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Ernrnanuelle Piccoli"
Piccoli, Emmanuelle (2008). El pluralismo jurídico y político a partir del caso de las rondas
247 y racismo en América Latina, ed. Fernando García,
campesinas de Cajamarca. En Identidades, etnicidad
247-268. Quito: Colección 50 años FLACSO.
Emmanuelle Piccoli
Desarrollé un trabajo de campo de cinco meses en la zona central de la región Cajamarca (pro
vincia de Hualgayoc, Cutervo y Chota), en el norte del Perú, en el lugar de origen de las rondas
campesinas. Participé varias noches en los debates y reuniones de administración de justicia en
diferentes bases, zonas, distritos y provincias de Cajamarca. Realicé también entrevistas a los res
ponsables de las rondas de varios niveles y, durante nuestra permanencia, compartí la vida de
una comunidad, lo que nos dio a conocer la vida de los campesinos.
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2 Sendero Luminoso no logró entrar en las zonas donde las rondas campesinas quedaban organi
zadas. Más allá del rol de vigilancia, creemos que las rondas campesinas cumplieron un papel
importante en cuanto a la movilización activa de los pobladores rurales que no dio oportunidad
a la movilización senderista.
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El marco legal de las rondas campesinas y los límites del pluralismo político
A lo largo de sus treinta años de existencia las rondas han logrado ser reco
nocidas por el Estado como instancias de justicia y de gestión política
campesinas.
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Desde el 2003, las rondas campesinas tienen la ley No. 27908 que les
reconoce como:
3 El uso de la palabra "indígena" en e! Convenio 169 de la OIT plantea problemas como es e! caso
de Cajamarca, donde las poblaciones prefieren aurodenominarse "campesinos", porque e! térmi
no indígena tiene connotaciones despectivas. La definición de indígena en e! Convenio 169 de
la OIT, por ello, merecería ser considerado teniendo en cuenta e! dinamismo de las culturas y
su capacidad de invención de nuevas nomenclaturas que vayan de acuerdo a nuevos procesos.
4 Convenio 169 sobre los pueblos indígenas y tribales de la Organización Internacional de!
Trabajo aprobada e! 27/06/89, arto 1.
5 Constitución política de Perú de 1993, art, 149.
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6 La ley No. 27908 sobre las rondas campesinas del 06/0112003 ha sido publicada en el Diario
oficial El Peruano el 07/01/2003, ano 1. Queremos subrayar que, como en el texto de la OIT,
los términos plantean problemas. Las rondas campesinas están reconocidas como entidades de
apoyo a las comunidades campesinas o nativas, considerando a éstas como las únicas verdaderas
formas tradicionales. El peligro es que la aplicaci6n de esta ley en striao smsu impide el recono
cimiento de las rondas independientes de las estructuras comunales, como es el caso de
Cajamarca. Es forzoso pensar que las rondas como formas originales de gesti6n polltica da la
posibilidad de abrir la concepción de lo "político" en las comunidades andinas a estructuras más
diversificadas. De esta manera se evita encuadrarlas dentro de la concepcíón limitada de "comu
nidad campesina".
7 Ley No. 27908 de rondas campesinas del 06/01/2003, publicada en el Diario oficial El Peruano
el 07/01/2003, ano 7.
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Em ma n uelle Picco li
Esquema No. ] :
8 Declaración niversal de los Derechos H umano s procl amada por la Asa mblea gen eral de las
Naciones Un idas en su resolu ció n 21 7' (l ll) del IOll l /l Y48, ar r. S.
') Co misión de Derecho s H u manos, in forme d el Relato r Especial sobr e la cuestión de To n u ra:
E/CN .41t99717, par.é,
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10 "Le riruel assute l' enrrericn du pouvoir politique et le maintien de l' ordre du monde "
(Balandier, 1992: 125).
11 En estos juicios, la investigación nunca está separada de la sanción: los trabajos y ejercicios físicos
que se aplican antes que rermine e! debate son considerados como parte de la sanción misma. En
una comunidad donde roda e! mundo se conoce, un acusado es, muchas veces, conocido por
otros hechos y es declarado como "presunto culpable". Como lo afirma Miche! Foucaulr a propó
siro de estos sistemas jurisdiccionales: "El sospechoso, como tal, merecerla siempre determinado
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"El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción dife
renciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas
y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia
que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de
los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder" (Foucault, 1976: 40).
castigo; no se podía ser inocenremenre objeto de una sospecha' (Foucault, 1976: 48). Los miem
bros de las comunidades saben generalmenre qué y quién represenra un problema para e! soste
nimiento de! orden, y qué y quién no. De esre modo, si vemos que la presión sobre e! cuerpo se
usa en varios mornenros, no tenemos que distinguir completamente estos momentos.
12 Queremos subrayar que e! mecanismo de "tortura" (en el sentido "clásico"), no sólo es usado por
los ronderos, sino también por la justicia estatal, aunque de forma clandestina.
13 Por ejemplo, en las cadenas ronderiles durante las cuales un acusado pasa de una base de ronda
a otra,
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radas como iguales (Sánchez, 2006). En este sistema, las dos formas de
justicia conviven pero sin que una sea considerada como superior a la
otra, lo que podría permitir la existencia de castigos corporales pero
sabiendo que también crearía graves desigualdades y podría aislar a las
poblaciones rurales del resto de la sociedad peruana en el campo cultural
y jurídico. De esta manera, este modelo aunque quiera ser igualitario,
crea, en sí mismo desigualdad y ciertamente no se trata de buscar acá une
solución simple a este problema.
Esquema No. 2:
Hipotético pluralismo completo
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Esquema No. 3:
Pluralismo real
Ley peru ana y D eclaración Universal de
los Derechos H umanos
Rondas
cam pesinas
Las primeras soluciones podrían proceder del ámbito estatal tal como las
hace la jurisprudencia de la Corte Constitucional de Colombia, que pro
pone un modelo de plurali smo más abierto. Eso permite dejar la existen
cia, incluso jurídicamenre, de ciertas formas, limitadas y conrroladas, de
sanciones físicas y permite el reconocim ienro de! poder de la justicia cam
pesina. Esta jurisprudencia inspi ra la aplicación del derecho en el Perú y
que es difundida por la Defensoría del pueblo y por diversas organizacio
nes no gubernamentales (Defensoría del Pueb lo, 2004). La corte definió
un núcleo básico de derechos humanos: derecho a la vida, prohibición de
la esclavitud y de la tortura, derecho a un debido proceso. Esta limitación
15 Por ardides entendernos soluciones provisionales para evitar el sistema impu esto y cumplir con
una met a diferent e a la que pareCe. pero sin dañar al sistema (Laurcnr, 1998).
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](J "A lo-, dCL'tll, de la pn-',ellle ConvenCi"1I1, ,'" cmcudcr.i plll' el llTlllill<l '(<l!"lIILI l<lll" .r. t o ['<ll ,,¡
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rc-olucio n Yi/'H) dd 1(J/ 12/198'1 (ratiticada por el I'LTLr ,'I I 'i:-{:-{) .nt 2, [';U I
-i / - /
Por ejemplo, ,obr(~ la tbgel:],íón, la Corte dijo: "Aunque iu.lud.il-lcmcn«: l'Ill,lull' ,till' l [(111 'v l¡
finalidad 110 e, c.rux.ir un vutri micnro e"ce"ivo, xino rl'prl"l'1l1.l1 ,'I elt'Il11'1l1(l '111" ,,'[\ i r.: 11,11"
purificar .11 individuo, el ra):(l, ".' PUl'" UI1<l figura ,illlholie;1 o, ,'\\ (lILI' p.il.ilu.i-, [In 1I111,d '1[[,
urili z.: 1.1 comunidad para ,;1I1cionar.11 individuo v dl'\'ohLT 1.1 .unu nu.i. 111 l"ll' l,¡"', \ ,JiIl]'U
gell lle- su ,ignifkaJo simból»,». 1.1 Coru- cst im.; '1Ul' el -ul ri nucru o '1Ul' ,'1,1 Pl'[],1 P(l,III,) ',IU',II
.Ji ,1Ll'H, no reviste l(l, nivl'1e, dl' gLlvedad requerido, p.u.i '1Ul' PUl'tLl ,(lIl,¡dl'[,II",' e om o ¡(lIt'1
1';1, PUl" d dano corporal que produce e' mínimo, l.unpo.:» ll(lt!I'I,l' <l1l\!tllT,lr,,' t lIl1lU Ull.1 1"'11.1
degradanre que 'humille ,11 individuo gro,eral11C1lte .lcl.uuc lle- (l11'(I (l .n 'u Illi'Il11' Iucro inu:
no, porqul' de acuerdo con 1m elcmcnrc», del C¡,O, l"la e, UII.I pral lila '111'- '" IIldi/,1 [1(l1111.11
mente cnr rc 1m paele, y cuyo fin 110 C\ e"ponLT <Ji individuo .rl 'l''l,ll'lllil'n(<l' l'uhli,o, '111<1 .t [,11'
car que recuperl' 'u lugar en la comunidad," (Orll' «(lIl'ljllllilll],Ji dt' ( IllOlllhi,1. "'IlII'llli,l I
')2,',/97, Párr. ,),,),,',,
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18 Las rondas urbanas existen en algunas de las ciudades de las provincias rurales, en la mayoría de
los casos en los barrios pobres, lugar de emigración de los campesinos.
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Este esquema trata de representar las relaciones que existen entre las for
mas de regular del "vivir juntos". La ausencia de la organ ización regional
y nacional sólida y eficaz imp ide que la ronda pueda ser considerada
como una estructura alternativa o diferente a las formas tradicionales de
representación del Estado; sin embargo, no puede dejar de decir que es
posible que se coordinen las dos lógicas: una va por debajo del nivel pro
vincial, en las zonas rurales de Cajarnarca, donde los poderes están en
manos de la ronda y otra que va por encima y está en manos del Estado,
en u forma más tradicional. El mono-culturalismo del Estado no es,
entonces cuestionado en los niveles más altos de poder. Así, aunque las
rondas agrupen un gran número de miembros no representan una ame
naza para la hegemonía tradicional de representación política como son
los municipios o los partidos políticos. Es importante considerar los lími
tes de las organizaciones campesinos comparándolas con la situación
colonial. Nathan Wachtel en "La visión de vaincus" anota que durante la
colonización los españoles acapararon las autoridades nacionales y regio
na les, pero dejaron en manos de los ind ígenas las estructuras locales, lo
que provocó el repliegue de la identidad andi na al espacio comun itar io
(Wachtel, 1971: 302). Esto nos lleva a pensar que la relació n en el ámb i
to de la gestión política, del "vivir juntos" entre las rondas cam pesinas y
el Estado peruano sigue todavía la lógica colo nial, aunq ue en otros ámbi
tos, la lógica pueda ser diferente.
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Conclusiones y perspectivas
Bibliografía
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