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LA SANIDAD DIVINA

INTRODUCCIÓN:

A.- El presente tiene como fin enseñar lo que la Biblia nos muestra en relación a la sanidad
que viene de la mano directa de Dios como evidencia de su amor y poder ya sea a favor de los
creyentes o no. Conoceremos algunas definiciones del término y progresaremos con el estudio de lo
mencionado a la luz de la Palabra.

B.- ¿Usa Dios la enfermedad en la vida de sus hijos para desarrollar su carácter? ¿es esto
coherente con las acciones de un Dios de amor? ¿estamos enfermos porque no tenemos la fe necesaria
para ser sanados? ¿sana Dios hoy a las personas? ¿qué debemos pensar o qué debemos hacer cuando
una enfermedad nos ataca? Son algunas de las interrogantes a las que se darán respuesta en nuestro
presente estudio.

I.- DEFINICIÓN DE SANIDAD

A.- El Diccionario Teológico Beacon define a sanidad como: “curar, restaurar


completamente la salud de alguien, más específicamente, por medio de una intervención divina
milagrosa. En el sentido metafórico, como es el caso a menudo en el Antiguo Testamento, tiene que
ver con la restauración del alma a la salud espiritual (Sal. 41: 4), o reparar el daño causado por el
pecado (Jer. 30: 17). La palabra hebrea Shalom, “saludable” o “completamente sano”, es análoga de
Shalom, que significa “paz”. El término más usado en el Nuevo Testamento para sanar es therapeuo
(qerapeuvw) del que se deriva la palabra “terapia”. Lucas, médico de profesión, pareció preferir la
palabra iaomai (ijavomai), que agrega la dimensión de sanidad espiritual”.

B.- El concepto bíblico de la sanidad significa mucho más que el alivio de un conjunto de
síntomas físicos. Implica del cuerpo y el espíritu.

Muchas enfermedades son el resultado del modo de vida y las actitudes del individuo.

Muchos científicos médicos sostienen que gran parte de nuestros males se deben a causas
emocionales: tensiones, temores, tristeza, envidia, resentimiento, odio, etc. Los dolores y los
problemas físicos pueden ser muy reales; pero sus causas están enraizadas en las emociones.

El fumador de toda la vida puede desarrollar diversos males tales como enfisema, cáncer,
hipertensión sanguínea, etc., que afectan a la boca, la garganta, el esófago, los pulmones y el corazón.
El consumo de bebidas alcohólicas puede tener consecuencias devastadoras, tanto emocionales como
físicas. Muchas de ellas son irreversibles, debido a un conducto digestivo ulcerado, el hígado
destruido o el cerebro dañado. El comer en exceso o la desnutrición, durante períodos prolongados,
provocarán también problemas de salud.

Sin embargo, muchas enfermedades no se deben a los abusos, la disciplina o los problemas
emocionales. ¡Muchas personas están simplemente enfermas! Refiriéndose al hombre que había
nacido ciego, Jesús dijo: “no es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se
manifiesten en él” (Jn. 9: 3). Acordémonos de los que nacen con defectos o males genéticos, las
víctimas de accidentes, los heridos o muertos que se deben a los descuidos o la falta de prudencia de
otros, las infecciones y las enfermedades virales, etc.

C.- Verbos griegos

1. therapeuo (qerapeuvw), significa principalmente servir como therapon, asistente;


luego, cuidar de los enfermos, tratar, curar, sanar (cf. el término castellano terapéutica). Se utiliza
principalmente en Mateo y Lucas, una vez en Juan (5:10), y después de Hechos solamente en Ap 13:3
y 12.

2. iaomai (ijavomai) sanar. Se usa: (a) de tratamiento físico 22 veces; en Mt 15.28; Hch
9:34; (b) en sentido figurado, de sanidad, espiritual (Mt 13:15; Jn 12.40; Hch 28:27; Heb 12:13; 1 P
2:24); posiblemente Stgo. 5:16 incluye ambos (a) y (b); en TR aparece esta palabra, con el sentido (b),
en Lc 4:18. Aparte de este pasaje, Lucas, el médico, utiliza esta palabra en quince ocasiones.
3. jugiaino (uJgiaivnw) estar sano, bien de salud (cf. el término castellano higiene, etc.). Se
utiliza metafóricamente de doctrina (1 Ti 1:10; 2 Ti 4:3; Tit. 1:9; 2:1); de palabras (1 Ti 6:3; 2 Ti 1:13);
«en la fe» (Tit. 1:13); «en fe» (Tit. 2:2). En 3 Jn. 2 se traduce «que tengas salud».

4. sozo (swvzw) salvar. Se traduce con el verbo sanar en Mr. 6:56: «quedaban sanos»; Jn
11:12: «sanará» (RV: «salvo estará»); Hch. 4: 9: «haya sido sanado»; 14:9: «ser sanado» ( RV: «ser
sano»).

5. diasozo (diaswvzw) salvar totalmente. Se traduce con el verbo sanar en Mt 14:36:


«quedaron sanos»; Lc 7:3: «sanase» (RV: «librase»);

II.- LA SANIDAD EN LA BIBLIA

A.- Sanidad Espiritual.- Dios trae sanidad para el espíritu de los humanos en la persona de
Jesucristo su Hijo al aceptarle como el Salvador personal de nuestras vidas. (Ef. 2: 1). Al recibirle en
su corazón el individuo es curado del pecado y llevado a una relación personal de vida y comunión
con Dios.

B.- Sanidad del alma.- Dios sana nuestras heridas emocionales, las mismas que marcan
nuestra vida con hechos de los que nos es imposible olvidar. La Palabra del Señor dice en Lucas 4: 18:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los
ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. La palabra “quebrantados” es traducción del griego trau,
de la que se deriva nuestra palabra “trauma”. Kelsey dice que en los Evangelios se encuentran
registrados 41 milagros de sanidad física y mental.

Muchas veces un creyente sincero experimenta conflictos y derrotas, aunque desea crecer en
santidad y agradar al Señor. Por más que estudia la Palabra de Dios y ora, no puede tener victoria en
ciertas áreas de su vida, o le es difícil una relación armoniosa con los hermanos de la fe. Estas
situaciones, en muchos casos se deben a heridas del alma; y otras a ataduras u opresiones espirituales.

Nuestra mente (o alma) tiene tres niveles: lo conciente, lo subconsciente y lo inconciente.


Sólo entre 10% a 15% de nuestra actividad mental es conciente. El resto es subconsciente o
inconciente.

La conciencia es aquello que se sabe con claridad, que podemos reconocer libremente. La
subconciencia es el dominio de las emociones y complejos en oposición al reino conciente de la razón.
Allí suelen reinar pensamientos, sentimientos, deseos egoístas, mientras que en lo conciente suelen
predominar las tendencias de carácter social. El inconciente es el reino de los pensamientos
incontrolados, que no recordamos en absoluto, pero que están activos.

Los trastornos de la personalidad y muchos conflictos del creyente se deben a traumas de la


niñez, así como a los originados en tiempos posteriores. “Nada se olvida; la mente es como una
inmensa grabadora; todo lo que hemos dicho, visto, oído, vivenciado, lo tenemos dentro; está vivo y
tiene poder. Por tanto a veces se expresa y a veces nos traiciona”.

Cuando nos convertimos, la influencia del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios modifican
muchos de los valores y conceptos de nuestro conciente. También empieza a sujetar al subconsciente,
lo que se va acentuando en la medida que el creyente avanza en su entrega al señorío de Cristo.
También puede sanar las dolencias del inconciente.

Pero otras heridas pueden permanecer abiertas; traumas guardados en lo profundo del
inconciente que afectan la vida conciente del creyente, y por lo tanto su vida espiritual y su
crecimiento en santidad. Estas son las neurosis en el lenguaje psicológico, pero que Cristo también
vino a sanar. (Sal. 30: 2 – 3; 41: 4; 147: 3; Is. 57: 15 – 19).

C.- Sanidad física.- Los tiempos bíblicos y posteriores demuestran que Dios aun sana las
dolencias de nuestro cuerpo físico; pero no todas las enfermedades, no por falta de poder o autoridad
sino por el hecho de su soberana voluntad sobre la vida de sus hijos.
El ministerio de Jesús estaba dirigido al hombre en su totalidad, y rara vez sanó su cuerpo sin
tratar primero con los pecados del individuo. A decir verdad, en algunos casos, estos últimos eran
atendidos primero (Mt. 9: 2 – 7). Esto no implica que la enfermedad necesariamente es el resultado de
pecado o que la enfermedad es una forma de castigo. Podría ser una forma que Dios use para
desarrollar virtudes como paciencia y coraje (2 Co. 12: 9).

Las instrucciones de Jesús a los doce y a los setenta, cuando los envió en su misión,
incluyeron sanar a los enfermos; y de acuerdo con el libro de los Hechos, los milagros de sanidad
fueron parte de la iglesia primitiva. El poder de sanidad fue practicado posteriormente entre los padres
de la iglesia (Justino, Ireneo, Tertuliano, Orígenes), pero no se ejercitó de allí en adelante, sino hasta
tiempos recientes.

III.- BASES BÍBLICAS PARA LA SANIDAD DIVINA

A.- La sanidad es parte de la obra de redención (Éx. 15: 25 – 26) ocurre al comienzo del viaje
de liberación de Israel). La sanidad es promesa de Dios mientras vivamos en obediencia y santidad en
la vida nueva.

B.- Salmo 103: 2 – 3 Perdón y sanidad están ligados.

C.- Is. 53: 4 – 5; Mt. 8: 16 – 17. La redención incluye la sanidad de nuestras dolencias físicas.

D.- Stgo. 5: 16

IV.- POR QUÉ SE DAN LAS ENFERMEDADES

Siempre es bueno examinar nuestro corazón para ver si tenemos la culpa de nuestro dolor.
Puede darse por las siguientes razones:

A.- Por no haber obedecido reglas de sentido común para la salud.


B.- Tal vez el accidente que nos ha causado daño fue resultado de nuestra negligencia.
C.- Es posible que nuestra enfermedad sea resultado del castigo de Dios porque haya pecado
en nuestra vida (Hch. 5: 1 – 11; 1 Co. 11: 30).
D.- Por un propósito didáctico de Dios (2 Co. 12: 8 – 9).

V.- PERSONAS EN LA BIBLIA QUE ENFERMARON Y SUFRIERON

La Biblia nos da muchos relatos de enfermedades graves, intenso sufrimiento, profunda


tristeza y muerte a destiempo. Estas cosas se atribuyen, o bien a Dios, o bien a Satanás, y en algunas
ocasiones no se dice de dónde provienen. A veces la sanidad llegaba por un milagro, otras veces
llegaba mediante una curación natural, y en otras ocasiones, la sanidad temporal no se producía, sino
que la persona moría. A veces se da la razón, otras veces queda implícita, y en algunas ocasiones no
se indica de ninguna manera.

Job (Job 1 - 42)


- Identidad: un hombre piadoso y rico que vivió hace unos 4.000 años (1: 1-5).
- Aflicción: pérdida de su propiedad, muerte de sus hijos, dolorosa enfermedad de la piel (1:
13-19; 2: 1-10).
- Fuente de la aflicción: Satanás con permiso de Dios (1: 12; 2:6).
- Razón de la aflicción: prueba y refinamiento (1:6-12; 2:1-10; 23:10).
- Resultado de la aflicción: un mayor conocimiento de Dios y de sí mismo (42: 1-6).
- Lección: Tanto Dios como Satanás pueden estar involucrados en nuestras aflicciones (Job
1: I 2; 2:6).

María (Éx. 15:20.21; Nm. 12; 26:59)


- Identidad: hermana de Moisés y de Aarón.
-Aflicción: lepra.
- Fuente: Dios.
- Razón: castigo por rebeldía.
- Resultado: arrepentimiento, sanidad y restauración.
- Lección: Dios a veces usa el sufrimiento para castigar a sus hijos desobedientes.

La esposa de Ezequiel (Ez. 24:15-27)


- Identidad: esposa de un profeta mayor.
- Aflicción: enfermedad y muerte.
- Fuente: Dios.
- Razón: ilustrar la relación de Dios con Israel.
- Resultado: Dios se glorificó (implícito).
- Lección: Dios a veces usa el sufrimiento, e incluso la muerte, para lograr sus
propósitos.

Mefi-boset (2 S. 4:4; 9)
- Identidad: hijo pequeño del rey Saúl.
- Aflicción: lisiado por una caída.
- Fuente: no se da.
- Razón: no se da.
- Resultado: aflicción de por vida sin cura.
- Lección: Dios no siempre nos dice la razón de nuestro sufrimiento.

Pablo (2 Co. 12:1 - 10)


- Identidad: el gran apóstol de los gentiles.
- Aflicción: un aguijón en la carne (una enfermedad física no identificada).
- Fuente: regalo de Dios (se implica) y un «mensajero de Satanás".
- Razón: impedir que Pablo se exaltara a si mismo debido a sus experiencias espirituales
únicas.
- Resultado: Pablo permaneció con el aguijón a pesar de sus oraciones por liberación, pero
ese aguijón se convirtió en una bendición porque aumentó su dependencia del Señor.
- Lección: Dios no siempre otorga sanidad temporal, ni siquiera a sus hijos más devotos.

VI.- USA DIOS LA ENFERMEDAD PARA QUE LA GENTE BUENA SEA MEJOR?

Dios sí usa la enfermedad en las vidas de sus hijos para convertirlos en mejores personas y
hacernos crecer espiritualmente (Job 1:6-12; 2:1-10; 23:10; 2 Co. 12: 8 – 10).

VII.- HACE DIOS MILAGROS OBVIOS DE SANIDAD HOY?

Sí. Dios sana milagrosamente . . . pero no siempre. Y cuando no lo hace, no tenemos que
culparnos ni caer en la desesperación. Nadie puede negar el hecho de que sí ocurren muchas sanidades
milagrosas por la mano de Dios hoy en el cuerpo del hombre.

Podemos creer que Cristo sana hoy porque la sanidad de los enfermos es una de las señales
ciertas que Él prometió que acompañarían a los que creen (Mr. 16: 17–18). Jesús dijo que una de las
señales poderosas que confirmaría la predicación del evangelio a todo el mundo sería que cuando los
creyentes impusieran las manos sobre los enfermos, se sanarían. Así como fuimos comisionados a
predicar a todas las naciones la muerte salvadora de «Cristo crucificado», tenemos el privilegio de
declarar la promesa de la sanidad de los enfermos que tienen fe para creer.

VIII.- LA SANIDAD Y LOS ESPIRITUS DE ENFERMEDAD

Los "demonios" Significan "espíritus malignos"; son los ángeles que siguieron a Satanás
cuando se rebeló, y son "muchísimos", "legión", se llaman ellos mismos en Lc. 8:30, en Gadara. Éstos
producen enfermedades en las personas como aliados y secuaces de Satanás.

Algunos pasajes de la Escritura lo demuestran:

- A Job, que era un hombre justo y bueno, Dios le permitió que le produjera lepra, que
murieran sus hijos y que se quedara arruinado, Job 1:6, 2:7.
- Sordomudez", Mt. 9:32.

- Ceguera, Mt. 12:22

- Corvadura de la columna, Lc. 13:16.

- Demencia y epilepsia, Lc. 8:26-36; Mt. 17: 14 – 21; Lc. 9: 37 - 43

- La negativa a usar ropa, y el hacer su morada entre las tumbas, Lc. 8.27.

Se debe hacer la distinción entre enfermedad demoníaca y posesión, por ejemplo, en Mt. 4:
24 leemos de los que “tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los
endemoniados, lunáticos y paralíticos”.

Otras citas bíblicas aclaran de que los demonios ocasionaron enfermedad en personas (Mr. 1:
27; 9: 17, 20, 25, 26; Lc. 4: 46; 6: 18; 7: 21; 8: 2; 9: 39, 42, etc.).

Debemos cuidarnos de no atribuir todos los casos a demonios, pero tampoco debemos
descartar esa posibilidad.

IX. LA SANIDAD DIVINA Y LAS MEDICINAS

La fe en la sanidad divina no debe llevarnos a condenar el uso de medicinas, ni


menospreciar a un hermano porque no tiene la fe suficiente para confiar en la sanidad divina, o
porque a pesar de su fe no es sanado por Dios. La fe es personal y un don de Dios. Por eso nadie
puede sentirse más espiritual porque tiene más fe que otro, o porque ha recibido más sanidad que
otro.
Los médicos y las medicinas utilizan los recursos que Dios mismo ha creado, así que es
perfectamente lícito su uso. Lo que no debemos hacer es confundir esos medios naturales con la
sanidad divina.

La Biblia no dice que la oración es el único remedio a la enfermedad. Por cierto, cualquier
sanidad verdadera proviene directa o indirectamente de Dios. Ninguna medicina curaría la enfermedad
si Dios no hubiera creado al hombre con mecanismos internos de sanidad. Santiago dice que la
oración debe ser el primer recurso del cristiano cuando está enfermo (Stgo.5:13–16). Los
descubrimientos y la aplicación de las sustancias terapéuticas naturales, como los antibióticos, estaban
sin duda en la mente de Dios en la creación. A los creyentes no se les priva nunca de las habilidades
quirúrgicas precisas. Sin embargo, para los creyentes, orar por la potencia sanadora de Dios a través
del bendito Espíritu Santo es el primer paso hacia la plenitud. No existe ningún médico escrupuloso
que no agradecería la oración de sanidad que acompaña a sus medicinas y procedimientos . No se debe
tomar equivocado el camino del rey Asa que dejó de consultar a Dios, fío de los médicos humanos y
murió (2 Cr. 16: 12).

No divinicemos las ayudas porque es mejor el médico de arriba, los médicos no pueden hacer
nada si el Señor no cicatriza y controla los tejidos, pero si nosotros ponemos la mirada en la ciencia, si
en vez de consultar al Señor, vamos solo a consultar al hombre, allí es donde se va torciendo. Dios
tiene el control de todo.

Si Dios no sana, nadie sana y si Dios no estuviera de acuerdo con las ayudas (medicinas),
éstas jamás podrían devolver la salud al cuerpo. La cirugía sería un fracaso total, porque quien sino
Dios, hace que los tejidos cicatricen. Si Dios no estuviera dando los medios de ayuda para el
cuerpo, jamás se hubiera escrito: “Toma un poco de vino a causa de tus continuas enfermedades” (1
Ti. 5: 23) y los analgésicos o antibióticos nunca lograrían los grandes éxitos que alcanzan.

X.- LA PRÁCTICA DE LA SANIDAD DIVINA

A.- La oración de fe (Mr. 11:24).- Es la oración por los enfermos basada solamente en
la confianza en las promesas de Dios y en la obra de Cristo (Sal.103:2-3; Is.53:4-5; Heb.13:8,
etc.).
B.- El ungimiento con aceite (Stgo. 5:14 -16).- Parece estar indicado especialmente en los
casos de postración por una enfermedad grave, aunque muchos lo practican en otros casos. El
aceite se utilizaba como símbolo de la obra del Espíritu Santo. Su aplicación declaraba que la
sanidad era el resultado de la obra del Espíritu de Dios, no del poder y santidad de los ancianos
que oraban (Hch 3.11–16).
C.- La imposición de manos (Mar. 16:17-18). Es privilegio y deber para "todos los
que creen".
D.- El uso de prendas (Hch. 19:12).- Solamente se da la referencia histórica de lo que
sucedía con las prendas de Pablo, mas no hay ninguna instrucción al respecto. Ello nos lleva a
pensar que funcionará sólo en casos que Dios así lo determine en su soberanía, pero que no es
un método para todos en toda circunstancia.
E.- La sombra (Hch. 5: 15).- es el caso de algunos enfermos por lo menos esperaban
que la sombra del apóstol Pedro los cubriera al pasar y sean sanados.
F.- La sanidad por la alabanza y adoración.- Aunque no hay referencias bíblicas para
ello, la experiencia nos muestra que cuando se alaba y adora a Dios en espíritu y en verdad, se
producen sanidades por la unción de la presencia de Dios.
G.- El don de palabra de ciencia y la sanidad (Hch. 14: 8 – 10).- Cuando Dios
revela por medio del don de palabra de ciencia alguna enfermedad, es seguro que quiere sanar
como señal de su presencia y poder .

XI.- LA SANIDAD EN LA IGLESIA LOCAL

A.- La sanidad en los cultos de la iglesia.- La sanidad debe ocupar un lugar


importante en la vida y ministerio de la iglesia local, porque la obra de Cristo abarca el ser
completo: espíritu, alma y cuerpo, y no debemos impedir que los hijos de Dios se beneficien de
esa obra. Pero por otro lado, no se la debe sobreenfatizar, descuidando la prioridad de la
adoración, ni la edificación espiritual por la predicación y enseñanza de la Palabra. El
equilibrio y la sobriedad son indispensables para un ministerio estable y permanente.
B.- La sanidad en los cultos o campañas evangelísticas.- La sanidad fue un factor
importante para que la gente se acercara a Jesús y pudiera escuchar su Palabra de salvación,
posterior a esto; fue necesario en el ministerio de los apóstoles a que los incrédulos creyeran su
mensaje y se les sea presente la demostración del poder de Dios. Desde ese punto de vista es
correcto usar la sanidad como "anzuelo" para "pescar hombres". Lo incorrecto es enfatizar la
sanidad por encima del mensaje de salvación; o exaltar al instrumento humano por encima de
Cristo.

XII.- SANIDAD, DONES DE SANIDADES Y FE

A.- Los dones de sanidades (1 Co. 12: 9b).- Son unciones especiales con las cuales Dios
permite que los miembros del cuerpo de Cristo sirvan como instrumentos o vehículos para sanar
aflicciones y restaurar la plenitud a los creyentes y no creyentes sin el uso de medios naturales. Las
sanidades pueden ser físicas, mentales, emocionales o espirituales.

Los dones de sanidades son la vía sobrenatural, sin necesidad de usar medicina, no es de
llegar a ver si el Señor puede, sino que en los dones de sanidades el Señor opera y avisa. La verdad es
que el propósito del Espíritu Santo en dar el don de sanidad nunca era curar a todos.

La sanidad divina a través de los dones es exclusivo para la iglesia; pero no fue limitada sólo
a la iglesia; sino que creyentes e incrédulos fueron sanados por los que tenían el don de sanidad
divina. Se puede confirmar en Hechos 3:1-10. Otro caso similar se describe en Hechos 28:1-10. En la
isla de Malta Pablo sanó al padre de Publio, el "hombre principal de la isla."

El saneamiento de un enfermo no dependía necesariamente de la fe del enfermo sino de la del


sanador, o sea, de él que tenía el don de sanidades. ¿Quién creyó cuando el cojo fue sanado? ¿El cojo o
Pedro?
Propósito.- A base de lo que las Escrituras nos enseñan el propósito primordial de este don
maravilloso era confirmar la divinidad del mensaje llevado por la iglesia en el primer siglo.
Confirman la divinidad del evangelio. Su función era probar que el mensaje proclamado vino de Dios
y no de los hombres.

B.- Fe.- Las sanidades por fe, no son los dones de sanidad, es sencillamente que cuando
hay una fe milagrosa, fe que se pone en acción, fe que opera, entonces el Señor premia y da la
salud. Hay gente que hace alarde de fe, una cosa es fe y otra cosa es creer tenerla.

XIII.- LA SANIDAD Y LA SOBERANÍA DE DIOS

Una de las interrogantes más comunes es: ¿Debemos esperar que Dios siempre sane? Las
respuestas son muy variadas:
A.- los creyentes del Movimiento de Fe generalmente dirán.- "Siempre porque la
enfermedad es parte de la maldición de la ley, y hemos sido librados de esa maldición. Si no sanas es
porque no tienes fe o estás en pecado".
B.- Los creyentes conservadores en la sanidad divina generalmente dirán.- "Si Dios
quiere, obrará. Pero no hay que presionar ni insistir. Dejémoslo a su voluntad".
C.- La verdad es que Dios siempre quiere sanar.- Esa es su voluntad general y debemos
esperar que siempre sane. Pero Él es soberano, y "sus caminos son más altos que nuestros caminos y
sus pensamientos más que nuestros pensamientos". Ya veces tiene propósitos que desconocemos, y
por los cuales retrasa o niega una sanidad. A Job no lo sanó hasta que renunció a su justicia propia y
el autoconcepto que tenía. Tampoco podemos negar los casos en 1Tim.5:23 y 2Tim.4:20; y el mismo
aguijón de Pablo (2Co. 12:7-9), aunque desconocemos la naturaleza exacta de ese aguijón.

XIV.- IMPEDIMENTOS DE LA SANIDAD

A.- Incredulidad (Mt.: l3:58).


B.- Pecado (Stgo..5:16).
C.- Algún propósito didáctico de Dios (Job; Pablo en 2Co.12:7-9).
D.- Por tomar la cena del Señor indignamente (1 Co.11:30).
E.- Por alguna razón divina desconocida para nosotros (El reproche de Dios a los amigos de
Job incluía su pretensión de querer tener razones para el obrar de Dios).
XV.- CUÁNDO SE DAN LAS SANIDADES

A.- En el nuevo nacimiento

Cuando una persona se convierte en "nueva criatura" en Cristo (2 Corintios 5:17), descubre
que Jesús puede satisfacer todas las necesidades. Muchos han dado testimonio de que, cuando
enderezaron todas las cosas espiritualmente y comenzaron a vivir dentro de la perspectiva correcta y
en relación con Dios, sus males desaparecieron. El escritor de himnos William B. Bradbury se refirió a
esta nueva perspectiva.: "A pesar de que soy pobre, desvalido y ciego; La vista, las riquezas y la salud
mental, Todo lo que necesito, encuentro en Ti, Oh, Cordero de Dios, vaya Ti".

B.- Dios sana mediante la confesión del pecado

Muchos cristianos llevan vidas miserables, débiles y, con frecuencia, enfermizas, debido a su
desobediencia y sus pecados no confesados. Esas personas podrían recuperarse totalmente si se
enfrentaran a su pecado. El salmista dijo: "El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas
tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias ... " (Salmo
103:34).
C.- Dios sana mediante intervenciones milagrosas que se conforman a su voluntad
soberana y sus propósitos

La Biblia contiene muchos ejemplos de esto. También tenemos pruebas de esos milagros en
nuestros días. Sin embargo, Dios no cura a todos los que se lo piden o por los que oran otros. "Dios
no hace acepción de personas" (Hechos 10:34); pero cura a unos y a otros no, con una divina
selectividad que refleja su propia sabiduría eterna y su divina voluntad. "Así son mis caminos más
altos que vuestros caminos" (Isaías 55:8). Esta selectividad divina puede apreciarse en el ejemplo de
Pablo que oró durante mucho tiempo para que le fuera quitada una aflicción (2 Corintios
12:8 -10). Dios no curó a Pablo. ¡Le proporcionó gracia y fortaleza - no para que Pablo pudiera
soportarlo, sino para que aprendiera a tener gozo y a gloriarse de su absoluta dependencia del Señor!
Dios está tratando de enseñarles a los suyos que en todas las circunstancias debemos aprender que "la
excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros" (2 Corintios 4:7). La voluntad y los caminos
gloriosos de Dios se pusieron de manifiesto en la vida de Pablo, cuando aprendió que "porque cuando
soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10).

No obstante, nada de esto debe hacemos desistir de orar con fe por los enfermos o por
cualquier otra cosa. Dios puede responder a nuestras oraciones de fe de modos que nos asombrarán.
"Orad sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17) es su mandato. El consejero debe tener cuidado para no dar
la idea de una curación física garantizada, como resultado de sus oraciones.

XVI.-SALUD DIVINA

La salud divina es la ausencia total y permanente de enfermedad, invulnerabilidad a los


gérmenes. Ésta está asegurada en el Calvario y se nos da de ello un anticipo con la sanidad divina y
las ayudas naturales para recuperar la salud. La veremos definitivamente cuando venga la redención
de nuestro cuerpo, en la glorificación.

Dios se ubica decididamente del lado de la sanidad, y ha puesto en el ser humano un


impulso sanador que lo lleva a luchar contra la enfermedad y las dolencias. Hay una serie de razones
en la Biblia que indican el porqué no siempre son sanadas las personas, incluidas la falta de fe y la
posibilidad del pecado en sus vidas; sin embargo, la primera razón por la que la gente no se sana es
que: el Reino no ha llegado todavía a su consumación en cuanto a experimentar la sanidad , a pesar
de que Jesús hizo provisión perfecta para ella con su obra en la cruz. ¡No hay nada que podamos
hacer para disfrutar la plenitud del Reino antes de que Jesús venga otra vez, excepto alabar a Dios
por el día en que experimentaremos el sometimiento de toda enfermedad bajo sus pies! Pero en todo
esto, Dios tiene un solo anhelo y es que la raza humana sea sanada.

Aparece la cruz del calvario y en esa cruz está depositada la salud del pueblo, por su llaga
fuimos curados (Is. 53: 4; Mt. 8: 16 – 17). No siempre podemos experimentar la salud inmediata,
por ejemplo, en el calvario está el pecado pagado, cancelado, sin embargo, después del calvario,
todavía lo experimentamos, será que no está cancelado? No. El pecado y la enfermedad ya están
expiados pero serán erradicados cuando el cuerpo sea glorificado. Esa es la meta.

XVII.- EL PACTO DE DIOS DE SANIDAD CON SU PUEBLO

En Éxodo 15: 26 Dios formaliza un pacto de sanidad con su pueblo:

Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y
dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié
a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador. (Léase el contexto, vs. 22–27.)

En este pasaje, denominado el pacto de sanidad divina del Antiguo Testamento, Dios no sólo
se compromete a sanar, también revela uno de sus nombres «Jehová-rapha». El Señor realmente dijo:
«Yo soy Jehová tu sanador; este es mi NOMBRE. A partir de este pacto revelado en Éxodo 15
sabemos que el Señor nunca dejará de sanar a su pueblo. Nosotros, por otra parte, debemos entender
que esta promesa es condicional. Para recibir la sanidad, debemos ser obedientes a sus deseos.
Tal vez ayudaría examinar las condiciones necesarias para la sanidad; según el pacto de sanidad del
Antiguo Testamento, son cuatro:

1.- Oír la voz del Señor.


2.- Hacer lo recto (comportamiento recto) delante de sus ojos.
3.- Dar oído a los mandamientos de Dios.
4.- Guardar todos sus estatutos.

XVIII.- PREGUNTAS SOBRE LA SANIDAD


A.- ¿Desea Dios mi sanidad?

Sí, Dios desea su sanidad, de la misma forma en que «quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad (1 Ti. 2:4). Pero no todo el mundo acepta su oferta de salvación.
Dios quisiera ver a sus hijos bien, pero muchos desobedecen las reglas para disfrutar de una buena
salud. Algunos andan por caminos pecaminosos y necesitan ser castigados (He. 12:6). Todos nos
beneficiamos espiritualmente de algunas pruebas y del dolor. Tanto Pablo como Santiago exhortaron a
los creyentes a alegrarse cuando fuesen probados por el sufrimiento (Ro. 5:3-5; Stgo. 1 :2-4). Su ense-
ñanza nos asegura que es un elemento indispensable en nuestro desarrollo espiritual. A Dios le
gustaría que estuviésemos bien, pero no sería bueno para nosotros ir por la vida sin dolor.

Sin embargo, no concluimos por eso que debemos ver con pesimismo la salud física ni el placer.
Tampoco debemos resignamos estoicamente a la idea de que debemos esperar mucho sufrimiento.
Al contrario, debemos mirar la vida con optimismo. La Biblia da garantías y promueve un estilo de
vida que conduce al bienestar físico y espiritual y lo hace en al menos nueve formas:

1.- Da alivio de la pesada carga de la culpa (Salmo 32: I ,2; Romanos 5: 1 ).


2.- Da el poder para liberamos de la amargura interior causada por un espíritu no perdonador (Mt.
6: 12, 14, 15; Ef. 4:32).
3.- Promueve una perspectiva positiva de nuestro cuerpo asegurándonos que el Espíritu
Santo vive en él (1 Co. 6: 19) y que está destinado a la resurrección (1 Co. 15).
4.-Enseña que la expresión sexual es tanto segura como satisfactoria dentro del vínculo del
matrimonio (1 Co. 7: 1-5; He. 13:4).
5.- Da gracia a los creyentes solteros capacitándolos para vivir una vida feliz y plena (1 Co.
7:7,8,32,39.40).
6.- Se caracteriza por la esperanza: una confianza vigorosa en el futuro (Ro. 8:31-39).
7.- Nos asegura que somos miembros de una comunidad selecta: el cuerpo de Cristo, en el
cual cada persona desempeña un papel especial para beneficio de todos (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12: 1-31).
8.- Fomenta una relación única con Dios de manera que podamos acudir a Él como nuestro
Padre en una actitud de expectativa y pedirle sanidad cuando estamos enfermos (Mt. 7: 7 -1 1;
Romanos 8: 15; Stgo 5: 14, 15).
9.-Nos capacita para regocijamos aun en el dolor (Hch. 5:41; 2 Co. 4: 16-18).

Dios desea su sanidad. Él permite la enfermedad y el dolor sólo cuando los puede usar para
su bien. Y se va a ocupar de que usted esté bien por toda la eternidad. Creer esto va a promover su
buena salud.

B.- Qué hacer frente a una enfermedad incurable?

¿Cómo voy a salir adelante cuando un médico me diga: "Lo siento, hicimos todo lo posible",
o "Espero que esté preparado para recibir malas noticias. Debo decirle que tiene cáncer y que no
podemos hacer mucho por usted"?

Si ha colocado su confianza en Jesucristo puede enfrentar esas noticias con calma y


esperanza. Si no está viviendo en obediencia puede volverse de su pecado y buscar a Dios. Puede
pedir. al Señor sanidad. Puede orar con absoluta seguridad de que Dios le sanará, si eso lo glorifica y
es para bienestar eterno de usted. Y si no lo sana le dará su maravillosa gracia y usará la aflicción para
bien.

Si nunca ha puesto su confianza en Jesucristo hágalo hoy. Reconozca su maldad y su


incapacidad de salvarse a sí mismo. Crea que Jesús murió en la cruz por los pecadores y que resucitó
de nuevo. Luego ponga su confianza en Él. Crea que lo hizo por usted. Él le perdonará, le hará
miembro de su familia, y le dará vida eterna. Cuidará de usted por toda la eternidad.

C.- Qué podemos decir de la sanidad en la expiación?

Usted no tiene que estar enfermo. Cristo murió por nuestras enfermedades así como por
nuestros pecados. Mediante la fe debemos reclamar la libertad de la enfermedad de la misma forma en
que reclamamos la libertad de la pena por nuestros pecados. Eso es lo que nos dice Mateo 8: 16, 17,
cunado uno está enfermo y no es sanado pese a que él y sus seres queridos hayan orado
fervientemente, no es muchas veces que sus oraciones ni su fe sean deficientes. Aparentemente no es
la voluntad de Dios sanar.
Examinemos Mateo 8: 16, l 7 para ver exactamente lo que dice acerca de la relación entre la
expiación y la sanidad. Leemos: “y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con
la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos, para que se cumpliese lo dicho por
el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”.

Las últimas palabras son una cita precisa del texto hebreo de Isaías 53:4. Jesús "llevó
nuestras enfermedades participando en los dolores y las tristezas de la humanidad solidaria y
compasivamente. Sus milagros de sanidad eran señales. Mostraban su compasión por nosotros y
señalaban a su muerte, con la cual pagaría el precio por el pecado de manera que, a la larga, el sufri -
miento pudiese terminar. Sus milagros de sanidad eran señales de la completa sanidad que a la larga
disfrutarán todos los que coloquen su confianza en Él.

No hay nada en este pasaje que sugiera siquiera remotamente que podemos reclamar sanidad
mediante la expiación. D. A. Carson observó astutamente: "La cruz es la base de todos los beneficios
que se le acumulan al creyente; pero eso no significa que todos esos beneficios se puedan obtener al
presente si los exigimos, de la misma forma en que tampoco podemos exigir ahora nuestros cuerpos
resucitados”.

D.- ¿Cuánta fe necesito?

Mucha gente tiene la idea de que si cumplimos las condiciones de Dios de tener suficiente fe,
siempre vamos a ser sanados. Por eso mencionan y reclaman audazmente una completa sanidad
cuando oran. Hasta le dicen a una persona que está bien, aun cuando los síntomas de la enfer medad
siguen presentes.

El doctor Paul Brand, en la edición del 25 de noviembre de 1983 de la revista Christianity


Today [El cristianismo de hoy) contó la triste historia de una familia que veía las cosas de esta
manera. Cuando su hijo de quince meses de nacido cayó con síntomas de resfriado, la familia siguió el
consejo de los líderes de su iglesia y dependió exclusivamente de la oración para su recuperación. Su
hijo se enfermó más y más durante las siguientes semanas, perdiendo poco a poco los sentidos del
oído y de la vista. Finalmente murió, y siguió muerto a pesar de fervientes oraciones para que Dios
restaurase su vida. La autopsia mostró que la causa de la muerte fue una forma de meningitis que
pudo haberse tratado fácilmente.

Ahora bien, estas personas tenían una fe tremenda. Pero la fuerza de nuestra fe en muchos
casos no determina si la sanidad vendrá o no. Algunos de los milagros del Señor no estaban
relacionados de ninguna manera con la fe de aquellos que se beneficiaron de ellos (Mt. 12:9-13; Mr.
1:23,28; Lc. 7: 11-15; 13: 10-13; 14: 1-6; 22:50,51; Jn. 9: 1-38). Además, ¿vamos a decir que Pablo no
fue sanado de su aguijón en la carne porque no tenía suficiente fe? ¿Era la falta de fe en Timoteo la
razón por la que tenía problemas estomacales? (1 Ti. 5:23). No, sino que esa es la voluntad de Dios
para con sus hijos y como relata Pablo haber oído de Dios: “Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para
que repose sobre mí el poder de Cristo . . . porque cuando soy débil soy fuerte” (2 Co. 12: 9 – 10).

E.- ¿Qué podemos decir de la promesa de Juan 14: 12?

Todas las bendiciones son el resultado directo de un activo ministerio de Cristo, llevado a
cabo desde su trono. Su iglesia ha empezado a crecer en conocimiento, gracia y espiritualidad a través
del envío del Espíritu Santo. ¿Acaso no les había hablado Jesús a sus apóstoles en el sentido de
esperar mayores obras de los creyentes que aquellas que Él mismo había hecho? Al predecir la venida
del Espíritu Santo (Juan 14:12) él había dicho solemnemente. «el que en mí cree, las obras que yo
hago, él las hará también; y aun mayores hará. porque yo voy al Padre”.

Los Pentecostales sugieren que las mismas obras y las mayores deben referirse a milagros. Si
así fuera, la profecía habría caído en el terreno del no cumplimiento. No tenemos razón para creer que
algún ap6stol haya efectuado obras milagrosas iguales a las del Hijo de Dios. Ni empiezan los
informes de maravillas modernas a alcanzar a la calidad de la grandeza de las obras de Jesucristo.
Nada sabemos de algo que siquiera pudiera aproximarse a la transformación del agua en vino, a la
alimentación de los 5.000 con unos cuantos panes y pececillos, o a la resurrección de alguien con
permanencia de cuatro días en el sepulcro. Nada sabemos de alguien que sea capaz de leer los
secretos más íntimos del coraz6n, o responder a preguntas no formuladas. Los milagros de Jesús no
permiten paralelo.
Empero el Cristo exaltado al derramar su Espíritu ha hecho «mayores obras a través de sus
siervos que aquellas que le vieron hacer durante su ministerio terrenal. Los mismos apóstoles
experimentaron una más profunda transformación espiritual después de la ascensión del Señor. Era
necesario que Él se fuera. Su profundidad espiritual en Hechos 2 es incomparablemente más grande
que aquella de que disponían durante el tiempo del Cristo encarnado. Aunque ellos habían sanado
enfermos y echado fuera demonios mientras Jesús estaba en la tierra, jamás, sin embargo, predicaron
y exhortaron a la iglesia de la manera en que lo hicieron luego de recibir el Espíritu Santo. Ningún
milagro de Jesús mientras estuvo sobre la tierra trajo 3 000 y 5 000 almas al nacimiento espiritual
mediante un sermón. Después de todo, ¿no es el cambio radical de un alma y el rescate de un hombre
del tormento eterno mayor que el hablar en lenguas o la restauración de la salud corporal?

Los cristianos tienen el Evangelio . . . por medio del cual llevan la gente a la conversi6n,
arrebatan las almas de las garras del diablo, las arrancan del infierno y de la muerte, y las llevan a los
cielos». Esto son las mayores obras que harían sus seguidores.

XIX.- DECLARACIÓN DE FE

“Creemos en la doctrina bíblica de la sanidad divina e instamos a nuestra feligresía a buscar


oportunidad para hacer oración de fe para la sanidad de los enfermos. Creemos también que Dios sana
a través de las agencias de la ciencia médica”.

(2 Reyes 5:1-19; Salmos 103:1-5; Mateo 4:23-24; 9:18-35; Juan 4:46-54; Hechos 5:12-16;
9:32-42; 14:8-15; 1 Corintios 12:4-11; 2 Corintios 12:710; Santiago 5:13-16)

CONCLUSIÓN

Las enfermedades no son imposibles para el poder de Dios. Pero todo está bajo su control, el
hombre por más que se aflija no podrá hacer nada si es que no es la voluntad de Dios sanarlo. Dios lo
usa con un propósito que sólo Él sabe y muchas de las veces no responde a nuestros porqués. Lo
cierto es de que las enfermedades de aquellos que han creído en Jesucristo han sido llevadas a la cruz,
razón por la cual en la eternidad gozaremos de completa sanidad integral.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

1.- Biblia, Reina Valera Revisión 1 960.


2.- Comentario al Nuevo Testamento, el Evangelio según Lucas. William Hendriksen
3.- Comentario al Nuevo Testamento, el Evangelio según San Mateo. William Hendriksen
4.- ¿Desea Dios mi sanidad?. Herb Vander Lugt, Serie Discovery. 1 998.
5.- Diccionario Teológico Beacon. Casa Nazarena de Publicaciones. 1 995
6.- Señales de los Apóstoles. Walter Chantry. 1 990.
7.- Manual de Billy Graham. para obreros cristianos. Billy Graham. 1 984.
8.- Manual de la Iglesia del Nazareno, 2 001 – 2 005.
9.- Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Editorial Caribe. James Strong.
10.- Nuevo Diccionario Bíblico, Certeza, 1 991
11.- Separata. Curso de Sanidad Integral. H. Lay
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IN-HB Estudio Bíblico, Enero 2 006

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