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Autor: Nicolás Reviriego (Profesor adjunto regular de la materia Derecho Civil, Parte
General, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Buenos Aires).
I.- Introducción
Cuando uno comienza con el estudio del derecho en las primeras materias de
la carrera de abogacía, sea en la asignatura "Principios generales del derecho
latinoamericano" que se cursa en el ciclo básico común, en Derecho Civil Parte
General (Elementos de derecho civil actualmente) o Teoría General del Derecho, que
se cursan en el primer año de la carrera en la Universidad nacional de Buenos Aires,
se advierte rápidamente que del estudio de las definiciones que los autores nos
brindan sobre el derecho objetivo, se puede apreciar que en todas ellas el derecho
ostenta tres rasgos o caracteres esenciales, de los cuales uno de ellos es sustancial.
Es así que se afirma que el derecho es un conjunto de normas dictadas por el
Estado que revisten el carácter de obligatorias, generales y justas, o por lo menos
deben tender a acercarse lo más posible al valor justicia.
1 BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil Argentino, T°I, Parte General, pág. 12.
2 LLAMBIAS, Jorge J., Tratado de Derecho Civil, T°I, Parte General, Nro. 11.
3 ARAUZ CASTEX, Manuel, Derecho Civil, T°1, Parte General, pág. 9 .
4 SALVAT, Raymundo M., Tratado de Derecho Civil Argentino, T°I, Parte General, Nro. 1.
5 LOPEZ OLACIREGUI, José María en SALVAT-LOPEZ OLACIREGUI, Tratado de Derecho Civil
III.- Actitud del Juez frente a una norma injusta aplicable al caso: enfoques
doctrinarios
Cuando un juez debe sentenciar una causa que tramita ante su juzgado, y sabe
que la norma aplicable a ese expediente es manifiestamente injusta, se encuentra
ante un dilema, en donde sólo tiene dos caminos posibles para resolverlo: o aplica la
norma injusta, o prescinde de su aplicación y la declara inconstitucional por ser
contraria a un principio o a una norma de nuestra Carta Magna.
Con respecto a ello, existen en nuestra doctrina dos posiciones bien
diferenciadas. La primera tiene establecido que “el valor de la seguridad prevalece
sobre el de la justicia cuando ambos se hallan en conflicto. Para dar seguridad, las
leyes se escriben, y por esto, aunque no fueren justas, obligan incondicionalmente a
gobernantes, jueces y ciudadanos. La injusticia no puede ser enmendada
judicialmente sino legislativamente. Cuando el juez, so capa de interpretación,
contraría el texto claro de normas imperativas excede los límites de su jurisdicción y
usurpa atribuciones que no le pertenecen, aunque lo haga con las mejores
intenciones para dar justa solución al caso”6.
Además -sostiene Orgaz- cada uno de los poderes del Estado debe actuar
dentro de los estrictos límites de su jurisdicción, y así como en ningún caso el
Presidente de la Nación o el Congreso pueden ejercer funciones judiciales, tampoco
el Poder Judicial puede arrogarse funciones legislativas, sea reformando normas
legales, sea dictando otras en sustitución de las existentes.
No es infrecuente que los jueces avancen más allá de sus límites
constitucionales y asuman, de hecho, funciones de carácter legislativo, sea
contrariando el sentido de una ley explícita (contra legem), sea introduciendo
distinciones que la ley no consiente, sea dando prevalencia a su sentimiento jurídico
sobre las disposiciones de la ley (sentencias arbitrarias). Nuestra Corte Suprema de
Justicia de la Nación, desde sus primeros días de funcionamiento, ha cuidado con el
mayor celo que los jueces y tribunales nacionales y provinciales se mantengan
rigurosamente dentro de sus límites propios. Así sostuvo la Corte : "La misión más
delicada de la justicia es la de saber mantenerse dentro de la órbita de su jurisdicción,
sin menoscabar las funciones que incumben a los otros poderes o jurisdicciones....; y
de ahí que un avance de este poder menoscabando las facultades de los demás
revestiría la mayor gravedad para la armonía constitucional y el orden público"
(Fallos, 155-248)7.
En todos los casos de una ley injusta, el juez se ve asediado por dos exigencias
inconciliables: la de solucionar con justicia el caso a resolver, pero apartándose de la
ley, o la de respetar ésta y decidir con injusticia. Resolver casos particulares con
6 ORGAZ, Alfredo, “Los jueces y las leyes injustas”, El Derecho, T° 75, pág. 761.
7 ORGAZ, ob. cit., pág. 760.
justicia pero con menoscabo de la ley y del orden público, es cumplir el deber menos
importante a costa del principal o superior. La fuente real del desorden y agitación
producidos en los tribunales es la mora del poder público en hacer la indispensable
reforma de las normas jurídicas. Es esta mora la que ha incitado a la mayoría de los
jueces a romper la ventana y salir por ella para hacer la justicia que la ley no les
permite8 .
En el mismo sendero, se afirmó que el magistrado es un servidor del derecho
objetivo, al que debe hacer vivir y reinar tal como ese derecho en verdad es. Sólo el
legislador puede cambiar la ley. El juez no puede corregir una clara aplicación de la
norma legal por lo que ésta pueda tener de inequitativa9. También se sostuvo que
mientras no se derogue el régimen legal establecido, los jueces no pueden desaplicar
un texto claro y expreso10.
La segunda posición doctrinaria -completamente opuesta a la esbozada-,
entiende que si se reclama para cada poder la plenitud de su jurisdicción, el Poder
Judicial en cuanto aplica e interpreta la ley no puede ser un mero mandatario ciego
del Poder Legislativo11, y continúa el autor: “si el poder judicial es el encargado de
velar por la justicia, cuando encuentra que una ley es flagrantemente injusta, porqué
razón ha se ser fiel a la ley y no a la justicia que persigue la propia Constitución?”.
Siguiendo esta línea de pensamiento, Bidart Campos, manifestaba que la
injusticia intrínseca de una norma vulnera siempre el mandato de afianzar la justicia
contenido en el preámbulo, por cuyo imperio deben los jueces desaplicar dicha
norma. Como el derecho judicial de la Corte tiene establecido que los jueces no
pueden prescindir de las normas vigentes que resultan aplicables a las causas que
han de sentenciar, salvo cuando a esas normas las declara inconstitucionales, el autor
acepta que el único camino posible que tienen los jueces para dejar de aplicar una
norma vigente es fulminarla de inconstitucionalidad. Para ello, el primer intento del
juez será buscar en la Constitución algún principio o artículo a los que la norma
injusta transgreda, y por tal transgresión declarar que la norma injusta vulnera a la
Constitución en tal o cual parte o dispositivo; si fracasa en esa tentativa, le basta al
juez declarar que la norma injusta viola a la Constitución en su preámbulo, cuando
éste enuncia la cláusula de "afianzar la justicia"12.
Conforme al derecho judicial de la Corte, los jueces están obligados a lograr en
cada sentencia la solución objetivamente justa del caso que resuelven. Y tal solución
justa no queda alcanzada si la norma que aplica el juez es intrínsecamente injusta,
pues la injusticia de la misma norma contagia por transmisión a la aplicación que de
ella se hace para solucionar el caso que se somete a sentencia13.
Ninguna duda cabe, que la segunda de las posiciones es la correcta, ya que de
lo contrario, los derechos subjetivos quedarían reducidos a una suerte de espejismo,
porque ante su avasallamiento por una ley injusta, quedarían huérfanos de
1978.
12 Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, T°I-A, págs. 380/381, ed. Ediar 1999/2000.
13 Ob. citada en nota 12, pág. 381.
protección en sede judicial con el argumento de que sólo el legislador puede cambiar
la ley.
Es bueno recordar, que en un sistema republicano como el nuestro, el Poder
Judicial constituye el último refugio de nuestros derechos individuales, al cual
podemos acudir en los casos en que se pongan en peligro o lesionen nuestros
derechos fundamentales, ya sea que esa turbación provenga de otro individuo o bien
emane de alguno de los poderes del estado. Este último supuesto es el que más debe
preocuparnos, porque en no pocas ocasiones, el Estado dicta normas que
abiertamente vulneran derechos y garantías constitucionales con el argumento de la
grave crisis que atraviesa nuestro país, entrando a un estado de cosas comparable a
una tiranía legal, en donde el sujeto se encuentra en un total estado de indefensión
porque está obligado a acatar una ley que por ejemplo, aniquila su derecho de
propiedad. No se necesita demasiado esfuerzo intelectual para encontrar ejemplos
prácticos de lo señalado, lo hemos vivido con todas las normas del corralito, dictadas
al amparo de la situación de emergencia declarada por el Estado, las que han violado
sistemáticamente nuestra Carta Magna en todas sus partes.
A esta altura, me pregunto, quienes han causado las graves crisis por las que
ha atravesado –y aún padece- nuestro país?, son los habitantes los responsables de
las mismas, y por ello son condenados a conjurar la crisis con la ofrenda compulsiva
de sus derechos más sagrados? Desgraciadamente, constituye una práctica muy
frecuente, que los gobernantes, ante su incapacidad para conducir los destinos de
esta Nación, hagan recaer sobre los hombros de los habitantes la totalidad de sus
desaciertos, ineptitudes y negligencias cometidos en el ejercicio de sus cargos,
recurriendo al dictado de leyes injustas escudándose en una grave situación de
emergencia que ha sido provocada por ellos mismos, y que les permite invertir los
términos de nuestro art. 31 de la Constitución Nacional, reduciendo la misma a una
mera expresión de deseos. Entonces, no resulta nada alocado hacer referencia a una
tiranía legal, porque los funcionarios del Estado para cubrir sus desaciertos, dictan
normas de cobertura manifiestamente injustas, que arrasan con nuestros derechos
fundamentales, y ante las cuales no tenemos posibilidad de defensa alguna.
Precisamente, este cuadro es el que postula la primera de las posiciones doctrinarias
citadas, y así, ante una ley injusta, el juez no tiene otro camino que aplicarla al caso
concreto.
Lo apuntado en las líneas precedentes, ha sido destacado en algún
pronunciamiento referente a la normativa del corralito y pesificación, al determinar
que “la crisis financiera que motivó el régimen de excepción sobre ahorros, no
constituye situación de emergencia que justifique restringir las garantías
constitucionales con mayor intensidad que en tiempos de normalidad, pues no se
trata de una acontecimiento accidental, súbito, excepcional y meramente transitorio,
sino de un estado permanente que perturba y obstaculiza el desarrollo económico y
espiritual de la sociedad, provocado por la negligencia e impericia de los sucesivos
gobiernos, que han transformado la excepción en regla y ocasionado el quiebre del
orden constitucional”14.
14 CFed. Córdoba, Sala A, 21-8-2002, “Lema, Armando E. y otra”, Rev. La Ley del 4-9-2002, p.14,
fallo 104.344, LLC, 2002-953.-
IV.- Posición de nuestra Jurisprudencia
15 CSJN, Diciembre 29-1991, “Mansilla, Manuel A. c/Hepner, Manuel y otro”, LL, 1992-C,476 –DJ,
1992-2-373.-
16 CNSeg. Social, Sala III, Julio 4-1990, “Bares, Olga I. c/Caja Nacional de Previsión de la Industria,
1706.-
18 SC Buenos Aires, Febrero 20-1979, “Domínguez, María del Cármen y otro c/Martínez y Navarro y
Cia. S.A.”, DJBA, 116-386; id. Junio 24-1980, “Muñoz, Pedro D. y otros, DJBA, 119-577, ED, 89-723.-
19 CApel.CC Morón, Sala I, Junio 12-1980, “Compañía Financiera Morón S.A. c/Central Camping
• “Sería inconcebible que un hecho empírico como la ley, por obra de una
armonía preestablecida, estuviera tan en consonancia con el valor del
derecho, que de ello se deriva su validez, sustraída a toda excepción, un deber
ser que no admitiera excepción alguna. La seguridad jurídica no es sino un
valor como otro cualquiera que el derecho positivo garantiza cuando se trata
de una ley que por imperio de las circunstancias deviene en injusta, pierde
este valor si la injusticia contenida en ella alcanza tales proporciones que a su
lado, pierde toda importancia la seguridad jurídica garantizada por el derecho
positivo. Así pues, si es verdad que, en la mayoría de los casos, la validez del
derecho positivo puede justificarse por las exigencias de la seguridad jurídica,
no es menos cierto que, en casos excepcionales, tratándose de leyes
extraordinariamente injustas, cabe también la posibilidad de desconocer la
validez de tales leyes por razón de su injusticia”24.
La Plata, Sala III, Octubre 5-1993, “Tomcar S.R.L. c/Santero, Roberto J. y otro”, LLBA, 1994-64.-
22 CFed. San Martín, Sala I, Julio 16-1998, LL, 1998-E, 673.-
23 CSJN, Junio 11-1998, “Bunge y Born S.A. c/Administración Nacional de Aduanas”, LL, 1998-F,
202.-
24 CNCiv., Sala A, Noviembre 13-1979, “Outumuro, Venerand c/Mirgor S.A. y otros”, LL, 1980-B, 304,
ED, 87-229.-
• “No es admisible una interpretación de la ley tan estricta que impida apreciar
el valor justicia y deje reducida la misión del juez a una función puramente
mecánica, o a la formulación de un mero silogismo25.
• “El sacrificio de la realidad en aras de un purismo interpretativo que se
desembaraza de las verdades que aquélla le grita, implica conferir a la norma
contenidos propios con olvido de sus condicionamientos objetivos y subjetivos
y de los particularismos del caso, lo que traduce nada más ni nada menos que
el efecto de esquivar el recto camino que conduce al norte de los justo en
concreto”26.
• “Las leyes deben interpretarse considerando armónicamente la totalidad del
ordenamiento jurídico y los principios y garantías de raigambre constitucional,
pues la admisión de situaciones notoriamente injustas es incompatible con el
fin común de la tarea legislativa y la judicial”27.
• “Incumbe a los jueces efectuar una cuidadosa ponderación a fin de evitar que
la aplicación mecánica e indiscriminada de una norma, conduzca a prescindir
de la preocupación por arribar a una decisión objetivamente justa en el caso
concreto, lo cual iría en desmedro del propósito de afianzar la justicia
enunciado en el preámbulo de la Constitución Nacional -liminar y de por si
operativo-, que no solo se refiere al Poder Judicial sino a la salvaguarda del
valor justicia en los conflictos jurídicos concretos”28.
• “El juzgador debe procurar una respuesta justa a un conflicto concreto de
intereses atendiendo con criterio realista a las circunstancias en que se
desenvuelve la controversia”29.
25 CNCiv., Sala G, Julio 31-1980, “Lesquerre Gómez, Isolina c/Fraga, Carlos G.”, ED, 90-573.-
26 CApel.CCJunín, Mayo 24-1984, Rev. El Derecho del 20-9-84, p.5.-
27 CSJN, Julio 15-1997, “Silveyra, Alberto y otros c/ Empresa Ferrocarriles Argentinos y otros”, (del
voto en disidencia de los Dres. Nazareno, Moliné O’Connor y López) LL, 1997-E, 753.-
28 CNCrim. y Correc., Sala IV, Marzo 4-1997, “Iglesias María M.”, LL, 1998-F, 883.-
29 CNFed. Civil y Com., Sala II, Agosto 19-1994, “Molinos Río de la Plata S.A. c/Instituto Movilizador
30 CSJN, 22-12-1993, “Hagelin, Ragnar c/Estado Nacional –Poder Ejecutivo-“, LL, 1995-A, 68, JA,
1994-III, 576, ED, 158, 134; id. SC Buenos Aires, 16-8-2001, LLBA, 2001-1213.-
31 CNTrab., Sala VIII, 12-3-2002, DT, 2002-A, 1073.
32 Mayer, Jorge M., Las Bases de Alberdi, pág. 419, ed. Sudamericana, 1979.
33 Alberdi, Juan Bautista, Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según su
Constitución de 1953, págs. 64 y 65, Escuela de educación económica y filosofía de la libertad, 2da.
ed., 1979.
34 SC Buenos Aires, Diciembre 9-1980, DJBA, 120-161.
35 SC Buenos Aires, 6-6-2001, “Brítez, Primitivo c/Productos Lipo S.A.”, DT, 2001-B, 1842.
El art. 28 de la Constitución consagra este principio de capital importancia en
los siguientes términos: "Los principios, garantías y derechos reconocidos en los
anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su
ejercicio".
El maestro Bidart Campos lo explica con mucha claridad: para que una ley sea
constitucional hace falta un cierto contenido de justicia. A este contenido de justicia
lo denomina razonabilidad, siendo su opuesto, la arbitrariedad. Por ello, lo arbitrario,
lo injusto o lo irrazonable, es inconstitucional. El principio de razonabilidad es mucho
más amplio, no se limita a exigir que sólo la ley sea razonable. El congreso cuando
legisla, el poder ejecutivo cuando administra, los jueces cuando dictan sentencia,
deben hacerlo en forma razonable. El acto irrazonable o arbitrario es defectuoso, por
lo que resulta inconstitucional. La razonabilidad es, entonces, una regla sustancial, a
la que también se la ha denominado "principio o garantía del debido proceso
sustantivo"36.
Tiene como finalidad preservar el valor justicia en el contenido de todo acto
de poder, trátese de una ley, de un acto administrativo o de una sentencia judicial; y
exige que el medio empleado para alcanzar un fin válido guarde proporción suficiente
con ese objetivo, o que haya razón valedera para fundar tal o cual acto de poder 37.
Por esta razón, toda norma, o acto de autoridad pública, para gozar realmente del
calificativo de justa, debe pasar por el filtro de la razonabilidad. Si dicho acto o norma
no logran pasar tal análisis, los mismos devienen inconstitucionales. Asimismo, la
razonabilidad exige en el acto de poder, que el medio empleado para alcanzar un fin
válido guarde proporción suficiente con ese objetivo, o que haya razón valedera para
fundar tal o cual acto de poder38.
36 Bidart Campos, Germán J., Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, TI-A, pág.
805/806.
37 Ob. citada en nota 34, nro. 168.
38 Ob. citada en nota 34, nro. 168, párr. 4to.
39 Corte Suprema de Justicia de la Nación • Grupo Clarín y otros c. Poder Ejecutivo Nacional y otro s/
40 Díaz Revorio, Francisco Javier, "Valores superiores e interpretación constitucional", citado por
Bidart Campos, T°I-A, pag. 404.
41 Bidart Campos, Germán, ob. cit., T° I-A, pág. 325
42 La palabra potestad, es un vocablo que implica la idea de dominio, poder, jurisdicción o facultad
sobre una cosa, y por extensión, en derecho, sobre las personas. Nosotros la empleamos como
objetivo otorga a la persona, respecto de otras personas o de los bienes 44,
para cuyo efectivo cumplimiento le concede acciones y excepciones que se
hacen valer ante los órganos jurisdiccionales pertinentes y, en determinadas
situaciones excepcionales, le da también la posibilidad de emplear la violencia
para lograr el respeto de los mismos45.
▪ Garantías: se las conceptualiza afirmando que son los medios o mecanismos
de protección de los derechos subjetivos, como por ejemplo, la defensa en
juicio, la doble instancia judicial, el amparo, el habeas corpus, etc. Si no
existiesen estos medios de tutela o defensa, los derechos constitucionales
serían un mero espejismo, porque ante su amenaza o violación, el titular de
ese derecho no podría recurrir ante un juez o Tribunal a fin de obtener el
resguardo o la reparación de su derecho.
▪ Anteriores artículos: esto se refiere a la parte dogmática de la Constitución,
donde están consagrados los derechos y las garantías fundamentales de la
persona humana; sería como el corazón o un órgano vital de la Constitución
que no debe ser agredido.
▪ Leyes reglamentarias: son las reglas que básicamente dicta el Poder
Legislativo a fin fijar las condiciones en que un derecho o garantía podrán ser
ejercidos. Por ejemplo, si tomamos la garantía de la doble instancia judicial a
nivel nacional, el Código procesal Civil y Comercial de la Nación fija -como
principio general en su art. 244- el plazo de 5 días para poder apelar una
resolución, con lo cual el plazo no queda librado a la voluntad de los litigantes.
Por ello, una apelación interpuesta fuera del plazo legal, implica la no
presentación de ese recurso, quedando firme la sentencia o resolución
cuestionada o atacada.
▪ Alteración de un derecho o garantía: el término alteración utilizado por la
norma constitucional significa degradación, asfixia, desnaturalización,
reducción a su mínima expresión del derecho o garantía reglamentada.
Siguiendo con el ejemplo del recurso de apelación, imaginemos que el plazo
para apelar en lugar de ser de 5 días fuese de dos horas; sería imposible
asumir responsablemente la defensa de los derechos de un cliente a fin de
atacar una sentencia de primera instancia . En este ejemplo se nos podrá decir:
la garantía de la doble instancia existe, está a su disposición, no se ha
expresiva del poder que se tiene sobre cualquier especie de bien sin que se requiera para su ejercicio
la intervención de otra persona.
43 El vocablo facultad, que significa aptitud, potencia física o moral, poder, derecho para hacer alguna
cosa, lo utilizamos como expresivo del poder que tiene una persona respecto de otra, para exigirle la
realización de un hacer, un no hacer, o su sometimiento para permitir la realización de un hacer por
parte del titular.
44 Este término lo utiliza el autor citado en el sentido de todo objeto material o inmaterial susceptible
de apreciación pecuniaria, es decir, en la acepción amplia que en el derecho argentino le asigna el
art. 2312 del Código Civil, que establece: ”Los objetos inmateriales susceptibles de valor, e
igualmente las cosas se llaman bienes...”.-
45 Responde a este concepto la institución de la legítima defensa en el ámbito del derecho penal,
como por ejemplo, el art. 34, inc. 6to., y en materia de Derecho Civil, podemos citar el art. 2470, que
establece: “El hecho de la posesión da el derecho de protegerse en la posesión propia, y repulsar la
fuerza con el empleo de una fuerza suficiente, en los casos en que los auxilios de la justicia llegarían
demasiado tarde; y el que fuese desposeído podrá recobrarla de propia autoridad sin intervalo de
tiempo, con tal que no exceda los límites de la propia defensa”.
suprimido porque se encuentra regulada en el Código procesal, simplemente
el plazo es exiguo. Esto equivale a la muerte virtual de la garantía.
En este punto, quiero destacar la posición de Miguel Ekmekdjian, para
quien el término reglamentar implica necesariamente una restricción del
derecho o garantía. En tal sentido, sostiene este autor, que reglamentar
significa reducir la amplitud discrecional de la persona que realiza un acto,
ejerce un derecho o atribución, por medio del dictado de reglas o preceptos 46.
En otras palabras, afirmaba que la consecuencia directa de reglamentar un
derecho era reducir el espacio de libertad, ampliando al del poder.
La tesis contraria afirma que la restricción implica una limitación
arbitraria, en cambio la reglamentación constituye una regulación razonable.
Esta es la posición de Germán Bidart Campos.
a) Es inconstitucional la inhabilitación para votar prevista en el art. 3° inc. d) del Código Electoral
Nacional respecto de los procesados con prisión preventiva, ya que se trata de una restricción
inadmisible a un derecho fundamental, en tanto no guarda relación con los fines de la detención ni
las necesidades de la organización carcelaria47.
b) Es inconstitucional el decreto 214/02, en cuanto dispone la conversión a moneda nacional de los
depósitos bancarios en moneda extranjera a razón de $. 1,40 por cada dólar, pues consagra la
privación y el aniquilamiento del derecho de propiedad –ya vulnerado seriamente por el decreto
1570/01 y demás normas que restringen la libre disposición de dichos recursos-, al tomar cada dólar
a una cotización muy inferior a la vigente en el mercado libre, profundizando la desproporción entre
el fin propuesto –conjurar la crisis económica- y entre el medio elegido a tal efecto48.
c) Es inconstitucional la resolución general 4104/96 –texto según resolución 258/98-, en cuanto
impone a contribuyentes y responsables tributarios la adquisición e instalación de mecanismos
electrónicos para emitir comprobantes fiscales, pues vulnera el principio de razonabilidad –art. 28
Constitución Nacional- al exhibir desproporción entre los fines perseguidos por el Fisco –optimización
de la fiscalización y recaudación impositivas, lucha contra la evasión- y los medios escogidos al
efecto, los que se traducen en nuevas exigencias, cambio de reglas y costos adicionales para el
administrado49.
d) Es inconstitucional el decreto 1570/2001 (Adla, LXII-A, 65) y sus normas modificatorias y
reglamentarias -en cuanto limitan la libre disponibilidad de las sumas depositadas en el sistema
financiero-, en tanto las medidas adoptadas, que limitan el ejercicio regular de los derechos
patrimoniales, carecen de razonabilidad y proporcionalidad entre el medio elegido y el objetivo de
neutralizar la crisis económica planteada en el país50.
e) La imposición de restricciones a las sociedades extranjeras que pretendan participar en la licitación
de servicios públicos -en el caso, recolección de residuos en el Municipio de Avellaneda- se adecua al
principio constitucional de razonabilidad si guarda proporción con la finalidad perseguida -esto es,
protección del bien común y los capitales nacionales-, y no atenta contra el principio de igualdad
ante la ley y los derechos de los extranjeros -arts. 16 y 20, Constitución Nacional- (del voto del doctor
46 Tratado de Derecho Constitucional, T°III, pág. 33, ed. Depalma, Diciembre de 2004.
47 CSJN, 9-4-2002, “Mignone, Emilio F, Rev. LA LEY del 2-5-2002, p. 2, fallo 103.665.
48 JNFed. Contenciosoadministrativo N° 11, 5-3-2002, “Pape, Mariela S. c/P.E.N.”, Rev. LA LEY del 7-
ED, 30-6-2003, 19 – JA, 27-8-2003, 63; id. 7-8-2002, “Muratorio, Marcelo L. c/P.E.N.”, LA LEY, 2002-
E, 347.
Frondizi)51.
f) El decreto de necesidad y urgencia 438/00, en cuanto consagra una quita no reintegrable -entre un
33 % y un 50 %- al haber de los afiliados al Sistema Público de Reparto Nacional y los transferidos de
sistemas provinciales, vulnera el principio constitucional de razonabilidad, dado que dicha medida no
resulta apta para operar una reducción significativa del déficit fiscal -finalidad perseguida por la
misma- y las sumas recortadas habían sido concedidas por leyes provinciales ratificadas
expresamente por la Nación (del voto del doctor Herrero)52.
g) Es inconstitucional por violar el principio de razonabilidad la prohibición de que el Oficial
Notificador nombrado por la Corte Suprema provincial se afilie a partidos políticos y milite
activamente en los mismos -arts. 3º y 80, inc. a), ley 6238, régimen orgánico del Poder Judicial de
Tucumán (Adla, LI-C, 5001)-, pues tal actividad no compromete la función específica del Poder
Judicial, a menos que realice actos de propaganda, proselitismo, coacción ideológica u otra
naturaleza con motivo o en ocasión de sus tareas, cualquiera sea el ámbito donde éstas se cumplan,
y además porque dicho funcionario no es un estrecho colaborador del juez ni desempeña tarea
jurisdiccional alguna, teniendo asignadas limitadas funciones como fedatario para el diligenciamiento
de los actos de notificación, tarea eminentemente administrativa53.
h) Las Comunicaciones “A” 5318, “A” 5330 y “A” 5339 del BCRA y toda otra disposición
administrativa que impida la adquisición de dólares estadounidenses, por parte del actor, son
inconstitucionales, pues no pasan el test de razonabilidad y formulan una política cambiaria contraria
a la que alienta y sostiene el Poder Legislativo, tornando obligaciones de cumplimiento imposible las
contratadas en los términos de los arts. 617 y 619 del Cód. Civil54.
i) El art. 1078 del Cód. Civil, en cuanto niega al damnificado indirecto —en el caso, la concubina—
habilitación legal para reclamar el daño moral, es inconstitucional por arbitrario, ya que establece
distingos inaceptables y deja afuera del resarcimiento a un importante catálogo de víctimas,
vulnerando la igualdad ante la ley, el derecho de propiedad y desconociendo la realidad existencial
de parejas y familias de hecho55.
j) La reducción de las retribuciones de los agentes estatales, activos y pasivos, dispuesta por el art. 15
de la Ley 12.727 de la Provincia de Buenos Aires, quebranta el límite trazado por el art. 28 de la
Constitución Nacional atento la condición alimentaria del salario y de los haberes previsionales que
los hacen dignos de una protección prevalente (del voto de la doctora Kogan, según la doctrina
sentada en "Unión Personal Civil de la Nación (U.P.C.N.)", —01/10/2003; LLBA, 2002-436— a la cual
remite)56.
k) La ley 10.060 de la Provincia de Córdoba, en cuanto prohíbe en todo el territorio provincial la
instalación, funcionamiento, regenteo, sostenimiento, promoción, publicidad, administración y/o
explotación bajo cualquier forma, modalidad o denominación –de manera ostensible o encubierta–
de whiskerias, cabarets, clubs nocturnos, boîtes o establecimientos y/o locales de alterne, y dispone
la inmediata clausura de aquellos locales a partir de su entrada en vigencia no aparece como
arbitraria ni presenta ilegalidad manifiesta ni se muestra irrazonable, porque los medios empleados
guardan proporción con la finalidad de evitar la explotación de mujeres57.
51 CFed. La Plata, Sala II, 8-5-2001, LL, 2001-E, 510, con nota de Hortensia D.T. Gutierrez Posse.-
52 CFed.Seg.Social, Sala II, 15-3-2001, “Alvarez, Jorge A. y otro c/P.E.N. y otro”, LL, 2001-E, 282 –
LL, 2001-F, 104.
53 C.Apel.Contenciosoadministrativo Tucumán, Sala II, 5-10-2000, “Parajón, Gumersindo”, LL, 2001-
R. y otros • 21/09/2012 • LLC 2013 (febrero) , 94 • LLC 2013 (mayo) , 380 con nota de Tomás Ignacio
González Pondal • AR/JUR/67298/2012.
IX.- La supremacía constitucional
1.- Caracterización
58 Echeverría, Estéban, Dogna socialista, pág. 206, cit. por Linares Quintana.
59 Linares Quintana, Segundo V., Derecho Constitucional es instituciones políticas, T° 1, pág. 483, ed.
plus ultra, 1976.
60 Bidart Campos, Germán, ob. citada, pág. 398.
2.- Posición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación con relación a la jerarquía
de los tratados y de las leyes nacionales con anterioridad al año 1994
2.- Caracteres62
64 Considerando 11.
65 Considerando 12.
inconstitucionalidad de oficio. En tal entendimiento, sostiene nuestro más alto
Tribunal, que "la jurisprudencia reseñada no deja lugar a dudas de que los órganos
judiciales de los países que han ratificado la Convención Americana sobre Derechos
Humanos están obligados a ejercer, de oficio, el control de convencionalidad,
descalificando las normas internas que se opongan a dicho tratado. Resultaría, pues,
un contrasentido aceptar que la Constitución Nacional que, por un lado, confiere
rango constitucional a la mencionada Convención (art. 75, inc. 22) , incorpora sus
disposiciones al derecho interno y, por consiguiente, habilita la aplicación de la regla
interpretativa -formulada por su intérprete auténtico, es decir, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos- que obliga a los tribunales nacionales a
ejercer de oficio el control de convencionalidad, impida, por otro lado, que esos
mismos tribunales ejerzan similar examen con el fin de salvaguardar su supremacía
frente a normas locales de menor rango".
Recordemos que históricamente la Corte determinó como requisito del
control, que éste fuera efectuado a petición de parte, y lo hizo en el precedente
"Ganadera Los Lagos" en 1941 (Fallos: 190:142). El motivo fue que el control de
constitucionalidad sin pedido de parte implicaría que los jueces pueden fiscalizar por
propia iniciativa los actos legislativos o los decretos de la administración, y que tal
actividad afectarla el equilibrio de poderes. Sin embargo, frente a este argumento, se
afirmó posteriormente que si se acepta la atribución judicial de control
constitucional, carece de consistencia sostener que el avance sobre los dos poderes
democráticos de la Constitución no se produce cuando media petición de parte y sí
cuando no la hay (Fallos: 306:303, voto de los jueces Fayt y Belluscio; y 327:3117,
considerando 4°)66.
Agregó el Tribunal, que la declaración de inconstitucionalidad de oficio
tampoco "se opone a la presunción de validez de los actos administrativos o de los
actos estatales en general, ya que dicha presunción cede cuando se contraria una
norma de jerarquía superior, lo que ocurre cuando las leyes se oponen a la
Constitución. Ni puede verse en ella menoscabo del derecho de defensa de las partes,
pues si así fuese, debería también descalificarse toda aplicación de oficio de cualquier
norma legal no invocada por ellas so pretexto de no haber podido los interesados
expedirse sobre su aplicación al caso" (Fallos: 327:3117, considerando 4° citado) 67.
66 Considerando 10.
67 Considerando 10