Blanco: El hombre es un reloj de arena: se va llenando


de espacio, se va vaciando de tiempo.

Fernando Curiel: Letrinaria. Memora, cuando estés lejos, que


palo dado ni Freud lo quita.

Ulises Carrión: Para empezar, los libros tenían que liberarse de


la literatura. Y luego había que liberarlos de las letras. A partir
de ese momento, consideré mi aliado a quien no leyera libros, y
a cualquiera que los escribiera lo consideré mi enemigo.

Luis Zapata: El verdadero escritor es aquel que puede soportar


con paciente y digna entereza la posibilidad de tener varios
libros inéditos, o, mejor aún, varios libros abortados. Al otro, al
que se muere por publicar y atosigar al mundo con sus
escritos, más bien habría que llamarlo un publicador.

Ricardo Yáñez: Estoy cansado de no saber a dónde ir, es decir,


de no saber estar en mí.

Eusebio Ruvalcaba: La mujer posee dos sonidos que la


distinguen en el mundo de los seres vivos: la voz y el corazón.
La voz por el timbre; el corazón, por el seno que lo cubre.

Juan Domingo Argüelles: Hoy hasta los politólogos se


escandalizan por el rechazo a la partidocracia. Bien visto,
resulta lógico: no pocos de ellos pasan de la teoría a la práctica
y, a la menor insinuación, los ungen candidatos y luego son
diputados o senadores cuando no ministros.

Francisco León González: Si sumamos la soledad e


insignificancia, el anonimato y las pesadillas a las calles, el
trabajo, las horas pico y el prójimo, obtendremos un pedazo de
vida, seguramente, podrido bajo los escombros.

Juan Villoro: En el Estado laico, ningún misterio teológico


supera al de la burocracia.

Guillermo Fadanelli: Jorge Ibargüengoitia escribió La mujer que


no, un relato donde narra sus vanos esfuerzos para acostarse
con una mujer. Reconocer a la mujer que no requiere de un
talento mayor que para triunfar en los negocios, escribir
novelas o graduarse en la universidad.

Roger Campos Munguía: Deberíamos de olvidar a los que


mueren, de enterrarlos para siempre, sin remordimientos. Es
preferible dejar que desgajen su muerte a solas.

Gabriel Trujillo Muñoz: Cada vez estoy más convencido de que


Robert Frost fue un poeta mayor: no un portavoz de su tiempo
sino un escucha de la naturaleza, un traductor del espíritu de la
vida. Para él escribir era como cortar leña del bosque y
preparar el fuego, como tomar agua del río y beberla con gusto.
Porque aquí estamos hablando de palabras escritas sin más
filtros que su conocimiento del hacha y sus filos, del río y sus
corrientes. Tan simple como eso. Tan difícil como eso.

Alfonso Camberos Urbina: Cuando la cocina demanda libre


tránsito al comedor, se inicia la política del espacio.

Armando Páez: Humanum est. El error es compañero sincero.

Pablo Soler Frost: LXIV. Es oprobio eterno sobrevivir al jefe y


volver sin él después del combate.

Luis Ignacio Helguera: El virtuosismo doméstico, civilizado, de la


mujer moderna recuerda a veces el sacrificio primitivo de las
mujeres a los dioses. Sólo que antiguamente los hombres
inventaban causas más elevadas que el altar de las escobas.

Benjamín Barajas: La historia lo ha confirmado: no somos


superiores a los cerdos. De ahí nuestra devoción por ellos:
somos carne de su carne.

Alejandro Cerdá: Si amor con amor se paga tendré que


embargarte.

José Antonio Rosado: El tiempo enriquece los sentidos. Antes, la


calavera servía como símbolo de la muerte; ahora, puede ser
una radiografía.

Javier García-Galiano: La indignación es más digna que la


dignidad.

Jorge Fernández Granados: Lo que busca el aforismo no es tener


la razón sino tener la medida suficiente para tener la razón.

Felipe Vázquez: Los dioses, los ritos, la escultura y la


cosmogonía de las viejas naciones mesoamericanas tienen
mucho de ingenuo y monstruoso para un extranjero. El
mexicano de hoy sigue siendo un iniciado en el horror cómico.
La risa pánica es la atmósfera de su respiración normal. Basta
considerar su sistema político o policiaco. “País de demonios”,
le llamó José Revueltas. “Pocilga de Carajos”, replicó mi
abuela.

Armando González Torres: Mi maestro me recomendaba salir de


un libro, como de un burdel: contento, trastabillando, con el
equilibrio en rodajas.

Luis Alberto Ayala Blanco: Optimismo: saber que siempre puede


ser mucho peor me reconcilia con el momento actual.

Luigi Amara: En el horizonte de todos los cuadrúpedos impera


la contundencia de los traseros; de allí que la postura erguida,
al situar a los rostros frente a frente, haya significado el origen
del maquillaje.

Amaranta Caballero: Cuando era niña, a veces dormía en la


cama enorme de mi abuela. Ella siempre me regañaba por
dormir acomodándome, sobre el lado izquierdo de mi cuerpo.
Decía que era malo, que me haría daño con el tiempo. Nunca
le hice caso, pero ahora, a mis veintiocho me doy cuenta que
ella tenía razón. No son las nostalgias, no es el fracaso ni las
decepciones, no el amor perdido, es más, la soledad sigue
siendo simplemente ¡¡un invento demasiado occidental!! Las
posturas, señores, las posturas. Ellas son la clave de los
corazones sofocados.

Jezreel Salazar: Si mendigar sentimientos es patético, darlos de


limosna no sólo significa celebrar un fracaso, sino ser
pordiosero.
Javier Perucho. Editor, ensayista e historiador literario. Entre sus
obras: Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México y El
cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano.

Elias Canetti
Elias Canetti

Información personal

Nombre de
Elias Jacques Canetti
nacimiento

Nacimiento 25 de julio de 1905


Ruse, Bulgaria

Fallecimiento 14 de agosto de 1994


(89 años)
Zúrich, Suiza

Lugar de
Cementerio de Fluntern
sepultura

Nacionalidad Británica

Lengua alemán
materna

Familia

Cónyuge  Veza Canetti

Educación

Alma máter  Universidad de Viena

Información profesional

Ocupación Escritor, novelista

Lengua de
producción Alemán
literaria

Obras notables
 Auto de fe

Miembro de Academia Alemana de la Lengua y la Poesía

Distinciones Premio Nobel de Literatura, 1981

Firma

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Elias Canetti (Ruse, Bulgaria; 25 de julio de 1905-Zúrich, Suiza; 14 de agosto de 1994)


fue un escritor y pensador en lengua alemana, Premio Nobel de Literatura en 1981.1234 Era
hermano del médico Georges Canetti y del promotor musical Jacques Canetti.

Biografía[editar]
Infancia[editar]
Elías Canetti nació en Ruse, de una familia comerciante de origen sefardí,n 1 hijo mayor de
Jacques Canetti, judío de origen español (los antepasados paternos nacieron con el
apellido de Cañete, pero, tras la expulsión de los judíos de la Península Ibérica en 1492,
cambiaron su apellido), y de Mathilde Arditti, nacida de una familia judía sefardí rica de
origen italiano (antepasados maternos eran sefardíes de Livorno que se asentaron en
Bulgaria). El idioma de su infancia era el Ladino o judeoespañol que habla en la familia (en
su autobiografía, asociado a fuertes recuerdos de la infancia), pero el pequeño Elías tuvo
sus primeras experiencias con la lengua alemana que era la de uso privado por los padres
(que la consideraban el lenguaje del teatro y el de sus años de estudio en Viena).
Después de aprender la lengua búlgara para el uso cotidiano, tuvo que aprender inglés
cuando su padre decidió trasladarse a trabajar en Manchester en 1911. La decisión fue
recibida con entusiasmo por Mathilde Arditti, mujer culta y liberal, que tuvo que sacar a
Elías de la influencia de su abuelo paterno, que se había unido a la escuela talmúdica.
Muerto su padre, al año siguiente la familia emigró a Viena donde vive la Primera Guerra
Mundial.56 Una vez instalado en Austria, utilizará el alemán principalmente. En 1916 la
familia se trasladó a Zurich, donde Canetti pasó, entre 1916 y 1921, sus años más felices.
En este período, a pesar de la presencia de sus hermanos más pequeños, la relación
Canetti con su madre (que desde 1913 sufrió de crisis periódicas depresivas) se hizo cada
vez más estrecha, conflictiva y marcada por la dependencia mutua.
Alemania y Austria[editar]
En 1921 la familia se traslada a Frankfurt, donde Canetti asiste a las manifestaciones
populares tras el asesinato del ministro Walter Rathenau, la primera experiencia con el
comportamiento de las masas que le dejó una impresión indeleble. En 1924 regresó con
su hermano Georges a Viena, donde se graduó en química en 1929, aunque su gran
pasión era la literatura y a ella se dedicó.7 Canetti se integró rápidamente en la élite
cultural vienesa, donde estudió las obras de Otto Weininger, Sigmund Freud (que despertó
su desconfianza desde el principio) y Arthur Schnitzler, y asistió a las famosas
conferencias a cargo de Karl Kraus, polemista y moralista, que reconoce como su principal
maestro. En uno de estos encuentros culturales conoció a la escritora sefardí Venetiana
(Veza) Täubner-Calderón, muy inteligente pero sin el antebrazo derecho desde el
nacimiento. En 1934 se casó con ella, a pesar de la oposición de su madre.
Bajo la influencia de la memoria de los acontecimientos de Frankfurt, en 1925 empezó a
tomar forma un proyecto de libro sobre la masa. En 1928 se fue a trabajar a Berlín como
traductor de libros americanos (especialmente de Upton Sinclair), y allí conoció a Bertolt
Brecht, Isaak Babel y George Grosz. Dos años más tarde recibió su doctorado en química,
pero no ejerció la profesión por la que nunca mostró interés. Entre 1930 y 1931 comenzó a
trabajar en la novela Die Blendung (Auto de fe), publicada en 1935, y regresó a Viena
donde continuó frecuentando ambiente literario y artístico: Robert Musil, Fritz
Wotruba, Alban Berg, Anna y Alma Mahler.
En esta época también conoció de cerca al director de orquesta Hermann Scherchen del
que describe su interesante y compleja personalidad en la parte de su autobiografía de
1931 a 1937, titulada: El juego de ojos, capítulo El director de orquesta y siguientes,
narrando también la pasión de Scherchen por Anna Mahler, hija del músico Gustav
Mahler y notable escultora.
En 1932 publicó su primera obra de teatro, La Boda. Dos años más tarde fue el turno
de La Comedia de las Vanidades. En 1937 se trasladó a París por la muerte de su madre,
hecho que lo marcó profundamente y que cierra simbólicamente el tercer volumen de la
autobiografía.
Londres[editar]
En 1938, después de la Noche de los cristales rotos en Austria, Canetti se trasladó primero
a París y después a Londres, donde obtuvo la ciudadanía británica en 1952. Es en Gran
Bretaña donde vivió pobremente y trabajó en una de sus obras magnas, Masa y
poder (en alemán: Masse und Macht)?, influido notablemente por la Alemania nazi que
había podido ver de cerca.8 Las próximas dos décadas, se dedicó exclusivamente al este
proyecto sobre la psicología de las masas, cuyo primer y único volumen, Masa y poder, fue
publicado en 1960.
En 1954 pasó un período en Marruecos, siguiendo un rodaje cinematográfico, estancia de
la que surgió el volumen Las Voces de Marrakech.
El estreno de su drama Los emplazados tuvo lugar en Oxford en 1956. Su esposa Veza,
con quien compartió su entusiasmo socialista y su veneración por Karl Kraus, se suicidó en
1963 tras el fracaso de su matrimonio, tal vez debido a las traiciones frecuentes de Elias.
Incómodo con la mentalidad y las costumbres inglesas, se mostró muy crítico con la
intelectualidad del país, como describe en su libro Fiesta bajo las bombas, en el que dejó
un retrato inmisericorde de su amante, la novelista británica Iris Murdoch.
En 1971 se casó con Hera Buschor, una museóloga residente en Zúrich, que le dio al año
siguiente una hija,9 Johanna, un acontecimiento que convence a la pareja de establecerse
permanentemente en Zúrich, en la Klosbachstrasse 88 en Züriberg (colina al este de la
ciudad). En 1969 se publicó El otro proceso de Kafka. Sobre las cartas a Felice (Der
Andere Prozess. Briefe an Felice) que analiza la correspondencia entre Kafka y Felice
Bauer.
En la década de los 70 realiza giras por Europa en varias ocasiones para dar conferencias.
En 1977 se publica el primer volumen de su autobiografía, con gran éxito de crítica y
público. Siguió con dos volúmenes más y una cuarta y última parte publicada en 2003
después de su muerte, completada por su hija sobre la base de sus notas.
Autor centrado como ningún otro en el pensamiento, publicó diversos ensayos aforísticos:
en 1973: Die Provinz des Menschen (La provincia del hombre), experiencia que renueva
más tarde en 1992, con El suplicio de las moscas (Fliegenpein Die). También escribió una
galería de "personajes" en 1974, en línea con Teofrasto y Jean de La Bruyère, con Der
Ohrenzeuge (El testigo oidor).
En 1972 recibe el Premio Georg Büchner, la más importante distinción literaria en lengua
alemana,10 y en 1975, las Universidades de Mánchester y Munich le otorgaron doctorados
honoris causa. En 1981 recibió el Premio Nobel de Literatura,3 "para unas obras que se
caracterizan por una amplia visión, la riqueza de ideas y el poder artístico". Entre los
fundamentos de la entrega del Nobel, se menciona también su estudio de los movimientos
de masas y de manera especial de la brutalidad del nacionalsocialismo germano y de las
dictaduras en general.3 El conjunto de su obra personal no podrá ser conocido hasta el
año 2024 por sus propias disposiciones testamentarias.11
Después de la muerte de Hera (1988), Elias Canetti regresó a Zúrich, donde murió el 14 de
agosto de 1994, y en cuyo cementerio fue enterrado junto a James Joyce.

Obras[editar]
Auto de fe[editar]
Artículo principal: Auto de fe (novela)

Es el primer libro de Elias Canetti y su única novela. Se publicó en 1935. Fue prohibido
más tarde por los nazis y, a pesar de la apreciación de Thomas Mann y Hermann Broch,
no recibió mucha atención, sino hasta que volvió a publicarse, en los años sesenta.
Novela de ficción dentro de la corriente del expresionismo entonces en boga en Alemania
y en Austria, de una fuerza considerable con algunos elementos grotescos y demoníacos,
se puede comparar a las grandes obras de la literatura rusa del siglo XIX, sobre todo a la
obra de Nikolai Gogol y a la de Fyodor Dostoevsky, con el que el propio Canetti ha
declarado su deuda.
Masa y poder[editar]
Artículo principal: Masa y poder

Fue una obra de difícil gestación, Canetti la comienza a concebir en 1925, empleó
cuarenta años en escribirla y la definió como "el trabajo de toda una vida."
Sustancialmente, Masa y poder es un trabajo antropológico y sociológico en el sentido de
Canetti. A través del estudio de la formación de la masa que pone al descubierto, indaga
en los principios que subyacen en el poder. En este ensayo monumental, Canetti hizo
fusionar material de diferentes disciplinas (antropología, sociología, mitología, etología,
historia de las religiones), evitando nombres programáticos como Marx o Freud
(mencionados sólo una vez en una nota al pie).
El argumento muestra que lo que contribuye a formar una masa es un instinto tan innato
en el hombre como el de supervivencia. En la primera parte, se analiza la dinámica de los
distintos tipos de masa y el "silencio". La segunda parte se centra en la cuestión de cómo y
por qué las masas obedecen a sus líderes. Adolf Hitler se presenta como la cabeza
paranoide, fascinado por el tamaño de la masa que él manda. La persecución de los judíos
se coloca a continuación en relación con la enorme inflación de la posguerra de la primera
guerra mundial. Su análisis del ejercicio del poder a través de las órdenes "aguijones" ha
sido una aproximación genial para descubrir los mecanismos de control social en la
sociedad contemporánea. Sus análisis de las peculiaridades históricas de las diversas
sociedades nacionales europeas fundamentan los diferentes comportamientos de estas en
la evolución de la historia del siglo XX. En conjunto, la obra puede considerarse como el
estudio más sólido y fundamentado hasta la fecha de los mecanismos de la sociedad del
siglo XX.
La autobiografía[editar]
Dividida en varios volúmenes (La lengua absuelta, La antorcha al oído y El juego de ojos),
se publicó entre 1977 y 1985. Póstumamente se publicó la cuarta parte: Fiesta bajo las
bombas (2003) completada por su hija a partir de sus notas. Es precisamente esta obra,
una de las más intensas de la literatura contemporánea, lo que le convirtió en uno de los
literatos más importantes del siglo XX. Los primeros tomos de la obra son una especie de
"novela de formación". La historia se divide en cuatro partes básicas, cada una de las
cuales se refiere a un lugar y período de tiempo diferente.
La lengua absuelta[editar]
La primera parte transcurre en la ciudad natal del autor y se refiere a los acontecimientos
relacionados con su infancia. Se describe un mundo suspendido ante la modernidad y el
progreso. Elias Canetti describe los rituales y la vida en un mundo que todavía no habían
descubierto los estragos de las guerras mundiales. Los días de la pequeña ciudad del
Danubio sin preocupaciones o dudas de ningún tipo, de vez en cuando interrumpidas por
las fiestas religiosas y algunos otros acontecimientos importantes. Así nos encontramos
con la búsqueda de una dimensión íntima y personal, capaz de dar alivio a esas pequeñas
metas diarias que marcan la vida de un niño.
La antorcha al oído[editar]
La segunda parte aborda el periodo comprendido entre 1921 y 1931, entre sus dieciséis y
sus veintiséis años de edad. Transcurre en Viena, con tres años iniciales en Frankfurt y
unos meses en Berlín, en 1928. Años marcados por la influencia de Karl Kraus, uno de los
más eminentes intelectuales europeos de entreguerras, director y redactor único de la
revista, Die Fackel (La Antorcha) a la que se refiere el título del libro.12
Aparece el análisis del concepto de masa, «el enigma de todos los enigmas» que
convertirá en la gran tarea intelectual de su vida. También explica el comienzo en 1925 de
su relación con su primera esposa, Veza Tauber-Calderón, de origen sefardí, y el
distanciamiento de su madre.
Después explica que ya concluida la carrera, concibe el proyecto literario de la Comedia
humana de la locura, que quería plasmar en ocho novelas centradas en personajes con
una monomanía particular.En su apartamento cuelga enormes reproducciones de
la Crucifixión de Grunewald, cuya contemplación en Colmar, le había emocionado. De
esas novelas sólo acabará escribiendo una, Auto de fe, que quería titular Kant se prende
fuego y que escribió en 1930.
El juego de ojos[editar]
En esta obra Canetti ya se presenta como un pensador reconocido en los círculos
intelectuales de Viena, tanto por su amistad con los literatos Hermann Broch o Robert
Musil, como por el impacto su novela Auto de fe o de las obras teatrales La boda y La
comedia de la vanidad. Describe a Musil como muy susceptible y aferrado a su mujer.
Toma por modelo moral e intelectual a Avraham Sonne, su «doctor Sonne» pero con
mucho más distanciamiento que el de su admiración por Kraus. También habla de forma
muy elogiosa de su relación con Alban Berg.
El libro termina con el episodio de la muerte de la madre, en París, en 1937, en cuyos
momentos finales estuvo presente, junto con su hermano Georges, con quien ella vivía.
Fiesta bajo las bombas[editar]
Es una serie de notas y fragmentos que recogen su vida en Inglaterra desde 1939 hasta
1988 ordenados tras su muerte por su hija para su publicación.13
En Fiesta bajo las bombas, Canetti va describiendo a diferentes individuos desde el
barrendero Cheshan Bois hasta el duque de Northurberland, pero sobre todo a los
intelectuales, artistas y escritores que conoció. Como siempre es un observador atento del
comportamiento humano y un oyente receptivo. Pone el acento en los elementos
discordantes reveladores del caràcter como la risa de macho cabrío de Bertrand Russell, el
tartamudeo de Aymer Maxwell, la soberbia de su mejor amigo de la época el
sinólogo Arthur Waley, la fragilidad de Franz Steiner o la voz agradable de Geoffrey Pyke.
No hace referencia a las penurias que pasó para poder escribir en Inglaterra. Es la parte
menos personal de su autobiografía.
Inglaterra siempre le resulta extraña y un exilio idiomático, a pesar de haber vivido en
Mánchester de niño. Le repugnan las distancias sociales tan marcadas hasta en el uso del
idioma. A los ingleses les reprocha la soberbia. Se ensaña con la figura del poeta T. S.
Eliot. Canetti siente en Inglaterra la humillación de no ser nadie y el silencio del desprecio.
En los años que vivió en Inglaterra, Canetti asistió a una gran cantidad de partys. Los
participantes de una party no pueden tocarse y están diferenciados por castas de diferente
nivel. El distanciamiento genera una actitud fría ante el extranjero.
Durante gran parte de estos años se dedica a la redacción de Masa y poder que considera
la misión de su vida. Se refiere a la “pequeña” guerra de las Malvinas como “tardía pieza
satírica del Imperio”. Aborrece la Inglaterra de los años ochenta que personifica en
Margaret Thatcher, tildada de institutriz e “ídolo de la época de vendedores de esclavos”,
“la predicadora del egoísmo”. Pero la mayor parte de Fiesta bajo las bombas se centra en
los recuerdos de la guerra y la inmediata posguerra. Recuerda los bombardeos de
aquellos años, y la mezcla de excitación y frialdad que sentía ante el espectáculo de los
aviones sobrevolando el cielo.
En sus visitas al cementerio de Hampstead, donde residía, se siente “ más justo de lo que
era en la vida cotidiana”. Da su tiempo a todos como un oyente atento: “Las horas que
pasé con cualquiera que me hablara de sí mismo me abrieron horizontes y me hicieron
feliz”.
Apuntes[editar]
Algunos de los libros de "apuntes" (Aufzeichnungen) fueron publicados en vida de Canetti
y otros vieron la luz de manera póstuma. Algunas de las entregas son La provincia del
hombre, El suplicio de las moscas, El corazón secreto del reloj, Hamsptead y dos
colecciones con anotaciones de los años 1973-1984 y 1992-1993. Y también se ha
publicado un cuaderno de apuntes que Canetti regaló a la pintora Marie-Louise von
Motesiczky en 1942.14
Canetti leía sin parar sobre todo filosofía, sociología y antropología ya fuera para la
preparación de Masa y Poder o para satisfacer su permanente curiosidad y comenzó a
anotar a diario "apuntes" sueltos que mostraban su pensamiento al desnudo. Se trata de
notas breves y rápidas consignadas en pocas palabras, que solían tener la forma de
sentencias y aforismos. No hay que confundirlos con sus "diarios" que por disposición
testamentaria verán la luz en el año 2024. En los apuntes no hace referencia a su vida y
no utiliza la primera persona del singular.
En muchas ocasiones se refiere a Lichtenberg, tomándolo como su maestro en esta faceta
de su obra literaria. Los apuntes comenzaron a publicarse primero en una antología de su
obra y, después, a petición de un editor alemán, en una selección. Pero a partir de la
concesión del Nobel de Literatura en 1981, fueron apareciendo el resto de libros. Pero lo
publicado sólo constituye un diez por ciento del total de apuntes todavía inéditos.
El biógrafo del escritor, Sven Hanuschek, ha llamado a los apuntes "el macizo central" de
la obra de Canetti. Era su forma de enfrentarse al mundo, un modo de vivirlo, pero sobre
todo de pensarlo y comprenderlo. Para Canetti pensar era la esencia de vivir. Son
pensamientos siempre lúcidos de un analista libre, que quiere pensarlo "todo de nuevo"
por sí mismo -y a partir de mil puntos diferentes-, "a fin de que todo se junte en una sola
cabeza y vuelva a ser unidad". Viendo casi siempre más allá de lo que el resto y haciendo
comprender sus tesis al ofrecerlas en este formato simplificado y desnudo.
Algunos pensamientos incluidos en Apuntes para Marie-Louise de 1942, son los
siguientes: "Siempre es falso el futuro: tenemos demasiada influencia sobre él."
"Los miedos atacan con una regularidad que los vuelve sospechosos: hay miedos
mensuales, miedos semanales, miedos diurnos y miedos nocturnos. Se presentan como si
sólo estuvieran ahí para marcar el tiempo."
"Ya sólo por saber menos me gustaría saber más."
"Él le teme a todo, porque no puede olvidar nada."
"Quien venera el éxito está perdido de todas formas: si lo tiene, acaba asemejándose a él;
si no lo tiene, se consume a sí mismo en la más errónea de las nostalgias."
"El asombro vive de la casualidad. En la ley se asfixia."
"El hombre es la medida de todos los animales."
"El conquistador ya no sabe cómo volver del mapa."
"La ética del anciano es su salud."
Libro de los muertos. Apuntes 1942-1988.[editar]
Canetti tenía como uno de los principios rectores de su vida el siguiente: "El objetivo serio
y concreto, la meta declarada y explícita de mi vida es conseguir la inmortalidad para los
hombres".
El Libro de los muertos. Apuntes 1942-1988 (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores)15
recoge nueve cuadernos acumulados por Canetti sobre esta temática y publicados sólo en
español. Cuando la edición alemana estaba ya preparada, se descubrieron entre el legado
de Canetti nuevas aportaciones, así que la publicación se paró para incorporar las
novedades y en España se decidió publicar lo ya preparado.
Los cuadernos están fechados en 1942, 1942-1948, 1950, 1972, 1976-1982, 1983, 1984-
1985, 1987-1988.
El origen de estos apuntes puede situarse en 1912, cuando murió su padre, con 31años.
En los meses siguientes asistió al duelo de su madre, que no dejaba de llorar y dice al
respecto: "No podía consolarla, era inconsolable. Pero cuando se levantaba para
acercarse a la ventana yo saltaba de la cama y me ponía a su lado. La rodeaba con mis
brazos y no la soltaba. No hablábamos, estas escenas no se desarrollaban con palabras.
Yo la sujetaba muy fuerte, y si se hubiera tirado por la ventana habría tenido que
arrastrarme con ella".
El 7 de marzo de 1976 decidió convertir sus reflexiones en torno a la muerte en un libro
después de una operación de cáncer de su segunda esposa, Hera. En su mente estaban
las desapariciones de su maestro Sonne (1950), de su discípula Friedl Benedikt (1953), de
Veza, su primera mujer (1963) o de su hermano Georg (1971).
Algunas de estas notas de 1983 dicen: "Desde que sabe que va a morir, no mira ya a
nadie a la cara" (8 de noviembre). "¿Ha vivido aquel por cuya vida nadie se ha
preocupado?" (11 de noviembre). "Él me pidió que continuara la correspondencia después
de su muerte y me dio (por si acaso) dos direcciones" (15 de noviembre). "Uno que se
desprende de todos los muertos, ¿qué le queda?" (8 de diciembre).

Bibliografía. Obras propias[editar]

Tumba de Elias Canetti en Zúrich.

 La boda (1932). Teatro


 Comedia de la vanidad (1934). Teatro
 Auto de fe (1936). Novela
 Los emplazados (1955). Teatro
 Masa y poder (1960). Ensayo
 Apuntes, 1942-1965 (1965). Aforismos
 Las voces de Marrakech (1968). Libro de viajes
 El otro proceso de Kafka. Sobre las cartas a Felice (1969). Ensayo
 La provincia del hombre. Apuntes, 1942-1972 (1973). Aforismos
 El testigo oidor (1974). Ensayo
 La conciencia de las palabras (1975). Ensayo
 La lengua salvada (1977). Primer tomo de su autobiografía (La lengua absuelta en
otras traducciones16)
 La antorcha al oído (1980). Segundo tomo de su autobiografía
 Juego de ojos (1985). Tercer tomo de su autobiografía
 El corazón secreto del reloj. Apuntes, 1973-1985 (1987). Aforismos
 El suplicio de las moscas. Apuntes, 1986-1992 (1992). Aforismos
 Desde Hampstead. Apuntes, 1954-1971 (1994). Aforismos
 Apuntes, 1992-1993 (1996, póstumo). Aforismos
 Apuntes, 1973-1984 (1999, póstumo). Aforismos
 Fiesta bajo las bombas (2003, póstumo). Cuarto tomo de su autobiografía
 Apuntes para Marie-Louise (2005, póstumo). Aforismos
 Libro de los muertos. Apuntes 1942-1988. Traducción de Juan José del Solar. Texto
establecido por Tina Nachtmann y Kristian Wachinger. Galaxia Gutenberg / Círculo de
Lectores. (2010, publicado sólo en España)
 Diario (inédito hasta 2024, coincidiendo con el 30º aniversario de la muerte de Canetti)

Notas[editar]
1. Volver arriba↑ El apellido de Elías Canetti provendría de Cañete, pueblo
de Cuenca, España de donde es Hijo Adoptivo.[cita requerida]
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Lorenz, Dagmar C.G. (2009). «Introduction». A Companion to the Works of
Elias Canetti(en inglés). Camden House. p. 350. ISBN 978-157-113-408-0.
2. Volver arriba↑ Falk, Thomas H. (1993). Elias Canetti. Twayne. p. 185. ISBN 978-080-578-276-9.
3. ↑ Saltar a:a b c nobelprize.org. «The Nobel Prize in Literature 1981» (en inglés). Consultado
el 8 de abril de 2014.
4. Volver arriba↑ http://elpais.com/diario/2007/03/03/babelia/1172881033_850215.html
5. Volver arriba↑ Deutsches Historisches Museum. «Biographie: Elias Canetti, 1905–
1994» (en alemán). Consultado el 8 de abril de 2014.
6. Volver arriba↑ Barth, Martina (1994). Canetti versus Canetti. Identität, Macht und Masse im
literarischen Werk Elias Canettis (en alemán). Peter Lang International Academic
Publishers. ISBN 978-363-147-192-0.
7. Volver arriba↑ Bezirksmuseum Hietzing. «Elias Canetti zum 100. Geburtstag» (en alemán).
Consultado el 8 de abril de 2014.
8. Volver arriba↑ nobelprize.org. «The Nobel Prize in Literature 1981: Elias Canetti» (en
inglés). Consultado el 8 de abril de 2014.
9. Volver arriba↑ Collins Donahue, William; Preece, Julian (2007). The Worlds of Elias Canetti:
Centenary Essays (en inglés). Cambridge Scholars Pub. p. 283. ISBN 978-184-718-352-1.
10. Volver arriba↑ Assmann, Michael; Heckmann, Herbert (1999). Zwischen Kritik und
Zuversicht: 50 Jahre Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung (en alemán). Wallstein
Verlag. p. 477. ISBN 978-389-244-343-8.
11. Volver arriba↑ Peiter, Anne (2007). «Exil, Judentum und Sprache in ausgewählten
Nachlass-Aufzeichnungen von Elias Canetti». En Brinson, Charmian; Dove, Richard;
Taylor, Jennifer. Immortal Austria?: Austrians in Exile in Britain (en alemán).
p. 215. ISBN 978-904-202-157-0.
12. Volver arriba↑ Fórmica-Corsi, Jose Miguel García de (13 de octubre de 2013). «Las
memorias de Elias Canetti». La mano del extranjero. Consultado el 13 de marzo de 2017.
13. Volver arriba↑ Notorius (31 de marzo de 2012). «Pedro Amorós Juan: Elias Canetti». Pedro
Amorós Juan. Consultado el 13 de marzo de 2017.
14. Volver arriba↑ País, Ediciones El (3 de marzo de 2007). «Reportaje | Elias Canetti en pocas
palabras». EL PAÍS. Consultado el 13 de marzo de 2017.
15. Volver arriba↑ País, Ediciones El (10 de abril de 2010). «Canetti contra la muerte». EL
PAÍS. Consultado el 10 de marzo de 2017.
16. Volver arriba↑ Julia Escobar. «La lengua rescatada».

Elias Canetti: más allá del aforismo

José Luis Trullo.- A pesar de haber cultivado la novela, el


ensayo y el teatro, a Elias Canetti se le conoce y reconoce sobre todo por su autobiografía y sus
libros de apuntes (La provincia del hombre, El corazón secreto del reloj, El suplicio de las
moscas, Hampstead). Y decimos apuntes, y no aforismos, porque en puridad nos encontramos
ante un género que trasciende -por sustracción extrema- el género más breve hasta alcanzar el
umbral mismo del silencio, coqueteando con él, seduciéndolo.

En Diálogo con el interlocutor cruel, texto que se encuentra incluido en La conciencia de las
palabras (1975), escribe Canetti: "Los apuntes son espontáneos y contradictorios. Contienen
ideas que a veces brotan de una tensión insoportable, pero a menudo también de una gran
ligereza. Es inevitable que un trabajo al cual nos dedicamos día a día, durante años, nos resulte
a veces arduo, estéril o tardío. Lo odiamos, nos sentimos cercados por él: sentimos que nos
deja sin aliento. Lo que hay de insoportable en un trabajo impuesto puede resultar muy
peligroso para el trabajo mismo". Los apuntes no son aforismos porque, a diferencia de la
mayoría de estos, no están acabados, rematados: son germinales; apuntan a una diana que no
se ve, y se desplaza constantemente; lacónicos, no se redimen al verse subsumidos en una
unidad superior, sino que provocan al perplejo lector a tirar del hilo por su cuenta (y riesgo),
en un laberinto cuyas exactas dimensiones desconoce y del cual ignora, ya no la ubicación de
la salida, sino incluso si esta existe.

La naturaleza siempre provisional del apunte responde, antes que a una elección meramente
estilística, a una antropología de la escritura, a un concepto del ser humano. "Un hombre –y
esta es su mayor suerte– es un ser plural, múltiple, y sólo puede vivir por cierto tiempo como si
no lo fuese. En los momentos en que se ve a sí mismo como esclavo de sus objetivos, no hay
sino una cosa capaz de ayudarlo: ceder a la pluralidad de sus inclinaciones y anotar, sin
elección previa, lo que le pase por la cabeza. Y esto debe aflorar como si no viniese de ningún
sitio ni condujese a lugar alguno: será en general algo breve, ágil, a menudo fulminante, no
verificado, ni dominado, carente de vanidad y de todo objetivo". Anotar, bosquejar, insinuar,
sería el modo más leal de escribir, pues reflejaría con mimético escrúpulo lo que tiene el
hombre de más propio: su esencia fugaz, su vocación siempre móvil.

Es muy probable que la pulsión anotadora de Canetti no fuese, en un principio, más que el
resultado accidental de una vocación totalizadora aún más intensa, la cual cristalizó en su
monumental ensayo Masa y poder. (En muchos sentidos, los libros de apuntes de Canetti son
una suerte de "cuaderno de notas" o bitácora al paso de los días). No es aventurado afirmar
que es precisamente esa voluntad omniabarcadora que presidió la primera fase de su periplo
intelectual la que le llevó a estrellarse contra sus propios límites, y acabar asumiendo que el
saber humano nunca será total y completo: a lo sumo esa totalidad puede ser atisbada,
intuida, insinuada, pero nunca plasmada de un modo material y universalmente accesible. He
aquí, pues, la paradoja: que para descubrir la profundidad insondable del apunte, antes hay
que haber aspirado a -y fracasado en- la articulación prolija y detallada del sistema. Como él
mismo afirma en El corazón secreto del reloj: "la desintegración del saber le da cohesión".

Que Canetti no se tomaba su apuesta por los apuntes a la ligera se constata en la abundancia
de ocasiones en las que medita sobre ello. No es indulgente, no se deja llevar simplemente por
una supuesta vocación o preferencia personal. Reflexiona, y lo hace a su vez en forma de
apunte, con lo cual se traza una mise-en-abîme bastante irónica, pero totalmente convincente.
A continuación reproducimos una selección de los apuntes de Canetti sobre el género del
apunte, algunos de los cuales se presentan -como una especie de homenaje al autor- a su vez
extraídos de apuntes más extensos.

Más breve, más breve, hasta que sólo quede una sílaba con la que se haya dicho todo.

Todo conocimiento suelto será valioso mientras se mantenga aislado. Pues al caer en el
intestino del sistema se diluye en nada.

Lo que más rápidamente envejece es lo que se redondea.

Su mayor satisfacción, que él se niega constantemente, es la coherencia.

Para el pensamiento sistemático sólo hay un modo de salvarse: la declaración espontánea y


casual que no es desarrollada luego.

No debes preparar los fragmentos para la imprenta. No debes unificarlos.

Sólo existe lo que realmente anotas en el instante.

Muchísimos pensamientos quieren seguir siendo cometas.

Nada me resulta tan insoportable como la 'mecánica' del pensar. Por ello quiebro su avance a
cada frase.

La concisión de los libros chinos: así de conciso quiero llegar a ser o seguir siendo.

Frases en "una" palabra. Frases infinitas.

Un hombre que ya no dice nada, excepto frases imperecederas.


Desea que cada frase hable por propia experiencia.

Me irrita cualquier verdad que yo mismo no haya encontrado en este instante, con la rapidez
del rayo.

Encontrar frases tan simples que ya no sean las propias.

Explicar un apunte es como refutarlo.

Dejar tal cual lo repentino.

Frases como pestañas.

En las frases aisladas es cuando menos se imita. Dos frases juntas ya parecen de otro.

Pausas y pausas, y entre ellas palabras cuadradas como fortificaciones.

Las frases se borran unas a otras, y eso le hace desdichado. Por eso convierte cada frase en
una jaula propia.

Él desea dejar anotaciones dispersas como corrección al sistema cerrado de sus pretensiones.

El tono peculiar de los apuntes, como si tú fueras un hombre filtrado.

Siempre dice más de lo que quiere decir. ¿Qué debe hacer? ¿Reducirse él mismo o reducir sus
frases?

La grasa de las obras se pudrirá y quedarán unas cuantas frases. Pero, ¿cuáles serán?

Expirar en la frase más breve.


Breve, más breve, hasta que él mismo no se entienda.

Hacerse incomprensible, hasta el balbuceo de los ángeles.

No expliques nada. Plantéalo. Dilo. Desaparece.

El aforismo: genial válvula de


escape de Elias Canetti, un Nobel en
ebullición
«Tu pecado original: abrir la boca. Mientras escuchas eres
inocente». Palabra de Nobel, palabra del premio Nobel de 1981,
Elias Canetti. Palabras como las miles y miles que se recogen en
sus «Apuntes
MANUEL DE LA FUENTE. MADRID.

Actualizado 12/04/2007 - 08:15:43

«Tu pecado original: abrir la boca. Mientras escuchas eres inocente». Palabra de
Nobel, palabra del premio Nobel de 1981, Elias Canetti. Palabras como las miles y
miles que se recogen en sus «Apuntes (1942-1993)», cuarto volumen de las obras
completas que edita Círculo de Lectores /Galaxia Gutenberg, estreno editorial que
se ha hecho coincidir con la inauguración, en el centro cultural del propio Círculo
(O´Donnell, 10), de la exposición «Elias Canetti: Poder y supervivencia», una
muestra que transporta al visitante -mediante paneles informativos, instalaciones,
fotografías, y ediciones diversas- al apasionante planeta creativo de este hombre,
testigo de excepción de algunos de los momentos más convulsos del siglo XX, como
el ascenso del nazismo.

A lo largo de toda su vida, Canetti fue un escritor convulsivo de aforismos, que


nacieron como válvula de escape a la redacción, durante tres décadas, de su obra
magna, «Masa y poder». Como apuntó el escritor Luis Mateo Díez en la
presentación, «Canetti fue un autor interminable, un creador poseído por la
palabra. Estos aforismos son fogonazos de pensamiento, revelaciones continuas, y
están escritos, además, de una manera asequible, no hermética».

En el mismo sentido se expresó Ignacio Echevarría, editor de la nueva obra, de la


que dijo: «Quizá éste no sea el libro más importante, ni el más trascendental de la
literatura del siglo XX, pero sí es, sin duda, el libro más rico». La edición (que «tan
sólo» supone el diez por ciento de los aforismos que el autor llegó a escribir) cuenta
con un par de ricas sorpresas para los lectores fascinados por el peculiar universo
de Canetti, como son los apuntes que regaló en 1942 a Marie-Luisse von
Motesiczky, una de sus protectoras y amantes, y un bloque de textos que el autor
desechó por unas razones u otras. Estos dos grupos de escritos se editan por
primera vez en español. La edición cuenta, igualmente, con un suculento índice de
nombres y conceptos elaborado a lo largo de un buen puñado de años por José
Manuel de Prada Samper, índice que viene a ser una suerte de mapa para
adentrarse en el gigantesco océano de estos apuntes de Canetti, que, según subrayó
Mario Muchnik, su primer editor español, «exigen el esfuerzo del lector, exigen que
trabaje junto con Canetti, porque requieren un tiempo de lectura y otro tiempo para
cavilar y pensar sobre ellos».
lunes, 20 de mayo de 2013

Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos.


Antología [1980-2012] -I

El género que sale del


armario: Canonicación

del aforismo. (I)

Nunca los estudiosos del aforismo, ni sus lectores, podremos


ofrecer suficientes muestras de agradecimiento a José Ramón
González, por esta cuidada antología de aforistas que acaba de
publicar, y a la editorial TREA, más atenta a la cultura que al
negocio, por haber culminado con éxito una publicación que, como
otras muchas que forman parte de nuestra Historia de la Literatura,
está llamada a tener un lugar de honor, dado el carácter fundacional
de la misma, porque, como sugiero en el título de esta calurosa
acogida, nos hallamos ante una prueba irrefutable de lo que mi
inminente tesis doctoral se ha propuesto establecer, a pesar de su
obviedad: que a la tríada genérica de nuestra Literatura se le ha de
añadir la “cuarta locura” platónica de la Aforística en condición de
igualdad genérica y, por supuesto, en estricta igualdad en cuanto a la
perfección de sus producciones, que no cede ante obras
encumbradas y reconocidas de los otros géneros con los que en
modo alguno compite, sino con los que, como debe, comparte su
apasionante capacidad de seducción estética. Pensar por lo
breve confirma mi intuición de un modo irrefutable. De ahí mi alegría
y el especial estado de euforia crítica que me ha producido semejante
epifanía genérica. Asistimos a la canonicación, que no canonización,
del género literario quizás más antiguo de la literatura universal.
Desde el Cancionero de Baena y el de Stúñiga, las
compilaciones de autores, las flores, las antologías poéticas han
formado parte importantísima de nuestra historia literaria. Se trata
de una tarjeta de presentación en la sociedad literaria casi obligada
para las nuevas generaciones poéticas. Algunas constituyen
momentos decisivos de esa historia literaria nuestra, como la famosa
de Gerardo Diego, Poesía española. Antología 1915-1931, donde
debutó ni más ni menos que la Generación del 27 (o de la
República, en terminología de Bergamín), o las dos bien famosas de
Castellet: Veinte años de poesía española (1939- 1959) y Nueve novísimos, de
1970. Hasta el presente, sin embargo, quizás por el “descuido” crítico
con que se ha seguido el fenómeno desde instancias académicas, no
se había publicado nunca una antología como esta de José Ramón
González, de cuya atención al viejísimo-género-nunca-reconocido ya
dejó cumplida cuenta en Notas sobre el aforismo la magnífica, por
documentada, concisa y sugerente, introducción crítica a Hilos sueltos,
de Fernando Menéndez, publicado en la editorial DIFÁCIL.
No me remontaré a los inicios del género en nuestra literatura,
porque no es el momento ni el lugar adecuados, pero en otra entrega
de este Diariose recogió la versión actualizada del que podemos
considerar el iniciador de la Aforistica en la literatura española: Sem
Tob de Carrión. Desde él hasta esta antología de José Ramón
González, la Aforística ha llevado una existencia oscura que no ha
supuesto, sin embargo, una decadencia o merma en el cultivo de las
principales características de un género tan reducido a la intimidad o
a pequeños círculos de apasionados por lasbreverías, según las bautizó
Savater. Su marginación de la popularidad lectora ha servido para
mantener unas tradiciones –porque es plural la historia de la
Aforística, como la del corazón de Rubén– que han acendrado su
cenceño discurso para mantenerlo fiel a lo mejor del género, de ahí
la notable calidad, en su conjunto, del presente volumen, aunque,
como es obligado para una antología, no deje de tener sus luces y
sombras, sobre las que entraremos más tarde. Autores como Juan
Ramón Jiménez, cuya Ideología es una de las cumbres de nuestra
Aforística, como Ramón, cuyas Gregueríasconstituyen un
originalísimo subgénero, como Machado, cuyo Juan de
Mairena naufraga editorialmente en paradójica tierra de nadie o
como José Bergamín, auténtico aforista de índole genética, escriba lo
que escriba, ocupan ahora, por obra y gracia de este Pensar por lo
breve, un lugar definitivo en la Historia de la literatura española, que
ha de reescribirse obligatoriamente, porque no podemos seguir
manteniendo extramuros de ella un género cuya vitalidad, aunque
hibernada durante siglos, comienza a desbordarse creativa y
editorialmente, como lo demuestra esta antología. El auge de “lo
biográfico”, como tendencia propia del nuevo siglo, heredada del
periodo finisecular, ha llevado al cultivo masivo del Diario y, sobre
todo, del Dietario, tan próximo a un género como la Aforistica. Me
parece oportuno observar que esta antología es una muestra
diametralmente opuesta a lo mucho y malo que en el campo del
aforismo podemos encontrar en internet, para desgracia del género
y, a la larga, de sus cultivadores: forma parte, la vulgarización
internética, del proyecto de barnizado con que se quiere atildar,
¡como si ello fuera posible!, la nesciencia, la falta de formación en
que sume a la población nuestro lamentabilísimo e ideologizado
sistema educativo.
Pensar por lo breve plantea ya, desde el título, una petición de
principio no exenta de suscitar polémica: lo propio del aforismo es
la expresión del pensamiento, por encima de cualquier otra
posibilidad, como la de transmitir emociones o, y no es
incompatible con ninguna de las dos anterior, la creación de belleza
a través, principalmente, ya de un registro lírico ya de una exhibición
conceptual, de la cual la ironía y la agudeza, con el corolario del
humor, serían su fundamento. Si algo queda claro, después de leer
esta antología, es que difícilmente nos vamos a poner de acuerdo en
la definición del aforismo, como preceptivamente nos lo dejó claro
Emilio Blanco en su estudio preliminar a la edición de las Centellas de
varios conceptos, de Joaquín Setantí (José J. de Olañeta, Editor, 2006),
otro de esos aforistas olvidados cuyos rescates irán confiriéndole
entidad y prestigio al canon del género redescubierto. De hecho, una
variante inexcusable de la aforística es el cultivo del metaforismo,
generoso capítulo del género que nos permite no solo el disfrute de
acabadas obras maestras, sino una introducción a la teoría del
género desde la doble perspectiva del creador y de la obra creada.
Por otra parte, el planteamiento cronológico de la antología,
los últimos 32 años de la historia del género, en la que se mezclan
escritores de muy diversas generaciones, ordenados de mayor a
menor, tampoco estaría exenta de polémica, porque esa es la
naturaleza de estas antologías: dejar agradecidos a unos,
insatisfechos a otros y quejosos a todos. Ello no constituye ninguna
objeción de peso a la misma, porque su valor está muy por encima
de las pequeñas miserias de la República de las Letras, tan dada a la
algarabía de egos como a la endeble arquitectura de la vanidad. José
Ramón González a buen seguro habrá hecho suyos, una vez
publicado el volumen, los versos de Cervantes: Unos, porque los puse
me abominan; / otros, porque he dejado de ponellos, / de darme pesadumbre
determinan. / Yo no sé cómo me avendré con ellos; / los puestos se lamentan, los
no puestos / gritan, yo tiemblo destos y de aquellos. Es cierto, sin embargo,
que el escrutinio atento de la obra de los 50 autores antologizados
arroja resultados muy variados, y que hay, a veces, desniveles de
calidad entre las obras de unos y otros que permitirán, en el futuro,
repensar con sosiego y fundamentos críticos la ineludible jerarquía
del canon, ahora ofrecido en un plano de igualdad que no hace
justicia ni a lo excelso ni a lo prescindible.
Antes de entrar en el despiece de la res quisiera manifestar mi
agradecimiento a José Ramón González porque la lectura de su
antología me ha permitido reflexionar con mayor amplitud e
intensidad sobre la Aforística, llevándome a la refrendación de
conclusiones a las que ya había llegado hace tiempo y que me
parecen interesantes, no sólo para mí, sino también para los posibles
lectores de la misma, por eso me atrevo a exponerlas. Aun a riesgo
de agotar la paciencia del lector de esta entrada del Diario, quisiera
consignar aquí el Manual de instrucciones que escribí para mi propia
antología de aforismos a la que titulé El amigo manual ( Mi primer libro
de aforismos), porque en él se contienen advertencias útiles y
consideraciones teóricas que la lectura de Pensar por lo breve ha
consolidado. Ahí va:
1. El libro de aforismos ha de ser una volumen manejable que se tenga
siempre a mano, pues su lectura está indicada para los momentos más
insospechados. La famosa tríada de los tiempos muertos, las horas sueltas y los ratos
perdidos tienen, en El amigo manual, su remedio natural, el específico capaz de
resucitar, reconocer y atar buena parte de la propia vida, tan propensa a perderse en
esos agujeros negros del tedio o la desorientación. El manual de Epícteto se
llama Enquiridion precisamente porque en kheirí significa, en griego, lo que se puede
sujetar con la mano.

2. Un libro de aforismos no tiene comienzo ni final, por lo que nunca ha de


ser leído desde la primera hasta la última página, al modo, por ejemplo, de las
novelas o las obras de teatro. Por su forma se asemeja más a los libros de poesía,
aunque en estos a veces los poemas están de tal suerte dispuestos que el lector ha de
respetar su orden preciso si quiere recibir, sin modificarlo, el mensaje del poeta.

Lectura espigada podríamos denominar al método que consiste en abrir el


volumen al azar y leer aquellos aforismos que nos salgan al paso deparándonos el
placer estético de lo insólito e invitándonos a la reflexión que siempre exigen de
nosotros, porque un aforismo es siempre un pie, nada forzado, para el diálogo
cordial y el monólogo esclarecedor.

3. Lo propio de los libros de aforismos, si no hay un orden lineal que se haya


de seguir en su lectura, es que tampoco se nos ofrezcan ordenados por temas, por
útil que, para otros menesteres intelectuales, sea el índice temático que suele
incorporarse al final del libro y que, a menudo, suele pecar de un excesivo
intervencionismo por parte del compilador, siempre dispuesto a escoger
interpretaciones que, a la postre, redundan en el menoscabo de la libertad de
elección y asignación de los propios lectores, de ahí que este libro no lo incorpore,
aunque sí unos Pespuntes biobibliográficos que pretenden servir de discretísima
introducción a los autores escogidos.

4. Buena parte de los aforismos que se han recogido en El amigo manual se


presentan a los lectores como un desafío, y como tal hay que tomarlo, si bien con la
serenidad de ánimo propia de los retos en los que nos jugamos la propia estimación.
Hay aforismos transparentes, ingeniosos, poéticos, trascendentales, anecdóticos,
admonitorios, chispeantes, profundos, enigmáticos, herméticos y cualesquiera otras
calificaciones que se les quiera aplicar, pero los lectores han de lidiar con cada uno
de ellos y han de establecer una relación personal que les permita hacer suyo el libro,
aceptar que les está interpelando individualmente. Nadie debe rendirse ante ningún
aforismo, porque ninguno es literalmente incomprensible. Pueden sernos más
lejanos o más cercanos, pero todos ellos han sido escritos para llegar a la
imaginación, al entendimiento o a los sentimientos de los lectores.

5. Un volumen de aforismos es, por definición, una obra incompleta, parcial,


eventual e incluso precaria. El subtítulo del actual, Mi primer libro de aforismos, indica
claramente la provisionalidad del propio volumen, pues cada lector, cada lectora,
son los responsables últimos de la compilación de su verdadero y definitivo libro de
aforismos. Este amigo manualno es en el fondo sino una invitación a la creación del
libro de aforismos que cada cual, a lo largo de su vida lectora -que deseo tan larga y
fecunda como placentera- ha de ir formando poco a poco, libro a libro. Recoger
aforismos en nuestras lecturas ha de ser una actividad tan natural como consultar en
el diccionario el significado de las palabras que desconocemos.

6. Los libros de aforismos han sido considerados muy a menudo como


un vademécum, un compendio de máximas que nos preparan para la vida, un conjunto
de recetas que, supuestamente, nos permiten enfrentarnos a la realidad con la
quintaesenciada experiencia de la acreditada sabiduría de quienes nos precedieron.
Pero vade mecum significa literalmente "camina conmigo", va conmigo, y esa función
de acompañante tiene, a veces, más valor que la de pretencioso maestro de la vida,
pues raramente se escarmienta en cabeza ajena. A un libro de aforismos no se ha de
ir, así pues, buscando soluciones, sino epifanías que quizás sean simplemente el
pórtico para nuevas preguntas, inquietudes y tal vez fecundos desasosiegos

7. A un libro de aforismos no deben acercarse los lectores buscando la cita


de relumbrón que acredite una cultura que, en todo caso, de muy otras maneras ha
de saber manifestarse, pues como sugiere Zabaleta hay que saber saber. Intercalar
oportuna y elegantemente, en un texto o en un discurso, una cita no es arte al
alcance de cualquiera, y con frecuencia naufragan en el vasto y proceloso mar del
ridículo muchos de quienes lo intentan. Que la cita surja con naturalidad, sin que su
brillo ciegue, sino que ilumine, habría de ser la noble aspiración de los lectores de
aforismos.

8. De igual modo que hay libros específicos de aforismos y una historia del
género en la que sobresalen estos o aquellos autores, de todas las latitudes y
nacionalidades, no es menos cierto que los aforismos esmaltan la prosa o el verso de
todos los demás. En el segundo caso, los aforismos nunca han de permitirnos
prejuzgar a sus autores, a quienes se ha de conocer por sus obras completas. Por
otro lado, y como cura contra la falsa solemnidad con que se pueden presentar las
compilaciones de aforismos, Jean-Jacques Barrère y Christian Roche publicaron El
estupidiario de los filósofos, cuyo título ahorra explicaciones al buen entendedor.
9. El amigo manual tiene la finalidad de acercar el mundo del aforismo a los
lectores jóvenes para despertar en ellos la afición a la reflexión y al cultivo de la
expresión justa, de ahí que la gran mayoría de aforismos estén relacionados con lo
que podríamos llamar aspectos generales de la existencia. Esa selección excluye una
vena aforística a la que este compilador es devoto aficionado: el aforismo
humorístico, basado en el ingenio, la agudeza y el juego de los conceptos. Así,
autores como Ramón Gómez de la Serna y sus famosas Greguerías han quedado
forzosamente fuera, si bien se indica aquí para que quien quiera descubrirlo, a él y a
otros tantos como él, se lleve una grata sorpresa.

10. De los libros de aforismos jamás podemos decir que hayamos acabado de
leerlos, como ocurre, en realidad, con las obras literarias clásicas, aquellas que
siempre admiten una relectura. Con todo, la frecuentación de los aforismos lleva
aparejado un efecto perverso del que, para acabar, conviene advertir en estas
instrucciones de uso: la tentación de devenir, después de leer tanta quintaesencia de
la sabiduría y la agudeza, consejeros de consejos no pedidos. Saber abstenerse de
darlos cuesta a veces tanto como escoger el adecuado, por eso, y con un dicho del
traductor Çadique de Uclés, quisiera este compilador, a modo de corolario, recordar
a sus lectores que "dize sant Gregorio que ninguno te es más fiel en te dar buen
consejo commo el que no cobdiçia lo tuyo, mas ama tu persona". Ese amor ha sido
el inspirador de estas instrucciones y del volumen todo.

Vale.

Aunque suene a verdad de Pero Grullo, o de Monsieur de La


Palisse –dada la importancia de la aforística francesa para la
resurrección del género en Europa–, la principal enseñanza ya sabida
que le debo a Pensar por lo brevees el recordatorio del valor del espacio
en blanco entre los aforismos, metáfora del tiempo imprescindible
que requiere la lectura y la rumia de todos y cada uno de los
aforismos de cualquier libro del género. De hecho, no se trata de un
tiempo de exacta medida para todos ellos, sino de un tiempo
específico para cada aforismo, y cada lector ha de saber encontrarlo
y administrarlo en función de su competencia y su imaginación. Esta
verdad lleva implícita, como corolario, la imposibilidad de la lectura
lineal del libro, por más que, desde la perspectiva filológica haya
estado obligado a hacerla así. Me hago cargo de lo que significan los
costos de edición y la imposibilidad de conceder ese espacio/tiempo
imprescindible a los desiertos silenciosos y sugerentes que han de
preceder y seguir a cada uno de los aforismos –si no se opta por la
abstracción gráfica del firulete, por supuesto, con idéntico valor
estructural–, pero el lector ha de suplirlos para poder apreciar, en lo
que vale, y vale mucho, esta antología aforística epifánica.
(Continuará)
http://diariodeunartistadesencajado.blogspot.com.es/2013/05/pensar-por-lo-breve-aforistica-
espanola.html

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