La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos
soberanos, el dolor y el placer. Es para ellos solos para señalar lo que
debemos hacer, así como determinar qué vamos a hacer. Por un lado el estándar del bien y el mal, por el otro, la cadena de causas y efectos, están sujetos a su trono. Ellos nos gobiernan en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos, en todo lo que pensamos. El principio de utilidad reconoce esta sujeción, y la asume para la fundación de ese sistema, cuyo objeto es la construcción de la felicidad en manos de la razón y la ley. Por el principio de la utilidad se entiende al principio que aprueba o desaprueba cada acción alguna; según la tendencia parece tener que aumentar o disminuir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión. Con cada acción alguna no sólo se hace referencia a toda acción de una persona privada, sino de cada medida de gobierno. Se entiende por utilidad esa propiedad en cualquier objeto, en virtud de la cual se tiende a producir beneficio, ventaja, placer, bien o felicidad, o lo que previene los episodios de dolor, mal o infelicidad. El interés de la comunidad es una de las expresiones más generales que pueden ocurrir en la fraseología de la moral. La comunidad es un cuerpo ficticio, compuesta de cada una de las personas que están considerados como constitutivos como lo eran sus miembros. El interés de la comunidad, entonces es la suma de los intereses de los diferentes miembros que la componen. El interés del individuo está relacionado a una cosa que se dice para el interés de una persona, con el fin de disminuir la suma total de sus Dolores. Una medida del gobierno (que no es sino un tipo particular de acción, realizadas por una determinada persona o personas) está dictada por el principio de la utilidad, cuando la tendencia que ha de aumentar la felicidad de la comunidad es mayor que cualquiera que tiene que disminuir. Cuando una acción o, en particular, una medida del gobierno, se de conforme al principio de utilidad, podría ser conveniente imaginar o dictar un tipo de ley, denominada Ley de utilidad.
Todos los hombres siguen el principio de la utilidad. Por la
constitución natural de la trama humana, en la mayoría de las ocasiones de sus vidas, los hombres han abrazado este principio, sin pensar en esto: si no fuera por el orden de sus propias acciones, aún para el juzgamiento de sus propias acciones, así como de las de otros hombres. Ha habido, al mismo tiempo, no muchos, quizás, incluso de los más inteligentes, que han estado dispuestos a abrazar totalmente y sin reservas. Cuando un hombre intenta combatir el principio de utilidad es con motivos señala, sin ser conscientes de ello, desde ese mismo principio . Sus argumentos, si prueban cualquier cosa, demuestran que el principio no está mal, pero que, según las aplicaciones que supone estar hecho de ella, está mal. Cuando este sea el caso, si piensa que la solución de sus opiniones sobre este tema vale la pena, hágale tomar los siguientes pasos, y en el tiempo, quizás, él puede llegar a reconciliarse con él. 1. Permitale resolverse consigo mismo, si él desea desechar este Principio totalmente; si es así, deje que él considere qué es lo que todos sus razonamientos pueden alcanzar? 2. Si no, le permiten examinar y cerciorarse si el principio que él piensa que ha encontrado es realmente un principio inteligible por separado; o sea no es un mero principio en palabras. 3. Si él se inclina a pensar que su propia aprobación o disapproba- ción, anexa a la idea de una ley, sin tener en cuenta sus consecuencias, es un fundamento suficiente para él para juzgar y actuar sobre ella, le permiten preguntarse si su sentimiento es ser una norma de lo correcto y lo incorrecto Admitir cualquier otro principio que el principio de utilidad es un derecho, un principio que es justo para un hombre a perseguir; admitir- ting (lo que no es cierto) que la palabra derecho puede tener un significado sin referencia a la utilidad, deje que él diga si existe tal cosa como un motivo que un hombre puede tener para seguir los dictados de ella: si existe, deje que él diga lo que el motivo es, y cómo se distingue de aquellos que imponen los dictados de utilidad: si no, por último que le dejen decir lo que es este otro principio puede ser bueno? Para probar cualquier otro principio y que es incorrecto, no necesita más que simplemente mostrar que es lo que es, un principio cuyos dictados están en algún punto u otros diferentes de los del prin- cipio de utilidad. Un principio puede ser diferente del de la utilidad de dos maneras: 1. Por ser opuesto constantemente a el: este es el caso de un principio que podría denominarse el principio de ascetismo. 2. Por ser a veces opuesto, y a veces no, tal es el caso del que puede ser llamado el principio de simpatía y antipatía. Por el principio del ascetismo, me refiero a ese principio, que, como el principio de la utilidad, aprueba o desaprueba cualquier acción, según la tendencia que parece tener para aumentar o disminuir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión; pero en una forma inversa: la aprobación de las acciones en la medida en que tienden a disminuir la felicidad; y desaprobando en la medida en que tienden a aumentarla. Hay dos clases de hombresmuy distintos, por quien el principio de ascetismo parece haber sido abrazado; un conjunto de los moralistas, los demás un conjunto de creyentes. las dos partes diferentes entre los partidarios del principio de ascetismo; las partes y sus motivaciones son diferentes, al principio es el misma. I. El principio del ascetismo, sin embargo, no parece haber sido llevada a cualquier longitud considerable, cuando se aplican a los negocios del gobierno. En unos pocos casos se ha llevado un poco por la parte filosófica: el testimonio del espartano régimen. Pero entonces, quizás, puede ser considerada como una medida de seguridad: y una aplicación. Es cierto que, desde la misma fuente de donde, entre los creyentes, el apego al principio de como- ceticism tomó su lugar, fluyó otras doctrinas y prácticas, a partir de la cual la miseria en abundancia fue producida en un hombre por los ambientes de otra: el testimonio de las guerras santas, y la persecución de la religión. El principio de la utilidad es capaz de ser perseguido constantemente; y no es sino una tautología decir, que cuanto más se la persigue constantemente, mejor debe ser siempre para la especie humana. El principio del ascetismo, nunca fue, ni nunca puede ser perseguido constantemente por cualquier criatura viviente. Pero Deja una décima parte de los habitantes de esta tierra perseguir sistemáticamente y en un solo día se han convertido en un infierno. Entre los principios adversas al de utilidad, lo que en este día parece tener más influencia en los asuntos de gobierno, es lo que podría llamarse el principio de simpatía y antipatía. Por el principio de la simpatía y la antipatía, me refiero a ese principio que aprueba o desaprueba determinadas acciones, ni a causa de su tendencia a aumentar la felicidad, sin embargo, ni en la cuenta de su tendencia a disminuir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión, sino simplemente porque un hombre se encuentra dispuesto a aprobar o desaprobar de ellos: sosteniendo que la aprobación o desaprobación como razón suficiente para sí mismo, y negando la necesidad de mirar hacia fuera para cualquier masa extrínseca. Es evidente que esto es más bien un principio en nombre de lo que en realidad es: no es un principio positivo en sí mismo, tanto como un término utilizado para significar la negación de todo principio. Los diversos sistemas que se han formado sobre la norma de derecho puede reducirse al principio de simpatía y antipatía. Constan todas ellas de tantas invenciones para evitar la obligación de apelar a cualquier norma externa, y para convencer al lector a aceptar el sentimiento del autor o de opinión como una razón para sí mismo. Es evidente, que los dictados de este principio será con frecuencia coinciden con los de utilidad, aunque quizás sin intención alguna de tal cosa. El principio de la simpatía y antipatía son más propensos a errar por el lado de la severidad. Es de aplicación la sanción en muchos casos que merecen ninguno. Es de esta manera que la sentimiento de antipatía a menudo ha sido considerada como una tierra justa de acción. La antipatía, por ejemplo, en tal o cual caso, es la causa de una acción que es atendido con buenos efectos: pero esto no significa que sea un derecho de acción de tierra en este caso, como en cualquier otra. En el mismo senti- miento de antipatía es muy productivo de los peores efectos. La antipatía, por lo tanto, nunca puede ser un derecho al terreno de la accion. No más, por lo tanto, puede el resentimiento que, Como se verá más particularmente en adelante, no es sino una modificación de un- tipathy. El único derecho al terreno de la acción, que pueda subsistir, es, después de todo, la consideración de utilidad que, si es un principio correcto de las acciones y de la aprobación de cualquier caso, es así en todos los demás. La aversión o resentimiento siempre requiere ser regulado, para evitar hacer travesuras: ser regulado por qué? Siempre por el principio de la utilidad. El principio de la utilidad no requiere ni admite cualquier otro regulador de sí misma.
Se ha demostrado que la felicidad de las personas, de las cuales una
comunidad se compone, es decir, sus placeres y su seguridad, es el fin y el único fin que el legislador debería tener en vista. Existen cuatro fuentes distinguibles desde las que pueden derivar el placer y el dolor considerada: la física, la política, la moral y la religión: y en la medida en que los placeres y dolores pertenecientes a cada uno de ellos son capaces de dar carácter vinculante a cualquier ley o norma de conducta, pueden todos ellos denominar sanciones. Si en la vida presente, y desde los cursos ordinarios de la naturaleza, no modificada deliberadamente por la interposición de estas voluntades de cualquier ser humano, ni por ninguna extraordinaria interposición de cualquier superior ser invisible, que el placer o el dolor ocurre o se espera, se puede decir que pertenece a la sanción física. Si a manos de una persona en particular o un conjunto de personas en la comunidad, que bajo el nombre correspondiente a la de juez, son elegidos para el proposito particular de transmitirlos, conforme a la voluntad del poder soberano o supremo gobernante en el estado, puede decirse que compete a la sanción política. Si en las manos de esa posibilidad a las personas de la comunidad, ya que el partido en cuestión pueden ocurrir en el transcurso de su vida para tener preocupaciones, según la disposición espontánea de cada hombre, y no segun cualquier regla establecida, puede decirse que emana de la moral o la sanción popular. Si de la mano de un inmediato ser superior invisible, ya sea en la vida presente o en un futuro, puede decirse que proviene de la sanction religiosa.
I. A continuación, los placeres y la evitación de dolores, son
los extremos que el legislador tiene en vista; le corresponde por lo tanto para comprender su valor. Los placeres y dolores son los instrumentos que tiene que trabajar: incumbe a él, por lo tanto, entender su valor. II. Para que una persona considere por sí mismo, el valor de un placer o dolor considerado por sí mismo, será en mayor o menor medida según los cuatro casos siguientes: 1. Su intensidad. 2. Su duración. 3. Su certidumbre o incertidumbre. 4. Su consanguinidad o lejanía. Pero cuando el valor de cualquier placer o dolor es considerado por el estimar la tendencia de cualquier acto, hay otras dos circunstancias que han de tenerse en cuenta; estos son, 5. Su fecundidad, o la casualidad, sino que ha de ser seguida por las sensaciones del mismo tipo: es decir, los placeres, si sea un placer: dolores, si es un dolor. 6. Su pureza, o la oportunidad que tiene de no ser seguido por las sensaciones del tipo opuesto: es decir, dolores, si sea un placer: placeres, si es un dolor. Estos dos últimos, sin embargo, son en rigor apenas pueden ser considerados propiedades del placer o el dolor en sí; no son, por lo tanto, en el rigor que debe tenerse en cuenta el valor de ese placer o dolor. Son en rigor a ser considerado sólo las propiedades de la ley, o cualquier otro evento, por lo que tal placer o dolor se ha producido; y, en consecuencia, sólo deben tenerse en cuenta de la tendencia de tal acto o tal evento. También: otra; a saber: Su medida; es decir, el número de personas a quienes se extiende; o (en otras palabras) que son afectados por ella. Placeres Dolores y sus tipos: I. Habiendo representado a lo que pertenece a todo tipo de placeres y dolores iguales, llegamos ahora a la exposición, cada uno por sí mismo, los diversos tipos de dolores y placeres. Dolores y placeres pueden ser llamados por una palabra general, interesantes percepciones. Interesantes percepciones son simples o complejas. Los simples son aquellas que no cualquiera de ellas se resuelven en más complejo: son aquellos que son resolubles por medio de los simples. Una compleja “interesante percepción” puede en consecuencia estar compuesto 1. De solo placeres 2. De dolores solos o 3. De placer de los placeres, y dolor de dolores juntos. II. Los diversos placeres sencillos que la naturaleza humana es suscep- tible, parecen ser como sigue: 1. Los placeres de los sentidos. 2. Los placeres de la riqueza. 3. Los placeres de la habilidad. 4. Los placeres de la amistad. 5. Los placeres de un buen nombre. 6. Los placeres del poder. 7. Los placeres de la piedad. 8. Los placeres de benevolencia. 9. Los placeres de malevo- lence. 10. Los placeres de la memoria. 11. Los placeres de la imaginación. 12. Los placeres de la expectativa. 13. Los placeres dependientes de la asociación. 14. Los placeres de alivio. III. Los varios dolores simples parecen ser como sigue: 1. Las penas de privación. 2. Los dolores de los sentidos. 3. Los dolores de la torpeza. 4. Los dolores de la enemistad. 5. Los dolores de un mal nombre. 6. Los dolores de la piedad. 7. Los dolores de la benevolencia. 8. Los dolores de la malevolencia. 9. Los dolores de la memoria. 10. Los dolores de la imaginación. 11. Los dolores de la expectation. 12. Los dolores dependientes de la asociación. IV. 1. Los placeres del sentido parecen ser como sigue: 1. La súplica- sures del gusto o paladar; incluyendo cualquier experiencia placeres- sufrido en satisfacer los apetitos del hambre y de la sed. 2. El placer de la intoxicación. 3. Los placeres del órgano olfativo. 4. Los placeres del tacto V. 2. Por los placeres de la riqueza puede ser significaba que esos placeres que un hombre es apto para derivar de la consciencia de poseer cualquier artículo o artículos que están en la lista de instrumentos de goce o seguri- dad, y más particularmente en el momento de su primera adquisición de ellos; momento en el que el placer puede ser un placer con estilo de ganancia o un placer de adquisición: en otras ocasiones, un placer de posesión. 3. Los placeres de la habilidad, como la ejercida sobre determinados objetos, son aquellos que acompañan la aplicación de esos instrumentos, en particular de disfrute para sus usos, ya que no puede ser aplicada sin una mayor o menor cuota de dificultad o de esfuerzo. VI. 4. Los placeres de la amistad, o auto-recomendación son la súplica- sures que puede acompañar a la persuasión de un hombre en acqui- sición o la posesión de la buena voluntad de tal o cual assignable per- hijo o personas en particular: o, como la frase es, del ser en buenos términos con él o ellos: y como fruto de ella, de su ser de una manera para tener el beneficio de sus servicios espontáneas y gratuitas. VII. 5. Los placeres de un buen nombre son los placeres que aloja- Pany la persuasión de un hombre en la adquisición o la posesión de la buena voluntad del mundo alrededor de él VIII. 6. Los placeres del poder son los placeres que acompañan a la persuasión de un hombre en una condición para disponer de personas, por Medios de sus esperanzas y temores, para darle el beneficio de sus servicios: esto es, por la esperanza de que algún servicio, o por el temor a un flaco servicio, que puede ser en la forma de hacerlos. IX. 7. Los placeres de la piedad son los placeres que acompañan a la creencia de un hombre en la adquisición o posesión de la buena voluntad o a favor del Ser Supremo: y como fruto de ella, de su vida de una manera de disfrutar de los placeres de ser recibidos por Dios designación especial, sea en esta vida o en una vida futura. Estos también pueden ser llamados los placeres de la religión, los placeres de una actitud religiosa, o la súplica- Sures de la sanción religiosa. X. 8. Los placeres de benevolencia son los placeres derivados de la vista de cualquier placeres deben ser poseídos por los seres que pueden ser objeto de benevolencia; a saber, los seres sensibles conocemos; en virtud de la cual se incluyen normalmente, 1. El Ser Supremo. 2. Los seres humanos. 3. Otros animales. Estos también pueden ser llamados los placeres de la buena voluntad, los placeres de la simpatía, o los placeres de la benevolente o afecciones sociales. XI. 9. Los placeres de la malevolencia son los placeres derivados de la vista de cualquier dolor que supuestamente sufridas por los seres que pueden convertirse en objetos de la malevolencia XII. 10. Los placeres de la memoria son los placeres que, después de haber disfrutado de tales y tales placeres, o incluso en algunos casos después de haber sufrido tales y tales dolores, un hombre ahora y luego la expe- riencia, a recordarlo exactamente en el orden y en las circunstancias en que fueron realmente disfrutaron o sufrieron. XIII. 11. Los placeres de la imaginación son los placeres que pueden obtenerse a partir de la contemplación de cualquiera de esos placeres como puede pasar a ser sugeridos por la memoria, pero en un orden diferente, y acompañada por diferentes grupos de circunstancias. XIV. 1 Los placeres de la expectativa son los placeres que el resultado a partir de la contemplación de cualquier tipo de placer, se hace referencia a futuro, y acompañada con el sentimiento de creencia. Estas también pueden admitir las mismas distinciones. XV. 13. Los placeres de la asociación son los placeres que ciertos objetos o incidentes pueden suceder a pagar, no a sí mismos, sino simplemente en virtud de alguna asociación que han contratado en la mente con ciertos objetos o incidentes que son en sí mismas placentera. XVI. 1. Dolores de privación son los dolores que puedan resultados desde el pensamiento de no poseer en el momento presente cualquiera de los varios tipos de placeres. XVII. Donde el goce ocurre que ha sido buscado con un grado de expectativa de acercarse a la garantía, y que la expectativa es tomada de repente a cesar, se denomina dolor de la decepción. 2. Los varios dolores de los sentidos parecen ser como sigue: 1. Los dolores del hambre y de la sed: o las desagradables sensaciones producidas por la falta de sustancias adecuadas que necesita a veces ser aplicada al tubo digestivo. 2. Los dolores del gusto: o la desagradable sen- sations producidos por la aplicación de diversas sustancias en el paladar y otras partes superiores del mismo canal. 3. Los dolores de la torpeza son los dolores que a veces el resultado de la infructuosa procurará aplicar cualquier particular instrumentos de goce o seguridad a sus usos, o a la dificultad de un hombre experimenta en aplicarlas. XVIII. 4. Los dolores de la enemistad son los dolores que pueden acompañar a la persuasión de un hombre de ser desagradable a la mala voluntad de tal o cual persona o personas asignable en particular XIX. 5. Los dolores de un mal nombre, son los dolores que acompañan a la persuasión de un hombre de ser desagradable, o en una manera de ser desagradable A la mala voluntad del mundo sobre él. Estos pueden también ser llamados los dolores de malvivir, el dolor del deshonor, o los dolores de la sanción moral. XX. 6. Los dolores de la piedad son los dolores que acompañan a la creencia de un hombre de ser desagradable para el desagrado del Ser Supremo XXI. 7. Los dolores de benevolencia son los dolores resultantes de la vista de cualquier dolor debe ser soportado por otros seres. XXII. 8. Los dolores de la malevolencia son los dolores resultantes de la vista de cualquier placeres deben ser disfrutados por cualquier seres que pasaría a ser el objeto de un descontento del hombre. Estos también pueden arreglarse los dolores de mala voluntad, de antipatía, o los dolores de la malévola o dissocial afectos. XXIII. 9. Los dolores de la memoria puede fundarse sobre cada uno de estos tipos, así como de dolores de privación como positivo de dolores. Estas corresponden exactamente a los placeres de la memoria. XXIV. 10. Los dolores de la imaginación también pueden basarse en cualquiera de los anteriores tipos, así como de dolores de privación de dolores positivo: otros aspectos que corresponden exactamente a los placeres de la imaginación. XXV. 11. Los dolores de la esperanza de vida puede ser conectado a tierra en cada uno de los anteriores tipos, así como de dolores de privación como positivo de dolores. Estos pueden ser también llamados dolores de aprensión. XXVI. 12. Los dolores de la asociación corresponden exactamente a la súplica- sures de asociación. XXVII. De la lista de arriba hay ciertos placeres y dolores que suponga la existencia de algún placer o dolor, de alguna otra persona, para que el placer o el dolor de la persona en cuestión tiene sentido: esos placeres y dolores pueden denominarse extra sobre. Otros no sup- plantear cualquier cosa: estos pueden calificarse de legítima sobre. La única excepción- sures y dolores de la extra para la clase son las de benevolencia y aquellos de la malevolencia: todo el resto son auto-sobre.