Vous êtes sur la page 1sur 1

Bruno Munari

Reconstrucciones teóricas de objetos imaginarios


En revista Fisuras numero 7.

Los arqueólogos encuentran de vez en cuando, en excavaciones en el desierto del Sahara o en


cualquier gruta que, en tiempos, se hallara a orillas del mar, algún fragmento de residuo animal y,
según examen y estudio riguroso, llegan a saber que era un trozo de diente de un ser que vivió en
el período paleolítico superior, cualquier especie de Homo desconocido.
El fragmento pasa a manos de otros expertos que intentan reconstruir en su integridad el animal, el
hombre o el objeto (en otros casos) a base de su relieve estructural, matérico, etc.
Muchas de esas reconstrucciones las vemos en algunos museos de historia natural, particular y
lógicamente en las secciones concernientes a la vida en nuestro planeta en épocas remotas de las
que sabemos poco y nada. O bien en otras secciones vemos vasos reconstruidos a base de
fragmentos hallados en una tumba y, si en tales fragmentos hay algún diseño, se intenta
reconstruir no solo la totalidad del vaso sino la del dibujo en cuestión.
Como todos sabemos, la parte verdadera se deja como se halló, y la parte reconstruida es de un
material enteramente distinto para hacer que se vea de modo inequívoco la obra del restaurador.
Traslademos el hecho al campo del arte e intentemos reconstruir con la fantasía, según los datos
materiales y estructurales que hallemos, algo que imaginemos desconocido, un cuerpo fantástico e
imprevisto del que tengamos, con todo, algún elemento a nuestra disposición.
Haremos una reconstrucción teórica de un objeto imaginario basándonos en fragmentos de
residuos de uso desconocido y de incierto origen.
No sabemos que resultará de ello, ni a qué mundo podrá corresponder; quizá pertenezca sólo al
mundo de la estética y de la fantasía. He aquí cómo se procede para ello: se toman algunos trozos
de papel, negro, de color, de embalaje, de estraza, una hoja de papel de música, un trozo de trapo,
cualquier cosa; se rompe en dos o tres trozos cada cosa de éstas y se deja caer sobre una hoja de
papel de dibujo. Los objetos (los fragmentos) así caídos sobre una hoja asumirán una posición
casual. Se controla esta disposición y, tras una larga observación, puede suceder que haya que
cambiar cosas de sitio, pero no por una razón lógica, sino según “la regla del caso” como dijo Hans
Arp. Es preciso “sentir” algo que obligue a la mano a moverse. Bien; hechos estos eventuales
experimentos de situación se comienza a relacionar las diversas piezas. Para hacerlo se debe
observar la orientación de los contornos de los fragmentos y su estructura interna: si un fragmento
fue desgarrado tendrá un contorno distinto al de un fragmento recortado y así la conexión de
fragmentos desgarrados seguirá la forma del desgarramiento y los que unan fragmentos
recortados serán fragmentos rectilíneos. El papel de música tiene las líneas de los pentagramas y
las notas se comportarán como los hilos de una tela desgarrada pero rígidos. Si un papel tiene
impurezas, éstas aparecerán también en las partes reconstruidas. Y así, con calma, y sin
acordarnos de Rafael, habremos reconstruido algo que antes no existía; algo que nadie viera
antes; algo que nosotros mismos desconocíamos; algo que arrojaremos de inmediato a la papelera
porque no valdrá nada.
Perseverando sí acaba por lograrse.

Bruno Munari es diseñador. Desarrolla su labor docente en la Universidad de California, Berkeley en el Departamento de
Diseño Gráfico.
Texto original en italiano. Traducción de Eleonora Guidotti.

Vous aimerez peut-être aussi