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La causa fundamental de la congestión es la fricción entre los vehículos en el flujo

de tránsito. Hasta un cierto nivel de tránsito, los vehículos pueden circular a una
velocidad relativamente libre, determinada por los límites de velocidad, la frecuencia
de las intersecciones, etc.
Se debe agregar que el flujo de tráfico se puede clasificar en continuo y discontinuo.
El flujo continuo es aquel en el que el vehículo que va transitando por la vía se ve
obligado a detenerse por razones inherentes al tráfico, el flujo discontinuo es el
característico de las calles, donde las interrupciones son frecuentes por cualquier
motivo.
De acuerdo con lo anterior dos condiciones específicas de este transporte
motorizado son relevantes: la composición y el volumen del tránsito, ambos
expresados a través de consecuencias para la seguridad, la polución, el ruido y la
vibración que provocan sobre las construcciones cercanas.
Habría que decir también que reducir la congestión tiene también como
consecuencia disminuir las emisiones de contaminantes atmosféricos, puesto que
el sistema de transporte, en la mayoría de las ciudades del mundo, es uno de los
principales responsables de la polución atmosférica. Por ello, una estrategia
integrada para atacar estos dos problemas puede conducir a soluciones más
eficientes que la aplicación de medidas aisladas para combatir cada uno de ellos en
forma separada.
Para ser más específico la congestión de tránsito se ha transformado en un flagelo
de particular severidad, que se manifiesta en los países industrializados como
también en los que están en desarrollo. Afecta tanto a automovilistas como a
usuarios del transporte colectivo y acarrea pérdida de eficiencia económica y otros
efectos negativos para la sociedad.

Es necesario recalcar que es frecuente encontrar casos de falta de demarcación de


los carriles de circulación, inesperados cambios en el número de carriles, paraderos
de buses ubicados justamente donde se reduce el ancho de la calzada y otras
deficiencias que entorpecen la fluidez del tránsito. Asimismo, el mal estado del
pavimento, y en especial la presencia de baches, genera crecientes restricciones
de capacidad y aumenta la congestión.
Habría que decir también que los vehículos que circulan en una vía, así como los
peatones y ciclistas, establecen una corriente de flujo con una determinada
velocidad y producen cierto nivel de ruido. Ocurre una interacción de estos flujos
vehiculares con las personas que residen a los lados de esta carretera o que
trabajan en ella y realizan sus actividades cotidianas.
ANEXOS

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