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Fernando Carrión: “En Ecuador

se hace imprescindible una


política antinarcotráfico”
La Barra Espaciadora
2018/04/18

Por Gabriela Ruiz Agila y Diego Cazar Baquero


Ecuador es parte de la llamada Red Global del Crimen, una
estructura de mil cabezas que controla el negocio del narcotráfico
a escala mundial, que maneja las políticas de los Estados y que
somete al terror a millones de inocentes.
La presencia en este país andino de grandes y peligrosísimos
cárteles de la droga no es nueva. La prensa registra hechos
desde hace más de una década. Ajusticiamientos, secuestros por
extorsión, atentados terroristas. Pero desde que se inició el
proceso de desmovilización de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), grupos disidentes y otros
exclusivamente delincuenciales han cambiado el mapa del
narcotráfico en el territorio colombiano. El panorama dista
mucho de mostrar un ambiente de paz, como se empeña el
gobierno colombiano en convencer a su pueblo y a la comunidad
internacional.
Desde el 27 de enero de este año, una serie de atentados en
territorio ecuatoriano ha dado señales de que el conflicto interno
colombiano ha cruzado fronteras. Los hechos, en realidad, solo
develan que nada de lo que ocurre es nuevo del todo. El discurso
de la ‘isla de paz’ con el que ha vivido Ecuador durante décadas
ha opacado una verdad que ahora aplasta el ánimo de todo un
pueblo.
En esta entrevista, el analista Fernando Carrión nos brinda
elementos para comprender el rol del Ecuador en esta red global
del mercado de la droga y sus consecuencias.
¿Cuál es el contexto, en el espacio y en el tiempo, para
entender los hechos últimos suscitados en Mataje,
provincia de Esmeraldas, y el secuestro de los periodistas
de diario El Comercio?
En la última década, Ecuador fue considerado una isla de paz. La
violencia política en Colombia tenía a las FARC, ELN, Quintín Lana
y otros grupos, mientras que en el caso de Perú, Sendero
Luminoso acometía acciones militares. En 1999, se firma el Plan
Colombia, que empieza a ejecutarse con mucha más fuerza en
el 2002 con el presidente Álvaro Uribe, hacia la
internacionalización del conflicto. Al Ecuador le correspondió, por
ejemplo, la construcción de la Base de Manta. Los golpes que se
produjeron por la implementación de las políticas oficiales de
Colombia tuvieron un ‘efecto globo’, es decir, el Ecuador dejó de
ser país que exclusivamente se dedicaba al bodegaje y al tránsito
de droga para pasar a ser sede de laboratorios que procesan
cocaína. Entre 1999 y 2002, Ecuador dolarizó su economía,
convirtiéndose en un país atractivo en la región para el lavado
de activos. A estas condiciones se suma la localización
geoestratégica del Ecuador, entre los dos países más grandes de
producción de coca en (Colombia y Perú). También estamos muy
bien localizados para el abastecimiento por toda la zona del
Pacífico hacia los Estados Unidos -por Centroamérica-, y en la
cuenca amazónica hacia el Brasil, que es el segundo país de
consumo en el mundo, y camino hacia el resto del mundo.
¿Es Ecuador un eje nuclear, entonces?
Ecuador es una especie de hub o router, es una plataforma
internacional de articulación, principalmente en el tema de
mercados ilegales para delitos como el narcotráfico, trata y
tráfico de personas, circulación de armas ilegales. El
narcotráfico, al consolidarse como plataforma, se ubica dentro
de la división internacional del trabajo en una condición muy
favorable.

Foto: Josué Araujo / Fluxus Foto.


Hay muchos más actores que las disidencias de las FARC
en la frontera norte entre Ecuador-Colombia. Hablemos de
ellos.
La actual situación de los actores y las divisiones de las FARC
está inscrito en el proceso de los Acuerdos de Paz firmados en
septiembre de 2016. Pero no en el sentido de lo que se viene
sosteniendo que son un conjunto de gente que no plegaron al
proceso de paz. Esa población de las FARC que son disidentes no
llega al 10% de la cantidad de personas que entregaron las
armas, que son alrededor de 6 000 personas. Las cifras
calculadas por el Gobierno colombiano estiman que cerca de 600
hombres se apartarían del proceso, y probablemente se
integrarían a las bandas criminales como Clan del Golfo,
Urabeños, Rastrojos, Águilas Negras, independientemente de su
filiación ideológica. El problema que existe es que dentro de los
Acuerdos de Paz se establecía explícitamente que una vez que
se firmara la paz, los territorios en los que operaba las FARC
debían tener una presencia del Estado, y eso no ha ocurrido.
La masacre en Tumaco, en octubre de 2017, por ejemplo,
¿fue una señal de protesta frente al Estado colombiano?
El Estado colombiano se comprometió a tres cosas: introducir
prácticas productivas que sustituyan a los cultivos
principalmente de cocaína, marihuana y opiáceos; la dotación de
infraestructura y servicios educativos y de salud para estas
zonas; y políticas de seguridad. Esas tres cosas no se
cumplieron. Muchos territorios a los cuales no llegó el Estado
colombiano están en la franca disputa entre distintos grupos del
narcotráfico, disidentes de las FARC y los paramilitares. En la
frontera sur de Colombia (Nariño y Tumaco) estarían alrededor
de 12 grupos pugnando por el control de estos territorios.
¿Estos grupos son únicamente colombianos o también
hablamos de cárteles mexicanos operando en territorio
colombiano y ecuatoriano?
A partir de la aplicación del Plan Colombia, en el 2002, los
cárteles colombianos empiezan a recibir un fuerte impacto de la
política del Plan Colombia. Los cárteles se dividen y pluralizan.
Ahí es cuando cambian de cartel a banda criminal o BACRIM.
Esto significó que la droga colombiana, principalmente la del
cártel de Medellín, que antes introducía la droga vía aérea y
marítima, se cerró por las políticas antiterroristas de guerra a la
droga y que se impulsan después de los atentados del 2001 en
Nueva York. Eso obliga a que esa producción que surge
principalmente en el área andina (Bolivia, Perú y Colombia)
tenga que encontrar otras rutas para entrar a los Estados Unidos.
La principal ruta de paso sería por la frontera terrestre de México.
Y a partir de ese momento hay un cambio sustancial de la
estructura organizativa de los cárteles. Antes era exclusivamente
el Cartel de Medellín el que producía, trasladaba [la droga] por
las rutas que existían, e incluso vendía al microtráfico dentro de
los Estados Unidos, y tenía el control interno del mercado. A
partir del 2001, aparece lo que he definido como la Red Global
del Crimen.

Mapa. Red Global del Crimen. Ruta del mercado de tráfico de


drogas (2000-2014).
La Red Global del Crimen es una alianza de distintos cárteles
mexicanos y colombianos para la producción, traslado, paso de
la frontera con Estados Unidos y venta de drogas. Esto le ha dado
una potencialidad impresionante al crimen vinculado al
narcotráfico. Por ejemplo, el Cártel de Sinaloa se encuentra en
51 países -incluido el Ecuador– y tiene 3 700 empresas legales.
Un holding de esta Red de Global del Crimen no puede ser
manejado por inexpertos o por una sola estructura.
¿Qué es lo que ocurre a partir de 2008?
Entra la crisis económica de las hipotecas de los Estados Unidos
y de Europa y se presenta una contracción del consumo de
drogas de cerca de 30%. Esa droga empieza a irse a otros
mercados. Ahí aparecen otros cárteles probablemente más
fuertes como la ‘Ndrangheta de Italia que tiene presencia en 37
países del mundo, entre esos el Ecuador. Esta Red Global del
Crimen es una forma de articulación bajo la característica de
un holding de distintas organizaciones que cumplen tareas
específicas en ámbitos específicos bajo la modalidad de la
franquicia o la tercerización. Así se forma esta gran estructura
que tiene alrededor de unos 20 años. Nosotros no entendemos
esto porque no queremos entender. Aquí no ha surgido una
política antinarcóticos explícita.
Mapa. Organización Global del Crimen (2000-2014).
Ante este gran entramado de una red de narcotráfico que
no viene de ahora sino de hace años, ¿por qué el
ocultamiento histórico por parte del Estado ecuatoriano?
Por el Ecuador pasan 220 toneladas de cocaína, según datos del
2010 del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. La
droga pura se multiplica cuando se mezcla y entra a los mercados
locales, y los precios varían según el lugar en donde se vende.
Por decir algo, la producción de coca en Colombia está a
alrededor de 600 dólares el kilo, y cuando se convierte en
cocaína, su precio alcanza 1 800 dólares, es decir, tres veces
más. En Ecuador debe estar en alrededor de 2 600 dólares, en
la frontera de México con Estados Unidos está en 60 000 dólares,
en las calles de Nueva York está en 120 000, y en Australia que
es el lugar más caro está en 250 000 dólares.
¿Por qué el Ecuador nunca reconoció esto?
Por la ficción con la que se vivió este tema (narcotráfico) y se ha
vivido. Desde el 2008, podríamos decir, se globalizó el consumo,
que se ha sostenido a través de la Red Global del Crimen. El
Ministerio del Interior capturó alrededor de 96 toneladas de
droga en 2016 y batió récord. Entre el 16% y el 17% de droga
estaba destinada al consumo. El consumo se ha incrementado
en el Ecuador. Por lo tanto, Ecuador debe tener una política
pública de consumo, de traslado de droga, de lavado de activos
así como de bodegaje. En el Ecuador se hace imprescindible
tener una política antinarcotráfico. La ficción sobre la supuesta
ausencia del narcotráfico en nuestro país se refleja en cómo se
está llevando institucionalmente todo lo que atañe a los datos y
políticas antidrogas en el país. El país va construyendo sus
propias explicaciones. Lo sucedido el 27 de enero en la frontera
entre Ecuador y Colombia en la zona de San Lorenzo y Mataje,
se está viendo exclusivamente desde una enfoque militar. Es de
muchísima preocupación porque se va conformando la ficción de
que este es un problema exclusivamente de seguridad. Se
militarizó la opinión pública.
Desde el 27 de enero hasta la presente fecha no he escuchado a
gente civil hablando del tema, ni a la gente que vive en la zona
fronteriza. He escuchado hablar a los militares en servicio pasivo
y a los funcionarios públicos de este gobierno. Entonces, ¿cuál
es el problema en la frontera? Es un problema militar. El gobierno
de Correa golpeó a las Fuerzas Armadas. Y entonces, ¿cuál es la
salida? Dotar de más recursos a las Fuerzas Armadas. No sé si
este sea el problema principal pero sí es esta la óptica…
El otro enfoque es la paz, a través de la militarización. Se
aproximan las elecciones presidenciales en Colombia. Las
encuestas de opinión pública señalan a Iván Duque, candidato
uribista, como posible ganador. Si eso ocurre, probablemente los
Acuerdos de Paz se van a ir al traste. Los uribistas han venido
sosteniendo que la paz es el problema y por lo tanto, puede venir
la salida de la guerra. Hay que exigir que Colombia dé
explicaciones.
Foto: Josué Araujo / Fluxus Foto.
Eso quiere decir que esta guerra que vendría, con el
uribismo de vuelta en el poder, ya nos involucraría por
primera vez como país, como Estado…
Pero no por primera vez. En el 2002 ya nos involucró con el Plan
Colombia. Lo que pasa es que ahora ya no sería a través de un
proceso de paz sino a través de un conflicto interno mucho más
complicado del que se tenía.
Hay una concepción en el imaginario de los países
latinoamericanos sobre la guerra contra las drogas. Las
políticas de Estado tienen que ver con la militarización de
zonas de riesgo, con la criminalización del consumo, etc.
¿Cómo puede Ecuador pasar de la militarización a una
política antidrogas distinta?
Las Fuerzas Armadas ecuatorianas fueron formadas durante
décadas para enfrentar conflictos limítrofes, porque los conflictos
con el Perú nos obligaron a eso. Un conflicto limítrofe es una cosa
totalmente distinta a lo que ocurre en la frontera con Colombia:
toda la logística, toda la infraestructura, estaba dirigida hacia
allá. Se firman los Acuerdos de Paz en 1998 y un año más tarde,
se firma el Plan Colombia. Las Fuerzas Armadas no tienen
doctrina, logística, infraestructura para enfrentar el narcotráfico.
Y lo mismo ocurre con la Cancillería, el Ministerio del Interior y
toda la sociedad ecuatoriana.
Si las Fuerzas Armadas no cuentan con la formación o
capacidad de enfrentar, por ejemplo, el poderío de las
organizaciones criminales o la capacidad de organización
de los carteles o disidentes en frontera que están movidos
por la demanda de los mercados de droga, ¿qué otros
elementos hay para esta lectura contextual?
Lo novedoso está en dos cosas: el coche bomba del 27 de enero
y el secuestro de periodistas. En la frontera sí había existido el
secuestro, pero no a periodistas. Las negociaciones las debía
asumir el gobierno colombiano porque los periodistas estaban en
Colombia, y debe ser el Estado colombiano quien resuelva y
asuma las consecuencias de la violencia. Me parece que ha
habido una gran irresponsabilidad del medio de comunicación
que difundió el video del secuestro del equipo periodístico de
diario El Comercio. Debe plantearse algún mecanismo para que
rinda cuentas. Se pusieron del lado del crimen y no del lado de
la paz.
¿Estamos quizás ante una red de complicidades?
¿Siempre lo hemos estado o se inauguran nuevas
complicidades?
Estamos un paso atrás del crimen. ¿Qué es ilegal? Para marcar
lo que es ilegal tiene que estar establecido a través de una norma
jurídica. Entonces, siempre tenemos una lucha que no es de igual
a igual y siempre estamos atrás, porque los grupos criminales
son terriblemente flexibles mientras que las políticas públicas son
estáticas.
Foto: Josué Araujo / Fluxus Foto.
Una de las propuestas más fuertes desde el Estado
ecuatoriano, luego de los acontecimientos desde enero, es
aceptar el apoyo de Estados Unidos e incluso hubo quien
habló de la posibilidad de instalar de nuevo una base
militar.
El regreso de la base militar en Manta es un absurdo destinado
al apoyo de Colombia (de su Plan), un país que cuenta con siete
bases militares y que no le brindaban ninguna seguridad. Hemos
tenido una política muy errática frente al secuestro del equipo
periodístico de diario El Comercio. Primero, se planteó que eran
grupos colombianos de narcotraficantes que luchaban contra el
Ecuador. Luego, el fiscal [general de Colombia, Néstor
Humberto] Martínez plantea dos tesis: uno, que alias ‘Guacho’
es ecuatoriano y que las FARC tienen 15 millones de dólares en
propiedades en territorio ecuatoriano, y que por tanto, el
problema es nuestro. El Ministerio del Interior como el Ministerio
de Defensa asumen esas como políticas. Y hace poco el Ministro
del Interior planteó que es directamente el cártel de Sinaloa. Y
tras eso, la única salida es la militarización. Al cártel de Sinaloa
bajo ningún punto de vista le conviene cerrar una de las rutas
más importantes y este momento [esa ruta] está militarizada.
La tesis de ‘Guacho’, en cambio, entra dentro de la lógica de
estos dos grupos que se están disputando los terrenos vacíos que
dejó las FARC y que no fueron asumidos en su debido momento
por las políticas establecidas en los Acuerdos de Paz por parte
del gobierno colombiano.
El secuestro de los periodistas es una señal, sin duda, no
se trató de un secuestro común, si bien ha habido
secuestros antes en la zona como mecanismos de
extorsión y para nutrir arcas de los grupos…
Estos periodistas entraron en una zona que el Estado ecuatoriano
no controla, y por eso es que las Fuerzas Armadas les dijeron:
esto es responsabilidad de ustedes. Los periodistas tienen los
medios a través de los cuales hacer mayor eco que un ciudadano.
La lógica del secuestro ha ido cambiando en el tiempo. Al
principio se secuestraba para difundir una proclama. Colombia
tiene por política la no negociación con secuestradores como
política. Incluso si una persona ha negociado en términos
privados la liberación de un familiar, esa persona está sujeta a
cuentas con la justicia. En Ecuador, como no ha tenido
secuestros significativos en el orden político o por narcotráfico,
la política es menos clara. El involucramiento de miembros de las
fuerzas de seguridad (militares o policías) en el cometimiento de
delitos y su participación en la estructura de las organizaciones
que conforman la Red Global del Crimen es una posibilidad que
no se ha explorado en la opinión pública.
¿Cuánto le va a costar a Ecuador involucrarse en esta
guerra contra el narcotráfico? ¿Estamos los ecuatorianos
dispuestos a correr con ese sacrificio?
Las bandas criminales que operan en la frontera Ecuador-
Colombia están articuladas en la Red Global del crimen y
funcionan con muchísimos recursos económicos para infundir
miedo, para poder doblegar ciertas estructuras legales y
corromperlas. Eso incluye a los medios de comunicación. Se
destaca el lavado de activos como una forma de penetración
ilegal dentro de los mercados. En las fronteras, las inequidades
entre los mercados ecuatoriano y colombiano son tan fuertes que
se está acabando con la producción económica de ambos lados.
Y entonces estos territorios buscarán ser controlados por estas
fuerzas.
¿Cuál sería Una persona ideal o real práctica de salida de
este conflicto?
Así como los militares permanentemente están diciendo en los
medios de comunicación que ellos alertaron los problemas que
iba a traer la paz, yo digo que estoy alertando desde este
momento, los problemas que la guerra va a traer a partir de la
nueva presidencia que surja en Colombia, en el caso de que fuera
uribista el candidato que triunfe.

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